Death City
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Mensaje por Zerick Jericho Dom Oct 11, 2015 6:55 pm

Ya había subido al avión que me llevaría a destino. De hecho, no me llevaba directamente al lugar de mi misión, sino que me llevaba al a ciudad más cercana, en este caso Pretoria, y desde allí podría viajar hasta el pequeño pueblo, el cual ni siquiera figuraba en el mapa, pero me había hecho una idea con las indicaciones del dios de la muerte. El viejo Shinigami-sama me había dado la misión personalmente, por lo que por suerte no había tenido que tratar con ninguna encargada de misiones malhumorada. Mientras leía mi rápida guía de inicio al idioma afrikaans y practicaba mi pronunciación, mi mente se desvió un momento a la información que tenía sobre el caso. Al parecer una criatura hostil asolaba un pequeño poblado ubicado al sur de áfrica, el cual subsistía por medios de un río cercano, al igual que seguramente lo haría comerciando tanto con otros pequeños poblados como con algún asentamiento más grande, o eso me imaginaba. El punto es que tenía que llegar al lugar y deshacerme de alguna forma de la criatura, de la cual no se tenía mucha información. No sonaba tan difícil en los papeles. Con suerte sería un huevo de kishin con aires de criatura predadora. En fin, me dediqué a continuar mi lectura y aprendizaje lo mejor posible durante la mayor parte del viaje, y la otra la utilicé para descansar, eran más de veinte horas de vuelo después de todo. Ah, y con una parada de por medio.

-o-

-Aaaah~ Tierra firme, gracias.- Estiré y moví mi cuerpo para aliviarlo de las horas que había pasado en el avión. Ya estaba en el aeropuerto de una de las capitales de Sudáfrica, Pretoria. Muy grande y concurrido, al igual que la mayor parte de la ciudad como comprobé un par de horas después. Ciertamente era el país del arcoíris. Pero claro, como no estaba allí para hacer de turista, me decidí a movilizarme. Para mi suerte luego de consultar y pedir ayuda con un cartel escrito sobre mi cabeza en inglés, recibí la ayuda que necesitaba. El dueño de un transporte que servía para safari me informó que podría dejarme a poca distancia, apenas unos kilómetros, del pequeño asentamiento al que quería llegar, debido a que el lugar quedaba cerca de su ruta de safari. ¡Y solo por un módico precio! Bien, ¿Quién era yo para quejarme de una pequeña caminata en la sabana africana? Así que cargué mi pequeña mochila con las cosas necesarias en mi espalda y me dispuse a subir al transporte. Era mi día de suerte, porque pude disfrutar un poco de la expedición por el corazón de África antes de tener que bajarme en el punto prometido. Recibí unas pocas indicaciones antes de despedirme del amable guía, y me dispuse a seguir la trayectoria recibida. Mirando la hora en mi móvil, que se había adaptado al cambio horario con respecto al norte de América, noté que iba sobrado con el horario, apenas pasando el mediodía. El sol estaba en lo alto y se hacía sentir el famoso calor, pero obviamente me había preparado. Ropa ligera, consistente en apenas una camiseta atlética roja sin mangas, bermudas negras y zapatillas deportivas, además de un lindo sombrero para protegerme del sol. Llevaba mi mochila en la espalda y una cantimplora en mi mano, la cual llevé a mi boca para beber un poco del fresco líquido. Era una gran desierto, pero con su buen tramo de vegetación, lo que le daba ciertos tramos de llanura. Disfruté de la vista, el buen clima y la tranquilidad y el silencio de hacer mi propio recorrido por las salvajes tierras de la zona.

-o-

Ya había anochecido y me encontraba un poco intranquilo. No había podido encontrar el dichoso poblado, cuando se supone que ya tendría que haber dado con él hace horas. Era ridículo, estaba seguro de que no había perdido mi orientación o desviado de mi trayecto durante todo este tiempo. Tal vez el tipo del safari me había timado. De todas formas, quién diría que la noche en la sabana sería tan intimidante, con su oscuridad casi sofocante y los ruidos silvestres que no dejaban de resonar a todo momento, poniendo a prueba tus nervios y paciencia. Finalmente decidí que era suficiente por el momento y me dispuse a dormir debajo de un árbol. Mañana continuaría la búsqueda. En serio, a veces sentía que había alguna entidad superior burlándose de mi y trolleándome cada vez que tenía la oportunidad. Sigh.

No sé en qué momento me había perdido, pero lo había hecho. Ya me había quedado sin agua y sin mi ración de galletas que había traído conmigo. Estaba considerando seriamente comer al próximo animal salvaje que me encontrara, pero esperaba que el mismo no fuera un maldito león. Era plena tarde de nuevo y el sol estaba en su punto máximo, tostando mi piel y secando mi cuerpo. Genial. Y los jodidos mosquitos, en serio, ¿Por qué no hablan de los jodidos mosquitos cuando te pasan el comercial del jodido safari en la jodida sabana? ¡Y ni siquiera había encontrado rastros del río! Se supone que la población esa perdida en medio de este infierno estaba subsistiendo gracias a un correntoso río, pero esta tierra estaba tan seca que no se me haría extraño que mi propio cuerpo se convirtiera en polvo para adornar el lugar. Pero bueno, ¡Piensa en positivo, Jericho! Siempre me había considerado un hombre de gran calma y fuerte mentalidad, así que tenía que tomar estos inconvenientes menores por lo que eran, un desafío más para cumplir mi misión. Era una prueba del gran Shinigami. -Haha~ Fuckin' Death-sama.- Yeah, fuck you.

No sé si estaba empezando a sufrir alucinaciones por el calor y la falta de agua, además del hambre que sentía, pero estaba seguro que lo que estaba viendo mientras avanzaba a un paso de muerto viviente era un río. Sí, podía escuchar el claro sonido del agua mientras corría. Agua. Oh, me voy a zambullir en esa deliciosa agua, en serio. Esperen, ¿esos son cocodrilos? Y peor que ellos, ¿Hipopótamos? No era muy interesado por la fauna de la zona, pero estaba seguro de que esas cosas eran incluso más peligrosas que los leones y los propios cocodrilos. -Kyk na dit! A blond, ma! (¡Mira! ¡Un rubio, madre!)- Los gritos me hicieron desviar mi mirada de las ilusiones de hipopótamos y  mis ojos se encontraron con dos pequeños niños. Ambos de ascendencia africana, sin duda. Corrían apenas vestidos con unos pantalones, seguros acostumbrados al sofocante calor. Parpadeé confundido durante unos segundos antes de reaccionar y saludar con mi mano efusivamente. -Hallo! Ah... Aangename kennis! (¡Hola! Ah… ¡Encantado de conocerlos!)- Los chicos devolvieron el saludo antes de que una mujer apareciera detrás de ellos, o tal vez siempre había estado ahí y yo no la había notado. Todos se acercaron a mi con notable curiosidad. -Ek… Ek is van ¡Shibusen! (Soy… ¡Soy del Shibusen!)- Los tres ladearon la cabeza en un gesto que se me hizo gracioso, antes de abrir los ojos con sorpresa y mirarse entre sí. Hablaron algo que no llegué a entender del todo antes de que la mujer me sonriera y se acercara a saludarme con su mano, aparte de invitarme un trago de un recipiente que llevaba con ella. Correspondí el saludo para luego tomar un trago de la bebida que me había ofrecido, siendo al parecer fresca agua pero con un sabor condimentado con frutas. Luego de eso pero antes de darme cuenta estaba siendo guiado por los locales… ¡Hasta el dichoso poblado! Por fin. Gracias entidad de la suerte, quien quiera que seas, eres el mejor. O Shinigami-sama también, nunca dudé de usted.

Al llegar ya había oscurecido de nuevo. Por alguna razón sentía que la noche caía más rápido de lo que lo hacía en el desierto de nevada, allá en Death City. El pueblo, o aldea, era tal como me lo esperaba, con estructuras de madera y antorchas que iluminaban todo. Curiosamente a pesar de haber varias viviendas y recién haber anochecido, no había nadie en el exterior a excepción de un anciano y un chico que no superaría mi edad a su lado, los cuales nos esperaban en la entrada del pueblo. Otra cosa que no pasó desapercibida por mi observación fue un conjunto de enormes estacas con antorchas en su punta que rodeaban toda la aldea. La mujer que me había llevado hasta allí continuó con su amabilidad y pareció hacerme el favor de presentarme con los dos presentes. El anciano, vestido con ropas algo más trabajadas que las que había visto en la mujer, ademas de varios collares tribales y accesorios por todo su cuerpo, me miraba con el ceño fruncido, de arriba a bajo, seguramente inspeccionándome. No culpaba su trato, debido a que se supone que había llegado a ayudarlos y me encontraba en condiciones algo deplorables, pero aún así su mirada de indignación se me hacía más hostil de lo necesario. Por otro lado, el chico a su lado, quien también llevaba varios accesorios encima, además del rostro pintado, resultó ser mucho más amable, recibiéndome con gran hospitalidad. El chico además y para mi suerte, sabía manejarse bastante bien con el inglés, por lo que pude conversar con él de esa manera. Resultó que al final el anciano que tan mal me había visto era su abuelo, aparte de ser el antiguo chamán de la aldea. Y el joven con el que hablaba ahora era el nuevo curandero, recién bautizado como el nuevo líder no solo por su abuelo sino por toda la aldea.

Claro que su celebración no podría haber sido en peor momento. Al ser recibido en la más grande de las chozas de madera, la casa del chamán, aprendí que la criatura a la que temían los había estado acosando desde hace unas dos semanas, pero solo hasta hace unos días habían decidido pedir la ayuda de Shibusen. El joven chamán había aprendido de la academia durante sus viajes a la ciudad, y sospechaba que de esa forma igualmente había aprendido inglés. Era un joven muy inteligente, además de maduro para su edad, por lo que no me sorprendía que le eligieran como el sucesor para ser el próximo curandero y líder espiritual de su pequeño grupo tribal. Por lo que había aprendido de Raakin, el joven chamán, la extraña criatura solía atacar por las noches, causando tanto pánico como confusión con solo mostrar su sombra, ¿Por qué sombra? Pues al aparecer se trataba de un espíritu maligno y alado. Raakin me explicó que este ser se alimentaba del miedo de los locales, por lo que rara vez atacaba directa y físicamente, y prefería atemorizar desde la oscuridad de la noche, por lo que solo podían describir con certeza la sombra en el suelo cuando aquella cosa volaba sobre la aldea, lo que había derivado en rodear de estacas con antorchas a la aldea para servir como barrera, además de procurar un toque de queda apenas anochecía para evitar mayores problemas. Además, los locales ya parecían tener cierta idea de qué criatura era, debido a que conocían historias de otras tribus que habían sufrido el mismo destino. Esta criatura era un shetani, o espíritu malévolo, llamado Popobawa. Me sorprendió descubrir que se supone que este ser no era originario de esta zona, pero al parecer había encontrado un nuevo lugar para sembrar su terror. Raakin, además, me confesó que habían tardado tanto en pedir ayuda porque el antiguo chamán, Pir, es decir el anciano, era demasiado orgulloso y obstinado como para llamar por auxilio del exterior en un caso como este. Pir parecía venir de una gran casta de famosos chamanes, pero en su caso nunca había logrado nada importante. Sin embargo, con la nueva elección de chamán, la decisión había quedado en manos del joven Raakin y, luego de un pequeño debate y votos, finalmente habían optado por pedir por ayuda a la academia.

Todo esto me llevaba a la conclusión de que no se trataba de ningún huevo de kishin y era, tal como Raakin me había explicado, un espíritu malvado. -Baie dankie, Raa. Ek sal sorg vir alles, moenie bekommerd wees nie. (Muchas gracias, Raa. Me haré cargo de todo, no te preocupes.)- Le dirigí una pequeña sonrisa la cual el chico correspondió, asintiendo con la cabeza, seguramente notando la libertad que me había tomado para darle un apodo. Por otra parte el viejo Pir me miraba aún con gran desconfianza, pero me encargaría de demostrarle mis habilidades. Yo salvaría a esta aldea.

-o-

Pasaron dos noches más antes de poder sacar un plan de acción contra el Popobawa. Había tenido que tomarme el tiempo de las noches anteriores para montar vigía y descubrir su método de operación, pero la percepción de almas me había servido enormemente para sacar conclusiones. Era verdad que la criatura podía causarme un gran miedo con solo mostrar su sombra, cosa que por lo que había comprobado era parte de una sofocante aura que liberaba de su alma, similar a la onda de locura que había estudiado en Shibusen; pero su mayor “ataque” estaba en crear tormentosas pesadillas en la que había visto su figura, durante las pocas horas de sueño que me daba entre mi vigilancia. De todas formas y como Raakin me había explicado, los individuos con mayor fortaleza tanto espiritual -o de alma, como yo le decía- como de mente eran capaces de soportar mejor el acoso del shetani, pero aún así resultaba estresante y podía sentir como mi fortaleza se desmoronaba poco a poco.
En un punto más positivo, durante el día me había ocupado de entrar en confianza con los demás integrantes de la tribu, los cuales resultaron ser todos muy sociables y por lo que no me costó nada entrar en confianza con ellos, además de darme la motivación suficiente como para reforzar mi sentido de protección hacia ellos. Ya, en esta tercera noche, fue que decidí que era momento de terminar con aquella criatura de una buena vez. Había sacado mi camiseta para quedar con el torso desnudo, ya que Raakin había decidido bendecirme con su palabra espiritual y chamánica, ¿Cómo? Primeramente cubriendo mi cuerpo con un aceite especial, para luego comenzar a trazar tanto líneas y símbolos tribales tanto en mi torso como en mi rostro, al igual también ciertas palabras crípticas, de las cuales no conocía su idioma. Para ser sincero tenía mis dudas, a pesar de que nunca me había considerado un escéptico porque me parecía estúpido serlo cuando existían seres tales como demonios y brujas. Pero una vez estuve cubierto por aquella capa de “tatuajes” y luego de que el joven chamán me indujera en una especie de ritual, sentí mi mente entrar en un trance por unos segundos antes de volver a la realidad con energías renovadas, dejando olvidado el cansancio y estrés físico, espiritual y mental. Era increíble, por lo que agradecí efusivamente a Raakin, ante la mirada gélida del viejo Pir. Estaba seguro que a pesar de hacerse el duro en su interior estaba orgulloso de su nieto, lo reflejaba en sus ojos al ver al joven chamán.

Bajo mis indicaciones todos los miembros de la tribu se refugiaron en la residencia del chamán, bajo la protección de Raa y Pir. Por mi parte monté una solitaria guardia en el exterior, a la espera de la aparición del Popobawa. Mi plan era bastante simple en papeles, pero esperaba que fuera eficaz una vez lo llevara a cabo. El Popobawa parecía disfrutar de acosar a individuos más que a grupos, y estaba seguro de que bajo la presencia del par de chamanes, las familias de la tribu estarían bien y el malévolo ser enfocaría su atención en mi solitaria figura, como había estado haciendo desde que había llegado al poblado. Mirando hacia el suelo, iluminado por las antorchas, noté una sombra pasar rápidamente a mis pies, lo que indicaba que la criatura estaba revoloteando sobre mi cabeza, tal como había esperado. Me sorprendí como, al mirar de reojo los tatuajes repartidos por todo mi torso, los mismos habían comenzado a brillar con una tenue luz verde, seguramente comenzando a actuar como una protección o armadura frente al aura de terror que emanaba el ser maligno. Sin perder más tiempo encendí una antorcha que había tenido apagada en mi mano todo el tiempo y la arrojé hacia el aire con fuerza, activando a la vez mi percepción de almas. Obviamente no impacté a mi enemigo, pero la acción pareció desconcertarle lo suficiente como para que detuviera su volar tan rápido. Inmediatamente fijé mis ojos en la horrorosa criatura y dí un salto hacia la misma. Al parecer había volado bajo, confiada de que estaba solo, por lo que conectar con ella. Por fin podía ver su físico, y era más o menos como me lo esperaba luego de haber analizado su sombra durante las noches anteriores. Un humanoide de gran altura, mucho más alto que el humano promedio, con alas similares a las de un murciélago en su espalda. Estaba desnudo, y tenía una gran contextura física. Sus extremidades, tales como manos y pies, eran como las de un demonio, apenas con trés grotescas garras en cada una. Pero lo que más atemorizaba era su cabeza, con un rostro provisto de un solo y gran ojo, dos orificios que supuse actuaban como nariz, y una desagradable sonrisa repleta de colmillos bestiales, además de orejas que también se asimilaban a las de un murciélago. Sentí mi corazón palpitar con fuerza al estar frente a tal cosa, pero dejé superé mi miedo inicial y conecté un fuerte puñetazo en su rostro, acompañado con una descarga de mi onda de alma. La criatura cayó a tierra con fuerza, arrastrándose por el mismo antes de chocar con una de las estacas, la cual se quebró haciendo que el fuego cayera sobre ella. Soltó un horroroso chillido antes de quitarse del fuego, levantándose. Aterricé de pie en el suelo separado a unos cuantos metros de mi enemigo, ofreciéndole una sonrisa burlona, a pesar de que interiormente estaba sintiendo un casi incontrolable miedo, incluso luego de recibir el ritual de Raakin. Por el momento todo iba bien, le había tomado por sorpresa y derivado el primer golpe, que siempre había considerado esencial. Solo había un pequeño problema y ese es que no le había derrotado con eso, ni siquiera lo había noqueado. Había esperado que, debido a su naturaleza más bien enfocada a aterrorizar piscológicamente y con su extraña aura, el shetani no contara con una resistencia o fuerza física excepcional, pero no parecía el caso.
Me enfoqué nuevamente en el combate cuando se abalanzó sobre mi haciendo uso de sus alas, con los brazos extendidos y seguramente dispuesto a despedazarme con sus garras. Ya le estaba esperando, claro, por algo le había provocado, pero de todas formas se me hizo difícil esquivar su avance, teniéndome que tirar hacia un lado antes de rodar y quedar de pie de nuevo, viendo como el Popobawa simplemente cambiaba de dirección en su bajo vuelo para nuevamente lanzarse hacia mi. Bloqueé con una de mis manos un zarpazo dirigido a mi pecho, antes de llevar la palma de mi otra mano al torso del contrario. Sentía un fuerte olor sulfuroso proviniendo de su cuerpo. Al apoyar mi palma en su pecho, descargué otro golpe con mi onda de alma en el mismo, haciéndole soltar otro aullido de dolor mientras retrocedía por la fuerza de mi impacto. Se recuperó antes de que pudiera avanzar hacia él y salió volando de nuevo, ocultándose en la oscuridad de la noche y lejos de la luz de las antorchas. Sin embargo no perdí rastro de él, pues tenía mi percepción de almas todavía activada y podía seguirlo con los ojos. Fruncí el ceño al ver como bajaba del cielo para ocultarse detrás de una de las casas a mi espalda, antes de volver a acercarse. Pero al verle nuevamente iluminado por las antorchas abrí los ojos con sorpresa al ver un cambió drástico en su físico que me desconcertó lo suficiente. Había perdido las alas y tanto su altura como su contextura física habían incrementado, además de que un par de anchos cuernos en su cabeza. Su cambio físico me había paralizado y al darme cuenta, ya estaba demasiado cerca como para esquivarle, por lo que recibí su carga de lleno, sintiendo como el cuerno desgarraba parte de la carne de mi hombro, causándome una herida que esperaba no fuera muy severa. Su acometida y choque me llevó además a salir disparado, arrastrándome por el suelo con una mano sujetando mi lastimado hombro. -You ugly motherfucker.- Hice una mueca de dolor mientras me levantaba con algo de dificultad, la sangre de mi herida brotando y manchando los tatuajes de mi pecho. Llevé mi mirada hacia donde estaba el Popobawa, solo para… no encontrármelo allí. Abrí los ojos con pánico mirando hacia mis alrededores, izquierda, derecha, atrás, pero nada. ¿Dónde estaba? Fue entonces que recordé su forma alada y al llevar mis ojos hacia el cielo me lo encontré. Justo sobre mi, dispuesto a dirigir un zarpazo a mi cabeza, me tiré al suelo rodando por el mismo, sintiendo como sus garras cortaban algunos cabellos rubios pero sin llegar a tocarme. El shetani impactó contra el suelo causando un pequeño cráter, pero eso no pareció importarle pues se volvió a cambiar de forma ante mis ojos, regresando aquel físico desprovisto de alas pero mucho más robusto y con aquellos cuernos que antes me habían herido. Fruncí el ceño, tomando un puñado de tierra con mi mano, antes de esperar hasta el último segundo de su carga para esquivar, lanzándome a un lado de su recorrido y soltando la tierra directo a su único y gran ojo. El Popobawa inmediatamente soltó su característico grito demoníaco, cerrando su ojo y llevando ambas manos hacia su rostro. Sin perder tiempo pateé con fuerza una de sus piernas para hacerle caer, pero solo se arrodilló con la misma. Había sido como patear una gruesa pared. Con velocidad avancé hacia él, pero salté sobre su figura arrodillada antes de seguir corriendo a tomar la estaca con fuego más cercana. Me volteé para ver como la criatura comenzaba a cambiar de forma de nuevo, seguramente para ganar distancia con su vuelo, pero no se lo permití. Lo golpeé con la punta que tenía el fuego, esta vez haciéndole caer en un nuevo chillido de dolor. Para mi fortuna la adrenalina estaba superando el miedo que estaba sintiendo, porque pude notar como los tatuajes estaban comenzado a perder su efecto. Tenía que terminar esto rápido.
Levanté la estaca sobre mi cabeza, sosteniéndola con ambas manos e ignorando el punzante dolor de mi hombro, antes de enterrar la estaca en el pecho de la bestia. Soltó un nuevo grito y comenzó a removerse con fuerza, pero no dejé que se liberara de la estaca. -Die! Die! Die!- Grité tanto con furia como con desesperación, mientras perforaba aún más su cuerpo con la estaca y el fuego. El errático movimiento de la criatura comenzó a perder fuerza y sus aullidos de dolor también cesaron, antes de detenerse completamente. Respiré agitadamente mientras veía su cuerpo inmóvil, sin soltar la estaca, sintiendo como mis manos temblaban.

-Zerick! Are you okay!?- La voz de Raakin llamó mi atención, mientras finalmente aflojaba el agarre de la pieza de madera y me alejaba unos pasos del shetani. Por fin, estaba muerto. Volteé mi cabeza hacia el chamán y pude notar como Pir también venía corriendo con él. Ambos parecían sorprendidos y un poco asustados pero les ofrecí una pequeña sonrisa, cansada, para aliviarlos. -Goeienaand, Raa, Pir! Alles is verby, dit is dood. (Buenas noches, Raa, Pir! Todo terminó, está muerto.)- El joven chamán se acercó hasta mi y comenzó a tratar mi herida con una habilidad increíble. Mientras tanto, noté como Pir fue hasta el cadáver del Popobawa y lo analizó, para finalmente asentir con la cabeza. Por alguna razón el cuerpo del shetani había comenzó a volverse polvo, esparciéndose por la tierra. -The evil spirit is leaving this world.- Escuché el susurro de Raakin luego de curar mi herida, dejándola con un vendaje de tela. Mi pequeña sonrisa se desvaneció antes de que cerrara los ojos y cayera rendido ante el cansancio de la batalla.

-o-

Al día siguiente, luego de ser felicitado por todos en la aldea, incluyendo el mismo y obstinado Pir, me dispuse a partir. La misión me había llevado un poco más de lo que había pensado en un principio, pero a fin de cuentas la había cumplido. Pero antes de irme, el viejo chamán me detuvo, sonriéndome por primera vez desde que había estado allí. -We want you to take the initiation ritual. We consider you one of us now, and as such you need to take the ritual.- Raakin me lo explicó, muy alegre, mientras el resto de la tribu comenzaba a vitorear. Tuve que tragar saliva, sintiendo cierto nudo en mi garganta por haber logrado la aprobación de la aldea, así como su cariño. La verdad no había esperado formar un lazo tan fuerte con todos ellos.

El ritual constó de una alegre danza a mi alrededor por parte de las familias de la tribu, con una pequeña fogata frente a mi, mientras el viejo Pir era quien daba las palabras del rito en su lengua local, antes de darme algunas pinceladas en el rostro con una tintura roja. -As of now, you are one with our people, and we are one with you. You are adopted and baptized, your fire and spirit. And you will be know by the old spirits and the new ones, as Onika.- Raakin tuvo la amabilidad de traducir las palabras del viejo Pir, las cuales me hicieron sonreír tanto con felicidad como con orgullo. Onika sonaba bien.

Finalmente me despedí de todos, prometiendo volver, y comencé mi regreso hacia la civilización, sintiendo que realmente dejaba una parte de mi con ellos, así como también me llevaba una parte de ellos conmigo. Y para mi fortuna recibí indicaciones claras de como volver a Pretoria, las cuales me dieron un recorrido mucho más agradable que el que había vivido al principio de mi viaje.

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