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Mensaje por Dan Foster Dom Dic 27, 2015 11:55 am

Abrir los ojos para mirar el blanco techo de mi habitación, bajar las escaleras encontrando todo perfectamente ordenado como a mí me gusta, abrir el frigorífico y ver ahí todo en orden. Avance por mi hogar mirando todo, los estantes, por un momento, ahí en la soledad de mi hogar me siento incompleto, me siento perdido, aburrido y solo. La soledad nunca ha sido un problema, el busco a tientas en la oscuridad de mi mente, siempre esperando estar solo, pero en ese momento específico me siento extraño, me siento vacío. Fijar mis ojos en las paredes blancas que dan una iluminación natural a esta casa lejos de la sociedad, lejos del mundo que me rodea, mi cuerpo se siente frio, tanto como mi corazón. Ningún sonido a mi alrededor, nada que perturbe mi calma… ¿Entonces porque tengo ganas de gritar? Miro mis manos y me doy cuenta de lo mucho que las he estado apretando, incluso mis nudillos están rojos. ¿Desde cuándo he comenzado a pesar así?

Me puse de pie, necesitaba salir de ahí, esa calma, toda esa paz me iban a volver loco, me sentía incapaz de contener aquel grito que luchaba por salir de mi garganta, pero que contenía con toda la fuerza que era capaz de hacer acopio en aquel momento, porque sentía como la locura quería hacerse dueña de mí. Avance por el amplio cementerio mirando hacia el frente sin mucha atención, pensando banalidades tonterías y estupideces que se apoderaban de mí como un revoloteo de abejas zumbando directo en mis orejas, me estaba volviendo loco. ¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que había salido de casa? No lo recordaba para nada pero estaba seguro de que fuese lo que fuese, me estaba volviendo loco. Tal vez solo había sido un momento, y aun así yo estaba totalmente paranoico.

Tal y como estaba, avanzando por el cementerio en aquel día frio, pero con sol me sentía un poco más vivo que antes, un poco menos loco, un poco menos siniestro. Mis ojos se adaptaban con facilidad a la luz, mis piernas no se cansaban y mi mente comenzaba a hartarse al escuchar las voces de las personas al llegar a Death City. Avance por las calles del lugar, no buscaba compañía, solo necesitaba escuchar las voces ajenas, solo necesitaba no tener que volverme loco como había estado a punto de hacer. Camine por una pequeña avenida donde había un par de puestos ambulantes con artículos pequeños, objetos llamativos de otras regiones, cosas que para mí no eran importantes, pero de alguna manera si interesantes. Me detuve a ver los mismos, después me fui de ahí, las voces, los gritos de los niños, el contante resonar de los autos, todo el movimiento que había comenzaban a molestarme, normalmente soportaría aquello como si nada, normalmente solo andaría por ahí un rato, entraría en alguna tienda a comer y después me marcharía, pero aquel día había algo, algo que no dejaban que disfrutara un poco de aquella caminata que estaba dando.

Con los ojos puestos en frente, cerré los ojos, los apreté sin dejar de caminar llevándome las manos a la cabeza y revolviendo mi cabello de forma rápida sentí un golpe en mi pecho y después abrí los ojos solo para encontrarme con que había chocado con alguien más, en algún momento me había olvidado de que estaba caminando por una calle transitada, pero no estaba de humor como para disculparme a pesar de que hubiese sido mi error. –Fíjate por donde caminas. –fue todo lo que dije a la chica que ahora mismo se encontraba frente a mí. –Sera mejor que pongas más atención de donde estas. –comente con algo de altanería, un tono peculiar en mí. Después lleve las manos a los bolsillos y se continúe con mi camino antes de que ella dijera nada.

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Mensaje por Lair Crawford Miér Dic 30, 2015 8:28 am

"- La envidia es la religión de los mediocres. Los reconforta, responde a las inquietudes que los roen por dentro y, en último término, les pudre el alma y les permite justificar su mezquindad y su codicia hasta creer que son virtudes y que las puertas del cielo sólo se abrirán para los infelices como ellos, que pasan por la vida sin dejar más huella que sus traperos intentos de hacer de menos a los demás y de excluir, y a ser posible destruir, a quienes, por el mero hecho de existir y de ser quienes son, ponen en evidencia su pobreza de espíritu, mente y redaños. Bienaventurado aquel al que ladran los cretinos, porque su alma nunca les pertenecerá."

—Mediocres…— Murmuró la chica de rubios cabellos que se encontraba leyendo uno de sus libros favoritos. “El juego del ángel” era el título que se dejaba visualizar en la portada cuando su propietaria decidió detener aquella actividad. Miró su  habitación sin muchos ánimos, el silencio reinaba en aquel espacio delimitados por aquellas simples murallas blancas «Tan aburrido» Pensó colocándose de pie y dejando el libro en la estantería a la que pertenecía, meditando en el proceso en que podría utilizar el resto de su día para que no fuera considerado un desperdicio.

La vida de chica transcurría cada día como una rutina: Atender negocios, practicar, tiempo libre, estudiar, realizar una que otra misión. Los parámetros de variación de aquellas actividades eran escasas, por lo que los momentos de “sentirse aburrida” había comenzado a aumentar con el pasar de los días. Para intentar aplacar un poco este molesto sentimiento había probado realizar diversas actividades, pero entre todas ellas, la gran revelación para la rubia fueron las historias románticas.

Sin mucha esperanza había comenzado un libro que una de sus empleadas le había recomendado. En un primer momento se negó, argumentando que el tema de las relaciones interpersonales no eran de su agrado, la verdad no le interesaban,  pero la chica insistió, y para no ser descortés frente a la preocupación de la contraria finalmente había aceptado el ofrecimiento. Al inicio solo planeo leer unas cuantas paginas para enterarse del tema central y luego devolverlo, pero al pasar de las paginas la ojivioleta se había visto envuelta en la historia, sintiéndose incapaz de detenerse hasta finalmente terminar libro. Aquel nuevo gusto la avergonzaba, no iba acorde a lo que ella deseaba proyectar, mas se había rendido, manteniendo el hecho oculto de los demás aunque realmente a nadie le interesase.

—Debería ir por un nuevo libro…—
Considero llevando una de sus manos a su mentón pensativa, mientras dirigía su mirada al reloj para ver la posibilidad de realizar dicha acción  acorde a su tiempo, una pequeña sonrisa se dibujó en rostro al ver que aún se encontraba dentro de su periodo de su “descanso”. Tomó sus pertenencias para luego salir de su habitación anunciando a sus ayudantes de su deseo de  pasear  por la ciudad.  Los trabajadores ante la orden se apresuraron a preparar la locomoción para trasladarla al lugar que ella desease, mientras la chica los observaba con calma, planeando internamente que hacer una vez se encontrara en el lugar.

• • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • •

El automóvil  aparco en la calle, frente a una de las tantas tiendas de libros que poseía la ciudad de Death city. La chica al cabo de unos segundos decidió finalmente descender del vehículo pidiendo, para la sorpresa de todos, que nadie más la acompañase y simplemente la esperasen un par de horas. El plan inicial era comprar uno de los tantos libros que le faltasen en su colección para luego caminar por la ciudad… solo eso… solo necesitaba desconectarse unos momentos, nada más, luego volvería una vez más a las obligaciones que ella misma se había autoimpuesto.

Pero la idea inicial se vio completamente inhabilitada cuando la tiende donde planeaba encontrar los libros se encontraba con  aquel cartel colgado que deja leer claramente un “cerrado”. «Rayos…» maldijo internamente para luego mirar a su alrededor y luego al auto que la esperaba. Se detuvo unos momentos a analizar la situación, mas decidió que lo mejor era continuar con su andar y buscar otra tienda donde pudiese cumplir su propósito. Es así como inicio su pequeña travesía por la ciudad.

El murmullo de la gente se alzaba por sobre los demás sonidos, dificultándole el hecho de escuchar sus propios pensamientos «Que desagradable…» pensó dejándose guiar por las personas. La verdad es que la chica poco y nada conocía de la ciudad, por lo que encontrar una nueva tienda en donde vendieran libros se había vuelto casi como una travesía, y no paso mucho tiempo antes de darse cuenta de que se encontraba completamente perdida «Perfecto» ironizo.

Al pasar los minutos comenzó a considerar que había sido una mala idea, ahora no lograba ni siquiera llegar  a su punto de inicio, y para su mala fortuna su teléfono se encontraba sin batería «Ya sabia que leer basura me comenzaría a atrofiar el cerebro» Se quejó internamente mientras giraba nuevamente en una calle para intentar ubicarse, pero esta vez y para aumentar su disgusto, se estrelló con lo que parecía ser otra persona.

Alzó el rostro  elevando una de sus cejas al escuchar el reclamo del chico que osaba recriminarle ¿Qué se fijase por dónde iba? ¿Qué pusiera atención? Las palabras del contrario golpearon en su cabeza como si de un insulto hacia su persona se tratase, ella no debía disculparse por nada, menos hacerle caso a un desconocido, malhumorado y poco educado, no lo toleraría. Sin decir una palabra y en un rápido movimiento aprovechando el contrario volvía a camina enredo una de sus piernas en los pies del chico con el objetivo de desestabilizarlo para luego empujarlo hacia un lado provocando su caída, nadie se dirigía hacia ella de esa forma. En el mismo silencio y a pesar de que el murmullo de las personas que pasaban por el lugar y habían observado la escena ahora tenían como tema común el actuar de la rubia,  la chica simplemente paso por sobre el castaño ignorándolo para retomar su búsqueda de la librería o su automóvil. «Imbécil, por eso odio a los de clase baja» Meditó continuando su andar como si nada hubiese pasado, no perdería el tiempo discutiendo con un idiota.
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Mensaje por Dan Foster Jue Dic 31, 2015 12:54 pm

Al salir de casa nunca imagine lo que terminaría por hacer esa tarde, mis planes para el día habían sido únicamente refrescarme de tanta soledad, pero como odiaba interactuar con los humanos, como odiaba compartir mi espacio con ellos, porque eran demasiado problemáticos, aun así las cosas habían comenzado a cambiar de un momento para otro, las cosas se habían vuelto complicadas y yo, yo ahora me encontraba tirado contra el suelo observando al cielo y sintiéndome totalmente humillado por culpa de aquella chica berrinchuda.

Las cosas pueden cambiar tan radicalmente, como uno puede encontrarse en una situación en la que jamás espero estar, por ejemplo, yo jamás pensé que terminaría en el suelo, aquella chica después de todo no era tan indefensa como yo lo había considerado, lo cual saco una sonrisa ladina en mi rostro, me puse de pie de un salto y me gire hacia ella, al notarlo ella ya había avanzado un tramo considerable de calle lo que me hizo negar con el rostro antes de comenzar a caminar hacia la misma. ¿Qué me estaba llevando por ese camino? No tenía ni idea, pero de algo estaba seguro, no podía ni quería detenerme, esa mujer cabezota me iba a escuchar, no solo se había chocado conmigo, me había lanzado al suelo y hecho ver como la burla de varios transeúntes.

Camine apresurando mi paso, esquivando a algunas personas hasta llegar a ella, rápidamente estire mi mano tomándola por la muñeca y finalmente haciéndola girar en mi dirección posando mis ojos sobre los ajenos. Para ser sinceros al observarla detenidamente aquella chica era bastante atractiva y el color de sus ojos especialmente llamativos… Pero claro, estaba el hecho de que me había lanzado contra el suelo en una obvia rabieta de niña pequeña por lo cual hice lo que me pareció lo más sensato. En mi vida había luchado contra mujeres, claro que lo había hecho, había matado variadas brujas, pero jamás había golpeado o atentado violentamente contra alguna solo por un berrinche. Y claro esta no sería la excepción.

Mis movimientos para con la desconocida habían sido rapados, simplemente la había jalado de una, al principio no tenía una idea clara de lo que quería hacer, mientras había caminado en su dirección lo había pensado, y lo único que había llegado a mi mente es que tenía que avergonzarla tanto como ella lo había hecho conmigo, y lanzarle comida era definitivamente poco elegante, gritarle y discutir por las calles significaba que llamaríamos demasiado la atención y atraeríamos a las miradas curiosas lo cual tampoco era una posibilidad y aún más dudaba volver a verla en toda mi vida, por lo cual hice lo que se me ocurrió lo más acertado. Mi mente que había trabajado las posibilidades se quedó en blanco cuando mi cuerpo por si solo reacciono. Mis manos se posicionaron en los costados de ella, mientras mis labios estaban sobre los ajenos.

Así es, tal vez había sido un poco más arrojado de lo que hubiera pensado en un inicio, pero la respuesta fue fácil, tenía que besarla. Aquello era una buena venganza contra el haber estado en el suelo. La atraje con fuerza hacia mi mientras la besaba con un poco más de pasión de la que me había dicho que haría, mordiendo suavemente su labio bajo me separe de ella y después la solté lentamente mirándola a los ojos nuevamente. –Bueno… Creo que ahora estamos a mano. –comente sintiendo las variadas miradas curiosas que se habían puesto sobre nosotros de los pocos espectadores que habían visto desde el momento en que ella decido lanzarme contra el suelo como vil saco de papas. Y con alguien de mi clase, eso no era posible.

Una vez que me había separado de ella le sonreí de forma amable y después me di vuelta para continuar con mi camino, mirando en todo momento al frente, no estaba de humor para pasar más tiempo con una chica violenta como aquella y siendo sincero el cosquilleo que se había instalado en mis labios me hacía sentirme extraño, no estaba seguro del porqué, pero era claro que quería regresar y volver a hacer lo mismo y por respeto a mi propio orgullo era mejor irse de ahí antes de que la chica quisiera volver a atacar, aunque claro, esta vez iba con la guardia en alto, si ella intentaba atacar por la espalda estaría preparado para defenderme al momento.

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Mensaje por Lair Crawford Jue Ene 14, 2016 1:40 pm

Los comentarios procedentes de los transeúntes sobre la inusual escena no se dejaron esperar,  arremolinándose como un sin número de murmullo que hacía casi imposible entender el contenido de los mismos. A pesar de esto, la chica responsable de causar el pequeño alboroto continuaba su caminar con elegancia como si dichos comentarios no tuviesen nada que ver con ella. Como si el hecho de derribar a alguien en plena acera fuese algo de lo más común. Por este mismo motivo los espectadores de aquel acto creyeron que solo se trataba de alguna discusión de pareja o amigos, sin saber que realmente habían sido testigos del primer encuentro de aquel disfuncional dúo.

Inmersa en sus propios pensamientos y discusiones internas sobre qué dirección debía tomar para poder llegar a su destino, evaluando la posibilidad de tener que solicitar finalmente ayuda, no se dio cuenta que aquel sujeto que creyó derribado y humillado la había comenzado a  seguir.
«Veamos… Esto no puede ser tan difícil…»Pensó frustrada mientras intentaba leer con en los carteles los nombres de las calles. Más esto fue inútil, puesto que su ignorancia frente a las direcciones no le permitían de todas formas lograr orientarse. Se encontraba realmente perdida aunque no quisiera admitirlo.

Cuando ya había decidido rendirse y oprimir un poco su orgullo para pedir ayuda a algún transeúnte sintió como su muñeca era aprisionada y jalada desde atrás, obligándola a girar para encontrarse con el responsable de dicho acto. Sus ojos se abrieron con confusión y sorpresa al ver el rostro de su “atacante”, el que en un primer momento no logro identificar «¡¿Quién rayos es este?!…» — Intentó hacer memoria pero fue inútil, era incapaz de reconocer aquellos inusuales ojos heterocromos. ¿Y cómo hacerlo?, si en el incidente anterior no se molestó ni en fijarse en el contrario, para ella había sido solo un molesto sujeto que se interponía en su camino, lo había subestimado.
Sus ojos se encontraron con los con los del chico una fracción de segundo «Definitivamente los recordaría» Medito con calma recuperando la compostura. Ella tenía completa confianza de ser capaz de responder y defenderse en caso de que intentaran atacarla, conocía sus limitaciones físicas y ventajas, además que con el paso de los años, atentados contra su vida y entrenamiento había sido capaz de predecir en cierta forma el actuar de las personas. Es por esto que tenía en aquellos momentos una gran variedad de posibles respuestas por parte del castaño, desde un “perdón te he confundido” hasta “Muere maldita zorra”. Si, la rubia tenia contempladas todas aquellas opciones… todas menos la final acción del chico.

No lo vio venir, esa era la perfecta expresión para lo que el chico resolvió como mejor forma de avergonzarla. Es por ello que cuando jalo más de ella solo se dio cuenta del verdadero objetivo del castaño cuando sus labios se unieron. Sus ojos se abrieron con rapidez dejando mostrar una clara confusión, Lair Crawford, como pocas veces en su vida, no sabía qué hacer. Su mente quedo en blanco, siendo capaz de concentrarse solo en aquel extraño tacto. Cuando este se intensifico sus ojos se cerraron por inercia y su cuerpo quedó paralizado. Estado que continuo hasta que el chico finalizo mordiendo su labio inferior, acto que provoco que un pequeño quejido saliera de boca.
«¿Qué fue lo paso?…» — Se cuestionó internamente sin ser capaz aun de ordenar sus ideas, encontrándose nuevamente con la mira del castaño, sintiendo como sus mejillas comenzaban a arder. Fue solo cuando este volvió a hablar que todo pareció volver a tener sentido, trayéndola nuevamente a la realidad. Sintió como su un balde de agua fría le cayera encima, aquel chico la había humillado de una forma que nunca pensó que era posible ¿Quién pensaría posible la idea de besar a una desconocida en plena calle? Para ella definitivamente solo un demente egocéntrico.
Llevo sus manos a sus labios sintiendo aun el cosquilleo del contacto con el contrario. «El me ha…Mi primer…» Ira, furia, enfado, confusión, humillación, aquellas emociones comenzaron a crecer en su interior haciéndola finalmente reaccionar. Su rostro cambio a una clara mueca de enojo, su ceño se función y mandíbula de tenso. Aquel acto indecente definitivamente no podía quedar impune, ¿Quedar a mano?, debía estar bromeando.

Antes de que lograra gesticular alguna palabra, el chico se dio media vuelta y comenzó a alejarse, dejándola sola frente a la miradas de los curiosos que solo confirmaban su teoría de que se trataba de algún tipo de discusión de pareja. Debía hacer algo, no podía dejar que aquel maldito acosador pervertido se marchara sin más.
—Mereces la muerte… definitivamente mereces la muerte— Murmuró mordiendo su labio frustrada mientras buscaba con la mirada algo que pudiese usar contra el chico, encontrándolo finalmente en una de las bolsas con compras de una de señoras que caminaban por el lugar. Lair se acercó con rapidez a ella interceptando su paso.
—Necesito eso— Dijo casi como si una orden se tratase, sacando con rapidez dos sartenes que pertenecían a la pobre mujer que solo la miraba con confusión. Sin darle tiempo para protestar saco de su bolsillo algo de dinero y se lo paso a la dueña de los objetos para luego darse vuelta y comenzar a seguir al castaño.

Poco y nada le importaban en aquellos momentos las miradas curiosas de las personas las que casi veían la escena como si de un espectáculo se tratase. Continuo con su apresurado paso hasta quedar a una distancia que creía razonable, entonces utilizando la mejor de sus punterías lanzo el primer sartén, el que iba directamente a la cabeza del chico. Luego de esto corrió hasta él, esperando se encontrara desconcentrado, para jalar de su brazo  empujándolo hasta la muralla más cercana hasta que su espalda chocase con ella posicionando su segunda “arma” en el cuello del contrario presionándolo un poco.
—¡¿Estar a mano?! ¡¿Es qué estás loco?! ¡¿QUÉ CARAJO PARA POR TU CABEZA?!— Alzo la voz más de lo que esperaba sin soltar su agarre y continuando la amenaza con su utensilio de cocina. —¡Eres un maldito acosador pervertido mujeriego egocéntrico! ¡Debería acabar con tu despreciable e insignificante vida en estos momentos! —Continúo sin detenerse hasta que nuevamente los murmullos comenzaron a alzarse. Guardo silencio unos momentos para observar  a su alrededor, varias personas se habían detenido a su alrededor para ver qué era lo que pasaba. Frente a esto la rubia mordió su labio inferior oprimiendo sus deseos de torturar a aquel imbécil, no podía permitirse seguir llamando la atención de aquella forma, era demasiado indigno para ella.
—Por esta vez lo dejare pasar… pero vuelve a acercarte a mí y tu cara de “princesa” quedara irreconocible, además que te quitare cualquier posibilidad de dejar descendencia.—Pronuncio con desdén observando directamente sus inusuales ojos, mientras presionaba el sartén contra el cuello del castaño, para luego bajarlo  y darle un certero golpe en el estómago en el chico con el mismo.
—Ahora si quedamos a mano. —Dijo volviéndose para comenzar a alejarse ignorando a los espectadores. —Ahora si me disculpan… tengo una calle que buscar. —Expresó abriéndose paso y retomando su camino aun con su nueva arma en mano.
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Mensaje por Dan Foster Mar Ene 19, 2016 9:34 am

Lo cierto es que no podía dejar de pensar en aquello, durante toda mi vida jamás había actuado de esa forma, jamás había ido por ahí besando a cualquier persona pero… no, me negaba a regresar y disculparme, la culpable había sido ella desde un inicio lanzándome contra el suelo, así que si alguien tenía que disculparse era ella. Claro que sí. Cerré las manos en puños mientras me cuidaba por la espalda, había tratado de sincronizarme a su alma, para que cuando el inminente y obvio ataque llegara no me tomara por mucha sorpresa, y lo cierto es que había tardado más de lo que yo esperaba. De la nada sentí aquel objeto que se dirigía hacia a mi esquivándolo moviendo mi rostro hacia un lado y volteando hacia donde la chica estaba. Pero claro ella tampoco es que me fuera a dejar las cosas demasiado fáciles.

Pues como la loca que tal vez era y jalando de mi me acorralo contra la pared con un… ¿sartén? –Pfff. –solté una carcajada al observar el instrumento con el que ella me atacaba sonriendo mientras sentía como presionaba más el mismo a mi cuello. –Dios, vaya arma te has hecho, seguro que con esto no podre contra ti. –comente aun entre risas, mientras observaba los ojos ajenos fijarse en nosotros. ¿Es que la gente no tenía nada mejor que hacer que dejarse llevar por el morbo? Pero no tuve tiempo de decir nada pues aquella loca ya me había atacado de nuevo tratando de golpear mi estimado, por lo que tuve que moverme a un lado en un rápido movimiento ignorando el ataque ajeno y sonriendo con un poco de diversión. Normalmente hubiera dejado que ella se fuera, no me interesaba envolverme con gente loca como ella, pero me había tratado de avergonzar en público nuevamente, y sinceramente eso me molestaba en exceso. Avance nuevamente hacia ella mientras la misma se abría paso entre la gente, y yo los quitaba –empujaba- más que pedir permiso.

Eres bastante violenta ¿te lo han dicho? –pregunte mientras comenzaba a caminar a su lado. ¿Por qué es que me interesaba? Ni yo mismo lo entendía, pero lo cierto es que no me perdería esa oportunidad por nada del mundo, molestar a alguien siempre era divertido, eso no lo negaría, mi lado infantil últimamente estaba más que animado y esta chica parecía ser perfecto blanco de mis burlas. –Así que desfiguraras mi cara ¿no? –pregunte mirándola mientras se llevaba una mano al mentón y continuaba al mismo paso de ella. –Dudo que puedas hacerlo, porque es obvio que soy más fuerte que tú. –comente con total ánimo y mi típico tono de vanidad. –Si me pongo serio, ni siquiera podrías tocarme. –le dije mientras le sonreía. –Además si dejas alguna marca en mi cuello lamento decirte que me tendré que vengar. –odiaba las marcas, odiaba las marcas en mi cuello, después de todo, mi cuerpo cubierto de cicatrices solo contaba con algunas zonas libres de las mismas, y entre esas zonas mi cuello era uno. Me puse frente a ella y la mire a los ojos inspeccionándola y después tomándola por la muñeca para arrastrarla hacia otro lado. –Así que como soy un buen tipo, y no quiero hacerte daño, hare que me compres la merienda el día de hoy.

No es que fuera tacaño. Es solo que no pensaba besarla de nuevo, aquel cosquilleo seguía en mis labios y sinceramente no me quería arriesgar a que ella me fuese a contagiar algún virus. Observe las calles y después me gire en su dirección mirándola de reojo. De hecho había que admitir que no se trataba de una chica fea, todo lo contrario, era bastante atractiva y también había que recordar aquel sonrojo que se había instalado en sus mejillas después de separarnos, o el pequeño quejido que había soltado… negué con el rostro. No debería pensar en esas cosas, si era guapa, pero no me tentaba demasiado como para tratar de conocerla un poco. –Aunque por tu reacción… estoy completamente seguro de que ese fue tu primer beso ¿no? –dije con una sonrisa traviesa en el rostro esperando por otra reacción como las anteriores, y sinceramente dudaba que esta chica fuese a decepcionarme.

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Mensaje por Lair Crawford Miér Ene 20, 2016 12:31 am

Le desagradaba, esa era la palabra exacta que describía sus sentimientos por aquel extraño sujeto. Cada acción que el contrario realizaba solo significaba un nuevo dolor de cabeza para la rubia que ahora debía soportar el molesto ruido de su risa.
Su ceño se frunció y una nueva mueca de malestar hizo aparición en su boca sin poder creer el descaro del castaño ¿Realmente se estaba atreviendo a burlarse de ella? El chico definitivamente estaba tentando su suerte.
—Necesito menos que una sartén para acabar contigo.—Aseguró más por orgullo que por certeza. No era idiota,  por mucho que desease no admitirlo, el hecho de que fuese capaz de esquivara su primer ataque con tanta facilidad era una clara señal de que no se trataba de un simple e inofensivo peatón. «¿Es que no puedo tener mejor suerte? »  Se cuestionó internamente maldiciendo al destino.

El tosco sonido del metal estrellándose contra la muralla finalizo aquel segundo enfrentamiento. La chica mordió su labio inferior frustrada por haber fallado una segunda vez en golpear a su “atacante”, mas luego no le importo. Recobrando su compostura se retiró de la escena intentando mantener su imagen de solemnidad, o por lo menos lo que quedaba de ella.
Se dio vuelta y recobro su andar, apartando a las personas con órdenes para que le abrieran el paso, esperando que el sujeto hubiese tenido suficiente, porque ella si lo había tenido.

Murmurando maldiciones mientras pasaba entre los transeúntes que se habían quedado observando como meros espectadores curiosos, intentó parecer que conocía hacia donde se dirigía aunque internamente se encontrase tan perdida como en un principio. Para su desgracia, sus pensamientos fueron interrumpidos, no por una voz salvadora o conocida como ella deseaba, sino que por la voz del castaño, el que ahora se encontraba caminado a su lado como si eso fuese de lo más normal. Como si hace unos segundos atrás no se hubiesen intentado humillar ni matar en público.

—Y tú eres bastante molesto ¿Te lo habían dicho? – La chica respondió con rapidez a la primera pregunta del chico de extraños ojos,  sin dirigir su vista directamente a él, manteniéndola fija al frente en todo momento. No deseaba verlo, no deseaba por nada del mundo volver a encontrarse son sus singulares orbes, presentía que se trataba de ese escaso grupo de personas que no podía simplemente controlar y predecir, y aquello le incomodaba, le asustaba de cierta manera.

—No soy violenta, no sé de qué hablas, solo actuó según lo que estimo justo y necesario y golpearte es casi un acto benevolente, tu deberías ya estar enterrado bajo tierra — Respondió con molestia. Sabía que tal vez se había excedido, pero no lo admitiría, no con el. Además ¿Por qué la seguía? Si tanto le molestaba y consideraba que utilizaba la fuerza en exceso, la chica no lograba comprender por qué, a pesar de darle una oportunidad para dejar el asunto atrás el extraño sujeto se mantenía ahora a su lado «¿Es que es masoquista?... o tal vez idiota, probablemente sean  ambas» Resolvió la internamente.

—Desfigurar es poco, te aseguro que quedaras tan irreconocible que ni tu madre sabría que se trata de ti si no dejas de hablarme —Continuo su andar con rapidez esquivando a las personas que se interponían en su camino, esperando que el chico se quedase atrás o se marchase de una vez. Hablar con él le dificultaba mantener su calma, y si seguía de aquella forma probablemente volviera a perder el control como antes y realmente no lo deseaba.

—¿Más fuerte que yo? No me hagas reír, si casi pareces una niña, seguro pasas más tiempo viéndote en el espejo que haciendo cualquier otra cosa durante el día. Podría tocarte aunque fuera ciega, sorda y manca. — Dijo aparentando seguridad. Ella no solía insultar a las personas de esa forma, o por lo menos no de forma tan seguida y “vulgar” pero aquel chico estaba logrando llegar hasta el límite de su escasa paciencia.

La rubia alzo una ceja cuando escucho aquella “amenaza” por parte del contrario. ¿Qué tan delicado podía ser? ¿No le gustaban las marcas en el cuello? ¿Acaso a ella aquello debía importarle aquel dato? La verdad es que no.
—Rayos, debí usar el mango para dejar una gran y notoria marca en tu cuello de diva… aunque supongo que aquel rasguño que se encuentra en la zona izquierda de tu “punto débil” es suficiente por ahora—Dijo esbozando por primera vez una divertida sonrisa en su rostro desde que se encontró con el chico. La verdad es que no se encontraba totalmente segura de aquello. Era cierto había presionado con mayor fuerza en aquella zona, pero no era seguro que una marca hubiese quedado como evidencia. Sentía una extraña satisfacción al hacer enojar al castaño, tal vez había encontrado una nueva forma de vengarse de él.

—Ahora si me disculpas y aprecias tu vida, deja de seguirme —Pronuncio con más  seriedad. A pesar de esto y haciendo caso omiso de sus palabras el castaño se posicionó frente a ella, inspeccionándola con la mirada para luego jalar sorpresivamente de su muñeca. Los ojos de la chica se volvieron a abrir con sorpresa y su cuerpo se tensó de inmediato preparada para reaccionar frente al inminente peligro «¡¿Por qué debía ser tan impredecible?! » Se volvió a lamentar.
—¡¿Qué crees que estás haciendo ahora maldito acosador mujeriego pervertido ególatra! —Le reclamó con rapidez cuando el chico comenzó a guiarla al desconocido lugar. Perfecto, primero se perdía, luego discutía en plena calle y ahora era arrastrada a un lugar desconocido ¿Es que acaso el día no podía empeorar más?, es cierto que ella había salido de su hogar con el objetivo de distraer su mente… pero no de la forma en que lo estaba haciendo ahora.

La descripción como “impredecible”  quedaba perfecta para el castaño. Su idea de retribución por daños causados a su persona la habían dejado con una expresión de desconcierto absoluto, ¿Quería que le comprase la merienda? ¿De ese se trataba todo? ¿Solo era un pobre vago que necesitaba llamar la atención para poder comer? «Por eso odio a los indigentes» Pensó con cierto molestia y lastima.
—A ti no te acompañaría ni a la iglesia, además me niego a pagar por un extorción injustificada de un pobre vago que busca alimento, y si alguien debiese pagar por sus actos ese eres tú, idiota desvergonzado. Pero no te preocupes no estoy interesada en recibir nada de un indigente, yo también puedo ser una “buena chica” —Pronuncio con molestia intentando liberar su mano atrapada por el agarre del contrario. La oji violeta realmente estaba comenzando a considerar acabar con la vida de aquel extraño joven.

En uno de sus intentos para liberarse, alzo su arma con el objetivo de aprovechar la aparente desconcentración  del contrario  para golpearlo con él en la cabeza. Pero sus actos se vieron frustrados y detenidos solo con aquellas últimas palabras emitidas por el castaño.

«Estoy completamente seguro de que ese fue tu primer beso ¿no? »

Estaba en lo cierto, aquel había sido el primer contacto con otra persona de esa forma. No es que ella le diese un significado especial, durante su infancia deseo como toda niña que aquel acto lo realizase con su “príncipe azul”. Pero, con el pasar de los años, solo considero que lo realizaría como algo sin importancia, como algo que tendría que llegar en algún momento. Algo que por su orgullo y autoexigencia se había retrasado. Ella no había tenido tiempo de estar perdiendo sus horas con hombres idiotas, no, ella prefirió enfocarse a sus metas. Y ahora, cuando se le vio arrebatado, deseo que por lo menos, por su orgullo, hubiese podido realizado por alguien que ella escogiese y estuviese de acuerdo,  ya hubiese sido por beneficencia o por aprecio, aunque esto lo considerase casi imposible por su propia personalidad. De todas formas, hubiese preferido cualquier otro modo menos por un arrebato de un mujeriego ególatra.  

—Y-yo… e-ese…— Su mano tembló, y su cuerpo volvió a paralizarse unos segundos mientras ella sentía como sus mejillas volvían a emitir aquel extraño calor, el mismo que había sentido cuando sus labios se unieron a los del castaño, se volvía a encontrar  débil y vulnerable.  Mas esto -para su fortuna- no duro mucho, su enojo era mayor que su vergüenza y aquello la hizo reaccionar con mayor rapidez — ¡CLARO QUE NO! No te creas tanto, además ¡Eso no es de tu incumbencia maldito pervertido! ¿Es que acaso te crees un experto  como para juzgar? ¡Lo que faltaba! ¡Además de vago indigente pervertido idiota eres un maldito mujeriego! —Alzo la voz nuevamente más de lo que hubiese deseado, provocando que nuevamente las miradas se posaran en ellos. La chica mordió su labio inferior nuevamente frustrada, aquello le había afectado más de lo que esperaba. Sin pensarlo, volvió a alzar su “arma” para intentar golpear la cabeza del chico, esta vez en repetidas ocasiones
—¡Te matare! ¡Juro que algún día lo haré! —Dijo  más alto sin detener su ataque.
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Mensaje por Dan Foster Mar Ene 26, 2016 4:35 pm

Mucho –comento ante la pregunta de la chica con una sonrisa, había muchas cosas que podían molestarme, pero en aquel momento sus palabras no eran motivo de molestia, porque al parecer mi presencia hacia que ella se enojase mucho más que yo, porque de echo parecía tener un temperamento mucho peor que el mío.  De hecho su respuesta para lo que yo había dicho hizo que soltara una sonora carcajada y negara con el rostro. –No, eres violenta créeme, yo sé un poco de eso y tú lo eres. –comente mirándola sonriente, casi divertido por la situación, porque pocas veces podía conocer gente como ella, que al primer piquete se cabrearan, había planeado picarla un poco más, pero ella me lo ponía tan fácil.

Mientras avanzábamos y la escuchaba una nueva carcajada salía de mis labios. –Eso solo significa que me consideras atractivo. –comente mirando hacia el frente. –El que creas que me preocupo por mi apariencia, aunque si te soy sincero, nunca me miro al espejo. –comente con total sinceridad y una sonrisa burlona en el rostro. –pero gracias por el halago. Me gusta que me reconozcan. –admití con una enorme sonrisa en el rostro, ¿Cómo es que me lo dejaba tan fácil? Me fije en su molesta expresión lo que solo me hacían sentir muchas más ganas de poder molestarla, de echo me entraban demasiadas ganas ahora mismo. –Aunque sí, soy mucho más fuerte que tú. –comente con total seguridad, porque sí, yo soy ególatra, pero es obvio que más fuerte que ella sí que era, al menos a mis ojos ella era aún un poco lenta en sus movimientos, aunque con un poco de practica sí que sería de temer, pero no ahora mismo.

Levante una ceja ¿Rasguño? Me lleve la mano libre hacia donde ella indicaba y después negué con el rostro, me molestaba tener marcas, porque de por si mis ojos me hacían fácilmente detectable si en algún momento alguien se disponía a perseguirme, pero además tener marcas hacia que la gente pudiera descubrirte aún más, mis ojos fácilmente se podían ocultar con gafas de sol o hasta con las que yo solía usar, pero sinceramente me negaba rotundamente  a usar maquillaje. Fruncí el ceño mirándola un poco molesto. –será mejor que no se quede ahí. –comente con un tono bajo, casi amenazante, aunque no quería causarle miedo a la chica, al menos no aun. Porque parecía el tipo de persona con el que podría seguir divirtiéndome por un buen rato. –Pero te perdonare por ahora. –comente con una nueva sonrisa traviesa.

Tu deberías comportarte amable si es que aprecias tu vida… normalmente diría algo así, pero no me interesa gastar mis energías asesinando a una chica por la que no me han pagado. –comente con una sonrisa infantil, no me importaba que otros supieran mi oficio, de echo me daba igual ir por ahí gritándolo a diestra y siniestra, porque sabía cuidarme solo, de echo me sentía autosuficiente como para que nadie pudiera contra mí, claro a menos que fueran como el tipo bien vestido del desierto… ese maldito aun me las debía. Negué con el rostro para aclarar mi mente, no tenía que pensar en aquel momento, no, debía concentrarme en ella.

Sonreí ante su afirmación del vago mirándome a mí mismo, de echo vestía especialmente elegante aquel día, incluso llevaba corbata. –Vaya… -comente riendo disimuladamente. –se nota que no sabes nada acerca de elegancia o sociedad, no podrías reconocer a un vago ni aunque lo tuvieras enfrente ¿no? –comente soltando una nueva carcajada, esa chica era demasiado divertida, demasiado fácil de molestar, definitivamente la rondaría por un rato si eso implicaba que me divertiría por el resto del día. –Por cierto, no soy un acosador, ni un mujeriego. –aclare. –aunque lo de ególatra no te lo niego, pero tengo fundamentos. Soy un ser superior después de todo. Y el que te allá besado solo fue por molestarte, no creas que voy besando a cualquier chica por ahí, así como si nada. –No tenía que darle explicaciones, pero por alguna razón sentía como si debería hacerlo, aunque claro, eso no era así. No tenía por qué explicarle mi vida a esta chica que no era nadie para mi ¿no?

Tu reacción me lo confirma. –comente dándome la vuelta. –ese fue tu primer beso, lo sé. Porque eres bastante obvia. –comente sonriendo, orgulloso de haber sido el primero… aunque no entendía muy bien por qué eso me daba cierta satisfacción. Y pensaba comenzar a gritarle de vuelta cuando ella comenzó con aquel ataque de golpes, la verdad es que no eran difíciles de esquivar si la soltaba, pero si lo hacia temía que huyera. Supiere y tome su otra mano jalándola hacia mí, pasando mis manos por su cintura y atrayéndola para volver a posar mis labios en los ajenos, sintiendo mí cuerpo impacientarse por aquel contacto, sintiendo mi cuerpo como si la electricidad almacenada en mi interior comenzara a correr por todas mis articulaciones. Y separándome solo por la necesidad de oxígeno, mirándola, mirándola a los ojos por un momento con duda para finalmente separarme de ella nuevamente y jalarla de la mano. –Bueno, ya que te calmaste, vamos a por mí merienda. –comente dándole la espalda, por primera vez en mi vida sentía como si me hubiera sonrojado y no dejaría que ella me viera así.

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Mensaje por Lair Crawford Vie Ene 29, 2016 3:46 pm

La chica había decidido ignorar las palabras que provenían del insistente castaño, el que parecía haber encontrado en molestarla una nueva forma de entretenimiento. Se negaba a ser motivo de burlas del completo desconocido que hasta el nombre ignoraba. A pesar de esto, y sus intentos internos por no contestar a sus provocaciones, la paciencia casi escasa de la rubia se estaba viendo puesta a prueba, hasta que finalmente la impulsividad y el orgullo habían podido más que la prudencia y decoro.

— “Atractivo” no seria e adjetivo que usaría. Más cercano a la realidad sería adefesio o repugnante, tanto que me dañas la vista… Tal vez sea cierto que no te miras al espejo, así te ahorras el sufrimiento. — Se negaba rotundamente a permitir que el ego del chico aumentara más a su costa. Rebatiría cada una de las cosas que él dijera, aunque estas tuvieran bases verdaderas, como lo era el caso de su apariencia física. La realidad era que el castaño destacaba en cierta forma, sus rasgos faciales, así como su porte y contextura lo harían a los ojos de la mayoría de las personas como alguien que se  podía clasificar como atractivo. Aun con esto, la chica se negaba a aceptar cualquier aspecto positivo que pudiera tener, y guiada ciegamente por su molestia y desagarrado por sus acciones, comenzaba a crear una falsa imagen del desconocido.
—¿Reconocerte? ¡JA! La ultima cosa que haría seria reconocerte...Y no me dejo guiar por absurdas suposiciones de fuerza, si es un intento por doblegar mi idea e imponer tu supuesta fuerza estás perdiendo el tiempo, al igual que intentar conseguir algo de mí.

«Tan molesto»

El sentimiento de satisfacción llego en el momento en el que el castaño, con una voz que parecía contener un deje de amenaza, se refirió a su posible marca en la zona del cuello. La sonrisa de la rubia no se dejó esperar, demostrando de esta forma su gozo interior por haber logrado remover aunque hubiera sido por un momento la diversión y orgullo del chico.
—¡Oh! Pues yo espero que se quede mucho tiempo ahí, así te queda recordatorio para no volver a molestar chicas en la calle. Es más, ahora podría poner carteles en la calle que dijeran: “Aléjese del hombre con una marca en el cuello y ojos navideños, es un acosador”… seria mi obra por el bien de la sociedad — Respondió sin detener su caminar y manteniendo su vista siempre al frente, llevando su mano a su mentón como si realmente considerara aquella descabellada idea.
—Quédate con tu perdón, lo que yo quiero es humillarte tanto que no desees volver a cruzarte en mi camino —Dijo haciendo caso omiso al peligro que podría significar aquella declaración.

—Pues acaba con mi vida y termina con mi sufrimiento de tener que seguir escuchando tu voz… Claro, si es que puedes, pero he de advertirte que muchos lo han intentado y han fracasado — Se encogió de hombros como si aquel hecho no le importase en lo más mínimo. Proclamaciones de amenazas de muertes era algo que con el tiempo había comenzado a aceptar como normal, no se sorprendería tan fácilmente por una realizada de forma circunstancial.
—Lo que si rescato de aquellas palabras es que he descubierto que haces todo por dinero… Mi imagen de ti sigue cayendo y cayendo y eso que pensé que ya no era posible tener peor considerado a alguien ¡Felicidades! — Exclamó con ironía rodando los ojos en el proceso. ¿Sería un mercenario como ella? Realmente no le importaba, no le interesaba relacionarse con él en ningún sentido.

«Tan, tan molesto»

Su ceño se frunció con molestia cuando el chico osó cuestionar su conocimiento sobre la elegancia y sociedad. Ella se consideraba un ejemplo de buena clase y su familia, le habían inculcado desde pequeña las normas de la alta sociedad ¿y aquel sujeto se atrevía a cuestionar su juicio? Aquello era un insulto a su formación.
— El que no sabe nada eres tú, de seguros solo eres un vago que tuvo la oportunidad de vestirse con clase, pero por más ropa de buena procedencia que uses, en el fondo, solo seguirás siendo un vago — Se defendió mirando al chico para fulminarlo con la mirada, con aquellas expresiones que la gente suele describir como “Si las miradas matasen ya estaría bajo tierra” cuando este comenzó a jalar de su mano.
—Acosador pervertido mujeriego ególatra es la mejor forma de describirte y así me lo has demostrado en estos minutos de tortura en los que he tenido que soportarte, ¿No vas besando chicas por las calles? Entonces, ¿Por qué conmigo? ¿Por qué te humille? ¡Por favor! No me hagas reír… estoy segura que alguna otra también tuvo la oportunidad de hacerlo. ¿Realmente espera que creas en tus palabras? !¿Qué tan estúpida crees que soy?! — Alzo la voz mientras alzaba su arma sin cesar para intentar dar con la cabeza del chico.
—¡Y Claro que no has sido el primero! ¡Como si yo fuera a permitir que mi primer beso fuera con un ser tan despreciable como t….

«Todo vuelve a quedar en blanco»

Las palabras de la rubia quedaron atrapadas cuando los labios del chico volvieron a unirse con los propios. Su cuerpo se volvió a paralizar, la falta de experiencia le estaba pasando la cuenta. Una corriente eléctrica recorrió su espalda cuando las manos del castaño se posaron en su cintura para acercarla más a su cuerpo, produciendo que un pequeño grito se ahogara en su garganta. Sus ojos se cerraron con fuerza sintiendo como el calor volvía a invadir sus mejillas y su corazón se aceleraba mientras el contacto continuaba.
Cuando finalmente la falta de oxígeno exigió la separación, la chica entreabrió los ojos para encontrarse con la  mirada del contrario, manteniendo una expresión que dejaba ver un claro nerviosismo mientras su respiración entrecortada le daban una momentánea apariencia de vulnerabilidad.  

Si decir una palabra, Lair siguió al chico cuando este volvió a jalar de su mano para  retomar su rumbo. Su mente volvía a estar hecha un caos, y antes de poder reaccionar necesitaba ordenar sus ideas. ¿Cómo era posible que hubiese caído una segunda vez? ¿Cómo no había logrado reaccionar a tiempo?.

«¡Detente!»

Su inconsciente grito, alzándose entre todo el desorden que eran sus pensamientos y regaños internos, logrando que finalmente su cuerpo reaccionara deteniendo su andar. Alzo su mirada y frunció el ceño para luego jalar de su mano atrapada obligándolo a girar y observarla. Si no hubiera sido por su cólera desbordante, la chica hubiese notada el cambio de color de las mejillas del castaño, pero en aquellos momentos le era imposible concentrarse en nada más que no fuera su propia ira.
—¡¿Quedarme tranquila?! ¡Estas enfermo o algo! ¡Cuando has sabido el caso de una chica que se quede tranquila luego de ser besada por un desconocido! ¡Y luego quieres que crea que no eres un mujeriego pervertido! —Le encaro mordiendo su labio inferior, el que aun sentía el cosquilleo producido por el contacto.

Deseaba poder vengarse o por lo menos librarse, para ella ya era suficientemente humillante haber sido dos veces atrapada por el mismo chico si ser capaz de hacer nada para evitarlo. Pero todo estaba en su contra, por los intentos de golpearlo con anterioridad sabía que si  volvía a tratar de hacer algo parecido seria detenida, esquivada o en el peor de los caso se repetiría lo de hace unos segundos atrás. Sin saber qué hacer y cuando sus esperanzas de poder hacer frente a aquel sujeto estaban disminuyendo, una idea surgió.
—Es decir… yo… ¿Qué esperas de mi si nunca... — La chica bajo la mirada volviendo a morder su labio inferior y removiéndose algo nerviosa. Dio algunos pasos en dirección al castaño si levantar la vista en ningún momento.
Una vez se encontró más cerca y frente a él, alzo nuevamente la mirada para encontrarse con los heterocromos ojos del chico. Sus mejillas aun mantenían el rojizo color producido por el beso anterior y junto a su mirada vidriosa le daban una apariencia inofensiva, la que contrastaba con su duro semblante usual.
Lentamente alzo su mano atrapada, confiada en que el chico se encontraba lo suficientemente concentrado en sus movimientos para permitírselo, llevándola finalmente a la corbata del contrario, la que jalo un poco hacia abajo obligándolo a curvear su espalda para quedar más cerca de su rostro.
—Y-yo...¿No te sientes algo mal p-por hacerle eso a una chica? --Susurro llevando con cuidado su mano libre a la mejilla del castaño, acariciándola unos segundo con las yemas de sus dedos mientras sus labios se acercaban más y más. — Tu…

¡Paff!

El sonido seco de la palma de su mano estrellándose contra la mejilla del chico se alzó invadiendo cualquier silencio que pudiese existir en aquella calle que era testigo de la extraña discusión.
Aprovechando el momento de cercanía, la  rubia en un rápido movimiento había abofeteado con toda la fuerza al poseedor de su primer y segundo beso.

—¡Tu!… ¡Tu!... ¡Maldito pervertido acosador! ¡Te pondré una orden de restricción! ¡Una en donde te exijan a estar mínimo a 2 metros de distancia de donde yo me encuentre! —Grito dando algunos pasos hacia atrás para alejarse de él.
—¡Idiota! ¡Imbécil! ¡Muere de una vez! —Continuo profesando insultos hacia el castaño, pero sin despegar sus ojos de él, no se arriesgaría a una nueva acción impredecible por la parte del castaño… tal vez ahora si se rendiría, o eso esperaba.
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Mensaje por Dan Foster Miér Feb 17, 2016 10:47 am

¿Estaba disfrutando ese momento? Si, demasiado.

Si me miraba en retrospectiva desde mi infancia me podría considerar alguien infantil, incluso desde antes de que pasara todo lo que me llevaba a este momento yo me consideraba como alguien del tipo juguetón más que nada, pero era por ese motivo alguien infantil. Por ello mismo cada vez que hacia rabiar un poco más a la rubia algo en mí se removía lleno de diversión. Aunque nunca me contemplaba a mi como alguien malicioso del todo, aquella chica que cada vez me lo ponía más fácil y más divertido hacia que no pudiera evitar el molestarla, porque ella era del tipo que se dejaba picar y perdía los estribos con facilidad, si, lo notaba con tanta rapidez como ella se molestaba, de un carácter aun peor que el mío.

Negué con el rostro ante sus palabras despectivas en contra de mi persona mientras una sonrisa se comenzaba a dibujar ampliamente en mi rostro. –No creo lo que dices, porque te la pasas diciendo que solo me fijo en mi apariencia, cosa que significa soy atractivo para ti, tal vez como un dios griego y no te culparía, después de todo soy un ser perfecto y absoluto. –comente mientras la miraba con una sonrisa de lado. Era sencillo saber que ella solo quería molestarme a mí pegando en mi vanidad. Pero eso era imposible, después de todo no podía considerarme a mí mismo como alguien desagradable, no después de que la mayoría de miradas femeninas se posaban en mí mientras caminaban aun lado de nosotros y claro que se lo echaría en cara apenas tuviera la oportunidad de hacerlo. Y aún más fue mi sorpresa al escucharla hablar sobre nuestra diferencia de fuerza. La verdad es que era al menos para mí bastante obvio que había una diferencia considerable, desde que había esquivado todos sus ataques y aun así nunca me dañaría con una sartén. –No deberías decir aquello tan a la ligera, no me retes que soy un león cazando a su presa y créeme que me gustan los retos. –comente mirándola con una amplia sonrisa, lleno de confianza en mí, porque claro, sabía que había una diferencia entre nosotros, una verja difícilmente ignorarle e incluso ella tenía que admitirlo.

Ladee el rostro al escucharla sintiendo que mi diversión desparecía por unos instantes mientras negaba con el rostro y dejaba salir una carcajada ante la forma de referirse a mí. – ¿Crees que con ello se alejarían? La mayoría de las mujeres que me observan solo esperarían que me acercara a ellas y las besara de la forma en que he hecho contigo, lástima que no tengan tanta suerte como tú, no soy del tipo de va por la vida besando a cualquier chica, eres una excepción. –comente en un susurro ya que me había acercado a ella desde el momento que comenzara a hablar y alejándome al terminar mirándola. –Además ¿ojos navideños? ¿No se te ocurrió algo mejor? –pregunte burlándome de su apodo poco original, después de todo mis ojos habían dejado de ser un complejo desde que cumpliera los quince años. –Pero es que no todos son yo. –comente con voz neutra sin ningún dejo de amenaza, solo el sonido ronco de mi voz, aquel tono que había echo a otros acobardarse, pero ella parecía no notar el peligro de estar tan cerca de mí, porque al parecer algo estaba mal en aquella chica que no notaba el tipo de situación en que se estaba metiendo en aquellos momentos. –Podría caer aún más. –admití encogiéndome de hombros, no me importaba como me viera aquella chica, porque después de aquel día probablemente no volvería a verla en mi vida, así que ¿a quién le importaba si quiera lo que pensara? –Pero tranquila, lo que pienses de mí no me quitara el sueño. –aquella sonrisa de vanidad tan bien entrenada que tenia se posó en mi rostro. Y aunque no quiera admitirlo me estaba permitiendo demasiadas libertades con ella, como el hecho de mostrarle aquel lado que solo me permitía a mí estando con alguien de confianza. Ella estaba sacando no lo peor o lo mejor, solo sacando a relucir mi verdadera forma de ser. Peligroso.

Al escuchar las palabras de la chica algo se removió en mi conciencia por más ropa de buena procedencia que uses, en el fondo, solo seguirás siendo un vago inhale y exhale con fuerza. Aquellas palabras me hacían recordar demasiado a cierta persona a quien había estado tratando de olvidar en los últimos años, pero aquello no hacía sino dificultarme un poco más el hecho de hablar con aquella chica de ojos casi violetas. –Tienes razón. –mi respuesta fie sencilla y rápida. –Pero lamento decirte que te equivocas conmigo. –mi voz salida aun en tonos neutros sin vida ni color, no con el afán de llevar la contra, no, solo con la intención de hacerla saber, de que entendiera que estaba en una situación de peligro, que notara el hecho de que yo era peligroso en aquellos momentos para ella. Porque al parecer su glándula de supervivencia estaba dañada, peleando por ahí conmigo como si tuviera alguna posibilidad en cuanto me pusiera serio.

Escuchando las quejas de la chica mientras jalaba de ella solo hacía que sintiera demasiado ridícula aquella situación, claro que ella había sido la única chica a quien había beso de esa manera sin siquiera conocerla. – ¡Porque nunca había conocido a una chica tan bruta como tú que ataca a alguien antes de pedir una disculpa! –solté finalmente lleno de molestia, pero al momento sentir como me golpeaba con su “arma” hizo que mi vena explotara dándome vuelta y destruyendo la misma al cortarla con mi mano libre ahora transformada en un hacha. Y finalmente con la unión de nuestros labios.

Esto estaba mal, demasiado mal.

Escucharla de aquella manera como si estuviera indefensa, eso no se lo creía ni la señora que pasaba ahora junto a nosotros, claro que no. – ¿Por qué debería sentirme mal? –comente mirándola con frialdad, aun así dejando que ella me guiara de alguna forma mientras jalaba de mi corbata. Una sensación de desconfianza crecía en mi interior y al mismo una clase de hipnosis se hacía presente en mi mente, al menos el tiempo justo para que ella pudiera golpearme sin yo poder evitar el golpe en esta ocasión.

Un montón de miradas sobre nosotros, aquella escena parecía como una pelea de enamorados, y por eso mismo la mayoría de la gente nos ignoraba de forma monumental o solo nos daba alguna miradilla curiosa. El morbo de la gente era sorprendente en aquellas situaciones.  Me lleve la palma de la mano a la mejilla mirando aun desconcertado a la rubia y un nuevo suspiro. Trataba de tranquilizarme para no cometer ninguna tontería en aquellos momentos, demasiado humillado como para poder evitar ese momento apreté los puños y negué con el rostro dando un paso al frente con una velocidad sobrehumana impulsando electricidad en mis extremidades y tomando nuevamente la muñeca ajena y jalando de ella. –Bueno ya debes estar satisfecha, has hecho una escena de drama en una avenida totalmente transitada, y si a ti no te apena hacer el ridículo a mi sí. –comente lleno de una especie de enojo, mi voz había dejado de ser neutra para convertirse en algo oscura y molesta mientras jalaba de la chica sin voltearme hacia ella. Por alguna razón no quería vengarme, no aun. Me adentre en un callejón lejos de la vista pública acorralándola contra una pared y atrapándola colocando mis manos a los lados de ella observándola. –bueno… ¿Cómo piensas compensarme? –pregunte mirándola fijamente con una expresión carente de emoción, solo posando mis ojos en los ajenos y quedándome atrapado con aquel tono violeta demasiado llamativo.
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Mensaje por Lair Crawford Dom Mar 27, 2016 11:51 am

Los ojos de la chica se abrieron con sorpresa cuando sintió el calor proveniente de su mano a raíz del golpe propinado al ególatra chico.

«¿Funciono?… ¡Funciono!»

Exclamó mentalmente al darse cuenta que su improvisada táctica había funcionado, sintiéndose en cierta forma orgullosa, al fin había logrado su cometido luego de incontables fallas. Las miradas de las personas pareció detenerse unos segundos en ellos, guiados por el sonido de del golpe, mas luego de esto volvieron a su rumbo normal intentando pasar por alto el incidente. La mayoría de los espectadores deseaba no interponerse en una pelea que parecía ser de un par de escandalosos enamorados, y los que pensaron en interceder prefirieron mantener las distancias y no involucrarse en problemas que no les concernían.
—¡¿Eres idiota?! ¡Nunca había conocido un chico tan enfermo como tú que besa alguien sin siquiera conocerla! ¡ Y claro que deberías sentirte mal! ¿Por qué no deberías sentirlo? ¿Realmente crees que fue algo bueno? Menudo bastardo… Espero eso te enseñe.

La chica comenzó a dar algunos pasos atrás sin despegar su vista del castaño. Debía prepararse para cualquier tipo de represalia que este intentase, quería estar preparada. A pesar de su sentimiento de inquietud por la venganza que podría toma el chico, no pudo evitar dibuja una divertida sonrisa en su rostro cuando este llevo una de sus manos a su mejilla golpeada mientras la miraba con desconcierto. Aquella imagen le estaba dando una gran satisfacción personal a la rubia, una que no podía ocultar.
El goce personal de Lair se detuvo casi al segundo de que aquellos pensamientos cruzaran su cabeza, cuando a una velocidad que creyó imposible el castaño se acercó a ella haciendo posesión de una de sus muñecas nuevamente.

—¿Escena de drama? — La confusión de la chica se dejó reflejar unos momentos en su rostro cuando al darse cuenta de la situación comenzó a observar su entorno.  Bajo la vista y apretó los puños avergonzada por sus actos, la gente la había visto realizar aquella indecorosa escena.
—¿A ti te apena? —Cuestiono recobrando su valor apretando un poco la mandíbula para intentar contener su ira — ¿¡A TI TE APENA!? ¡No me hagas reír! ¡Adivina quién fue el que inicio todo esto! ¿No pensaste en el ridículo cuando me besaste, no? ¡Pues a mí no me importa hacer el ridículo si eso significa darte una lección! —Contesto casi gritando, pasando por alto el claro tono de enojo por parte del arma.

Cuando el chico comenzó a jalar nuevamente de ella intento resistirse sin éxito, a pesar de que no quisiera admitirlo el castaño tenía una fuerza que la superaba ampliamente, pero no por ello iba a rendirse.
Su recorrido termino cuando su espalda se encontró con una fría muralla. Alzo su vista para ver nuevamente los heterocromos ojos del chico, el que la tenía atrapada entre sus brazos, su cuerpo y la pared.
La oji violeta frunció el ceño y se cruzó de brazos apegándose más a la muralla para intentar mantenerse lo más alejada posible del molesto castaño.
—¿Recompensarte?... realmente estas demente. Dime una sola razón por la que debería hacer algo así ¿Realmente me veo como una de esas estúpidas chicas que podrían caer por ti y considerar esto como un halago? Por favor no me insultes así, de hecho si alguien se dejara llevar por ti lo consideraría un insulto a mi género. Ve a darle mi “suerte” a alguien más, yo lo considero como el segundo mayor infortunio de mi vida — Respondió  desafiante sin despegar sus ojos de los del contrario. En una situación normal se esperaba que la chica se encontrase aterrada, temerosa o por lo menos avergonzada, pero Lair era otro caso. La rubia parecía carecer completamente del sensor de peligro, o por lo menos así lo aparentaba, tal vez simplemente ya se encontraba tan acostumbrada que había olvidado como se sentía.

—Seré benevolente, si me liberas ahora de esta acosadora “prisión” me iré sin más y me asegurare de que nuestros caminos no se vuelvan a cruzar jamás, lo que sería beneficioso para ambos — Suspiro con cansancio para luego desviar su mirada en dirección a la salida del callejón. —Por otro lado si te niegas… comenzare a gritar que me estas violando o algo así y tu ridículo aumentara, de hecho ¡Hasta podrías acabar en prisión! ¿Quién dudaría de una indefensa chica? —Dijo juntando sus manos y llevándoselas cerca de su rostro intentando imitar una expresión de vulnerabilidad para luego volver a girarse en dirección al arma con su usual expresión de neutralidad— No sería una mala idea  —Murmuro dibujando una torcida sonrisa de orgullo—Entonces ¿Qué dices? Te parece una buena “recompensa” señor perfecto y absoluto —Pronuncio en un tono irónico intentando burlarse claramente del chico.

—Ahora aléjate y piérdete de mí vista si no quieres que esto termine peor, porque  para tu desgracia no soy ninguna presa y si alguien terminara cazando seré yo pero será para dejarte bajo tierra — Lo amenazó para luego intentar apartar uno de los brazos del chico con el fin de alejarse del lugar y de él. Aunque no lo sintiera ni lo expresara sabía que aquel chico representaba un peligro, pero no solo por el riesgo inminente de muerte si no porque era una amenaza para su bienestar mental. Aquel desconocido había sacado solo en unos cuantos minutos lo peor de su personalidad y la había humillado más que cualquier otra persona en toda su vida. Para evitar más malos momentos y proteger su dignidad había decidido que su solución era mantenerse lo más alejado de aquel ególatra chico que era capaz de dejar su mente en blanco.
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Mensaje por Dan Foster Miér Mayo 04, 2016 11:02 am

Me sentía ridículo, había estado evitando los golpes de aquella chica con suma facilidad durante todo ese tiempo, para que dé último momento hubiera permitido que le propinara una sencilla aunque eficiente bofetada, podía sentir un pequeñísimo ardor proveniente de la misma, y aun así lo consiguió, de las pocas veces que me había distraído tenía que ser aquella la que diera frutos para la chica.

Maldición.

Suspire cansado al escuchar sus palabras. ¿Cómo había terminado en este tipo de situación? Cierto, desde un inicio había sido culpa de aquella chica que no podía disculparse, todo aquello se habría evitado si la chica no fuera tan jodidamente orgullosa y supiera pedir una disculpa, pero nodo, claro que no, ella se había mostrado claramente indiferente, no solo eso, se había molestado. Y entonces yo… un nuevo suspiro y finalmente me pase una mano por el rostro con exasperación.  –Yo no estoy enfermo. –comente en un susurro mirándola fijamente, ya le había indicado en varias ocasiones que no era del tipo de chico que iba besando por ahí a una desconocida, ni siquiera sabía porque había echo aquello, ahora mismo comenzaba a sentirme arrepentido, no por los besos, esos habían sido increíbles. Era más bien porque aquella chica comenzaba a sacarme de mis casillas.  Apreté el agarre hacia la rubia. – ¿Qué yo comencé esto? ¿Yo? ¿Estas segura que no fuiste tú cuando me lanzaste al suelo sin razón? Ahí no te importo causar el ridículo ¿no? Pero claro, fui yo quien comenzó. Nos pudimos haber evitado toda esta charla, toda esta pelea si solo te hubieras disculpado en el momento exacto en que te chocaste conmigo, pero se nota claramente que tienes el jodido orgullo por los aires que ni siquiera eso puedes hacer. –comente tratando de hablar en un tono calmado, lo que claramente no logre dejando salir una voz molesta, un n tono exasperado y claramente molesto. Ella era molesta.

Golpe suavemente la pared con el puño cerrado sin poder contenerme por mucho tiempo más, mmi jodida suerte en el momento en que decidí que no atacaría a esa mujer cuando de echo tenía unas enormes ganas de hacerle daño y al mismo tiempo un sentimiento contradictorio nacía en mi interior sin permitirme del todo ceder ante mi instinto violento. Joder, me estaba confundiendo.

Resople con fuerza y desviando la vista de ella mirando hacia la calle, las pocas personas que por ahí pasaban ni siquiera se percataban de nuestras presencias. Una sonrisa se dibujó en mis rostro cuando voltee hacia ella mirándola aun con el ceño fruncido, a lo mejor me estaba volviendo bipolar. Separe mis manos de la pared por un momento solo para tomar las muñecas de la chica y elevarlas juntándolas con la pared mirándola aun con una sonrisa. Pues ella se lo había buscado a final de cuentas. Si yo me volvía el chico malo en la historia de alguien mas no importaría, porque no sería la primera ni la última vez que pasara. –entonces gritaras eso. –comente, una sonrisa aún más grande se amplió en mi rostro. –Vaya, creí que serias menos ingenua que eso. –Acerque mi rostro al ajeno con lentitud mirando los ojos de la rubia. Porque los cables de mi cabeza se habían desconectado hacia un rato, casi desde el momento en que había conocido a esa chica todo había cambiado. Pero era porque ella estaba loca, si, era eso definitivamente, esa mujer estaba completamente loca. No era mi culpa, era de ella que no sabía contenerse ni un poco. Su orgullo, su constante vanidad y egolatría la estaban convirtiendo en una persona sumamente molesta, y claro ahí estaba yo, por alguna razón manteniéndome cerca de ella, cuando lo mejor que habría tenido que hacer era alejarme, y si lo hacía ahora mismo parecería que era por ella, y claro que no le permitiría ser la ganadora, porque mi orgullo también era inmenso.

Vale, entonces tú crees que me das una salida. –negué con el rostro apegándome un poco más a ella, mi mente seguía desconectada y mis acciones eran más un acto por inercia que no podía evitar por más que quisiera hacerlo, yo ya no quería tener nada que ver con ella, pero aun así por alguna razón no podía solo alejarme. Mire sus labios y después sus ojos.

Una mala idea.

No sigo órdenes de chicas irrespetuosas como tú. –comente sonriente antes de volver a acortar la distancia entre ambos y besarla como lo había echo ya una y otra vez. Mi mente se ponía en blanco y mi cuerpo comenzaba a reaccionar por sí solo, sintió como si una corriente eléctrica recorriera todo mi cuerpo, y la piel poco a poco se me ponía de gallina. Había dado los suficientes besos en toda mi existencia como para saber que los labios de aquella chica eran increíblemente irresistibles y que aquella electrizante sensación no era normal. Por culpa de esta chica me estaba perdiendo. Tal vez si debería escucharla por una vez ceder ante mi orgullo y alejarme de ella, porque estaba claro que solo terminaría obsesionándome con aquellas sensaciones que en aquel momento comenzaban a embargar mi cuerpo.
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Mensaje por Lair Crawford Lun Mayo 09, 2016 11:32 am

La chica poso su mirada en los heterocromos ojos del castaño dejando entrever su clara molestia. Su ceño se frunció y una mueca de disgusto se dibujó en su rostro ante las palabras del contrario ¿Por qué todo lo que aquel chico decía tenía que hacer que su enfado se manifestase?, era un misterio.

—¿Qué no estas enfermo?... Analiza un segundo la maldita situación y los acontecimientos del día. ¿Quieres que crea que no andas besando por ahí chicas desconocidas? Pues lastima, la verdad es que no me importa en lo más mínimo, pero es imposible que sea capaz de confiar en tus palabras. —Soltó con impotencia por verse restringida aun de movimiento sin entender que es lo que pasaba por la mente del arma.— Intenta usar tu cabeza por una vez en tu vida, con dos simples preguntas podría contrarrestar cualquier tipo de protesta a mi argumento de que solo eres un maldito mujeriego pervertido. —Dijo con seguridad enfrentándose una vez más a la intensa mirada del contrario, la que parecía tan cabreada como la de ella. El enigma era: ¿Por qué si le molestaba tanto se negaba a liberarla y alejarla para siempre de su vida? Aquello seria seguramente lo mejor para los dos, pero al parecer el orgullo seguía al mando.

—¡El que tiene el maldito orgullo por los aires eres tú, idiota!— Respondió a su acusación alzando la voz más de lo que tenía presupuestado —Te recuerdo que el que choco conmigo fuiste tu ¿Por qué debía rebajarme a acusaciones falsas? ¿De verdad esperabas una disculpa luego de tu maldita actitud? Pensé necesitabas que alguien te pusiera en tu lugar y mentiría si digiera que me arrepiento de mis acciones.— Confeso desafiante —Tal vez si fue una reacción exagerada, pero eso no justifica tu acoso sexual en plena calle, además si no querías seguir discutiendo y ahorrarte toda esta absurda discusión ¡Simplemente podría hacerme caso y alejarte de una maldita vez!— Sus palabras tenían cierta verdad, sus personalidades parecían chocar con cada palabra que pronunciaban. La razón y prudencia parecían exigir una separación instantánea para evitar más posibles daños, pero ambos implicados parecían querer hacer oídos sordos a aquella instintiva advertencia.

El seco sonido del golpe a la muralla vino seguido de un tenso silencio. La chica se mantuvo quieta intentando no mostrar ningún signo de intimidación mientras en su mente aun intentaba buscar alguna forma de zafarse de aquella incómoda situación. Adentrándose en los recuerdos de su vida, la ojivioleta no recordaba haberse encontrado tan cerca de ningún chico antes como ahora lo estaba con aquel desconocido, nunca lo había permitido. Y ahora, en menos de dos horas había sido besada y arrinconada contra una pared sin consentimiento alguno. Maldecía el momento en el que su fortuna la había llevado a chocar con aquel hombre.

Una de las cejas de la chica se alzó dejando ver su confusión cuando el castaño dibujo una sonrisa en su rostro.
«Como odio no saber lo que pasa por su cabeza» Se quejó internamente mas sus pensamientos fueron interrumpidos cuando, antes de que pudiese siquiera notarlo, el chico aprisiono sus dos muñecas para luego colocarlas sobre su cabeza. El asombro en el rostro de la ojivioleta no se hizo esperar, para luego darle paso al enfado. Frunció el ceño intentando hacer frente a aquel sujeto que parecía no conocer el significado de espacio personal.
—¿Menos ingenua? No sé de qué maldita sea estás hablando, pero ¡Ya aléjate de mí! ¡¿Qué rayos crees que estas haciendo?! ¡Suéltame de una maldita vez!— Jaló de sus manos hacia abajo y sacudió su cuerpo para liberarse, pero fue inútil. Intentó mantener su expresión de neutralidad, tratando que quitarle por lo menos el gozo de verla derrotada, pero todos sus esfuerzos fueron en vano en el momento en el que el arma volvió a acercar su rostro. La rubia desvió la mirada apegándose aún más a aquella muralla para alejarse lo más posible de él.
El chico se encontraba tan cerca que cuando este volvió a hablar su aliento cálido chocó en el rostro de la técnico. La chica que aun luchaba tanto por liberarse como por mantener su juicio mental ante tal situación se volvió a armar de orgullo para volver a enfrentar a su ahora opresor.
—Una salida benevolente, más te vale no la desperdicies no suelo ser tan piadosa con los bastardos inútiles… aun estas a tiempo así que…— Sus palabras se vieron interrumpidas cuando sintió como el cuerpo del chico se pegaba aún más al suyo provocando que una sensación de electricidad atravesara su espalda. Aquello estaba mal, muy mal.
—Detente…— Logro formular casi en un murmullo sintiendo como todas sus defensas volvían a caer. Sus mejillas comenzaron a arder manifestando de este modo sus sentimientos de vergüenza, nerviosismo y desconcierto, se sentía débil.

«Tiene que detenerse… debe hacerlo»

rogó en su mente mientras mordía ligeramente su labio inferior, no quería admitirlo, pero en aquellos momentos se encontraba completamente inmovilizada y a la merced de aquel desconocido.
Sus plegarias no fueron escuchadas, y en el instante en que a sus oídos llego la respuesta del castaño supo cómo iba a terminar aquello. Sus ojos se cerraron con fuerza en el momento en el que sus labios se volvieron a encontrar con los del impaciente castaño.

«Blanco… todo vuelve a quedar en blanco»

Se lamentó internamente sin poder ni ser capaz de reaccionar. Cerro los puños con fuerza dejándose guiar por aquel nuevo arrebato del arma sintiendo como el calor comenzaba a invadir su rostro invalidándola por completo.  Luego de algunos segundos eternos para la rubia, en un instante de lucidez y movida por la falta de oxígeno, tuvo el aclaramiento mental necesario para entreabrir su boca y atrapar con fuerza el labio inferior del chico con sus dientes. El sabor metálico de la sangre provocado por la mordida le permitió un momento de desconcentración para idear la forma de hacer que el arma se diera cuanta de la situación a la que lo estaban llevando sus imprudentes actos, los que partieron solo como una forma de humillarla.

—¿Cuál es mi nombre?— Murmuro con dificultad aun sobre los labios del contrario cuando se produjo aquella ligera separación provocada por su agresión. Aquella pregunta era su sentencia y argumento final a la defensa del castaño a que “Él no hacia ese tipo de cosas con chicas desconocidas”, entonces ¿Qué era ella?, Por un segundo se sintió mal. Cerró sus labios con fuerza y abrió sus ojos para observarlo de manera acusadora. Era consciente de que su rostro debía estar sonrojado producto del esfuerzo. Sus vidriosos ojos que no le permitían enfocar como deseaba no le ayudaba para nada, sin contar el sonoro y rápido latido de su corazón que estaba casi segura que el chico podía sentir, después de todo estaba lo suficientemente cerca para que ambos pechos estuvieran en contacto. En otras palabras, no podía estar ofreciendo una peor imagen. La chica solo deseaba escapar, arreglar aquella indigna imagen y deshacerse de una vez por todas de aquel castaño que había sido testigo de su peor lado.

A pesar de que debía sentirse furiosa y embargada en ira, en aquellos momentos solo se sentía avergonzada y sin fuerzas, casi podía sentir que lo único que aun la mantenía de pie era el agarre que comenzaba a lastimar sus muñecas. Bajo la mirada rompiendo el contacto visual.

«Al final termine sirviéndole como todas las demás…Es suficiente».

—Aléjate…Hablo enserio—dijo con frialdad, si lo que había buscado era hacerla sentir humillada pues ya lo había conseguido. Alzo una de sus piernas para patearlo con la intención de apresurar su orden. Sus ojos se volvieron a encontrar, pero esta vez había logrado recobrar su fuerza, no lo dejaría volver a ver su lado débil, o por lo menos daría todo para que así fuera.
—Tenías razón, podías caer más bajo.
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Mensaje por Dan Foster Sáb Jun 25, 2016 3:51 pm

Noto que aquello estaba claramente mal, pero aun así no tenía idea de cómo salir de esa situación, aquello era el momento más comprometedor e incomodo que había pasado en su vida; claro que sin mencionar los besos, esos los repetiría sin que le obligaran, pero la verdad de todo aquello es que no se sentía con la capacidad de continuar con aquella disputa sin hacer nada que lo arrastrara más profundo.

Uno, dos, tres, cuatro… y así sucesivamente comenzó con la cuenta regresiva en su cabeza, la verdad es que esta chica lo sacaba bastante de sus casillas. De hecho nunca había tratado con una criatura mas testaruda y molesta que aquella, pero ahí estaba el tratando de racionar con una persona de mente cerrada. –Guarda silencio de una vez. –pidió en un susurro amenazante. Se estaba hartando y claro que los argumentos de la chica no eran para nada ciertos, aun así el le había dado toda la razón para que dijera aquellas cosas, después de todo no tenía mucho con que rebatir ella no le conocía de nada, ella no sabía que él prefería mil veces la soledad que la compañía de una persona que resultaría ser más molesta que el ruido de sus propios pensamientos, ella no sabía nada de eso y no tenia porque saberlo, tampoco había una razón en particular para quedar bien con ella, y aun así lo que más quería era que ella no lo considerara un mujeriego. La razón  no estaba para nada clara en su cabeza, de hecho hasta ese momento no se había dado cuenta de que era eso lo que quería.

Finalmente la soltó y se llevo una mano al rostro con frustración. ––Tan testaruda. –comento finalmente mirando hacia otro lado y observando el rostro de la chica con mucha molestia y volvió a acorralarla colocando las manos a sus costados pero sin tomarla nuevamente, solo aprisionándola con su cuerpo y observándola con un rostro serio. ––Bueno creo que ya quedo claro entonces que los dos somos obstinados. –comento frunciendo el ceño. Su mano había comenzado a doler de forma poco significativa, de echo prácticamente el dolor había sido lo de menos hasta ese momento, momento en que se había relajado un poco su cuerpo. Su mente se había quedado en blanco después de aquel nuevo contacto con ella ¿Por qué simplemente no se podía contener de aquello? Era como si de alguna forma su cuerpo dejara de obedecerle y una parte irracional de si mismo actuara por impulso, seguramente se trataba de la pequeña locura que aun albergaba en su cuerpo, lo había notado en el momento exacto en que se hubiera encontrado en un principio con ella. Esta mujer lo iba a volver loco, ella definitivamente tenía esa capacidad. Pero después de la mordida por parte de ella, sus palabras fueron como un balde de agua fría. ¿Cuál era su nombre? No tenía ni idea, tampoco es como si importara en realidad, después de todo no se volverían a ver ¿no? Y aun así estaba ahí sintiéndose como un idiota por no saber quién era ella.

Se quedo callado por lo que le pareció una eternidad, ella le miraba esperando una respuesta y era claro que no la obtendría porque él no sabía nada de la contraria. Le miraba de una forma tan acusadora que un sentimiento de culpa comenzó a invadirle. ¿Por qué tenía que pasarle justamente en aquel momento? Normalmente no se sentía ni un poco mal por joder el día de alguien de alguna forma, pero aquello de verdad que le estaba molestando de alguna manera, manera que el mismo no podía terminar de descifrar. ––Tienes razón, las cosas no pintan para nada a mi favor, ni siquiera te conozco y ya te tengo acorralada en un callejón y te bese varias veces, sin lugar a dudas son un total patán, un pervertido y mujeriego. –comento enumerando los múltiples defectos que ella ya le había “encontrado” suspiro y se separo de la pared y la miro ofreciéndole con la mano que se marchara. –Y como sinceramente ya no tengo ánimos re rebatir te dejo marchar- la forma en que lo decía sonaba mas a que era decisión suya y para nada había influido  ella en aquel cambio de actitud, pero lo cierto es que ya no quería ver el rostro de ella, no porque le hubiera aburrido, no porque ya hubiera obtenido lo que quería de ella. Era porque sabía que mientras más tiempo pasara viéndola se sentiría aun mas y mas molesto por lo que decía, sentiría más ganas de volver a … No podía ni debía de terminar ese pensamiento, se sentía ya de por si jodidamente estúpido por el simple hecho de no poder irse de ahí., de no querer dejarla ir.

Suspiro y de nuevo se maldijo por lo siguiente que haría, tomándola de la muñeca la hizo girar una última vez hacia sí mismo y la miro de forma seria. ––Escúchame antes de que comiences a gritar un montón de idioteces. –Comento al vuelo y sin hacer pausa continuo. ––Vale no soy el mejor tipo del mundo, lo admito hasta cierto punto, tampoco tengo tacto y si mi orgullo me hace estúpido. –admitió sintiéndose cada vez mas avergonzado de sus propias palabras, después de todo jamás se había puesto a analizar su propia personalidad de una manera racional. ––Pero tengo que decirte, aclarar más que nada y pedir una única disculpa. Jamás había besado a una desconocida hasta ahora, así que discúlpame si te hice sentir como un objeto. No lo eres, y el hecho de que mis acciones fueran una contradicción en todo momento no te da derecho a llamarme de cuanta forma has hecho. Pero eso ya no importa porque mi imagen no se va a borrar de tu cabeza con la idea que te has hecho de mí. Solo quería aclararlo. –comento soltándola al fin y desviando la mirada, se encontraba avergonzado, más que eso se encontraba totalmente indefenso en ese momento, en el tiempo que llevaba  de vida no recordaba que se hubiera disculpado una sola vez, de hecho disfrutaba torturando a las personas con un montón de tonterías psicológicas. Pero claro ella no notaria que el castaño estaba indefenso a menos de que comenzara a atacarlo nuevamente con un montón de gritos sin sentido, al menos para él.
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Mensaje por Lair Crawford Dom Jul 03, 2016 3:58 pm

Su bajo nivel de tolerancia había sido sobrepasado hace bastante, más específicamente desde el primer contacto que había mantenido con aquel hombre que ahora era su captor. Es por ello, que cuando las palabras del castaño pidieron que guardara silencio su ira volvió a manifestarse. Frunció el ceño para luego apretar su mandíbula en búsqueda de contener, aunque fuese un poco, su reacción.
—Solo pides silencio porque sabes que tengo razón— Soló con enfado enfrentando al chico con la mirada.

Para su sorpresa sus palabras habían comenzado a hacer efecto, y como primera muestra de ello fue el hecho de que arma al fin libero sus muñecas. Instintivamente bajo ambos brazos para luego tocar con sus dedos aquella zona en donde aún era capaz de sentir el dolor punzante producido por el agarre. Mas esto no significo que el chico la dejaría ir, por lo menos no por ahora. Antes de que pudiera darse cuenta su preciado espacio personal volvió a ser invadido por el cuerpo de castaño, el que se apegó a ella conformando de esta forma su nueva jaula.

—¿Testaruda? No pienso aceptar eso viniendo de ti… Y aléjate de una vez, lo último que deseo es seguir estando tan cerca tuyo— Respondió con orgullo mientras esperaba alguna respuesta por parte del contrario, el que parecía inmerso en sus propios pensamientos.
El tiempo comenzó a pasar, segundos eternos en donde la chica de rubios cabellos esperaba por las palabras que le darían la victoria de aquella extraña batalla que mantenía con el desconocido. Sabia tenía razón, pero su herido orgullo deseaba que su “contrincante” lo aceptara, aunque esto pareciera casi imposible. En el poco tiempo que había compartido con aquel sujeto lo único que podía afirmar era que tenía un orgullo tan grande como su ego.

Contra todos sus prejuicios, el arma le dio la razón, aceptando de esta forma que se trataba de un “patán, pervertido y mujeriego”. En un primer momento su incredulidad solo le permitió abrir los ojos algo desconcertada, aquello no se lo había esperado. Una vez pasada su confusión inicial una sonrisa de orgullo se dibujó en su rostro. Era la segunda vez durante todo el encuentro con el chico que sentía satisfacción ¿Cuál era la primera? Sin duda cuando logro estampar su mano en la mejilla del contrario.
Era cierto que se alegraba de recuperar algo de libertad, pero en aquellos momentos no se sentía con todas las fuerzas necesarias para mantenerse en pie por si sola, por lo que, a pesar de que finalmente el chico le había concedido por lo que tanto había estado luchando se mantuvo pegada a la muralla.

Se cruzó de brazos para volver a observarlo con el ceño fruncido ante su despectivo gesto, hubiera rebatido pero sus deseos de alejarse de él eran más grandes que su impulso por responderle, por lo que simplemente lo dejo pasar.
—¿Esperas unas gracias por eso? Pues sigue esperando, pero está bien, diría fue un gusto, pero no es el caso, adiós. — Se despidió despegando por fin su espalda de la fría pared con el propósito de marcharse lo rápido que pudiera de aquel solitario callejón. Por alguna razón las últimas palabras del chico habían hecho que un extraño dolor se alojara en su pecho, aquella respuesta le daba la razón a sus silenciosas quejas de que solo la había sido utilizada.

«¿Por qué te sorprende, Lair? Era claro que solo eras una de sus tantas candidatas para pasar el rato… ¡Idiota!¡Idiota!¡Idiota! Es solo el imbécil más grande que hayas conocido y… que no volverás a ver… !»

Intentó ser positiva pero una mano detuvo su andar, obligándola a girar una vez más en dirección al castaño. Mentiría si intentara negar que aquello la había sorprendido.
«¿Qué es lo que quiere ahora?»  —Pensó cuando sus ojos volvieron a encontrarse con los del contrario mientras su cuerpo contra su voluntad comenzaba a temblar.
Tomó aire para tranquilizarse y volver con la que parecía una nueva contienda, pero el arma la detuvo, provocando que la ojivioleta lo fulminara con la mirada, él no era nadie para decirle que o no hacer. Iba a rebatir, pero las palabras y “disculpas” del chico la dejaron sin habla por unos segundos¿A qué venia todo aquello? ¿Por qué ahora?

—Debes estar bromeando… prepárate porque comenzare a gritar “un montón de idioteces” una vez más —Dijo con sarcasmo —¿No soy un objeto? Pues gracias por la aclaración, no me había dado cuenta… tal vez porque, oh, si… ¡Un idiota me utilizo para su beneficio! —Alzo la voz sintiendo como su ira volvía a dominarla —Y aun dices que no me da derecho… ¿Cómo quieres que te llame entonces? ¡¿Mereces que te llame de otra forma?! Pues yo creo que no, además hasta tú mismo lo has confirmado así que no le veo el problema de seguir con ello.— Suspiró para luego volver a enfrentarlo —Y si, tienes razón, mi idea de ti no cambiara y se mantendrá así por siempre puesto que no tengo la intención de volverte a ver nunca, pero gracias por tu intento de disculpa, supongo que tu orgullo no te permitía dejar que alguien tuviera tan mala imagen de ti.

Tenía la intención de continuar con sus reclamos, tenia aun tantas cosas que decirle, pero entonces el castaño soltó su mano provocando que su poca fuerza se desvaneciera. Antes de que pudiera enterarse de que sucedía sus piernas fallaron y en un intento por evitar la caída extendió una de sus manos para aferrarse a la camisa del arma sin mucho éxito. La rubia a pesar de todo, había terminado finalmente en el suelo. Habían sido demasiadas emociones en un periodo de tiempo tan corto.

Bajo la que aún se encontraba cogiendo la camisa del chico y Se arrodillo bajando la mirada para luego morder su labio inferior sintiéndose avergonzada. Lair Crawford se había desplomado frente a alguien ¿Es que su humillación frente al chico no acabaría jamás?. Intentó respirar para volver a conseguir algo de fuerza, pero no parecía tener mucho efecto.
—Tampoco me interesa saber sobre tus problemas de personalidad…— Murmuro intentando continuar sin alzar la vista para luego levantar una de sus manos e imitar el mismo gesto que el chico había utilizado hace solo unos momentos atrás. —No creas eso es todo pero... como sinceramente ya no tengo ánimos re rebatir te dejo marchar— Repitió esperando que el castaño la obedeciera por una vez y se marchara como ella solicitaba. Solo quería escuchar las pisadas que le dieran a entender que el extraño sujeto -de quién aun no conocía ni su nombre- se estaba finalmente alejando.

«No debí haber salido hoy de casa» Se lamentó observando el descolorido suelo.
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Mensaje por Dan Foster Miér Jul 06, 2016 3:14 pm

¿Por qué? ¿Por qué no se podía quedar callada solo una vez? No pedía demasiado, de echo hasta se había disculpado, algo que iba totalmente en contra de la naturaleza huraña de Dan, pero no, ella tenía que volver a hablar, a reclamar. Se suponía que solo aceptara la disculpa y se marchara, así el peor día para ambos se terminaría y no tendrían que volver a verse. Suspiro y se llevó una mano tabique de la nariz observándola, tenía que quedarse callado, callado y no responder, dejar que se marchara y así escapar de aquella constante interrogante del porque no quiera hacerlo. Levanto la vista al cielo exasperado y después la bajo para mirarla nuevamente con cara de póker, como si todo aquello que dijera en su contra en realidad no le estuviera molestando de tal manera que sentía ganas enorme de volver a besarla para que se callara. Aunque claro esa jamás sería la mejor idea.

¡Jamás te utilice para mi beneficio! –Grito finalmente alterado, se había tratado de controlar en toda la medida posible no aumentando el tono de su voz demasiado, pero hasta ahí había llegado toda la paciencia que le habían conferido los dioses. –Acabo de confirmar algo si, y confirme que jamás había hecho algo similar en mi jodida vida. –comento aun a gritos, aunque poco a poco se relajaba un poco más. De hecho probablemente comenzaría a gritar más a menudo, definitivamente le tranquilizaba más hacer eso que golpear objetos inanimados o asesinar a personas.

Finalmente se recompuso, ya no pelearía, la dejaría ir en aquel momento, que fuese su voluntad, Dan tenía un orgullo que mantener, pero su orgullo no radicaba en el ganar todas y cada una de las peleas, si no en evitar las mismas lo más posible, aquello requería de demasiada energía y sinceramente no ganaba lo suficiente como para hacerlo. –Nada me gustara más que no volver a cruzarme contigo en la vida, créelo. –Comento mirándola con furia nuevamente contenida mientras observaba a la chica temblar. Debía de estar más furiosa que él. Pero le sorprendió menormente el ver como esta se derrumbaba frente suyo tratando de alcanzarla para que no cayese, pero estaba tan enojado, tan distraído por ello que nunca imagino que ella fuera a caer en cualquier momento. Se agacho un poco tomándola en brazos a pesar de que ella lo echaba nuevamente. No pensaba dejarla ahí así como si nada.

Si aún no es todo, entonces será mejor que te desahogues, cuando no puedas verme de nuevo te arrepentirás. –comento levantándola en brazos ignorando cualquier cosa que ella pudiera decir, no estaba en condiciones de hacerlo de todas maneras. Paso uno de sus brazos por la espalda ajena y la coloco en su cabeza apegándola a su pecho y con la otra la tomo por las piernas, de esa manera oculto un poco el rostro de la chica entre su mano y su pecho, por aquel día ya la había echo pasar por un montón de vergüenzas y estaba seguro que aquello le afectaría de enorme manera si la dejaba así. Así que sin más solo comenzó a caminar fuera del callejón. Lo mejor sería llevársela de ahí o terminarían siendo mal vistos por la gente quienes de por sí ya les habían echado miradas curiosas. No estaba de ánimos para aniquilar a toda una calle de transeúntes, mucho menos para seguir discutiendo, por eso a partir de ese momento aplicaría a un pequeño voto de silencio y no hablaría más de lo necesario para no volver a enfurecer a aquella mujer que le resultaba en lo más molesto que le había pasado en la vida.

Escúchame y hazlo correctamente en esta ocasión. –comento sin mirarla saliendo a la calle que se veía inundada por el color rojizo del sol cuando está a punto de ocultarse para dar paso a la noche. –No tengo intenciones de seguir peleando, además es obvio que tú tampoco. Y a pesar de lo mucho que nos detestamos claramente el uno al otro… tendrás que pasar un rato más conmigo, al menos hasta que estés en condiciones para alejarte sola. –comento y después suspiro. –No digas idioteces como que estarás bien sola, porque no, no lo estarás. Así que solo por tu bien y el mío, y nuestra sanidad mental quedémonos relajados por un momento. ¿Bien? –pregunto mirándola ya un poco exasperado. Y después levanto una ceja colocando un rostro serio. –Por cierto soy Dan. –finalizo mientras continuaba caminando en busca de un lugar tranquilo lejos de miradas curiosas.
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