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Come Back Home [Priv. N Armonia]x
Death City :: Resto del Mundo :: Europa
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Come Back Home [Priv. N Armonia]x
El viento era fuerte en las verdes praderas de Irlanda, los cielos rojizos que pintaban el final del día y acompañaban en su pequeño viaje a Nicolás. El mago que había perdido toda la inocencia hacía ya varios años. ¿Cuánto tiempo había pasado 7 u 8 años tal vez? Y ahí estaba el de nuevo, caminando hacia su antigua aldea, una capa cubría completamente su cuerpo, su altura estaba potencialmente diferente, incluso su delgadez había desaparecido, su cuerpo se había vuelto un poco robusto y una ligera musculatura se podía apreciar incluso debajo de la ropa. Su mirada antes curiosa, vivaz y que destellaba emoción, ahora demostraba cierta sabiduría, una seriedad que el tiempo le había brindado. Una ligera barba cubría su mentón, aunque aquel estado salvaje seguía manteniéndose a la vista; las ropas desaliñadas, sucias y rotas. Pero nada de eso importaba, porque por fin regresaría a su hogar.
Todo el tiempo que estuvo lejos habían pasado demasiadas cosas, aun podía recordar con felicidad y nostalgia a su compañera Happy… después de que ella había cambiado su vida por salvar la de Nico algo en el joven brujo murió. Desde entonces había dejado el hogar que con N compartía, dejado a sus amigos e incluso a Luki. Internándose en un desierto en busca únicamente de la soledad. Su vida comenzó a volverse sedentaria, su contacto con todo ser vivo casi nulo, saliendo únicamente para perseguir al kishin y la bruja que habían asesinado a su compañera. Su vida se había vuelto triste y gris basándose únicamente en el rencor y la venganza a pesar de que se había prometido que jamás haría uso de su magia por esas razones. Había aprendido el uso de su magia permitiéndose el control de la naturaleza de forma tan natural como respirar.
A pesar de que la vida podía no ser la mejor, por primera vez se sentía sentimentalmente dichoso, hacia demasiado tiempo que no veía a su mejor amigo, demasiado tiempo que no pasaba por su aldea. Extrañaba su hogar con todas las fibras de su ser, a sus amigos, extrañaba todo lo que había sido antes. Antes de buscar a la bruja y al kishin que le habían quitado a una de las personas más importantes en la vida, pero ahora dejaría aquel estilo de vida, estaba dispuesto a instalarse en su antigua aldea, iría en busca de Luki, le encantaría seguir a su amigo Natura, aquel quien se había convertido en el líder de la aldea como se suponía tenía que hacer, sabía que su amigo lideraría mejor que nadie llevándolos con sabiduría y sobre todo con paz. Como había echo el antiguo jefe.
Una extraña emoción comenzó a nacer en su interior, era como si estuviera regresando a sus 16 años y no tuviera ya 24 años. Una sonrisa se extendió en sus labios y se bajó la capucha observando el camino secreto a su aldea, pero en aquel momento un escalofrió recorrió su espalda, de hecho no era tan extraño siendo que se sentía emocionado. Pero toda la emoción que sentía, la nostalgia e ilusión desaparecieron cuando finalmente llego ahí. Sus ojos se abrieron con horror y sintió como su corazón comenzaba a latir de una forma increíblemente rápida, sus manos se cerraron en un puño y el horror se transformó en ira. Lo que Nico observo ahí no era nada más que destrucción, la aldea que siempre se había visto tan viva ahora estaba en una pena, aquello solo le hizo recobrar la tristeza, los cuerpos de sus hermanos, de sus compañeros de juegos, todos yacían muertos en los verdes suelos. ¿Dónde estaba Natura? ¿Qué estaba haciendo si no defendiendo la aldea? Ahí nadie se había salvado, todos estaban muertos, el olor de sus cuerpos comenzaba a emanar d forma escalofriante, mientras avanzaba con los ojos al borde de las lágrimas por no poder encontrar ni un sola alma viva, sus manos temblaban, sentía la garganta con ganas de gritar, pero fue entonces cuando escucho un grito, se giró sobre sus pasos y ahí frente a él un zorro gigante se encontraba terminando con la vida de otro de los aldeanos.
Conocía a ese zorro, conocía esos colores, de hecho incluso su aroma era el mismo, sus ojos se abrieron y sintió verdadero terror. –Esto debe de ser una pesadilla. –susurro con una voz grave. –Esto no puede ser. –comento para sí mismo, se llevó una mano al brazo pellizcándose con fuerza. Aquel agudo dolor le hizo darse cuenta de la realidad. Aquello no era una pesadilla, era la cruda y acida realidad. Sintió como el aire se escapaba de sus pulmones y en un triste momento de debilidad grito. -¡NATURA! – antes de correr hacia N tomando su forma animal, un perro atigrado gigantesco.
Todo el tiempo que estuvo lejos habían pasado demasiadas cosas, aun podía recordar con felicidad y nostalgia a su compañera Happy… después de que ella había cambiado su vida por salvar la de Nico algo en el joven brujo murió. Desde entonces había dejado el hogar que con N compartía, dejado a sus amigos e incluso a Luki. Internándose en un desierto en busca únicamente de la soledad. Su vida comenzó a volverse sedentaria, su contacto con todo ser vivo casi nulo, saliendo únicamente para perseguir al kishin y la bruja que habían asesinado a su compañera. Su vida se había vuelto triste y gris basándose únicamente en el rencor y la venganza a pesar de que se había prometido que jamás haría uso de su magia por esas razones. Había aprendido el uso de su magia permitiéndose el control de la naturaleza de forma tan natural como respirar.
A pesar de que la vida podía no ser la mejor, por primera vez se sentía sentimentalmente dichoso, hacia demasiado tiempo que no veía a su mejor amigo, demasiado tiempo que no pasaba por su aldea. Extrañaba su hogar con todas las fibras de su ser, a sus amigos, extrañaba todo lo que había sido antes. Antes de buscar a la bruja y al kishin que le habían quitado a una de las personas más importantes en la vida, pero ahora dejaría aquel estilo de vida, estaba dispuesto a instalarse en su antigua aldea, iría en busca de Luki, le encantaría seguir a su amigo Natura, aquel quien se había convertido en el líder de la aldea como se suponía tenía que hacer, sabía que su amigo lideraría mejor que nadie llevándolos con sabiduría y sobre todo con paz. Como había echo el antiguo jefe.
Una extraña emoción comenzó a nacer en su interior, era como si estuviera regresando a sus 16 años y no tuviera ya 24 años. Una sonrisa se extendió en sus labios y se bajó la capucha observando el camino secreto a su aldea, pero en aquel momento un escalofrió recorrió su espalda, de hecho no era tan extraño siendo que se sentía emocionado. Pero toda la emoción que sentía, la nostalgia e ilusión desaparecieron cuando finalmente llego ahí. Sus ojos se abrieron con horror y sintió como su corazón comenzaba a latir de una forma increíblemente rápida, sus manos se cerraron en un puño y el horror se transformó en ira. Lo que Nico observo ahí no era nada más que destrucción, la aldea que siempre se había visto tan viva ahora estaba en una pena, aquello solo le hizo recobrar la tristeza, los cuerpos de sus hermanos, de sus compañeros de juegos, todos yacían muertos en los verdes suelos. ¿Dónde estaba Natura? ¿Qué estaba haciendo si no defendiendo la aldea? Ahí nadie se había salvado, todos estaban muertos, el olor de sus cuerpos comenzaba a emanar d forma escalofriante, mientras avanzaba con los ojos al borde de las lágrimas por no poder encontrar ni un sola alma viva, sus manos temblaban, sentía la garganta con ganas de gritar, pero fue entonces cuando escucho un grito, se giró sobre sus pasos y ahí frente a él un zorro gigante se encontraba terminando con la vida de otro de los aldeanos.
Conocía a ese zorro, conocía esos colores, de hecho incluso su aroma era el mismo, sus ojos se abrieron y sintió verdadero terror. –Esto debe de ser una pesadilla. –susurro con una voz grave. –Esto no puede ser. –comento para sí mismo, se llevó una mano al brazo pellizcándose con fuerza. Aquel agudo dolor le hizo darse cuenta de la realidad. Aquello no era una pesadilla, era la cruda y acida realidad. Sintió como el aire se escapaba de sus pulmones y en un triste momento de debilidad grito. -¡NATURA! – antes de correr hacia N tomando su forma animal, un perro atigrado gigantesco.
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Fecha de inscripción : 30/07/2014
Puntos : 110
Localización : Cerca del arroyo
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Nicolas Green
Re: Come Back Home [Priv. N Armonia]x
¿Por qué? Era la pregunta que circulaba en la mente de aquella bestia en esos momentos. ¿Por qué no lo entendían? ¿Por qué seguían negándose a escucharle? ¿Por qué se levantaban en su contra? ¿Por qué eran tan cobardes? Mientras sus garras goteaban el carmesí líquido que acababa de pegársele al momento de atravesar el cuello de uno hombre adulto, el viejo encargado de los cultivos de raíces grandes de la aldea, esas y muchas otras preguntas se arremolinaban en la mente, lanzando un grito tan agudo y animal que varias aves salieron volando de las cercanías.
Aquel zorro humanoide de dos metros se alzaba en medio de aquel destrozado lugar, ignorando por completo los escombros de lo que antes habían sido casas, los gigantescos árboles que nacían desde el suelo, destruyendo construcciones, colgando de sus ramas cuerpos inertes y empalados de los que antes habían sido aldeanos. Todo eso era ignorado por el salvaje animal mientras escuchaba el grito de guerra cercano a él, mirando a otro de los brujos que entregaran su vida a Gaia desde su nacimiento, que se encargaba del cuidado de las barreras de la aldea. Al menos las había cuidado hasta que N las destrozo por completo, junto con todos los encantamientos que mantenían la aldea oculta de ojos curiosos. Deseaba de todo corazón que la aldea dejara de esconderse, que se mostrar por fin y que hiciera alguna diferencia. Deseaba esa gente cambiara, pero no estaban dispuestos a cambiar, entregados tan profundamente en su comodidad y egoísmo… y por ello no tuvo problemas al momento de extender su garra y moverla a gran velocidad de lado a lado, acabando detrás del hombre que antes le atacara frente a frente con una forma transformada de un oso pardo. El peliverde se estiro gruñendo de forma molesta, mientras detrás de él la cabeza del oso caía limpiamente al suelo, causando una fuente de sangre que se elevó cerca de un metro desde el decapitado cuerpo antes de que el mismo se desplomara en la tierra, acompañando al resto de decenas de inertes brujos que antes conformaran esa comunidad.
-¿Hum…?-Las orejas del zorruno ser se movieron al captar el sonido de una carrera. Gruño al notar a un nuevo enemigo dirigirse en su dirección, girándose para acabar con la siguiente molestia, al menos asi hasta que vio el rojizo y dorado pelaje que tan bien conocía, la gigantesca figura de un perro que bien había podido ser un toro con disfraz de perro. La sorpresa fue tan grande que el impacto le dio de lleno mandándolo a volar varios metros hasta que es estrello contra un árbol cercano, lanzando un alarido herido y gruñendo cuando cayó sentado en el suelo. Jadeo sujetándose el estómago por el impacto mientras su transformación desaparecía. Su verde pelaje se reducía hasta formar una melena reluciente del color de la esmeralda. Un cuerpo delgado y atlético se mostraba cubierto de ropas oscuras y cómodas, aunque algo cubiertas de polvo y tierra, mientras se ponía de pie lentamente, sus ojos verdes esmeralda mirando sorprendidos al nuevo participe de aquella masacre que se extendía en toda la longitud de la aldea.-¡NICOLAS!-
El grito pareció remover los mismos cimientos de la tierra, a la vez que N alzaba una mano y una luz verdosa salía de la misma, hundiéndose en el suelo. Debajo de la forma canina de su mejor amigo, la luz se expandió como una mancha, hasta que las raíces de varios árboles surgieron alrededor de su compañero, en forma de cúpula, rodeándolo a una velocidad alarmante y apresándolo con fuerza, encogiendo el espacio que tenía disponible y apretando como una aplanadora de chatarra-¿¡Qué demonios haces Nicolás!?
Nada de un saludo efusivo, nada de un abrazo de reencuentro ni de llamarse como los amigos que eran. No, en la voz de N se veía la ira, el dolor de la traición. En sus ojos se veía el odio, el desprecio, que remplazaban totalmente la mirada vivaz y curiosa de su juventud, aquella mirada compasiva y amable que había sido su ser durante tantos años. No, en aquel momento ese muchacho se encontraba muerto, aquel peliverde era más alto, de constitución más fuerte, mientras se ponía de pie podía notarse la fuerza de su semblante, el poder que emanaba cada fibra de su ser, mientras los amarres de las raíces apretaban más a su amigo, quien de seguir en su forma de canino gigante pudiera acabar fácilmente aplastado.-Muéstrate cómo eres, Nicolás, ¡¿Cómo te atreves a atacarme de espalda tan cobardemente?!
Aquel zorro humanoide de dos metros se alzaba en medio de aquel destrozado lugar, ignorando por completo los escombros de lo que antes habían sido casas, los gigantescos árboles que nacían desde el suelo, destruyendo construcciones, colgando de sus ramas cuerpos inertes y empalados de los que antes habían sido aldeanos. Todo eso era ignorado por el salvaje animal mientras escuchaba el grito de guerra cercano a él, mirando a otro de los brujos que entregaran su vida a Gaia desde su nacimiento, que se encargaba del cuidado de las barreras de la aldea. Al menos las había cuidado hasta que N las destrozo por completo, junto con todos los encantamientos que mantenían la aldea oculta de ojos curiosos. Deseaba de todo corazón que la aldea dejara de esconderse, que se mostrar por fin y que hiciera alguna diferencia. Deseaba esa gente cambiara, pero no estaban dispuestos a cambiar, entregados tan profundamente en su comodidad y egoísmo… y por ello no tuvo problemas al momento de extender su garra y moverla a gran velocidad de lado a lado, acabando detrás del hombre que antes le atacara frente a frente con una forma transformada de un oso pardo. El peliverde se estiro gruñendo de forma molesta, mientras detrás de él la cabeza del oso caía limpiamente al suelo, causando una fuente de sangre que se elevó cerca de un metro desde el decapitado cuerpo antes de que el mismo se desplomara en la tierra, acompañando al resto de decenas de inertes brujos que antes conformaran esa comunidad.
-¿Hum…?-Las orejas del zorruno ser se movieron al captar el sonido de una carrera. Gruño al notar a un nuevo enemigo dirigirse en su dirección, girándose para acabar con la siguiente molestia, al menos asi hasta que vio el rojizo y dorado pelaje que tan bien conocía, la gigantesca figura de un perro que bien había podido ser un toro con disfraz de perro. La sorpresa fue tan grande que el impacto le dio de lleno mandándolo a volar varios metros hasta que es estrello contra un árbol cercano, lanzando un alarido herido y gruñendo cuando cayó sentado en el suelo. Jadeo sujetándose el estómago por el impacto mientras su transformación desaparecía. Su verde pelaje se reducía hasta formar una melena reluciente del color de la esmeralda. Un cuerpo delgado y atlético se mostraba cubierto de ropas oscuras y cómodas, aunque algo cubiertas de polvo y tierra, mientras se ponía de pie lentamente, sus ojos verdes esmeralda mirando sorprendidos al nuevo participe de aquella masacre que se extendía en toda la longitud de la aldea.-¡NICOLAS!-
El grito pareció remover los mismos cimientos de la tierra, a la vez que N alzaba una mano y una luz verdosa salía de la misma, hundiéndose en el suelo. Debajo de la forma canina de su mejor amigo, la luz se expandió como una mancha, hasta que las raíces de varios árboles surgieron alrededor de su compañero, en forma de cúpula, rodeándolo a una velocidad alarmante y apresándolo con fuerza, encogiendo el espacio que tenía disponible y apretando como una aplanadora de chatarra-¿¡Qué demonios haces Nicolás!?
Nada de un saludo efusivo, nada de un abrazo de reencuentro ni de llamarse como los amigos que eran. No, en la voz de N se veía la ira, el dolor de la traición. En sus ojos se veía el odio, el desprecio, que remplazaban totalmente la mirada vivaz y curiosa de su juventud, aquella mirada compasiva y amable que había sido su ser durante tantos años. No, en aquel momento ese muchacho se encontraba muerto, aquel peliverde era más alto, de constitución más fuerte, mientras se ponía de pie podía notarse la fuerza de su semblante, el poder que emanaba cada fibra de su ser, mientras los amarres de las raíces apretaban más a su amigo, quien de seguir en su forma de canino gigante pudiera acabar fácilmente aplastado.-Muéstrate cómo eres, Nicolás, ¡¿Cómo te atreves a atacarme de espalda tan cobardemente?!
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N Armonia
Re: Come Back Home [Priv. N Armonia]x
¡NATURA! –Nicolás elevo nuevamente la voz seguido de un gruñido observo las raíces levantarse sobre el tratando de esquivarlas pero finalmente siendo atrapado por estas profiriendo un chillido típico de un can. Pero su mirada se clavó fijamente en N quien estaba ahí mirándole. – ¡¿Qué hago yo?! ¡¿Qué demonios haces tú?! –pregunto en un nuevo gruñido sintiendo como sus cuerpo iba siendo cada vez más comprimido, por lo que soltó otro chillido tomando finalmente su forma original y tocando el suelo para levantar un muro de tierra mineralizada y fortificada convirtiéndola casi en metal que separo la prisión que le contenía hasta aquellos momentos. Se deshizo de su capa quedando únicamente con aquella vestimenta andrajosa y sencilla, era como la primera vez que se habían visto estando fuera. Uno andrajoso y el otro limpio, pero las condiciones sin lugar a dudas ya no eran las mismas.
¿Qué es lo que has hecho? –grito colérico a quien fuera su mejor amigo anteriormente. Pero ahora una especie de odio comenzaba a crecer en su interior. Observo alrededor y sus ojos comenzaron a humedecerse mientras continuaba sintiéndose totalmente confundido… no había parado solo en los adultos, no, el había matado a mujeres, ancianos, niños…. –Mi familia. –dijo finalmente buscando alrededor entre todos los cuerpos que estaban desechos, sintió como su corazón se detuvo un momento y ahí, sobre una pila de cadáveres mas estaba el cuerpo de su madre. –Mamá… -dijo en un susurro y con ira volteo hacia donde se encontraba el responsable de todo aquello. – ¿Qué demonios has hecho? –pregunto en una voz entrecortada antes de escuchar su pregunta – ¿Co-cobarde? – ¿aquella era su voz? Un simple tartamudeo… sentía un nudo en la garganta y tenía demasiadas ganas de ir y golpearlo hasta el cansancio pero aquel era su amigo… ¿Qué le había pasado para que se volviera así? –Natura ¿es que no lo ves? ¿No notas el daño que has causado? –pregunto estupefacto. –Natura esto está mal. –sentencio observándole. Camino un par de pasos hasta quedar a una distancia prudente. La mirada inocente y alegre de Nicolás había sido reemplazada por una mirada afilada, sus manos se apretaban en puños y su mandíbula estaba cerrada con una fuerza increíble.
Aquello era un escenario del terror con el que jamás había pensado que se encontraría, todo el tiempo había fantaseado con el hecho de llegar ahí y encontrarse con otra visión, con Natura enseñando a los niños, con estos corriendo por los verdes campos de la aldea, pero en cambio estaba ahí de pie frente a su mejor amigo, con un montón de cuerpos asesinados a su alrededor, cuerpos que habían pertenecido a su familia, amigos, conocidos. Poco a poco observaba como los cuerpos se convertían en almas finalizando con la vida de los mismos, no había más oportunidades para ellos. Aquella pesadilla tenía que terminar… y ya no había nadie a quien salvar… había llegado demasiado tarde.
En aquellos momentos se preguntaba si el llegar un poco antes habría podido salvar a los suyos, si le echo de no haber desaparecido por tanto tiempo habría podido cambiar las cosas. En aquellos momentos eran demasiadas interrogantes, ninguna repuesta y el suplicio de ver a los suyos muertos era una constante daga a su corazón. Pero el dolor más atinado, el más agudo y que le mantenía ahí congelado sin lanzarse a atacar al asesino… era que se trataba de su mejor amigo, ahí estaba el, observándole como si no hubiera hecho nada malo, ahí estaba ocultando su rabia de su mejor amigo. Él no era el N que recordaba, el chico de la sonrisa amable, el chico curioso que siempre anotaba todo en una libretita, el chico que ayudaba a otros. El N que odiaba la violencia. –N estas matando a los hijos de Gaia. –dijo nuevamente Nico observando las almas color rojo que comenzaban a surcar los campos generando en el chico un enorme dolor que le inundaba los ojos y le hacía sentir que nada más valdría la pena a partir de aquellos momentos.
¿Pero que hizo esta gente? –pregunto y después de que toda la confusión se fue una nueva oleada de adrenalina, odio y coraje comenzó a crecer en él. ¿Qué demonios han hecho para merecer morir ante tus manos de esa forma? –pregunto observándole mientras su manos comenzaban a emanar llamas rojizas, el dolor por el que había tenido que pasar para poder manipular aquella técnica no se comparaba con el que sentía ahora. –N con lo que acaba de pasar…. Dudo poder dejarte con vida. –Y con aquello se lanzó contra su amigo, a una velocidad impresionante. Estaba dispuesto a morir si era necesario, pero sin lugar a dudas asesinaría a N en el proceso.
¿Qué es lo que has hecho? –grito colérico a quien fuera su mejor amigo anteriormente. Pero ahora una especie de odio comenzaba a crecer en su interior. Observo alrededor y sus ojos comenzaron a humedecerse mientras continuaba sintiéndose totalmente confundido… no había parado solo en los adultos, no, el había matado a mujeres, ancianos, niños…. –Mi familia. –dijo finalmente buscando alrededor entre todos los cuerpos que estaban desechos, sintió como su corazón se detuvo un momento y ahí, sobre una pila de cadáveres mas estaba el cuerpo de su madre. –Mamá… -dijo en un susurro y con ira volteo hacia donde se encontraba el responsable de todo aquello. – ¿Qué demonios has hecho? –pregunto en una voz entrecortada antes de escuchar su pregunta – ¿Co-cobarde? – ¿aquella era su voz? Un simple tartamudeo… sentía un nudo en la garganta y tenía demasiadas ganas de ir y golpearlo hasta el cansancio pero aquel era su amigo… ¿Qué le había pasado para que se volviera así? –Natura ¿es que no lo ves? ¿No notas el daño que has causado? –pregunto estupefacto. –Natura esto está mal. –sentencio observándole. Camino un par de pasos hasta quedar a una distancia prudente. La mirada inocente y alegre de Nicolás había sido reemplazada por una mirada afilada, sus manos se apretaban en puños y su mandíbula estaba cerrada con una fuerza increíble.
Aquello era un escenario del terror con el que jamás había pensado que se encontraría, todo el tiempo había fantaseado con el hecho de llegar ahí y encontrarse con otra visión, con Natura enseñando a los niños, con estos corriendo por los verdes campos de la aldea, pero en cambio estaba ahí de pie frente a su mejor amigo, con un montón de cuerpos asesinados a su alrededor, cuerpos que habían pertenecido a su familia, amigos, conocidos. Poco a poco observaba como los cuerpos se convertían en almas finalizando con la vida de los mismos, no había más oportunidades para ellos. Aquella pesadilla tenía que terminar… y ya no había nadie a quien salvar… había llegado demasiado tarde.
En aquellos momentos se preguntaba si el llegar un poco antes habría podido salvar a los suyos, si le echo de no haber desaparecido por tanto tiempo habría podido cambiar las cosas. En aquellos momentos eran demasiadas interrogantes, ninguna repuesta y el suplicio de ver a los suyos muertos era una constante daga a su corazón. Pero el dolor más atinado, el más agudo y que le mantenía ahí congelado sin lanzarse a atacar al asesino… era que se trataba de su mejor amigo, ahí estaba el, observándole como si no hubiera hecho nada malo, ahí estaba ocultando su rabia de su mejor amigo. Él no era el N que recordaba, el chico de la sonrisa amable, el chico curioso que siempre anotaba todo en una libretita, el chico que ayudaba a otros. El N que odiaba la violencia. –N estas matando a los hijos de Gaia. –dijo nuevamente Nico observando las almas color rojo que comenzaban a surcar los campos generando en el chico un enorme dolor que le inundaba los ojos y le hacía sentir que nada más valdría la pena a partir de aquellos momentos.
¿Pero que hizo esta gente? –pregunto y después de que toda la confusión se fue una nueva oleada de adrenalina, odio y coraje comenzó a crecer en él. ¿Qué demonios han hecho para merecer morir ante tus manos de esa forma? –pregunto observándole mientras su manos comenzaban a emanar llamas rojizas, el dolor por el que había tenido que pasar para poder manipular aquella técnica no se comparaba con el que sentía ahora. –N con lo que acaba de pasar…. Dudo poder dejarte con vida. –Y con aquello se lanzó contra su amigo, a una velocidad impresionante. Estaba dispuesto a morir si era necesario, pero sin lugar a dudas asesinaría a N en el proceso.
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Nicolas Green
Re: Come Back Home [Priv. N Armonia]x
El viejo N habría caído de rodillas llorando, se abría abrazado a si mismo temblando mientras rogaba todo fuera una pesadilla, la peor pesadilla que habría tenido jamás. Ver a sus amigos, a su familia caída, las almas saliendo de su cuerpo, hubiera sido suficiente para dejarlo catatónico durante mucho tiempo. El viejo N se abría quebrado… Pero eso ya había pasado, hace ya tiempo, mucho tiempo atrás. Que el viejo N se hubiera quebrado llevo a su muerte, a su extinción, y eso había dado paso al hombre que ahora se alzaba en una tierra manchada de sangre, entre los cuerpos inertes de todas las personas que le habían cuidado y visto crecer.
-Tu eres el que no ve… Todos ellos no han visto, todos se negaban a ver…-Susurro con dolor, con cansancio, una voz que debería permanecer a alguien muchos años más anciano, que hubiera sufrido mucho en su vida. Sus puños estaban apretados, mientras veía con dolor los cuerpos caídos en la aldea, sus almas volando por el cielo. Pero no se estaban enterrando en la tierra o desapareciendo como hacían las almas de los humanos comunes, no. Esa aldea era diferente, tenían otra manera de celebrar a sus muertos. Todos provenían del Gaia, y todos volverían a ella. Las almas frotaron en el aire y, lentamente, empezaron a ser atraídas al enorme árbol en el centro de todo, aquella figura que era el centro de toda su aldea, el símbolo de su anterior perpetuidad, las almas fusionándose con su tronco, el poder mágico que emanaba del árbol reforzándose, vitalizando más toda la tierra que les rodeaba.-Y claro que está mal… Pero es un mal necesario…-
La voz de N era casi un susurro cuando lo dijo, mirando sus propias manos llenas de sangre, sus ojos doloridos unos instantes, notándose la profunda culpa y dolor en su alma, para luego solo ser remplazada por una ira profunda, un odio tan claro que era obvio. Sus ojos volvieron a Nico, toda su atención en él, mirando como había crecido luego de todos esos años. Podía notar en su ser alguien más fuerte y maduro, los años debían de haberlo forjado tal como hicieron con él, pero el cambio en Nico era mucho más marcado, podía verlo en sus ojos afilados y decididos, en su expresión madura, con los rastros del dolor aun presentes en algunas de sus facciones, el conociéndolos tan bien.-No, no es asi Nicolas…-Susurro ante su acusación de matar a los hijos de Gaia. Su mano se movió y los arboles empezaron a reaccionar ante ello, el valle respondiendo a su voluntad.
-¿Qué han hecho? Nicolas… Aun no lo comprendes… Todos ellos, yo mismo, incluso tu…-Susurro mirándolo, las llamas rojizas en sus manos le sorprendieron, aquello no era un poder propio de su aldea, el poder de destruir no tenían nada que ver con los druidas… Pero Nicolas no era el único que se había apartado del camino de los druidas en esos años.-Todos nos hemos negado a ver… Eso fue lo que hicieron Nicolas… Yo no estoy matando a los hijos de Gaia…-
Cientos… Miles eran las plantas que se cultivaban en aquel valle. Esa tierra tal vez pudiera ser la más fértil del mundo, posiblemente gracias al gigantesco árbol que se alzaba cientos de metros a la espalda de N. Ese árbol había recibido las almas de los muertos de la aldea por cientos de años, de animales y criaturas mágicas. Todos se las ofrecían como parte del círculo de Gaia. En cambio, el árbol emanaba su poder, fortalecía al valle, su tierra más prospera, sus animales más vivaces y fuertes, las vidas más largas en aquel Edén de la naturaleza. Aquello era prácticamente el jardín del edén, donde no había ningún mal, donde todo era paz.-Los hijos de Gaia la están dejando morir, Nicolas…-Y en ese momento un infierno verde se desato.
Las plantas se alzaron por cientos, miles de espinos de rosas naciendo desde el suelo como una explosión, rodeando por varios metros a Nico, tratando de clavarse en su piel, atravesarle y enredarse sobre él.-¡Por qué crees que este valle es tan prospero!-Le grito mientras veía las llamas rojizas cernirse sobre él. De un salto se hizo a un lado, mientras alzaba un muro de raíces entrelazadas para protegerse de cualquier otro ataque.-El anciano era el brujo más poderoso que jamás conocí… He viajado por todo el mundo y te lo puedo asegurar… Como el, no existen casi brujos capaces de igualar su poder…-
-Y aun asi… ¡Se escondía aquí!-Grito furico, para que de repente cientos de ratones de campo empezaran a salir de huecos de la tierra y se empezaran a dirigir en contra de Nicolas, escalando sobre las enredaderas espinosas que había creado desde el suelo. Estos se dirigían a Nico, a rasguñar, morder, golpea. Aquellos ratones mostraban su piel de una aura verdosa, su velocidad mucho mayor a la normal, moviéndose como una catarata-¡La aldea es una mentira Nicolas! ¡¿Acaso no lo vez?!
-Tu eres el que no ve… Todos ellos no han visto, todos se negaban a ver…-Susurro con dolor, con cansancio, una voz que debería permanecer a alguien muchos años más anciano, que hubiera sufrido mucho en su vida. Sus puños estaban apretados, mientras veía con dolor los cuerpos caídos en la aldea, sus almas volando por el cielo. Pero no se estaban enterrando en la tierra o desapareciendo como hacían las almas de los humanos comunes, no. Esa aldea era diferente, tenían otra manera de celebrar a sus muertos. Todos provenían del Gaia, y todos volverían a ella. Las almas frotaron en el aire y, lentamente, empezaron a ser atraídas al enorme árbol en el centro de todo, aquella figura que era el centro de toda su aldea, el símbolo de su anterior perpetuidad, las almas fusionándose con su tronco, el poder mágico que emanaba del árbol reforzándose, vitalizando más toda la tierra que les rodeaba.-Y claro que está mal… Pero es un mal necesario…-
La voz de N era casi un susurro cuando lo dijo, mirando sus propias manos llenas de sangre, sus ojos doloridos unos instantes, notándose la profunda culpa y dolor en su alma, para luego solo ser remplazada por una ira profunda, un odio tan claro que era obvio. Sus ojos volvieron a Nico, toda su atención en él, mirando como había crecido luego de todos esos años. Podía notar en su ser alguien más fuerte y maduro, los años debían de haberlo forjado tal como hicieron con él, pero el cambio en Nico era mucho más marcado, podía verlo en sus ojos afilados y decididos, en su expresión madura, con los rastros del dolor aun presentes en algunas de sus facciones, el conociéndolos tan bien.-No, no es asi Nicolas…-Susurro ante su acusación de matar a los hijos de Gaia. Su mano se movió y los arboles empezaron a reaccionar ante ello, el valle respondiendo a su voluntad.
-¿Qué han hecho? Nicolas… Aun no lo comprendes… Todos ellos, yo mismo, incluso tu…-Susurro mirándolo, las llamas rojizas en sus manos le sorprendieron, aquello no era un poder propio de su aldea, el poder de destruir no tenían nada que ver con los druidas… Pero Nicolas no era el único que se había apartado del camino de los druidas en esos años.-Todos nos hemos negado a ver… Eso fue lo que hicieron Nicolas… Yo no estoy matando a los hijos de Gaia…-
Cientos… Miles eran las plantas que se cultivaban en aquel valle. Esa tierra tal vez pudiera ser la más fértil del mundo, posiblemente gracias al gigantesco árbol que se alzaba cientos de metros a la espalda de N. Ese árbol había recibido las almas de los muertos de la aldea por cientos de años, de animales y criaturas mágicas. Todos se las ofrecían como parte del círculo de Gaia. En cambio, el árbol emanaba su poder, fortalecía al valle, su tierra más prospera, sus animales más vivaces y fuertes, las vidas más largas en aquel Edén de la naturaleza. Aquello era prácticamente el jardín del edén, donde no había ningún mal, donde todo era paz.-Los hijos de Gaia la están dejando morir, Nicolas…-Y en ese momento un infierno verde se desato.
Las plantas se alzaron por cientos, miles de espinos de rosas naciendo desde el suelo como una explosión, rodeando por varios metros a Nico, tratando de clavarse en su piel, atravesarle y enredarse sobre él.-¡Por qué crees que este valle es tan prospero!-Le grito mientras veía las llamas rojizas cernirse sobre él. De un salto se hizo a un lado, mientras alzaba un muro de raíces entrelazadas para protegerse de cualquier otro ataque.-El anciano era el brujo más poderoso que jamás conocí… He viajado por todo el mundo y te lo puedo asegurar… Como el, no existen casi brujos capaces de igualar su poder…-
-Y aun asi… ¡Se escondía aquí!-Grito furico, para que de repente cientos de ratones de campo empezaran a salir de huecos de la tierra y se empezaran a dirigir en contra de Nicolas, escalando sobre las enredaderas espinosas que había creado desde el suelo. Estos se dirigían a Nico, a rasguñar, morder, golpea. Aquellos ratones mostraban su piel de una aura verdosa, su velocidad mucho mayor a la normal, moviéndose como una catarata-¡La aldea es una mentira Nicolas! ¡¿Acaso no lo vez?!
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N Armonia
Re: Come Back Home [Priv. N Armonia]x
¿Qué significaban esas palabras? ¿Qué es lo que no veía? ¿Qué es lo que había enloquecido a Natura? … Enloquecido, fue ahí cuando Nico lo noto, Natura se había vuelto loco, ¿acaso había consumido almas? ¿Por qué estaba así? – ¿Natura, que es lo que estás haciendo? –pregunto aun sorprendido de la actitud que el peliverde estaba tomando, no lo entendía, él no era Natura, él no era su mejor amigo. –Natura estás loco, no eres el mismo. –Comento mirándole fijamente, mientras los cuerpos a su alrededor continuaba desapareciendo y tomando aquella forma circular de color azul, para después ser absorbidas por el árbol que seguía alimentando las tierras de la aldea, aldea que Natura había destruido. Aquel lugar ya no era más un hogar para Nicolás, no era más un hogar para nadie.
¡Pero que sandeces dices! ¿Te estas escuchando? –pregunto mientras la ira seguía fluyendo en sus ojos esmeralda, los cuales brillaban con rencor. Aquel ya no era su mejor amigo, su héroe de la infancia, no, aquel era un vil brujo como todos los demás. Al parecer su modo curioso de ser le había afectado más de lo que imaginaba que podría hacer. Al parecer ya no podría regresar jamás a lo que había sido, aquellos días risueños se habían perdido en el lienzo del pasado, y ahora ambos estaban ahí, a punto de enfrentarse de una forma directa, y a muerte. –Natura, los has asesinado a todos. Ellos no merecían eso por tu propio egoísmo. –comento demasiado enfurecido como para siquiera pensar en sus palabras. Natura lo había arruinado todo. Pero al escuchar sus palabras entendió un poco la lógica de su amigo, aun así no compartía la idea del mismo. –No Natura, las cosas no son así, Gaia está siendo asesinada, es cierto, pero eso no significa que ellos lo estén permitiendo, tú los has visto, tú has vivido en el mundo humano, habitaste con ellos, la gente de ahí es impertinente, insensible y se asesinan entre ellos, luchan por poder, ellos son los que verdaderamente la están dejando morir y aun así no merecen ser asesinados debido a su falta de conciencia. No necesitamos ir a la guerra para salvar nuestro planeta. Solo necesitaban de un líder, un líder que les mostrara como ayudar a salvarlo sin pelear. Y N tu no fuiste ese líder para ellos.
Cuando todas esas plantas se elevaron con la única intención de atacar a Nico, este sintió un remordimiento por lo que tendría que hacer. Las llamas de sus manos comenzaron a agrandarse cubriendo sus brazos, atrapando la maleza entre sus brazos las cuales comenzaron a arder al momento de una forma hermosa, creando un singular aroma, el aroma de las rosas invadió el campo mientras Nico se deshacía de las llamas y ponía sus palmas en el suelo generando una especie de implosión dentro del suelo que elevo las tierras en dirección a Natura abriendo grandes cráteres y finalmente levantándose puntas gigantes echas del mineral de hierro de la tierra que salían como púas metálicas. –El anciano buscaba la paz, él quería que sus hijos vivieran, ¡Él quería que tú vivieras! –Grito enfurecido mientras comenzaba a avanzar en dirección a N, de su bolcillo saco una pequeña semilla que arrojo contra los muros de N, un gran muro de plantas carnívoras se levantaron y comenzaron a arrancar la maleza. –No uses a los animales para atacarme Natura, no tengo intención de lastimar a otro ser vivo que no seas tú. –grito fuerte y claro mientras tocaba nuevamente la tierra buscando las raíces y las hacia crecer y fortalecerse creando un mostro de madera detrás suyo, un montón de picos apuntando directamente a donde Natura se encontraba.
En esta pelea no tiene por qué morir más criaturas inocentes, solo el monstro en el que te has convertido, aquella bestia que asesino a mi mejor amigo, solo él debe de morir. –Finalizo, lanzando su ataque directamente hacia el sin compasión alguna, su pose incluso, con los brazos cruzados mientras todas las raíces se unían para hacer un taladro gigante dispuesto a destruir todo a su paso, y Nicolás con una expresión llena de resentimiento.
¡Pero que sandeces dices! ¿Te estas escuchando? –pregunto mientras la ira seguía fluyendo en sus ojos esmeralda, los cuales brillaban con rencor. Aquel ya no era su mejor amigo, su héroe de la infancia, no, aquel era un vil brujo como todos los demás. Al parecer su modo curioso de ser le había afectado más de lo que imaginaba que podría hacer. Al parecer ya no podría regresar jamás a lo que había sido, aquellos días risueños se habían perdido en el lienzo del pasado, y ahora ambos estaban ahí, a punto de enfrentarse de una forma directa, y a muerte. –Natura, los has asesinado a todos. Ellos no merecían eso por tu propio egoísmo. –comento demasiado enfurecido como para siquiera pensar en sus palabras. Natura lo había arruinado todo. Pero al escuchar sus palabras entendió un poco la lógica de su amigo, aun así no compartía la idea del mismo. –No Natura, las cosas no son así, Gaia está siendo asesinada, es cierto, pero eso no significa que ellos lo estén permitiendo, tú los has visto, tú has vivido en el mundo humano, habitaste con ellos, la gente de ahí es impertinente, insensible y se asesinan entre ellos, luchan por poder, ellos son los que verdaderamente la están dejando morir y aun así no merecen ser asesinados debido a su falta de conciencia. No necesitamos ir a la guerra para salvar nuestro planeta. Solo necesitaban de un líder, un líder que les mostrara como ayudar a salvarlo sin pelear. Y N tu no fuiste ese líder para ellos.
Cuando todas esas plantas se elevaron con la única intención de atacar a Nico, este sintió un remordimiento por lo que tendría que hacer. Las llamas de sus manos comenzaron a agrandarse cubriendo sus brazos, atrapando la maleza entre sus brazos las cuales comenzaron a arder al momento de una forma hermosa, creando un singular aroma, el aroma de las rosas invadió el campo mientras Nico se deshacía de las llamas y ponía sus palmas en el suelo generando una especie de implosión dentro del suelo que elevo las tierras en dirección a Natura abriendo grandes cráteres y finalmente levantándose puntas gigantes echas del mineral de hierro de la tierra que salían como púas metálicas. –El anciano buscaba la paz, él quería que sus hijos vivieran, ¡Él quería que tú vivieras! –Grito enfurecido mientras comenzaba a avanzar en dirección a N, de su bolcillo saco una pequeña semilla que arrojo contra los muros de N, un gran muro de plantas carnívoras se levantaron y comenzaron a arrancar la maleza. –No uses a los animales para atacarme Natura, no tengo intención de lastimar a otro ser vivo que no seas tú. –grito fuerte y claro mientras tocaba nuevamente la tierra buscando las raíces y las hacia crecer y fortalecerse creando un mostro de madera detrás suyo, un montón de picos apuntando directamente a donde Natura se encontraba.
En esta pelea no tiene por qué morir más criaturas inocentes, solo el monstro en el que te has convertido, aquella bestia que asesino a mi mejor amigo, solo él debe de morir. –Finalizo, lanzando su ataque directamente hacia el sin compasión alguna, su pose incluso, con los brazos cruzados mientras todas las raíces se unían para hacer un taladro gigante dispuesto a destruir todo a su paso, y Nicolás con una expresión llena de resentimiento.
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Nicolas Green
Re: Come Back Home [Priv. N Armonia]x
-¿Mi egoísmo? ¡¿Me llamas a mi egoísta cuando ellos le dan la espalda al mundo?!-Le grito con furia, cruzándose de brazos, sus ojos brillaron de un verde intenso. Cada gramo de su magia sería necesario en esto, lo notaba, lo presentía. Su fuerza no estaba tan mermada, los aldeanos no estaban acostumbrados a la pelea ni a los combates, asi que no había requerido casi de su magia para eliminarlos a todos, al menos no una vez que había usado su as en la manga antes de la llegada de Nicolas. Ahora mismo lo guardaba de nuevo, era un último recurso, mientras dependía de su magia natural y de la energía de la tierra. Nicolas era un mago de tierra más que de naturaleza, él tenía un poder más contundente y consistente, pero N tenia mayor ventaja en esa área, donde la naturaleza era fuerte, siéndole más fácil usar su magia.
-Les pedí su ayuda, les pedí dejaran de encerrarse en esta maldita mentira Nicolas. Quería que salieran de aquí, que usaran su poder para el mundo, que dejáramos de ocultarnos y que ayudáramos a la madre Gaia directamente. Les pedí su ayuda para que revitalizáramos la tierra, asi fuera un peligro que el consejo de brujas nos tratase de cazar por nuestra vieja traición, asi fuera que pudiéramos entrar en combate con las fuerzas de Shibusen. ¡¡Pero todos ellos tenían miedo!! ¡¡Todos eran unos cobardes!!-Grito con furia, a Nicolas, a los restos de su aldea, a los cuerpos muertos tirados por la aldea, que desaparecían por minutos y se volvían almas violáceas que volaban hasta el árbol de Gea, a algunos cientos de metros al interior de su aldea.
El ver las llamas rojizas nacer de su cuerpo el sorprendía sin duda. Esa no era la magia de un druida, esa era una magia única, creada a partir de algo dentro de Nicolas. Siempre había sabido que su esencia era diferente a la de un druida normal, muy seguramente gracias a la sangre que corría de sus venas por sus padres, quienes no tenían tanto tiempo ni estirpe en la aldea. N era lo contrario, su registro familiar se extendía por generaciones en la aldea, cientos de años, siendo la magia de N por completo influenciada por aquel lugar.-¿Tu usas la magia que destruye a los bosques y las selvas, y tienes cara de decir yo estoy mal?-Le gruño, antes de volver su mente a la batalla.
Tuvo que dar un gran salto mientras evitaba la tierra levantarse con fuerza contra él. Una de las ramas de los arboles cercanos se extendió y creció para que él se apoyara libremente, desde ahí otra más y continuaron hasta que estaba en la cima de un árbol de casi 10 metros de altura. El entrenamiento de Shibusen se mostraba en esos instantes en su cuerpo, antes un joven atlético en medida normal, algo debilucho que dependía bastante de su cerebro y de su magia. Pero en esos instantes era alguien entrenado, con un cuerpo fuerte y resistente. Desde lo alto extendió sus manos, haciendo unos pocos movimientos con ella
-¡El anciano buscaba su paz! No se atrevía a dar la cara al mundo, por miedo al consejo-Extendió las manos de nuevo y desde el suelo crecieron flores gigantes que se enrollaban alrededor del taladro de Nicolas. Al contacto las flores eran destruidas pero liberaban un líquido poderoso desde sus botones y pétalos, mismo que empezaba a corroer la madera de las raíces que formaban el taladro, hasta dejarlo lleno de agujeros y mermándolo. N se volvió una vez más un zorro y se lanzó hacia el ya casi destrozado taladro, con sus garras destrozo a golpes la madera hasta volverlos astillas. Una vez en el suelo se transformo de nuevo-Por eso se ocultó aquí, por eso creo la aldea, por seguridad y por su cobardía. ¡Cuando le rogué que volviéramos al mundo se negó por miedo, era un cobarde!-
Volvió a extender la mano y debajo de Nicolas se extendieron enormes pétalos blanquecinos de centro rojizo. Una flor gigante se formó debajo suyo y los pistones de su centro agarraron sus brazos y piernas, para que luego la flor se cerrara con fuerza engulléndolo. Del interior de los pétalos el mismo líquido que había corroído anteriormente su taladro, dispuesto a derretir a Nicolas también.-¡Que sus almas sean las que ayuden a salvar la tierra alimentando a Gaia, asi como lo hará la tuya!
-Les pedí su ayuda, les pedí dejaran de encerrarse en esta maldita mentira Nicolas. Quería que salieran de aquí, que usaran su poder para el mundo, que dejáramos de ocultarnos y que ayudáramos a la madre Gaia directamente. Les pedí su ayuda para que revitalizáramos la tierra, asi fuera un peligro que el consejo de brujas nos tratase de cazar por nuestra vieja traición, asi fuera que pudiéramos entrar en combate con las fuerzas de Shibusen. ¡¡Pero todos ellos tenían miedo!! ¡¡Todos eran unos cobardes!!-Grito con furia, a Nicolas, a los restos de su aldea, a los cuerpos muertos tirados por la aldea, que desaparecían por minutos y se volvían almas violáceas que volaban hasta el árbol de Gea, a algunos cientos de metros al interior de su aldea.
El ver las llamas rojizas nacer de su cuerpo el sorprendía sin duda. Esa no era la magia de un druida, esa era una magia única, creada a partir de algo dentro de Nicolas. Siempre había sabido que su esencia era diferente a la de un druida normal, muy seguramente gracias a la sangre que corría de sus venas por sus padres, quienes no tenían tanto tiempo ni estirpe en la aldea. N era lo contrario, su registro familiar se extendía por generaciones en la aldea, cientos de años, siendo la magia de N por completo influenciada por aquel lugar.-¿Tu usas la magia que destruye a los bosques y las selvas, y tienes cara de decir yo estoy mal?-Le gruño, antes de volver su mente a la batalla.
Tuvo que dar un gran salto mientras evitaba la tierra levantarse con fuerza contra él. Una de las ramas de los arboles cercanos se extendió y creció para que él se apoyara libremente, desde ahí otra más y continuaron hasta que estaba en la cima de un árbol de casi 10 metros de altura. El entrenamiento de Shibusen se mostraba en esos instantes en su cuerpo, antes un joven atlético en medida normal, algo debilucho que dependía bastante de su cerebro y de su magia. Pero en esos instantes era alguien entrenado, con un cuerpo fuerte y resistente. Desde lo alto extendió sus manos, haciendo unos pocos movimientos con ella
-¡El anciano buscaba su paz! No se atrevía a dar la cara al mundo, por miedo al consejo-Extendió las manos de nuevo y desde el suelo crecieron flores gigantes que se enrollaban alrededor del taladro de Nicolas. Al contacto las flores eran destruidas pero liberaban un líquido poderoso desde sus botones y pétalos, mismo que empezaba a corroer la madera de las raíces que formaban el taladro, hasta dejarlo lleno de agujeros y mermándolo. N se volvió una vez más un zorro y se lanzó hacia el ya casi destrozado taladro, con sus garras destrozo a golpes la madera hasta volverlos astillas. Una vez en el suelo se transformo de nuevo-Por eso se ocultó aquí, por eso creo la aldea, por seguridad y por su cobardía. ¡Cuando le rogué que volviéramos al mundo se negó por miedo, era un cobarde!-
Volvió a extender la mano y debajo de Nicolas se extendieron enormes pétalos blanquecinos de centro rojizo. Una flor gigante se formó debajo suyo y los pistones de su centro agarraron sus brazos y piernas, para que luego la flor se cerrara con fuerza engulléndolo. Del interior de los pétalos el mismo líquido que había corroído anteriormente su taladro, dispuesto a derretir a Nicolas también.-¡Que sus almas sean las que ayuden a salvar la tierra alimentando a Gaia, asi como lo hará la tuya!
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N Armonia
Re: Come Back Home [Priv. N Armonia]x
Cada palabra que N decía, hacía que Nicolás se sintiera más y más rencoroso y al mismo tiempo se sentía mal… ¿Debió de estar ahí en lugar de lamentándose? –N, todos ellos tenían familia, era claro que no combatirían así nada más. –grito, su voz se había puesto ronca, sentía un extraño nudo en la garganta y sentía miedo, pero su amigo ya no lo podía ayudar como en el pasado, su amigo ya no tenían nada de lo que antes hubiera sido. –Es cierto. –comento mirando las flamas en sus manos. –Es cierto que mi magia es destructora de la naturaleza, pero también es cierto que es el elemento perfecto para combatirte. –grito con fuerza mientras observaba como aquellas plantas comenzaban a envolverlo. Claramente aquel acido sería una tumba para cualquiera, y lo habría convertido en simple abono para la tierra y alimento para el árbol. Pero Nicolás no tenía intención de morir, no aun, no ahí. Su cuerpo comenzó a temblar y sintió como sus manos se calentaban hasta que el fuego comenzó a envolver el cuerpo de Nico, el ácido de N al tocar con las llamas de Nico explosionaron creando una gran explosión de la cual salió Nico con las ropas desechas pero casi sin daño alguno.
Nunca fui el mejor como druida. –comento suspirando mientras las llamas de sus manos comenzaban a tomar lugar por todo su cuerpo y Nico estaba como si nada. –Pero siempre fui bueno destruyendo cosas. –comento recordando el tiempo donde había escuchado junto con N como algunos aldeanos decían que el pequeño Nico podía ser un problema, en aquel tiempo había recordado que su hermano huyo de la aldea después de incendiar algunas cosas, la gente sentía miedo de Nico debido a que podía volverse un mago pirómano como su hermano, pero eso jamás había pasado, y siempre había tenido el apoyo de su amigo para esas ocasiones. Y ahora el mismo era quien se lo echaba en cara.
Suspiro caliente y observo como el fuego se había echo presente en el césped de aquel bello campo, como las llamas que habían volado de la explosión comenzaban a caer sobre diferentes plantas comenzando a consumir con todo a su paso. –No. –dijo observando a N, sus ojos estaba sin sentimientos en aquel momento, su vida había corrido peligro real, ahora notaba como su amigo estaba de verdad tratando de asesinarle. No aquel ya no era su amigo, era un enemigo, uno a quien debía de vencer en aquel mismo momento. Porque su sola existencia era más peligrosa que ninguna otra. –Mi alma aun no alimentara a Gaia… la tuya sí. –y dicho esto tomo su forma animal comenzando a correr hacia N, mientras inflaba el pecho y comenzaba a disparar fuego en su contra. Ya le daba igual si la aldea terminaba destruida, después la arreglaría el mismo. Pero en aquellos momentos debía parar al peliverde, corrió a una gran velocidad, una que ni el mismo pudo comprender de donde salía tanta energía. Dio un salto rápido tomando nuevamente su forma humana y con su puño envuelto en llamas golpeo con fuerza contra el muro que N había levantado atravesándolo llegando hasta el chico. Al momento de golpear el suelo, las arenas se levantaron y de estas un montón de cadenas comenzaron a formarse en las piernas de N atrapándolo.
Sus manos se movían como si tuvieran espasmos, el fuego comenzaba a rodearlas poco a poco mientras ponía sus ojos en N. –Estas mal, tu lógica aunque clara… es malvada. No eres tan diferente a un huevo de kishin o un brujo como los que no queríamos ser. –comenta observando a N y golpeando su rostro con fuerza y con las manos aun envueltas en aquel fuego que comenzaba a volverse verdoso. Aquel ya o era su amigo, así que no tenía por qué cuidarse de no lastimarlo, de echo en aquellos momentos quería asesinarlo con todo su corazón. Junto ambas manos y se colocó en posición dispuesto a impactar con el estómago de N. quería golpearlo lo suficiente como para que sufriera un poco por la muerte de aquellos a quienes al parecer había matado sin sentir absolutamente nada. – ¿Tu mataste al anciano? –pregunto finalmente sintiéndose débil de repente. Había escuchado que antes de que N tomara el trono el anciano había muerto de forma sospechosa, pero debido a que no querían perturbar la memoria del mismo, nadie se había atrevido a hacerle alguna autopsia al cuerpo. Solo lo habían dejado descansar en paz. Pero ahora aquello le resultan extraño y una corazonada le decía que N era el responsable directo.
Nunca fui el mejor como druida. –comento suspirando mientras las llamas de sus manos comenzaban a tomar lugar por todo su cuerpo y Nico estaba como si nada. –Pero siempre fui bueno destruyendo cosas. –comento recordando el tiempo donde había escuchado junto con N como algunos aldeanos decían que el pequeño Nico podía ser un problema, en aquel tiempo había recordado que su hermano huyo de la aldea después de incendiar algunas cosas, la gente sentía miedo de Nico debido a que podía volverse un mago pirómano como su hermano, pero eso jamás había pasado, y siempre había tenido el apoyo de su amigo para esas ocasiones. Y ahora el mismo era quien se lo echaba en cara.
Suspiro caliente y observo como el fuego se había echo presente en el césped de aquel bello campo, como las llamas que habían volado de la explosión comenzaban a caer sobre diferentes plantas comenzando a consumir con todo a su paso. –No. –dijo observando a N, sus ojos estaba sin sentimientos en aquel momento, su vida había corrido peligro real, ahora notaba como su amigo estaba de verdad tratando de asesinarle. No aquel ya no era su amigo, era un enemigo, uno a quien debía de vencer en aquel mismo momento. Porque su sola existencia era más peligrosa que ninguna otra. –Mi alma aun no alimentara a Gaia… la tuya sí. –y dicho esto tomo su forma animal comenzando a correr hacia N, mientras inflaba el pecho y comenzaba a disparar fuego en su contra. Ya le daba igual si la aldea terminaba destruida, después la arreglaría el mismo. Pero en aquellos momentos debía parar al peliverde, corrió a una gran velocidad, una que ni el mismo pudo comprender de donde salía tanta energía. Dio un salto rápido tomando nuevamente su forma humana y con su puño envuelto en llamas golpeo con fuerza contra el muro que N había levantado atravesándolo llegando hasta el chico. Al momento de golpear el suelo, las arenas se levantaron y de estas un montón de cadenas comenzaron a formarse en las piernas de N atrapándolo.
Sus manos se movían como si tuvieran espasmos, el fuego comenzaba a rodearlas poco a poco mientras ponía sus ojos en N. –Estas mal, tu lógica aunque clara… es malvada. No eres tan diferente a un huevo de kishin o un brujo como los que no queríamos ser. –comenta observando a N y golpeando su rostro con fuerza y con las manos aun envueltas en aquel fuego que comenzaba a volverse verdoso. Aquel ya o era su amigo, así que no tenía por qué cuidarse de no lastimarlo, de echo en aquellos momentos quería asesinarlo con todo su corazón. Junto ambas manos y se colocó en posición dispuesto a impactar con el estómago de N. quería golpearlo lo suficiente como para que sufriera un poco por la muerte de aquellos a quienes al parecer había matado sin sentir absolutamente nada. – ¿Tu mataste al anciano? –pregunto finalmente sintiéndose débil de repente. Había escuchado que antes de que N tomara el trono el anciano había muerto de forma sospechosa, pero debido a que no querían perturbar la memoria del mismo, nadie se había atrevido a hacerle alguna autopsia al cuerpo. Solo lo habían dejado descansar en paz. Pero ahora aquello le resultan extraño y una corazonada le decía que N era el responsable directo.
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Nicolas Green
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