Bosque [Evento]

La luz de la luna solamente logra colarse por las aberturas que varias hojas marchitas han dejado en los árboles, siendo tenue y limitada, pues no todos los árboles han perdido sus copas tupidas, pueden escuchar el ulular de un buhó y tal vez el croar de una rana, así como suave canto de un grillo… otras aves e insectos también se hacen presentes, siendo coreados por el sonido del viento moviendo la vegetación, el ambiente es ciertamente perfecto para su cometido de esta noche pero...

En verdad no deberían de estar aquí. Hay límites marcados entre lo temerario y lo estúpido y ustedes estaban a punto de cruzar la línea que separa ambos. Si se habla de una prueba de valor, es lógico que uno de los primeros lugares que te vengan a la cabeza para llevarla a cabo sea el bosque. No es exclusivo de Halloween que este lugar sea foco de dichas pruebas, apuestas pérdidas, o simplemente gente que decide entrar porque le pesa demasiado el orgullo… Pero debo insistir en que es sumamente estúpido, después de todo, hay un motivo en el porqué de la insistencia de la Vocacional en que la gente no se adentre demasiado en este lugar…

Lo harán de todos modos ¿No es así? Sí no hay remedio entonces deberían estar bien consientes de la situación, estar atentos a la oscuridad que parece tragarse los árboles que su vista no alcanza a distinguir, escuchar con atención, cuidar por donde caminan y… claro, asegurarse de que no haya nada observándoles desde un rinconcito oscuro, relamiéndose los labios tan solo de verles… Y eso solo mencionando las amenazas que sabemos, son completamente reales, habría que hacer una lista con los espectros, espíritus y monstruos fantásticos que la gente cree que vagan por aquí, bueno, todo sea por pasar un Halloween entretenido y no quedar como lloricas, adéntrense en el bosque, prueben su valía y entonces díganme… ¿Creen en fantasmas?

No tenían más acompañantes además de la oscuridad de la noche y los sonidos del bosque… y claro, los unos a los otros, aun si no se ven muy entusiasmados con la mutua compañía. Ha pasado un rato y a decir verdad, la dichosa “Prueba de Valor” Estaba siendo un completo fiasco ¿A quién carajos se le había ocurrido? ¿Les habían tomado el pelo y ustedes habían sido los únicos crédulos en presentarse? ¿Se estaría riendo el organizador desde una esquina lejana?

Cuando dichas suposiciones parecían las más factibles, finalmente, escucharon algo, de forma clara e inconfundible, se trataba de la risa de un infante. Sus pasitos sonaban apresurados, pero se detuvo una vez estando ante ustedes y…  ¡OH POR DIOS SANTISIMO ES UN FANTAS…! Ah, solo es un mocoso con una sabana encima, olvídenlo. No pueden verle el rostro, obviamente, pues la cobija solo tiene un par de agujeros para sus ojitos, que parecen mirarlos. El niño suelta otra risa y los saluda, solo para luego echarse a correr para dentro del bosque.

¿Era parte del evento? ¿Una invitación por parte del niño para que lo siguieran? ¿Era simplemente un niño con padres negligentes? Sea cual sea el caso, y aun si su moral les permitiera dejar a un pequeño de seis años como mucho, matarse como si  nada, deberían seguirle… Es mejor que estar ahí sin hacer nada ¿No?

Todo era culpa de aquel mocoso quien la llamo cobarde.

Si había algo que Zoe no soportaba era aquello, ser llamada una llorona y cobarde, más que nada si lo hacia una persona menor a ella, como había sucedido dos horas antes. En parte daba gracia la cantidad de orgullo que podía tener, porque la castaña se veía a si misma como la persona responsable en el grupo de amistades que tenía. Claro que esos ¨amigos¨ eran en su mayoría aun niños, Zoe se podía considerar ya una adolescente, sin embargo seguía comportándose de manera terca y caprichosa cuando quería. Y en la noche de Halloween, a pesar de que quizás, personas de su edad estarían fingiendo madurez en alguna fiesta en el sótano de alguien, la niña se había decidido a salir a pedir dulces de todas formas.

No tardo mucho en encontrar a un grupo de niños a quienes frecuentaba, y aunque paso un buen rato con ellos, lo inevitable se hizo presente.

Zoe siempre, por ser la mayor, creía que debía de liderar al resto de los pequeños, comportándose maduramente, o al menos intentándolo. Y siempre, llegaba alguno que ponía a prueba eso. Casi siempre era con peticiones clásicas de niños, jugar alguna travesura a alguien o encontrar un escarabajo de tamaño mayor al promedio; Es decir, en general, pruebas bastante simples para alguien de la edad de la castaña. Pero, para su desgracia, este día era Halloween, donde todas las travesuras y pruebas posibles eran un paso, o incluso más, más avanzadas. Le había tocado anteriormente ya entrar al bosque, pero en esta noche tan encantadora, según ciertos rumores que circulaban, había una prueba de valor que iba a darse en lo profundo del lugar. Y es justo a ese evento a donde la habían retado para asistir.

No era muy complicado, tenía que entrar y salir del bosque, claro que siempre y cuando la prueba haya finalizado. Hacerlo antes de tiempo era considerado como una prueba fallida.

Así que, con la cabeza en alto, y agarrando fuertemente el final de su falda, se interno sin siquiera mirar hacia atrás, donde el grupo de niños pequeños la contemplaba atentamente, esperando que saliera corriendo o que simplemente algo sucediera. No iba a darles el gusto, era demasiado orgullosa como para salir corriendo a estas alturas ya.

Y caminando tan solo por unos minutos, logro divisar a un extraño grupo de personas a la distancia. Todos parecían ser hombres, y jóvenes, si vamos al caso. Los ojos se le iluminaron, no le gustaba deambular sola para nada, y prefería la compañía, más que nada en este caso y de cualquiera. Pero antes de que cualquier palabra naciera de su boca, diviso una especie de niño, o algo asi, que al parecer también había captado la atención del resto. La piel se le puso de gallino, ¿Es que alguien más también había entrado al bosque? Ella no tenía la menor idea de aquello. Quizás era un niño con un sentido del humor más bien.. ¿Único?

El resto comenzó a seguirlo, y aunque la morocha no escucho que es lo que dijo el grupo, de todas formas ella decidió ir con ellos. Era preferible eso a simplemente seguir caminando sola.–Uhm.. Disculpen. –Hacia un esfuerzo para levantar su voz y para alcanzarlos sin que algo le hiciera tropezar.– ¿Conocen a ese niño? –Preguntó.

Lograban escuchar el crujir de las ramas y hojas bajo sus pies, pequeños animalitos salir huyendo al sentirlos llegar, después de todo era obvio que reaccionasen así ante un grupo de personas corriendo por el bosque, perturbando la aparente tranquilidad en la que la noche envolvía el lugar.

A decir verdad, no era realmente difícil seguirle el paso al pequeño que había robado su atención, no solo porque, claro, se trataba de un niño y no podía correr a una velocidad que pudiera amenazar con perderlo de vista  si se le seguía a buen paso, si no porque el mismo infante, bajaba la marcha o se detenía para mirar hacia atrás, a ustedes, siendo específicos, el hecho de que quisiera que lo siguiesen ya no era una suposición, era obvia que era su total intención desde el principio, y parecía más que encantado de que le estuviesen siguiendo la corriente.

Siguió con la técnica mencionada, avanzando, dando leves vistazos para asegurarse que le seguían, hasta llegar a una parte ciertamente espesa del bosque. Los árboles empezaban a juntarse más unos con otros, las hierbas y arbustos se hacían más tupidos, las raíces que deformaban el suelo se notaban más grandes, gruesas y toscas, lo mejor sería poner especial cuidado de donde caminan. En determinado punto, el pequeño se detuvo, respiraba de forma agitada, acelerado por la carrera o como si le costara de hecho hacerlo, fuese cual fuese el caso, no duro demasiado, los miro una vez más y de no ser por que emitió otra risita, no hubiesen logrado adivinar que les sonreía bajo su simple disfraz. Paso la mirada por todos ustedes, acto seguido, se dio la vuelta y se metió entre las ramas de un arbusto, las ramas tupidas y la cercanía de los árboles hacía imposible ver que había tras dicho arbusto hasta que se pasara a través de él. Claro que caminar por arbustos era desagradable, las ramas los arañaban a su paso, pero todo fuese por seguir al condenado mocoso, tal vez deberían atraparle y sacarlo del bosque de una buena vez. Extrañamente, dicho arbusto parecía demasiado largo para ser lo que era, al menos, estaban tardando demasiado en salir del mismo, así como era imposible saber a ciencia cierta si el niño iba delante.

Finalmente salieron de tan molesto pasaje para encontrarse con un edificio frente a ustedes. La estructura era ciertamente, una ¿escuela?, de tamaño medio, aspecto tradicional, construida casi en su totalidad de solo madera, del tipo que uno se encuentra en poblados pequeños y apartados, ciertamente podría tratarse de otra cosa, pero por el momento lo lógico sería tener por descarte dicha opción… ¿Habían escuchado hablar de algo así ubicado en este lugar? Las leyendas que corren alrededor del emblemático bosque eran muchas, por supuesto, pero nadie mencionaba nunca escuelas o edificios a mitad del mismo. El niño a quien habían perdido en los arbustos está en la entrada, se lleva manitas a la boca, como si estuviera aguantando soltar otra de sus risitas y vuelve a saludarles, solo para meterse al deteriorado edificio después de eso. La cortina de una de las ventanas se mueve bruscamente tan solo un instante fugaz, tal vez ni siquiera lograron notarlo. ¿Esta vacio el edificio? O más importante aun… ¿De dónde salió? Pueden entrar e investigarlo, o simplemente sacar al pequeño de ahí y largarse, como sea, no deberían dejarlo solo dentro, el lugar se ve un tanto deteriorado… aun si tal vez no esté tan solo.

La primera persona que la niña noto fue un rubio frente a ella. Tenía una sonrisa carismática y parecía realmente agradable. Y como si de un juego se tratara, la castaña le devolvió la sonrisa. Claro que antes de escuchar su voz o seguir hablando, una segunda voz interrumpió. Las palabras que salieron del otro individuo no fueron para nada agradables. Zoe se giro para verlo, era un chico también, de cabello blanco y ojos rojos. No era nada parecido al primer muchacho, no solo en apariencia, si no que por las palabras que le dijo solo afirmo más el hecho de que parecía una persona que definitivamente no le agradaba a Zoe. Y así fue, la niña frunció el ceño mientras apretaba sus dientes.– ¿Qué dijiste? ¿Por qué me hablas así? Es rudo, imbeeeecil. –Le contestó.– Además, no conozco al niño tampoco, lo vi por casualidad mientras estaba aquí. Y para tu información si pudiera volver a mi casa lo haría. –Giró bruscamente su cabeza hacia un costado. Ya había comenzado mal con el muchacho de cabello blanco, y no planeaba para nada disculparse. Aunque para su sorpresa, el rubio la defendió, haciendo que se ganara más aprobación por parte de la castaña. El muchacho se presentó, y le hablo con total tranquilidad, parecía una persona serena por naturaleza. Claro que con él, la niña reacciono de otra manera, una completamente diferente. Le sonrió.– Cozzato ¿Eh?. –Repitió tras él su nombre.– ¿Uh? ¿Esta es.. la prueba de valor?. –Comenzaba a notarse el nerviosismo en sus palabras. La chica había escuchado de que ciertos eventos como ese se llevarían a cabo en la noche de brujas, pero no sabía de la del bosque, y la verdad, es que el lugar ya le daba bastante miedo como para que se le agregara una actividad donde la asustarían seguramente. Aun asi, trataba de mostrarse fuerte, mayor, tenía esa tonta y terca costumbre de querer parecer una adulta cuando era todo lo contrario.– N-No tenía idea de la prueba, solo vine... Aquí porque... Bueno fue una especie de prueba de valor también… Supongo. –Algunas gotas de sudor bajaban desde su frente.

Mientras se encontraba en un dilema, el cual consistía en adivinar cómo demonios volver o si debería seguir, Cozzato al parecer, le gritó a alguien que iba adelante. La niña miro curiosa en esa dirección, solo había intercambiado palabras con dos de los presentes, pero no se había dado cuenta del tercero. ¿Habría más? Esa pregunta le daba una especie de alivio, prefería estar con otros que quedarse sola vagando en el bosque. Al acelerar el rubio, ella también lo hizo, no era como si tuviera algo más que hacer, para ser sinceros.

Mientras iba distraída pensando en que demonios se había metido, la niña noto tarde el cambio brusco en el paisaje; Los árboles eran más grandes, sus copas se tocaban entre si de manera que era poca la luz del sol que lograba atravesarlos. Las raíces que se alzaban en el suelo dificultaban el camino de las personas. Tampoco escuchaba a alguna ave cantar o simplemente revolotear en los alrededores. Era como si de repente, toda el aura del lugar hubiera cambiado, pues no solo se notaba el cambio visualmente, el ambiente también había dado un giro brusco. No tuvo demasiado tiempo para fijarse, los muchachos delante de ella parecieron atravesar unos arbustos grandes y frondosos. La niña dudo, no le apetecía seguir por ahí, en realidad, quería dar media vuelta y por lo menos, volver al camino que parecía más agradable.– ¿De verdad van a meterse ahí…? –Aunque su queja se hizo presente, no tuvo otra opción. Le daba miedo, aunque no quisiera aceptarlo, así que los seguiría a donde fuera que se dirigiesen.

Agarró con ambas manos su capucha verde para estirarla y que esta cubriera un poco de su rostro. Tenía miedo que algo le rasguñara y no se equivoco, algunas ramas puntiagudas le rozaron la piel, hubo incluso un par que dejaron pequeñas marcas en sus piernas. Pero o aguantó, siguió avanzando sin detenerse por miedo a perder de vista a los demás. Del otro lado de ese… extraño camino, si es que se le podía llamar así, la imagen de una escuela se hizo presente.– ¿Uh? ¿Había una escuela por aquí? Nunca había escuchado de ella. –Trato de recordar si había siquiera algún rumor sobre algo como ese lugar instalado en lo profundo del bosque, pero jamás había escuchado una palabra sobre eso. Se le hacía sumamente extraño, y algo le decía que tenía que salir de ahí. Lo que la saco de sus pensamientos, fue la imagen de ese niño vestido de blanco, estaba parado frente a la puerta de la escuela y al parecer, su intención era que los presentes se internaran allí. Tragó.– No puede estar hablando en serio, no importa por donde lo mires ese lugar da mala espina. –Comentó con la esperanza de que alguien la sacara de ahí. Pero no, no sucedió. Los eventos resultaron contrarios a sus ideas.

Al acercarse más, con pasos dudosos y agarrando su falda con ambas manos, por fin vio al que parecía ser el tercer miembro del grupo, aquel a quien el grito de Cozzato había sido dirigido momentos atrás. Lo miro fijamente, tenía el pelo largo y azul, definitivamente no era una persona muy corriente que se diga, le inspiraba algo de desconfianza al igual que el peliblanco. No se perdió demasiado tiempo, los tres delante suyo avanzaron casi sin dudas, al parecer, ella era la única que tenía deseos de irse. Soltó un pequeño lamento, apretó con más fuerza su falda, mostrando el claro nerviosismo.– Esto definitivamente no es bueno, el edificio prácticamente grita que no es amigable. –Aceleró un poco su paso, no quería quedarse atrás. Y mucho menos en ese lugar.

El lugar, como podían esperar, estaba oscuro y descuidado. La madera rechinó tan pronto pusieron un pie en la entrada del edificio. El pequeño a quien habían estado siguiendo se había esfumado en la oscuridad del interior del mismo y solo podían llegar a darse una idea de donde se encontraba gracias a sus pasitos y risas haciendo eco en el desvalijado pasillo, se movía rápidamente, haciendo obvio que la oscuridad no le molestaba en lo absoluto al moverse, uno podría intuir que conocía el lugar a la perfección.

Hablando del lugar… si bien la oscuridad no permitía apreciar todo en su máximo detalle, conforme sus ojos fueron acostumbrándose a la penumbra, fueron capaces de ver un tanto más claro todo su panorama. El edificio, al parecer, era mucho más grande por dentro que por fuera, por la estructura de los pasillos, uno podía darse cuenta que estaba construido de forma cuadrada, como un corral, dejando un hueco en el centro para un jardín o patio interior, aunque era difícil verlo a detalle a través de las pocas ventanas que dejaban apreciarle, todas quebradas o en extremo sucias.

Deciden avanzar por el pasillo por el que, a juzgar por el ruido, el pequeño había seguido, todas las puertas entreabiertas que pasan en su recorrido, dejan ver vacíos salones de clase en deplorables condiciones. Conforme se acercaban al final del pasillo, les era posible ver unas escaleras ¿Había un segundo piso? Los pasitos que hicieron eco por sobre sus cabezas les dio la respuesta. Al llegar a las escaleras pudieron confirmar que al parecer, no solo había un piso superior si no también uno inferior. Sin embargo las escaleras que dirigían hacia abajo tenían un par de cintas plásticas cruzadas, de chillón color amarillo, cintas para limitar el paso, marcadas como “Peligro”. A un costado, no muy lejos, una puerta da paso hacia el pequeño patio o jardín de la parte del centro, los pasitos aún se escuchan por sobre ustedes.

¿Entonces? ¿Irán por el mocoso? ¿O prefieren explorar otras partes del tétrico escenario? ¡La decisión es de ustedes!