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Strange, Really Strange Days [Privado. Tsuki]
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Strange, Really Strange Days [Privado. Tsuki]
Day One~
El primer día. Era el inicio de mi convivencia con alguien más, compartiendo el mismo techo. Habían sido ya muchos años desde que algo así me ocurriera, de hecho no era así desde que compartiera mi infancia con mi familia. Y, a pesar de todo, no resultó para nada distinto de lo que ya estaba acostumbrado al vivir solo. Porque mi compañera de piso en cuestión no estuvo presente. Aquel día me había me había despertado tarde y había tenido que salir rápido de la cama para no llegar tarde a mis compromisos, dichos compromisos siendo atender a mis actividades estudiantiles en la academia de técnicos y armas. Al levantarme no había visto a la gata/demonio por ningún lado. Esperaba que tal vez estuviera en el sofá pero ni siquiera allí encontré rastro de ella. Como no tenía tiempo para pensar más en ello, después de todo iba tarde, decidí ignorarlo y salir con rápidamente de la casa. Tal vez habría salido y volvería luego. Tal vez había decidido que quedarse conmigo no era una opción muy buena después de todo. Quien sabe. Aunque fuera por cortesía, la mínima que podía tener en un tema como ese, o tal vez por otra razón la cual desconocía por el momento, decidí que al volver de hacer mi trabajo estudiantil volvería a casa y esperaría por ella, tal vez con alguna comida. Y con alguna comida me refería a lo más básico de la cocina, como arroz con curry o alguna cosa parecida, después de todo a pesar de vivir solo nunca había aprendido mucho sobre el arte culinario, pero bueno, al menos eso haría por la extraña demonio. Solo por si acaso.
Day Five~
Tsuki había vuelto. Hace un par de días de hecho, aunque sin decir mucho sobre su repentina desaparición luego de haber arreglado todo para quedarse conmigo. No quise entrometerme en sus asuntos así que preferí no cuestionarla al respecto, era su vida después de todo. Lo más curioso es que no había desistido en utilizar aquella prenda que le había dado para darle calor. Solté un pequeño suspiro al darme cuenta de que probablemente no podría recuperarla y la felina se había adueñado de ella, aunque aún así debería tenerla limpia y lavarla si es que quería consevarla. Por otra parte ahora dormía en casa y de alguna manera nos estábamos llevando bien, tomando en cuenta nuestras personalidades… Cosa que agradecía, porque de cierta manera podíamos entendernos el uno al otro, hasta cierto punto, lo que hacía las cosas más fáciles. Por otra parte, estaba tomando costumbre en olvidarme de poner la alarma y despertarme al otro día todo apurado. Por suerte mi sistema se había ajustado a esta falta de atención y podía despertarme a un horario medianamente decente por mi propia cuenta, aún si me encontraba demasiado cansado la noche anterior, cosa que me venía como anillo al dedo tomando en cuenta que estaba recibiendo llamados de atención por mis consecutivas llegadas tardes, además de que el ritmo y la intensidad de los entrenamientos personalizados que sufría como castigo no eran nada agradables.
Day Seven?~ Maybe.
Me desperté de un salto, sentándome en la cama y moviendo mis piernas rápidamente para sentarme en el filo de la misma. Noté cierto peso al removerme de debajo de las sábanas, el cual me había llevado con mis propias piernas en aquel movimiento acelerado por el nerviosismo de estar llegando tarde a clases de nuevo. Sin embargo, al dirigir una mirada rápida a mi móvil me di cuenta de que hoy no tenía clases. Maldita sea. Era el primer día en el que tenía razón al no dejar la alarma y de todas formas de despertaba temprano. Sin embargo, algo captó mi atención. Por el rabillo del ojo noté como algo se movía en el suelo, lentamente. No estaba seguro de lo que era, tal vez una criatura maligna. Ciertamente podía sentir cierto aura de maldad o, tal vez, ¿Enojo? ¿Furia? No estaba muy seguro, pero cierta vocecita en mi cabeza me recordó de que ahora mismo yo no estaba viviendo solo en el departamento. La misma voz me llamó la atención con respecto al detalle de que tal vez, solo tal vez, aquel peso que había sentido estorbando entre mis piernas y el había llevado a caer al suelo con un sonoro golpe podría tratarse en realidad de la otra persona/animal/demonio con la cual estaba compartiendo piso. La misma voz entonces desapareció y me dejó para lidiar con el posible problema por mi propia cuenta. -¿Tsuki?- Debido a que estaba todo oscuro ya que no había terminado de amanecer y además las cortinas seguían cerradas, no podía distinguir la pequeña figura en el suelo con claridad, pero ahora mismo estaba seguro de que se trataba de ella. ¿Pero como iba a saber yo que estaba durmiendo en mi cama? No podía tener idea, pero ahora mismo aquella excusa no sonaba muy factible tomando en cuenta de que la había hecho caer cuando seguramente dormía. Tampoco sonaba muy bien intentar hablarle de mis problemas para dormir y el cambio en mi sistema por culpa de siempre olvidarme de colocar la alarma. Nada de eso podría servir ahora contra la ira que seguramente estaba creándose en el interior de la pequeña pero peligrosa, muy peligrosa Tsuki. -Uh… ¿Quieres desayuno?- Le dirigií una mirada entre nerviosa y de disculpa, cosa extraña viniendo de alguien tan tosco y egocéntrico como yo. Pero tomando en cuenta que estábamos viviendo juntos supongo que podía ser algo humilde con ella, y dejar caer un poco aquella muralla que había construido en torno a mi personalidad para poder alejar a todos de mi. Eso o solamente quería salvarme de un buen par de heridas en el rostro cortesía de las garras de la gata. En serio, que buena forma de empezar mi día libre.
El primer día. Era el inicio de mi convivencia con alguien más, compartiendo el mismo techo. Habían sido ya muchos años desde que algo así me ocurriera, de hecho no era así desde que compartiera mi infancia con mi familia. Y, a pesar de todo, no resultó para nada distinto de lo que ya estaba acostumbrado al vivir solo. Porque mi compañera de piso en cuestión no estuvo presente. Aquel día me había me había despertado tarde y había tenido que salir rápido de la cama para no llegar tarde a mis compromisos, dichos compromisos siendo atender a mis actividades estudiantiles en la academia de técnicos y armas. Al levantarme no había visto a la gata/demonio por ningún lado. Esperaba que tal vez estuviera en el sofá pero ni siquiera allí encontré rastro de ella. Como no tenía tiempo para pensar más en ello, después de todo iba tarde, decidí ignorarlo y salir con rápidamente de la casa. Tal vez habría salido y volvería luego. Tal vez había decidido que quedarse conmigo no era una opción muy buena después de todo. Quien sabe. Aunque fuera por cortesía, la mínima que podía tener en un tema como ese, o tal vez por otra razón la cual desconocía por el momento, decidí que al volver de hacer mi trabajo estudiantil volvería a casa y esperaría por ella, tal vez con alguna comida. Y con alguna comida me refería a lo más básico de la cocina, como arroz con curry o alguna cosa parecida, después de todo a pesar de vivir solo nunca había aprendido mucho sobre el arte culinario, pero bueno, al menos eso haría por la extraña demonio. Solo por si acaso.
Day Five~
Tsuki había vuelto. Hace un par de días de hecho, aunque sin decir mucho sobre su repentina desaparición luego de haber arreglado todo para quedarse conmigo. No quise entrometerme en sus asuntos así que preferí no cuestionarla al respecto, era su vida después de todo. Lo más curioso es que no había desistido en utilizar aquella prenda que le había dado para darle calor. Solté un pequeño suspiro al darme cuenta de que probablemente no podría recuperarla y la felina se había adueñado de ella, aunque aún así debería tenerla limpia y lavarla si es que quería consevarla. Por otra parte ahora dormía en casa y de alguna manera nos estábamos llevando bien, tomando en cuenta nuestras personalidades… Cosa que agradecía, porque de cierta manera podíamos entendernos el uno al otro, hasta cierto punto, lo que hacía las cosas más fáciles. Por otra parte, estaba tomando costumbre en olvidarme de poner la alarma y despertarme al otro día todo apurado. Por suerte mi sistema se había ajustado a esta falta de atención y podía despertarme a un horario medianamente decente por mi propia cuenta, aún si me encontraba demasiado cansado la noche anterior, cosa que me venía como anillo al dedo tomando en cuenta que estaba recibiendo llamados de atención por mis consecutivas llegadas tardes, además de que el ritmo y la intensidad de los entrenamientos personalizados que sufría como castigo no eran nada agradables.
Day Seven?~ Maybe.
Me desperté de un salto, sentándome en la cama y moviendo mis piernas rápidamente para sentarme en el filo de la misma. Noté cierto peso al removerme de debajo de las sábanas, el cual me había llevado con mis propias piernas en aquel movimiento acelerado por el nerviosismo de estar llegando tarde a clases de nuevo. Sin embargo, al dirigir una mirada rápida a mi móvil me di cuenta de que hoy no tenía clases. Maldita sea. Era el primer día en el que tenía razón al no dejar la alarma y de todas formas de despertaba temprano. Sin embargo, algo captó mi atención. Por el rabillo del ojo noté como algo se movía en el suelo, lentamente. No estaba seguro de lo que era, tal vez una criatura maligna. Ciertamente podía sentir cierto aura de maldad o, tal vez, ¿Enojo? ¿Furia? No estaba muy seguro, pero cierta vocecita en mi cabeza me recordó de que ahora mismo yo no estaba viviendo solo en el departamento. La misma voz me llamó la atención con respecto al detalle de que tal vez, solo tal vez, aquel peso que había sentido estorbando entre mis piernas y el había llevado a caer al suelo con un sonoro golpe podría tratarse en realidad de la otra persona/animal/demonio con la cual estaba compartiendo piso. La misma voz entonces desapareció y me dejó para lidiar con el posible problema por mi propia cuenta. -¿Tsuki?- Debido a que estaba todo oscuro ya que no había terminado de amanecer y además las cortinas seguían cerradas, no podía distinguir la pequeña figura en el suelo con claridad, pero ahora mismo estaba seguro de que se trataba de ella. ¿Pero como iba a saber yo que estaba durmiendo en mi cama? No podía tener idea, pero ahora mismo aquella excusa no sonaba muy factible tomando en cuenta de que la había hecho caer cuando seguramente dormía. Tampoco sonaba muy bien intentar hablarle de mis problemas para dormir y el cambio en mi sistema por culpa de siempre olvidarme de colocar la alarma. Nada de eso podría servir ahora contra la ira que seguramente estaba creándose en el interior de la pequeña pero peligrosa, muy peligrosa Tsuki. -Uh… ¿Quieres desayuno?- Le dirigií una mirada entre nerviosa y de disculpa, cosa extraña viniendo de alguien tan tosco y egocéntrico como yo. Pero tomando en cuenta que estábamos viviendo juntos supongo que podía ser algo humilde con ella, y dejar caer un poco aquella muralla que había construido en torno a mi personalidad para poder alejar a todos de mi. Eso o solamente quería salvarme de un buen par de heridas en el rostro cortesía de las garras de la gata. En serio, que buena forma de empezar mi día libre.
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Fecha de inscripción : 07/10/2013
Puntos : 110
Localización : Shibusen, Death City~
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Wasserfall Leiter
Re: Strange, Really Strange Days [Privado. Tsuki]
Bueno, veamos, ¿Por dónde empezar? ¿Por las estúpidas razones que la habían llevado a hacer eso o por como estaba resultando la convivencia hasta el momento? Se podría decir que sus razones fueron las pésimas condiciones de habitar un cementerio, que estaba harta de congelarse y que su poco pelaje no le bastara para enrollarse y soportar una noche. O el hecho de que de todas las criaturas que pisaban las tierras del cementerio, las jaurías de perros salvajes fueran la única cosa que decidieran prestarle atención. Ni hablar de que nadie acoge a un gato con la apariencia de Tsuki, a menos claro que tengas un instinto suicida o muy despreocupado, o fueras Wass. El punto es que para sorpresa de ambos, la convivencia había resultado bastante amena, lo cuál al menos era raro para Tsuki pues le costaba llevarse relativamente bien con nadie, porque vamos, la afilada lengua de la gata y su personalidad ácida no la hacían la mejor compañera del mundo, pero de alguna manera que desconocía estaban logrando convivir casi a la perfección, claro con ciertos cruces de opiniones cada tanto, pero eso no era realmente importante, al fin y al cabo nunca eran casos graves.
Y aunque a veces Tsuki tendía a hacer lo que hacía cualquier gato, desaparecerse unos días, ya sea porque se le daba la puta gana o razones más allá de su control como lo era la lluvia, pero lo hacía, aunque al fin y al cabo volvía puesto que prefería mil veces acurrucarse en el sillón que dormir arriba de una tumba o algo similar a eso. Pero, como no, mejor que el sillón era una cama, ni siquiera te atrevas a preguntarte porque a la demonio se le ocurría dormir en la punta de la cama en vez de otro lugar como lo era el susodicho sillón, arriba de la heladera, arriba de la sillas, etcétera, porque no obtendrás una respuesta ni aunque lo intentes, ella solo lo hacía y ya. Claro que como todo tenía sus pros y contras. ¿Pros? Bueno, era un sitio calentito y cómodo, ¿Contras?
Bueno…
Desde que vivían juntos ella había decidido que el mejor lugar que podía encontrar para dormir era en el extremo de la cama, probablemente porque le parecía cómodo o lo que fuese, y los pocos días que llevaba ahí no había tenido especiales problemas al respecto, claro que tarde o temprano tendría que asomar el lado malo del asunto. Se había acomodado en el susodicho extremo, con el pullover del que ya se había adueñado sin vergüenza alguna echado sobre el lomo a modo de una pequeña manta, durmiendo tranquilamente y sin molestar a nadie, como la gatita adorable que sinceramente no era. Eso al menos hasta recibir un golpe en el lomo y caer secamente al suelo con un sonoro ruido, algunas mantas le habían caído encima también, pero no al punto de taparla por completo. Posiblemente por eso el chico pudo verla revolverse para desenredar sus patas y comenzar a imaginarse su destino por interrumpir tan bruscamente el plácido sueño de la demonio. Acabó de desenredarse e instantáneamente cambió de forma, solo para darle una patada en la cara que si bien no lo haría acabar contra la pared, lo tiraría de la cama con seguridad.
—Si, si quiero —Mencionó con calma mientras bostezaba y se estiraba, para frotarse los ojos en un intento por espabilarse, ¿Por qué no se volvía a dormir? Quién sabe, posiblemente algún intento de mostrar su descontento con la madrugada imprevista, así no fuese necesario. Fue a la cocina-comedor(porque solo así se le podía llamar al ahorro de espacio que llevaba a la fusión de ambas habitaciones) y se sentó sin ganas en una de las sillas, con la mejor cara de recién levantada posible.— ¿Te estaba atacando un monstruo en sueños, que se te dio por patear?
Y aunque a veces Tsuki tendía a hacer lo que hacía cualquier gato, desaparecerse unos días, ya sea porque se le daba la puta gana o razones más allá de su control como lo era la lluvia, pero lo hacía, aunque al fin y al cabo volvía puesto que prefería mil veces acurrucarse en el sillón que dormir arriba de una tumba o algo similar a eso. Pero, como no, mejor que el sillón era una cama, ni siquiera te atrevas a preguntarte porque a la demonio se le ocurría dormir en la punta de la cama en vez de otro lugar como lo era el susodicho sillón, arriba de la heladera, arriba de la sillas, etcétera, porque no obtendrás una respuesta ni aunque lo intentes, ella solo lo hacía y ya. Claro que como todo tenía sus pros y contras. ¿Pros? Bueno, era un sitio calentito y cómodo, ¿Contras?
Bueno…
Desde que vivían juntos ella había decidido que el mejor lugar que podía encontrar para dormir era en el extremo de la cama, probablemente porque le parecía cómodo o lo que fuese, y los pocos días que llevaba ahí no había tenido especiales problemas al respecto, claro que tarde o temprano tendría que asomar el lado malo del asunto. Se había acomodado en el susodicho extremo, con el pullover del que ya se había adueñado sin vergüenza alguna echado sobre el lomo a modo de una pequeña manta, durmiendo tranquilamente y sin molestar a nadie, como la gatita adorable que sinceramente no era. Eso al menos hasta recibir un golpe en el lomo y caer secamente al suelo con un sonoro ruido, algunas mantas le habían caído encima también, pero no al punto de taparla por completo. Posiblemente por eso el chico pudo verla revolverse para desenredar sus patas y comenzar a imaginarse su destino por interrumpir tan bruscamente el plácido sueño de la demonio. Acabó de desenredarse e instantáneamente cambió de forma, solo para darle una patada en la cara que si bien no lo haría acabar contra la pared, lo tiraría de la cama con seguridad.
—Si, si quiero —Mencionó con calma mientras bostezaba y se estiraba, para frotarse los ojos en un intento por espabilarse, ¿Por qué no se volvía a dormir? Quién sabe, posiblemente algún intento de mostrar su descontento con la madrugada imprevista, así no fuese necesario. Fue a la cocina-comedor(porque solo así se le podía llamar al ahorro de espacio que llevaba a la fusión de ambas habitaciones) y se sentó sin ganas en una de las sillas, con la mejor cara de recién levantada posible.— ¿Te estaba atacando un monstruo en sueños, que se te dio por patear?
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Localización : Vigilandote desde las sombras, por cierto, bonitas sábanas
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Tsuki
Re: Strange, Really Strange Days [Privado. Tsuki]
Supuse que recibir retribución por mi accidental pero aún así brusca patada era no necesario pero sí lo más correcto y, en este caso, lo más esperable viniendo de un demonio de pocas pulgas como lo era la gata. Haha, ¿Entienden? ¿De pocas pulgas, porque es un animal…? Bueno, no. El asunto es que la patada terminó conectando con mi rostro sin problemas y al hacerlo tuve un recorrido gratis observando el techo hasta que mi espalda tocó el suelo a los pies de la cama. La única parte de mi cuerpo que aún estaba encima de la misma eran mis piernas, lo cual daba una imagen cuando menos llamativa, aparte de ser doloroso para el receptor, en este caso mi persona, aunque a pesar de haber caído de cabeza no había sido con la suficiente fuerza como para hacerme algún daño grave. Por otro lado y si tenía que admitirlo, ese había sido un buen movimiento si tenía que dar una opinión y me hacía preguntarme, vagamente, si la de cabello violáceo había tenido algún tipo de entrenamiento durante su vida. O tal vez solo fueran las ventajas de tener una forma animal como lo era un gato, manteniendo la flexibilidad y demás facultades físicas que el animal poseía incluso en su forma humana. Con suerte luego podría preguntarle.
Pero bueno, sin querer perder más tiempo, me levanté, dando un giro con mi cuerpo ya que mi cabeza se encontraba descansando en el suelo. Me desperecé, soltando un último bostezo, antes de dirigirme al baño para realizar los rutinarios actos matinales de aseo. Una vez finalizado, caminé por el pasillo hasta encontrarme con la demonio, sentada y con aquel gesto de pocos amigos en el rostro. Iba a comenzar a preparar el desayuno cuando escuché su pregunta, la cual extrañamente me trajo ciertos recuerdos. Me estaba refiriendo, claro, a las pesadillas que solía tener de pequeño, en las cuales si bien aquellas extrañas figuras sombrías no me atacaban, si que me aterraban por completo, a pesar de que solo parecían danzar a mi alrededor. Negué con la cabeza, alejándome de aquellos pensamientos, y decidí responder con sinceridad. -No vengo durmiendo muy bien y, la verdad, olvidé que hoy no tenía que asistir a Shibusen.- Dirigí un rápido vistazo a la contraria mientras ponía a calentar el agua, además de preparar algunas tostadas. -Eso y que todavía no me acostumbro a tener a alguien más, sea un animal, viviendo en la casa. Supongo.- Me encogí de hombros antes de mirarla con una sonrisa burlona. -O tal vez solo quería joder tu sueño, ¿Quién sabe?- Terminando por fin con los preparativos, llené de agua hirviendo el par de tazas que tenían un saco de té en ellas y llevé las mismas a la mesa. Luego llevé la pila de tostadas en un plato, a parte de un par de dulces de los cuales no tenía idea de qué eran, y dejé todo a mano para ambos, en el centro de la mesa. Ah, también el azúcar, ¿Como alguien podría olvidar el azúcar?
-¿Planes para hoy?- Pregunté casualmente mientras encendía la televisión haciendo uso de su control, y comenzaba a recorrer los canales en búsqueda de algo interesante. Al no encontrar nada de mi gusto, dejé el canal de las noticias en las cuales estaban pasando un caso de archivo sobre desapariciones de algunos Técnicos del Shibusen. Aunque era una noticia de hace algunos años. Dejé el control en la mesa, al alcance de la demonio, y me preparé una tostada con dulce-… No, mermelada de fresa. Dí una mordida a mi pan y tragué, para luego llevar mi taza de té a mi boca y tomar un sorbo. Ah sí, mis modales en la mesa estaban mejorando, creo. Esperaba que Tsuki pensara lo mismo luego de aquella noche en la que comiéramos juntos en aquel lugar oscuro conocido por pocos como el Palacio del Tío Jack, aunque en inglés. Pero mi inglés no era muy bueno así que no iba a pronunciarlo así. -¿Te gustaría salir a algún lado? Hoy no tengo nada que hacer y… uh, yo invito.- Solté aquello de la nada, por lo cual inmediatamente al terminar llevé la taza nuevamente a mi boca para poder ocultar un poco mi rostro. Había aclarado lo último porque me imaginaba que ella no tendría efectivo, y como recientemente había recibido mi paga por los trabajos en Shibusen, pues… Supuse que sería bueno invitarla a algún lado para compartir algo de tiempo juntos. Es decir, a parte del tiempo que compartíamos viviendo en el mismo apartamento. Bueno, se entendía lo que quería decir. Creo.
Pero bueno, sin querer perder más tiempo, me levanté, dando un giro con mi cuerpo ya que mi cabeza se encontraba descansando en el suelo. Me desperecé, soltando un último bostezo, antes de dirigirme al baño para realizar los rutinarios actos matinales de aseo. Una vez finalizado, caminé por el pasillo hasta encontrarme con la demonio, sentada y con aquel gesto de pocos amigos en el rostro. Iba a comenzar a preparar el desayuno cuando escuché su pregunta, la cual extrañamente me trajo ciertos recuerdos. Me estaba refiriendo, claro, a las pesadillas que solía tener de pequeño, en las cuales si bien aquellas extrañas figuras sombrías no me atacaban, si que me aterraban por completo, a pesar de que solo parecían danzar a mi alrededor. Negué con la cabeza, alejándome de aquellos pensamientos, y decidí responder con sinceridad. -No vengo durmiendo muy bien y, la verdad, olvidé que hoy no tenía que asistir a Shibusen.- Dirigí un rápido vistazo a la contraria mientras ponía a calentar el agua, además de preparar algunas tostadas. -Eso y que todavía no me acostumbro a tener a alguien más, sea un animal, viviendo en la casa. Supongo.- Me encogí de hombros antes de mirarla con una sonrisa burlona. -O tal vez solo quería joder tu sueño, ¿Quién sabe?- Terminando por fin con los preparativos, llené de agua hirviendo el par de tazas que tenían un saco de té en ellas y llevé las mismas a la mesa. Luego llevé la pila de tostadas en un plato, a parte de un par de dulces de los cuales no tenía idea de qué eran, y dejé todo a mano para ambos, en el centro de la mesa. Ah, también el azúcar, ¿Como alguien podría olvidar el azúcar?
-¿Planes para hoy?- Pregunté casualmente mientras encendía la televisión haciendo uso de su control, y comenzaba a recorrer los canales en búsqueda de algo interesante. Al no encontrar nada de mi gusto, dejé el canal de las noticias en las cuales estaban pasando un caso de archivo sobre desapariciones de algunos Técnicos del Shibusen. Aunque era una noticia de hace algunos años. Dejé el control en la mesa, al alcance de la demonio, y me preparé una tostada con dulce-… No, mermelada de fresa. Dí una mordida a mi pan y tragué, para luego llevar mi taza de té a mi boca y tomar un sorbo. Ah sí, mis modales en la mesa estaban mejorando, creo. Esperaba que Tsuki pensara lo mismo luego de aquella noche en la que comiéramos juntos en aquel lugar oscuro conocido por pocos como el Palacio del Tío Jack, aunque en inglés. Pero mi inglés no era muy bueno así que no iba a pronunciarlo así. -¿Te gustaría salir a algún lado? Hoy no tengo nada que hacer y… uh, yo invito.- Solté aquello de la nada, por lo cual inmediatamente al terminar llevé la taza nuevamente a mi boca para poder ocultar un poco mi rostro. Había aclarado lo último porque me imaginaba que ella no tendría efectivo, y como recientemente había recibido mi paga por los trabajos en Shibusen, pues… Supuse que sería bueno invitarla a algún lado para compartir algo de tiempo juntos. Es decir, a parte del tiempo que compartíamos viviendo en el mismo apartamento. Bueno, se entendía lo que quería decir. Creo.
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Wasserfall Leiter
Re: Strange, Really Strange Days [Privado. Tsuki]
Cómo eran cosas de cada día, una pequeña patada matutina no era nada que pudiera definirse como problemas de convivencia, las personalidades de ambos tendían a ser algo que chocaba constantemente, por lo que a Tsuki no le importaba. Bueno, chocaran o no a ella ni le iba ni le venía, al fin y al cabo con tal de poder seguir bajo un techo sin que se terminen tratando de matar entre ellos o, en su defecto, que la saquen a patadas. La realidad es que no podía importarle menos si su compañero tenía problemas para dormir, o al menos no en una mañana donde estaba de especial mal humor como lo era esa, aunque cualquiera con dos dedos de frente que viera a Tsu por primera vez o la escuchara hablar podría pensar que era un estado de ánimo normal para ella. Por otro lado, parecía ser mil veces más fácil para la gata que para el chico el acostumbrarse a estar viviendo de a dos hace una semana, porque era él el único que parecía presentar problemas respecto a recordar que estaba compartiendo vivienda con una bola de pelos de color violeta.
—Mhm...—Asintió sin ganas y con notable ironía en su tono— Espero que sepas que lo que siembras cosechas —Dijo mientras sonreía con sorna y se miraba las uñas que asemejaban más a garras que a cualquier otra cosa, una clara señal de “atrévete a intentarlo y vuelvo de tus noches un infierno” algo de lo que era totalmente capaz. Por el amor a todos los dioses, era un jodido demonio de más de 200 años de edad, lo mínimo que debía poder hacer es atormentar a un pobre chico. Su cola se sacudía hacia los lados de manera incluso furiosa, mientras echaba poco azúcar a su té y lo revolvía lentamente y con expresión aburrida. — ¿Planes? —Repitió mientras la mirada bicolor se levantaba un poco para clavarse en el pelinegro, y luego de unos cortos segundos así volvió a dirigirse a la taza de té, la cual seguía revolviendo de manera distraída, y el azúcar ya había causado que una pequeña espumilla se formara en la superficie del líquido oscuro. — La verdad es que no, a menos que dormir todo el día cuente como un plan —Dijo con tono extrañamente no hostil, que fue seguido por un bostezo algo largo a decir verdad. En realidad en todo el tiempo que llevaba viviendo con el otro no había hecho nada productivo aparte de cuando juntó la ropa el primer día, sumado a esos días en los que se había desaparecido y no era difícil ver que esa era su idea para ese día también.
Pero levantó la vista con algo de sorpresa con la siguiente pregunta. No era algo que estuviera acostumbrada a escuchar, claro, pero más allá de lo extraña que sonaba tal invitación a sus oídos, era más una petición a la cual no tenía respuesta inmediata. Es decir, no tenía ni la más puta idea de que responder. Abrió la boca un poco como para responder pero no podía articular palabras puesto que no había que decir, a menos que quisiera hablar sin pensar.
—¿Salir? No seas… —Iba a decir ridículo pero supuso que era un pensamiento normal cuando tenías una compañera que tenía como pasatiempo principal el quedarse dormida en la cama o sillón durante todo el día, solo levantándose para las necesidades básicas de un cuerpo para mantenerse con vida. Un gato, vamos. Tomó un sorbo de su té y desvío la mirada hacia un costado— ¿Pero tu me has visto? —Murmuró por lo bajo, haciendo clara referencia al hecho de que parecía un peluche sucio y remendado muchas veces seguidas, pero supuso que dependía más del nivel de vergüenza que pudiera tener el otro en lo que a andar con tal compañía respectaba— En cualquier caso, ¿A donde pretendes salir? —Preguntó mientras le dirigía la mirada nuevamente, con una ceja arqueada. Ya que tenía que dar una respuesta, era mejor tener algún mínimo detalle. Por otro lado, había notado con satisfacción que había mejorado un poco sus modales en la mesa, a diferencia de cuando se conocieron, que fue a su vez la primera vez que el pelinegro sufrió uno de los disgustos de la demonio(léase el latigazo en la nuca).
—Mhm...—Asintió sin ganas y con notable ironía en su tono— Espero que sepas que lo que siembras cosechas —Dijo mientras sonreía con sorna y se miraba las uñas que asemejaban más a garras que a cualquier otra cosa, una clara señal de “atrévete a intentarlo y vuelvo de tus noches un infierno” algo de lo que era totalmente capaz. Por el amor a todos los dioses, era un jodido demonio de más de 200 años de edad, lo mínimo que debía poder hacer es atormentar a un pobre chico. Su cola se sacudía hacia los lados de manera incluso furiosa, mientras echaba poco azúcar a su té y lo revolvía lentamente y con expresión aburrida. — ¿Planes? —Repitió mientras la mirada bicolor se levantaba un poco para clavarse en el pelinegro, y luego de unos cortos segundos así volvió a dirigirse a la taza de té, la cual seguía revolviendo de manera distraída, y el azúcar ya había causado que una pequeña espumilla se formara en la superficie del líquido oscuro. — La verdad es que no, a menos que dormir todo el día cuente como un plan —Dijo con tono extrañamente no hostil, que fue seguido por un bostezo algo largo a decir verdad. En realidad en todo el tiempo que llevaba viviendo con el otro no había hecho nada productivo aparte de cuando juntó la ropa el primer día, sumado a esos días en los que se había desaparecido y no era difícil ver que esa era su idea para ese día también.
Pero levantó la vista con algo de sorpresa con la siguiente pregunta. No era algo que estuviera acostumbrada a escuchar, claro, pero más allá de lo extraña que sonaba tal invitación a sus oídos, era más una petición a la cual no tenía respuesta inmediata. Es decir, no tenía ni la más puta idea de que responder. Abrió la boca un poco como para responder pero no podía articular palabras puesto que no había que decir, a menos que quisiera hablar sin pensar.
—¿Salir? No seas… —Iba a decir ridículo pero supuso que era un pensamiento normal cuando tenías una compañera que tenía como pasatiempo principal el quedarse dormida en la cama o sillón durante todo el día, solo levantándose para las necesidades básicas de un cuerpo para mantenerse con vida. Un gato, vamos. Tomó un sorbo de su té y desvío la mirada hacia un costado— ¿Pero tu me has visto? —Murmuró por lo bajo, haciendo clara referencia al hecho de que parecía un peluche sucio y remendado muchas veces seguidas, pero supuso que dependía más del nivel de vergüenza que pudiera tener el otro en lo que a andar con tal compañía respectaba— En cualquier caso, ¿A donde pretendes salir? —Preguntó mientras le dirigía la mirada nuevamente, con una ceja arqueada. Ya que tenía que dar una respuesta, era mejor tener algún mínimo detalle. Por otro lado, había notado con satisfacción que había mejorado un poco sus modales en la mesa, a diferencia de cuando se conocieron, que fue a su vez la primera vez que el pelinegro sufrió uno de los disgustos de la demonio(léase el latigazo en la nuca).
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Tsuki
Re: Strange, Really Strange Days [Privado. Tsuki]
Comí el resto de lo que quedaba de mi bocadillo antes de tragar y tomar un nuevo sorbo de mi taza, seguidamente sonriendo ante sus palabras que prometían cierta retribución por despertarla de esa forma. Suponía que no se le haría muy difícil cumplir con las mismas, pero de todas formas no me iba a dejar intimidar, ¡Menos en mi propia casa! Aunque bueno, ahora era su casa también así que esa afirmación no tenía mucho peso, pero bueno, no es como si lo hubiera dicho en voz alta y alguien lo escuchara. -No veo como dormir todo el día cuente como un verdadero plan, de todas formas, tú puedes dormir todo el día y yo al contrario tengo problemas de sueño. Parece obra de alguien totalmente cínico.- Reí con cierta amargura ante el extraño pensamiento, pero mi atención volvió hacia la contraria al ver que había comenzado a hablar solo para interrumpirse así misma, con lo cual levanté una ceja aunque sin decir nada, esperando a que continuara. -¿Qué tiene? ¿Sabes la clase de personas extrañas que rondan esta ciudad y te molesta… tu apariencia?- Solté una nueva risa, tan corta como la anterior, pero no era para nada burla o para humillarla de alguna manera, solo que la idea se me hacía graciosa y mucho más considerando que yo era una de esas personas extrañas que rondaban Death City, es decir solo había que notar mi actitud de aparente fastidio o indiferencia todo el tiempo y eso sin contar los jodidos tatuajes que se repartían simétricamente por todo mi cuerpo, apuesto a que no había muchas personas así por el mundo. -¿Me has visto tú a mi?- Pregunté de vuelta para luego terminar de beber lo que quedaba de mi bebida caliente.
Miré el interior de la taza, ahora vacía, analizando la última pregunta que me habían realizado, ¿Cuál sería un buen lugar para que dos raritos como nosotros visitáramos sin necesidad de sentir incomodidad por una cosa u otra? Sobre todo para ella, pues en lo que respectaba a mi persona nunca me había sentido afectado por los comentarios de los demás. Bueno, sí, tal vez al principio y seguramente esa fuera la razón de que pareciera ser tan conflictivo a la vista de los demás, pero ya había madurado bastante, o eso creía. -¿Qué te parece ver algunas tiendas? Podemos comprar algunas cosas más ya que desde ahora vas a vivir aquí. Ya habrás notado que este lugar no está muy bien equipado que digamos.- Hablando con seriedad sí que necesitábamos bastantes cosas nuevas y además sería una buena ocasión para ver si algo captaba el interés de la demonio, pero antes de continuar me levanté, dejando la taza en la mesa, para estirarme un poco más terminando de sacar toda la pereza que tenía encima. -Las mujeres saben de esas cosas, ¿No?- Pregunté con una sonrisa ladina adornando mi rostro. Obviamente tenía en cuenta que su condición no era para nada la de una mujer común y corriente pero bueno, era inevitable soltar ese comentario si de lo que íbamos a hacer eran una especie de compras. No que realmente supiera mucho de esas cuestiones, pero bueno, el chiste estaba igual.
Caminé por el pasillo que guiaba hacia mi (¿nuestra?) habitación para vestirme con algo más apropiado que solo mi ropa de dormir, decidiéndome simplemente por unos pantalones de jeans y una camiseta negra. Además de eso solo tomé mi billetera y mi celular, aunque nadie me llamara a parte de algún que otro profesor y salí del cuarto para encontrarme con Tsuki -Venga, vamos a salir y hacer algo que si seguimos así posiblemente perdamos la vida por no tener las cosas suficientes para sobrevivir.- Me dirigí con paso firme hacia la puerta de entrada y la abrí, volteándome hacia la contraria solo para esperar a que saliera y sin estar dispuesto a recibir una negativa. No, desde ahora nuestra convivencia debería transformarse a algo mejor, estaba decidido a lograrlo. Claro que no sabía como e interiormente estaba un poco nervioso porque era la primera vez que saldría a hacer algo tan social con otra persona, o demonio, en este caso, pero bueno. Mi faceta de seguridad debía mantenerse intacta, ¿No? Además todo era para hacer un cambio positivo, o al menos un cambio. En otras noticias, el clima parecía acompañarnos al menos en esta ocasión, con el clásico sol iluminando todo el exterior pero con cierta brisa fresca que se agradecía.
Miré el interior de la taza, ahora vacía, analizando la última pregunta que me habían realizado, ¿Cuál sería un buen lugar para que dos raritos como nosotros visitáramos sin necesidad de sentir incomodidad por una cosa u otra? Sobre todo para ella, pues en lo que respectaba a mi persona nunca me había sentido afectado por los comentarios de los demás. Bueno, sí, tal vez al principio y seguramente esa fuera la razón de que pareciera ser tan conflictivo a la vista de los demás, pero ya había madurado bastante, o eso creía. -¿Qué te parece ver algunas tiendas? Podemos comprar algunas cosas más ya que desde ahora vas a vivir aquí. Ya habrás notado que este lugar no está muy bien equipado que digamos.- Hablando con seriedad sí que necesitábamos bastantes cosas nuevas y además sería una buena ocasión para ver si algo captaba el interés de la demonio, pero antes de continuar me levanté, dejando la taza en la mesa, para estirarme un poco más terminando de sacar toda la pereza que tenía encima. -Las mujeres saben de esas cosas, ¿No?- Pregunté con una sonrisa ladina adornando mi rostro. Obviamente tenía en cuenta que su condición no era para nada la de una mujer común y corriente pero bueno, era inevitable soltar ese comentario si de lo que íbamos a hacer eran una especie de compras. No que realmente supiera mucho de esas cuestiones, pero bueno, el chiste estaba igual.
Caminé por el pasillo que guiaba hacia mi (¿nuestra?) habitación para vestirme con algo más apropiado que solo mi ropa de dormir, decidiéndome simplemente por unos pantalones de jeans y una camiseta negra. Además de eso solo tomé mi billetera y mi celular, aunque nadie me llamara a parte de algún que otro profesor y salí del cuarto para encontrarme con Tsuki -Venga, vamos a salir y hacer algo que si seguimos así posiblemente perdamos la vida por no tener las cosas suficientes para sobrevivir.- Me dirigí con paso firme hacia la puerta de entrada y la abrí, volteándome hacia la contraria solo para esperar a que saliera y sin estar dispuesto a recibir una negativa. No, desde ahora nuestra convivencia debería transformarse a algo mejor, estaba decidido a lograrlo. Claro que no sabía como e interiormente estaba un poco nervioso porque era la primera vez que saldría a hacer algo tan social con otra persona, o demonio, en este caso, pero bueno. Mi faceta de seguridad debía mantenerse intacta, ¿No? Además todo era para hacer un cambio positivo, o al menos un cambio. En otras noticias, el clima parecía acompañarnos al menos en esta ocasión, con el clásico sol iluminando todo el exterior pero con cierta brisa fresca que se agradecía.
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Wasserfall Leiter
Re: Strange, Really Strange Days [Privado. Tsuki]
Últimamente le reprochaba muchas cosas, pero Tsu ni siquiera se detenía a pensar que podía ser por su personalidad un poco inconformista y bastante arisca, pero tampoco se molestaba en reclamarle por ello, probablemente una manera silenciosa de darle la razón o simplemente no le importaba. Y hablando de cosas importantes y no, lo único por lo que prestaba atención a los problemas de dormir de su compañero era porque de alguna manera ella terminaba sufriéndolos también, ya sea por esa manera tan sutil de despertarla a patadas por la mañana, o la forma en la que se movía tanto a la noche, como si tuviera pesadillas horribles, aunque eran pocas las veces que se despertaba por eso. Desvió la mirada en cuanto respondió a lo de su apariencia, haciendo una mueca para mostrar los dientes, manteniéndose en silencio durante unos segundos.
— No… No estoy acostumbrada a salir con esta forma.
Odiaba que su muralla de seguridad se viera desmoronada por cosas como estas, pues normalmente presentaba una actitud egocéntrica y autosuficiente de “no me importa una mierda lo que no sea yo”, pero si algo odiaba era ser observada, y ser observada era lo que le sucedía si andaba por la calle fuera de su forma animal, ésta última no llamaba menos la atención pero como mucho podía pasear por los techos o lugares donde no era fácilmente vista. Luego, aún con la cabeza mirando a un costado, miró al chico de reojo. Probablemente al estar en una condición visual parecida jamás se había cuestionado mucho lo de sus tatuajes, pero ahora si que le había entrado curiosidad acerca de ellos. Supuso que no era el mejor momento para cambiar de conversación y preguntarle, a lo mejor si luego se acordaba podría sacar el tema. Se terminó lo que quedaba de su té y miró distraídamente el interior ya vacío de la taza, moviendo la cola de lado a lado aunque con cierta pereza. Tenía ganas de levantarse e irse a dormir pero el hecho de que a Wass le hubiese surgido la idea de salir le daba la pauta de que no le iba a ser posible.
— La verdad creo que eres el único al que le importa demasiado eso. Creo que estoy siendo sincera cuando digo que vine aquí con el único motivo de conseguir un techo. Así que a menos que a ti te moleste lo… uh, vacío del departamento. — Y se encogió de hombros.
Respecto a su intento de chiste, la chica solo se limitó a levantar la vista con una ceja levantada, solo para darle a entender muchas cosas, entre al cuáles se encontraba el hecho de que era un pésimo comediante no importa por donde se viese. Y con eso nos referimos a que en menos de un par de horas ya había hecho al menos tres chistes que no merecían siquiera una sonrisa por lo malos que eran, aunque tampoco se podía decir que Tsuki era la persona con mejor sentido del humor del mundo, suponiendo que tenía de eso. Se levantó de la silla y tomó ambas tazas una vez que el otro se fue hacia la habitación, y luego las dejó en el lavaplatos. No es que pensara lavarlas en realidad, pero al menos podía parecer que tenía un mínimo de consideración juntando la mesa. Luego se sentó de nuevo y se hizo la desentendida en un intento casi desesperado por no tener que salir, pero la firmeza con la que el pelinegro permanecía junto a la puerta le dio toda la información que necesitaba.
— Ahh… Debes estar bromeando… — Murmuró y luego se levantó de la silla.
Caminó hasta afuera del departamento, y pestañeó repetidamente a causa de la poca costumbre de sus ojos a la luz del sol, pues solía salir de noche. Rechistó, y pegó un latigazo al suelo a la vez que ponía su mejor cara de mal humor.
— Muy bien, chico sociable, ¿Ahora qué?
— No… No estoy acostumbrada a salir con esta forma.
Odiaba que su muralla de seguridad se viera desmoronada por cosas como estas, pues normalmente presentaba una actitud egocéntrica y autosuficiente de “no me importa una mierda lo que no sea yo”, pero si algo odiaba era ser observada, y ser observada era lo que le sucedía si andaba por la calle fuera de su forma animal, ésta última no llamaba menos la atención pero como mucho podía pasear por los techos o lugares donde no era fácilmente vista. Luego, aún con la cabeza mirando a un costado, miró al chico de reojo. Probablemente al estar en una condición visual parecida jamás se había cuestionado mucho lo de sus tatuajes, pero ahora si que le había entrado curiosidad acerca de ellos. Supuso que no era el mejor momento para cambiar de conversación y preguntarle, a lo mejor si luego se acordaba podría sacar el tema. Se terminó lo que quedaba de su té y miró distraídamente el interior ya vacío de la taza, moviendo la cola de lado a lado aunque con cierta pereza. Tenía ganas de levantarse e irse a dormir pero el hecho de que a Wass le hubiese surgido la idea de salir le daba la pauta de que no le iba a ser posible.
— La verdad creo que eres el único al que le importa demasiado eso. Creo que estoy siendo sincera cuando digo que vine aquí con el único motivo de conseguir un techo. Así que a menos que a ti te moleste lo… uh, vacío del departamento. — Y se encogió de hombros.
Respecto a su intento de chiste, la chica solo se limitó a levantar la vista con una ceja levantada, solo para darle a entender muchas cosas, entre al cuáles se encontraba el hecho de que era un pésimo comediante no importa por donde se viese. Y con eso nos referimos a que en menos de un par de horas ya había hecho al menos tres chistes que no merecían siquiera una sonrisa por lo malos que eran, aunque tampoco se podía decir que Tsuki era la persona con mejor sentido del humor del mundo, suponiendo que tenía de eso. Se levantó de la silla y tomó ambas tazas una vez que el otro se fue hacia la habitación, y luego las dejó en el lavaplatos. No es que pensara lavarlas en realidad, pero al menos podía parecer que tenía un mínimo de consideración juntando la mesa. Luego se sentó de nuevo y se hizo la desentendida en un intento casi desesperado por no tener que salir, pero la firmeza con la que el pelinegro permanecía junto a la puerta le dio toda la información que necesitaba.
— Ahh… Debes estar bromeando… — Murmuró y luego se levantó de la silla.
Caminó hasta afuera del departamento, y pestañeó repetidamente a causa de la poca costumbre de sus ojos a la luz del sol, pues solía salir de noche. Rechistó, y pegó un latigazo al suelo a la vez que ponía su mejor cara de mal humor.
— Muy bien, chico sociable, ¿Ahora qué?
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Tsuki
Re: Strange, Really Strange Days [Privado. Tsuki]
No era un completo denso. Tampoco estaba ciego. Podía notar claramente la incomodidad de la de cabellos violetas ante la sola insinuación de salir con su forma humana, o, por esa lógica, de siquiera salir. Sí, sabía con lo poco que había vivido junto a la contraria y las interacciones entre ambos que al parecer ella tenía cierto fastidio con ese tema pero aún así debía intentarlo. Era un intento tan bueno como cualquier otro. A pesar de que a parte de fastidio le daba igual el siquiera conocerme o compartir algo más que un techo, o eso parecía. Aquello me hizo fruncir el ceño levemente, ¿Tal vez me estaba preocupando demasiado por algo que no valía la pena? Bueno, realmente ya había empezado con todo eso lo mínimo que podía hacer era continuar. Esperé en silencio a que la demonio saliera y al hacerlo cerré la puerta y pasé llave, guardando la misma en uno de mis bolsillos. Escuché las palabras de la felina y me volteé para poder verla, notando claramente el fastidio del que había estado hablando anteriormente. Sin embargo, contesté a su evidente mal humor con una sonrisa de superioridad antes de ponerme tras ella para comenzar a empujarla con cuidado de no ser brusco pero buscando que diera los primeros pasos, posando ambas manos en sus hombros, al menos para iniciar el recorrido y que no simplemente se quedara allí. -Ahora es cuando avanzamos hacia el destino. En este caso la zona comercial porque, ¿Por qué no? La última vez te llevé por unos callejones hasta un oscuro restaurante, pensé que sería bueno cambiar.- Comenté lo más animado que podía mientras plantaba una mirada alegre en mi rostro, aunque interiormente no sabía si me sintiera siquiera mejor que la contraria. Supuse que de cierta forma eramos dos amargados contra el mundo, y al hacer esta pequeña salida le estábamos haciendo frente. O tal vez era un idiota por pensar que eso ayudaría de alguna manera.
Al avanzar unas pocas calles ya se podía ver el inicio rutinario de las almas que habitaban la ciudad de la muerte. Varias personas transitaban las calles aunque no estaba ni por asomo cerca de la cantidad de gente que se podía reunir en los horarios de más tarde. Pero seguía siendo una ciudad grande y eso lo demostraba con la cantidad de individuos que se movía en ella a todas horas, sin importar que fuera temprano como ese momento. -Te dije que había que comprar cosas. Y luego podemos comer algo, cuando llegue la hora de almorzar.- Comenté devolviendo mi mirada a quien me acompañaba, sintiéndome interiormente nervioso por su reacción a la salida. De verdad no esperaba estar cometiendo un error con aquel plan. Aquel pensamiento me hizo desviar nuevamente mi mirada esta vez a los alrededores. Sí, las personas parecían ver. Algunos ojos curiosos, pero no era tanto como había temido en un principio. No esperaba que aquello molestara de sobremanera a la demonio. Sin embargo, si llegaba a notar cierta actitud ofensiva o sospechosa hacia Tsuki me encargaría personalmente de quien se atreviera a joderla tan en grande. Por lo mismo procedí a portar un gesto más serio en el rostro, y mi mirada pasó a mostrarse mucho más fría y ciertamente intimidante. Quienes nos observaban parecían notar el mensaje casi al instante porque de un segundo a otro estaban prestando su atención en sus propios asuntos, como debía ser.
De todas formas, una vez más llevé mi atención a la contraria solo para asegurarme. Sí, Death City era una ciudad llena de excentricidades que a nadie debería llamarle por demás la atención un par de desadaptados sociales como nosotros. Las parias, si algunos quisieran decirlo así, tan solo por nuestros aspectos tan peculiares. Y sí, tal vez yo estaba haciendo mi mejor trabajo de “cuidar” a quien me acompañaba, manteniendo a raya cualquier tipo de acto ofensivo… Pero aún así. A pesar de ello, si es que realmente la incomodidad era tal como para… ¿Lastimarla? No sabía si aquel fuera el término apropiado, pero ciertamente era el más cercano que se me ocurría. Y es que si aquello de ciertamente la lastimaba entonces nada de aquel plan tenía sentido. No iba a forzarla a hacer algo que no quisiera. Bien, eso sonaba hipócrita porque en primer lugar la había “obligado” a salir, pero aún así. Habían medidas, habían límites y tenía uno en mente que no iba a superar. Por lo que, estaba dispuesto a dejar todo aquello de lado y nunca más volver a intentarlo si ella así lo quería. -Tsuki, ¿Cómo vas? ¿Divertido, verdad?- Pregunté de forma tentativa, probando las aguas dijera un viejo dicho. Solo para ver si mis miedos eran reales, si me había equivocado groseramente. Realmente esperaba que no.
Al avanzar unas pocas calles ya se podía ver el inicio rutinario de las almas que habitaban la ciudad de la muerte. Varias personas transitaban las calles aunque no estaba ni por asomo cerca de la cantidad de gente que se podía reunir en los horarios de más tarde. Pero seguía siendo una ciudad grande y eso lo demostraba con la cantidad de individuos que se movía en ella a todas horas, sin importar que fuera temprano como ese momento. -Te dije que había que comprar cosas. Y luego podemos comer algo, cuando llegue la hora de almorzar.- Comenté devolviendo mi mirada a quien me acompañaba, sintiéndome interiormente nervioso por su reacción a la salida. De verdad no esperaba estar cometiendo un error con aquel plan. Aquel pensamiento me hizo desviar nuevamente mi mirada esta vez a los alrededores. Sí, las personas parecían ver. Algunos ojos curiosos, pero no era tanto como había temido en un principio. No esperaba que aquello molestara de sobremanera a la demonio. Sin embargo, si llegaba a notar cierta actitud ofensiva o sospechosa hacia Tsuki me encargaría personalmente de quien se atreviera a joderla tan en grande. Por lo mismo procedí a portar un gesto más serio en el rostro, y mi mirada pasó a mostrarse mucho más fría y ciertamente intimidante. Quienes nos observaban parecían notar el mensaje casi al instante porque de un segundo a otro estaban prestando su atención en sus propios asuntos, como debía ser.
De todas formas, una vez más llevé mi atención a la contraria solo para asegurarme. Sí, Death City era una ciudad llena de excentricidades que a nadie debería llamarle por demás la atención un par de desadaptados sociales como nosotros. Las parias, si algunos quisieran decirlo así, tan solo por nuestros aspectos tan peculiares. Y sí, tal vez yo estaba haciendo mi mejor trabajo de “cuidar” a quien me acompañaba, manteniendo a raya cualquier tipo de acto ofensivo… Pero aún así. A pesar de ello, si es que realmente la incomodidad era tal como para… ¿Lastimarla? No sabía si aquel fuera el término apropiado, pero ciertamente era el más cercano que se me ocurría. Y es que si aquello de ciertamente la lastimaba entonces nada de aquel plan tenía sentido. No iba a forzarla a hacer algo que no quisiera. Bien, eso sonaba hipócrita porque en primer lugar la había “obligado” a salir, pero aún así. Habían medidas, habían límites y tenía uno en mente que no iba a superar. Por lo que, estaba dispuesto a dejar todo aquello de lado y nunca más volver a intentarlo si ella así lo quería. -Tsuki, ¿Cómo vas? ¿Divertido, verdad?- Pregunté de forma tentativa, probando las aguas dijera un viejo dicho. Solo para ver si mis miedos eran reales, si me había equivocado groseramente. Realmente esperaba que no.
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Re: Strange, Really Strange Days [Privado. Tsuki]
A veces podía llegar a resultar incluso molesto que aunque ella lo tratara de mala manera el solo sonriera, pero Tsu no tuvo de otra que interpretarlo como que no se iba a rendir ante su hostilidad así que solo suspiró y rodó los ojos, cruzándose de brazos. Bueno, si iba a ser ese el plan probablemente tendría que hacer un mínimo esfuerzo por tener contacto con el exterior diurno, aunque sea una sola vez para que dejen de molestarla. Sintió el empuje en los hombros y comenzó a caminar, sintiendo un cosquilleo que recorrió desde su cuello y bajó toda su espina dorsal hasta acabar en la punta de su cola, estúpidos contactos físicos a los que no estaba acostumbrada. Abrió la boca para discutirle lo último que dijo, pero la cerró y se tragó su orgullo. Considerando que se había permitido acompañar a un completo desconocido a comer a una especie de cueva de madera si es que se le podía llamar como mucho, restaurante, eso le quitaba la validez a todos los argumentos que se le pudiesen ocurrir.
Se mantuvo con su mejor cara de mal humor al principio, pero poco a poco esa expresión se fue ablandando, de hecho hasta adoptó un deje de curiosidad. Le llegaban más olores que de costumbre, y eso en cierto modo la hacía sentirse un poco insegura, pues le costaba identificar un olor en concreto, estúpidas personas que huelen horrible. Además de la cantidad de cosas que se oían que nunca oirías ni por casualidad en plena noche. Igualmente intentó ignorarlo y a la larga lo logró, pero se preguntó, ¿Y si simplemente se iba? Miró hacia atrás por sobre su hombro, pero vio que el camino había sido tapado por un paseador de perros. Hizo una mueca nerviosa y volvió la cabeza adelante, dándole un pequeño empujoncito con el hombro al pelinegro para que avance más rápido. Por otra parte, había notado que ya habían empezado a dirigir las miradas hacia ella, no eran tantas como esperaba por lo que se sintió un poco exagerada, pero no lo admitiría. A pesar de eso, algo llamó su atención y es que en cierto momento la mayoría de las miradas se desviaron nerviosas hacia otro lado, ¿Por qué? Tsuki miró de reojo a su acompañante, que había cambiado su expresión a una más fría, casi como retando a todos aquellos que miraban a que continuaran haciéndolo. La chica decidió no hacer comentarios al respecto, e ignorar ese hecho antes de decir alguna estupidez.
— Divertido no es la palabra que yo usaría. —Dijo mientras enarcaba una ceja y se encogía de hombros— Tolerable diría yo. Bastante más de lo que esperaba.
Dio un respingo ni bien terminó la frase, pues sintió otro cosquilleo más fuerte que le reptó por la espalda hasta llegar a sus orejas. Se dio la vuelta y descubrió a un niño de no más de 6 años jalando de su cola como si fuera un juguete cualquiera, probablemente curioso ante lo desconocido. La chica gruñó y se apartó para que la soltase, lo último que necesitaba era que un niño la tomara por un juguete, la madre ya se había acercado a regañar a su hijo pero aún así pareció mirar de manera incómoda a la chica, quién solo le dedicó su mejor mirada de odio. Ah, sí, nunca había sentido mucho amor por los niños pequeños, de hecho no los toleraba, pero eso de que se dediquen a tirar de donde no deben le fastidiaba. Aún así. más allá del incidente de recién, se alegraba de poder decir que la salida estaba resultando bastante mejor de lo que había pensado en un principio.
Se mantuvo con su mejor cara de mal humor al principio, pero poco a poco esa expresión se fue ablandando, de hecho hasta adoptó un deje de curiosidad. Le llegaban más olores que de costumbre, y eso en cierto modo la hacía sentirse un poco insegura, pues le costaba identificar un olor en concreto, estúpidas personas que huelen horrible. Además de la cantidad de cosas que se oían que nunca oirías ni por casualidad en plena noche. Igualmente intentó ignorarlo y a la larga lo logró, pero se preguntó, ¿Y si simplemente se iba? Miró hacia atrás por sobre su hombro, pero vio que el camino había sido tapado por un paseador de perros. Hizo una mueca nerviosa y volvió la cabeza adelante, dándole un pequeño empujoncito con el hombro al pelinegro para que avance más rápido. Por otra parte, había notado que ya habían empezado a dirigir las miradas hacia ella, no eran tantas como esperaba por lo que se sintió un poco exagerada, pero no lo admitiría. A pesar de eso, algo llamó su atención y es que en cierto momento la mayoría de las miradas se desviaron nerviosas hacia otro lado, ¿Por qué? Tsuki miró de reojo a su acompañante, que había cambiado su expresión a una más fría, casi como retando a todos aquellos que miraban a que continuaran haciéndolo. La chica decidió no hacer comentarios al respecto, e ignorar ese hecho antes de decir alguna estupidez.
— Divertido no es la palabra que yo usaría. —Dijo mientras enarcaba una ceja y se encogía de hombros— Tolerable diría yo. Bastante más de lo que esperaba.
Dio un respingo ni bien terminó la frase, pues sintió otro cosquilleo más fuerte que le reptó por la espalda hasta llegar a sus orejas. Se dio la vuelta y descubrió a un niño de no más de 6 años jalando de su cola como si fuera un juguete cualquiera, probablemente curioso ante lo desconocido. La chica gruñó y se apartó para que la soltase, lo último que necesitaba era que un niño la tomara por un juguete, la madre ya se había acercado a regañar a su hijo pero aún así pareció mirar de manera incómoda a la chica, quién solo le dedicó su mejor mirada de odio. Ah, sí, nunca había sentido mucho amor por los niños pequeños, de hecho no los toleraba, pero eso de que se dediquen a tirar de donde no deben le fastidiaba. Aún así. más allá del incidente de recién, se alegraba de poder decir que la salida estaba resultando bastante mejor de lo que había pensado en un principio.
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Tsuki
Re: Strange, Really Strange Days [Privado. Tsuki]
Me permití soltar un suspiro, apenas perceptible, solo para liberar la ansiedad que había estado teniendo antes de escuchar la respuesta de la felina. Para cualquier otra persona esa clase de respuesta algo negativa podría ser mala, pero no era el caso conmigo y claro, era porque yo ya conocía bastante el carácter de la fémina. Esa respuesta era, de hecho, mucho mejor de lo que podría haberme esperado en un principio, y habría hecho un gesto de victoria, algo así como un puño al cielo, pero por suerte decidí que algo así resultaría totalmente ridículo y fuera de contexto. De todas formas, ¿podría haber sido una respuesta mejor? Tal vez, no tenía forma de saberlo pero bien podría ser ese caso, pero aún así sentía que las cosas estaban saliendo bien. Bastante bien. O así fue hasta que noté la extraña reacción de sorpresa de la contraria, alzando mis cejas antes de ver como se daba la vuelta y causando que yo hiciera lo mismo solo para ver que le molestaba. Podía jurarlo, si alguien se había atrevido a joderla de alguna forma me-… Oh, espera, era solo un mocoso. Tuve que tapar mi boca para no soltar una risa que posiblemente me habría condenado a un golpe pues, nunca podías subestimar la inocencia de un niño y estaba claro que este pequeño era muy inocente. A pesar de eso preferí ahorrar más problemas a todos e hice un gesto de desdén a la aparente madre del crío, solo para que ignorara el incidente sin mayores repercusiones. La mujer pareció estar mas intimidada por la mirada de completo desprecio de Tsuki que atenta a mi gesto de salvación, pero eso igualmente sirvió ya que rápidamente tomó a su niño entre brazos y comenzó a caminar, rápidamente alejándose de nosotros. Interiormente me pregunté como sería esa cola para ella, ¿sería buena idea acariciarla en algún momento, cuando estuviera molesta conmigo? Hm, tantas dudas...
-Bueno, ningún herido hasta ahora. Eso es bueno.- Comenté como si nada para luego dibujar una socarrona sonrisa en mi rostro, observando a la felina. -¿Verdad que resulta diferente a lo que se suele ver de noche?- Cuestioné con clara curiosidad, preguntándome si la diferencia era tan clara para ella como lo era para mi. De noche Death City podía ser vacío, lúgubre y hasta intimidante si no la conocías, pero eso era parte de su atractivo. -Y hemos avanzado bastante, ¿Te das cuenta?- Fue entonces cuando señalé descuidadamente los alrededores, indicando que ya habíamos llegado a las calles con variados comercios en ellas. Varios locales y eso que ni siquiera llegábamos a la verdadera zona comercial, pero, de nuevo, eso no era para nada una sorpresa si conocías a la ciudad de la muerte. Si no me equivocaba también servía como parada turística y no por nada llegaban personas de todo el mundo a ella fuera para unirse a Shibusen o simplemente visitarla a ella y sus rarezas.
Regresé mis pensamientos al tema que teníamos entre manos y comencé a pensar en el siguiente paso a tomar, finalmente comenzando a caminar de nuevo, esperando que la de llamativo cabello violeta me siguiera. -Vamos a comprar lo que te dije.- Me había decantado por el plan inicial así que el camino estaba claro: Una tienda de electrodomésticos. Pero, ugh, ahora que lo pensaba eso sonaba tan aburrido. Cualquiera que no fuera un ama de casa perdería el interés rápidamente en tal idea, por lo que mi rumbo se desvió hacia los locales que parecían mucho más llamativos que eso. -¡Hey! ¿Qué te parece una cama? Necesitamos una cama nueva, ¿Verdad?- Fue como una epifanía, un mensaje del futuro que me decía que aquella era le decisión correcta. Tal vez una nueva cama de una plaza para la demonio. Así ya no tendríamos tantos problemas para dormir. Sin embargo hubo algo que me hizo fruncir el ceño levemente, ¿qué pasaría con las noches invernales? Oh no, perdería a mi pequeña estufa de ser así. ¿Valía la pena entonces? Ciertamente necesitábamos una nueva cama para tener más lugar y no seguir teniendo esas peleas matutinas, pero por otro lado la idea de perder el calor que daba el pequeño cuerpo de la demonio en su forma animal no era muy atractiva que digamos, y no era mi culpa pensar de esa manera, pues ya me había acostumbrado al ser ella tan insistente en dormir a los pies de la cama. Jum, ¿Tal vez compartir una cama de dos plazas? Esa era una solución perfecta de no ser por un pequeño detalle y es que aquello involucraba tal vez un nivel de confianza aún mayor. Es decir, era una cama para dos personas y la estaríamos compartiendo aún con ella en su forma animal, daba que pensar. Demonios, nunca pensé que salir de compras fuera tan complicado, ciertamente estos dilemas eran nuevos para mi.
Salí de esa tanda de pensamientos tan irreales solo para devolver mi atención a Tsuki, esperando que la misma no se hubiera aburrido y largado luego de que me perdiera en el espacio durante esos minutos. -¿Tú que opinas? ¿U-una cama de dos plazas estaría bien?- Pregunté, antes de desviar mi mirada hacia una tienda que justamente vendía muebles. En sus ventanales se podía ver claramente una cama de dos plazas, bastante grande, lo cual de cierta forma hizo distraerme del hecho de que había tropezado un poco con mis palabras y eso no era nada bueno. Wasserfall Leiter, no empieces a actuar como un adolescente nervioso, no es el momento.
-Bueno, ningún herido hasta ahora. Eso es bueno.- Comenté como si nada para luego dibujar una socarrona sonrisa en mi rostro, observando a la felina. -¿Verdad que resulta diferente a lo que se suele ver de noche?- Cuestioné con clara curiosidad, preguntándome si la diferencia era tan clara para ella como lo era para mi. De noche Death City podía ser vacío, lúgubre y hasta intimidante si no la conocías, pero eso era parte de su atractivo. -Y hemos avanzado bastante, ¿Te das cuenta?- Fue entonces cuando señalé descuidadamente los alrededores, indicando que ya habíamos llegado a las calles con variados comercios en ellas. Varios locales y eso que ni siquiera llegábamos a la verdadera zona comercial, pero, de nuevo, eso no era para nada una sorpresa si conocías a la ciudad de la muerte. Si no me equivocaba también servía como parada turística y no por nada llegaban personas de todo el mundo a ella fuera para unirse a Shibusen o simplemente visitarla a ella y sus rarezas.
Regresé mis pensamientos al tema que teníamos entre manos y comencé a pensar en el siguiente paso a tomar, finalmente comenzando a caminar de nuevo, esperando que la de llamativo cabello violeta me siguiera. -Vamos a comprar lo que te dije.- Me había decantado por el plan inicial así que el camino estaba claro: Una tienda de electrodomésticos. Pero, ugh, ahora que lo pensaba eso sonaba tan aburrido. Cualquiera que no fuera un ama de casa perdería el interés rápidamente en tal idea, por lo que mi rumbo se desvió hacia los locales que parecían mucho más llamativos que eso. -¡Hey! ¿Qué te parece una cama? Necesitamos una cama nueva, ¿Verdad?- Fue como una epifanía, un mensaje del futuro que me decía que aquella era le decisión correcta. Tal vez una nueva cama de una plaza para la demonio. Así ya no tendríamos tantos problemas para dormir. Sin embargo hubo algo que me hizo fruncir el ceño levemente, ¿qué pasaría con las noches invernales? Oh no, perdería a mi pequeña estufa de ser así. ¿Valía la pena entonces? Ciertamente necesitábamos una nueva cama para tener más lugar y no seguir teniendo esas peleas matutinas, pero por otro lado la idea de perder el calor que daba el pequeño cuerpo de la demonio en su forma animal no era muy atractiva que digamos, y no era mi culpa pensar de esa manera, pues ya me había acostumbrado al ser ella tan insistente en dormir a los pies de la cama. Jum, ¿Tal vez compartir una cama de dos plazas? Esa era una solución perfecta de no ser por un pequeño detalle y es que aquello involucraba tal vez un nivel de confianza aún mayor. Es decir, era una cama para dos personas y la estaríamos compartiendo aún con ella en su forma animal, daba que pensar. Demonios, nunca pensé que salir de compras fuera tan complicado, ciertamente estos dilemas eran nuevos para mi.
Salí de esa tanda de pensamientos tan irreales solo para devolver mi atención a Tsuki, esperando que la misma no se hubiera aburrido y largado luego de que me perdiera en el espacio durante esos minutos. -¿Tú que opinas? ¿U-una cama de dos plazas estaría bien?- Pregunté, antes de desviar mi mirada hacia una tienda que justamente vendía muebles. En sus ventanales se podía ver claramente una cama de dos plazas, bastante grande, lo cual de cierta forma hizo distraerme del hecho de que había tropezado un poco con mis palabras y eso no era nada bueno. Wasserfall Leiter, no empieces a actuar como un adolescente nervioso, no es el momento.
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Wasserfall Leiter
Re: Strange, Really Strange Days [Privado. Tsuki]
No vamos a obviar de sobremanera la mirada de advertencia que le hecho una malhumorada Tsuki a su compañero, una mirada que lo único que podía transmitir era un “si te ríes te mueres”, a veces no era demasiado difícil leerle las intenciones a alguien y menos en una situación con esa. La realidad es que no podía importarle menos que tan inocente era una criatura sea un mocoso o un adolescente o lo que sea, no toleraba que jugaran con su cola y orejas como si éstas no formaran parte de su sistema nervioso o como si fueran un mero juguete.
— Cómo seas muy suelto de lengua, tendrás el honor de ser el primer herido —Murmuró por lo bajo mientras rodaba los ojos—. Más que diferente yo diría que es exactamente lo contrario. Si me preguntas, prefiero la noche. —Ninguna salida a ningún lado le iba a quitar sus hábitos nocturnos.
No respondió a lo último, ciertamente no sabía si sentirse orgullosa o no de haber podido avanzar tanto, la verdad odiaba la cantidad de gente que estaba por todos lados, las miradas curiosas habían disminuido desde que Tsu se dedicó a mirar con odio a cada cuál que pasaba a su lado aún si éste no se daba cuenta, ni hablar de cada tanto mostrar los dientes como si quisiera lanzarse a la yugular de cualquiera que no se mantuviera alejado de ella en un radio de al menos 5 metros. Bueno, eso funcionaba para ella, era suficiente, ¿No? Siempre y cuando las madres continuaran teniendo cuidado con sus hijos, claro. Nadie quería más accidente a causa de otro mocoso asqueroso y descuidado que no sabía a quién molestar y a quién no. Nunca se había dado cuenta de lo insoportable que le resultaban las crías humanas hasta ese encuentro cercano que tuvo con una, y vaya que no quería que se repitiera, no al menos si se pretendía que la salida sea relativamente amena para terceros y que no haya ningún herido, lo cual de momento se estaba logrando. A duras penas, pero estaba saliendo todo bien.
— ¿Una cama? —Repitió, y vaciló un poco antes de responder de nuevo— Pues...supongo.
Ok, no vamos a negar que las noches invernales siempre eran un problema, suponiendo que realmente la excusa de “el cuerpo humano emite calor y quedarme cerca suyo hace que no pase frío” era mínimamente creíble por nadie. Pero en parte tenía razón, vamos que era preferible algo de calor a dormir muerto de frío en el sillón aunque solo hablemos de unos 6 meses por año. Y también vamos a ignorar la existencia de cualquier pullover que pueda cumplir la función de manta, obviamente, mi trabajo es poner todo en contra del personaje. Ah, pero claramente una cosa era dos camas de una plazas y otra muy pero muy diferente era una única cama de dos plazas, vamos, que cualquiera puede pedir que disculpen a la chica por tener una agresividad tal vez un poco exagerada, y también era cierto que el nivel de tsunderismo que llegaba a alcanzar en ocasiones podía ser algo peligroso. Pero eso no evitó que Tsuki dirigiera un certero codazo a las costillas de su compañero de aventuras, lo suficientemente fuerte para que le duela.
— Pero es que tu eres idiota… —Murmuró por lo bajo y resopló. Luego carraspeó para aclararse la voz y miró a otro lado, estaba totalmente segura de que se había ruborizado aunque sea muy levemente — En cualquier caso, ya sabemos cómo va a terminar eso. O mi lado va a quedar destrozado, o tú ocuparás toda la cama. O ambas si no hay suerte.
— Cómo seas muy suelto de lengua, tendrás el honor de ser el primer herido —Murmuró por lo bajo mientras rodaba los ojos—. Más que diferente yo diría que es exactamente lo contrario. Si me preguntas, prefiero la noche. —Ninguna salida a ningún lado le iba a quitar sus hábitos nocturnos.
No respondió a lo último, ciertamente no sabía si sentirse orgullosa o no de haber podido avanzar tanto, la verdad odiaba la cantidad de gente que estaba por todos lados, las miradas curiosas habían disminuido desde que Tsu se dedicó a mirar con odio a cada cuál que pasaba a su lado aún si éste no se daba cuenta, ni hablar de cada tanto mostrar los dientes como si quisiera lanzarse a la yugular de cualquiera que no se mantuviera alejado de ella en un radio de al menos 5 metros. Bueno, eso funcionaba para ella, era suficiente, ¿No? Siempre y cuando las madres continuaran teniendo cuidado con sus hijos, claro. Nadie quería más accidente a causa de otro mocoso asqueroso y descuidado que no sabía a quién molestar y a quién no. Nunca se había dado cuenta de lo insoportable que le resultaban las crías humanas hasta ese encuentro cercano que tuvo con una, y vaya que no quería que se repitiera, no al menos si se pretendía que la salida sea relativamente amena para terceros y que no haya ningún herido, lo cual de momento se estaba logrando. A duras penas, pero estaba saliendo todo bien.
— ¿Una cama? —Repitió, y vaciló un poco antes de responder de nuevo— Pues...supongo.
Ok, no vamos a negar que las noches invernales siempre eran un problema, suponiendo que realmente la excusa de “el cuerpo humano emite calor y quedarme cerca suyo hace que no pase frío” era mínimamente creíble por nadie. Pero en parte tenía razón, vamos que era preferible algo de calor a dormir muerto de frío en el sillón aunque solo hablemos de unos 6 meses por año. Y también vamos a ignorar la existencia de cualquier pullover que pueda cumplir la función de manta, obviamente, mi trabajo es poner todo en contra del personaje. Ah, pero claramente una cosa era dos camas de una plazas y otra muy pero muy diferente era una única cama de dos plazas, vamos, que cualquiera puede pedir que disculpen a la chica por tener una agresividad tal vez un poco exagerada, y también era cierto que el nivel de tsunderismo que llegaba a alcanzar en ocasiones podía ser algo peligroso. Pero eso no evitó que Tsuki dirigiera un certero codazo a las costillas de su compañero de aventuras, lo suficientemente fuerte para que le duela.
— Pero es que tu eres idiota… —Murmuró por lo bajo y resopló. Luego carraspeó para aclararse la voz y miró a otro lado, estaba totalmente segura de que se había ruborizado aunque sea muy levemente — En cualquier caso, ya sabemos cómo va a terminar eso. O mi lado va a quedar destrozado, o tú ocuparás toda la cama. O ambas si no hay suerte.
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Tsuki
Re: Strange, Really Strange Days [Privado. Tsuki]
Asentí levemente ante su primera respuesta, ignorando desinteresadamente la frase inicial y su no tan oculto mensaje de advertencia, pues desde un inicio me había propuesto no realizar ningún comentario al respecto. -Sí, lo mismo opino. La noche es especial, de alguna manera.- Susurré, mi mirada ahora clavada en la acera, como si mis ojos estuvieran presenciando algo totalmente diferente a la realidad en la que estaban sumergidos. Tal como si recordara algún sueño o pesadilla. Tal situación solo duró unos segundos, sin embargo, antes de que alzara mi vista nuevamente hacia la contraria, esperando pacientemente a que la de cabellos violetas diera su opinión ante mi última interrogante. A fin de cuentas y si bien la demonio no parecía tener demasiado interés en aquella salida, el objetivo de la misma era comprar cosas para el bienestar de ambos, así que lo que ella pensara al respecto era tan importante para mi como lo que llegara a decidir yo mismo, tal vez incluso más, aunque aquello no lo fuera a admitir abiertamente. El golpe, de todas formas, era algo que no me esperaba, así que el codazo dio de lleno en mi abdómen, haciéndome inclinar de forma natural y llevar una mano a la zona dañada. Cerrando uno de mis ojos, ahogué cualquier queja y simplemente le dirigí una afilada mirada con solo uno de mis iris color miel, completa con mueca de fastidio y todo.
-… Fue lo mejor que se me ocurrió para solucionar nuestros problemas, honestamente.- Me sinceré antes de recobrar la compostura, pues realmente no pensaba que la opción de comprar dos camas separadas fuera demasiado factible tomando en cuenta el reducido espacio de la vivienda. Bueno, ahora que lo pensaba con más detalle tal vez una litera sería una mucho mejor opción. Por la intimidad y esas cosas. Tomando en cuenta eso, abrí la boca para ofrecer la idea pero la misma murió antes de ser expresada con solo analizar las últimas palabras de la demonio. -Bueno, está bien. Podemos ver lo de la cama en otro momento.- Era como cierto ofrecimiento de paz, o algo así, para dejar definitivamente el tema. Estaba claro que ninguno de los dos se encontraba demasiado cómodo debatiando con tal argumento tan trivial así que tal vez era lo mejor. -Huh, que más…- Entrecerré los ojos viendo las tiendas que, tan llamativas y atractivas, nos rodeaban a ambos lados. Por un lado no quería ofrecer algo desconsideradamente aburrido, después de todo, matarla de aburrimiento no era la razón por la que la había invitado. Así que luego de pensarlo unos momentos devolví la mirada a mi extraña compañera de piso y, sonriendo de lado, hablé nuevamente. -Espera un momento, ya vengo. Ni se te ocurra huir…- Advertí, aunque no tuviera nada concreto con lo que efectuar dicho aviso. De hecho más que una connotación de intimidación cualquiera que la hubiera escuchado podría asegurar que se acercaba más a cierto miedo de que la contraria solo se fuera. Pero claro, no es como si alguien pudiera comprobar eso. Sin más comencé a correr perdiéndome rápidamente entre la multitud de gente. Era considerable el número de personas que ahora transitaban por la zona, pues el día avanzaba y con ello la actividad en los comercios.
Podrían haber pasado minutos. Varios, tal vez. No estaba muy seguro pues al aterrizar frente a Tsuki lo único que podía percibir era el delicioso aroma de los bocadillos que se encontraban en mis manos sin querer prestar atención al tiempo que había perdido. -¡Tsuki, mira!- Luego de haber comprado los bocadillos había decidido avanzar por sobre los tejados solo para no tener que lidiar con el gentío, tan solo para ahorrar algunos segundos. Luego de haber recorrido con mis ojos la calle en la que nos habíamos detenido por fin la había encontrado y, para mi fortuna, estaba solo a un salto de distancia. -Mira lo que conseguí, Tsuki. Estos son de mi Japón, se llaman Korokke, ya sabes, croquetas, ¡Esté puesto fabuloso tenía toda esta comida dedicada solo a Japón!- Estaba sonando tal vez un poco más emocionado de lo que quisiera, pero… Era como mostrarle una parte de mi a alguien más. Una parte de mi que no había vivido hace mucho, no desde niño al menos, no desde llegar a Shibusen. Así que, de cierta manera, estaba compartiendo mis intereses con ella. Además de ofrecerle comida claro. Tenía varias de las frituras acumuladas en un pequeño plato, el cual acerqué al rostro de la chica tal vez demasiado cerca para su gusto, pero sin notarlo. Una gran sonrisa adornaba mi rostro sin que yo me hubiera dado realmente cuenta de aquello. Y tal vez estuviera arriesgando un poco mi fachada con aquella actitud... -¡Adelante, pruébalo!- Pero estaba seguro de que le gustaría, tenía carne y mariscos además de un distinguido y llamativo aroma, eso debía gustarle, ¿no?
-… Fue lo mejor que se me ocurrió para solucionar nuestros problemas, honestamente.- Me sinceré antes de recobrar la compostura, pues realmente no pensaba que la opción de comprar dos camas separadas fuera demasiado factible tomando en cuenta el reducido espacio de la vivienda. Bueno, ahora que lo pensaba con más detalle tal vez una litera sería una mucho mejor opción. Por la intimidad y esas cosas. Tomando en cuenta eso, abrí la boca para ofrecer la idea pero la misma murió antes de ser expresada con solo analizar las últimas palabras de la demonio. -Bueno, está bien. Podemos ver lo de la cama en otro momento.- Era como cierto ofrecimiento de paz, o algo así, para dejar definitivamente el tema. Estaba claro que ninguno de los dos se encontraba demasiado cómodo debatiando con tal argumento tan trivial así que tal vez era lo mejor. -Huh, que más…- Entrecerré los ojos viendo las tiendas que, tan llamativas y atractivas, nos rodeaban a ambos lados. Por un lado no quería ofrecer algo desconsideradamente aburrido, después de todo, matarla de aburrimiento no era la razón por la que la había invitado. Así que luego de pensarlo unos momentos devolví la mirada a mi extraña compañera de piso y, sonriendo de lado, hablé nuevamente. -Espera un momento, ya vengo. Ni se te ocurra huir…- Advertí, aunque no tuviera nada concreto con lo que efectuar dicho aviso. De hecho más que una connotación de intimidación cualquiera que la hubiera escuchado podría asegurar que se acercaba más a cierto miedo de que la contraria solo se fuera. Pero claro, no es como si alguien pudiera comprobar eso. Sin más comencé a correr perdiéndome rápidamente entre la multitud de gente. Era considerable el número de personas que ahora transitaban por la zona, pues el día avanzaba y con ello la actividad en los comercios.
Podrían haber pasado minutos. Varios, tal vez. No estaba muy seguro pues al aterrizar frente a Tsuki lo único que podía percibir era el delicioso aroma de los bocadillos que se encontraban en mis manos sin querer prestar atención al tiempo que había perdido. -¡Tsuki, mira!- Luego de haber comprado los bocadillos había decidido avanzar por sobre los tejados solo para no tener que lidiar con el gentío, tan solo para ahorrar algunos segundos. Luego de haber recorrido con mis ojos la calle en la que nos habíamos detenido por fin la había encontrado y, para mi fortuna, estaba solo a un salto de distancia. -Mira lo que conseguí, Tsuki. Estos son de mi Japón, se llaman Korokke, ya sabes, croquetas, ¡Esté puesto fabuloso tenía toda esta comida dedicada solo a Japón!- Estaba sonando tal vez un poco más emocionado de lo que quisiera, pero… Era como mostrarle una parte de mi a alguien más. Una parte de mi que no había vivido hace mucho, no desde niño al menos, no desde llegar a Shibusen. Así que, de cierta manera, estaba compartiendo mis intereses con ella. Además de ofrecerle comida claro. Tenía varias de las frituras acumuladas en un pequeño plato, el cual acerqué al rostro de la chica tal vez demasiado cerca para su gusto, pero sin notarlo. Una gran sonrisa adornaba mi rostro sin que yo me hubiera dado realmente cuenta de aquello. Y tal vez estuviera arriesgando un poco mi fachada con aquella actitud... -¡Adelante, pruébalo!- Pero estaba seguro de que le gustaría, tenía carne y mariscos además de un distinguido y llamativo aroma, eso debía gustarle, ¿no?
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