Who are you, Stranger? {P; Robin}

Una vez, cuando era pequeña, se había adentrado entre las calles de Francia por sí misma.

Habría tenido 6 o 7 años, y su clase de matemática recién finalizaba. No había pasado mucho tiempo desde que le dijeron que ahora era ella quien heredaría el negocio familiar, y aunque era una carga pesada para una niña cuyo único deber tendría que ser el jugar alegremente, la pequeña rubia se lo había tomado con orgullo. Así le habían enseñado, ser alguien que conduce a los demás, considerarse independiente y poder tomar las decisiones que mejor se ajusten a la situación, eran parte de las lecciones diarias que le eran repetidas. Porque no se dejaba pasar ni un día donde se le repita a la niña cual era su futuro, y que es lo que tenía que hacer de ahora en adelante para llegar a la meta que se le había establecido. Asi que, cuando el chofer que se suponía que debía buscarla y llevarla a su próximo destino no apareció, decidió que la mejor opción, era internarse en las extensas calles colmadas de gente y llegar hasta donde quería. En tan solo una hora, había perdido completamente el rumbo. Nunca antes había estado en ese lugar, siempre la habían llevado de un lado al otro, por lo que su sentido de orientación no era el mejor que digamos. Asustada, rodeada de personas que la miraban curiosos, pero que no se paraban a preguntarle si algo le sucedía, Shai sentía como las lágrimas amenazaban con salir de sus ojos.

Aquel incidente termino bien. O mejor de lo que pudo, si uno es optimista. Fue encontrada, llevada a su casa y posteriormente regañada por su padre, quien le reclamo que como se le había ocurrido hacer algo impulsivo y peligroso sabiendo quien era ella. La niña no contesto ni una sola palabra, puesto que sabía que era su error, que debería de haber esperado, y que para su desgracia, aun era eso, un infante.

Pero ahora era diferente. Si bien estaba en un lugar desconocido, rodeada de personas que nuevamente, como si de un Deja vú se tratase, la miraban curiosos, ella no tenía el más mínimo miedo presente en su organismo. Porque ya no era una niña, ya podía manejarse sola, o al menos preguntar a alguien que le dijera dónde estaba parada. De alguna forma el recordar aquel incidente de pequeña, la hacía sentirse como toda una adulta y deseo poder contarle a su padre aquello que estaba sintiendo. Pero como muchas cosas, eso también pasaría a ser algo que no haría.

Asi que, con la cara en alto, sonriendo, miraba curiosa los negocios a ambos lados de la calle. Death City era como un cofre del tesoro, más para ella, que no sabía nada de ese mundo, por ende, había una especie de brillo en sus ojos. Si bien ya no tenía temor como cuando era pequeña, si sentía curiosidad y anhelo por explorar las calles tomando nota mental de todo lo que observara. Ese era el plan para el día de hoy, luego estudiaría y seguiría poniéndose al día con las clases, pero ahora, le tocaba relajarse, pasar tranquila la jornada.

No podía evitar sentirse nervioso. Era su primera vez en la ciudad, después de tantos cuentos, tantos libros y fotos… por fin la estaba viendo con sus propios ojos, normalmente, estaba maravillado, emocionado e incluso un poco orgulloso de por fin haberlo logrado, incluso, muy dentro de sí, un aire de melancolía le recorría levemente-Al final lo hice… ¿Qué te parece?-Susurró de forma inaudible, tan solo para sí mismo y, si tal vez fuese posible, para su madre en algún lugar. Pero pasando toda la emoción del primer encuentro con la singular urbe, llegó ese sentimiento de intranquilidad, casi paranoia, que lograba ponerle los nervios de punta. Un cordero entrando en la boca del lobo… así estaban las cosas y lo tenía bien claro, un paso en falso, alguna palabra de más y estaba acabado. Dudo bastante antes de comenzar a moverse por la ciudad y no regresar sobre sus pasos, pero finalmente, impulsado por la curiosidad y sueños de la infancia logro empezar su recorrido por Death City.

El peliblanco caminaba a pasos apresurados, pero deteniéndose cada que algo llamaba especialmente su atención, cosa que ocurría con bastante más frecuencia de lo que tal vez debería. Se estaba comportando como un niño en un parque de atracciones por primera vez, y probablemente lo que estuviese sintiendo dentro de si fuera algo en extremo similar. No era de extrañar que, al detenerse con cada pequeño detalle que se cruzaba, la gente terminara lanzándole miradas curiosas, atentas e incluso algunas un tanto mezquinas.

Pero de entre todas las cosas, aquella que robaba su mirada cada tanto, a pesar de haberlo visto desde su llegada, era la enorme vocacional, imponente, alzándose por sobre todo lo demás en el centro de la ciudad. Las ganas que tenía de acercarse al lugar eran proporcionales al miedo que esta le infundía. Claro que el jamás diría que le provocaba temor, no, el ojiambar usaría la palabra “respeto” para definir dicho recelo al lugar. Era el matadero. ¿No debía estar a salvo mientras mantuviera el Soul Protect activo? Sí, claro que sí, no había una forma de ver a través de ese hechizo, pero a pesar de saberlo, el sentimiento no desaparecía. Iba a ir a darse una vuelta por la escuela, no lo iba a dejar pasar, pero no hoy, no su primer día, era tal vez, demasiado precavido.

Prefirió no poner especial atención en ese asunto y en disfrutar su visita. El papel de turista, tenía que admitir, era bastante agradable; el ambiente tranquilo y pacifico que se podía recibir de la ciudad lograba aminorar en gran parte aquel nerviosismo que había sentido en un principio, logrando moverse y caminar con más confianza y naturalidad. Se dio el pequeño lujo de comprar una bebida antes de seguir recorriendo las adoquinadas calles que le rodeaban. Le costaba creer que todas esas personas, caminando con tal tranquilidad por las calles de su hogar, en verdad quisieran un baño de sangre con los de su clase, como siempre le habían dicho todos… todos excepto su madre; “Yo creo lo que en realidad queremos todos es vivir tranquilos…” Habían sido sus palabras, y justo en ese momento, Robin pensaba en que, después de todo, debía haber algo de verdad en ellas.

Perdido en sus pensamientos como estaba, termino dando un traspié de forma penosa, que si bien no logro hacer que terminara en el suelo, si provocó que el contenido de lo que había comprado para aplacar la sed hacia un rato, saliese volando justo frente a sus ojos-¡Cuidado!-Atinó a gritar como reflejo, aunque tal vez de forma inútil, a la jovencita que caminaba frente a él.

Nunca había sido una persona que se absorbía en algo, cualquier cosa, y bloqueaba todo lo externo. Es más, se diría que era lo contrario; Atenta con su alrededor, siempre alerta a cualquier cosa que pudiera suceder. Desde que era niña lo era, precavida y cauta, recogiendo información de cualquier cambio que la rodeara le hacía sentirse más segura, más a salvo. Pero eso ahora, no se veía demasiado presente.

Dentro de todo, Death City era una ciudad como cualquier otra, con negocios y personas que hacían su día a día, pero claro, aquel lugar también podía diferenciarse fuertemente de cualquier otra localidad con la que se la comparara. Se comerciaban cosas bastante peculiares, o incluso en los periódicos se veían nombres y eventos de los que cualquier persona quedaría bastante extrañada. Shai no había puesto un pie nunca antes en ese lugar, cosas tan nuevas como esas, lograban de alguna forma distraerla de su alrededor, haciendo que se enfocase en descifrar lo que se le presentase. Quizás por eso, tardo en reaccionar cuando escucho que alguien le gritaba. Si bien había muchos murmullos a su alrededor, pudo captarlo bien claro, una persona desconocida le decía ¨Cuidado¨. Desgraciadamente, cuando giro su cabeza para ver que sucedía, un extraño líquido que no pudo identificar estaba casi completamente en su ropa. Y aunque logro esquivarlo, parte de su vestido no tuvo la misma suerte.

Se paró en seco, un poco perdida, tratando de entender que estaba sucediendo. Y no tardo mucho en hacerlo. Había errado en cuanto a esquivar el líquido, y este yacía ahora en su vestido. El color de la tela había cambiado, no demasiado, pero se notaba que se había manchado con algo.– ¿Pero… que fue..? –Parpadeo un par de veces, hasta que giro nuevamente la cabeza hacia el muchacho, puesto que la vista estaba dirigida a su preciado vestido. El chico en cuestión, tenía una apariencia que competía con ella en cuanto a llamar la atención; Tenía el cabello completamente blanco, no parecía teñido puesto que hasta sus raíces parecían fundidas en ese color. Sus ojos eran de un color bronce, uno que nunca había visto Shai en una persona, quizás en algunos libros e imágenes, pero no en un ser vivo. No naturalmente claro, y por esto, se pregunto mentalmente si serían lentillas o algo por el estilo. También era sumamente pálido, casi como un fantasma. La muchacha se pregunto si personas con ese tipo de apariencias serian comunes en una ciudad como Death City. No tenía objetivo pensar en eso, dejo de lado toda ocurrencia sobre su apariencia, para hablarle.– Tu. –Lo señalo con un gesto de su cabeza.– ¿Eres el dueño de esta… bebida?. –No sabía si todavía podía llamarse así, después de todo, no se podía ya tomarla, una parte en su vestido y otra parte en el suelo.

Se había quedado estático en el lugar. Miraba casi con pánico a la chica que había sido víctima de su poca atención al andar. Podía sentir la sangre subirle al rostro gracias al bochorno que la situación en general le estaba provocando, algunas risitas por lo bajo de aquellos que habían visto lo recién ocurrido, no hacían más que provocarle aún más vergüenza. Era ese tipo de momentos cuando deseaba que la tierra se lo tragara o tener la habilidad de volverse invisible. Si lo que menos quería lograr ese día, era llamar la atención, pues lo estaba haciendo de forma realmente desastrosa.

-¡N-no!-Dijo dando un pequeño respingo al escuchar la voz de la joven, luego negó violentamente con la cabeza-¡Quiero decir, sí! B-bueno… lo era…-Balbuceó de forma torpe, mirando la nueva mancha que acababa de obsequiarle al vestido de la chica por error, bajando la mirada de forma brusca después, claramente apenado por todo lo que acababa de causar, suspiro, como si sus propias acciones lo exasperaran, la torpeza de sus respuestas no hacía más que empeorar la situación, por lo que tomo aire, en un intento de recuperar la compostura-En verdad lo siento, señorita, no tenía la menor intención de provocar nada de esto…-Logró decir de corrido esta vez, incluso siendo capaz de sostenerle la mirada, utilizando un tono bastante recto y formal.

-No tengo forma de excusarme, no… no miraba por donde caminaba-Se explicó aun tomando formalidades, y si bien se encontraba un tanto más calmado, aún era notorio que la situación le apenaba bastante. De nuevo, su mirada fue a parar en la fresca mancha en la ropa de la joven, con un poco de magia seguramente podía arreglarlo… tenía que haber algún hechizo para eso ¿no? Pero por supuesto, usar magia ahí, a la mitad de la ciudad donde vivían la gran mayoría de aquellos que se dedicaban a cazar a los suyos, sería nada más que un suicidio.

-Hay… ¿hay alguna forma en que pueda compensarlo?-Preguntó finalmente, con la culpa a flor de piel empujándolo a hacerlo, más que preguntarlo por compromiso, esperaba que en verdad hubiese algo que pudiese hacer para compensar la situación.

Shai lo miró. A pesar de que por su físico, parecía tener su misma edad, el muchacho se veía… como un niño asustado. Y esto le causo que se sintiera un poco culpable. Quizás no tendría que haberle llamado la atención así, podría haberlo hecho más amablemente. Había que admitir que no era totalmente su culpa el haber reaccionado así, aunque ella llegara a pensar que si; No fue intencional, pero su vestido había sido manchado, y para alguien como ella, una niña criada bajo estrictas reglas del comportamiento y etiqueta, aquello simplemente era impensable.

Las personas a su alrededor se detuvieron. Quizás esperaban algunos gritos por parte de la chica, y no se podía culpar aquello, Shai tenía el ceño levemente fruncido, demostrando su enojo hacia el pobre chico, que al parecer, solo había tenido mala suerte. De todas formas, el albino se disculpo rápidamente, pasados unos minutos, su tartamudeo había desaparecido y ahora se dirigía a la rubia con una forma de hablar un tanto más formal, había recuperado la compostura seguramente. Ella miro nuevamente su vestido, los daños no eran muy graves, seguramente con un buen lavado apropiado, volvería a ser aquella prenda tan preciosa.– No te preocupes… no se ve como algo tan grave. –No quería intimidar al muchacho, ni mucho menos hacerlo pasar un mal rato gritándole una tanda de groserías frente, aunque eso parecía lo que esperaban muchos curiosos a su alrededor.

El chico se ofreció a compensarle aquello, diciéndole que si había cualquier cosa que él pudiera hacer, lo haría. Sin pensárselo demasiado, le preguntó.– ¿Eres de por aquí? De la ciudad, me refiero. –La rubia no conocía la región, y le vendría bien alguien que sea opuesto a ella en aquel sentido. Además de que podría ser más interesante explorar nuevos lugares con alguien que si conozca del tema.– Por mi parte yo si lo soy, no llevo mucho tiempo en Death City, así que me vendría bien alguien que esté más acostumbrado a este… ambiente. –No sabía si era apropiado llamarlo de esa manera. Ella, que hasta hace un mes fue totalmente ajena de la existencia de todo lo que esa ciudad representaba, dudaba si esa era la forma correcta para referirse a las claras diferencias entre esa localidad y cualquier otra, puede que se ofendieran o algo parecido, y Shai no buscaba hacerlo de ninguna forma.

Las miradas de las personas que se habían reunido a ver el pequeño “espectáculo” pesaban bastante sobre la espalda del joven, quien se había terminado centrando en la joven, evitando a toda costa cruzar la vista con alguno de los curiosos del lugar. En verdad sentía que acababa de meterse en un lío grande… si la chica en serio estaba enfadada y una escena tomaba lugar justo ahí… No quería pensar en ello, que alguien residente de ahí recordara con facilidad su rostro era lo último que quería.

Pero no fue así; la joven de rubios cabellos reacciono con mucha, mucha más calma de la que el brujo hubiese esperado. La respuesta pareció desalentar al pequeño grupo de observadores, que al confirmar que al parecer, nada interesante tomaría lugar frente a ellos, comenzaron a continuar con su camino. El peliblanco soltó un pequeño, un tanto discreto suspiro de alivio, la situación no estaba tan mal ahora… al final había sobreactuado un poco, últimamente tendía a rozar la paranoia, se hizo el propósito personal de tratar de dejar de magnificar las cosas, ponerse tan nervioso no era cosa suya ni tampoco ayudaba a nada. Podía siempre pensar mejor con la cabeza en claro.

Aun con todo el peso de menos, estaba dispuesto a cumplir su palabra con la chica, por lo que escucho atento cuando esta volvió a hablar. Sintió un tanto de culpa de nuevo ¿Ni siquiera eso podría hacer para compensarle? No pensaba mentirle, por lo que negó suavemente con la cabeza-No, también soy nuevo por aquí-Le dijo, con una sonrisa leve, de nuevo un poco apenado-Podría decirse que estoy de visita… o algo así-Completó con una risita leve.

La idea más obvia que podía llegarle en esa situación le paso de un momento a otro por la mente-Podemos seguir juntos-Propuso, aun con la sonrisa en su rostro. Si ambos eran ajenos a la ciudad, al menos podían hacerse compañía al conocerla-¡Claro, solo si usted gusta!-Repuso de forma un tanto apresurada, esperando que no tomara la propuesta de recién como algo incómodo, claro, seria perfectamente normal no querer ir a pasear con algún desconocido que te tiro algo encima-Mi nombre es Robin, siento conocerla bajo estas circunstancia, señorita…-Se presentó finalmente, después de todo si acababa de ofrecerle continuar juntos era lo mínimo que debía hacer ¿cierto?.

Trato de disimular, en vano, la desilusión. Realmente, pasear junto a alguien quien ya estuviera familiarizado con el lugar, podría hacer las cosas más fáciles; Aprendería mejor las diferentes rutas, sabría porque caminos tendría que ir para llegar a determinada tienda, en fin, todo sería más simple. Pero el mundo no era siempre así, en este momento, había decidido juntar a dos personas, que parecían competir en cuanto a sentirse desorientados en medio de la calle. El muchacho se disculpo levemente, aunque la rubia pensaba que no tenia porque hacerlo, no era su culpa no conocer el lugar, quizás ella debería haberse callado luego de preguntarle si vivía allí. Parecía estar de visita, y eso solo hizo que la curiosidad creciera dentro de Shai; ¿De donde vendría? ¿Tendría conexión directa del Shibusen? ¿O simplemente había venido por simple turismo?.

La voz del muchacho la saco de sus pensamientos. A pesar de no conocer la ciudad, se ofrecía de todas formas, a acompañarla. Shai le sonrió, le gustaba la propuesta, podría llegar a ser interesante ver hasta donde llegaban en esa gran ciudad, después de todo, ambos estaban en la misma posición, no vendría nada de malo compañía.– No me molestaría. De hecho, pienso que es una gran idea la de continuar juntos. –Se acercó un poco más a él, quizás para que la distancia no fuera tan grande. Si bien eran extraños, que nunca se habían visto antes, aun tenían un largo camino que hacer, al menos la muchacha, no podría seguir con esa distancia entre ambos. Si, sabía que tampoco habían hablado lo suficiente como para ser considerados amigos, pero… Por algo se tenía que empezar.

Robin, era su nombre. Su presentación era entre formal y casual, algo agradable para Shai, quien no dudo en responderle.– Mucho gusto, mi nombre es Shai. Shai L’Ecroix. –Extendió su mano derecha, dispuesta a estrecharle la suya. A su alrededor, las personas ya se habían disipado, seguían caminando como cualquier otro día en las calles, y la rubia, había olvidado casi por completo, que parte de su vestido había sido empapado. No le guardaba rencor al muchacho, no podía hacerlo, por más extraño que sonara. Después de todo, había sido un accidente, y aun así, Robin se había ofrecido a compensarlo. No podía ser una mala persona.

¿Estaba en posición de decidir pasar la tarde con cualquier desconocido? Por supuesto que no, era tan solo su primer día en la Ciudad de los Muertos y si bien esto no tendría que ser realmente un problema para alguien bajo otras circunstancias, en su caso, bueno, no era lo más prudente para un brujo. Pero el peliblanco había pasado todo eso por alto, tal vez por la situación tan repentina, o tal vez por la emoción de recorrer un lugar completamente nuevo por primera vez; lo cierto era que en lugar de preocuparse por las consecuencias que podría tomar todo ello a futuro si algo salía mal, se alegraba de cierta forma de tener compañía.

Correspondió al saludo de la chica, estrechando su mano de vuelta unos momentos-El gusto es propio, señorita L’Ecroix-Respondió viéndose incapaz de abandonar las formalidades, no quería tomarse confianzas de buenas a primeras y si bien no era alguien asocial, jamás había tenido demasiadas oportunidades de tratar con personas fuera de todo el ámbito al que estaba acostumbrado. Así, con una sonrisa tranquila puesta en el rostro y acordada la mutua compañía, comenzó a caminar una vez más con paso ligero.

La curiosidad se presentó con rapidez en el peliblanco, con facilidad podría inundar a su compañera de preguntas de todo tipo ¿De dónde venía? ¿Por qué? Y tal vez la que más moría por preguntar ¿Qué era? Pero claro que si bien esta pregunta era de las qué más le removían, estaba consiente que podía ser un tanto grosero formularla sin más; ya había metido la pata en la primera impresión y no necesitaba una indiscreción de ese tipo para terminar con todo eso. La razón de la importancia dada por el brujo a dicha cuestión era el hablar popular sobre que Death City era una ciudad de lo más variado en cuanto a razas se refería, dicho aspecto era una de las cosas más llamativas que la ciudad podía ofrecer, al menos para alguien como él.

-Y… ¿Hay algo en especial que le gustaría ver?-Preguntó a tientas, sin querer entrometerse en sus motivos para visitar la ciudad ¿Estudiaría en Shibusen? ¿O estaría de “turista” al igual que él? Era una duda ciertamente razonable pero que no se sentía con la confianza suficiente para preguntar, al menos no todavía. Aunque la pregunta no solo perseguía el mantener el ambiente casual-formal que tenían hasta el momento, no, por supuesto que quería saber si la chica quería ver algo en especial… es decir, él por su parte, vaya que tenía una buena lista de lugares, aunque, claro, no estaba seguro si tenía el valor suficiente para visitarlos, al menos no en ese día. De todos aquellos lugares, la vocacional ocupaba el primer lugar.

No había caso en esconder el hecho de que estaba, ligeramente al menos, sorprendida. El muchacho que anteriormente  se había disculpado tartamudeando, expresando su temor ante la furia de la rubia, ahora le hablaba con calma y, extrañamente, parecía dirigirse a ella de una manera más formal. No es que a Shai le desagradara aquello, la mayor parte de su vida las personas a su alrededor le hablaban con sumo cuidado, como si la elección de sus palabras hubiera sido meticulosa, y en parte era así. Pero desde que había llegado a Death City, las cosas habían cambiado; aun seguían siendo formales con ella, pero era diferente. La formalidad estaba porque eran extraños, no porque supieran de su posición ni mucho menos de su familia, así que el repentino cambio del muchacho la hizo sentir algo nostálgica. Pero aunque estaba acostumbrada a aquello, no sentía que fuera algo necesario.– Con llamarme Shai basta. –Le dijo. Si es que él quería seguir llamándola de una manera formal, la rubia no tenia tanto para hacer, pero al menos le había dicho que para ella estaba bien la otra forma, que no se sentiría ofendida ni nada por el estilo.

Pero el asunto quedo en eso, puesto que comenzaron nuevamente a caminar. Robin le pregunto si quería ver algo en específico, pero siendo sinceros, Shai ni siquiera conocía por nombre algún lugar. Había pedido una que otra indicación de a qué lugares le podía prestar más atención, pero muchos afirmaban que eso dependía de la persona. Death City era interesante en sí, no solo por su gema, el Shibusen, si no porque el resto de los edificios no se quedaba atrás. Había tiendas de todo tipo, residencias que con solo su apariencia resaltaban enormemente. Para alguien completamente nueva en la ciudad como ella, no se podía culparla por sentirse poco orientada.– A decir verdad, simplemente estaba dando un paseo. No sé mucho de la ciudad, por lo cual también desconozco a que lugares debería darles prioridad. –Admitió. No tenia caso mentirle, además de que ella no era ese tipo de persona.

Pero si era del tipo que sentía curiosidad. Podía disfumarlo, pero al fin y al cabo, le tentaba preguntarle al chico de donde venía. Sabía que quizás estaba siendo maleducada por meterse en asuntos que no le incumbían, pero después de todo, era una chica sumamente joven, que rara vez se encontraba con otros de su misma edad. Era normal, si uno se ponía a pensar, que esa curiosidad fuera difícil de controlar.– Dijiste que no vivías en la ciudad, entonces, ¿Eres de un lugar más lejano? –Con un solo ¨si¨ no habría problemas. En realidad, si el chico alargaba la respuesta, solo la incentivaba a preguntarle más. Por lo que, rápidamente, se disculpo con él. No quería hacerlo sentir incomodo.– Ah, si no quieres contestar está bien, era simple curiosidad, y no estás obligado a hacerlo. –Le explico.

Comenzó a preguntarse un par de cosas a si mismo con la corrección de la chica. No era que fuese algo grave, claro, pero no pudo evitar pensar sobre si estaba comportándose demasiado… fuera de lugar, después de todo, no había hablado con nadie fuera del territorio jamás ¿Le estaría pareciendo particularmente extraño? ¿O simplemente pasaba por un extranjero más? Sonrió de forma algo torpe y asintió-Shai entonces, es un lindo nombre-Reafirmó finalmente para no hacerle esperar, sin dejar de caminar, tratando de repetirse a sí mismo que tendía a pensar de más en ocasiones.

-En general, la ciudad por si sola es un punto turístico-le dijo con una leve risita ante su respuesta, si bien tenían entendido que era la primera vez de ambos en la ciudad, el chico sabía todo lo que había podido leer e investigar sobre la singular urbe, se podía decir que era todo un entusiasta en lo que al tema trataba-Siendo que la ciudad se formó en torno al Shibusen, es lo que podríamos llamar “punto de interés”, pero como dije, la ciudad en si lo es, la arquitectura es difícil de encontrar en otras partes del mundo y la diversidad de la ciudad en sí es simplemente inigualable, aun así, sigue siendo Shibusen lo más impresionante… escuche que gran parte hacia abajo sigue siendo sótano y que es casi interminable-Hablaba de forma rápida, un tanto atropellada y el brillo de entusiasmo en sus ojos era notorio, alternaba entre voltear a ver a la chica y levantar la vista para divisar el enorme colegio-¡Y dicen que la biblioteca es gigantesca, tiene libros que no puedes encontrar en ninguna otra parte del mundo!-Finalizó, con esa misma aura de emoción que tendría un niño pequeño al hablar de su caricatura favorita o algo por el estilo.

Pero la pregunta de la joven logro bajarlo a la tierra de nuevo, se detuvo y la miro unos instantes, como si le hubiera hablado en un idioma diferente y extraño que no entendía por completo-Eh, si si, un… Un poco lejos-Parpadeó un par de veces y volvió a la marcha, tratando de pensar algo convincente que decir… si no respondía iba a ser realmente raro y sospechoso… después de todo solo le había preguntado de donde era, soltó una risita nerviosa y miro a un costado-Vengo desde Europa-Respondió finalmente-Lancaster, Inglaterra-Respondió siendo el primer lugar que logro recordar, casi como una broma para si mismo, después de todo esa zona de Gran Bretaña en especial se habia hecho famosa por los juicios y cacerías de brujas, ahora se encontraba también en un lugar dedicado a ello, iba un tanto acorde como un chiste de mal gusto-¿Qué hay de ti?-Dijo, esperando que el tema respecto a sus lugares de origen quedara saldado con eso-¿Vienes de visita nada más?-Preguntó también, en parte como intento para desviar un poco más el tema, y por otro lado, con genuina curiosidad al respecto.

La joven dama podía notar, que Robin era un muchacho entusiasta y alegre, al menos de la forma en la que hablaba y se comportaba de momento. Había accedido a llamarla por su primer nombre, sin ser demasiado formales, sería extraño considerando la cercanía entre sus edades el hacerlo. Además de que aquí, Shai no era nada más que una alumna del Shibusen, no importaba para nada la fortuna de su familia y que ella fuera la próxima heredera de todo. En DC tenía libertad de comportarse como una chica cualquiera y no iba a arruinarlo esperando que todos le trataran con respeto y una distancia prudente. Ahora mismo, estaba pasando un buen rato, simplemente caminando y escuchando que era lo que su acompañante decía de la misteriosa ciudad. Sin duda había mucho para resaltar, pero Robin parecía no poder ponerse de acuerdo en que cosas decir primero y que después, así que las frases salían atropellándose unas a otras. Como si no tuviera suficiente tiempo para todas. Aquella actitud le hizo esbozar una sonrisa a Shai, le daba gracia, y hasta la conmovía.– El Shibusen en si parece toda una ciudad, no puedo negar cuando me dicen que explorarlo totalmente lleva su tiempo. –Comentó.– Aunque claro, el sótano esta restringido completamente para los estudiantes, así que lamentablemente, no puedo ir a ese lugar.– Se lo habían repetido muchas veces, aunque solo con una bastara, de que no bajara a ese lugar, y ella tenía intención de seguir aquella regla.

Repentinamente, el semblante de Robin cambio. Shai se pregunto si quizás, había sido atrevido de su parte el cuestionar su lugar de origen, y se decidió a disculparse, no iba a forzarlo a responder si este no quería. Pero antes de hacerlo, el albino contesto. Provenía de un bonito lugar.– Lancaster, Inglaterra. –Repitió después de él.– Nunca eh ido, pero vi algunas fotos y parece agradable. –Comento, tratando de animarlo. Se veía un tanto incomodo, y Shai temía levemente el haberlo hecho enfadar. Para su suerte, Robin se recupero, preguntándole a ella ahora lo mismo.– También de Europa. Soy de París, Francia. –Aunque pertenecían al mismo continente, sus lugares de origen no estaba exactamente muy cerca uno de otro.– Y vine por el Shibusen, asistiendo como una estudiante. Soy un arma, más exactamente. –Le explicó. No sonaba demasiado alegre, puesto que no era para ella, al menos, una idea bonita el ser un arma, pero no podía negarlo y en el fondo, se alegraba de la existencia del Shibusen para que la ayudaran a entender y controlar lo que era.– Empecé hace unas pocas semanas, solo dos, a decir verdad. Todavía no logro a acostumbrarme a… todo esto. –Agregó. Era un tanto difícil definir a que se refería con esas últimas dos palabras. Pero Shai lo hacía a todo. A la ciudad, a la existencia de Dioses de la muerte, de armas y técnicos, de brujas y Kishins. Había sido mucho para procesar en tan solo unos días, y aun le costaba un poco asimilarlo.

Tal vez tendría que haberse sentido intimidado, motivado a buscar cualquier pretexto que lograse sacarse de la manga con tal de seguir por otro camino o empezar a guardar distancia con respecto a la chica. Pero no, ninguna de dichas opciones logros cruzarle por la mente como primera instancia ante la respuesta de la francesa. No estaba asustado en lo absoluto, por el contrario, estaba casi maravillado, como si no pudiera medir su suerte en dicho momento, abrumado por la avalancha de preguntas que su mente generaba, mordiéndose la lengua para no terminar agobiando a la joven con dicha misma cantidad. No sabía exactamente por dónde empezar, tampoco quería terminar preguntando cosas impertinentes, pero realmente sentía que no podía desperdiciar la oportunidad de cuestionarle. Había estudiado bastante, leer y estudiar eran sus pasatiempos en horas libres pero no sabía demasiado sobre las armas además de lo básico, no podía conseguir demasiados libros al respecto en el territorio y tampoco podía ir y preguntar con total libertad sobre el tema, era una especie de tabú y estaba seguro de que muchos ahí no se lo tomarían del todo bien. Por lo  que era esa misma intriga y aura de misterio algo de lo que había terminado impulsándolo a visitar la ciudad, quería saber y aprender sobre todo eso, todo lo que no podía obtener de los libros, o al menos no los que tenía a su alcance en casa.

-Entonces por eso estas aquí, ¡qué suerte en serio!-Respondió genuinamente emocionado-Podrás verlo por todo por dentro y seguro las clases son impresionantes también ¿Ya has asistido a algunas no?-Preguntó sin pensárselo demasiado, pasando por completo por alto, al menos de momento, cuál era el objetivo final de las clases de la vocacional-¡A mí me hubiese encantado poder conocerlo por dentro!-Continuó en tono sincero con la sonrisa bien puesta en el rostro.

-¿Qué clase de arma eres?-Preguntó sin pensarlo dos veces antes de abrir la boca, arrepintiéndose al segundo siguiente por lo intrusiva que había sonado dicha cuestión-Ah, lo siento, n-no quería preguntarlo así… N-no tengo idea si es algo que no se debe preguntar tan a la ligera… eh, no tienes que responder-Agregó ahora claramente apenado, colocando una tras su nuca de forma un tanto nerviosa-Nunca había hablado con un arma antes-Confesó como excusa a su infantil comportamiento, sonriendo una vez más de forma leve, un tanto incomodo.

Por suerte, la pequeña parte de tensión que se había formado en el ambiente, desapareció sin dejar rastro. Robin volvía a ser aquel alegre muchacho, un tanto tímido, que había sido en un primer momento. Shai se tranquilizó, al parecer, había sido una buena elección por parte de ella el decirle que era un arma. Los comentarios sobre el Shibusen no se hicieron esperar, pero lo que parecía de verdad emocionarle al muchacho, era su capacidad de transformación. Y no lo culpaba.

Si bien, su familia no se lo había tomado de una manera muy agradable al hecho de que era un arma, se veían hasta disgustados para ser sinceros, en aquella ciudad, no había casi nadie que no sintiera algo de emoción al conocer a alguien afiliado al Shibusen, sea arma, técnico, Shinigami, entre otros. Aunque, por supuesto, no era la única arma, a veces se sentía casi como una celebridad, y en este momento, Robin cooperaba con aquello. Incluso si las palabras salían algo atropelladas de su boca, y un segundo después se disculpaba por ello, Shai no podía evitar sentir simpatía por el chico, contestando sin sentirse presionada.– No te preocupes, en serio, no me molesta y… no es como si me hubiera prohibido decirlo. –Porque todos sabían de su existencia en esa ciudad, e incluso si se lo decía a cualquier persona en otra parte del mundo, dudaba de que siquiera le creerían.– Soy una espada, o un sable, no sabría contestar sinceramente. Nunca se me dio bien diferencias una de otra. –Le justificó. Incluso, le habían dicho que era como una Katana, a lo cual ella negó.– De todas formas, soy un arma de corto alcance. –Finalizó.

Esperaba que eso fuera suficiente, no porque no quería contestarle, sino porque sentía que no podía hacerlo de una mejor manera. Aún tenía dudas sobre qué tipo de espada era, pero de momento no le preocupaba. Podía transformarse y pelear libremente, eso era todo lo que importaba.– Tu… Dijiste que estabas de visita, que no eras de aquí, ¿Cierto?  –Mientras continuaban caminando, giro su cabeza hacía él.– Entonces, ¿Debo asumir que no eres ni un arma o un técnico? –Pregunto interesada.

Su mirada se ilumino con entusiasmo, como si aquellos ojos de tonos bronce de repente hubiesen logrado adquirir brillo propio, emoción digna de ver en un niño pequeño capaz de asombrarse con cosas realmente simples. Con ese resplandor miraba a la chica que de momento le acompañaba cuando accedió sin armar mayor lío a responder sus un tanto impertinentes preguntas-¿Entonces ya logras transformaciones completas? ¿Tienes compañero? ¿Has hecho una resonancia? ¿Es verdad que todas las armas cambian de forma al hacerla o solo altera la potencia? ¿La resonancia cambia de efectos respecto al técnico o depende totalmente de ustedes? ¿Es difícil hacerlo? ¿Es más difícil una transformación parcial o una total? ¿Pueden cambiar de técnico sin problemas?-Preguntó de forma vertiginosa una vez más, atropellándose al hablar casi totalmente de corrido, sin retirarle la vista de encima, casi como si quisiera pedirle que se transformase ahí mismo y tal vez en verdad lo quería, pero sus modales se lo ponían como un límite bien marcado, por lo que no abrió la boca en absoluto ante dicho impulso.

Si bien él tampoco era capaz de mencionar la diferencia exacta de un sable con una espada, pudo darse idea de forma rápida del tipo de arma al que se refería la chica, cosa que solo ayudo a aumentar el entusiasmo ya mencionado. Se suponía que existían armas de todo tipo, incluso entre más generaciones se avanzaba, había personas capaces de convertirse en objetos con cierta capacidad ofensiva, pero no “armas”, aunque solo había escuchado vagamente de eso, por lo que estaba contento con encontrarse con alguien con una forma un tanto más “tradicional”, más lógica con lo que estaba familiarizado a idealizar.

Logro bajar un poco a la tierra cuando la chica le interrogo de vuelta, aunque sin borrar por completo aquel entusiasmo y la sonrisa que se dibujaba en su rostro. Negó levemente con la cabeza, acompañando el gesto con un ligero movimiento de la mano-No, exactamente solo vengo a echar un vistazo-Admitió de forma tranquila antes de pasar a la otra cuestión, misma que si logro calmarle un poco más-Un chico común y corriente, supongo-Mintió casi con naturalidad genuina de una respuesta totalmente sincera-No hay forma de que alguien como yo pudiese asistir a Shibusen-Agregó, rascándose levemente la mejilla con el dedo incide, luciendo un leve tono rosado facilmente visible en la palidez de su rostro, y es que no lo decía simplemente por decir, si bien su raza complicaba todo el asunto, no era del todo imposible que brujas y brujos terminaran infiltrándose en la vocacional pero… si tenía que ser realista, no estaba en la mejor forma del mundo ¿Podía alguien como él siquiera pelear?-Claro que me hubiese encantado poder entrar o tomar alguna clase ahí...-Terminó con un leve suspiro, dirigiendo la mirada al enorme edificio visible a lo lejos, adornando lo alto de la singular ciudad.

Si anteriormente había pensando en la posibilidad de que a Robin le entusiasmara un poco todo el tema de armas y técnicos, estaba equivocada. Decir ¨poco¨ era… bueno, poco en sí. Porque al momento de saber lo que era Shai, el torbellino de preguntas apareció. La rubia simplemente lo escuchó, no es como si él diera lugar entre una duda y otra para que la contestara, un tanto abrumada. No había conocido a alguien que fuera tan entusiasta, o al menos, Robin era el primero.– Ehm… –Su voz apenas podía ser escuchada tras la de él. Le habían enseñado que no era correcto interrumpir a los demás, al menos no en ésta situación, así que no sabía qué hacer, más que escucharlo y esperar a que se detuviera.

No había que malinterpretar. Le agradaba el muchacho, no pensaba que era molesto o algo por el estilo. Simplemente, que la vida que había tenido antes de que alguien le dijera que era un arma, no incluía gente tan… entusiasta como el chico. En general, Shai no había tenido mucho contacto con personas de su edad, más que por el interés de formar futuros lazos en cuanto a relaciones públicas. Así que no podían llamarse realmente amigos, simplemente conocidos. Por ende, era la primera vez que trataba con alguien como Robin, y se preguntaba constantemente como debía de comportarse frente a él, a pesar de que el chico se mostraba despreocupado, sin darle importancia a algo como eso. De alguna forma, quería agradarle, no por conveniencia, si no porque a ella le caía bien, y parecía una buena persona.

– Bueno… –Comenzó a tratar de responder las preguntas, al mismo tiempo haciendo memoria para saber cuáles eran.– Si, me eh transformado totalmente, aunque no hace mucho. Estoy buscando un compañero, y por ende, todavía no conseguí resonar con nadie. Cambian de apariencia y mejoran la potencia también… –No estaba muy segura de sus respuestas, aunque intentaba que fueran lo mas completas posibles. No había empezado a estudiar hace mucho tiempo, todavía tenía dudas o información incompleta, y dudaba poder responderle todo al muchacho, aunque claro, lo intentaría.– Es  difícil hacer una resonancia, por la cuestión de que ambas almas deben estar en sincronía, así que no creo que sea posible hacerlo con cualquiera. Personalmente no veo mucha dificultad en cualquiera de las transformaciones, pero aun no puedo manejarme sola, mis habilidades en combate no son muy buenas, así que diría que prefiero transformarme completamente antes de hacerlo parcialmente, ya sabes, para que alguien me utilice. –Aunque, por cuestiones de orgullo, se sentía un poco inútil el no poder defenderse por si misma, si sus padres se enteraran de que no podía hacerlo sola, seguramente le echarían un sermón por eso.

Por suerte, el muchacho le contestó sin problemas a sus preguntas. Y de alguna forma, Shai se sintió extrañada por la forma en la que lo hizo. Había un matiz de tristeza en sus palabras, quizás no poseía las habilidades para integrarse, algo así como los de la clase Not!.– Oh, ya veo. –Le respondió simplemente. No sabía bien que decirle, quería animarlo pero no se le ocurría que palabras usar para eso.– Bueno, siempre hay una manera… quizá en un futuro puedas. –Agregó. No quería ser una metiche y preguntarle por qué, aunque sentía curiosidad por la posible razón. Inspiró, y luego de unos minutos dejo salir el aire. El sol comenzaba ya a caer, y el líquido que anteriormente había sido derramado casi no había dejado rastro, apenas se veía la tela arrugada. Pero no dejo que aquello la distrajera, retomó nuevamente la conversación.– Hace poco comencé a asistir, así que no puedo responder todas tus preguntas. –Le confesó.– Casi se cumplirán dos semanas, y aun hay una variedad de temas que debo de cumplir. Pero… –Lo miró.– A medida que vaya sabiendo más y más cosas, podré ayudarte, así que de momento, siento no ser de mucha ayuda. –Se disculpó.