Under a Cherry Tree [Priv. Shai || Hanami]

No tenía caso negar que estaba un poco (muy) emocionado por sus planes para aquel día. Ver al arma con quien se había encontrado en su primera visita una vez más, sumado a la oportunidad de ver las flores de cerezo y participar en un festival de la ciudad… cada pequeño detalle de la juntada que tenían para después lograba entusiasmarle bastante. Así bien se había levantado un poco más temprano de lo que solía hacer, a fin de no tener inconvenientes de llegar a encontrarse con algún contratiempo de camino a Death City. Desayunó algo ligero mientras hojeaba uno de los libros que había conseguido al respecto de la festividad original como se celebraba en Japón, aunque obviamente no esperaba que el evento al que asistiría se pareciese demasiado, lo hacía, como casi todas las cosas que terminaba leyendo, por mero gusto y curiosidad genuina.

Sin demorar demasiado en ponerse en camino, se encontró a sí mismo en el bosque que si aún cruzaba por mera cautela, también lo hacía por conversar un rato con cierto gato con el que había terminado, a pesar de su particular encuentro, entablando una amistad algo curiosa. La idea al chico no le entusiasmaba tanto como al peliblanco, no era que le estuviera pidiendo aprobación o permiso, pero aun así no pareció poner objeción alguna contra sus planes, más allá de hacer una mueca y pedirle con especial énfasis que tuviese cuidado-Siempre lo tengo-Había respondido con una sonrisa simplona antes de despedirse y encaminarse a paso ligero a su destino.

Era fácil notar el ambiente animado en la ciudad tan pronto como se ponía un pie en ella. La temporada le había regalado a todos los que se dispusieran a pasar el día al aire libre un clima de lo más agradable, cosa que se hacía notar, pues la gente agregaba movimiento a las calles y todo esto incrementaba a medida que uno se acercaba al parque, donde todo el corazón del evento debía estar tomando lugar.

No tardó demasiado en encontrar el lugar donde habían acordado encontrarse, un punto obvio, claro, desde donde era apreciable el ambiente general del festival; música sonando entre las varias voces de los visitantes, familias, niños correteando, algunas parejas algo acarameladas y grupos de amigos riendo entre ellos, escenas que no era capaz de ver muy seguido en el territorio y que lograban mantener una expresión alegre e interesada en su rostro. Miró la hora en un reloj de poste cercano y sonrió para sí mismo siendo que la hora era la acordada, por lo que echó un vistazo rápido a su alrededor, por si no había logrado ver a la chica al llegar. Sin ser capaz de verla a simple vista sencillamente asumió que había llegado primero, cosa que no le molestaba, estaba más cómodo así que con la idea de hacer esperar a Shai.

Se miro por última vez al espejo; Acomodo su cabello, aliso los pliegues de su vestido y sonrió.— Bien, todo en orden. —Asintió a su propia afirmación.

Era rutina, desde hace varios años ya, el proporcionarle un determinado tiempo a su apariencia. No le interesaba demasiado, pero había dos razones por las que todas las mañanas hacia lo mismo, pararse frente al espejo de cuerpo completo en su cuarto y evaluar como saldría a la calle. La primera razón era su madre; La Sra L' Ecroix había instruido a Shai desde que había aprendido a caminar sola, a tener completo control en su apariencia. Le enseño como debía de lucir su cabello e incluso a acomodarse esos vestidos un tanto… llamativos, por si misma, sin ayuda de ninguna sirvienta o cualquier persona. Para aquella mujer, la apariencia lo era casi todo, pues cuando conoces a alguien por primera vez, ella afirmaba que siempre se fijarían en cómo estaba luciendo en ese momento y aquella primera impresión quedaría fácilmente en ellos. Shai siempre pensó que era un tanto exagerada, pero con el paso de los años, le había agarrado hasta con un poco de diversión el cuidar su apariencia. Le gustaba ver su cabello correctamente peinado, y que los vestidos lucieran impecables, por ende, parte del tiempo cuando se levantaba, era brindado a ella misma.

De todas formas, hoy no era simplemente un día más. Era el Hanami, festival de los arboles de cerezo, que al parecer, era algo muy popular en DC. Shai recordaba haber asistido una vez, cuando tenía 11 años, a un festival similar, pero en Japón. Había quedado maravillada, y aun hoy lo recodaba con esa felicidad característica de un infante. Claro que si algo le había enseñado la ciudad, era que aquí, las cosas de por si eran un tanto particulares. Por eso, no esperaba que el festival fuese tan cual como ella recordaba el de Japón, pero eso no quitaba el gusto ni el entusiasmo de ir. Además, de que no iría sola. Aquel muchacho albino con unos ojos dorados, que había conocido a causa de un pequeño accidente, también estaría ahí. Robin se había ido alegre, luego de haber acordado encontrarse en la entrada, y aunque ella no lo demostró tanto, también estaba emocionada.

Las calles de DC estaban un tanto vacías. Se notaba que el festival había llamado la atención de casi todos los habitantes, lo que la impulso a caminar más rápido queriendo encontrar  Robin sin demora. Temía que entre la cantidad de gente, no pudieran coordinar. Pero por suerte, parecía que el universo estaba de su lado, al menos de momento. El albino se encontraba en la entrada, y aun desde ahí se podía contemplar la cantidad de pequeños puestos situados al costado del camino, algunos ofreciendo comida y otros con pequeños juegos y eventos. Apresuro el paso, pero sus ojos estaban clavados en los altos arboles rosas que se llevaban toda la atención. Aun así, al acercarse al chico, su mirada se poso en él.— Buen día, Robin. —Lo saludo.— Veo que llegamos justo a tiempo. Y además.. —Regresó su vista hacia el camino entre los arboles.— Esto se ve precioso. Entonces, ¿Vamos? —Invitó.

Era imposible evitar que su mente divagara mientras esperaba. Estaba más que ansioso por recorrer el lugar, pero ideas como lo mucho que le gustaría que su madre hubiese podido ver eso, o tal vez de poder invitar a su amiga y vecina al próximo festival lograban llenarle la cabeza de ideas, ideas que no parecían demasiado factibles pero que terminaban rondando en su cabeza de todos modos ¿Y si llegaba el día en que se pudiese ver esa misma escena pero incluyendo a los suyos en ella? Sin necesidad alguna de esconderse, como cualquier otra raza de las que recorrían tranquilamente el parque. La idea le resultaba cálida, pero bastante alejada de la realidad, aunque por mucho que quisiera proclamarla como imposible y simplemente pasar de página no lograba hacerlo del todo, como si se limitara a aferrarse de forma terca e ilusa a dicho pensamiento.

La mirada bronce del peliblanco se posó de inmediato en la chica que le saludaba, logrando disipar con ello los pensamientos absurdos que le habían abordado para simplemente centrarse en ella. Le alegraba volver a verle por lo que la reacción natural del brujo fue sonreírle ampliamente-¡Shai! Hola-Saludó de vuelta con notorio entusiasmo, asintiendo a las afirmaciones del arma, en verdad era agradable a la vista-Por supuesto, después de ti-Accedió, dejándola avanzar primero, pero dando un par de pasos de más para emparejarse y terminar a su lado de todos modos-Realmente hay mucha gente, si te soy sincero no estoy muy acostumbrado a las multitudes, pero es agradable si todo mundo parece divertirse-Menciono pasando la vista por todo el lugar, con cierto brillo de entusiasmo iluminándole el rostro.

No parecía ser capaz de parar de mirar en todas direcciones, parando ocasionalmente para dedicarle una rápida sonrisa a la chica o señalar algo que le llamase la atención. Pero su vista se mantuvo arriba cuando gracias a una brisa varios pétalos caían de forma suave desde la punta de los árboles, si bien todo el tiempo caían unos cuantos el viento lograba que esto pasara en abundancia y por lo tanto lograr algo realmente agradable de ver, pero natural para cualquiera que ya hubiera estado cerca de algún árbol de ese tipo antes, cosa que Robin obviamente no había hecho antes, pues incluso se vio en la necesidad de detenerse unos momentos-¡Son muchos en verdad!-Exclamó sin pensarlo demasiado.

Logrando librarse de la emoción inicial que todo el escenario le provocaba miro a la chica, aun con esa chispa de entusiasmo notoria en su persona-¿Qué quieres hacer primero, Shai?-Preguntó aun con la sonrisa en el rostro, solo para mirar a su alrededor una vez más-¿Te interesaba algo en especial? Tenemos tiempo ¿no? Podemos empezar por donde sea, supongo…-Termino, volviendo la mirada a los ojos dorados de la joven, de forma expectante.

Robin se mostraba muy entusiasmado y alegre, y aunque Shai no llegaba a realizar las mismas acciones que él, también estaba sumamente feliz. Después de todo, su presencia en aquel lugar no era por cumplir algún objetivo, como el de lucirse como la hija de los L’Ecroix mientras se presumía de sus logros. Estaba por decisión propia, y más que nada, con alguien que no buscaba llenarse los bolsillos con su dinero, sino que la había invitado simplemente para pasar un buen rato.

Realizo una pequeña reverencia cuando el albino le ofreció entrar primero, mientras soltaba una pequeña risa. La emoción de Robin chocaba contra sus aparentes buenos modales, dándole a Shai la imagen de un niño que aunque fue instruido correctamente, sigue siendo un niño después de todo; Alegre y despreocupado, del tipo de persona que Shai no tenía la suerte de conocer habitualmente. Con tan solo unos segundos, ambos estaban caminando a la par, y a charla continuaba.– Bueno, si te soy sincera, estuve en lugares tan concurridos como este antes… pero, no es ciertamente, lo mismo. Así que considera que es una primera vez para ambos. –Era cierto. Los eventos de temporada eran prácticamente tiempos donde las personas con grandes ambiciones, y fortunas más que nada, asistían diciendo cosas reflejando su falso poco interés en los bienes materiales. La rubia había tenido que soportar con una falsa sonrisa fingiendo que le importaba lo que lo otros tenían que decir. Y ahora que lo pensaba, este paseo, junto a Robin, parecía una recompensa por soportar de buena manera todo lo anterior.

El festival ofrecía varios eventos, diferentes entre sí. Desde puestos de comida pequeños, hasta juegos como tiro al blanco. No tenía idea por donde comenzar, se sentía como la niña que nunca tuvo oportunidad de ser.– Hay.. Demasiadas cosas. –Comentó mientras veía a su alrededor. Siempre había admirado aquellas actividades desde lejos, sin molestarse siquiera en preguntar a sus progenitores si podía asistir, sabiendo que a respuesta seria un rotundo no. Pero ahora no estaba con ellos, ahora podía decidir a donde ir, y la emoción de ese pensamiento y realidad, de alguna forma la llegaban a aturdir levemente. Claro que, hizo un esfuerzo por estabilizarse, dirigiéndose a Robin de nuevo.– Y todas son tan diferentes entre sí. ¿Estás bien con que yo elija? La verdad es que todo me parece fascinante… –Admitió. Y aunque sus modales normalmente no le habrían permitido dar el primer paso, y habría quedado a la merced de a elección de Robin, algo ilumino sus ojos y no dudo en decirlo.– ¿Recortar figuras de caramelo? –Sin esperar a que el albino reaccionara, tomó la iniciativa.– Solo vi de lejos como se hacían esas cosas. ¡Tenemos que intentarlo!. –Lo miró con chispas en sus ojos, esperando su respuesta.

Le pareció lógica la respuesta de la joven en cuanto menciono que ella ya había estado en lugares tan concurridos, claro, aquello tendría que ser lo normal, lo sabía y tal vez no debía haber hecho el comentario de su inexperiencia con las multitudes, estaban las reuniones del consejo, por supuesto, una buena cantidad de brujas, brujos e incluso algunos kishin o mercenarios contratados por alguna de las asistentes, pero no podía haber punto de comparación con un festival ¿cierto? Empezando por el cambio radical de ambientes, de fúnebre y tenso a totalmente festivo, eran totalmente diferentes. Se forzó a no pensar en el asunto, lo último que quería en la cabeza aquel día eran las tétricas reuniones del consejo, nunca le habían gustado demasiado, le provocaban cierto nerviosismo desagradable.

-¡Claro que está bien! A mí también me parece todo genial-Le animó con una sonrisa sincera para que eligiera, después de todo, tal y como ya había dicho, tenían suficiente tiempo para pasear y divertirse a sus anchas. Ladeó levemente la cabeza cuando la chica indicó, finalmente, lo que quería hacer primero, nunca había escuchado de aquello pero el entusiasmo en la mirada de su compañera le hizo asentir casi de inmediato, sonriendo con el mismo chispazo de ánimo que la francesa-¡Me parece perfecto!-Afirmó-Nunca lo he hecho ni se cómo… pero lo del caramelo promete-Confesó segundos después con una risita-Bien, vamos a recortar entonces-Dijo encaminándose al pequeño stand donde se realizaba su ya acordada actividad.

Los recibió un encargado de aspecto risueño, algo regordete y  con un bigote tan frondoso que Robin trato de no mirar fijamente para no ser grosero, animándolos para que se acercaran como a gran parte de la gente que pasaba por delante del pequeño puesto. Pequeños cuadros de caramelo con distintos dibujos se encontraban disponibles para elegir, figuras lindas y un tanto infantiles. Miro un momento al arma de forma discreta y no pudo evitar sonreír, le parecía adorable que le causara tanta emoción algo así, tal vez hasta el momento le había visto siempre con cierto halo de formalidad pero después de todo también le gustaban ese tipo de cosas.

-Todas son lindas…-Comentó volviendo la vista a los cuadrados de dulce, tratando de decidirse por alguno, terminando por tomar una con forma de gato, o al menos la cabeza de uno. Le agradaban bastante, a pesar de las desafortunadas experiencias que parecía tener cuando estaba cerca de ellos-¿Cuál vas a hacer, Shai?-Preguntó, mirándole con curiosidad.

OFF:

Robin se mostró de acuerdo con la elección de la actividad que realizarían, animando aún más a la rubia. Y esta, tenía la mirada clavada en el puesto, y sin dudar se acercó. Se sentía como una niña de nuevo, o más bien, como la que nunca había sido. Parecía hasta como un sueño poder disfrutar libremente de las actividades ofrecidas sin que nadie se lo impidiera, o sin descartar desde el principio el simple hecho de pedir permiso.– Tampoco lo eh hecho nunca. Solo vi gente intentándolo… pero, ¡Para todo hay una primera vez! –Exclamo, animándose aún más.

La actividad era dirigida por un hombre con un bigote peculiar, y en general, aquello le hubiese llamado la atención a Shai, queriendo evitar que su mirada quedara colgada en eso, pero ahora, había algo más ocupando sus pensamientos. Y no solo era la emoción de intentarlo, también era porque podía ver las pequeñas figuras de caramelo encuadradas y dispuestas en fila. Eran muy bonitas, y a Shai le dio impresión de que si le dieran alguna, sentiría pena de consumirlas. Darían ganas de simplemente colgarlas en alguna pared y ya. Se agacho, con cuidado de no pisar ni ensuciar innecesariamente su vestido, notándose como tenía los modales escritos por todos lados. Quería ver más de cerca las figuras, y seguramente se hubiese quedado así por un largo tiempo, si Robin no le hubiese hablado. El muchacho había elegido uno de una cabeza de gato, a lo cual, Shai volvió a pensar que eran adorables.– Aun no lo sé. Todas se ven muy bonitas. –Y no lo admitiría tan abiertamente, pero temía destruirlas, aunque sabía que eso era bastante común.

Paseo su mirada sobre las demás figuras dispuestas en fila, intentando elegir cual. Finalmente, tras uno segundos de seria meditación, levantó una.– Me parece que me quedaré con esta. –Sonrió, mientras se la mostraba a Robin. Era una especie de moño, parecido al que usaría un personaje de una caricatura. La apoyo sobre la mesa, y se dispuso a comenzar. El instrumento en su mano le hacía recordar a una especie de arpón en miniatura, era largo y tenía una punta filosa. Aunque no parecía haber riesgo de ser cortada, ero el escuchar los ¨Cracs¨ que el caramelo hacia cada vez que era recortado, la ponían un poco ansiosa. Iba bien, con delicadeza, y probando con cuanta fuerza podía cortar, Shai hasta considero que iba a ganar aquel juego. Pero a los minutos de pensar eso, la figura sufrió una ruptura de más, quedando la rubia sin oportunidad de continuar. El sonido del ¨crack¨ la asusto levemente, haciendo que el dueño lanzara una carcajada, diciéndole que a la gran mayoría le pasaba lo mismo y que no debía preocuparse. Las mejillas de la rubia se enrojecieron, sintiéndose levemente avergonzada, y tratando de dirigir la atención a otro lado, se dispuso a ver que tan bien lo hacía Robin.