Routes Ouvertes {Priv. Rugi}

Ah, la ciudad en el crepúsculo. La arquitectura del lugar realmente pegaba con la falta de luces del cielo natural a esa hora. Además de que, por las noches, la albina prefería deambular sin rumbo a dormir. Esto último no era de sus actividades preferidas, tenía demasiada energía que derrochar, por más que diera la impresión de una frágil y tranquila muchacha. Y ahí se encontraba. En las ahora desiertas callejuelas de Death City. Encantadoras, en realidad. Caminaba con los brazos ligeramente abiertos, como para mantener el equilibrio. Murmurando apenas una canción de la cual desconocía el origen, pero había quedado pegada en su memoria.

El cielo se nublaba, y poco quedaba de la luz del sol. Comenzaba a hacer fresco, y la albina caminaba con los brazos descubiertos. Y era peligroso.
¿Por qué? Bueno, era muy débil físicamente, no tendría forma de defenderse si alguien la atacaba. Solo tenía su magia a mano, y vamos, estaba en medio de Death City, donde habitaban Armas, técnicos, y Shinigamis. Era una idea estúpida hasta para ella el defenderse con magia a la primera. ¿Y qué otra forma de defenderse tenia que no trajera miles de seres dispuestos a matarla y devorar su alma? Ninguna. Vamos, que su estado actual no reflejaba lo preocupada que debería estar. Si canturreaba y hacia una especie de baile de equilibrio mientras caminaba.

Nunca había tenido ningún problema con las personas del lugar, y solo había visto a sus posibles asesinos de lejos. Según ella, estaba bien, de alguna forma se las arreglaría si algo pasaba. Correría, chillaría, o se quedaría ahí mirando como si no sucediera algo. Seh.. Podría arreglárselas.. o esperaba poder hacerlo.
Mientras seguía caminando tan vivarachamente, escucho un fuerte ruido, que provenía de delante suyo. A unos 10 metros, estaban un par de personas. Chloe nunca los había visto antes, pero con solo verlos podía saber que eran personas que le harían daño, o intentarían hacerlo al menos. Uno le insistía al otro algo en específico, pero el otro le negaba rotundamente aquello. El primero fue tan molesto como para perseguirlo y detenerlo antes de que el segundo se fuera. Se notaba que necesitaba o quería fuertemente que el segundo accediera a lo que él decía. Pero este se enojo, y en un ataque de furia le mando un puñetazo directo a la nariz. Seguramente se la habría roto, pero no había manera de saberlo, puesto que el que recibió el golpe, quedo tendido en el suelo. Y el que había disparado el puñetazo quedo respirando pesadamente, seguramente sorprendido por sus acciones. La albina se asusto un poco, por mero instinto supo que tenía que irse de aquel lugar.

Y su torpeza decidió aparecer. Mientras retrocedía cautelosamente, su pie tropezó contra una caja de madera, de esas que traen los alimentos para los mercados, pero esta estaba vacía. Aun así, el golpe fue lo suficientemente como para que el hombre que contemplaba al otros desplomado, se diera vuelta y la viera. Este comenzó a caminar hacia ella, que yacía en el suelo. En la mirada de la albina no había miedo, pero parecía aturdida, como si no comprendiera que acababa de suceder. Los pasos del hombre hacia ella eran como ecos lejanos, no terminaba de entender que seguramente, su destino podría ser el mismo que el del hombre noqueado, o peor aun.

-Uaaaah- bostecé- el robo de hoy ha sido bastante fácil.- me dije en voz alta mientras caminaba por el tejado de unas casas, mirando un collar de oro y diamantes y guardándolo en el bolsillo,- Casi ni tuve que correr.-

Mire el cielo. Ya casi anochecía, y el trabajo estaba completado, por lo que el hombre que me pidió que robara el collar, debía de estar durmiendo en el sofá de su casa. Como Death City está desierta a estas horas, decidí dar unas vueltas por la ciudad, pero los callejones eran muy parecidos todos, y continué mi vuelta por los tejados mientras miraba el cielo.

Solo había caminado por unos veinte o treinta tejados distintos y ya me había cansado, por lo que decidí tumbarme en uno de ellos y descansar un poco. Saque el collar del bolsillo y me lo miré. Tenía unos símbolos raros en los diamantes que le colgaban, pero ya casi ni se podían ver a causa de la negra noche.
Empecé a oír ruidos raros, bueno, raros para esa hora. Eran las voces de dos chicos peleándose, aunque más que pelearse, parecía que uno de ellos quería llegar a un acuerdo con el otro, pero las cosas no fueron tan bien para el chico desesperado por la ayuda. Estaba preocupado y pensé en detener su discusión, pero el chico fue golpeado por el segundo y quedó tumbado en el suelo.

Ya parecía que nada iría a peor cuando se oyó el ruido de alguien tropezándose con una caja. El chico y yo nos fijamos en el lugar del ruido. A unos 10 meros metros del chico, una chica de pelo largo y blanco se había tropezado y había caído al suelo. El chico se acercaba amenazante a la chica, así que tuve que intervenir.

Salte del tejado. No es que hubiera mucha distancia que digamos, pero salte del tejado, cayendo justo en medio del chico y la albina. Iba a amenazarlo pero este ya empezó a retroceder, seguramente porque un chico con el ojo rojo y una cola de gato no es muy normal, que digamos. Lo único que añadí antes de que el chico saliera pitando fue una frase ironica de estas fugaces – si le haces algo a la chica, yo te lo hago a ti multiplicado por dos-.

El callejón quedo en silencio por unos segundos. Luego me gire hacia la albina y le di la mano – Te encuentras bien?  Te hiciste daño al caer?-.

El tiempo se había congelado. O más bien, los segundos parecían horas. Chloe parecía ajena a lo que estaba pasando. Veía como el hombre se le acercaba, pero lo observaba como si fuera en tercera persona, como ver una película corriendo el lento. Aquella persona iba a hacerle daño, eso podía hasta notarlo en la manera en la que la miraba, la silenciaria y escaparía. ¿De que manera se comportaría para que ella se callara? Le daban escalofríos de solo pensarlas.

Pero no, no quería simplemente quedarse ahí quieta y esperar lo peor. Tendría que defenderse de alguna manera, pelear en contra el hombre o ser más rápida, y simplemente desaparecer, como si en un principio nunca hubiera estado ahí.

Puede que ella hubiera logrado escapar, y eso solo quedaría en un horrible recuerdo, el cual a su vez, pasaría al olvido en algún momento. Pero también estaba lo opuesto. Quizás allí hubiera encarado a la muerte. Quién sabe, era algo que ni ella podría responderse aunque pensara en ellos los días siguientes.
Porque, como caído del cielo, aterrizo un muchacho frente a ella, disponiéndose a defenderla de aquel que la miraba con los ojos cubiertos en desesperación y furia.

La albina no sabía bien de donde había salido ese a quien podía llamar defensor, ni mucho menos porque su posible atacante salió corriendo con que el muchacho frente a ella dijera unas simples palabras.

Y al verlo más detalladamente, mientras este le ofrecía su mano para ayudarla a levantarse y preguntándole si estaba bien, lo notó. Esas extrañas características que tenían el chico, ese ojo de un extraño color rojo y una cola de gato resaltaban bastante, al menos, con la luz dándole en la espalda de él. Se quedo mirando unos segundos el ojo de diferente color que él tenía. Ella no tenía la empatía suficiente como para darse cuenta de que quizás lo estaba incomodando. Pero tomó su mano, e inmediatamente le sonrió mientras comenzaba a pararse.– Si, muchas gracias. –Sonaba muy animada, tanto que nadie hubiera imaginado lo que le acababa de pasar. – Hey.. ¿Cómo te llamas?. –Le pregunto sin rodeos. Ya no miraba tan fijamente su ojo rojo, pero él podría haber notado que si le había llamado la atención. Por más que Chloe fuese una bruja, ese tipo de cosas siempre eran objetivo de su curiosidad. Desgraciadamente, nunca sabría cuando dejar de preguntar o hacer sentir al resto incómodo

Realmente me encontraba en una situación un tanto incómoda. Aunque me estaba empezando a acostumbrar a que la gente de las calles que me mirara el ojo  y la cola constantemente, no podía reprimir esa sensación de incomodidad cuando ella me miró fijamente el ojo. Por suerte, no me estuvo mirando tanto como creía que lo haría, seguramente no vio la cicatriz que cruzaba el ojo rojo. “Si me hubiera visto la cicatriz aun seguiría mirándome…, creo que a eso le puedo llamar suerte” pensé.

La chica me dio la mano y se levanto, no parecía dañada ni nada por el estilo. Me sonrió. “Esa sonrisa es muy  linda…” empecé a pensar, pero ese no era el momento adequado para pensar en eso, ya que me pidió mi nombre.

¿Qué iba a hacer? ¿Debía decirle mi nombre o solo desaparecer? Me puse la mano en el bolsillo. El collar seguía allí. Volví a mirar a la albina mientras me tapaba la boca con la bufanda roja, pensando que eso me ayudaría a concentrarme.

Pasó un minuto o dos y seguía sin saber qué hacer. Realmente no quería meterme en lios a esas horas de la noche, pero voltee la cabeza y mire al chico tendido en el suelo. “Aunque ahora que lo pienso, lo que ha pasado aquí podría suceder otra vez…” me dije a mí mismo. Y eso era verdad. Por poca gente que hubiera en los callejones de la ciudad, un paso en falso podría ser peor que ese “pequeño accidente”.

Finalmente lo decidí. Me gire hacia la chica, me quite el sombrero como símbolo de reverencia y le di mi nombre. -Rugi Ninjdragon, Rugi si quieres.– Me volví a poner el sombrero-¿Te importa si te acompaño en este paseo nocturno por la ciudad? En cierto modo, estoy aburrido.- le alargue  la mano, ahora como símbolo de amistad -También me gustaría saber tu nombre, si es que quieres decírmelo, claro -.

Pero aun había algo raro en ella. No mucha gente normal se pasea por las noches en Death City, más bien solo hay macarras y ladrones, como yo. Aunque pareciese una chica normal, no me sonaba haber visto a la chica albina por la ciudad. ¿Quién era esa chica en realidad?

El silencio por parte del chico no le pareció extraño. Pero algo se notaba que no estaba seguro de contestarle. Vamos, no podía culpárselo, si hasta la apariencia de Chloe hacia que los demás sintieran cierta incomodada o sospecha. Ella simplemente nunca lo entendería, porque para sus ojos, ella no resaltaba de ninguna manera. Pero él se presentó, ya no era un desconocido o un simple chico. Ahora tenía un nombre para ella.– Rugi.. –Murmuró luego de que él le dijera que podía llamarlo así. Quizás no recordaría su nombre completo, pero si aquel de cuatro simples letras. Su memoria no era buena para empezar. El hecho de que Rugi se hubiera quitado el sombrero, la hizo reír aun más. Nunca había entendido bien aquello de agacharse o hacer una reverencia a alguien, pero aceptada que para ella se veía bastante ¨cool¨. ¿Rugi se presentaría así ante todos?.

– No, para nada me molestaría. –Le contestó alegremente. En general, cualquier otra persona la atropellaría con preguntas, y no es que le molestara, pero que se unieran a ella en las actividades tan curiosas que realizaba por razones más extrañas aún, era mejor en su opinión. Le daba más confianza aquella persona cuando tenía que ser todo lo contrario. Le estrecho la mano, contestándole el saludo.– Chloe, me llamo Chloe. –No tenía razón para no decírselo. En realidad, dudaba que alguien supiera quién era ella. Nunca había hecho ningún desastre o luchado arduamente con muchos técnicos y sus armas como para ganarse fama de bruja poderosa.

Comenzó a caminar, para salir del callejón, pero seguramente se internarían en otro en unos minutos. No tenía mucho sentido de la dirección, asi que simplemente iba hacia donde sus pies la guiaran.– ¿También estabas dando un paseo?. –Le pregunto. Que saliera de la nada y la ayudara, que estuviera justo en ese preciso momento ahí, le llamaba la atención. Puede que tuviera una costumbre como la de ella.

Tras presentarnos mutuamente, el nombre de la chica me seguía resonando en la cabeza. “Chloe, Chloe… Realmente es un buen nombre… Me gusta”. Inmerso aun en mis pensamientos, empezamos a caminar, sin rumbo, por los callejones de Death City. El rumbo daba igual, solo nos limitábamos a pasear por allí, nada más. Pero escogí bien al quedarme con ella. Definitivamente, pasear acompañado es mucho menos aburrido que solo.

Mi momento de inquietud i dudas volvió a aparecer. La pregunta del millón, ¿también estaba paseando? En parte sí, pero estaba paseando por los tejados básicamente para terminar de despistar a los dueños del collar que robé, que deberían haberse rendido hace rato, por lo que salía del “trabajo”. Pero podría preguntar de qué trabajaba y, realmente, no me gusta que nadie me pregunte por mi trabajo.

Tras esa reflexión me puse los manos en el bolsillo. Aún seguía notando el collar.

-Sí, yo también paseaba, pero por los tejados- termine diciéndole a Chloe unos minutos después de que me preguntara. Pensé que había tardado más en pensar.- creo que es un lugar más tranquilo y relajante, sobretodo porque sientes que estas más cerca de la luna, ¿por qué lo preguntas?-.

Aunque me incomodasen los interrogatorios, básicamente porque nunca he ido a uno, esto no lo era. Era una conversa entre dos personas que se habían encontrado por la noche, así que decidí preguntare algo o, sino, el paseo sería muy incomodo y silencioso, es decir, aburrido.

-Estoo… por cierto, ¿vives por aquí cerca o lejos? Es que tengo un poco de curiosidad, ya que nunca te he visto por la ciudad de día y….- callé. Pensé que me había pasado un poco, así que lo mejor fue callar un rato y pasear.

Los pasos de ambos resonaban en la oscuridad. La caminata era fascinante. Como se mencionó anteriormente, Chloe disfrutaba de dar vueltas por las calles sin un destino en particular. Y aunque acababa de conocer a Rugi, este ya se había vuelto una compañía que apreciaba. Muchos la miraban de reojo y por dentro comentaban lo ilusa que podía llegar a ser, pero él no se veía de esa manera, incluso, le respondía con total normalidad también.– Por los tejados… Suena divertido. –Ensancho su sonrisa. Nunca lo había intentado, siempre había ido a pie y quizás por eso, es que nadie sospechaba que fuera una bruja. Con lo torpe que era, en cualquier momento tropezaría, y caería arriba de alguien, o peor, usaría su magia para evitar darse un golpe en el suelo. ¡Y BAM! Todos los técnicos y armas de por los alrededores vendrían a ella como si fuera una pequeña presa en un bosque lleno de depredadores. Bueno… quizás no tan de esa manera, pero si vendrían a por ella.

Los paseos de Chloe eran casi exclusivos de la noche. Este nublado o no. Hayan muchas personas o no. Siempre había encontrado un ratito para darse una vuelta por aquella enigmática ciudad. Era normal que no se hayan encontrado. La albina trabajaba durante el día en una librería que seguramente tenía siglos de estar en la ciudad. Y su ubicación no ayudaba. En los barrios más lejanos del centro no se recibían muchas visitas. Y si no estaba trabajando, vagaba por el bosque o se quedaban en su hogar.– Mmhhh… –Murmuró pensando en su respuesta, mientras ponía su dedo índice en su mentón.– Vivo cerca.. o quizás lejos… –Lo meditaba con cuidado.

Su hogar era algo reservado a ojos de los demás. Pero nunca se lo habían preguntado, no era como si ella quisiera ocultarlo tampoco. Directamente, nunca se había puesto a pensar en aquello.– Mi casa está por las afueras de la ciudad.. o en la ciudad… –Se le hacía difícil explicar, su habilidad con las palabras no era la mejor, y por ende, solo lograría confundir al muchacho.– Algo asi, en realidad no me parece que quede tan lejos pero… no se cuanto tiempo tardaría en llegar ahora a ella. –Sonrió con gracia.– Por cierto, ¿Qué edad tienes?. –Cada vez estaba más interesada en conocer a la otra persona. Al punto que quizás, no se percatara de cuando estaba ya siendo entrometida.

La respuesta de Chloe no fue confusa, no, lo siguiente. Era como si no supiera realmente donde quedaba su casa, o que su sentido de la orientación era bastante malo. Se me escapo una sonrisa. Era una chica realmente interesante, una de esas que no te encuentras muchas veces por la calle, paseando tranquilamente.

Era su turno de preguntar. Y me toco una de fácil, la edad. No me importaba en absoluto que nadie supiera mi edad, es más, gracias a la longevidad de los Shinigamis, puedo tener muchos más años y seguir aparentando la misma edad. – 16 años, aunque eso no es nada para un Shinigami como yo. Podría mentirte i decirte que tengo 146 años y que se me ve como un chico de dieciséis por mi habilidad, pero eso no tendría gracia…- entonces me di cuenta de que le dije que era un Shinigami en voz alta. Eso fue un error, gran error, pero ya estaba hecho. Aunque técnicamente hablando me daba un poco igual decirle que era un Shinigami, pues ese secreto saldría a la luz en algún momento.

Me detuve. hacía rato que estaba un poco inquieto.¿Era yo o nos seguían? Oí un murmullo detrás de mí, pero no había nadie así que seguí caminando con Chloe.

El paseo era entretenido y llego mi turno para preguntar algo, ¿pero qué? No sabía que preguntar y mire a mi alrededor. No había nada.

-Oye Chloe, ¿no estás cansada? ¿Por qué no nos paramos un rato y descansamos? Creo que ya hemos paseado un buen rato…-.

Se sombró levemente. No era la primera criatura de la que había sabido que tenía muchos años. Había tanto brujas como otras criaturas mágicas que excedían los 200 años sin problemas, incluso el Shinigami que habitaba en Death City y dirigía la Escuela que la hacía tan famosa tenía muchos años acumulados en su extraño cuerpo. Pero si era la primera vez que hablaba tan de cerca, y tanto tiempo si vamos al caso, con alguno de esos seres. Ella aún era joven, muy joven si había que compararla con Rugi. Ni siquiera en apariencia parecía tener más años que el muchacho. Pero eso no era lo único que seguramente recordaría con claridad.

Era un shinigami. Frente a ella estaba, lo que podría considerarse, una amenaza para su ¨gente¨, las brujas. Claro que también lo eran los técnicos y armas, pero un shinigami era más poderoso, o al menos, ella los consideraba de esa forma. Se detuvo en seco, simplemente mirándolo fijo. Sus ojos se habían ensanchado un poco, y su boca estaba entreabierta, demostrando la sorpresa que se había llevado. Rugi también se había detenido, y cualquiera dudaría si estaba meditando en haber dicho aquello, en revelar esa información a una desconocida como lo era ella.– Shinigami… Un Dios de la Muerte.. –Murmuró.

Él le ofreció parar un rato para descansar, aunque ciertamente no se lo veía fatigado. La albina solo asintió, tenía que admitir que se notaba algo diferente, rápidamente deslizo una sonrisa en su rostro, intentado cubrir el hecho de que en parte, su instinto le decía salir de ahí.– Si, esta bien. –Comenzó a caminar de nuevo para salir de las calles, y buscar un lugar donde sentarse. Pero algo la detuvo.

Detrás de ellos había algo más, alguien más. La albina nunca había sido una persona atenta a su alrededor, no tan conscientemente como los otros, así que era entendible que hubiera ignorado a esa persona si no estuviera con Rugi, y el hecho de darse cuenta de que su existencia pudiera amenazar la de ella la pusieran alerta hizo que sus instintos se dispararan un poco. Se dio media vuelta, para observar la oscuridad que cubría el final de la calle.– ¿Hay alguien ahí..? –Dijo en voz alta, dirigiéndose al chico a su lado. Y de las sombras salió, aquel hombre de hace rato, es que Rugi había espantado, y que había intentado silenciar a la albina.

Chloe seguía en silencio. En realidad, era Rugi quien rompía aquel ambiente con su voz, dirigiéndose al posible atacante. Él no se veía asustado, era como si ya estuviera acostumbrado a encuentro. Y no estaban frente a cualquier hombre. Quizás era un estudiante del Shibusen, O simplemente alguien con la habilidad de transformarse en un objeto adecuado para luchar. De cualquier forma, parte de su cuerpo se transformo en un látigo, e instintivamente Chloe retrocedió.

Para ser sinceros, los primero que sentía era el impulso de salir corriendo. Quizás porque Rugi estuviese ahí enfrentándolo ayudara a que solamente se distanciara de ambos. El rubio parecía hasta confiado, en que no tendría problema alguno. Y así mismo fue. De alguna extraña manera, ¨utilizo¨ el agua de una alcantarilla cercana para tirar al oponente hacia una pared. Pero esta, debido al fuerte impacto, no tardo en derrumbarse. En todo ese tiempo la albina simplemente había dado pasos hacia atrás. Estaba totalmente atenta al enfrentamiento entre esos dos frente a ella, tanto, que no se percato de que seguramente tras tanto ruido y destrucción, alguien vendría.

Y así fue. Se escucharon fuertes gritos desde las calles, las luces de las casas se encendieron y los curiosos comenzaron a llegar mientras otros llamaban a las autoridades correspondientes informando de todo lo que supiesen.– R-Rugi.. –Su voz comenzaba a salir nuevamente. Porque aunque, sinceramente tenía algo de miedo, debía de avisarle. Él la había salvado después de todo, y ella no era del tipo que simplemente buscaba su propia salvación.– Creo que sería mejor que nos vayamos. –Su expresión era más neutra, no estaba enojada ni asustada, pero seguramente, por los sucesos que se habían llevado a cabo en esos últimos minutos, la impresión era mucha para ella. Se giró para ver hacía la dirección de donde las voces venían, un par de minutos más y estarían ahí, rodeándola. Y para alguien como ella, que vivía escondiendo que es lo que era, no había algo peor quizás, que la llevaran para interrogarla por los sucesos. Corría el riesgo de que descubrieran que era una bruja, y seguramente, no volvería a vivir, si es que llegaba a hacerlo, como antes.

Empezaban a acorralarnos. La gente salía de sus casas a ver qué pasaba. “Creo que hice demasiado ruido…” pensé. Chloe me advirtió y decidí escapar, pero no sin ella.

-Sí, tienes razón, será mejor que nos vayamos de aquí. ¿Estás lista?- no le deje mucho tiempo para contestar y  la cogí en brazos.- Con permiso. Agárrate fuerte, cogeremos la vía alta-. Tras ese comentario, empecé a escalar, saltando de pared en pared, hacia el tejado con Chloe en brazos. No era fácil, pero teníamos que salir corriendo de aquí.

Tras subir a los tejados, continué avanzando, de tejado en tejado, para alejarme lo máximo que pudiéramos de la gente del callejón. Cuando pasamos unos diez tejados o así, pare y baje a Chloe. -Siento el recorrido aéreo tan repentino, pero no tuve otra idea…-.
El sol empezaba a salir de nuevo, y yo tenía que entregar el collar a su próximo dueño. Decidí acompañar a Chloe hasta las afueras de la ciudad, para despedirme de ella y todos esos rollos.

Cuando llegamos al final de la ultima calle antes de salir de la ciudad, me despedí de Chloe.- Ha sido una noche entretenida, tengo que darte las gracias por esto pero no sé cómo…, espera, ¡ya se!- dije mientras sacaba el collar de mi bolsillo y, de este, sacaba un diamante de él. – tengo que entregar este collar, pero un diamante no lo echará de menos, quédatelo-.

Le di el pequeño diamante y me marche. No se me daban bien las despedidas, así que solo le dije adiós mientras me alejaba.

A diferencia de Chloe, que hubiera tardado más minutos en huir de que quisiera, Rugi reacciono rápidamente y la saco del lugar. Más bien, la tiro del brazo para llevársela de una manera peculiar. Ella estaba entre sus brazos, y él no presentaba señal de que hiciera mucho esfuerzo para llevarla mientras saltaba por los tejados. Se notaba que era habilidoso, y tenía fuerza, la suficiente para movilizarse rápido y escapar de las personas curiosas que se reunían en el callejón, esperando un espectáculo o algo así.– ¡Ohh! Así se ve todo desde aquí ¿Eh? –Dijo en voz alta, sin saber si lo decía para ella misma o para Rugi. Le gustaba esa vista, de la ciudad y calles iluminadas. De la falta de personas en las calles. Poco a poco, se alejaban de la escena del crimen.

Rugi se disculpo por llevársela de esa manera, pero ella estaba encantada.– No no, fue genial. Ya veo porque te gusta pasear por los tejados. –Rió. Estaba mucho más animada que anteriormente. Se había olivado de lo que Rugi era con aquel peculiar paseo, o más bien, rápida huida.

Una luz comenzaba a salir por el horizonte. ¿Ya era tan tarde? O.. ¿Tan temprano?. Chloe la miro directamente, y al mismo tiempo, cubrió apenas sus ojos con su mano derecha. Por más que hiciese mal ver una luz tan brillante como la del sol, a la albina le gustaba hacerlo. Le encantaba el astro, por lo inmenso y por toda la luz que proporcionaba. Más aun, cuando los rayos creaban todo tipo de colores en el cielo. Pero su observación no duro mucho, el rubio se ofreció a acompañarla hasta las afueras de la ciudad, donde ambos se separarían. Llegado el momento, él le agradeció, aunque ella no entendió bien el porqué, pero de alguna forma también estaba agradecida con él.

Rugi, como en un arrebato de impulso, le dio un diamante, uno pequeño y sumamente hermoso.– ¡Que lindo!. –Automáticamente, lo poso sobre el sol, que se veía hasta la mitad de momento. Sus rayos chocaban contra la pequeña piedra preciosa, y creaban un pequeño arcoíris en su interior.– Sabia que haría esto, es verdaderamente hermoso. –Estaba más entusiasmada por ver ese pequeño espectáculo, que por tener un diamante en sus manos. Y Rugi no se quedo para presenciarlo por si mismo, dio una especie de despedida verbal, para dar vuelta e irse por otro camino.– ¡Muchas Gracias!. –Le grito desde la distancia, agitando uno de sus brazos.

Ella lo imitó. Siguió su camino por el lado contrario, balanceando el diamante en la luz. Había sido una noche con muchas emociones, y ella seguía con la adrenalina de todo en la sangre. Volvería a su hogar, pero no dormiría. No, seguramente comería algo, y seguiría maravillada por el pequeño regalo que el rubio le hizo. Claro que, en el fondo, desearía encontrarse con él nuevamente. Dejando de lado lo que era, le caía bien, la había salvado, y la había acompañado parte del camino. No podía ser una mala persona.– ¿Cierto?. –Se dijo a si misma mientras esa idea le rondaba por la cabeza.