Shh, Entendre le Silence {Priv. Izaak}

¿Cómo se definía al silencio? Como la ausencia de cualquier cosa que podría ser llamado ¨sonido¨. Desde tiempos antiguos, los textos que hablaban del silencio eran sumamente interesantes. Había personas que afirmaban que la tranquilidad era una buena señal, que nada malo podía suceder cuando el mundo parecía estar durmiendo. Otras, decían lo contrario; Que lo peor del silencio era lo que venía después, nada bueno. Esto último atribuyendo a la frase ¨Tras la calma, viene la tormenta¨. Claro que una respuesta más neutra era la que se refería al instinto de los humanos. Incluso estando solos, los humanos preferían muchas cosas antes de quedar rodeados de total silencio; Escuchar música, hablar en voz alta, crear ellos mismos el ruido con algún instrumento o simplemente dando golpes a su alrededor. Pero entonces, a ella que no era humana, ¿Algo de esto se le aplicaba?.

Posiblemente no. Si bien la joven era algo parecido a un híbrido, después de todo su padre era un brujo y su madre una humana, ella se sentía bastante a gusto en lugares con una calma tan profunda que podían hacerte sentir incomodo. Uno de esos lugares era el cementerio. La mayoría afirmaría que, la tranquilidad de ese lugar donde almas de seres descansaban en paz, no trasmitía nada parecido a calma, si no lo contrario; Inquietud y hasta miedo. Más aún en oscuras noches, cuando no se podía ver a nadie cerca. Pero aun así, los paseos nocturnos eran una especie de placer personal.

Amaba deambular sin rumbo, simplemente dejando que sus pasos la guíen a cualquier lugar. Y para ser sinceros, no era la primera vez que terminaba en el oscuro cementerio. Ya había tenido un par de encuentros con otros seres, vivos según lo que sabía, en ese lugar. De alguna forma, era interesante saber qué tipo de persona estaría también deambulando por esos lares. Quizás alguien como ella, con gustos similares. O simplemente alguien que tuvo la desgracia de encontrarse a las 2 de la madrugada en ese lugar, fuese por la razón que fuese.

Su imagen dando cortos paseos entre las tumbas arecía de una película o historia de terror. No sería nada nuevo si comenzaran a decir que un fantasma de una muchacha con largo cabello blanco podía ser vista deambulando por el lugar. Seguramente, Chloe tardaría en darse cuenta de que hablaban de ella, como si tener una cabellera blanca fuera demasiado normal. Pero la muchacha no estaba tan desconectada del mundo; Más que nada, tenía ahora una razón para estar ahí. Como cualquier otra ciudad, había rumores y leyendas, y varias de estas historias tenia al cementerio como protagonista. Las dos más comunes eran la de una lapida que decía ser de la persona que la leía, dando a conocer la fecha de muerte del lector y hasta su nombre. La segunda historia, involucraba al silencio; Decían que si lograbas encontrar el lugar donde no se podía escuchar absolutamente nada, ni siquiera los clásicos sonidos nocturnos, y decías tu nombre en voz alta, se invocaría a un espíritu. Si, ambas  leyendas urbanas parecían ser hechas por un niño, y quizás era así, pero apenas las había escuchado, Chloe había sentido la necesidad de comprobarlas. Después de todo amaba las historias de terror.

Entonces, el paseo al azar ahora tenía una razón de ser.

El silencio que reinaba al lugar, y que la incitaba a hundirse en sus propios pensamientos se rompió.

Una extraña voz surgió desde su espalda, provocando que la albina se girara sin mucho apuro para ver quién era. Y el dueño de las palabras que había escuchado, era nada menos que un muchacho. Tenía el cabello revuelto y de color negro, con algunos mechones sueltos en su rostro que enmarcaban unos afilados ojos negros, también. Se veía como un chico común y corriente, pero sin importar lo que fuese, al menos de momento, la albina le hablaría normalmente.– ¿Yo? –Se señalo a sí misma con su dedo índice. Luego termino de girarse para quedar frente a él completamente.– Yo soy Chloe. –Dijo sonriendo, como si eso bastara para responder la pregunta del muchacho. Se acercó a él, apenas rozando algunos yuyos que crecían alrededor de las tumbas, se notaba que en algunas partes no se le había brindando el cuidado necesario al cementerio y esto solo le daba una apariencia aun más particular.

Pero eso no importaba. Ahora su atención era totalmente del chico.– ¿Y tu?. –Le pregunto.– ¿Eres un fantasma?. –En sus ojos se veía un destello de entusiasmo hacía la idea. Realmente, el encontrarse con algún ser paranormal era una de las ideas que se tenía cuando paseaba por el establecimiento. Su sonrisa se ensancharía plenamente si aquello era positivo, si el desconocido resultaba un alma en pena que recorría el lugar. Le preguntaría una y mil cosas, sin importarle que pudieran incomodarlo, puesto que, no sabía si volvería a tener una oportunidad como esta. En caso contrario, posiblemente lo arrastraría junto a ella en su búsqueda de lo desconocido.

El muchacho frente a ella, quien luego se presentó como Izaak, se veía tranquilo. Quizás demasiado para el lugar en donde se encontraban.

Chloe se había encontrado anteriormente con personas en ese lugar, y la gran mayoría de ellas pegaba un grito al verla, o huían lo más deprisa que podían. Pocos habían sido los cuales permanecían en su lugar, y contrario a lo que ella esperaba, le hablaban. Pero lo que le sorprendía, al menos de momento, era la serenidad que mantenía el muchacho. Sin embargo, eso no impidió que siguiera hablándole como si nada.– Estaba buscando la tumba que predice tu muerte, y también,  el lugar en el cementerio donde el sonido se ausenta completamente. –Respondió con una pizca de entusiasmo en su tono de voz. Sus palabras, claro, hacían referencias a esas leyendas urbanas que toda ciudad tenía.– ¿También estas buscándolas? –Ladeó su cabeza preguntando con una inocencia un tanto extraña para la situación.

– Oh. –Respondió. Izaak no era un fantasma ni ningún tipo de ser del otro lado, era un humano, o al menos, estaba vivo.– Pues, yo tampoco lo soy, aunque sería divertido serlo. –Admitió dejando salir una pequeña risa. La albina no se había percatado de que ahora, Izaak estaba más cerca de ella. La distancia en el medio era la justa, si estaba atenta, podía escapar si el muchacho intentaba algo. Pero siendo como lo era ella, no le prestó atención a esos detalles.

Aunque ser un ser como un fantasma, a sus ojos, se veía curioso e incluso entretenido, cambió de tema rápidamente, volviendo al asunto que aun la mantenía allí.– Dime, ¿No sabes nada sobre las leyendas de aquí? –Preguntó interesada mientras se pasaba un mechón por detrás de la oreja.

– Oh, un mito. –Respondió con un tono de decepción en su voz. Su mirada de dirigió al suelo, no había que ser un genio para saber que la albina de verdad había creído que existía tal tumba. Pero a los pocos minutos, sus ojos volvieron a enfocar al muchacho frente a ella.– No te preocupes, no es la única noche en la que puedo buscarlo. –Sonrió. Volvía a parecer contenta, y es que curiosamente, lo estaba la mayor parte del tiempo. No importaba si todo resultaba ser un cuento de niños, quizás en medio de su búsqueda encontrará algo más, algo real.

Como siempre, no tardo en darle una respuesta.– Pues… –Ladeo su cabeza hacia un costado.– Podrías ir a donde quisieras, nada te dañaría, creo que sería bastante curioso. –Admitió. Claro, ella nunca se había encontrado con un ser paranormal como ese antes, pero suponía que dentro de sus habilidades estaría lo mencionado anteriormente. Si bien ser un fantasma sería algo bastante interesante para ella, había un detalle que no había pensado bien; Para serlo, había que morir. O al menos esa era la única forma que en general, cualquier ser conocía. Y la muerte no siempre era de una manera en la que uno elegía, podía ser demasiado cruel y no había garantía de que uno podría convertirse en un fantasma.– Nunca vi uno, ¿Y tu?. –Preguntó como si fuera lo más normal del mundo. Cualquiera pensaría, a estas alturas, que la muchacha había perdido más de un tornillo en su cabeza.

El muchacho contestó negativamente,  al parecer no sabía de otras historias que tuvieran al cementerio como protagonista. Eso era raro, para cualquier persona en DC, los cuentos como esos eran supersticiones o idioteces, pero al fin y al cabo, se los conocía. Quizás el chico no era de la ciudad, y tan solo deambulara, pero a otro nivel.– ¿No crees que son divertidas? Historias de seres de otro mundo, o de curiosos objetos repartidos por el lugar… –Dirigió su mirada hacia el ambiente que los rodeaba. Las tumbas, los árboles, la noche, todo parecía cubierto de una calma lúgubre.– No son cosas que uno vería normalmente, pero si pudieras comprobar que existen ¿No sería grandioso? Apuesto a que aunque varios niegan que algo como eso pudiera ser real, más de uno vendría a buscarlo si tuviera tan solo una pequeña prueba de su existencia. –Asintió con una ancha sonrisa. Había que admitir, que aunque no se lo planteaba, su apariencia combinada con el lugar y las altas horas de la noche, parecían una escena de las historias que ella tanto amaba.– Puede que para muchos, todas estas creencias sean exageraciones, sin embargo, creo que cada historia, por más fantástica que sea, tiene un origen real. Un simple vistazo a algo fugaz, a una figura desenfocada, es suficiente para que cualquiera se asuste y se intrigue. Y con el tiempo, el haber visto algo asustado puede cambiar a convertirse en una historia clásica del lugar. Es lo mismo con esto, además de que me gustaría encontrar prueba de la existencia de los protagonistas de las historias… –Volvió a mirarlo fijamente.– …El buscarlos ya es simplemente divertido e interesante de por sí. Incluso si no encuentro nada en esta noche, puedo decir que no fue en vano.

Para Chloe, todo era posible.

No importaba que tan absurda fuera la historia, ella podría llegar a creer al 100% de que todo lo que le decían era real, o que al menos, tenía posibilidades de serlo. Desde pequeña fue así, más que nada por una gran influencia de su padre; Un hombre que tenía una curiosidad más grande que ella, llevándolo a probar nuevos tipos de pociones y hechizos. La fuente del hecho que la niña pusiera pasión en casi todo lo que hiciese, era gracias a él, al hombre de cabellos tan blancos como Chloe, que lastimosamente, iba desapareciendo de su mente poco a poco.

Y esta, no era la primera vez que alguien trataba de destruir aquellas aspiraciones, o más bien deseos sobre una realidad que ella tenía. Pero había que admitirlo, el chico era bastante amable, o al menos eso parecía considerando la elección de sus palabras. No se veía amenazador contra ella, quizás hasta le simpatizaba un poco. También estaba tranquilo, considerando que ambos se encontraban en medio de un cementerio, pero esa serenidad era diferente de la de Chloe; Tras la tranquilidad de él, parecía esconderse una tormenta. Se veía alerta ante todo, listo para atacar o defenderse, dependiendo de la situación claro. Claro que a los ojos de la albina, él no lo parecía. Pero bueno, frente a ella todo se veía diferente a lo que comúnmente otros percibían.

Mientras pasaban los minutos, parecían acostumbrarse mutuamente a la compañía del otro. Izaak esbozo una amable sonrisa, curioso teniendo en cuenta lo serio que se había visto minutos antes. Le dijo que ella combinaba bastante bien con el ambiente en cuestión, a lo que la joven bruja respondió sonriendo anchamente y soltando una pequeña risa. También, le admitió que ella no estaba del todo equivocada, que había posibilidades de que sus fantasías existieran.– ¡Exacto! Para los humanos la existencia de brujas son meros cuentos, pero aquí, todos saben que ellas son 100% de verdad. –Apoyaba lo que él decía totalmente.– No creo que haya que limitarse únicamente a lo que conocemos, después de todo, todo en el mundo fue un mito hasta cierto punto. Hace muchísimos años, miles de personas pensarían que cosas como los teléfonos celulares o las computadoras eran parte de una imaginación desenfrenada de alguien, pero hoy son casi comunes en cualquier parte del mundo. –Admitió alegremente. Se notaba que la desilusión que había yacido en su rostro, ya no existía en lo más mínimo. En parte era por su mala memoria, si vamos al caso, pero más que nada, por los ánimos que el muchacho le estaba dando.

– Y por cierto… ¿Por qué estas tu aquí?. –Su atención ahora estaba enfocada en Izaak. Ella ya le había explicado, e incluso defendió, la razón por la cual estaba ahí. Le tocaba al muchacho, siempre y cuando este quisiera responder, claro.

Puede que sea por la forma de ser de Chloe, no había forma de confirmar si así pasaba con todas las personas alrededor del muchacho, pero a la joven bruja, le caía bien Izaak. Siendo sinceros, es difícil ganarse la enemistad de la albina, más que nada porque no era del tipo que guardaba rencores, así que quizás, la mayoría no lo consideraría una sorpresa, pero se sentía cómoda defendiendo sus creencias de esa manera.

Claro que encontrar personas que compartan las formas de pensar de uno era como una bendición; Se podía pasar horas y horas hablando nada más de ese tema del que ambos eran apasionados. Pero, que sucediera lo contrario, también podía ser muy bueno; Reafirmaba lo que uno creía, daba lugar a nuevos puntos de vista, y reflexiones que quizás no se les hubiera ocurro antes. Chloe veía esto último con gracia, las personas en general discutían llegando a la violencia física por tener la razón, pero ella no había hecho lo mismo nunca. Izaak le había expresado que él no creía en ese tipo de historias, y la albina sin alterarse le había explicado porque ella sí. Había sido una comunicación tranquila, sin puños ni patadas siendo agitadas por el aire.

El muchacho le contestó. Lo que lo había llevado al cementerio parecía ser, de alguna forma, lo mismo que ella; Curiosidad. Aquello lleno de satisfacción a la albina, por alguna razón que no podía pensar claramente ahora, simplemente estaba feliz de que él hubiera dicho eso. Muchas personas la mirarían raro si ella les contestaba de la misma forma.– Me alegro no ser la única. –Admitió en voz alta. Un pequeño rubor se instalo en sus mejillas, no estaba acostumbrada a que las personas le dijeran que era interesante, si rara, pero no de esa manera. Al parecer, era momento de que la charla terminara, de que dieran  la vuelta y continuaran su camino. Ella asintió, no estaba consciente de la hora que era, pero tampoco era de importancia.– No creo que encuentre algo a esta altura, quizás regrese otra noche. Y si es así, espero que nos encontremos de nuevo. –Le confesó. Sería divertido volver a verlo, esta vez, el pobre chico escucharía aun más lo extraña que podía ser la albina. Miro por última vez el cementerio, seguía tan lúgubre como antes, con el silencio dominándolo y quizás, con una que otra alma rondando por ahí. Volvería, y pronto. Luego, lo miró a él. Le había caído bien, y no quería olvidarlo como siempre solía hacer con las caras nuevas, esta vez, quería tratar de recordarlo lo mejor que pudiese.

– Entonces, nos vemos. –Lo saludó agitando su mano hacia ambos lados. Luego, dio media vuelta y se perdió nuevamente en toda esa oscuridad. Quién sabe si saldría del cementerio, era capaz de distraerse y rondar por esos caminos un par de horas más. Pero fuese como fuese, ella encontraría algo que hacer, algo le llamaría al atención, de eso no había duda.