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Mensaje por Emma le Foix-Grailly Vie Dic 19, 2014 3:28 pm

Acababa de oscurecer en la capital Inglesa, si bien no estaba nevando en ese momento, las calles estaban adornadas de aquel manto helado y blanco que solo ayudaba al ambiente festivo que se vivía. Luces adornando casas, comercios, plazas y lugares públicos, villancicos cantados por grupos en la calle o que se alcanzaban a escuchar saliendo de grabaciones de los comercios, los olores que envolvían el ambiente, también eran acordes a temporada, dándole un aire acogedor a... a todo en general, la mayoría de la personas, incluso aun con el frió que hacia, parecían estar "cálidas", cálidas de una forma que la ojiazul temía haber olvidado del todo a esas alturas. Escondió el rostro un poco más en la bufanda que traía y siguió caminando entre la gente. Todo ese ambiente, que regularmente era "alegre" para otras personas, la técnica no lo disfrutaba demasiado, por lo que caminar en medio de un bullicio que fluía gracias a las fechas, no encabezaba la lista de sus cosas favoritas que hacer en vacaciones, a ella ni siquiera le gustaban las vacaciones... Pero estaba su abuelo, su abuelo la había "llevado" a tener que soportar todo aquello. No era que el viejo la obligase, claro que no, ella lo tenia bien presente, era más... que ella se obligaba a si misma. El abuelo era el único familiar vivo que le quedaba, fuera de él, a decir verdad no tenia a nadie, no tenia un compañero, no tenia amigos... Pero el anciano era otra historia, disfrutaba organizando y asistiendo a fiestas de todo tipo entre su gran circulo de amigos, todos ancianos adinerados, por lo que las fiestas nunca eran "personales". No era que ella nunca hubiese ido a fiestas de ese tipo, de pequeña, le eran tan normales como a su abuelo.

Había llamado como siempre, una semana antes de tomar su vuelo habitual a Francia, a casa de su abuelo, cuando este le habia informado que no pasaría las fiestas allí, un amigo en Inglaterra lo habia invitado y tenia todas las intenciones de ir, "Puedes quedarte en Death City si quieres..." Pero la chica se habia negado con rotunda determinación, ¿dejarlo viajar? ¿Completamente solo?, Su paranoia salto de inmediato, recordando la cantidad interminable de trabajos que siempre habia por tomar se encapricho en acompañarlo, no iba a dejar que su abuelo se convirtiese en el titular de un periódico, o que apareciera en el tablón de misiones. Claro, era algo exagerado, pero no podia evitarlo. Por ello habia terminado en un gran salón, entre un montón de gente rica que no conocía, al cabo de un rato se habia hostigado lo suficiente como para buscar su abrigo y salir del lugar a pasear, claro, sonaba incluso contradictorio, ¿No estaba ahí para hacer de "guardaespaldas"? ¿Por qué salia de la fiesta aun así? Su lógica se basaba en que claro, si pasaba algo grave, mejor estar en la misma ciudad que del otro lado del Atlántico, además de que habia dejado la sentencia a su abuelo de que, si pasaba algo, cualquier cosa, la llamara de inmediato.

Pero la noche hasta ahora, habia transcurrido sin llamada o mensaje alguno, por lo que se encontró a si misma con la mirada celeste perdida en una de las vitrinas, suspiro, en realidad no las miraba, no las observaba, se limitaba a "verlas", se sentía un tanto torpe, andando por las calles en plena nochebuena, tal vez debía haberse quedado en la fiesta... Suspiro y pudo ver su aliento frente a ella, saco el teléfono, solo como paranoia, pero nada, no marcaba nada más que la hora, su error recidio en mantener la mirada en la pantalla aun cuando empezó a caminar de nuevo.

Sintió el escalofrió recorrerle la espalda, retrocedió agitada, luchando por no soltar el celular que ahora saltaba entre sus manos que temblaban levemente-L-lo siento...-Se disculpo de inmediato, después de todo, reconocía que esta vez habia sido su descuido chocar con aquel extraño, aseguro el celular y levanto la mirada, la crispo con incredulidad. De todas... todas todas todas TODAS la personas que habia en el  mundo, de todas las personas con las que podría haberse topado esa noche, ah, y claro, no solo toparse, sino, estrellarse contra ellos en nochebuena, tenia que ese rubio-¡Tu!-Lo miro casi con enfado, toda la "pena" que sentía por haberse chocado con el se habia ido muy muy lejos-¡¿Quieres fijarte por donde caminas?! Tch...-Bufó, cruzándose de brazos, pensando que definitivamente debía haberse quedado en la fiesta.
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Mensaje por Aizack Pendragon Vie Feb 27, 2015 11:13 pm

-Vamos, toma uno, otro para ti, uno más para ti, toma este y dáselo a tu hermanita, ¿Está bien?

Todo el mundo sabía, desde el más pequeño hasta el mayor que había abandonado la dulce felicidad de la inocencia y la ignorancia, que Santa Claus era un hombre mayor, bonachón, vivaz, alegre, regordete, de blanca y larga barba con unos ojos que irradiaban alegría y felicidad, adornado con su peculiar traje rojo que parecía nunca degustarse y con sus compañeros duendes que tan hábilmente habían juguetes durante todo el año para, cada noche nueva, repartirlos finalmente debajo de los árboles de cada pequeño niño que creyera, otorgándoles así un simple día de disfrute y felicidad para que pudieran gozarlo en familia, con nuevos artículos con los cuales divertirse.

Dicho eso, el joven que en aquellos instantes repartían canastas de dulces en medio del parque público, era todo menos la imagen de Santa Claus. Su traje rojo era idéntico, sin ningún solo error, roja tela con blancos y acolchonados bordes, un negro cinturón que rodeaba su esbelta cintura, botas negras y brillantes que se notaban más en aquel blanco que cubría el suelo y ascendía unos pocos centímetros. Su dorado cabello se notaba desordenado y despreocupado debajo del rojo sombrero de pompón blanco, mientras sus dorados ojos se fijaban primero en un niño y luego en otro. Los pequeños se reunían a su alrededor mientras las canastas de dulces, cestas de mimbres rellenas un sinfín más de golosinas protegidas por un plástico delgado atado con una cinta, eran pasados de las mano del rubio, cubiertas por delgados guantes negros a juego con sus botas, a las pequeñas y emocionadas manos de los niños.

¿Por qué los padres, estacionados en las cercanías sonriendo ante el espectáculo que daban los pequeños felices de ver a ese peculiar ayudante de santa, permitían que sus pequeños recibieran dulces de n perfecto desconocido? Muy sencillo, por los diversos anuncios que había por la ciudad que indicaban que en esa hora específica, en ese día, todos los niños que quisieran, podrían ir por una cesta de dulces gratis con motivo de las fiestas. ¿Quién sería el alma benevolente que daría tal donación que sin duda ascendería a varias libras? ¿Un filántropo? ¿El gobernador? ¿Alguna organización sin fines de lucro? No, ninguna de ellas, ya que según los anuncios los dulces eran un regalo de la asociación de confiterías de Londres, aunque tampoco eso era verdad. En realidad la mitad de esos dulces venían de haber vaciado dos tiendas enteras en el centro de la ciudad, mientras la otra mitad eran de las mismas reservas del hombre que en esos momentos estaba en medio de ese tumulto de chicos.

Las manos del rubio se movían rápidas y agiles, entregando dulces a diestra y siniestra, siendo la sorpresa de que a pesar de la gran cantidad de infantes, ninguno recibía dos cestas, había que ser justos, yéndose cada uno satisfecho con uno de esos magníficos presentes en las manos de regreso a sus padres. El joven rubio tarda un buen rato, pero finalmente ve como todos los pequeños se van satisfechos, desde el más grande hasta el más pequeño, con sus padres. El joven suspira alegre mientras se dirige hacia un árbol cercano de aquel parque. Con toda la tranquilidad del mundo se quita su rojo traje festivo, rebelando una sencilla camisa blanca de manga corta bajo este y un pantalón de deporte negro. Guarda todo en una pequeña mochila que había dejado ahí, cubriéndose después con una chamarra azulada, dejándose las relucientes botas de santa.

Empieza a avanzar, llevando detrás de él un carrito en donde había un par de bolsas grandes y negras, rebosantes de un misterioso contenido, avanzando por la calle con una tranquila sonrisa en su rostro. La alegría en los rostros de aquellos niños le hacía a si mismo feliz. De pequeño hubiera dado lo que fuera por que le dieran un regalo como ese, más en navidad, siendo que durante un par de años había pasado ese tipo de fiestas mendigando por algo de comida, siendo que era un poco más fácil que las personas se apiadaran de el en navidad, aunque solo un par de veces recibiendo algo más que algo de comida recalentada.

Ahora podía hacer feliz a algunos pequeños, aunque esos solo habían sido los pequeños cuyos padres habían llevado al parque. Aún quedaban otros, demasiado asustados, demasiado desconfiados, como para ir a un parque bullicioso lleno de adultos que, a pesar de confiar en una persona que daba regalos amparado por anuncios legales y los permisos pertinentes, no estarían muy contentos de ver esa clase de personitas cerca de sus pequeños.

Ahora bien, esa ciudad le era como la palma de su mano, casi cada rincón lo reconocía sin dificultar, la había recorrido más de una vez a pie, en algunas ocasiones visitando distintos distritos o durmiendo algunos días en ellos. Aun ahora, después de tantos años, reconocía las calles y avenidas, incluso algunos locales, a algunos tenderos. Ve cerca de él al anciano dueño de la panadería, que en esos momentos cerraba su local para irse a su casa con su familia, acercándose y dándole en las manos uno de los cestos que había sacado discretamente de una de la bolsas.


-Por favor… Tómelo, para sus nietos, que con una persona tan amable como usted, seguro son muy felices de tener a tan bondadoso abuelo…

El anciano hombre parpadea primero confundido, mas sencillamente al final agradece para estrecharle la mano con una sonrisa que el rubio recordaba muy bien, a pesar de notarse de que el hombre no lo recordaba a él. Ese anciano había sido uno de los pocos que le había dado comida de forma constante esos años. El joven rubio ve como el hombre se va, sonriendo con suavidad, no le importaba que no lo recordara, eso no borraba toda su amabilidad y desinterés hacia él. De nuevo toma su camino, solo para sentir como chocaba contra alguien, soltando el carrito que se quedaba detenido en la nieve.

-Oh, lo lamento tanto…

Abre los ojos desmesuradamente, mirando los azules cabellos de aquella chica. Siente su nariz palpitar un poco, como un recuerdo de un golpe hacía meses dado. Se aleja un paso por su propia seguridad, como acto reflejo, chocando con su pierna contra el carrito, aunque este aun detenido detrás de él.

-La…. La golpeadora del parque…

Las palabras salen de la boca del rubio sin pensarlo, mirando a la peli azul como si fuera una bomba de tiempo que pudiera saltar sobre el en cualquier instante. Aun así, se endereza, mirando a la peli azul y su actitud altanera y arrogante, un pequeño tic en su ojo aparece al verla y oírla, para cruzarse de brazos.

-Ya pedí perdón… Además, igual tu eres la que estaba más atenta al celular que a la calle

Una pequeña sonrisa traviesa adorna sus labios, ladeando su rostro con calma, el aro en su oído despende un leve brillo mientras miraba a la peli azul. Era curioso encontrar a una persona que había visto al otro lado del océano en su ciudad natal. ¿Qué haría por aquí? Bueno, si estaba en Death City era posible que fuera alguien con los recursos para viajar a muchos lugares. Aun así, le resultaba muy curioso. Con total calma saca de su bolsillo un pequeño caramelo envuelto en un plastico color blanco con lineas rojas rubi, con una sonrisa travieza da un paso hacia la peliazul

-Hum… Emma Le Foix, Dulces de crema y fresas, ¿verdad...? Di ah...
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Mensaje por Emma le Foix-Grailly Jue Mayo 28, 2015 2:26 am

Estaba completamente a la defensiva, mirándolo de forma molesta, frunciendo notablemente el ceño cuando la llamo de esa forma... No le importaba hacer una escena justo ahí, en todo caso, ya no habia demasiadas personas, aunque aquel detalle era lo de menos-¡¿Golpeadora del parque?! ¡Pues mira quien lo dice!-Dio un leve paso hacia el frente cuando el rubio retrocedio, inflando el pecho, estirando un poco el cuello al tenerlo que ver constantemente hacia arriba, llevaba tacones, pues aun tenia puesto lo que llevaba en la fiesta; un vestido azul medianoche, un poco por arriba de la rodilla, sin mangas o tirantes, usando mallas completamente negras, estas ultimas eran lo único que se llegaba a apreciar además de los zapatos que hacían juego con el vestido, adornados con un pequeño moño plateado, el abrigo beige y la bufanda grisasea la cubrían perfectamente, siendo apenas una leve faldilla del vestido visible bajo el mismo. Tenia que admitir que le frustraba un poco, no le intimidaba el muchacho, pero si que le frustraba... ¿aun con los zapatos altos le sacaba tanta altura? No es que la elevaran tanto pero... seguia siendo demasiado notorio, aun así escupió sus palabras como si pudiese verlo hacia abajo-¡Alguien que no respeta el espacio personal de las personas no puede andar diciéndole así a la gente que lo pone en su lugar!-Lo miró de forma aguda, resoplando levemente.

Retrocedió el paso que habia dado hacia él cuando menciono lo del celular... ¿Qué podia decirle ante eso? Era completamente cierto, incluso ella ya se habia disculpado antes de ver que se trataba de su molesta persona, se cruzo de brazos, inflando levemente una de sus mejillas y desviando la mirada hacia un costado-Pues es imposible no chocar con un rascacielos andante-Soltó con saña, murmurando entre dientes, más para que si que para el muchacho.

-Le Foix-Grailly, es junto, genio-Lo corrigió de mala gana, poco antes de caer en cual habia sido la oración completa, bajo los brazos a sus costados, apretando los puños con fuerza-¡N-nada de "di ah"! ¿¡Qué no te lo deje claro la ultima vez, Pendragon?!-Escupió sin más su apellido con el simple objetivo de darle más fuerza a la oración y por que tampoco se sentía con confianza como para irlo llamando por su nombre como si nada-En todo caso ¿Q-qué haces aquí? En serio de todas las personas...-se llevo una mano a la sien y negó levemente-¿El mundo no es lo suficientemente grande? ¿Tenías que venir a Londres? ¿Vagabundear por la calle? ¿Hoy? ¿Te das cuenta de que clase de personas vagabundean por ahí en nochebuena?-Preguntó, aun sabiendo que todas aquellas hostiles interrogantes aplicaban a ella también, aun así se atrevía a pronunciarlas con autoridad prepotente.  

Pero ante la mención del dulce su mirada celeste termino sobre este, ¿Recordaba eso? Bueno, casi le habia roto la nariz esa vez... supuso que no era algo del todo fácil de olvidar, que una desconocida te golpeara así... pero claro que se lo habia ganado por las buenas, habia sido traumatico para ella también, ¿Qué rarito va por ahí metiendo comida en bocas ajenas? ¡Correcto! Solo ese poste de ojos brillantes que se hacia llamar Aizack. Trato de calmarse "Es nochebuena, Emma, inténtalo aunque sea..." Pensó frustrada, justo antes de darse por vencida y suspirar resignada-Nada de "ah" ¿Oíste?-Lo miro con seriedad y entonces estiro la mano-S-si vas a darme eso hazlo como una persona normal, maldición...-Terminó, sin poder evitar desviar la mirada una vez más.
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Mensaje por Aizack Pendragon Vie Mayo 29, 2015 1:08 am

Seguro la escena resultaba de lo más curiosa para la gente que pasaba a prudente distancia de ellos. Un chico alto, vestido como si saliera a correr o a hacer ejercicio, siendo aparentemente intimidado por una chica que debía de llegarle por debajo del hombro, de porte orgulloso y algo arrogante, quien parecía tratar de hacerse más grande de lo que era el rubio, algo imposible ya que la diferencia de alturas era notoria aun desde la distancia, más de una cabeza por lo menos. El oji dorado había retrocedido por instinto, no por miedo realmente, si no por un básico y animal instinto de evitar el peligro y el posible daño que sentía muy próximo si estaba cerca de la chica, de solo ver sus ojos al momento de reconocerle había sentido como si sus nudillos se clavaran fuertes y precisos en alguna zona sensible de su rostro.

Aun así, tomándole unos pocos instantes para recuperar la compostura, se endereza, mostrándose seguro de nuevo, con una sonrisa suave y divertida, juguetona en cierto sentido, observando a la peli azul quien parecía no podía negar el hecho de que ella poseyera parte de la culpa de aquel choque imprevisto en medio de la calle. La escucha como le corrige, suceso que solo aumenta su diversión cuando mira cómo reacciona ante su proximidad, habiendo cerrando algo de las distancias que los separaban. Se separa ante su exabrupto, riendo un poco ante su acción agresiva y como se refería a él, le era bastante extraño hablar de él con su apellido, riendo un poco, fijándose en ella, se veía muy linda, estaba arreglada y elegante, parecía como si fuera a ir alguna fiesta importante, al menos lo suficiente para que se preocupara en lucir de una forma pulcra y bella, adornándose sus labios con una suave curva tranquila y divertida. No era extraña la idea de que ella se dirigiera a una fiesta, era un día festivo después de todo, las familias se reunían y convivían, seguro debía de estar dirigiéndose con sus padres, sus hermanos, primos, tíos, abuelos inclusive, no era seguro, tal vez solo sus amigos en un día de diversión y fiesta, no la conocía lo suficiente para adivinar, aunque dudaba fuera un día de fiesta lo que motivara a la joven, de lo que la conocía, no parecía la clase de chica que anduviera de fiesta en fiesta.


-Bien, señorita Foix-Grailly, soy algo olvidadizo, supongo se me olvido, aunque me pareció que la última vez te gustaron estos dulces, y si dices que soy un rascacielos andantes, seguro estas rodeada de ellos a cada momento

Una sonrisa traviesa y juguetona adorna sus labios, haciendo una obvia referencia a la baja estatura de la técnica de shibusen, sonriendo y mostrándole de forma un poco infantil su lengua, como si fuera algún niño pequeño burlándose por alguna buen chiste o travesura, riéndose un poco ante la expresión incomoda e insatisfecha por la situación, mirándola tranquilo ante sus formas de reaccionar. Se apoya en ambas piernas firme, mirando por el rabillo del ojo el carrito de mano que tenía detrás de él, en donde aún había algunas grandes bolsas negras, en cuyo interior estaban las cestas de dulces que tenía la intención de repartir, aunque eso podía esperar un poco, aquel encuentro debía de ser cosa del destino, después de todo, ¿Cuántas posibilidades había de que ambos se encontraran así?

-Yo soy de Londres… Soy originario de aquí, y solo ando dando un paseo, me gusta regresar de vez en cuando, ya sabes, regresar a las raíces. ¿Y tú? ¿Qué hace por aquí? Yo pensaba eras oriunda de Shibusen

La observa con la misma suave sonrisa, divertido, sus ojos como el oro fijos en ella. Había recuperado por completo la compostura. De forma tranquila guarda el dulce que antes estuviera sosteniendo, dejándolo dentro de una pequeña bolsita de donde lo había sacado, observándola atento, escuchándola. Luego de la impresión inicial, no podía evitar encontrar algo divertido el volverse a encontrar con ella, aquella chica que parecía poseer algún problema de contacto físico, después de todo, el simple hecho de estar muy cerca de ella, parecía enfadarla y enloquecerla, mirando divertido sus ojos azules, desviando un segundo su vista hacia su igualmente azulados cabellos, los cuales por un instante captaron toda su atención, era un color curioso, algo raro, aun en sus viajes no había conocido a muchas personas con aquel tono natural de cabello…

(- ¡You don´t touch me! ¡I´m dirty! ¡You mustn't touch me! )

Su ojo derecho se cierra mientras siente un flash de memoria, su propia voz, más aguda por la niñez, pronunciando esas palabras que hace tantos años había dicho. Aun recordaba a quien se las había dicho, recordaba su dulce expresión, su sonrisa inocente y alegre, la sensación cálida cuando hubiera picado su mejilla para decorarla con una estampita de divertida imagen. Lo recordaba también, sus azules cabellos, sus ojos amables, quienes no lo veían como la basura que se consideraba, quienes le observaban como una persona normal, una amigo, aquellos ojos azules como el cielo…

-¿Ah?

Su mente se había perdido en el pasado, sus pensamientos viajado lejos, mirando unos instantes a la chica delante suya, viendo en su lugar a una chica más pequeña, quienes extendía las manos hacia él, con una sonrisa amplia y gentil. Abre los ojos sorprendido y la visión desaparece, mirando en su lugar la expresión algo apenada y refunfuñosa de Emma, tardando unos instantes en captar el significado detrás de sus acciones, parpadeando para sonreír, sacando la bolsa de dulces en donde estaban todos los que le quedaban de aquellos dulces de crema con fresas, poniéndolos delicadamente en las manos de la peli azul técnica, sonriéndole con suavidad, sincera alegría al ver como aceptaba los dulces.

-Ten… Merry Christmas Emma… Disfrútalos por favor

Le sonríe con suavidad, alegría, pensando que tal vez no era tan mala persona como pudiera pensar en algún momento, viéndola así, parecía una persona más buena, tal vez algo introvertida, pero agradable y de buen corazón. El joven acaricia su propio pendiente, el de su oreja izquierda, mirándola unos instantes, antes de percatarse del tiempo que había pasado, mirando primero en dirección detrás de Emma y luego el carrito que tenía junto a él, con las grandes bolsas negras, maldiciendo un segundo, para mirar a Emma y dar una suave reverencia.

-Perdona, señorita Foix-Grailly, tengo que irme, aún tengo algunos asuntos que atender… Espero tenga unas bonitas festividades

Le guiña un ojo a la pequeña técnica, para tomar el asa del carrito y empezar a avanzar rápidamente en dirección hacia la zona a la que antes se dirigía, la zona donde había crecido, una zona marginada y abandonada por la caridad y por la seguridad. Debía aun entregar el contenido de las bolsas que tenía en ese lugar, así terminaría con todos los planes del día. Acaba por llegar luego de un rato, sonriendo con melancolía y un dejo triste mirando cómo estaba el lugar, alguna que otra persona apoyada contra las paredes, muchas resguardadas en sus casas improvisadas de distintos materiales, cartón o aluminio, hierro o placas de metal. Algunos cubriéndose con periódicos de la nieve. Su sonrisa se forma un poco más triste, para avanzar hasta quedarse en medio de la calle, mirando a su alrededor, abriendo el par de bolsas y mostrando su contenido, varias prendas de ropa, alimentos en conservas y varios de los canastos de dulces, alzando la voz, llamándolos

-¡¡Feliz Navidad!!

Grita con ánimos, con ganas, llamando la atención de quienes estaban en la calle. Primero miraban desconfiados, pero el mismo Aizack se empezó a acercar a las diferentes personas dándoles algo de ropa, alguno de los alimentos, cuando veía a alguno de los pequeños, les regalaba alguna de las cestas de mimbre llenos de distintos dulces. Él no era un santo, no era una persona de gran corazón desinteresado. En esos momentos él estaba ahí para ayudarles, las personas que vivían penas como las que había vivido, en el mismo lugar donde las había vivido, alguna clase de ayuda, una búsqueda de darle la mano a los demás, como cuando el necesitaba de alguien que se la tendiera, pero que muy rara vez obtenía ayuda a cambio. Seguía con su trabajo, repartiendo lo que había traído, todo nuevo, sin desuso ni reuso, sonriendo al ver las expresiones alegres de los pequeños, al escuchar las gracias de los adultos ante su ayuda, sintiéndose feliz, alegre por poder darles algo de felicidad.
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Mensaje por Emma le Foix-Grailly Miér Oct 14, 2015 3:24 am

Ciertamente, estaba bastante orgullosa de sí misma por no haberle dado un pisotón o roto la nariz de nuevo ante sus molestas burlas sobre la altura, por supuesto, estaba más que acostumbrada a ese tipo de comentarios por lo que, al menos por ahora, era capaz de soportarlas sin responder más que con exhalaciones marcadas con la nariz y leves tics en las cejas, como si, tal como hacen las serpientes haciendo sonar sus cascabeles, fuesen esas las advertencias de que estaba por colmarle la paciencia.

Relajó un poco toda esta actitud conforme la conversación fluía, si ese era su país natal entonces era normal que él estuviese allí, al contrario de ella, tenía motivos un tanto más sólidos para encontrarse en las calles londinenses dicha noche, lo que era otro punto en su contra, dejándola reflexionando sobre por qué no se había quedado en la maldita fiesta, ahora tenía que dar explicaciones al futuro diabético-Estoy de visita con mi abuelo-Declaró, guardando silencio unos momentos antes de, obviamente, notar lo raro que sonaba eso si era plena nochebuena y ella andaba caminando sola en la nieve-E-es decir, lo acompaño a una fiesta pero, eh… salí a despejarme un rato-Explicó apresuradamente tratando de compensar su torpeza al responder; no era buena ni con las palabras ni con la gente, menos aun con la gente con la que ya había tenido pleitos alguna vez.

No se podía negar que estaba tensa mientras esperaba a que le diera los dulces de la forma que le había pedido, después de todo, el último encuentro que había tenido con el rubio había sido, en parte, a esa manía suya por meter cosas dulces a bocas ajenas, sin embargo, se relajó bastante cuando el joven se limitó a poner los dulces en su mano, como persona normal, sin contacto. Miró la bolsita unos momentos ¿Hace cuánto no recibía algo en navidad que no viniera de parte de su abuelo? Su expresión se tornó un tanto nostálgica hasta que la voz del arma volvió a dirigirse a ella, esta vez para despedirse-Ah… Gracias y… -Su reacción tardía evito que completara la oración a tiempo-Feliz Navidad…-Susurró apretando un poco la bolsa de dulces, mirando como el londinense se alejaba.

Se quedó ahí, sola, en la nieve en medio de una calle casi desierta, preguntándose qué debería hacer ahora ¿Volver a la fiesta? Pero… Exactamente ¿Dónde estaba? Miro a su alrededor, la zona ya no era la bonita zona comercial en la que había empezado originalmente su paseo, no, comenzaba a marginarse, y si bien no era una parte sumida en la pobreza, era notoria la diferencia entre el barrio alto de la ciudad y este mismo, si se adentraba un poco más, seguramente terminaría en las partes más bajas… solo tenía que doblar unas cuantas cuadras y luego seguir derecho… ¿Cómo sabía eso? No era su primera vez en Londres, claro, pero regularmente se limitaba a las zonas turísticas o bien ubicadas de la ciudad, ¿entonces…? Negó con la cabeza un par de veces, con la inútil esperanza de sacarse esa leve inquietud que le provocaba la familiaridad del lugar. Tenía que regresar a la fiesta.

La curiosidad ganó como impulso, principalmente por que regresar al evento de su abuelo no le llamaba demasiado la atención en aquel momento, por lo que no tardó en encontrarse a sí misma caminando en la dirección que le intrigaba. Metió las manos a los bolsillos de la gabardina y exhaló, creando una nubecilla blanca frente a ella, mientras bajaba la mirada al suelo, solo para encontrarse con huellas un tanto más grandes que las suyas, tardó unos segundos en sacar por simple razonamiento lógico, a quien pertenecían, se detuvo en el acto… lo estaba siguiendo ¿cierto? ¡Pero estaba segura de que ya había doblado en un par de cuadras! ¡Conocer el rumbo y un comino! Su estúpido cerebro había acabado por congelarse y simplemente había acabado siguiendo a un rubio por el Shinigami sabrá que callesuchas de la capital… Se giró molesta, dispuesta a regresar por donde había venido, hasta que abrió bien los ojos. ¿No había hecho algo así antes? Seguir a un niño por esas calles… Dio otro vistazo a su alrededor y se atrevió a confirmarlo, había estado ahí antes, con… con alguien más. Trataba de ordenar sus pensamientos en una idea más concreta, completamente segura de ser capaz de recordar esas cosas que… bueno, al parecer no recordaba por el momento, un flechazo de culpabilidad la invadió sin saber exactamente por qué, como si fuese algo de lo que no tendría que haberse olvidado.

Realmente, no era buena lidiando con los recuerdos, la habían perseguido muchos años y aun ahora, en sueños vividos y tortuosos, los veía día a día, era como si ese fétido pedazo de su mente, hubiese logrado desplazar todo lo demás, a veces lo prefería así, en su situación actual, los recuerdos alegres de su infancia solo lograrían deprimirla por algo que le arrebataron y no fue capaz de defender, tampoco podía recuperarlo, la nostalgia la intoxicaba de a poco, así que la evitaba. Aun así, en ese momento, podía saborear con amargura dichos recuerdos borrosos, un rostro importante que no lograba recordar, estaba algo opacado por el abrazo reconfortante y cariñoso de sus padres en aquella ocasión, ¿Por qué la habían abrazado con tanto apuro? Se había perdido y…

La voz familiar del inglés con el que había entablado conversación hacia unos momentos la hizo volverse de golpe a la realidad “Perfecto”, pensó con molestia, mirando de reojo en dirección al sonido, tan solo a la vuelta de la esquina, lo mejor sería que regresara en ese mismo instante…

Miraba al rubio en silencio, asomándose discretamente de dicha esquina. ¡No era que le diese curiosidad o quisiera saber a quién felicitaba! No, por supuesto que no, e-es decir, era un barrio no muy agradable ¿Q-qué tal si estaba en algo malo? ¿O en problemas? P-por supuesto que como técnica de Shibusen no podía dejarlo pasar, sí, por supuesto que era eso… Su expresión molesta gracias a sus esfuerzos por mentirse a sí mismas, cambio por una más bien interesada y curiosa, miraba como repartía cosas a toda la gente… claramente marginada del lugar, quien se veía realmente agradecida, ancianos, adultos y… niños, niños riendo felices a pesar de su situación… De nuevo la incomodidad que traía consigo la nostalgia, aquella sensación que le causaban los recuerdos que trataban de salir le revolvió algo en el pecho.

Se quedó en su puesto de observación mucho más tiempo del que le hubiera gustado sin saber muy bien porque, siendo exactos de hecho, había estado ahí hasta que el arma se había quedado prácticamente sin cosas para repartir y los afortunados que le habían recibido las cosas empezaban a volver por donde habían salido, probablemente a refugiarse del frio. “Tiempo perfecto para largarte y que no te vea, Emma” Pensó con un poco de apuro, pero antes de que pudiese siquiera darse la vuelta e irse, el propio tono de su teléfono la delató, haciéndola dar un salito del susto, sacando el teléfono que revoloteaba entre sus manos amenazando con caerse, vibrando y sonando con el tono que estaba tan poco a acostumbrada a escuchar. En ese momento, estaba tan centrada en callarlo y huir que en pensar quien o por qué motivo le llamaban. Su rostro estaba completamente rojo mientras luchaba con el ruidoso aparatito infernal, probablemente lograría derretir un poco de nieve si le ponían un poco en la cabeza.
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Mensaje por Aizack Pendragon Sáb Oct 17, 2015 8:52 pm

Su traje rojo y reluciente de Santa desentonaba con el ambiente lúgubre que le rodeaba. El lugar estaba casi abandonado, edificios sucios y dañados, los cristales opacos, muchos rotos, cubiertos por rejas de acero, algunas de las cuales incluso le faltaban partes. Había grafitis por todos lados, algunos simples rayones en las paredes cuyos ladrillos eran visibles, habiéndose perdido la pintura que les cubría por el desgaste. Otros eran elaborados y amplios, propios de bandas callejeras organizadas que buscaban marcar territorio, o artistas callejeros que querían mostrar su habilidad en el lienzo en blanco que era la arquitectura de la sociedad. El suelo estaba cubierto de algunas basuras, la calle cubierta de algunas grietas y las aceras desgastadas y con más grietas aun. Si había plantas eran arboles marchitos de hojas cobrizas o, simplemente, desnudos y casi muertos, carentes de hojas. Igualmente gran cantidad de hierbas que crecían en las pocas zonas de casi muerta tierra o algunas en los bordes de edificios abandonados, una pequeña muestra de la naturaleza tratando de recobrar algo de poder sobre esa zona abandonada de la ciudad. Y en medio de todo eso, estaba él.

Un hombre de más de metro ochenta, ataviado como algún Santa Claus moderno y esbelto, joven y rubio, de hecho, un insulto a la marca de Santa Claus en sí. Aun así, si algo se podía decir en defensa del joven rubio que parecía querer cumplir el rol del anciano bonachón, era que en esos momentos mostraba una amabilidad y bondad parecidas a la que proclamaba el símbolo de la navidad. Sus manos, cubiertas de negros guantes, repartía los regalos entre la gente, sonreía al ver las caras ilusionadas de los niños, negaba con la cabeza, restándole importancia, al escuchar los agradecimientos de los adultos. El no hacia eso por verdadera bondad, tampoco por ser un santo ni nada. Era un deseo, egoísta, una añoranza, de querer que de pequeño, alguien hubiera hecho lo mismo para él en aquellas navidades que paso solo antes de conocer a su benefactor, aquellos días donde su único regalo era la nieve cayendo fuera del escondite o refugio que logara obtener para protegerse del frio, que alguien le hubiera regalado un cobertor para protegerse, una camisa nueva que no tuviera agujeros que dejaran pasar el frio, inclusive unos zapatos que protegieran sus pies descalzos de la helada acera. Si estaba ahí en ese momento, no era por bondad, lo tenía claro, era, sencillamente, empatía por esas personas sin nada, que muy posiblemente no tuvieran un final feliz, ni siquiera un final medianamente decente como era el suyo propio.

Finalmente acabo de repartir todo, cada cosa que le quedaba, ya no le quedaba más. Regalo incluso el carrito que había usado para llevar todo, dejándoselo a algunos niños para que jugaran con él, igual podrían prestárselos entre los padres para encontrarle alguna utilidad, algo con ruedas siempre era útil y tenía variados usos. Suspira pensando en donde ir ahora. Podía darse una vuelta por los puentes, de pequeño le gustaba ir ahí a ver los autos pasar, imaginándose incluso saltando entre las vigas del puente, como si tuviera poderes…. Y ahora los tenia, tal vez pudiera hacerlo por diversión y algo de ejercicio. Igual le había invitado un cliente a una fiesta, a forma de agradecimiento por un trabajo anterior, en donde se reunían personas de nivel alto, dándole la sugerencia que se presentara para ver si conseguía trabajos. Después de todo, la mayoría de sus trabajos eran para organizaciones, o gente de altos recursos y con contactos del mal mundo, personas que podían pagar por alguien que hiciera trabajos que nadie más podía, tal como era su caso. Aunque la verdad, la idea de saltar entre las vigas del puente de Londres, era demasiado tentadora ahora que se le ocurría. Con esa idea en mente, rio levemente, avanzando, justo al instante en que escuchaba una melodía.


-¿Hum…?

Aquel repentino ruido, una especie de música corta, se le hizo tan incongruente en ese lugar que no pudo si no sorprenderse. Ese parecía el tono de algún celular… Y si lo era, ¿Quién que pudiera pagar uno estaría en ese lugar? Su curiosidad pudo por sobre lo demás, avanzando la poca distancia que le separaba de la conexión a otra calle. Ni siquiera se le había pasado por la mente usar su sentir de las almas, tal vez porque su mente estaba demasiado relajada y cómoda en aquel lugar que hacía más de 10 años había sido su hogar. Llego hasta la esquina y se asomó, unos segundos solo necesarios para que llegara desde donde estaba hasta ese punto, encontrándose con una peli azul, una a la cual había visto hace poco tiempo, posiblemente menos de 1 hora.

-Oh… Emma… ¿Qué haces aquí?

Sus del tono del oro fundido se clavan en la técnica de Shibusen. Su vos era curiosa, sorprendida, no sabía cómo ella había llegado ahí, y ni siquiera se le pasaba por la mente la posibilidad de que le hubiera seguido, después de todo, ¿Por qué lo haría? Solo la miraba de manera confundida, curioso de verdad por saber que la había llevado hasta ese lugar. Después de todo, ¿Qué estaría haciendo alguien como ella, ataviada de una forma elegante y con estilo, en la zona pobre de Londres? ¿Se habría perdido?

Perdido….

Como una niña de hacía muchos años, que había llegado hasta ahí

Una pequeña niña de azulados ojos, lindo y tierno rostro, de ropas adorables y limpias, que se había perdido hacia tantos años, que se había perdido en esos mismos barrios y que él había encontrado… En un lugar no muy lejos de ahí. Una nueva pulsación en su mente se produjo, sintiendo un leve rastro de nostalgia, igual de confusión. De nuevo vio a una niña en lugar de la técnica que casi le había roto su nariz, pero como la vez anterior, su mente borro la imagen, imposible para el asociarlas, un recuerdo demasiado vago, que le esquivaba, enterrado y que parecía tratar de salir durante esas navidades, incapaz de lograrlo por algún motivo, pero dando sensaciones raras al joven de rubios cabellos, provocados por ella, aquella chica delante de él, con un celular que no paraba de sonar en manos, observándola de manera confundida.
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Mensaje por Emma le Foix-Grailly Sáb Oct 31, 2015 12:20 am

Poco le falto para no terminar destruyendo el pobre teléfono con un choque de alma, simplemente no lograba hacer que se callara, tenía los nervios a flor de piel y maldecía mentalmente al pobre aparato y a ella por no mantenerlo en modo silencio, especialmente cuando miraba a hurtadillas. De nuevo dio un respingo cuando paso lo inevitable, el rubio preguntando que hacia allí, lo observo con la mirada crispada, moviendo los ojos nerviosamente entre él, los costados y el maldito teléfono-¡E-eh y-yo!-Balbuceó en un tono un tanto fuerte, para que su voz sonara por sobre la ya molesta musiquita. Finalmente logro callarla, o tal vez esta dejo de sonar, cualquiera de las dos, hizo que el silencio volviera a dominar el ambiente, se quedó estática, mirando al rubio sin emitir sonido alguno, con el color subiéndole al rostro cada vez más.

-¡N-No es como si te estuviera siguiendo o algo, Idiota!-Gritó y lo señalo de forma acusatoria, como si en verdad hubiera algo de que acusarlo en ese justo momento-¡Y-yo he visitado esta zona antes y solo me dio curiosidad verla e-eh…!-Desvió la mirada a un costado, como buscando desesperadamente una excusa para visitar una zona tan marginada-Verla… uh… esto… cu-cubierta de… ¿N-nieve?-Dijo de forma tan poco convincente que se apeno consigo misma, viéndose incapaz de mirar directamente al chico ahora.

“Vaya forma de hacer el ridículo” Se regañó con ese pesado pensamiento, aun sintiendo rojo el rostro. Aunque su lamentable pretexto tenía algo de verdad en él, estaba más que segura que la parte de que ya había visitado dicho lugar con anterioridad no tenía una pizca de mentira, podría jurarlo sin dudarlo un solo momento. La tentación de preguntar al respecto se sembró en su pecho de forma molesta, no quería hacerlo, por supuesto, en ese momento lo sentía como algo en extremo personal, no podía preguntar sin más al rubio, en especial, al rubio, dada la situación en la que se había metido, y por molesto que le pareciera, no podía asegurar que el bochorno de haber sido descubierta fuera la única razón por la que le costaba dirigirle la mirada, como si… como si lo hubiera conocido antes “Por supuesto que lo conociste antes” Se corrigió molesta, refiriéndose al asunto del parque, aun si estaba consciente de que no se refería a eso, sin embargo estaba decidida a ignorar aquello.

-C-como sea yo ya me iba…-Agregó con nerviosismo dispuesta a darse la vuelta, empezar a caminar y no parar hasta que perdiese Aizack, entonces no volver a verlo el resto de su vida, si, sonaba como un plan excelente, pero antes de que pudiese ponerlo en marcha el teléfono volvió a sonar. Esta vez miró la pantalla como haría normalmente, el identificador marcaba que el que llamaba era su abuelo, suspiro con algo de fastidio ¿Estaría borracho ya? ¿O quería insistir en que regresara al evento? Dirigió una mirada rápida al rubio, como si sopesara el poder tomar la llamada ahí justo frente a él como una buena o mala opción, más sin llegar a darle más importancia, atendió el celular.

-¿Bueno? ¿Abuelo?-Le resultaba difícil escuchar la voz del hombre al otro lado de la línea, el escándalo que interfería con sus palabras era atroz y en primera instancia, como lo haría cualquiera, pensó que la pequeña reunión estaba un poco salida y su abuelo, probablemente, borracho a más no poder-No entiendo nada, voy para allá, no tomes nada m…-Se cortó antes de terminar, abriendo los ojos como platos, dirigiéndolos un par de segundos al rubio y luego al costado donde sostenía el aparato. No eran ruidos de fiesta. Gritos, cosas rompiéndose. Las palabras se perdían con el ruido, al final solo fue capaz de captar un par “Rápido” y “Atacando”, sentía su pulso acelerado-¡¿A-abuelo qué pasa!?-la llamada se cortó de golpe-¡¿Abuelo?! ¡¿Abuelo?!-Soltó un par de maldiciones en francés y separo el teléfono de su odio tratando de marcar el número un par de veces, solo para obtener la grabación de que no era posible conectar la llamada.

Se quedó ahí, en la nieve, con la respiración agitada formando vahos frente a ella y las manos temblándole levemente, tratando de hilar un poco la situación, fuera lo que fuera que atacaba el lugar, no era algo debilucho, había seguridad privada en la residencia, y habría podido arreglárselas con un Kishin débil, de eso estaba segura. Tenía que darse prisa, pero su guadaña estaba en recepción y con todo el caos que pudo escuchar en la llamada, dudaba bastante de tener tiempo de buscarla, si es que aún estaba en el mismo lugar. Comenzó a buscar por los bolsillos interiores de su abrigo con ansiedad, sacando un pequeño cuchillo de mano del mismo, lo miró con aprensión, ¿Estaba sola con eso? Se mordió la lengua tan fuerte que pudo saborear un poco de sangre y sacudió la cabeza. No era momento de titubear, tenía que darse prisa. Casi se había olvidado de que el chico seguía ahí-T-tengo que irme-Le dijo de forma atropellada antes de darse la vuelta. Sin embargo, tras alejarse un par de pasos logro hacerse consciente una vez más de la naturaleza del rubio, se dio la vuelta para mirarlo sin titubeos y lo señalo con el índice-¡Tú, ven conmigo!-Le exclamó de forma autoritaria, sin preguntar, como si tuviera algún derecho de mandarle, pero no era difícil darse cuenta de que estaba un tanto desesperada. Odiaba pedir ayuda, pero la última vez que había usado la percepción, el rubio era una Death Scythe, claro, no tenía intenciones de utilizarlo, pero algo tendría que saber hacer por su cuenta, era mejor que ella sola y su “maravilloso” cuchillo que solía llevar por precaución.
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Mensaje por Aizack Pendragon Lun Nov 16, 2015 11:45 pm

La expresión de curiosidad del rubio rápidamente fue remplazada por una de leve ternura mientras observaba a la chica, notando su nerviosismo y como pedía la calma y su personalidad seria y algo altanera que le había mostrado hasta aquel momento. Ver aquel otro lado de la chica le resultaba agradable, como si pudiera observar diferentes facetas de ella. No podía negar que la chica levantaba algo de intriga en él, encontrarse con una persona que habías visto al otro lado del mundo era motivo de intriga, ¿No? Azares del destino o jugarretas del karma, quien sabía que mano misteriosa le había llevado a verse a los dos esa noche de navidad, pero no podía negar que tenía un poco de curiosidad de adonde llevaría el camino que parecía trazarse de forma neblinosa frente a ellos.

-Nunca dije que me siguieras… Pero debo estar de acuerdo contigo, verla cubierta de nieve es muy hermoso…

Le dijo de forma tranquila, sin pensar siquiera un poco mal en ella. No sabía si le decía la verdad, de hecho, sería muy sencillo saber la verdad si ojeara de nuevo en su alma, si viera en lo más profundo de su ser, entrando tal cual intruso y sacando los secretos a luz, aquello que él deseaba saber. Pero no lo haría, no esa vez, siendo que había hecho eso por motivos similares en el pasado. ¿Por qué no lo haría? ¿Podría ser por el espíritu navideño? ¿Qué le concediera a Emma el beneficio de la duda? ¿Qué no le prestara mucha atención a los detalles? Posiblemente ni el mismo rubio lo supiera, solo había elegido no usar ese día su percepción de almas en la persona con quien hablaba, tener una conversación educada por una vez.

-Oh, ¿Ya te vas? Hey, que tal si vamos por algo de comer, llevo todo el día fuera y no he comid….


Su proposición se ve cortara por el teléfono de la joven de azules cabellos, el cual observa curioso el rubio. El oji dorado no mentía, quería ir a comer algo y era mejor ir acompañado que solo. No es que Emma fuera su primera opción, después de todo, la acababa de conocer, su encuentro anterior había resultado en su nariz casi rompiéndose y notaba, sin necesidad de usar su percepción de almas, que él no era precisamente del agrado de ella, pero… Una comida era un buen punto de partida para tratar de mitigar aquellas fricciones, ¿No?

Aun así, pareciera que la idea no iba a ser posible, después de todo, escucho a la joven contestar el teléfono, notando era el abuelo de Emma. Sonrió de lado mirándola, recordando que había mencionado había venido a esa ciudad a una fiesta con su abuelo, el cual seguramente llamaba preocupado por ella. Era bonito eso, tener a alguien que se preocupara por ti, quien cuando te ausentabas mucho llamaba buscándote, a quien le interesaras y que si algo te sucediera, se entristecería… Debía de ser un lindo sentimiento, tener a alguien así, que alguien se preocupara por ti. Recordó cuando había tenido ese sentimiento, cuando estuvo con quien fue su maestro, y su padre. Que alguien te levantara en las mañanas para seguir en el camino, que te enseñara a pelear, capturar tu propia comida o trabajar. Pudo su maestro no haber sido el mejor padre, siendo alguien que siempre procuro que el británico aprendiera a valerse de si mismo, para finalmente dejarlo, pero sin duda fue uno que se preocupó por él y siempre lo apoyo, quien lo convirtió en quien era ahora, para bien o para mal.


-Ok… Parece que iras con tu abuelo, entonces, que tengas linda noch…

De nuevo se quedó a media frase, al notar los cambios bruscos de voz en Emma, pasando de un leve hastió y fastidio a una alarma creciente, preocupación y terror. Ese tono puso en total alerta a Aizack, el cual escucha las maldiciones de Emma entendiéndolas totalmente, solo indicándole que la cosa iba mal, tal vez para peor, y que aquella noche buena, seguramente se había transformado en algo nada bueno.

Sus sentidos se agudizaron, sus ojos se afilaron, mientras giraba la cabeza, como si tratara de ver indicios de algún problema cercano, pero el lugar estaba tranquilo y calmado. Eso solo le decía que la fiesta del abuelo de Emma, fuera donde fuera, no era cerca de las áreas pobres, algo que debió suponer, y que tendrían que ir rápido hacia el lugar donde estuvieran. Incluso antes de que la peli azul le diera la orden de ir con ella, Aizack ya había tomado la decisión de ir a auxiliar a su abuelo. No dejaría personas salieran heridas así como así, mucho menos en la ciudad que lo había visto nacer, aunque le tratase mal los primeros años de su vida, esa ciudad era su hogar, y si alguien ataba alguna parte de ella, el joven rubio que manejaba el trueno lo haría pagar.


-Rápido, muéstrame el camino, no hay tiempo que perder

Empezó a correr a prisa por la calle, dirigiéndose a la zona alta de la ciudad, donde seguramente estaría ubicada la fiesta. Debían llegar ahí antes de que hubiera más víctimas, si es que ya había, para salvar a todos los que fueran posibles. Avanzo por la nieve a una velocidad considerable, siguiendo a Emma para que le indicara el camino, aunque eso solo fue necesario al principio, ya que llegara a la parte alta de la ciudad, la zona afectada se hizo más evidente. Sintió la temperatura de esa noche crecer, la nieve perdiendo su efecto frio y ser remplazado por un calor que saturaba el aire. Un gruñido salio de entre sus labios, mientras sus manos se volvían apretados puños, maldiciendo al ver el escenario delante suya, sintiendo una furia creciente.

-¿Q-que demonios paso ahi?
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Mensaje por Emma le Foix-Grailly Mar Dic 15, 2015 2:31 am

Bastaron un par de traspiés para que decidiera sacarse los zapatos de tacón, cosa que hizo sin detenerse del todo, dando unos cuantos saltitos con tal de no parar. No es que la francesa no supiese caminar con dicho tipo de calzado, pero era absurdo pensar que alguien podía correr de forma adecuada en una banqueta nevada con tacones puestos. El frío llegaba a lastimarle, escocerle los pies, traspasando fácilmente la fina y delgada tela de sus medias, pero la técnica si bien llego a hacer una leve mueca en un principio, no bajo el paso ni hizo comentario al respecto, por el contrario, aceleró el paso tanto como le fue posible. Doblaba en las calles con rapidez, haciendo memoria tan bien como aquella ansiedad creciente se lo permitía, no paraba de imaginarse el peor de los escenarios, un baño de sangre tomaba lugar en su cabeza. Pedía al Shinigami equivocarse, tenían que llegar a tiempo.

Ubicarse una vez que estuvieron más cerca del lugar no fue difícil, una estela de humo y el cambio gradual de la temperatura con relación a su avance hacían más que obvio que llegaban al lugar del siniestro. Sintió su pulso acelerarse ante la escena; la enorme casa donde había estado dándose la ostentosa fiesta se encontraba envuelta en humo y llamas, el sonido de ambiente que se podía apreciar una vez a una distancia razonable, se componía de gritos y cosas siendo azotadas, rompiéndose. La nieve de alrededor del lugar se había derretido, dejando el suelo mojado, como si hubiese llovido bastante, hizo una mueca por la sensación de mojarse la parte baja de las medias y, obviamente, a su vez, los pies, más volvió a ignorar la molestia y lanzo un rápido vistazo al rubio cuando formulo aquella pregunta, probablemente experimentaba, al igual que ella, esa confusión y ansiedad que la ignorancia de los hechos traía consigo, frunció el ceño-Vamos a averiguarlo-Dijo por lo bajo, pero de forma audible para el arma, justo antes de reanudar la marcha.

Estando en el umbral de la mansión el calor se tornaba molesto, era posible escuchar el crujir de la estructura, que se debilitaba poco a poco gracias a la llamas que no parecían hacer otra cosa más que extenderse, los gritos eran mucho más alarmantes al ser escuchados desde esa distancia, por lo que la ojiazul no perdió tiempo y cruzo, sin necesidad de abrir o tocar la puerta, pues esta estaba por completo destrozada, en parte por las llamas, en parte como si algo la hubiese embestido.

No lograba pensar en que hacer primero, el fuego y el caos en general le hacía todo más confuso de lo que era. Quería encontrar a su abuelo, quería asegurarse de que seguía con vida, sabía que, como miembro de Shibusen, su deber era ubicar y exterminar a las amenazas, pero no podía dejar sus sentimientos de lado. Finalmente atinó en usar la percepción, sintiéndose realmente torpe por no haberla utilizado desde el inicio; se tranquilizó al reconocer las ondas de su abuelo en algún lugar de la fiesta, no era tarde después de todo. No pudo evitar soltar un suspiro de alivio, poco antes de concentrarse en todo lo demás.

Fue capaz de identificar una única alma salida del camino, roja como la sangre de la que se alimentaba… con un aura un tanto singular aun para un alma hundida en la locura, caliente, como si no fuera un espíritu común y corriente, sino una llamarada arremolinada de forma violenta-La sientes también ¿cierto?-Preguntó al londinense sin mirarle, recorriendo el salón con la mirada, en guardia, con el pequeño cuchillo sujetado de forma firme entre sus manos, buscando al que sería su objetivo-No es uno cualquiera… tenemos que tener…-Fue cuestión de segundos para que una gran llamarada se dirigiera hacia ellos-¡CUIDADO!-Gritó, sin poder hacer mucho más que lanzarse hacia un costado, esperando que los reflejos de su compañero no fallasen.

Se reincorporo solo para ver al responsable de todo eso, chasqueo con los dientes. Un hombre con la cabeza literalmente en llamas, desnudo del torso hacia arriba, bastante grande, aun para alguien de estatura normal. Dedicó un vistazo rápido al Death Scythe, tenían que coordinarse de algún modo.
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Mensaje por Aizack Pendragon Miér Dic 30, 2015 11:39 pm

Su mente no acababa de procesar todo lo ocurrido, aquel infierno que era en lo que se había transformado esa noche buena que había sido tan placentera y apacible. Las llamas nacían desde el interior de aquel edificio donde se podían sentir varias presencias, extendiéndose hacia los edificios cercanos y derritiendo más y más de la nieve. Maldijo por lo bajo mientras bajaba de los tejados, para acabar al nivel de la calle junto a la chica de cabello azules, notando algo raro en ella. ¿Acaso se había encogido un poco? No, eso era imposible, ¿No? Pero de todas formas ese pensamiento invadió fugazmente su mente al verla a su lado, sintiéndola más pequeña de lo que antes hubiera apreciado, aun así ese pensamiento fue barrido rápidamente al salir corriendo la chica al interior de la casa.

Saco su celular mientras avanzaba hacia la casa, con la intención de llamar a los servicios contra incendios de la ciudad, más cerró su celular sintiéndose algo estúpido, después de todo el incendio ya se había propagado y era casi seguro que la fuerza de bomberos ya estuviera alertada. Aun así, sintió una sensación de incomodidad en la boca del estómago mirando el fuego. ¿Qué era lo que podía causar unas llamas tan vivaces? Un bufido de disgusto se escuchó de entre sus labios mientras corría hacia la puerta destruida de la casa, aun con esa duda en la mente ¿Cuál había sido la causa de un incendio tan agresivo como ese?

Entro por entre los restos de la destruida puerta, notando el intenso calor de su interior, casi asfixiante. Pudo distinguir cerca de él a un par de personas que parecían cegadas por el humo que ya circulaba pesadamente por la parte superior de la instancia, tratando de guiarse hacia la salida y su libertad de aquel infierno. El joven de dorados cabellos maldijo mientras veía a Emma adentrarse más, pero no podía dejar así las cosas. Se relamió mientras sentía un cosquilleo desde la punta de los dedos de las manos y los pies, recorriendo sus brazos y piernas y luego abarcando su cuerpo. Una leve corriente de electricidad pareció recorrer cerca de su hombro y desapareció en un destello, reapareciendo junto a los dos invitados cegados por el humo, sujetándolos como podía de las cinturas.

-Impulse…

Susurro, mientras se movía una velocidad que al ojo humano normal le era incapaz de ver. El único rastro de su movimiento había sido la ancha marca en la alfombra ya medio calcinada, pero que se había mantenido lo suficiente para que se notara como si alguna clase de objeto grande se hubiera desplazado sobre la alfombra, dejando aquella huella tan notoria, cuando en realidad solo había sido el rubio cargando a los otros dos invitados, ayudándolos a salir por la puerta para avanzar después hacia donde estaba Emma, localizándola rápidamente llegando a su lado en lo que ella parecía estar tratando de usar la percepción de almas para ayudarse a inspeccionar el lugar.

Cuando pareció dejar de usar su percepción de almas, la escucho preguntarle algo, que le hizo alzar una ceja extrañado. ¿Sentir que? ¿Acaso había algo extraño ahí? Sin cerrar los ojos dejo su mente trascender su cuerpo, empezando a buscar mediante su alma, sin depender de sus ojos, los cuales empezaron a parecer más brillantes de repente, con alguna clase de luz propia, expandiendo su percepción como un radar que rápidamente cubrió la casa. Encontró a más personas, no demasiadas gracias a dios, y que parecían no estar en peligro. Capto a algunas personas afuera, que seguramente se reunían para mirar el impresionante incendio, grabando con sus celulares o cámaras y esperando la llegara de los bomberos, mismos que ya no debían de tardar tanto, pero que podrían llegar demasiado tarde gracias al tráfico de esas fechas y a las acumulaciones de nieve que había en las calles y avenidas, después de todo el resto de la ciudad estaba siendo cubierta por la nieve, sin haber ningún incendio como ese que la derritiera.

A pesar de sentir aquellas presencias dentro y fuera de la casa, todas fueron opacadas al notar aquella alma a la cual sin duda Emma hacía referencia. Las ondas de esa alma parecían avivar las llamas, esparcirse entre ellas, alimentarse de los gritos de las personas y desbordarse entregada a su propia incoherencia y… locura. Una leve maldición salió de entre sus labios, al notar la presencia de aquella alma corrompida por el deseo de poder, por el consumo de los espíritus de sus iguales. Su percepción de almas se cerró, mientras se ponía cerca de Emma, escuchándola, asintiendo sin decir nada, esta extraño como en esos momentos parecían poder trabajar en equipo cuando antes solo se la pasaran discutiendo y peleándose el uno contra el otro. Mas el rubio no pudo pensar demasiado en eso antes de escuchar el grito de Emma y sentir la amenaza a sus espaldas. Una vez más sintió aquel cosquilleo invadirle mientras su “Impulse” era activado, lanzándose a un lado y evadiendo el ataque apenas lo suficiente, pero sintiendo un ardor notorio en su brazo derecho, mirando como las llamas le habían alcanzado en esa área, encendiendo el bordeado blanco y esponjoso de su manga.


-Ah, ¡Demonios!

Rápidamente se quitó la chamarra de roja que tenía, una imitación muy real de la imagen más típica de Santa Claus, tirándola a un lado mientras empezaba a ser consumida por las llamas. Su torso quedo expuesto al aire caliente que llenaba el lugar, mostrando llevaba solo una camisa sin mangas que se apegaba a su abdomen por la sensación de calor que envolvía todo lugar. Un bufido molesto salió de los labios del rubio ingles mientras hacía de su mano un puño, removiendo sus dedos como su tuviera alguna canica o algo en la palma de su mano, escuchándose un sonido parecido al que era provocado en una mala conexión eléctrica cuando empezaba a fallar, notándose un brillo entre sus dedos, que luego lanzo rápidamente hacia la figura en llamas que acababa de aparecer, naciendo un destello de luz que choco contra su pecho, mandándolo hacia atrás, haciendo chocara contra una pared que se desplomo ante el impacto, pero que igual provoco algunas grietas se crearan en el techo desde donde la pared se había caído, haciendo maldecir al rubio de nuevo mientras se acercaba a Emma.

-¡Este lugar es muy peligroso! El incendio debilito toda la estructura, si la pelea se vuelve muy destructiva, ¡Todo el lugar se podría caer!

Antes de que pudiera encontrar algún plan de acción con la peli azul, escucho un ruido desde donde había mandado a volar a aquel ser de la cabeza en llamas, girando a ver como el hombre se levantaba mandando a volar escombros que antes le cubrieran, lanzando otra llamarada hacia ellos. Por acto reflejo, el rubio se lanzó a un lado, rodeando con sus brazos a Emma para tirarla igual, esquivando así las llamas que chocaron detrás de ellos, causando un leve temblor en el edificio.

El joven Death Scythe tosió mientras abrió los ojos, notando el humo y polvo en el aire, más dándose cuenta igual que había quedado también sobre la técnica de cabellos azules, con sus manos rodeándolas y peligrosamente cerca, separándose rápidamente de ella antes de que a esta se le ocurriera que había sido algo a propósito y lo mandara a volar a pesar de la situación en la cual estaban. El rubio se puso de pie, agradeciendo la densa capa de polvo y humo que había llenado el lugar con el último ataque, regalándole algunos segundos en los cuales pudiera pensar, mirando a la chica.


-¡Perdona, no fue adrede! ¿Estás bien? Debemos ver como detenerlo, hay gente arriba y si el sigue atacando así, ¡Podría destruir todo el lugar!
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Mensaje por Emma le Foix-Grailly Sáb Feb 06, 2016 4:59 am

No pudo evitar sentirse aliviada cuando, al buscar con la mirada al rubio tras el ataque, lo vio en una pieza. Y no es que le tuviera simpatía o algo por el estilo, tal vez incluso, en otro momento, la imagen del joven teniendo que sacarse la chamarra por que se incendiaba, le hubiera sido material para burlas y comentarios crueles hacia el londinense. Pero no, estaba totalmente consiente de la situación y no había ni rastro de dicho tipos de pensamientos en ella, su cabeza se mantenía ocupada tratando de resolver todo el asunto tan rápido como les fuese posible.

Aunque no fuese a admitirlo en voz alta, ni mucho menos felicitar o elogiar al contrario, se vio forzada a admitir, al menos para sí misma, que la acción de Aizack, además de ser ciertamente impresionante, probablemente pudiese darle un giro a todo ese asunto, siempre y cuando lograsen ponerse de acuerdo, tal vez podían lograr algo más rápido. Pero su opinión cambio rápidamente al notar que no solo la pared se había desplomado, si no que el techo empezaba a ceder de igual forma, más golpes así y terminarían enterrados en escombro. Chasqueó la lengua con frustración antes de que su mirara se volviese a su acompañante una vez más, asintiendo a sus palabras-Tampoco podemos permitir que salga del edificio, hay demasiada gente fuera, no solo los que huyeron de aquí, todo esto atrajo bastantes curiosos…-Agregó, refiriéndose a estos últimos, a aquellos que simplemente estaban ahí por mirar, con un tono bastante despectivo.

A penas y tuvo tiempo de entender del todo que estaba pasando, había escuchado el crujir de los escombros que su contrincante había lanzado como si no fueran gran cosa, aun escuchaba el crujir de la estructura en general debilitándose cada vez más a causa del fuego y su vista se clavó en la llamarada que, una vez más, los tenía como objetivo. A pesar del calor que las llamas provocaban en todo el lugar, fue capaz de sentir un escalofrió. Aquel sentimiento de pánico la invadió rápidamente, estando en el suelo, no se sentía capaz de respirar y no tenía idea si era gracias a los escombros o a la sensación del contacto ajeno de forma tan cercana. Estaba temblando, su mano apretó el mango del pequeño cuchillo que traía consigo hasta que los nudillos se le tornaron blancos, sin embargo se quedó inmóvil, comenzando a toser de forma brusca poco después de que el chico se retiró.

Tuvo que hacer un doble esfuerzo para lograr ponerse de pie, respiraba de forma agitada, sentía las rodillas amenazarle con fallarle en el peor de los momentos y era más que obvio para cualquiera que la viese que estaba temblando, como si estuvieran a mitad de la nieve y no en el corazón de un incendio, se abrazó a sí misma. Escuchaba a medias las palabras del chico, tenía la vista clavada en el suelo y cualquiera habría podido jurar que no estaba escuchando hasta que asintió de forma leve y se atrevió a mirar de reojo al rubio, con recelo y cautela, como si tuviese que enfrentarse a él por igual.

-E-es…-Empezó, con un hilo de voz que pareció molestarle de sobremanera, a lo que tomó un respiro, bajo los brazos para mantenerlos en los costados e hizo su mejor esfuerzo por mantener la compostura-Es prácticamente una antorcha humana, no tenemos más formas de atacarlo a distancia sin tirar el edificio… Pero un combate totalmente cuerpo a cuerpo sería un suicidio-Dijo de forma firme, más sin mirarlo, manteniendo la vista fija en el kishin-Sin mencionar que tiene ventaja, el lugar está totalmente en llamas, es su elemento, nos tiene flanqueados por donde lo veas…-Frunció el ceño, realmente no se le ocurría gran cosa-Una lanza o algo que se pueda utilizar como arma larga sin que se queme-Murmuró, más para sí, pensando en que sería mucho más fácil si tuviera consigo su arma regular. Pero solo tenía el pequeño cuchillo que se veía incapaz de soltar por más inútil que pareciera, se mordió la lengua-¿Qué clase de arma eres?-Preguntó por lo bajo, antes de finalmente, dirigirle la mirada una vez más-Eres un arma ¿no? ¿Qué clase de arma eres?-Repitió de forma firme y un tanto autoritaria, pero con la duda y el nerviosismo presentes en sus ojos, esperaba que el inglés comprendiera por si solo a donde se dirigía con dicha pregunta. Aun le temblaban las manos.
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Mensaje por Aizack Pendragon Lun Feb 08, 2016 10:44 pm

Aquel sin duda era un infierno en la tierra. El pelirrojo, a pesar de las variadas experiencias en su vida, nunca había llegado a estar en un incendio. Él los había visto a veces, a lo lejos o en periódicos, había escuchado hablar de ellos y experiencias de personas que lo habían sufrido, pero jamás había llegado a sentir en carne propia lo que era la sensación de estar rodeado de un mar de llamas, cualquier salida bloqueada, sintiendo como el lugar donde se encontraba pudiera caerse en cualquier segundo sobre él y sepultarlo en un mar de escombros y llamas.

Aquello era una experiencia nueva y que poco a poco sobrecogía al rubio. El podía sentir, de manera débil al no estar concentrado, las almas de las personas que aún se encontraban en el edificio, incapaces de salir de él por sus propios medios. En sus interiores maldecía el no poder sacarlos a todos de golpe, su impulse le serviría para ubicar a todos rápido, pero el fuego que le rodeaba y lo débil de la estructura le hacían sentirse privado a usarlo. Además de que tendría que ayudar uno a uno las personas que estaban ahí. Aun asi, podría haber una posibilidad de sacar a todos de ahí, pero esa posibilidad estaba totalmente cortada por la mayor amenaza que enfrentaba el edificio, el cual no era ni la debilitada estructura ni las llamas que se hacían más grandes por momentos, tampoco el negro humo que empezaba a llenar el lugar. La mayor amenaza en esos momentos se encontraba de pie lanzando rugidos rabiosos, mientras liberaba más llamas de su cuerpo, empeorando el estado del lugar.

Aun asi, eso paso a segundo plano apenas vio el estado de la chica a la cual acababa de quitar de la línea de fuego, de manera literal. La imagen del puño de la chica regreso a su cabeza mientras veía el leve temblor que parecía recorrerle, la forma en la cual había agachado su cabeza, recordando ese momento hacía ya tiempo en que se habían encontrado en el parque, la forma en la cual ella había reaccionado ante su cercanía su tacto. Por un instante se hizo algo hacia atrás, notando la fuerza con la cual apretaba el cuchillo que tenía en mano, temiendo que en ese momento la peli azul considerara poco el usar su puño, y prefiriera alguna manera más certera de asegurarse de que el rubio nunca más volviera a tocarla.

Finalmente el rubio se puso de pie, dando un paso atrás mientras Emma hacia lo mismo, con la vista aun clavada en el suelo, el rubio dividiendo su atención entre el demonio que tenía a sus espaldas y la chica que tenía delante suya, pensando si acaso eso acabaría peor de lo que había empezado. Aun asi sus temores se vieron disipados cuando ella empezó a hablar, primero tartamudeando un poco, luego de manera más fija
-S-si… Me di cuenta en el último ataque… Debemos ser cuidadosos…-Afirmo el joven Pendragon, pero pensándolo más para sí mismo, ya que él había lanzado un ataque fuerte, causando aquel destrozo que amenazaba con traerlo todo abajo.-Y una pelea a corta distancia…-Pensó un poco el chico, considerando la idea. El mismo podía pelear a corta distancia, su habilidad le daba una ventaja en situaciones asi, a pesar de lo encerrado del edifico. Pero lo expuesto por la chica le llenaba de dudas. Aquel lugar estaba siendo consumido por el fuego que seguramente el Kishin había causado, siendo avivado a cada instante, dándole más poder al demoniaco ser. No podían dejar eso se extendiera mucho, cada segundo era un segundo desperdiciado, el lugar se llenaba más de humo y llamas, sería más difícil respirar y moverse mientras más pasara el tiempo. Si alguna persona había quedado inconsciente moriría por la intoxicación por lo nocivo del humo, o si la edificación se debilitaba más se caería todo abajo y el Kishin se daría un festín de almas. Y el rubio no estaba dispuesto a permitir nada de eso.

-¿Arma?-Pregunto de repente, mientras giraba a ver a la chica con la expresión de sorpresa invadiéndole. En sus ojos dorados se podía observar la confusión de la repentina pregunta, rara para el en un momento asi-Yo soy…-Pensó un instante en decírselo, mientras se cuestionaba el por qué le había preguntado qué clase de arma era. La idea empezaba a formarse en su mente, la imagen de lo que se proponía la chica, pero su subconsciente se negaba a dejar que dicha imagen se formara, se negaba a creer que la intención de la ficha fuera esa, no porque no la creyera capaz de ello, sino porque el mismo no quería pensar en esa posibilidad-Yo soy una guadaña…-Respondió de forma sencilla, girándose y centrando su atención en el Kishin que poco a poco recuperaba la entereza luego de haber sido lanzado por el rubio, acercándose hacia ellos.-Maldito…-

Leves descargas eléctricas empezaron a cubrir la piel de Aizack mientras dejaba que su impulse recorriera toda la extensión de su cuerpo. La sensación de cosquilleo empezó a hacerse presente de forma continua, mientras suspiraba sintiendo el calor del humo en su rostro, dificultándole un poco la visión. La idea de Emma no era del todo mala y el luchar cuerpo a cuerpo parecía ser la decisión más idónea en ese instante, no estaba seguro de si Emma podía luchar en esas condición, no estaba consciente de que tan habilidosa seria, pero tampoco iba a esperar a averiguarlo, él había decidido tomar la primera ofensiva y ver si podía reducir al demonio con sus propias manos.

En un destello de luz, el rubio se acercó hasta el demonio, posicionándose un poco más bajo de lo que normalmente haría, con las piernas levemente flexionadas y el puño hacia atrás y apegado a su cuerpo, mientras giraba la cadera y torso para darle impulso, terminando por impactar en el abdomen del Kishin quien se vio sorprendido ante la repentina velocidad del rubio, el cual había acelerado de golpe para agarrarlo de sorpresa. El abdomen del demonio se dobló ante el golpe, pero al mismo tiempo el rubio dio un gruñido de dolor mientras sentía la piel de sus nudillos arder. No solo la piel del Kishin era dura, si no que igual increíblemente caliente. No lo había notado hasta que se hubiera acercado lo suficiente, pero estar a su lado se sentía casi igual que estar frente a un horno, el aliento que salía de sus labios se sentía arder, y la piel de su cuerpo quemarse lentamente.

El rubio maldijo mientras se doblaba por la cintura, ladeando el rostro para esquivar un golpe del demonio, rotando su cuerpo para impactar su puño contra el costado desprotegido del ser de fuego. De nuevo otro gruñido salió de sus labios, sintiendo de nuevo aquella dureza que se parecía al metal. Esos instantes en que se centró en el dolor de su mano fueron aprovechados por el demonio para impactar su rodilla en el abdomen del rubio, causando diera un quejido ahogado de sorpresa, perdiendo un instante la respiración. Gruño mientras se hacía hacia atrás, luego dando otro acelerón por su impulse, apareciendo detrás del demonio, con ambas manos juntas y entrelazadas, formando una especie de martillo con sus manos. Alzándose sobre el demonio dejo caer ambas manos entrelazadas a gran velocidad, aumentando la fuerza y velocidad centrando su impulse en ello, impactando con toda la fuerza que pudo en la nuca del Kishin, terminando por enterrarlo en el suelo de golpe, hundiéndolo y destrozando el suelo de madera del lugar, creando un pequeño cráter, escuchando igual el techo tambalearse por la fuerza del impacto, maldiciendo ahora en alto, alejándose de golpe dejando al Kishin momentáneamente en el suelo, llegando junto a Emma mientras se sostenía la boca del estómago, la zona donde el demonio de fuego le había dado un rodillazo, y maldecía por lo bajo con los labios apretados.


-Demonios… Es muy duro, parece hecho de maldito metal… Y está ardiendo como el infierno…-Gruño el rubio, mientras estiraba su mano, mostrando la piel rasgada de sus nudillos por los golpes que había dado. Maldecía por dentro como estaban resultando las cosas, ahora la idea anterior de luchar a corta distancia ya no era viable, ningún golpe normal serviría. Tampoco podían luchar a larga distancia, los ataques acabarían por destruir el lugar, cosa que se notaba no le importaba al demonio. Ahora podía entender como era que no le parecía preocupar que todo se cayera en pedazos, su piel era tan dura que seguramente aunque toda la edificación le cayera encima no saldría especialmente lastimado, a diferencia de las personas ahí. Gruño de nuevo, girando a ver a Emma. La única solución que había… Parecía ser una pelea a media distancia, al pregunta de Emma regreso a su cabeza, aun sin querer creer del todo que aquello hubiera sido una invitación.-Tu… Eres una técnica… Los técnicos de Shibusen… Se especializan en un arma, ¿No?-Pregunto, de forma tentativa, aun sintiendo algo de renuencia por la idea, la idea de ser manejado por alguien, algo que nunca había pasado. Solo su padre y maestro le había llegado a manejar en su forma de arma entera, y solo unas pocas veces a manera de apoyo, en situaciones muy contadas. Nadie lo había usado, el jamás se había dejado manejar por nadie, no queriendo sentirse un simple objeto en manos de otra persona… Pero en esos momentos…-¿En qué te especializas tú?-
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Mensaje por Emma le Foix-Grailly Mar Feb 09, 2016 12:52 am

La seriedad en su mirada se vio fácilmente perturbada por la respuesta del rubio. La chica, que hasta ahora se veía incapaz de mirar directamente al contrario, giro el rostro bruscamente mirándolo casi estupefacta, como si de la boca del londinense acabase de salir una respuesta completamente fuera de lugar y totalmente escandalosa, lo miraba como si recién le hubiese dicho que podía volar o sacar laser por los ojos, algo que resultaba básicamente imposible pero en su situación no era exactamente malo si era verdad. El impacto de la aparente y recién hecha confesión logro pasmarla lo suficiente como para no emitir respuesta respecto al tema antes de que el rubio se lanzara contra el huevo de demonio como si de un rayo, literalmente, se tratase.

La chica de nuevo se sorprendió por la acción tan repentina y sin ningún tipo de aviso previo del joven ¿Así tenían que trabajar en equipo? La idea parecía pésima por donde la vieses, pero era lo que había y ninguno de los dos estaba en posición de ponerse quisquilloso. Observo con atención el ataque del chico y sus movimientos, chasqueando la lengua al percatarse de lo que ya resultaba un tanto obvio desde lejos-Tiene que ser idiota…-Dijo por lo bajo, frunciendo levemente el ceño, antes de empezar a correr para acercase un poco más, fuese para apoyarlo o para quitarlo de en medio; pues de momento estaba claro que ninguno podía hacer gran cosa por su cuenta. Mantuvo una distancia más prudente que la de Aizack del demonio, y aun estando rodeados de llamas, la diferencia era más que obvia en la temperatura respecto a la cercanía con aquel monstruo.

A pesar de que consideraba las acciones precipitadas de su acompañante una completa imprudencia e insensatez, tenía que admitir que la forma en la que el rubio combatía era realmente impresiónate, siendo casi imposible seguirle con la vista y con un estilo de combate formado y no simplemente arremetiendo de forma ciega. Aun así, el muchacho no parecía llegar a nada, al menos hasta que, finalmente, logro tirarle, la técnica retrocedió un par de pasos para no hundirse con el sueño, y pudo sentir pequeños trozos de escombro provenientes del techo cayendo por sobre ella-¡Pendragon! ¿¡Qué parte de “no tirar el edificio” no entró en tu enorme cabezota!?-Reclamó avanzando un par de pasos hacia él.

-¡Claro que está ardiendo, genio! ¡No tenías que ir a freírte la mano para adivinar eso!-Regañó una vez más en un bufido, cruzándose de brazos-Lo del metal si es nuevo, en todo caso con cualquiera de las dos no podemos tocarlo ¿valió la pena?-Continuó, aun clavándole la mirada-Si seguimos haciendo las cosas sin si quiera avisarle al otro vamos a acabar sepultados o quemados… ¿Entiendes?-Terminó, volviendo la mirada teñida en preocupación al kishin.

Abrió un tanto más los ojos con la pregunta del arma, sin mirarle, la medito en silencio, sin hacer sonido alguno hasta que la formulo por segunda vez, de forma directa y clara. La respuesta iba a sonar estúpida y desesperada, tal vez ni siquiera se dignaría a creerle pues resultaba tan conveniente que parecía rozar lo estúpido-Vous… vous foutez de moi...-Dejo salir por lo bajo, para sí misma pero probablemente perfectamente audible para el otro, en tono claramente exasperado-Técnica de Armas de filo-Balbuceó sin llegar a dirigirle la mirada-Especialidad en…-Se mordió la lengua, en verdad, en verdad no quería decirlo, y en parte agradecía el calor del lugar para cubrir el tono rojo que sus mejillas debían estar adoptando, lo dijo, en un tono tan bajo y de forma tan corrida que ni ella fue capaz de distinguir sus propias palabras. Finalmente, lo miró de reojo, bufó una última ocasión y alzando un poco el rostro logro alzar la voz-Especialidad en Guadañas-Soltó mirándole de una vez por todas.

Pero la obvia incomodidad del momento se interrumpió con el Kishin empezando a levantarse de forma pesada, un gruñido de por más fuerte pareció avivar las llamas y obviamente interrumpir las incomodas confesiones de coincidencias-Te voy a ser sincera, porque no me gusta en lo absoluto la idea de hacer... eso, pero el arma que uso regularmente estaba guardada en algún lugar del vestíbulo y no creo tener tiempo de ir a buscarla entre los escombros…-Los ojos azules de la chica, hasta ahora fijos en el Kishin, regresaron al joven a quien miro con seriedad antes de extender la mano, como si esperara atrapar algo-Pero creo que no tenemos demasiadas opciones-Terminó, completamente segura de que su orgullo no le permitirá pronunciar semejante posición una segunda vez, iba a detener a esa cosa, con o sin la ayuda de un arma.
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Mensaje por Aizack Pendragon Mar Feb 09, 2016 7:05 pm

Un leve refunfuño salió de entre los labios cerrados de Aizack ante la pregunta de Emma. Él ya sabía que no podían tirar el edificio, pero no había esperado que la piel del huevo de Kishin fuera tan tremendamente resistente, además de que tampoco esperaba que estuviera ardiendo de tal forma, era como si golpeara un calefactor a máxima potencia. Su idea original era que con varios golpes acumulados, pudiera ocasionar daños poco a poco, eso sumado a la gran agilidad y fuerza que le daba su técnica, terminaría por darle una ventaja importante al rubio en el combate cerrado. Pero la idea se había ido al drenaje ante el primer golpe, el solo contacto con el cuerpo del Kishin quemaba sus puños, además de que su fuerza no era la suficiente para dar siquiera un solo golpe efectivo. Por ello en última instancia se vio forzado a lanzar un golpe con más potencia, para lograr tomarlo desprevenido y desprotegido, pudiendo asi ganar unos instantes donde poder coordinarse con la técnica para un mejor plan.

-¡Hey! Tenía que comprobar si pelear a corta distancia era factible… Pero no… Para nada-Gruño un poco mientras se ponía de pie, notando el hueco en su camisa en donde le había dado un rodillazo el demonio, sintiendo un leve ardor en su abdomen en donde había sido quemada su camisa. El rubio pudiera ser rápido y tener ataques potentes, pero nada de eso servía en ese infierno donde si luchaba descuidadamente, resultaría en la muerte de todos.-Si… Entiendo, dejare de hacer las cosas yo solo…-Suspiro finalmente. No le gustaba ser regañado por otras personas, tal vez la falta de costumbre o la falta de disciplina mientras crecía, le habían otorgado valores, experiencia y moral, pero nunca le habían disciplinado tal cual y por ello no estaba acostumbrado a ser regañado o recriminado.

Aun asi, se sentía extraño por el regaño que le daba Emma. No se sentía molesto en realidad, sino más bien un dejo culpable. ¿Por qué sentía culpa? Aunque el mismo no se diera cuenta, o aunque tratara de negarlo, era porque sentía que la había preocupado, que el motivo por la cual la peli azul le regañaba por haber ido de cabeza contra el enemigo, era porque había salido herido, y por qué hubiera podido salir peor, preocupándola. El rubio se mordió el labio por dentro mientras negaba la idea, sin poder acabar de imaginarse que Emma mostrara interés en su seguridad. Una leve sensación incomoda le invadió ante la idea de que la peli azul estuviera preocupada por él… Muy posiblemente porque nadie se había preocupado por el más que su maestro y su propia madre.

Bufando un poco por el humo que empezaba a aumentar, observo al ser que seguía enterado con fuerza en el suelo. Tenía que agradecer haberlo atrapado de sorpresa, ya que seguramente golpear cualquier otra parte de su cuerpo que no fuera la nuca hubiera sido poco efectivo, además de ocasionarle varios daños al rubio. Pero su calma se vio totalmente interrumpirá al momento de escuchar a Emma decir su especialidad en combate. No se giró a verla al instante, si no que se quedó pasmado observando al Kishin que lentamente se ponía en pie, sin saber que pensar o decir.

¿Cuántas posibilidades había de eso? La chica que había conocido en un parque, que se había reencontrado a miles de kilómetros de ahí, del otro lado del océano en su natal Inglaterra, y con quien ahora estaba ahora encerrada en un edificio en llamas que se consumía a sí mismo y amenazaba con enterrarles vivos, era nada más y nada menos que una especialista en el arma en la cual él se transformaba.
-Esto parece el destino…-Susurro finalmente el rubio, mordiéndose el labio por dentro. La única solución que parecía llegar a su mente era esa, donde ellos unieran fuerzas, el tiempo escaseando por la débil estructura y el enemigo demasiado fuerte para que pudieran derrotarlo por separado. La idea de ser manejado por alguien le resultaba casi aterradora, él sabía lo que era necesario para que un arma pudiera ser manejada por un técnico, la idea de juntarse y que ella pudiera sentir su alma, la esencia inmortal del rubio… Le aterraba. El siempre trataba de ser relajado, despreocupado, pero él no podía fingir con su alma, no podía aparentar. Ella podría sentirla, su verdadera forma de ser, su verdadero yo, sin que pudiera hacer nada… Pero no tenían demasiadas opciones para elegir-E… Está bien… Hagam…-

Su voz se vio interrumpida ante las palabras de Emma, como decía que no le gustaba nada la idea, que solo accedía a eso porque su arma verdadera estaba en un lugar inaccesible para ella en esos momentos. El rubio mordió su labio por dentro, entendía que él era totalmente desagradable para ella, ¿Pero incluso en esos momentos tenía que expresarle su desprecio? Que él era solo la última opción, en una situación de vida o muerte. Aun asi, el rubio se calló, mordiendo su labio con más fuerza al ver al Kishin empezar a enderezarse, las llamas avivándose. Su mano se alzó dudativa, suspirando y cerrando los ojos, hasta que alcanzo la de Emma, rozando las puntas de sus dedos.

-¡Ah!-Pocos instantes luego de que sus dedos se rozaran, sintió un chispazo entre ellos que le hizo retirar la mano de golpe. Aquel chispazo había sido similar al que se sentiría de tocar un cable suelto de algún aparato eléctrico, rápido y sorpresivo, pero causando una reacción instintiva de apartar la mano. El rubio se sintió consternado, mientras observaba su propia mano. Pero el motivo no era el toque eléctrico en sí, si no la causa del mismo, aquello que había llegado a sentir al momento de entrar en contacto con la técnica… Su tacto se había sentido cálido

No era la calidez provocada por la exposición al calor que nacía del infierno que le provocaba, lo podía sentir. Aquel tacto había sido casi nostálgico, una calidez que parecía haber sentido hacia años, pero que su mente no lograba ubicar del todo. El rubio se mantenía mirando su mano, estupefacto, sin entender del todo aquella sensación que le había hecho reaccionar de esa forma, sintiendo su pulso un poco acelerado y su mente sobrecogida. Él había esperado sentirse incomodo, nervioso incluso, forzado o rechazado. Pero en su lugar había sentido una sensación de comodidad ajena a lo que hubiera podido imaginar y concebir.


-¡Emma!-Grito el rubio, sin tiempo a poder decir mucho mas o reaccionar de diferente manera. El demonio finalmente se había puesto de pie y se había lanzado en su dirección, mientras las llamas empezaban a avivarse rápidamente, como si respondieran al rugido que soltaba el Kishin. No fue planeado, tampoco fue pensado, el instinto del rubio había tomado total control de su persona, guiándose solo de su intuición, saltando rápidamente mientras era rodeado por completo de una luz tan intensa que cubría su cuerpo por completo. Sintió como su cuerpo perdía forma, como su ser perdía consistencia.

El sonido de la estática había llenado todo el lugar mientras una figura alargada giraba en medio del aire justamente entre el cuerpo de Emma y el Kishin de fuego que tanto se había acercado. La luz blanquecina que le solo mostraba una irregular silueta estallo en motas de luz mientras descargas eléctricas frenaban el paso del demonio de fuego. Un irregular filo azulado, que parecía hecho de electricidad pura, se mostraba de forma amenazante en dirección al Kishin mientras se clavaba en el suelo. El mango alargado y de un tono azul oscuro, casi negro, se extendido casi hasta llegar a Emma, mostrando al final de la misma otro filo que parecía una cuchilla sobresaliente, la cual mostraba el mismo patrón irregular que el filo de la guadaña. La misma arma parecía sacada de algún cuento de alas, alguna leyenda fantasiosa extraña, extendiéndose cual larga era, casi dos metros de largo, en dirección a Emma, como si el mango del arma se ofreciera a la técnica, esperando solo ser agarrado por ella, notándose las descargas eléctricas que nacía del filo pero que salían en dirección al Kishin, causando retrocedieras más de impresión que de dolor en sí, mientras que del lado de Emma, no llegaba ni un solo chispazo, como si le diera vía libre para que la sostuviera, para que la empuñara. La estaba esperando a ella.
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Mensaje por Emma le Foix-Grailly Vie Feb 26, 2016 12:13 am

Entre más lo pensaba, peor le resultaba la idea, pero con cada segundo que perdían solo terminaba de confirmar la conclusión a la que ya habían llegado, no tenían el lujo de elegir entre demasiadas cosas. Mentalmente no dejaba de repasar todo lo que había aprendido en Shibusen; aun si nunca había sido su intención utilizar un arma, había aprendido todo sobre dicho asunto, sobre la sincronización, sobre las consecuencias y requisitos para usar un arma demoniaca correctamente. Y era justamente eso, esa total conciencia sobre lo que estaba a punto de hacer lo que la incomodaba más que otra cosa, lo que la dejaba acorralada, deseando poder tener cualquier otra alternativa para defenderse de forma efectiva. No podía negarlo, tenía miedo, justo en ese preciso momento, era incapaz de decidir que le daba más miedo, la amenaza inminente y contra reloj a la que se enfrentaban o el propio Aizack.

Tragó en seco cuando el rubio, finalmente, accedió a dicha última opción, tenía que calmarse, no podía permitirse flaquear y que el contrario se diese cuenta aun si por fuera se mantenía firme, si no lograba mantenerse… lo iba a saber todo. Estiró un poco más la mano, dispuesta a hacerlo, a acabar lo más rápido que les fuese posible con ello y entonces volver a la rutina, no verse nunca jamás, no hablar de ello nunca jamás. Pero apenas habían logrado rozarse cuando, por reflejo, aparto la mano de forma brusca ante la descarga por parte del chico a quien miro mientras sujetaba su propia muñeca contra su pecho. Los ojos celestes de la técnica se mantenían anclados a la mirada oro del contrario con tintes confusos y totalmente alterados. ¿Qué demonios había sido eso? Obviamente le dio el crédito del choque al rubio pero… No quería si quiera pensar en ello por lo que se centró en el obvio rechazo.

-No… No podemos, si eso fue causado por incompatibilidad…-Dijo, con tan poca convicción que no hubiese logrado convencerse a sí misma de haberlo intentado y es que su mente estaba tomando los hechos y acomodándolos de la forma más técnica posible, pero era bien consiente de que aquella descarga obviamente parecía causada por el ambiente tan reacio que provocaba la situación en general, había logrado sentirlo, y si bien jamás había usado un arma antes, estaba segura que no se trataba de la incompatibilidad de la que tantas veces se hablaba en la Vocacional, podría haberse atrevido a decir que se trataba justamente de lo contrario, sin embargo, se negaba a admitir tal posibilidad.

Las llamas se avivaron una vez más, obedeciendo al estridente grito del alma corrupta que las proclamaba como algo suyo. Fue capaz de escuchar el crujir del deteriorado suelo bajo el peso de aquel monstruo, que se movía ahora bruscamente en su dirección, crispó la mirada, dudando seriamente en ser capaz de escapar del golpe directo que se avecinaba. No logro más que dar un paso hacia atrás cuando una luz ajena al fuego se hizo presente, tan cerca y deslumbrante que tuvo que entrecerrar los ojos unos momentos.

Los ojos celestes se mantenían fijos en lo que antes había sido aquel chico alto de cabellos dorados, un tanto anonadada por el momento, parecía no ser la nica, pues el Kishin parecía tener una reacción de sorpresa similar. Era un tanto más grande que la que solía utilizar, y bueno, mucho más llamativa ¿Así de especiales podían llegar a ser las armas demoniacas? Sentía su corazón latir de forma violenta, acelerada, sabía lo que tenía que hacer, Aizack ya había hecho su parte, era su turno, tenía que reaccionar más rápido que su oponente. Apretó su puño con aprensión antes de abrir nuevamente la mano y estirar el brazo hacia el mango del arma, sin llegar a tocarlo, retrocediendo un poco al regresar aquella implacable indecisión y duda sobre su persona. Pero no era momento para eso, frunció el ceño con la determinación desbordando en el azul de sus ojos, y con aquel mismo sentimiento, sujeto con firmeza al contrario.

La sensación de hacia un momento se presentó una vez más, pero de forma mucho más fuerte y totalmente envolvente, y tan solo el contacto le basto para conocer la amplia brecha entre usar un arma normal y un arma demoniaca, la diferencia era abismal. Siempre se había hecho con la idea de que podía confiar en un arma común por ser, precisamente, eso, un arma, un objeto que podía utilizar y cuyo desempeño no dependía de nadie más que de ella misma, pero era diferente en esta ocasión, no solo tenía presente que en sus manos no sostenía un simple objeto, para bien o para mal, su desempeño se mantenía ligado el de uno con el otro. Una chispa la recorrió entera.

Si hubieran tenido todo el tiempo del mundo, tal vez hubiesen podido quedarse ahí, descubriendo lo que tenía que ofrecerles aquella primera experiencia de forma más amena y calmada, pero tiempo era algo que no les sobraba. Aún estaba nerviosa, sin embargo, no dudo antes de levantar al arma para sacarla del suelo, sorprendentemente más ligera de lo que podría haber llegado a pensar al juzgarlo por su tamaño, seguramente producto de la aparéntemele buena sincronización que tenían. Ante la acción de la peliazul el demonio no se quedó a observar, soltó otro grito, y levanto el puño, dispuesto a acertar un primer golpe de forma rápida, mismo que la chica frenó de forma limpia y tranquila, pudo sentir el impacto a través del arma y agudizo la mirada sobre el Kishin, casi retándolo esta vez.

-¿Estas bien, Pendragon?-Preguntó debido a su inexperiencia con las armas que, bueno, no eran solamente armas-Lo siento mucho, lo hare…-Se detuvo a media oración y tomo un respiro profundo antes de girar a su compañero de forma ágil frente a ella, logrando incluso con ello levantar una leve brisa, deteniéndolo con el filo apuntando hacia la bestia, mirando a la misma de forma fija, esbozo una pequeña sonrisa de sorna y arrogancia-Lo haremos rápido, ¿te parece?
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