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Of Witches and Lost Ones... [Privado Robin]
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Of Witches and Lost Ones... [Privado Robin]
-No te creo. No te creo para nada, viejo. Dicen que apenas pones un pie dentro de esa zona te conviertes en una rana, ¡Y por toda la eternidad!-
-Yo escuché que ni siquiera es parte de este mundo. Es algo completamente diferente, como otra dimensión.-
-¡Pero yo sí he estado ahí, se los digo! Fue para un encar-…-
-Amigos, si hay alguien que puede corroborar su historia, ese soy yo. Porque yo también he estado en el reino de aquellas a quienes llaman brujas.-
Y con eso el grupo de hombres con pinta de guerreros mal pagados o mercenarios de poca monta estallaron en una estruendosa carcajada, luego de que se hubieran tomado unos cuantos segundos para analizarme con la mirada. A mi, al recién llegado. Habían pasado ya un par de horas desde que ingresara a ese bar con una identificación falsa que ni siquiera necesité, porque nadie me pidió una. El establecimiento no era nada del otro mundo, por completo trabajado en madera incluyendo sillas y mesas, que le daban ese aire a taberna de edades antiguas, pero que de cierta manera tenía su encanto propio. El cantinero limpiaba uno de los jarrones para beber cerveza y pude percibir que me dirigía una simple mirada para luego enfocarse en lo suyo. Había toda clase de personajes sentados en las varias mesas y también en la barra, desde un tipo enorme con un parche en el ojo y que tenía lo que parecía ser una espada colgando de su cinturón, hasta un grupo de adultas y atractivas mujeres que estaban sentadas en una de las esquinas del salón, riendo mientras el humo de sus cigarrillos salía cual chimenea. Y claro, también estaba el grupo al que había decidido acercarme luego de haber estado escuchando su conversación desde la barra por algo más de diez minutos. Eran tres hombres en total, dos de ellos parecían haberse animado bastante por el alcohol consumido, mientras que el tercero, aquel que aseguraba haber llegado al territorio de las brujas, se mantenía más calmado aunque igualmente alterado pero porque sus amigos no le creían. -Mocoso, no creo que ni siquiera tengas edad para estar rondando en este lugar.- Y soltó una nueva carcajada antes de tomar un destacable trago de su vaso. Sonreí de lado mientras robaba una silla vacía de una de las mesas cercanas y la ubicaba en la mesa de ellos, sentándome tranquilamente mientras daba un trago propio a mi bebida. -¿Qué están tomando? ¿Cerveza barata? ¡Cantinero, una ronda de Tarantula Juice para estos muchachos y yo!- Solté un pequeño suspiro casi imperceptible cuando el barman simplemente asintió con su cabeza. Para mi fortuna ese trago era algo que se seguía sirviendo y no había quedado solo en las películas del viejo oeste que solía mirar. Pero bueno, todo fuera por ganarme el favor de estos ineptos hasta que lograra dar con la información que buscaba.
Eso era, saber la ubicación exacta del Reino de las Brujas, como solían llamarle. Estaba consciente de que esta tal vez fuera la locura más grande que fuera a cometer en toda mi vida, incluso mayor que cuando decidí escaparme de casa junto a mi hermana bebé. Y, sí. Eso se trataba de ella solamente. Porque si podía llegar a este ese territorio, tal vez podría dar con ella, o tal vez alguna pista de dónde podría encontrarse, de saber si podría volver con nosotros, de-… De saber si siquiera estaba viva. -Vamos, cuéntales como llegar a ese lugar con exactitud, y yo te diré si estás mintiendo o no.- Nuevamente me permití ofrecerles una sonrisa ladina mientras una mesera que no había visto antes llegaba con una bandeja en mano, cuatro vasos pequeños con el trago que había pedido en la misma. Los extraños sonrieron y aceptaron sin quejas a pesar de que uno de ellos, nuevamente el tipo que quería que soltara su historia, me miraba con algo de duda.
Pero solo fue eso, una mirada de duda, antes de que empezara a relatar todo con la lengua aflojada por el fuerte alcohol. Y yo escuché atentamente, a pesar de que mi resistencia a tales bebidas fuera mucho menos, simplemente escuché con atención, asintiendo a sus palabras como si estuviera confirmando lo que en realidad yo no sabía pero deseaba conocer.
-Esto es todo lo que tengo, Lizzy.- El nombre de mi hermana siempre me daba un sabor amargo en la boca cuando terminaba de pronunciarlo, aún más si era con ese apelativo cariñoso por el que la habíamos llamado Alan, yo, y el resto de personas dentro del orfanato. -Esto es todo lo que puedo hacer por ti.- Solté un pequeño quejido mientras me movía con la mayor velocidad y delicadeza que podía sobre un muro medio derruido. Había terminado en un callejón sin salida, así que encaré hacia la única dirección posible. La oscuridad de la noche era algo a lo que mis ojos se habían acostumbrado, mientras la media luna se alzaba en lo alto del cielo con su característica sonrisa siniestra. Miré de reojo los extraños símbolos que se dibujaban en los muros de los edificios, que me hacían recordar mucho al laberinto de callejones que tenía Death City pero que, sin embargo, resultaban mucho más oscuros e intimidantes. Era así porque algunas de esas edificaciones terminaban por llegar a formas completamente irreales y que serían imposibles de construir, formas retorcidas que parecían dar mucho más peso a las palabras que me había dado aquel mercenario y cuya historia me había llevado hasta allí. Al llegar al final de aquel callejón, tuve que tragar saliva mientras finalmente cubría mi cabeza con la enorme capucha que poseía el manto negro que estaba usando para moverme protegiendo mi identidad. Sí, no era nadie conocido realmente, pero era lo mínimo que podía hacer. Porque, como había dicho, aquella era la mayor locura que se me podría haber ocurrido de realizar y por lo mismo no podía a traer a nadie más conmigo, ni siquiera a Alan. Seguramente estaba rompiendo unas cuantas reglas del Shibusen, pero eso no me importaba. No iba a llegar a ningún lado si seguía como lo había estado haciendo. No iba a cumplir el verdadero objetivo por el que me había unido a Shibusen. Fruncí el ceño cuando mi paso fue detenido por lo que parecían ser dos guardias o soldados, a juzgar por sus uniformes, los extraños cascos con la forma de la cabeza de un perro que portaban y las lanzas que habían usado para frenar mi avance. -¿Quién eres tú?- Arrugué un poco más el ceño en mi rostro antes de suavizarlo hasta dejar solo una simple sonrisa, mientras llevaba ambas manos a la tela que cubría mi cabeza y parte de mi rostro, dispuesto a retirarla. -Mi nombre es…- Lamentablemente en ese instante mi cabeza no logró llegar a una conclusión lógica, ¿Debería usar un nombre inventado? ¿Darles mi nombre real ya que eso no importaría demasiado? O tal vez… Tal vez no iba a llegar a ningún lado incluso al haber hecho una locura como esa, ¿Tan rápido iba a ser atrapado?
-Yo escuché que ni siquiera es parte de este mundo. Es algo completamente diferente, como otra dimensión.-
-¡Pero yo sí he estado ahí, se los digo! Fue para un encar-…-
-Amigos, si hay alguien que puede corroborar su historia, ese soy yo. Porque yo también he estado en el reino de aquellas a quienes llaman brujas.-
Y con eso el grupo de hombres con pinta de guerreros mal pagados o mercenarios de poca monta estallaron en una estruendosa carcajada, luego de que se hubieran tomado unos cuantos segundos para analizarme con la mirada. A mi, al recién llegado. Habían pasado ya un par de horas desde que ingresara a ese bar con una identificación falsa que ni siquiera necesité, porque nadie me pidió una. El establecimiento no era nada del otro mundo, por completo trabajado en madera incluyendo sillas y mesas, que le daban ese aire a taberna de edades antiguas, pero que de cierta manera tenía su encanto propio. El cantinero limpiaba uno de los jarrones para beber cerveza y pude percibir que me dirigía una simple mirada para luego enfocarse en lo suyo. Había toda clase de personajes sentados en las varias mesas y también en la barra, desde un tipo enorme con un parche en el ojo y que tenía lo que parecía ser una espada colgando de su cinturón, hasta un grupo de adultas y atractivas mujeres que estaban sentadas en una de las esquinas del salón, riendo mientras el humo de sus cigarrillos salía cual chimenea. Y claro, también estaba el grupo al que había decidido acercarme luego de haber estado escuchando su conversación desde la barra por algo más de diez minutos. Eran tres hombres en total, dos de ellos parecían haberse animado bastante por el alcohol consumido, mientras que el tercero, aquel que aseguraba haber llegado al territorio de las brujas, se mantenía más calmado aunque igualmente alterado pero porque sus amigos no le creían. -Mocoso, no creo que ni siquiera tengas edad para estar rondando en este lugar.- Y soltó una nueva carcajada antes de tomar un destacable trago de su vaso. Sonreí de lado mientras robaba una silla vacía de una de las mesas cercanas y la ubicaba en la mesa de ellos, sentándome tranquilamente mientras daba un trago propio a mi bebida. -¿Qué están tomando? ¿Cerveza barata? ¡Cantinero, una ronda de Tarantula Juice para estos muchachos y yo!- Solté un pequeño suspiro casi imperceptible cuando el barman simplemente asintió con su cabeza. Para mi fortuna ese trago era algo que se seguía sirviendo y no había quedado solo en las películas del viejo oeste que solía mirar. Pero bueno, todo fuera por ganarme el favor de estos ineptos hasta que lograra dar con la información que buscaba.
Eso era, saber la ubicación exacta del Reino de las Brujas, como solían llamarle. Estaba consciente de que esta tal vez fuera la locura más grande que fuera a cometer en toda mi vida, incluso mayor que cuando decidí escaparme de casa junto a mi hermana bebé. Y, sí. Eso se trataba de ella solamente. Porque si podía llegar a este ese territorio, tal vez podría dar con ella, o tal vez alguna pista de dónde podría encontrarse, de saber si podría volver con nosotros, de-… De saber si siquiera estaba viva. -Vamos, cuéntales como llegar a ese lugar con exactitud, y yo te diré si estás mintiendo o no.- Nuevamente me permití ofrecerles una sonrisa ladina mientras una mesera que no había visto antes llegaba con una bandeja en mano, cuatro vasos pequeños con el trago que había pedido en la misma. Los extraños sonrieron y aceptaron sin quejas a pesar de que uno de ellos, nuevamente el tipo que quería que soltara su historia, me miraba con algo de duda.
Pero solo fue eso, una mirada de duda, antes de que empezara a relatar todo con la lengua aflojada por el fuerte alcohol. Y yo escuché atentamente, a pesar de que mi resistencia a tales bebidas fuera mucho menos, simplemente escuché con atención, asintiendo a sus palabras como si estuviera confirmando lo que en realidad yo no sabía pero deseaba conocer.
-o-
-Esto es todo lo que tengo, Lizzy.- El nombre de mi hermana siempre me daba un sabor amargo en la boca cuando terminaba de pronunciarlo, aún más si era con ese apelativo cariñoso por el que la habíamos llamado Alan, yo, y el resto de personas dentro del orfanato. -Esto es todo lo que puedo hacer por ti.- Solté un pequeño quejido mientras me movía con la mayor velocidad y delicadeza que podía sobre un muro medio derruido. Había terminado en un callejón sin salida, así que encaré hacia la única dirección posible. La oscuridad de la noche era algo a lo que mis ojos se habían acostumbrado, mientras la media luna se alzaba en lo alto del cielo con su característica sonrisa siniestra. Miré de reojo los extraños símbolos que se dibujaban en los muros de los edificios, que me hacían recordar mucho al laberinto de callejones que tenía Death City pero que, sin embargo, resultaban mucho más oscuros e intimidantes. Era así porque algunas de esas edificaciones terminaban por llegar a formas completamente irreales y que serían imposibles de construir, formas retorcidas que parecían dar mucho más peso a las palabras que me había dado aquel mercenario y cuya historia me había llevado hasta allí. Al llegar al final de aquel callejón, tuve que tragar saliva mientras finalmente cubría mi cabeza con la enorme capucha que poseía el manto negro que estaba usando para moverme protegiendo mi identidad. Sí, no era nadie conocido realmente, pero era lo mínimo que podía hacer. Porque, como había dicho, aquella era la mayor locura que se me podría haber ocurrido de realizar y por lo mismo no podía a traer a nadie más conmigo, ni siquiera a Alan. Seguramente estaba rompiendo unas cuantas reglas del Shibusen, pero eso no me importaba. No iba a llegar a ningún lado si seguía como lo había estado haciendo. No iba a cumplir el verdadero objetivo por el que me había unido a Shibusen. Fruncí el ceño cuando mi paso fue detenido por lo que parecían ser dos guardias o soldados, a juzgar por sus uniformes, los extraños cascos con la forma de la cabeza de un perro que portaban y las lanzas que habían usado para frenar mi avance. -¿Quién eres tú?- Arrugué un poco más el ceño en mi rostro antes de suavizarlo hasta dejar solo una simple sonrisa, mientras llevaba ambas manos a la tela que cubría mi cabeza y parte de mi rostro, dispuesto a retirarla. -Mi nombre es…- Lamentablemente en ese instante mi cabeza no logró llegar a una conclusión lógica, ¿Debería usar un nombre inventado? ¿Darles mi nombre real ya que eso no importaría demasiado? O tal vez… Tal vez no iba a llegar a ningún lado incluso al haber hecho una locura como esa, ¿Tan rápido iba a ser atrapado?
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Fecha de inscripción : 25/05/2014
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Zerick Jericho
Re: Of Witches and Lost Ones... [Privado Robin]
La frase “El tiempo vuela” empezaba a tener un peso mucho mayor sobre el albino. No parecían alcanzarle las horas en el reloj para mantener un horario constante y organizado. En un principio, cuando había decidido empezar con esas visitas clandestinas a la Ciudad de los Muertos, tenía un horario que el mismo había planeado, estricto y con márgenes de error razonables, a manera de que si terminaba con algunos contratiempos, podría volver a su lugar de origen sin retrasos. Pero claro, todo es más fácil dicho que hecho, pues si bien el aclamado “horario” había funcionado bien unos pocos días, el resto de sus visitas eran… sencillamente caóticas; más de un gato había intentado asesinarlo hasta el momento (Y no exactamente por ser un brujo) y había terminado en manos de un hippie ecologista solo para verse obligado a acampar con más brujos totalmente extraños, claro, amigos del anteriormente mencionado. Aun así, el joven brujo no se quejaba en lo absoluto, después de todo también había hecho un montón de cosas por las que no se arrepentía ni un poco, cosas que le hacían pensar que el riesgo de salir cada día del territorio a hurtadillas valiera la pena, en efecto, incluso todas esas situaciones escabrosas en las que había terminado metido tenían su lado bueno, no podía negar que se hubiese divertido.
Así, después de un día más merodeando por la aquella ciudad prohibida para los de su raza había visto caer los últimos rayos del risueño sol con un único y alarmante pensamiento sonando en su cabeza “No debería estar aquí”, haciendo referencia a la hora y que tal vez, podría meterse en un lío si no estaba al menos en su territorio cuando la noche hubiese entrado del todo. A pasos apresurados se encontró a si mismo regresando a su lugar natal. No era nada de real riesgo, Aiko siempre podía cubrirlo, de hecho, sabía que lo haría sin lugar a dudas de ser necesario, pero su amiga nunca había estado de acuerdo con ese tipo de visitas y no quería ocasionarle más problemas.
El contraste entre el territorio de las brujas y Death City era brusco, al menos para alguien que había crecido en aquel lugar de calles oscuras y miradas cortantes. Cada que caminaba de vuelta en aquellos parajes bastante menos vivos que los de la Ciudad de los Muertos aquel pensamiento llegaba a su cabeza. No era que todos vivieran de fiesta en el otro sitio, simplemente era… una ciudad viva, con gente por todos lados haciendo cosas comunes, viviendo vidas… ¿comunes? Tal vez no tanto, pero no era un lugar fúnebre como lo era su hogar. Podía llegar a entenderlo, había leído lo suficiente, le habían enseñado un montón de cosas por las cuales repudiar la cuna del Shibusen, por las cuales temer, mirar siempre por encima de su hombro ante cualquiera que no fuera leal a su sangre. Gran parte de los habitantes de ese lugar tenían motivos de sobra, su propia historia personal que justificaba a la perfección el miedo y recelo en sus miradas, el mismo había sido capaz de ver todo esto en los ojos de su mejor amiga cuando, inevitablemente, su padre había terminado como otros miles de brujos y brujas. Aunque sabía todo eso… su entusiasmo por las armas y por Shibusen no disminuía, incluso, con algo de culpa, tenía que aceptar el estar considerando seriamente en inscribirse en dicha institución, aun si aquello contradecía su propia naturaleza. Él lo había visto en todas las visitas que había hecho últimamente, no eran personas siempre sedientas de sangre de bruja, la mayor parte simplemente deseaba vivir en paz, tal como muchos usuarios de la magia, su madre lo había dicho y el peliblanco creía fervientemente en ello. “Todos queremos vivir en paz”. Tal vez fue aquel pensamiento idealista el que logro que terminara haciendo lo que hizo.
Había tomado su forma animal para recorrer el camino hasta su hogar y así, poder moverse a hurtadillas y entrar de la misma manera, si bien ya en el territorio no tenía razones para esconderse, prefería evitar preguntas incomodas y siendo su animal característico tan pequeño, resultaba perfecto para moverse sin llamar demasiado la atención. Sin embargo se detuvo de golpe cuando escucho a algunos guardias hablar de forma amenazante (como solían hablarle a todo mundo) a alguien con una capucha bien puesta, obviamente sospechoso a vista de cualquiera. Lo miro unos momentos, negando suavemente con la cabeza “Hubiera sido menos obvio si entrabas con ropa normal” pensó con un leve suspiro. La gente extraña tratando de entrar a la ciudad no era nada nuevo, la mayoría quería cosas del mercado negro, o servicios un tanto “turbios” que solo podías encontrar de mano de una bruja. Aun así, si era alguien tratando de entrar de forma tan obvia, definitivamente era un novato en esos asuntos, se aseguró eso un par de veces a sí mismo “No es tu problema” se dijo sin dejar de mirar la escena, mientras preguntaban su identidad y el sujeto dudaba “Va a terminar en la prisión… o muerto” pensó con pesadumbre bajando las orejas, tratando de aferrarse al pensamiento de que simplemente no era su asunto… tendría que continuar, llegar a casa, cenar algo y tal vez leer un poco antes de irse a la cama, era un total desconocido, nada de su incumbencia.
-¡T-te dije que no te me adelantaras!-Exclamó tras, de un momento a otro, haber tomado forma humana, acercándose a la escena, palmeando la espalda del tipo que era un tanto más alto que él. Sostenía una sonrisa nerviosa y buscaba desesperadamente la mirada del contrario, casi suplicando que tuviera el sentido común suficiente para seguirlo en lo que estaba por hacer-La-la-las calles son engañosas ¿N-no es así? P-por eso no tenías que adelantarte…-La voz le temblaba y se mantenía sumamente tenso, miro por tan solo unos momentos a los guardias que ahora miraban un tanto confundidos la escena-¡B-buenas noches! Es amigo mío, no hay problema-Soltó tras toda esa pésima actuación, esperando que los guardias simplemente se retiraran, cosa que, obviamente, no hicieron-¿Y que si es tu amigo, niño? No tenem…-se detuvo cuando el otro le susurro un par de cosas-¿Lightwood?-Preguntó casi como si le sorprendiera, mientras el otro asentía, señalando levemente con la cabeza al peliblanco quien imitó el gesto, asintiendo también, tras dar un trago en seco. Logró relajarse un poco cuando ambos bajaron las armas, aún si ninguna había sido apuntada a él-¿Amigo? ¿De fuera? ¿Qué hacían afuera?-Preguntó aquel que lo habia reconocido con facilidad. Deseaba que la tierra se lo tragara, miro unos momentos a la causa de todo ese problema casi como si le rogara por un poco de ayuda-¡P-pociones!-Dijo de forma abrupta-¡E-estaba buscando Un par de plantas para practicar con las pociones y el joven lo hacia también… e-eh tenia algunas cosas raras y creo que pienso comprarlas pero necesitamos un valuador, i-íbamos rumbo al mercado pero se adelantó-Soltó, de forma atropellada y casi inentendible, solo para que un silenció tenso e incómodo se hiciera presente durante unos instantes en los que los guardias intercambiaron miradas… solo para finalmente asentir y abrir paso a los dos jóvenes-¡G-graciasQueTenganBuenaNocheAdios!-Soltó de golpe, antes de tomar una de las muñecas del contrario y jalarlo a paso apresurado, antes de que aquellos perros cambiaran de opinión. No tenía la menor idea de a quien acababa de meter a la ciudad ¿Se había vuelto loco? ¿Qué demonios acababa de hacer?
Así, después de un día más merodeando por la aquella ciudad prohibida para los de su raza había visto caer los últimos rayos del risueño sol con un único y alarmante pensamiento sonando en su cabeza “No debería estar aquí”, haciendo referencia a la hora y que tal vez, podría meterse en un lío si no estaba al menos en su territorio cuando la noche hubiese entrado del todo. A pasos apresurados se encontró a si mismo regresando a su lugar natal. No era nada de real riesgo, Aiko siempre podía cubrirlo, de hecho, sabía que lo haría sin lugar a dudas de ser necesario, pero su amiga nunca había estado de acuerdo con ese tipo de visitas y no quería ocasionarle más problemas.
El contraste entre el territorio de las brujas y Death City era brusco, al menos para alguien que había crecido en aquel lugar de calles oscuras y miradas cortantes. Cada que caminaba de vuelta en aquellos parajes bastante menos vivos que los de la Ciudad de los Muertos aquel pensamiento llegaba a su cabeza. No era que todos vivieran de fiesta en el otro sitio, simplemente era… una ciudad viva, con gente por todos lados haciendo cosas comunes, viviendo vidas… ¿comunes? Tal vez no tanto, pero no era un lugar fúnebre como lo era su hogar. Podía llegar a entenderlo, había leído lo suficiente, le habían enseñado un montón de cosas por las cuales repudiar la cuna del Shibusen, por las cuales temer, mirar siempre por encima de su hombro ante cualquiera que no fuera leal a su sangre. Gran parte de los habitantes de ese lugar tenían motivos de sobra, su propia historia personal que justificaba a la perfección el miedo y recelo en sus miradas, el mismo había sido capaz de ver todo esto en los ojos de su mejor amiga cuando, inevitablemente, su padre había terminado como otros miles de brujos y brujas. Aunque sabía todo eso… su entusiasmo por las armas y por Shibusen no disminuía, incluso, con algo de culpa, tenía que aceptar el estar considerando seriamente en inscribirse en dicha institución, aun si aquello contradecía su propia naturaleza. Él lo había visto en todas las visitas que había hecho últimamente, no eran personas siempre sedientas de sangre de bruja, la mayor parte simplemente deseaba vivir en paz, tal como muchos usuarios de la magia, su madre lo había dicho y el peliblanco creía fervientemente en ello. “Todos queremos vivir en paz”. Tal vez fue aquel pensamiento idealista el que logro que terminara haciendo lo que hizo.
Había tomado su forma animal para recorrer el camino hasta su hogar y así, poder moverse a hurtadillas y entrar de la misma manera, si bien ya en el territorio no tenía razones para esconderse, prefería evitar preguntas incomodas y siendo su animal característico tan pequeño, resultaba perfecto para moverse sin llamar demasiado la atención. Sin embargo se detuvo de golpe cuando escucho a algunos guardias hablar de forma amenazante (como solían hablarle a todo mundo) a alguien con una capucha bien puesta, obviamente sospechoso a vista de cualquiera. Lo miro unos momentos, negando suavemente con la cabeza “Hubiera sido menos obvio si entrabas con ropa normal” pensó con un leve suspiro. La gente extraña tratando de entrar a la ciudad no era nada nuevo, la mayoría quería cosas del mercado negro, o servicios un tanto “turbios” que solo podías encontrar de mano de una bruja. Aun así, si era alguien tratando de entrar de forma tan obvia, definitivamente era un novato en esos asuntos, se aseguró eso un par de veces a sí mismo “No es tu problema” se dijo sin dejar de mirar la escena, mientras preguntaban su identidad y el sujeto dudaba “Va a terminar en la prisión… o muerto” pensó con pesadumbre bajando las orejas, tratando de aferrarse al pensamiento de que simplemente no era su asunto… tendría que continuar, llegar a casa, cenar algo y tal vez leer un poco antes de irse a la cama, era un total desconocido, nada de su incumbencia.
-¡T-te dije que no te me adelantaras!-Exclamó tras, de un momento a otro, haber tomado forma humana, acercándose a la escena, palmeando la espalda del tipo que era un tanto más alto que él. Sostenía una sonrisa nerviosa y buscaba desesperadamente la mirada del contrario, casi suplicando que tuviera el sentido común suficiente para seguirlo en lo que estaba por hacer-La-la-las calles son engañosas ¿N-no es así? P-por eso no tenías que adelantarte…-La voz le temblaba y se mantenía sumamente tenso, miro por tan solo unos momentos a los guardias que ahora miraban un tanto confundidos la escena-¡B-buenas noches! Es amigo mío, no hay problema-Soltó tras toda esa pésima actuación, esperando que los guardias simplemente se retiraran, cosa que, obviamente, no hicieron-¿Y que si es tu amigo, niño? No tenem…-se detuvo cuando el otro le susurro un par de cosas-¿Lightwood?-Preguntó casi como si le sorprendiera, mientras el otro asentía, señalando levemente con la cabeza al peliblanco quien imitó el gesto, asintiendo también, tras dar un trago en seco. Logró relajarse un poco cuando ambos bajaron las armas, aún si ninguna había sido apuntada a él-¿Amigo? ¿De fuera? ¿Qué hacían afuera?-Preguntó aquel que lo habia reconocido con facilidad. Deseaba que la tierra se lo tragara, miro unos momentos a la causa de todo ese problema casi como si le rogara por un poco de ayuda-¡P-pociones!-Dijo de forma abrupta-¡E-estaba buscando Un par de plantas para practicar con las pociones y el joven lo hacia también… e-eh tenia algunas cosas raras y creo que pienso comprarlas pero necesitamos un valuador, i-íbamos rumbo al mercado pero se adelantó-Soltó, de forma atropellada y casi inentendible, solo para que un silenció tenso e incómodo se hiciera presente durante unos instantes en los que los guardias intercambiaron miradas… solo para finalmente asentir y abrir paso a los dos jóvenes-¡G-graciasQueTenganBuenaNocheAdios!-Soltó de golpe, antes de tomar una de las muñecas del contrario y jalarlo a paso apresurado, antes de que aquellos perros cambiaran de opinión. No tenía la menor idea de a quien acababa de meter a la ciudad ¿Se había vuelto loco? ¿Qué demonios acababa de hacer?
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Fecha de inscripción : 14/11/2015
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Robin Lightwood
Re: Of Witches and Lost Ones... [Privado Robin]
Pude ver por el rabillo del ojo como el agarre en el arma cortante que tenía el guardia se afianzaba al verme dudar, y, siendo sincero, ya me estaba preparando para el peor escenario posible. O eso fue hasta que sentí el inesperado toque en mi espalda, haciendo que abriera los ojos con sorpresa pero rápidamente bajando la cabeza para no llamar la atención, ocultando mi rostro todavía más bajo la tela de la capucha. Sin embargo, al escuchar hablar al recién llegado mis ojos inevitablemente se posaron en él, ¿Acaso me estaba ayudando? Debería ser obvia su intención pero la sorpresa no terminaba por abandonarme. Analicé las facciones de su rostro, su cabello platinado, sus ojos color bronce y el silencioso pedido de auxilio en los mismos. No le conocía de nada y aún así parecía estar dándolo todo por sacarme de aquel apuro…
… Así que seguí su juego. Finalmente retiré la capucha de mi cabeza mientras ofrecía una cálida sonrisa al albino, cerrando mis ojos al hacerlo mientras escuchaba el nombre salir en forma de pregunta por parte del guardia más hostil. Lightwood. Definitivamente lo recordaría. Asentí despacio ante las preguntas del otro uniformado, mientras en mi cabeza intentaba formular alguna excusa o prepararme para acompañar la mentira de quien me estaba ayudando. -Pociones.- Asentí con la cabeza nuevamente repitiendo lo dicho por el contrario, casi por acto reflejo. Empezaba a asustarme lo bien que me salía mentir sin siquiera pestañear, o eso pensaba. De hecho eso era lo que esperaba si quería salir bien parado de esta. -Nunca logro acostumbrarme a las calles, necesitamos más carteles con indicaciones.- Me di un ligero golpe en la cabeza antes de acercarme al peliblanco, ofreciendo una sonrisa como disculpa al par de guardias. Lo dicho por el chico pareció terminar por convencerlos, lo cual me hizo soltar un suspiro mental, -Lamento las molestiaaaaaas~- Arrastré la palabra al comenzar a ser llevado por el de menor estatura, despidiéndome con la mano de quienes me habían confrontado.
Luego de haber caminado un rato considerable, completamente en silencio, dejándome llevar por el extraño chico, giré mi cabeza para ver por sobre mi hombro. Ningún uniformado nos venía siguiendo, no se había dado alarma de ningún tipo y no había alboroto o alguna patrulla más numerosa tras nosotros, por lo que finalmente me relajé, dejando caer mis brazos luego de haberme mantenido tenso todo el tiempo. -Tranquilo, estamos fuera de peligro.- Resultaba gracioso que fuera yo el que intentara calmarle, pero al menos tuve el valor de hablarle a quien me había salvado sin tener un motivo para ello, o al menos esa me parecía. -¿Por qué-… ?- ¿Por qué lo hiciste? Iba a preguntar, pero me arrepentí, plantándome en mi lugar y deteniendo ahora al chico con mi propia mano, atrayéndole hacia a mi de un jalón sólo para envolverle en mis brazos en un gesto poco típico para dos personas que ni siquiera se habían presentado. Era un abrazo algo tímido, tomando en cuenta que no esperaba que devolviera la acción, y de hecho tal vez sólo me apartaría pensando que tenía otras intenciones como apuñalarle por la espalda. -Muchas gracias, de verdad, ¿Lightwood?- Dije en apenas un murmuro al separarme de él, buscando su mirada con la propia, ¿Podía confiar en él? A pesar de su arriesgado acto, ¿realmente podía hacerlo? Estaba en las tierras pertenecientes a los enemigos declarados de los míos, o bueno, del Shibusen al menos. Y aún así, ya le debía una grande a él, era algo sumamente loco y absurdo si te ponías a pensarlo. -Yo-…- Llevé una de mis manos a mi mejillas para rascarla algo nervioso, sin saber muy bien qué más decir. -¿Podemos hablar en un lugar más… tranquilo?- Mis ojos se pasearon solo un instante por los alrededores, cayendo en cuenta que estábamos en una calle abierta con algunos individuos rondando por las cercanías. No que ninguno de ellos pareciera escuchar particularmente nuestra conversación, pero con todo lo que había pasado, no me fiaba.
¿Podía fiarme entonces del chico que me había salvado? Le estaba pidiendo que me guiara a donde él quisiera, fuera un lugar más discreto, o fuera una trampa. Tenía tantos motivos para dudar de él, y a la vez tenía uno enorme para no hacerlo. Ugh, esto de infiltrarse en tierras hostiles era un dolor de cabeza mucho mayor del que me imaginaba, y a pesar de eso no podía evitar sentirme emocionado ante la idea de haber encontrado a alguien de ayuda, ¿Un amigo, tal vez? No lo sé, eso era muy arriesgado de asumir todavía, pero… Sólo tal vez.
… Así que seguí su juego. Finalmente retiré la capucha de mi cabeza mientras ofrecía una cálida sonrisa al albino, cerrando mis ojos al hacerlo mientras escuchaba el nombre salir en forma de pregunta por parte del guardia más hostil. Lightwood. Definitivamente lo recordaría. Asentí despacio ante las preguntas del otro uniformado, mientras en mi cabeza intentaba formular alguna excusa o prepararme para acompañar la mentira de quien me estaba ayudando. -Pociones.- Asentí con la cabeza nuevamente repitiendo lo dicho por el contrario, casi por acto reflejo. Empezaba a asustarme lo bien que me salía mentir sin siquiera pestañear, o eso pensaba. De hecho eso era lo que esperaba si quería salir bien parado de esta. -Nunca logro acostumbrarme a las calles, necesitamos más carteles con indicaciones.- Me di un ligero golpe en la cabeza antes de acercarme al peliblanco, ofreciendo una sonrisa como disculpa al par de guardias. Lo dicho por el chico pareció terminar por convencerlos, lo cual me hizo soltar un suspiro mental, -Lamento las molestiaaaaaas~- Arrastré la palabra al comenzar a ser llevado por el de menor estatura, despidiéndome con la mano de quienes me habían confrontado.
Luego de haber caminado un rato considerable, completamente en silencio, dejándome llevar por el extraño chico, giré mi cabeza para ver por sobre mi hombro. Ningún uniformado nos venía siguiendo, no se había dado alarma de ningún tipo y no había alboroto o alguna patrulla más numerosa tras nosotros, por lo que finalmente me relajé, dejando caer mis brazos luego de haberme mantenido tenso todo el tiempo. -Tranquilo, estamos fuera de peligro.- Resultaba gracioso que fuera yo el que intentara calmarle, pero al menos tuve el valor de hablarle a quien me había salvado sin tener un motivo para ello, o al menos esa me parecía. -¿Por qué-… ?- ¿Por qué lo hiciste? Iba a preguntar, pero me arrepentí, plantándome en mi lugar y deteniendo ahora al chico con mi propia mano, atrayéndole hacia a mi de un jalón sólo para envolverle en mis brazos en un gesto poco típico para dos personas que ni siquiera se habían presentado. Era un abrazo algo tímido, tomando en cuenta que no esperaba que devolviera la acción, y de hecho tal vez sólo me apartaría pensando que tenía otras intenciones como apuñalarle por la espalda. -Muchas gracias, de verdad, ¿Lightwood?- Dije en apenas un murmuro al separarme de él, buscando su mirada con la propia, ¿Podía confiar en él? A pesar de su arriesgado acto, ¿realmente podía hacerlo? Estaba en las tierras pertenecientes a los enemigos declarados de los míos, o bueno, del Shibusen al menos. Y aún así, ya le debía una grande a él, era algo sumamente loco y absurdo si te ponías a pensarlo. -Yo-…- Llevé una de mis manos a mi mejillas para rascarla algo nervioso, sin saber muy bien qué más decir. -¿Podemos hablar en un lugar más… tranquilo?- Mis ojos se pasearon solo un instante por los alrededores, cayendo en cuenta que estábamos en una calle abierta con algunos individuos rondando por las cercanías. No que ninguno de ellos pareciera escuchar particularmente nuestra conversación, pero con todo lo que había pasado, no me fiaba.
¿Podía fiarme entonces del chico que me había salvado? Le estaba pidiendo que me guiara a donde él quisiera, fuera un lugar más discreto, o fuera una trampa. Tenía tantos motivos para dudar de él, y a la vez tenía uno enorme para no hacerlo. Ugh, esto de infiltrarse en tierras hostiles era un dolor de cabeza mucho mayor del que me imaginaba, y a pesar de eso no podía evitar sentirme emocionado ante la idea de haber encontrado a alguien de ayuda, ¿Un amigo, tal vez? No lo sé, eso era muy arriesgado de asumir todavía, pero… Sólo tal vez.
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Zerick Jericho
Re: Of Witches and Lost Ones... [Privado Robin]
Caminaba sin pensar a donde iba. Mantenía un paso rápido y obviamente ansioso, sin aminorar el agarre sobre la muñeca del contrario. La desesperación le invadía de forma vertiginosa y solo le impulsaba a alejarse del lugar original, pero sin permitirle pensar con claridad a donde podrían ir ahora. “Estoy muerto” Pensaba con la ansiedad asfixiándole “Estamos muertos, o yo lo estoy, si resulta que metí a un maldito caza brujas y ahora lo llevo a algún lugar donde estemos solos” Se atrevió a mirarle de reojo apenas unos segundos por encima del hombro, solo para retirar la mirada de forma brusca inmediatamente, aun sin detenerse “Estoy muerto” se repitió con pesimismo, acelerando un poco la marcha. Buscando formas de calmarse llego a la obvia conclusión de que tenía ventaja de terreno, sí, justo ahí donde estaban podía hacer uso libre de toda la magia que quisiera, el chico no parecía tener un arma y en el peor de los casos acabaría en una pelea de uno contra uno, una pelea justa ¿No? Incluso con ventaja para él… ¿Sería capaz de matar a alguien si era necesario? Era algo que no solía pensar a menudo, pero la respuesta era sencilla e inmediata, ni siquiera había algún caso en mentirse a sí mismo como un intento barato de auto engañarse con valor. No era capaz.
Se detuvo con la voz del rubio y finalmente le soltó, dándose la vuelta con cautela, mirándole con recelo y asintiendo de forma lenta-Sí… deberíamos estarlo-Pronunció sin mucha inseguridad, desviando la mirada, como si solo se atreviera a mirarle con el rabillo del ojo, siendo imposible distinguir si era un gesto de temor, nerviosismo o mera timidez. Comenzaba a lograr tranquilizarse, siendo que aparentemente el chico no parecía hostil en lo absoluto, tal vez estaba sobre actuando, logro suspirar, tratando de quitarse unos cuantos nervios de encima-Pues porque te ib-…-Se había adelantado a responder la cuestión que era más que obvia cuando, en un abrir y cerrar de ojos, el chico de mirada escarlata lo tenía entre brazos. Sintió un pinchazo de angustia recorrerle como electricidad el cuerpo, aunque normalmente solía terminar con color en el rostro ante gestos de ese tipo, en esta ocasión ocurrió lo contrario, si era posible, logro palidecer al instante, incluso un leve temblor se hizo presente e incontrolable, estático, tratando de pensar con claridad cualquier cosa para ayudar a defenderse. Un círculo mágico apareció justo debajo de ellos, emitiendo un ligero brillo purpura y estando a simple vista, inconcluso; siendo apenas la forma del pentagrama sin ningún tipo de runa o grabación sobre el mismo, después de todo, el chico tenía que tener bien en claro que iba a hacer para poder usar su magia. Siendo apenas una reacción por reflejo del peliblanco, desapareció por completo en cuanto el joven extraño lo soltó-¿¡Q-qué te pasa y eso por qué fue!?-Exclamó, mirándole en extremo alterado, como si estuviera totalmente loco y, quien sabe, tal vez para tratar de entrar así al territorio había que estarlo. Negó levemente con la cabeza, más para sí mismo como un auto-reproche por alzar la voz-N-no tienes idea de…-Se interrumpió a sí mismo, estando de acuerdo con él, al menos de momento, necesitaban un mejor sitio para hablar-Conozco un sitió, pero, por favor no digas mi nombre… Solo Robin ¿De acuerdo?-Pidió en un murmuro, mirando con cautela a las miradas que habían logrado atraer antes de ponerse en marcha, esta vez confiando que le seguiría de forma propia.
Había tenido que decidir rápidamente a donde podía llevarlo, llego a pensar primeramente en donde se celebraban las audiencias del concilio, pues realmente era un sitio tranquilo y no muy concurrido cuando no había reuniones pero… si los encontraban ahí se meterían en un lío mucho mayor, por lo que termino descartándolo por completo, su segunda y única opción de momento fue un deprimente callejón de apariencia tétrica y descuidada, con una puerta casi cayéndose a trozos, obviamente abandonada. Robin conocía el lugar por qué tenía bastante abandonado, y no era raro que los niños acabaran acercándose por curiosidad, incluso él lo había intentado hacia unos cuantos años. La puertecilla se encontraba al fondo del horrendo callejón, y sobre la misma estaba la única fuente de luz del mismo, un pequeño farol que no se apagaba nunca, pero brillaba de forma raquítica. El albino se limitó a entrar al callejón, pero no mostro intención alguna de siquiera tratar de entrar a la ya mencionada puerta-Aquí no suele haber nadie…-Aseguró, siendo capaz de mirar al chico esta vez-¿Estás loco o algo así? ¿Querías que te mataran? ¿Ir a prisión? Créeme que cualquiera de las dos opciones es horrorosa así que no entiend-…-Se interrumpió a sí mismo, agitando un poco la cabeza ¿Se estaba preocupando? ¿Dándole un sermón sobre cómo evitar que lo mataran? No, tenía que hacer preguntas primero, por lo que le miro arqueando levemente una ceja, tratando de reflejar severidad-V-vas a decirme quien eres y que haces aquí…-Dijo, con titubeos a pesar de tener la intención de sonar seguro y autoritario, incluso tal vez un poco intimidante, fallando por completo, sin embargo logro mirarle con firmeza.
Se detuvo con la voz del rubio y finalmente le soltó, dándose la vuelta con cautela, mirándole con recelo y asintiendo de forma lenta-Sí… deberíamos estarlo-Pronunció sin mucha inseguridad, desviando la mirada, como si solo se atreviera a mirarle con el rabillo del ojo, siendo imposible distinguir si era un gesto de temor, nerviosismo o mera timidez. Comenzaba a lograr tranquilizarse, siendo que aparentemente el chico no parecía hostil en lo absoluto, tal vez estaba sobre actuando, logro suspirar, tratando de quitarse unos cuantos nervios de encima-Pues porque te ib-…-Se había adelantado a responder la cuestión que era más que obvia cuando, en un abrir y cerrar de ojos, el chico de mirada escarlata lo tenía entre brazos. Sintió un pinchazo de angustia recorrerle como electricidad el cuerpo, aunque normalmente solía terminar con color en el rostro ante gestos de ese tipo, en esta ocasión ocurrió lo contrario, si era posible, logro palidecer al instante, incluso un leve temblor se hizo presente e incontrolable, estático, tratando de pensar con claridad cualquier cosa para ayudar a defenderse. Un círculo mágico apareció justo debajo de ellos, emitiendo un ligero brillo purpura y estando a simple vista, inconcluso; siendo apenas la forma del pentagrama sin ningún tipo de runa o grabación sobre el mismo, después de todo, el chico tenía que tener bien en claro que iba a hacer para poder usar su magia. Siendo apenas una reacción por reflejo del peliblanco, desapareció por completo en cuanto el joven extraño lo soltó-¿¡Q-qué te pasa y eso por qué fue!?-Exclamó, mirándole en extremo alterado, como si estuviera totalmente loco y, quien sabe, tal vez para tratar de entrar así al territorio había que estarlo. Negó levemente con la cabeza, más para sí mismo como un auto-reproche por alzar la voz-N-no tienes idea de…-Se interrumpió a sí mismo, estando de acuerdo con él, al menos de momento, necesitaban un mejor sitio para hablar-Conozco un sitió, pero, por favor no digas mi nombre… Solo Robin ¿De acuerdo?-Pidió en un murmuro, mirando con cautela a las miradas que habían logrado atraer antes de ponerse en marcha, esta vez confiando que le seguiría de forma propia.
Había tenido que decidir rápidamente a donde podía llevarlo, llego a pensar primeramente en donde se celebraban las audiencias del concilio, pues realmente era un sitio tranquilo y no muy concurrido cuando no había reuniones pero… si los encontraban ahí se meterían en un lío mucho mayor, por lo que termino descartándolo por completo, su segunda y única opción de momento fue un deprimente callejón de apariencia tétrica y descuidada, con una puerta casi cayéndose a trozos, obviamente abandonada. Robin conocía el lugar por qué tenía bastante abandonado, y no era raro que los niños acabaran acercándose por curiosidad, incluso él lo había intentado hacia unos cuantos años. La puertecilla se encontraba al fondo del horrendo callejón, y sobre la misma estaba la única fuente de luz del mismo, un pequeño farol que no se apagaba nunca, pero brillaba de forma raquítica. El albino se limitó a entrar al callejón, pero no mostro intención alguna de siquiera tratar de entrar a la ya mencionada puerta-Aquí no suele haber nadie…-Aseguró, siendo capaz de mirar al chico esta vez-¿Estás loco o algo así? ¿Querías que te mataran? ¿Ir a prisión? Créeme que cualquiera de las dos opciones es horrorosa así que no entiend-…-Se interrumpió a sí mismo, agitando un poco la cabeza ¿Se estaba preocupando? ¿Dándole un sermón sobre cómo evitar que lo mataran? No, tenía que hacer preguntas primero, por lo que le miro arqueando levemente una ceja, tratando de reflejar severidad-V-vas a decirme quien eres y que haces aquí…-Dijo, con titubeos a pesar de tener la intención de sonar seguro y autoritario, incluso tal vez un poco intimidante, fallando por completo, sin embargo logro mirarle con firmeza.
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Robin Lightwood
Re: Of Witches and Lost Ones... [Privado Robin]
Fue inevitable soltar una carcajada al escuchar su escandaloso reclamo ante mi amistoso abrazo. No es que lo hubiera hecho con la intención de alterarlo, bueno, tal vez un poco. Pero realmente sólo había sido la única forma de agradecerle por lo que había hecho, aunque sabía que eso no era suficiente. Posiblemente se había arriesgado y había salvado a mi cabeza de rodar por el suelo, lejos del resto de mi cuerpo. De todas formas, al igual que él yo decidí dejar el tema de lado y enfocarme en la tarea entre manos y eso era, como no, encontrar un lugar más discreto. -Robin.- Repetí el nombre en un tono igualmente bajo al que el albino había usado, antes de asentir con la cabeza y, sin más, le seguí en completo silencio por aquellas sombrías y casi vacías calles.
Luego de unos cruces y desvíos, nos internamos en un callejón de mala muerte que estaba incluso más abandonado que todo el resto de aquella zona de brujas que había alcanzado a recorrer. Y sólo por ese instante la inquietud que había sentido al estar frente a los guardias volvió a invadirme, porque por ese momento me imaginé que la idea de ser llevado a un lugar oscuro sólo para tenderme una trampa no estaba muy lejos de la realidad. -¿Uh?- Y de forma igual de rápida el alivio regresó a mi cuando el contrario volvió a enfrentarme sólo para empezar a llenarme de preguntas que, de no ser porque era todavía un desconocido más allá de saber su nombre, me habrían hecho pensar que se estaba preocupando por mi. Sin embargo, guardé silencio al escuchar las últimas palabras salidas de su boca, notando lo extraño de la situación cuando el chico frente a mi parecía más nervioso que yo. Por unos segundos contemplé qué decirle, desviando mi mirada distraídamente hacia una puerta de aspecto incluso más abandonado que el propio callejón en el que estábamos parados. Me quedé así unos segundos más hasta que finalmente mis ojos volvieron a fijarse en los bronce del pálido muchacho frente a mi.
-Lamento no haberme presentado antes, mi nombre es Zerick Jericho. Como habrás notado no soy ningún brujo, tampoco un mercenario o un excéntrico en busca de ingredientes para su próxima poción exótica.- Mis ojos en ningún momento abandonaron la mirada directa que tenía con el contrario, pues quería así terminar por afirmar mis palabras y darle a entender que aquella era la verdad. -De hecho en ningún otro momento me habría atrevido siquiera a poner un pie sobre estas tierras, pues la sola idea de hacerlo sería tomado como una locura o hazaña para-… Para los míos.- Asentí despacio y esperé a que pudiera leer entre líneas, de que pudiera captar quien era yo en realidad. De dónde venía. -Pero cuando… cuando estás desesperado…- Finalmente mis ojos se desviaron de los contrarios, pero no por ocultar la verdad, sino porque el hablar de ello nunca había resultado fácil para mi. Hablar del motivo por el que estaba allí, por el que un simple técnico como yo se atreviera a llegar a tales extremos. -… Hm, cuando estás desesperado sueles actuar con medidas desesperadas, ¿No?- Por un instante una amarga sonrisa se formó en mi rostro mientras mis ojos se fijaban en una de las paredes del callejón, la luz intermitente del faro finalmente despertándome del pequeño trance para así mirar de nuevo a Robin. -Estoy buscando a alguien. O mejor dicho pistas sobre el paradero de ese alguien. Hace… hace mucho tiempo un ser querido me fue arrebatado y el único lugar en el que pienso que puedo encontrar respuestas ahora, pues por ahora el Shibusen no me ha ayudado mucho en ese aspecto, es aquí.- Me encogí de hombros como si no hubiera tenido otra opción antes de finalmente soltar una muy corta risa para ocultar el pequeño pesar en mi pecho.
Sí, ese era Zerick Jericho en estos momentos, o al menos en parte, pues por obvias razones había decidido no decirle toda la historia con todos sus detalles, pero esperaba que eso fuera suficiente para el de cabellos plateados. -Así que, Robin… Luego de que me ayudaras allí, uhm.- Me acerqué un par de pasos hacia él antes de ofrecerle mi mano en señal de saludo, para que fuera estrechada. -Yo te debo una muy grande, y estoy dispuesto-… No, obligado a devolverte el favor.- Asentí despacio con la cabeza antes de señalar a sus cabello con mi mano libre. -Y de albino a albino espero sinceramente puedas confiar en mi…- Porque claro, ninguna broma estaba nunca de más, al menos no cuando se trataba de mi. -Por cierto, ¿Esa es la puerta de tu casa?- Señalé ahora a la derruida puerta que parecía estar a punto de ceder en su función. No tenía intenciones de burlarme ni nada de ello, pues yo mismo había estado en condiciones peores cuando pequeño, pero aún así se me hacía curioso aquel detalle, una puerta debajo de la única fuente de luz, intermitente, que emitía el faro sobre ella, como invitándote a entrar.
Luego de unos cruces y desvíos, nos internamos en un callejón de mala muerte que estaba incluso más abandonado que todo el resto de aquella zona de brujas que había alcanzado a recorrer. Y sólo por ese instante la inquietud que había sentido al estar frente a los guardias volvió a invadirme, porque por ese momento me imaginé que la idea de ser llevado a un lugar oscuro sólo para tenderme una trampa no estaba muy lejos de la realidad. -¿Uh?- Y de forma igual de rápida el alivio regresó a mi cuando el contrario volvió a enfrentarme sólo para empezar a llenarme de preguntas que, de no ser porque era todavía un desconocido más allá de saber su nombre, me habrían hecho pensar que se estaba preocupando por mi. Sin embargo, guardé silencio al escuchar las últimas palabras salidas de su boca, notando lo extraño de la situación cuando el chico frente a mi parecía más nervioso que yo. Por unos segundos contemplé qué decirle, desviando mi mirada distraídamente hacia una puerta de aspecto incluso más abandonado que el propio callejón en el que estábamos parados. Me quedé así unos segundos más hasta que finalmente mis ojos volvieron a fijarse en los bronce del pálido muchacho frente a mi.
-Lamento no haberme presentado antes, mi nombre es Zerick Jericho. Como habrás notado no soy ningún brujo, tampoco un mercenario o un excéntrico en busca de ingredientes para su próxima poción exótica.- Mis ojos en ningún momento abandonaron la mirada directa que tenía con el contrario, pues quería así terminar por afirmar mis palabras y darle a entender que aquella era la verdad. -De hecho en ningún otro momento me habría atrevido siquiera a poner un pie sobre estas tierras, pues la sola idea de hacerlo sería tomado como una locura o hazaña para-… Para los míos.- Asentí despacio y esperé a que pudiera leer entre líneas, de que pudiera captar quien era yo en realidad. De dónde venía. -Pero cuando… cuando estás desesperado…- Finalmente mis ojos se desviaron de los contrarios, pero no por ocultar la verdad, sino porque el hablar de ello nunca había resultado fácil para mi. Hablar del motivo por el que estaba allí, por el que un simple técnico como yo se atreviera a llegar a tales extremos. -… Hm, cuando estás desesperado sueles actuar con medidas desesperadas, ¿No?- Por un instante una amarga sonrisa se formó en mi rostro mientras mis ojos se fijaban en una de las paredes del callejón, la luz intermitente del faro finalmente despertándome del pequeño trance para así mirar de nuevo a Robin. -Estoy buscando a alguien. O mejor dicho pistas sobre el paradero de ese alguien. Hace… hace mucho tiempo un ser querido me fue arrebatado y el único lugar en el que pienso que puedo encontrar respuestas ahora, pues por ahora el Shibusen no me ha ayudado mucho en ese aspecto, es aquí.- Me encogí de hombros como si no hubiera tenido otra opción antes de finalmente soltar una muy corta risa para ocultar el pequeño pesar en mi pecho.
Sí, ese era Zerick Jericho en estos momentos, o al menos en parte, pues por obvias razones había decidido no decirle toda la historia con todos sus detalles, pero esperaba que eso fuera suficiente para el de cabellos plateados. -Así que, Robin… Luego de que me ayudaras allí, uhm.- Me acerqué un par de pasos hacia él antes de ofrecerle mi mano en señal de saludo, para que fuera estrechada. -Yo te debo una muy grande, y estoy dispuesto-… No, obligado a devolverte el favor.- Asentí despacio con la cabeza antes de señalar a sus cabello con mi mano libre. -Y de albino a albino espero sinceramente puedas confiar en mi…- Porque claro, ninguna broma estaba nunca de más, al menos no cuando se trataba de mi. -Por cierto, ¿Esa es la puerta de tu casa?- Señalé ahora a la derruida puerta que parecía estar a punto de ceder en su función. No tenía intenciones de burlarme ni nada de ello, pues yo mismo había estado en condiciones peores cuando pequeño, pero aún así se me hacía curioso aquel detalle, una puerta debajo de la única fuente de luz, intermitente, que emitía el faro sobre ella, como invitándote a entrar.
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Zerick Jericho
Re: Of Witches and Lost Ones... [Privado Robin]
Aunque en aquel momento no dejaba de repetirse que probablemente hubiese sido de sus peores ideas hasta ahora, sabía, muy dentro de sí, que de poder regresar un poco el tiempo atrás y enfrentarse a la misma situación de nuevo, volvería a hacerlo sin pensar. El chico, por su parte, fue capaz de responderle sin titubeos o siquiera desviar la mirada, Robin le escuchaba con atención y a decir verdad también con interés. El tono que usaba el rubio en sus palabras logro tranquilizarlo, no parecía estar mintiendo y para el momento, de haber querido hacerlo, ya habría tenido un par de oportunidades para hacerle daño si esas fueran sus intenciones.
La curiosidad que le provocaba la situación del joven se intensifico cuando explico que, obviamente jamás habría puesto un pie ahí de no estar desesperado, mantuvo las sospechas bajas, mirándolo en silencio, pero sin impaciencia ni hostilidad, dándole el tiempo que necesitara para explicarse antes de opinar. Finalmente, cuando él mismo menciono Shibusen lo dio por hecho, tendría que estar afiliado a la vocacional y por su edad, seguramente era un estudiante. Se emocionó, no tenía caso negarlo, pero no era lugar, ni momento para empezar a expresar su profundo interés por la institución, mucho menos cuando el chico sonaba tan… mal. El propio Zerick lo había dicho por su cuenta y el albino no podía elegir mejor palabra para describir la sensación que transmitía; “desesperado” y es que seguramente había que estarlo para entrar al territorio así por las buenas.
Le escucho hasta que le tendió la mano, el brujo le miro unos momentos, parpadeando un par de veces mientras lo hacía, como si sopesara el gesto unos segundos antes de volver la mirada al chico y sonreír-Sinceramente lo hice sin esperar mucho a cambio-Admitió con una risita, mientas estrechaba su mano-Estaba algo más preocupado de terminar con algo encajado por la espalda-Rió algo apenado sin animo alguno de ofender al chico con aquello, esperando que comprendiese el porqué del comentario-De momento no tengo motivos para no hacerlo, supongo… así que me animo a decir que es un gusto, Zerick-Finalizo aun con la sonrisa puesta en su rostro, riendo apenas un poco con el comentario del estudiante.
Después de todo no podía evitar sentir cierta empatía con el chico, él hacía algo similar y con motivos mucho más burdos, mera curiosidad. Entrar a un lugar donde se supone que no debas no necesariamente trae consigo malas intenciones, lo podía entender a la perfección.
No quería indagar mucho en los motivos de la visita del joven de ojos rojizos, ya le había dicho bastante y el asunto parecía muy… personal. Perder a alguien no era al sencillo, pero sabía que no había punto de comparación entre, por ejemplo, la muerte de un ser querido tal y como le había pasado a él, con la incertidumbre de no tener idea de donde esta alguien, de no saber siquiera si sigue con vida o no, de si lo volverás a ver. Sabía que no podía saber exactamente como era aquel tipo de sentimiento y se consideraba afortunado por ello, pero podía asegurar que no era nada en lo absoluto agradable. No se lo desearía a nadie.
-Ah, ¿Aquí? -La pregunta de Zerick lo saco de sus pensamientos, mirando por mero reflejo el lugar por sobre su hombro solo para negar suavemente-Para nada, nadie vive aquí desde hace mucho, pero el farol nunca se apaga, es…-Sonrió un poco para sí, era más que obvio ¿no? Continuó a pesar de saberlo-Es magia, aunque nadie tiene idea de quien lo encendió realmente-Explicó brevemente.
-Pero más importante ahora…-Continuó, con un suspiro mientras se cruzaba de brazos y mantenía una mirada algo preocupada en el joven-¿Qué piensas hacer?-Preguntó directamente con cierta aprensión y casi un poco de reproche, como si en serio tuviese intensiones de sermonearle-No quiero sonar pesimista, pero si en verdad no tienes siquiera una pista estas casi donde comenzaste-Señalo un poco a su costado-Puedo abrirte una salida justo ahora, justo ahí-Ofreció con hermetismo mirándolo de esta manera un par de segundos, como si no fuera a ofrecerle otra opción, sin embargo, la mirada bronce del albino se suavizo apenas unos segundos más tarde, incluso sonriéndole ligeramente-Pero supongo que si ya llegaste hasta aquí es inútil pedirte que regreses ¿cierto?-No iba a pedirle que se fuera ni mucho menos, pero quería darle a entender que si así lo quería se lo facilitaría.
-Ahora bien… si quieres información ir a las partes bajas del mercado sería lo mejor… el mercado negro está activo todo el tiempo, me atrevería a decir que incluso es más fácil conseguir algo a estas horas… siendo sincero no es como si lo frecuentara realmente, pero no tengo idea de donde podríamos comenzar si no es ahí-Se encogió de hombros y comenzó a caminar con claras intenciones de salir del callejón, deteniéndose tras dejarlo un par de pasos detrás, mirándolo por sobre el hombro-¿Entonces vienes?-Preguntó, mientras pedía en silencio por que nadie en casa notara su ausencia tan prolongada.
La curiosidad que le provocaba la situación del joven se intensifico cuando explico que, obviamente jamás habría puesto un pie ahí de no estar desesperado, mantuvo las sospechas bajas, mirándolo en silencio, pero sin impaciencia ni hostilidad, dándole el tiempo que necesitara para explicarse antes de opinar. Finalmente, cuando él mismo menciono Shibusen lo dio por hecho, tendría que estar afiliado a la vocacional y por su edad, seguramente era un estudiante. Se emocionó, no tenía caso negarlo, pero no era lugar, ni momento para empezar a expresar su profundo interés por la institución, mucho menos cuando el chico sonaba tan… mal. El propio Zerick lo había dicho por su cuenta y el albino no podía elegir mejor palabra para describir la sensación que transmitía; “desesperado” y es que seguramente había que estarlo para entrar al territorio así por las buenas.
Le escucho hasta que le tendió la mano, el brujo le miro unos momentos, parpadeando un par de veces mientras lo hacía, como si sopesara el gesto unos segundos antes de volver la mirada al chico y sonreír-Sinceramente lo hice sin esperar mucho a cambio-Admitió con una risita, mientas estrechaba su mano-Estaba algo más preocupado de terminar con algo encajado por la espalda-Rió algo apenado sin animo alguno de ofender al chico con aquello, esperando que comprendiese el porqué del comentario-De momento no tengo motivos para no hacerlo, supongo… así que me animo a decir que es un gusto, Zerick-Finalizo aun con la sonrisa puesta en su rostro, riendo apenas un poco con el comentario del estudiante.
Después de todo no podía evitar sentir cierta empatía con el chico, él hacía algo similar y con motivos mucho más burdos, mera curiosidad. Entrar a un lugar donde se supone que no debas no necesariamente trae consigo malas intenciones, lo podía entender a la perfección.
No quería indagar mucho en los motivos de la visita del joven de ojos rojizos, ya le había dicho bastante y el asunto parecía muy… personal. Perder a alguien no era al sencillo, pero sabía que no había punto de comparación entre, por ejemplo, la muerte de un ser querido tal y como le había pasado a él, con la incertidumbre de no tener idea de donde esta alguien, de no saber siquiera si sigue con vida o no, de si lo volverás a ver. Sabía que no podía saber exactamente como era aquel tipo de sentimiento y se consideraba afortunado por ello, pero podía asegurar que no era nada en lo absoluto agradable. No se lo desearía a nadie.
-Ah, ¿Aquí? -La pregunta de Zerick lo saco de sus pensamientos, mirando por mero reflejo el lugar por sobre su hombro solo para negar suavemente-Para nada, nadie vive aquí desde hace mucho, pero el farol nunca se apaga, es…-Sonrió un poco para sí, era más que obvio ¿no? Continuó a pesar de saberlo-Es magia, aunque nadie tiene idea de quien lo encendió realmente-Explicó brevemente.
-Pero más importante ahora…-Continuó, con un suspiro mientras se cruzaba de brazos y mantenía una mirada algo preocupada en el joven-¿Qué piensas hacer?-Preguntó directamente con cierta aprensión y casi un poco de reproche, como si en serio tuviese intensiones de sermonearle-No quiero sonar pesimista, pero si en verdad no tienes siquiera una pista estas casi donde comenzaste-Señalo un poco a su costado-Puedo abrirte una salida justo ahora, justo ahí-Ofreció con hermetismo mirándolo de esta manera un par de segundos, como si no fuera a ofrecerle otra opción, sin embargo, la mirada bronce del albino se suavizo apenas unos segundos más tarde, incluso sonriéndole ligeramente-Pero supongo que si ya llegaste hasta aquí es inútil pedirte que regreses ¿cierto?-No iba a pedirle que se fuera ni mucho menos, pero quería darle a entender que si así lo quería se lo facilitaría.
-Ahora bien… si quieres información ir a las partes bajas del mercado sería lo mejor… el mercado negro está activo todo el tiempo, me atrevería a decir que incluso es más fácil conseguir algo a estas horas… siendo sincero no es como si lo frecuentara realmente, pero no tengo idea de donde podríamos comenzar si no es ahí-Se encogió de hombros y comenzó a caminar con claras intenciones de salir del callejón, deteniéndose tras dejarlo un par de pasos detrás, mirándolo por sobre el hombro-¿Entonces vienes?-Preguntó, mientras pedía en silencio por que nadie en casa notara su ausencia tan prolongada.
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Robin Lightwood
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