He's just a stupid boy... or maybe Santa!? [Privado]

De alguna manera, tal vez por una muy tonta razón, me las había arreglado para sentir un agobiante calor incluso bajo el frío manto de blanca nieve que cubría toda superficie exterior en la ciudad de la Muerte. Finos copos, apenas perceptibles, caían desde el gris cielo y lo que llegaba a juntarse en el suelo apenas si alcanzaba para cubrir la suela de mis zapatos. Pero aún así, junto a las heladas brisas, la baja temperatura, todo se complementaba para crear un invierno más frío de lo que yo podría haberme imaginado. Más aún si hablamos de una ciudad ubicada en medio de un árido desierto como lo era el de Nevada. De todas formas ¿Cómo es que sentía calor en un clima así? Tal vez por un buen abrigo, dirán. No, ni por asomo. Mi vestimenta casual constaba solamente apenas de unos jeans y poco más. ¿Eh? ¿ni una camiseta al menos? Bueno...

-Ho ho ho~.- Saludé con la mano a una señora mientras caminaba por el sendero directo hacia Shibusen. La mujer pareció soltar una risilla y devolvió el saludo, un poco tímida. No estaba seguro si reía por el traje que ahora mismo portaba encima de mi vestimenta normal, o era por mi burda imitación de la risa de Santa. Tal vez un poco de ambas razones... y, supongo que con haberlo nombrado ya te diste cuenta. Es que, encima de mi torso desnudo, encima de mis jeans, llevaba un traje del Santa gordo que todos conocían, completo con una cabeza de un tamaño considerable, cubierta con barba, mejillas gordas y ruborizadas, e incluso un gorrito. No era un traje convencional, en el sentido de que no se trataba solo de la ropa característica del mítico personaje, si no que era, más bien, como un traje que se usaría en un parque de diversiones, por ejemplo. De un tamaño considerable, ocultaba mi humanidad casi por completo, dejando a la vista mis ojos color rojo carmesí, que afloraban por los orificios que el traje tenía en el rostro, tal vez lo único que no concordaba con la imagen clásica del barbudo hombre. Y, como no, aparte de esos orificios para poder ver, la otra única abertura era la que tenía a la altura de mi boca, que me permitía respirar el aire fresco del exterior, y que estaba oculta por la espesa y canosa barba. Es por esta razón que ahora mismo me sentía como dentro de un horno, esperando a terminar de cocinarme. El calor que se juntaba dentro del traje era suficiente para hacerme olvidar del frío exterior.

Finalmente, mi caminata me llevó hasta mi objetivo principal, Shibusen. Sin embargo, la sonrisa divertida que tenía en mi rostro y que no era visible para el mundo exterior debido a, como no, la cabeza del traje, se borró al instante al verme en una situación bastante comprometida: Las escaleras. No es que me incomodara subir aquellos escalones que parecían alzarse infinitamente hasta el mismo cielo, pero con en las condiciones que me encontraba ahora, dentro de un traje de santa que encerraba todo el calor, no me tenía mucha fé de lograr subir hasta la entrada de la academia, al menos no sin sentir la inmediata necesidad de sacarme el traje lo cual, obviamente, quitaría toda gracia de aquel chiste. -Carajo.- susurré, y la palabra pareció hacer eco dentro de aquel encierro que era el traje. Miré hacia los alrededores buscando algún alma samaritana que me acarreara hasta arriba a costa de su propio bienestar físico, pero repentinamente todos parecían haberse esfumado. Estúpidas vacaciones de invierno. Sin otra cosa que hacer más que seguir adelante, comencé a subir escalón por escalón, a paso lento, intentando ignorar el agobiante calor que me había perseguido desde que me puse a Santa encima. Tal vez no haya sido una buena idea el venir caminando hasta la entrada con el traje puesto. Tal vez no fue una buena idea venir justamente a Shibusen en plenas vacaciones.

-We wish you a Merry Christmas!,- Había decidido que si tenía que subir aquella cima de infitinos escalones vistiendo como lo hacía, al menos lo haría con estilo y sin sufrir. O eso esperaba. Ayudándome de la canción para entretenerme mientras ascendía, -We wish you a Merry Christmas! And a Happy New Year!~- Daba saltos que superaban de entre seis a siete escalones a la vez al llegar al final de cada línea de la melodía. Sin embargo, al dar el cuarto o quinto salto, tuve que detener mi avance cuando las suelas de mis muy poco seguras botas resbalaron con la nieve y demás humedad que había en el suelo, lo que me hizo sujetarme de la baranda más cercana, la cual se encontraba a mi izquierda. Por suerte no caí e hice el ridículo rodando por las escaleras, cosa que con aquel traje encima se me hubiera hecho algo sencillo. Aunque si daba algo de pena la imagen de un hombre obeso y atacado por los años al estar apoyándose en la baranda de una escalera que parecía interminable. Pero claro, no había nadie más allí que pud- -Hey viejo gordo intento de rocky!- Podría haber jurado que ese grito fue dirigido a mi persona. Sobre todo porque al voltear y mirar hacia atrás/abajo confirmé mis sospechas de que no había otra persona a parte de mi que estuviera cercana al grito, claro, a parte de la chica que lo había efectuado. Pero yo no era ningún viejo y menos aún estaba loco. Fue entonces que la idea de que alguien hubiera confundido mi disfraz como real y pensara que realmente me trataba de un anciano resonó en mi cabeza, lo cual me hizo soltar una carcajada. De todas formas, no tuve mucho tiempo para debatirme o burlarme de tales cuestiones cuando, en apenas un parpadeo, la muchacha había alcanzado y sobrepasado toda la ruta que yo había avanzado en mis minutos de estar saltando y cantando como un idiota. Notable. Asumí que se trataba de una estudiante de Shibusen, al finalmente poder verla con mayor claridad y encontrarme, como me lo esperaba, con una aparente joven. Verán, el traje me impedía bastante rango de visibilidad, por lo que tenía que fijar bien los ojos del traje en el objetivo antes de llegar a apreciar algo con certeza.

Mientras yo hacía esto, igualmente me dediqué a escuchar atento lo que me decía, en asumido silencio. No encontraba algo que responderle, principalmente porque apenas se detuvo un instante para dedicarme toda clase de insultos y claras burlas (aunque parecía haber cierta advertencia de no arriesgarme a subir, más cuando todavía pensaba que era un anciano). Fue solo ese momento, y luego se despidió con aquel tono entre burlón y compadeciente que le había sentido, para luego continuar con su admirablemente rápido avance sobre la escalera. Nunca había sido repentinamente detenido, burlado, insultado y advertido por una completa extraña para que luego me dejara sin posiblidad de responderle... la comparación con Rocky había estado bien, aunque más que comparación había sido un descarte de mis propias habilidades al degradarlas con las del semental italiano. Pero ese tal vez era el único punto rescatable. La miré, lo mejor que podía a través de los orificios del traje, mientras se perdía allí en las alturas. Me dí cuenta de que estaba sonriendo, lo que llamó mi atención. Eso significaba que lo llevaba haciendo inconscientemente, y sospechaba que esa sonrisa idiota se había formado desde que ví a la chica de mirada burlona y castaño cabello. La misma seguramente se había ampliado al escuchar sus hostiles palabras.

Solté un pequeño suspiro para luego tomar todo el aire que podía en mis pulmones, y comencé a subir con facilidad de salto en salto aquellos escalones que parecían no terminar nunca. Mi mirada completamente decidida, olvidando mi estrategia anterior de subir las escaleras con calma. A pesar de lo molesto que era el traje para realizar cualquier tipo de actividad física, principalmente por la movilidad física que, en general, se veía reducida, e igualmente el calor que se aprisionaba en su interior, logré imitar el avance que había presenciado minutos atrás hecho por la amable pelicastaña que se había preocupado por un viejo y la escalera. Cuando finalmente mi pie izquierdo llegó a tocar el filo, el borde del piso del amplio patio, la suela de la bota decidió traicionarme de nuevo y esta vez no pude recuperarme con soltura como antes. Resbalé y fue a caer de frente contra el suelo teñido de blanco por la nieve. El traje me protegió de cualquier daño, pero también sirvió de soporte para arrastrarme uno o dos metros por la acera. Casi sin darle importancia, me levanté apoyando mis manos enguantadas en el suelo y dando un salto. Aunque ahora tenía un problema, no veía nada. -¡Escucha niña! Aprende a respetar a Santa. ¡Y si vas a decir algo no huyas antes de recibir una respuesta!- Grité con cierto veneno en mi voz mientras acomodaba la cabeza del traje, la cual en la caída se había girado y me había dejado en la completa oscuridad. Al lograrlo volví a buscar con la mirada a la chica de antes, esperando que no hubiera estado gritándole a nadie. Sin embargo, al frente mío, que es hacia donde había dirigido los gritos, no había nadie. Mierda. -¿Realmente huyó?- me pregunté en voz alta, con cierto tono de desepción, mis manos apoyadas en la gorda cintura del traje, -¡Cobarde!- agregué en una última exclamación. Por otra parte, el calor que se había almacenado comenzaba a joderme bastante. Tal vez no debí apresurarme. Tal vez debí seguir subiendo con calma. Total que cuando llegara a la cima, a eso del atardecer, podría haber cruzado a la curiosa muchacha de nuevo. Me quedé quieto, completamente inmóvil. Presa del calor encerrado en el traje. Presa de la pequeña inquietud que sentía al pensar en que no volvería a cruzar a la desconocida para dedicarle mis propias burlas. Presa de hacer el estúpido sin haber nadie cerca. Bueno... al menos la nieve daba un lindo paisaje. Tsk.

Viendo que mi tonto berrinche no me iba a llevar a ningún lado, llevé mis manos a la cabeza del traje para retirarla, de todas formas no había nadie allí a quién molestar con la presencia de Santa. O eso pensé. Al momento que mis manos tocaron dicho objeto, sentí un fuerte impacto en mi espalda. Abrí mis ojos con sorpresa y cierto temor. No por un posible venidero ataque de algo o alguien, sino más bien por temor a que el traje hubiera sufrido algún daño. -Mierda.- susurré cayendo al suelo y rebotando en el mismo como si de una pelota mee tratara. Había podido escuchar un “crack” en el armazón interno del traje cuando el golpe conectó con mi espalda, así que era seguro que se había dañado. -Esta cosa es alquilada, no era la idea que se rompiera.- Me dije a mi mismo en un tono vacío mientras me levantaba con algo de dificultad. Sin embargo, tuve la idea de que mis palabras no fueron percibidas por mi agresor, ya que inmediatamente pude escuchar su voz hablándome. De nuevo. La reconocí al instante, no hace mucho la había escuchado escaleras abajo. Me volteé lentamente, mientras repasaba las palabras que ella me estaba dirigiendo, con atención. -Si no hablas con extraños no veo razón para que me hablaras antes,- susurré sobre sus palabras. -y no como quisiera asustar a alguien con un traje de Santa Claus.- volví a contestar, nuevamente en un apenas audible susurro. -Si hubiera querido intimidarte, hubiera usado mi propio rostro.- Finalmente, cuando ella había terminado de hablar yo tuve la facultad para decir aquellas palabras en un tono de voz lo suficientemente alto como para que ella escuchara sin problemas. Seguidamente realicé la acción que estaba pensando hacer antes de ser atacado. Retiré con tranquilidad la cabeza del traje. Tomé una bocanada de aire fresco con los ojos cerrados, mientras al fin podía sentir la fría brisa acariciar mi cabello y mejillas. Dejé caer la cabeza sobre la fina manta de nieve que estaba en el suelo, la cual rodó y, para mi buena o mala suerte, fue a parar a los pies de la joven de cabello castaño.

-Si yo estoy loco entonces tú sigues siendo una cobarde. Me atacaste por la espalda ¿no? Y además rompiste el traje, vas a tener que pagarlo.- Abrí los ojos y mi mirada, afilada y fría, finalmente se posó sobre ella. Resultaba sombría, con el ceño fruncido y las pupilas carmesí retándola a volver a atacarme. Estaba consciente que no era para nada el calmado y hasta amigable gesto que solía dar, de hecho era todo lo contrario, aparentando más un delincuente que otra cosa. Pero ese era el punto, que se concentrara en mi rostro y no en el traje que tenía puesto, o toda la idea de "intimidarla" sería en vano. Sin embargo, cuando parecía ser seguro que todo lo que yo buscaba era una confrontación, mis ojos se posaron distraídamente sobre la bebida que ella tenía en sus manos, y eso hizo alejar toda amenaza que mi rostro reflejaba. Sonreí levemente y arrebaté con rapidez la lata de sus manos antes de que pudiera deducir mis intenciones. Seguidamente llevé el ansiado líquido a mi boca, tomando y terminando todo el contenido que quedaba de la bebida de un solo trago. -Aaaah~ deliciosa.- Mencioné en un aliviado suspiro, apretando la lata con mi mano, la cual se aplastó con un sonoro crack. -Gracias por el refresco, creo que puedo tomar eso como paga... o no. No creo que lo valga.- Agregué, con notoria burla y voz igualmente socarrona. -¡Pero! Puedes disculparte. Eso sería un buen comienzo.- Mi incliné ante ella, invitándola a que lo hiciera con un gesto de mi mano. -Y presentarte, para ser, o parecer, más educada. ¿No lo crees?- A fin de cuentas, mi idea nunca había sido ser un patán. Solo conocerla. Pero ahora mismo tal vez debería actuar de esa manera para lograr algún avance. O tal vez todo lo contrario. Quién sabe.

Estaba intentando no sonreír demasiado o incluso romper por completo en una risa, y mas bien deseaba mantener una imagen tranquila y relajada. Sin embargo, cada comentario o respuesta que la muchacha me lanzaba no hacían otra cosa que incrementar más la diversión que estaba sintiendo en aquel momento. Me preguntaba si era normal para ella detenerse a discutir y agredir verbalmente a un completo extraño y, como ella me decía, loco. Sospechaba que ella igualmente estaba pasando, al menos, un buen rato al insultarme de tan diversas maneras, a pesar del claro malestar que había sentido cuando la taché de cobarde. No parecía ser una otra señorita más de Shibusen. Y ese último punto me llamaba la atención, pero era algo más tarde, con suerte. Por ahora estaba contento con saber su nombre y que al menos me estuviera hablando, aunque solo fuera para soltar insulto tras otro. Atrapé la cabeza del disfraz con la mano libre, mientras escuchaba en silencio el resto de su monólogo.

Cuando finalmente escuché su presentación, sonreí internamente. -No, Alice, por supuesto que no voy a olvidarlo. No suelo olvidar a la gente que me ataca por la espalda.- Me encogí de hombros, cerrando los ojos y manteniendo aún aquel gesto neutral en mi rostro. Luego solté un pesado suspiro, claramente fingido, y volví a abrir mis ojos, para verla con cierto cansancio. -¿Por qué aseguras que habría caído por las escaleras? Estoy seguro de que ni siquiera me hubieras tocado. La gente que habla mucho tiende a fallar cuando debe respaldar lo que dice con acciones.- Con simpleza, solté la lata aplastada que tenía una de mis manos. Antes de que tocara el suelo la pateé e hice un leve gesto con la cabeza mientras el residuo pasaba por encima de ella a una velocidad considerable, para que la viera. -No la pierdas de vista...- Hablé confiadamente. A pesar de la altura que había tomado, una vez comenzó a caer, el objeto parecía ir directo a uno de los tantos botes de basura que estaban repartidos a los bordes del enorme patio. Aquel era un truco que había aprendido de mi hermano, el Golden Boy, y era una suerte que tan inútil habilidad me viniera a servir ahora. Pero para mi desagradable sorpresa, la lata en cuestión terminó por rebotar en uno de los bordes y luego caer al lado del depósito de residuos. Carajo, eso no era lo que quería. Solté una tos fingida antes de que Alice pudiera soltar un comentario al respecto y procedí a hablar de nuevo. -Puedo sacarme el ridículo traje si tanto quieres.- Sonreí burlonamente llevando tentativamente mi mano al cierre delantero que estaba oculto bajo uno de los detalles en blanco. Hablando en serio, hasta a mi comenzaba a molestarme llevar puesto tal disfraz. Pero había que recordar que, a diferencia de la joven que tan bien vestía contra el clima, yo no llevaba ni siquiera una camiseta o algo parecido para protegerme del frío exterior, lo cual era bastante desafortunado teniendo en cuenta que habrían unos cuantos grados bajo cero. De hecho, la nieve no había dejado de caer durante todo el día y, de hecho, parecía ser que los copos se estaban volviendo más grandes y comenzaban a caer más seguido. Y, por si fuera poco, aquel hueco en la espalda del traje donde había recibido el golpe -probablemente una patada- estaba dejando entrar una brisa bastante helada y poco refrescante.

-Si me disculpo por llamarte cobarde,- Comencé a hablar nuevamente, notando que tal vez no esta llevando las cosas muy bien que digamos. -¿Tu te disculparás por romper el traje que tengo que devolver y seguramente deba pagar?- Con esa pregunta, le dirigí una pequeña sonrisa. Negociación, chantaje, tal vez esas cosas servirían con alguien que parecía ser tan cabezota como ella. -Ah, y también por tanto insulto. No creo haber merecido lo de bastardo. En todo caso, ¿tal vez te estabas refiriendo a Santa? Ese sí es un bastardo de verdad, nunca me dejó un mísero juguete por más carta que le enviara.- Bromeé, puede que no en el momento indicado, mientras dirigía una mirada a la cabeza del disfraz que descansaba en mi mano. Solo quería ver si el humor funcionaba. Aunque, pensándolo bien ¿Por qué tenía tanto interés en alguien tan difícil de tratar como ella? Bien podría haber ignorado toda la situación, sus primeras palabras cuando pensó que era un viejo loco intentando subir una escalera imposible para él. -Tal vez soy un masoca...- susurré con sospecha para mi mismo, llevando mi mano oculta por el traje a mi mentón y pensando en ciertos momentos de mi vida que pudieran confirmar dicha afirmación, sin darme cuenta que había mencionado aquellas palabras un poco muy alto. Por otro lado, caí en cuenta de que todavía no me había presentado con ella. Pero supongo que no lo había notado. Después de todo, por ahora seguía manteniéndome como un bastardo loco para la joven de castaño cabello.

-Bueno, para serte sincero, no me he sacado el traje porque no llevo una camiseta por debajo. No tengo pudor de mostrar mi privilegiado físico a los afortunados, pero con este frío el cambio de temperatura me enfermaría.- Contesté con simpleza luego de haber ignorado convenientemente su escandalosa risa. Había escuchado que la risa sincera de una mujer era algo digno de presenciar, pero no podía definir con certeza si su risa había sido real o solamente para burlarse. Sin embargo, siempre era bueno sacarle alguna carcajada a la gente, y nunca me había importado que fuera a mi propia costa. -Además, el punto de que llevara el traje era entrar en Shibusen con él puesto. Así impacta más.- Sonreí levemente ante lo siguiente que mencionó -Pues gracias por la preocupación por un viejo que decide terminar su vida sufriendo un infarto fulminante por subir unas escaleras. Por suerte nada de eso ocurriría.- Luego de unos segundos de silencio, decidí agregar, -Excepto que esto es Death City. Así que no sería raro que pasara. Esta ciudad está tan loca que algo así podría pasar sin problemas.- Y era verdad. Cualquiera que llevara viviendo lo suficiente en aquella ciudad podría asegurarlo sin miedo a equivocarse.

Las siguientes palabras de la joven de cabello castaño me sacaron de mi tren de pensamientos. Volví a sonreír ante su “disculpa”, supongo que viniendo de alguien tan orgulloso como lo aparentaba ella, era algo bueno de conseguir. -Bueno, eh...- Hablé despistadamente, todavía algo descolocado por la disculpa de la joven de lengua venenosa. -... sí.- Mirándola mientras mi sonrisa se ampliaba alegremente, me arrodillé con una pierna frente a ella, mientras resguardaba la cabeza del traje bajo uno de mis brazos y con el otro hacía movimientos exagerados a medida que hablaba, lo cual con el traje debería resultar tanto ridículo como vergonzoso, incluso para ella. -¡Oh, grandiosa Alice Baskerville, perdóname por haberte tratado de cobarde! Fue algo totalmente indigno y estúpido de mi parte. Así que por favor, Diosa de la Tiranía y los Insultos Ingeniosos, perdona mi vida y dame otra oportunidad~- Con suerte con todas las idioteces que había demostrado a lo largo del día, ella ya se esperaría que mi disculpa no sería la convencional. Y con suerte, la actuación habría sido lo suficientemente cómica como para que no decidiera darme una paliza por avergonzarla, a pesar de que no había visto a nadie por las cercanías como para que lo viera.

-Mi nombre es Zerick Jericho, técnico de Shibusen y futuro...- Pensé un poco más ¿A qué carajo apuntaban los técnicos en esta academia? -Futuro técnico de mayor reconocimiento y fama. Creo. Tal vez convertir a dos o tres armas en Death Scythes.- Me encogí de hombros. Yo solo estaba usando Shibusen para volverme más fuerte y nunca había pensado en permanecer allí más de lo necesario. Su siguiente duda me descolocó un poco. -Me escuchaste, ¿eh?- Mis palabras salieron con un deje de nerviosismo ¿Qué podía responderle? -... ¿Tienes idea de donde están los estudiantes? ¿Acaso es día libre?- Cambiar de tema era una de mis tácticas favoritas y era lo que usaría ahora. Además era una duda real que tenía desde que había pisado el patio. Alice y yo parecíamos ser los únicos allí, cosa extraña. Se me hacía absurdo que suspendieran las clases por la débil nevada. Tampoco recordaba que mencionaran vacaciones o algo parecido.

A decir verdad, me hubiera esperado cualquier otra reacción que la que realmente recibí por mi exagerada disculpa. Pestañeé repetidas veces, sorprendido ante su actitud y su sonrisa la cual parecía que no se borraría por nada. Mi propia sonrisa, en cambio, se había ido perdiendo y ahora apenas era visible. Supongo que la había subestimado, ciertamente Alice Baskerville era de temer. -Yes Ma'am.- contesté en mi idioma nativo, asintiendo con la cabeza ante su indicación de que no volviera a repetirse.

Y esperen un momento, ¿Realmente no habían clases? -¿E-eh?- La miré incrédulo mientras me levantaba de mi posición arrodillada. Ella no parecía estar bromeando, más bien parecía estar burlándose de mi de nuevo, pero eso no importaba ahora. -¿En serio no hay clases? ¡Entonces venir aquí con este traje fue para nada!- Yo esperaba sorprender a toda la comunidad estudiantil y observar con atención sus reacciones ante un Santa, pero ahora nada de eso sucedería. Soltando un suspiro de frustración, dirigí una mirada a la joven que al parecer se había dado cuenta de mi inteligente cambio de tema. Bueno, supongo que no había sido totalmente en vano, ya que de no haber llevado el traje probablemente Alice no me hubiera notado y yo no habría cobrado ese interés en ella.

Aunque ahora, luego de que mi evasión de preguntas no funcionara, tenía que responder a su duda y francamente no sabía como hacerlo. Por lo que comencé a caminar hasta el muro más cercano para poder apoyarme, una acción que hacía parecer que la estaba ignorando, claro hasta que hablé de nuevo. -Masoca es...- Bajé mi mirada mientras llevaba mi mano, enguantada por el traje, hasta el cierre que tenía cerca del cuello. Si no había venido nadie más entonces no tenía mucho caso seguir con el plan de Santa Claus invadiendo Shibusen y tenía cierta idea para conseguir algo de ropa. -... es,- Me apoyé contra el muro una vez llegué a él a la vez que comencé a forcejear con el cierre intentando bajarlo. Ya era bastante difícil hacerlo con mi mano dentro del guante, pero al parecer al muy maldito también se le había ocurrido trabarse para complicarme más las cosas. Tomando una bocanada de aire, miré de reojo a Alice, finalmente dispuesto a contestarle. -Masocaesuncoloquialismoparamasoquista.- Solté lo más rápido que pude y en voz apagada, para que apenas pudiera escucharlo. Con suerte para cuando lo entendiera ya no tendría ganas de reírse o tacharme de pervertido. Con suerte. Últimamente estaba dejando muchas cosas a la suerte. Ah, también dejé de intentar abrir el estúpido cierre. Con suerte se abriría llegado el momento correcto.

-Y si no hay clases, ¿Qué haces aquí?- Pregunté mirándola ahora con curiosidad. -¿Dándole una visita al solitario Shinigami-sama?- Bromeé, recordando su anterior gesto al mencionar al Dios de la muerte. Aunque tal vez solo fuera su forma de referirse al Dios y nada más. Es decir, nosotros apenas nos habíamos conocido y ya no me alcanzaban los dedos de las manos para contar todas las veces que me había dirigido un insulto. Miré una vez más hacia el cielo. Continuaban cayendo pequeños copos de nieve a un ritmo lento, calmado... Me pregunto que talles de camisa tenían en los guardarropas de Shibusen.

Había logrado que riera de nueva cuenta. Lo sorprendente es que al parecer había conseguido entenderme sin dificultad alguna, lo cual me hizo elevar una ceja. Sin embargo dejé de lado mis pensamientos injustificados de sospecha y me le quedé observando con una leve sonrisa mientras reía, aunque su diversión finalizó abruptamente al escuchar mi pregunta. Estaba por responder a su negativa inicial cuando comenzó a hablar de nuevo, finalmente revelándome su motivo de estar allí. Me mantuve en completo silencio mientras se explicaba, jugando de vez en cuando con el cierre del traje, aunque sin despegar mi mirada de ella. Asentí levemente con la cabeza una vez terminó, mi sonrisa ampliándose un poco más al escuchar la palabra basura salir de sus labios. -Pero Alice, si no hubieras venido hasta aquí no te habría conocido. Y apuesto a que encontrarme con la Diosa de la Tiranía era cosa del destino.- Mencioné de manera infantil mientras la miraba ladeando la cabeza levemente. -Además, no sé si pueda contar como toda la población de estudiantes, pero yo también soy un alumno y siento que nos estamos llevando… Relativamente bien, ¿No crees?- Pregunté, ciertamente curioso en saber si al menos estaba pasando un tiempo decente conmigo. Por otro lado estaba el hecho de que parecía no gustarle para nada relacionarse con otros estudiantes... -¿Y por qué detestas tanto la idea de llevarte bien con otros alumnos? El compañerismo y la camaradería es algo básico si luego piensas salir a hacer misiones o simplemente convivir con ellos en clases.- Aquellas palabras habían salido con mayor seriedad que las anteriores, pero igualmente las había dicho sin pensarlo demasiado. Tal vez me estaba metiendo donde no me llamaban. Pero tenía demasiada curiosidad por Alice como para callármelas. Aquella chica de llamativos ojos color violeta tenía cierto aire misterioso que llamaba mi atención y aumentaba aquel interés que tenia por ella.

Al escuchar su siguiente duda me quedé algunos segundos en silencio, mientras desviaba mi mirada nuevamente al cielo. -Yo, pues…- Repentinamente pasó por mi mente la reacción de ella al intentar evadir su pregunta momentos antes, lo cual me dio una idea. -Verás, vine…- Lentamente y de manera discreta comencé a separarme del muro para dar pequeños y disimulados pasos alejándome de ella mientras sonreía pícaramente. Estaba claro que nuevamente comenzaba a evadir otra pregunta. -… ¿Te gustaría ayudarme a conseguir algo de ropa dentro de Shibusen? Te aseguro que será divertido.- Cambiando radicalmente de tema, mi pregunta salió naturalmente, sin que mi tentadora sonrisa se perdiera en ningún momento. No tenía idea de si entrar a Shibusen mientras estaba cerrado estaba prohibido, pero lo que sí sabía era que no podías ir y sacar ropa de los vestidores sin permiso. -¿Recuerdas que te dije que no llevaba ninguna camiseta o algo debajo? Pues bien, ayuda a Santa a tomar algunas prendas prestadas así no se muere de frío cuando se saque el traje~- Para más puntuación en que estaba ayudando a Santa, decidí colocarme nuevamente la cabeza del traje, ajustándola con un par de giros.

De todas formas, no sentía que fuera a ser un robo, después de todo yo también era un estudiante y podría devolverla luego, pero seguramente resultaría sospechoso ver a un sujeto parecido a Santa irrumpir en la academia y allí era en donde estaba lo divertido del asunto. Mientras tanto, durante todo ese tiempo de hablar y pensar no había detenido mi lenta marcha para alejarme de Alice, caminando de espaldas mientras la miraba sonriente y esperaba una respuesta. Aunque no estaba muy seguro de que fuera a aceptar hacer algo tan espontáneo y a la vez idiota como eso. -¿O será que te da miedo romper alguna que otra regla menor? ¡Si es así puedes negarte de inmediato!- Agregué con claras intenciones de provocarla. Nuevamente me encontraba tentando a la suerte, pero debía hacerlo si quería lograr que me acompañara. Era una provocación bastante infantil, pero la chica de cabello oscuro, al menos a la vista, parecía ser una persona bastante orgullosa y confiada de si misma, así que era lo mejor que podía utilizar por ahora.

A fin de cuentas había logrado mi objetivo con aquella burda provocación. La pequeña sonrisa que había conservado en mi rostro se amplió al escuchar su respuesta a mi extraña propuesta, parecía claramente molesta al haberme metido una vez más con su orgullo. Sin embargo, en su rostro pude ver como se formaba una sonrisa burlona y, antes de saberlo, la estaba viendo correr a una velocidad considerable hacia el interior de la enorme academia. Sin querer quedarme demasiado atrás, lo cual podía ser algo sencillo debido a la dificultad que tenía para moverme estando en en el interior del maldito traje, igualmente comencé a correr detrás de ella. Mi avance, a diferencia del de ella, era de pequeños pero rápidos y consecutivos saltos, ya que debido al disfraz me era imposible correr correctamente sin el temor de perder el equilibrio o tropezarme. De todas formas había conseguido mantenerme a su ritmo… o algo así. Debido a la ventaja inicial que me había sacado sumado a, bueno, todo lo demás, la verdad es que sí había quedado rezagado por una considerable cantidad de metros, los cuales se hicieron notar una vez ella se detuvo y se volteó para burlarse. -Haha~… Que graciosa. Yo no le tengo miedo a nada, diosa.- Mi respuesta obviamente salió un con algo de molestia, no solo ante su burla, la cual encontraba injusta porque estaba con el traje de santa y así era bastante difícil seguirle el paso, sino también porque comenzaba a sentir de nuevo aquel calor que se encerraba en el disfraz debido al esfuerzo físico. En serio no podía esperar para encontrar algo de ropa y sacármelo de encima de una buena vez. Supongo que ya había perdido el chiste.

Por otra parte, mi mente se devolvió a las palabras que había escuchado salir de la de ojos amatistas poco minutos atrás, antes incluso de que me decidiera a pedirle por la ayuda para buscar ropa. Me estaba refiriendo, claro, a su respuesta a mi duda de por que no llevarse bien con los estudiantes. Me había resultado una respuesta algo intrigante, por decirlo así, porque parecía significar mucho más que solamente no querer hacer lazos con los demás por la falta de tiempo. Primero, estaba la duda de los dos años y luego esfumarse, ¿Por qué tendría la necesidad de hacer aquello? Si no estaba conforme con Shibusen o algo parecido, entonces ¿Por qué no irse ahora, por qué esperar? Era algo que quería preguntarle, pero sentía que estaba siendo demasiado entrometido si seguía indagando como lo había hecho hasta ahora. Y luego estaba su comentario sobre como la gente era hipócrita. Aquella frase en específico era la que me había llamado más la atención y la que me decía que había mucho más que solo no tener las ganas de relacionarse con los demás estudiantes. Pero, ¿Por qué sentía que Alice ocultaba tantas cosas? Y, si era el caso, ¿Por qué a mi me interesaba tanto? No le encontraba sentido. Como había dicho la de largo cabello oscuro, ella no me había tratado especialmente bien y aún así yo había insistido en acercarme de una manera u otra. Tal vez fuera por mi naturaleza curiosa… sí, era lo que me había dicho desde el momento en que me la había cruzado en la escalera. Supongo que era como ese aura de misterio que formaban ciertas personas y que las hacían tan interesantes a la vista de los demás. Solté un involuntario y pequeño suspiro ante ese último pensamiento. Tal vez sí era un masoquista de verdad. Diablos.

-Entonces, ¿Estamos yendo hacia los vestidores?- Pregunté cuando finalmente pude alcanzarla, aunque luego fruncí el ceño levemente, a pesar de que ella no pudiera verlo. -Y no te hagas más ideas de grandeza. Solo eres más veloz que yo en este momento por el traje, nothing more.- Le dirigí una mirada claramente molesta, después de todo todavía tenía en mente aquella burla que me había dirigido. No es que me considerara un tipo que se mueve a la velocidad de la luz, pero era obvio que el traje me estaba dificultando la movilidad. Aproveché el que ya estuviéramos dentro de los pasillos para asomarme por el siguiente cruce para ver a ambos lados. Por supuesto, tenía que mover exageradamente la cabeza para ver de un lado a otro debido al traje. Por suerte no había nadie rondando por los pasillos aledaños, lo que haría mucho más fácil el avance. -Oh, es verdad. ¿Voy a tener que disculparme de nuevo por haberte llamado miedosa antes?- La pregunta, a pesar de salir de la nada, era una duda que me había surgido desde el momento en que salió aquella provocación infantil. Era verdad que no la había llamado cobarde como antes, pero sí había insinuado que podía ser una miedosa de no haber aceptado mi propuesta. Comencé a moverme a través de los pasillos nuevamente, siempre teniendo cuidado de mirar antes en los cruces por algún posible encuentro con algún directivo de Shibusen o directamente alguien que estuviera haciendo una ronda o simplemente paseando. -Porque si es el caso, I'm really sorry, Alice~- Hablé canturreando su nombre mientras giraba mi cabeza para poder dirigirle una rápida mirada y luego devolverla a mi improvisada vigilancia de los pasillos. -… So please, give m-…- Detuve mi disculpa hablada en mi idioma natal, cuando una de las puertas que se ubicaba en el pasillo donde estábamos cruzando se abrió de improvisto. Sin demasiado tiempo para reaccionar me pegué contra la pared y asumí una posición inmóvil por completo. Esperaba que, aprovechando su propia velocidad, Alice hubiera podido ocultarse por su cuenta… Solo esperaba que no decidiera hacer frente a quien quiera que estuviera saliendo. No es como si la idea de que me castigaran me afectara demasiado, pero la gracia de la pequeña misión de encontrar ropa era que nadie nos descubriera. En fin, con suerte no la verían y… -Uhm…- Con suerte no descubrieran que en realidad el Santa que estaba inmóvil en medio del pasillo no era ninguna estatua. Mirando por el rabillo del ojo y con cuidado de no mover la cabeza del traje, finalmente pude ver de quién se trataba. Era una de las mujeres que se encargaba de organizar las misiones para los estudiantes. Llevaba su cabello azabache atado en una cola, unos lentes de llamativo marco rosa y un traje formal negro, con una pequeña identificación de Shibusen en el pecho. Creo recordar que era la más estricta de las personas que atendían las misiones, siempre hablando en un tono autoritario y hasta superior y con aquel característico ceño fruncido plantado en su rostro en todo momento, como si te estuviera juzgando. -Estos mocosos, saben que si no entregan su informe de misión a tiempo me dan muchos… problemas…- Su voz comenzó a volverse más baja, inundada por la sospecha al notar una figura a tamaño real de Santa en medio del pasillo. -¿Ya comenzaron las decoraciones de este año?- Preguntó la mujer acercándose peligrosamente hasta mi posición, mientras me escudriñaba con ojo crítico. -No recuerdo ningún Santa al entrar aquí… parece algo maltratado…- Aquella mueca que llevaba pareció intensificarse mientras el sonido de sus tacones hacía eco en el aparentemente vacío pasillo. Mierda… Alice, ¿Ayuda?