Dinero en las estrellas (priv. Rugi)

cancion:

La noche caía en la ciudad, no había luna que iluminara el lugar, solamente el grupo de estrellas solitarias que su tenue brillo apenas y llegaba a tocar la ciudad, dando suaves caricias en algunos edificios que tenían el privilegio de poder estar más cerca del cielo que los demás.

Aunque, las calles estaban solitarias y solamente las almas más temerosas rondaban por estas, la ciudad se volvía peligrosa, ladrones y asesinos rondaban por lo lugares, la gente más joven se iba a bares o a las discotecas, algunos técnicos con sus armas perseguían a los kishins, quienes ofrecían resistencia o corrían por su triste y miserable vida, y estaba yo caminando por las calles bajo las luces artificiales producidas por los faroles, dando una sensación de seguridad a los que no sabían pelear.

Mis audífonos los cuales estaban sobre mis orejas transmitían una canción relajante la cual su principal instrumento era el piano. Mis manos estaban metidos en mis bolsillos mágicos de mis pantalones cortos, mis ojos miraban hacia el frente sin perder de vista mi destino, el cual era el parque.

Los asuntos que tenía en aquel lugar eran principalmente negocios, solamente el hombre me iba a dar un portafolio el cual tenía dinero, era la paga por uno de mis trabajos. Era un fastidio, me parecía mejor que me depositaran el dinero en el banco, ir a ese lugar con semejante portafolio lleno de fajos de billetes no era tan… bien visto.

Hacia frio, por lo que me subí mi cuello de embudo hasta taparme la nariz, lo malo es que no portaba mangas, y la única prenda que tenía en mis manos era mi muñequera, la cual ocultaba mi sello de maldición, un agrio recuerdo de mi amor, por la que perdí la fe en los demás, la que causo que mi único interés en este podrido mundo fuera el dinero, quien provoco que enterrara mis sentimientos en lo más profundo de mi corazón para que no se liberaran.

Di un suspiro y observe el cielo, pequeñas eran las estrellas que con tanto esfuerzo querían iluminar la ciudad, algunas acababan muertas mientras que otras brillaban con tal intensidad que opacaban las de su alrededor, “que tristeza” pensaba mas no la sentía, solamente me ocasiono otro suspiro.

Aquellas largas y anchas calles solitarias estaban muy tranquilas, ninguna alma detectaba por el momento, pero eso solamente era de esperar para poder sentir un alma que no necesariamente tenía que ser humana. Cerré los ojos imaginando todo tipo de situaciones que podrían suceder en este momento, si había un peligro tenía dos espadas enfundadas colgando en mi espalda, sedientas de sangre, esperando que la situación cambiara para llenarse de aquel color carmesí, era algo que no podía detener, si sangre quieren sangre tendrán, solamente hay que esperar al momento.

Era una noche tranquila. No había luna, pero las estrellas se duplicaron en el oscuro cielo. yo estaba paseando por los tejados, como siempre. Tenía que ir al parque a recoger la recompensa de mi robo. “Ha sido difícil, pero la pluma y el escarabajo de oro ya son míos“.

El señor que me pidió el escarabajo y la pluma me esperaba en el parque, pero la recompensa era lo de menos para mí. Había sido una noche entretenida, y eso me hacía sentir bien, de algún modo.
Empecé a saltar de tejado en tejado, observando las calles y los callejones, oscuros y desiertos. Pero ese fue un gran error, ya que mi destino era el parque. Un parque al que nunca había ido. Esperaba encontrarlo fácilmente, pero me perdí.

Pasando por encima de un callejón, vislumbre la forma de un chico, que iba en la dirección opuesta a la mía. Entonces decidí bajar a preguntarle la dirección del parque.

El chico llevaba unos cascos puestos, así que pensé que estaba escuchando música y quizás lo molestaría, así que baje por la pared y empecé  a seguirlo. Era un tanto arriesgado, ya que en su espalda llevaba dos espadas. Al poco rato cambié de idea y me dispuse a preguntarle.

Le adelante y le pregunte directamente- Hola. Estoy yendo hacia el parque, pero no he ido nunca. ¿Puedes indicarme donde está, por favor?-.

En momentos como este desearía estar solo, cosa que duro unos momentos ya que sentía un alma siguiéndome, una de un shinigami si quiero ser más específico, sus intenciones eran desconocidas para mí, ¿acaso quería robarme? ¿Matarme tal vez? La ultima sonaba con más sentido, después de todo mi trabajo era deshacerme de pestes, y para algunas personas eso les molestaban, pero ¿Qué se le podría hacer? La recompensa vale totalmente la pena.

Mi mano derecha lentamente viajo del bolsillo hacia el mango de la espada, solamente esperaba a que se acercara. Con mi otra mano le baje el volumen a mi mp3, mis oídos ya estaban atentos, los sonidos de sus pisadas se escuchaban más cerca, era hora de despertar mi espada cuyo sueño era largo y profundo para alimentarla de la sangre de aquel individuo.

Desenfunde rápidamente mi espada y me gire, le puse el filo en su cuello sin cortarlo y la otra mano le sujetaba la ropa para que no se moviera, lo miraba con deseos de matar hasta que sus palabras intervinieron para que no matara en ese mismo instante, con un suspiro lo deje en paz, enfunde mi espada devolviéndola a su profundo sueño y lo mire con indiferencia, metiendo de nuevo mi mano al bolsillo.

-Un consejo: nunca sigas a una persona de esa manera a menos de que le quieras robar o matar- le dije y me gire, saque mi mano izquierda y le apunte al frente –unas cuadras más está el parque- le respondí a la pregunta y empecé a caminar hacia esa dirección.

–Si no hay nada más que decir nos vemos- le dije levantando la mano en señal de despedida, la curiosidad me pico en ese momento ¿Por qué iba al parque? ¿Qué asuntos tendría ara acudir a estas horas de la noche? De todas maneras estas preguntas serán respondidas en poco tiempo, ya que yo también me dirigía a aquel lugar.

El chico me sorprendió. Su velocidad al desenvainar su espada fue tremenda. Fue una suerte que no me matara.

Mi indicó, más o menos, el lugar. “Unas cuadras mas…”, pensé,” entonces iré  más rápido por los tejados”. Le di las gracias al chico y le añadí - Ah, y  perdón por seguirte así, lo siento. Seguiré tu consejo. Si nos volvemos a encontrar, ya te robare la espada o algo así…, nos vemos- dije,  y salte hacia arriba.

Mire al cielo. Las estrellas se habían multiplicado más, pero habían perdido su brillo. Empecé a saltar por los tejados, vigilando bien de no pasarme de largo otra vez.

Me detuve al final del tejado. Debajo de mi se encontraba un pequeño parque, desierto y apenas iluminado. Como no había nadie por allí, decidí descansar un rato en el tejado. Saque la pluma y el escarabajo de oro y los observe un rato. Eran bastante pesados, sobretodo sus joyas. Me fijé que en los dos objetos estaba escrito el mismo nombre. Por lo que me parecía, creo que eran de un señor inglés, pero no estaba muy seguro de ello.

Tras un rato de observación, oí un pequeño ruido. Pasos. Alguien se aproximaba al parque desde la dirección en la que vine. Espere escondido en el tejado, preparado para cualquier situación que pudiese pasar.

Resulto que los pasos eran del chico de antes. Genial, hora de cobrar la pequeña venganza. Oculte mi presencia tan bien como pude, me escondí cerca de un arbolito que estaba plantado y espere a que el chico se despistara. Cuando llego el momento justo, le robé, con la ayuda de mi cola, una de sus espadas i le apunté. – Gracias por el consejo de antes, realmente funciona- . le devolví la espada, pero me quede un tato intrigado, - Oye, ¿tú también has venido al parque? ¿Por qué no me lo dijiste? Podría haberte acompañado…-.

cancion:

El chico ya se había ido, saltando hacia los tejados con una agilidad increíble. Sería más rápido por esa ruta, pero no me gustaba llamar mucho la atención, además que necesitaba ahorrar energías si hay algún inconveniente, rara vez había ese tipo de situación, pero de todos los años que he vivido aprendí a no confiar en la suerte o en el destino.

Ya se había cambiado de canción, el caminar me hacía hundirme en mis pensamientos, muchos de los cuales eran meramente propuestas de trabajos, mientras que otros eran recuerdos que venían de manera efímera a mi mente.

A mí alrededor era reinado por el silencio, la oscuridad se peleaba constantemente con las limitadas luces de los postes, sentía almas de pandilleros mas no huevos de kishins, aquellos devoradores de almas que siempre salían de noche ahora estaban ausentes “¿Qué demonios estará pasando?” pensé, era demasiado extraño y sospechoso a la vez.

Ya habia detectado el alma del chico, no tan lejos de aquí, seguramente estaba en las alturas, por lo que di un pequeño suspiro y camine como si nada, llegando al parque que estaba desierto a excepción de aquel mocoso. Le tengo que dedicar un aplauso por intentar ocultarse, pero se necesitara más para eso, su alma era muy fácil de detectar, bueno, lo dice alguien que ha vivido 500 años y tiene el cuerpo de uno de 15, claramente mi percepción era más aguda que los demás.

Sentí que desvainaba mi espada, por lo que me gire y extendí mi mano con la palma abierta, creando en ella una esfera de fuego la cual amenazaba con lanzarla, en mi cara tenía la punta de la espada, por lo que una leve sonrisa se dibujó en mi rostro y al escuchar esas palabras la leve sonrisa se transformó en una sonrisa ladina, si fuera uno de mis alumnos seguramente le abría felicitado.

-Lo sé- dije y cerré la palma de la mano, apagando la esfera de fuego y agarrando la espada, devolviéndola a su sueño, -no me gusta la compañía- le conteste con un tono indiferente y observe alrededor, esperando a mi cliente que me pagara, pero me estaba dando mala espina, -¿Qué asuntos tienes en este lugar?- le pregunte, me daba curiosidad la causa de que él estaba en este parque y si tendría una conexión con mi contacto, algo que en unos momentos se responderá.

“Que solitario…”. El chico no quería estar en compañía con los demás. Era como si se aislara del mundo. Pero sus contraataques eran muy fuertes, y rápidos. Era un chico poderoso y eso me atrajo un poquito. Quería ser como él, fuerte pero con aspecto tranquilo y despreocupado.

-¿Mis asuntos?- dije mientras me dirigí a un banco para sentarme – bueno, creo que te lo puedo decir… sí, creo que sí. He quedado con un hombre para hacer un pequeño intercambio. Y tú, ¿por qué estás aquí? -.

Mire el chico un rato. Parecía de la misma edad que yo, pero sin duda, nuestros niveles de fuerza eran totalmente distintos. Quería preguntarle si me podría enseñar, si podía ser mi maestro, pero no podía. Algo no me dejaba decírselo. Estaba escuchando algo de lejos, a alguien correr. Unos segundos más tarde, lo deje de oír, y perdí  el interés.

-Oye, ¿puedo preguntarte algo?- le dije al chico, con un poco de timidez- Crees que…- pero me detuve en seco. Un grito retumbo en mis oídos. Salte del banco y me encare hacia una de las calles. -¿Tú también has oído el grito, no? Creo que vino de allí… voy- y me fui corriendo hacia el callejón.

Estaba oscuro pero podía vislumbrar algo. Un hombre…, no, dos. Uno con una hoz y otro en el suelo. El del suelo parecía muerto. El de la hoz, parecía un kishin.

Mire bien el cadáver. La cara del tipo muerto me resultaba conocida. Tras un minuto de meditación, recordé quien era.- Oye, chico, ¿sabes el intercambio que te he dicho antes? Era con ese tipo que ahora está muerto. ¿Qué mal, no crees?-.

Un hombre… intercambio, en resumen era por negocios, así que no me importo preguntarle más, no era de mi incumbencia y además ya no me importaba, meterme en las cosas de los demás nunca era bueno, ellos tenían mi vida y yo la mía, así era como vivía, trataba de nunca entrometerme con su vida.

-Negocios- le respondí con indiferencia, la información de más causaba el surgimiento de muchas preguntas, cosa que nunca me había gustado. Escuche las pisadas pesadas y rápidas de una persona a lo lejos, parecía que estaba huyendo, ¿pero de qué? ¿Y quién era la persona que huía?... revise el reloj de mi celular, en la pantalla ya habían pasado diez minutos de la hora acordada, algo estaba mal, el hombre que hacia negocios nunca se atrevería a llegar tarde. Guarde mi celular y pensaba si investigar aquellas pisadas o no, pero me distraje por la pregunta del chico, la cual solamente asentí la cabeza para que continuara hablando.

Una sensación extraña inundaba mi ser, respire profundamente y me concentre, haciendo que mi percepción de alma fuera más aguda de lo normal, ahí estaba, un kishin, y la persona de hace rato en uno de los callejones que estaba cerca, de pronto el alma de la persona desapareció…  demonios, antes de que desapareciera la desdichada alma un grito inundo el área, esto era malo. El chico se fue corriendo al callejón donde se ubicaban el atacante y la víctima, di un leve suspiro y lo seguí, desenfunde mi espada con la mano izquierda mientras que con la otra mano invocaba una esfera de fuego, necesitaba estar preparado para cualquier cosa.

Me quede a lado del chico, un cadáver yacía en el suelo, el hombre estaba de traje color negro, al estar boca abajo no podía saber qué tipo de camisa vestía o si llevaba corbata o no, a lado de este había una maleta negra que a simple vista no se llegaba a ver, el chico me dijo que este era el tipo el cual iba a ser negocios… y era el mismo tipo que me iba a dar el dinero, ¿Qué demonios pasaba aquí?

El Kishin nos observó y paso la larga y deforme lengua por sus labios y después en el filo de la hoz, limpiando la sangre que escurría por el filo de aquella arma mortal. Lo mire con indiferencia y camine hasta el cadáver, en el momento en el que me agache el monstruo se abalanzo en contra mía, lo único que hice fue aventarle la bola de fuego en su rostro, provocando que gritara de dolor, un grito gutural que no escuchaba hace mucho, como si proviniera del mismísimo infierno.

-Maldita seas… me las pagaras- grito el deforme monstruo con la hoz en mano, hizo un corte horizontal agarrando el mango con las dos manos para agregarle más fuerza, cosa que fue en vano. Solamente bloquee el golpe con la katana, mirándolo con deseos de sangre, quien se metía en mis asuntos no acababa bien, otras dos almas provenientes de la entrada del callejón, eran kishins, ¿En serio, que demonios pasaba aquí?

-¡Cuidado chico, atrás de ti!- le grite, avisándole el ataque sorpresa, espero que me haya escuchado, puesto a que tengo a este monstruo, y tal vez a otro más que venía por los cielos, de todas maneras, esta noche iba a estar llena de diversión, tanto que hizo que expresara una leve sonrisa.

Me quede petrificado. El chico avanzo sin miedo hacia el hombre muerto y golpeo al kishin con una esfera de fuego, y detuvo su ataque con su katana. “Ese chico es absurdamente fuerte…”. Era lo único en lo que pensaba y prestaba atención.

El aviso del chico llegó a mis oídos. Como acto reflejo, levante el agua de las alcantarillas, que se encontraban debajo de los callejones, y forme un muro de agua a mis espaldas. Cuando me gire, dos kishins habían rebotado en la pared. “De no haberme avisado, ahora estaría muerto…, he de ser mas fuerte”. Dividí la pared de agua en cuatro bloques, que se convirtieron en espadas con las cuales empecé a defenderme.

Con un poco de suerte, logre dañar a uno de los kishins, pero el otro se resistía. Mi paciencia se acababa, y opte por el ataque frontal. Cogí dos de las espadas y ataque al kishin herido mientras las otras dos espadas me cubrían la espalda.

Pude acabar con el primero, pero el segundo ya me costó lo suyo. Recibí tres cortes. Uno en la pierna, otro en el brazo y el tercero en la barriga pero, por suerte, no eran nada graves. Por el contrario, solo pude golpear al kishin una vez, cortándole el brazo. Pero estaba ya muy cansado y no iba a aguantar mucho mas, por lo que encerré al kishin en una cúpula de agua que lo retendría unos minutos mientras me recuperaba.

Tras una breve pausa, aplasté al kishin, empequeñeciendo la cúpula que lo apresaba. Tras esa costosa victoria, me tumbé al suelo y mire hacia el chico. También parecía haber ganado su combate, pero no parecía muy agotado, que a mí me pareciera. –Gracias por avisarme. Si no, ahora estaría muerto…-.

Y empezaba el combate, el chico combatía contra aquellos condenados que trataban de emboscarnos, y su plan se estropeo de una manera tan estúpida. El otro monstruo salto del techo en contra mía, que estupidez de su parte, desenfunde mi otra espada y le corte los dos brazos al kishin que estaba en frente de mí, causándole otro grito aún más fuerte que el anterior, parecía más un chillido, pero como sea.

-Ya te tengo- dijo el otro que andaba cayendo, el cual estaba cubierto por una capa negra y solamente se sus ojos rojos los cuales brillaban ante la oscuridad que proporcionaba la capucha eran suficientes para saber su posición.

El otro maldito trataba de retirarse, no podía dejar que se saliera con la suya, por lo que le lance una de mis espadas a su pierna, causando que chillara de nuevo y azotara contra el suelo, mientras que el otro de su capa sacaba una gran espada bastarda que en lugar de filo parecían dientes de tiburón, que maldito. Solamente di un suspiro y me deje caer hacia atrás, el kishin balanceo su espada en forma horizontal y si no fuera por mi complexión seguramente me habría dado, sin embargo solamente rasgo parte de mi camisa, en cambio yo extendí mi mano hacia su rostro y dispare dos esferas de fuego, causando que gritara… y la verdad ya me estaba cansando de los gritos.

Gire mi arma para que el filo quedara paralela al antebrazo y rápidamente le hice un corte horizontal, provocando que diera un giro y que el desgraciado se callara, porque de todas maneras ya estaba muerto. Su cabeza se dividió en dos y su cuerpo desapareció, dejando el alma de color rojo flotando. Todo eso en movimientos sumamente rápidos que apenas llegue a tocar al suelo con mi espalda, no habia sido difícil, habia más bestias que me podían entretener que estos estúpidos. Me levante de un salto y escuche lo que el chico me decía, envaine mi espada y di un ligero suspiro.

-No seas tan desprevenido- le dije mirándolo con indiferencia, observe como el kishin que planeaba huir se arrastraba cual gusano se tratase, camine hacia él y retorcí la espada que estaba clavada, provocándole gritos de dolor, su boca le salía sangre al igual que las heridas que tenía, era cuestión de tiempo de que desapareciera.

-¿Quién te mando?- le pregunte, el solamente se comenzó a reír, di un ligero suspiro y saque mi otra espada, la cual atravesó su cráneo, esa maldita risa se desvanecía en el aire, su cuerpo empezó a desvanecerse, el cual fue remplazado por un alma. Saque un pañuelo y limpie el filo de las espadas que estaban manchadas de sangre.

-Ve a ver si el hombre tenía algo- le indique al chico señalando con la punta de la espada al cuerpo inerte, tal vez tenga algo el cual nos podía indicar alguna pista para averiguar porque lo habían matado.

off-rol:

Mire hacia el cuerpo del hombre muerto, apuntado por la espada relucientemente limpia del chico. Al parecer, el hombre llevaba un maletín negro y una bolsa blanca de ropa. Cogí el maletín, pero estaba cerrado con un candado de combinación. “Con un poco de suerte puedo romper el candado con una de mis tijeras de agua... si, puede que sirva, eso” me dije dudoso. Usando el agua que había sobrado de la pelea, cree unas tijeras. Me tomo un minuto y medio, quizás dos minutos, pero logré romper el candado. –Ya está abierto. Veamos que hay dentro…- dije en voz alta mientras abría el maletín. Empecé a recitar – A ver, hay dinero, dinero, más dinero, otro paquete de dinero, ¡Oh, un sándwich!- exclame mientras cogía el bocadillo y me lo comía.- Es de jamón y queso, me encanta… Ay si, el maletín. También hay una carta y un mechero-.

Tras esa observación, cogí la carta y se la di al chico.-Mira que hay en la carta, quizás sean indicaciones para algo o incluso lo que buscaban los kishins. Yo revisare la otra bolsa del hombre a ver si hay algo más específico…-.

Fui hacia la bolsa. La abrí y empecé a rebuscar. – Tenemos una cuerda, una caja de madera envuelta en cadenas y cerrada con tres candados, otra cajita más pequeña cerrada con candado y dos cartuchos de dinamita… quanta cosa. Y encima con mucha seguridad-. Me acerque al chico.-Creo que lo que haya en la caja grande y encadenada ha de ser, seguramente, lo que buscaban esos kishins. ¿Que pone en la carta del maletín?- le dije al chico, mientras recogía el sándwich de jamón y queso, que había cogido del maletín.