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Cold Blue Eyes [Priv. Sasha]
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Cold Blue Eyes [Priv. Sasha]
Era temprano por la mañana cuando el recientemente llegado Mack había decidido visitarlo. Un reencuentro esperado por él como casi ningún otro. Finalmente, luego de tanto tiempo, podía volver a verle. Y por eso ahora se encontraba admirándole en toda su gloria. Sus ojos de una oscura tonalidad azul parecían brillar con emoción anticipada. Su corazón latiendo a un ritmo un poco más acelerado de lo habitual. El sol se alzaba en lo alto del cielo, soltando risotadas mientras parecía ver a su vez al joven graduado de Shibusen con su habitual sonrisa, como si de cierta forma estuviera compartiendo la alegría de el de casual vestimenta, apenas una camisa blanca, corbata y ropa de vestir que acompañaba.
Había pasado poco más de un año, si sus cálculos no le fallaban. El local de simple imagen pero notable reputación se alzaba frente a él, sus amplios ventanales invitándole al interior. Si no se equivocaba, aquel lugar había sido uno de los últimos en visitar antes de que comenzara a perder toda su cordura y decidiera irse de la ciudad. Pero ahora estaba de regreso, y la cafetería seguía ahí. Leyó el título que se alzaba en lo alto del pequeño edificio, “Deathbucks Coffee”, por tercera vez en aquel día, en aquel par de minutos que se había quedado allí parado simplemente admirando el lugar.
Pero, ¿por qué tanta fascinación con un lugar así? Bueno, no era ningún secreto que desde pequeño Mack había encontrado cierto placer en la bebida que daba nombre a aquella clase de establecimientos. Prácticamente era un fanático, casi adicto, del café, y cuando había llegado a Shibusen por primera vez no tardó demasiado en pisar aquel local que ahora tenía frente a él. Y rápidamente se había vuelto un cliente predilecto, conocido por todos los empleados. Lo visitaba sin falta dos veces al día, por la mañana y tarde. Ciertamente, en aquel lugar había probado el mejor café de toda su vida y ese hecho no había cambiado con el pasar del tiempo.
… Así que por fin se decidió a entrar. Tomó un poco de aire antes de liberar el mismo en un pequeño suspiro, y abrió las puertas cristalizadas para dar el primer paso a su tan ansiado reencuentro. Aquello lo había buscado tanto como a las personas por las que había decidido volver. Bueno, exageraba, tal vez no tanto, pero aún así era un momento especial para él.
El delicioso aroma a granos de café y frutales postres le golpearon en una gustosa sensación de felicidad. Cerró los ojos disfrutando del momento, su rostro impasible, sin mostrar sonrisa alguna pero aún así denotando la tranquilidad de un hombre que había logrado tocar el cielo con las manos. Volvió a abrirlos con lentitud antes de comenzar a avanzar de nuevo, recorriendo hasta el más mínimo detalle del interior. Nada había cambiado.
Finalmente, sus ojos se devolvieron a una de las mesas. Aquella mesa algo apartada de las demás, pero que aún así conservaba una vista privilegiada tanto al interior del local como al exterior. Desde su primera vez hasta el último de sus días en la ciudad aquel lugar había sido su favorito y por ello los meseros habían tomado el detalle de reservárselo...
… Y su lugar favorito ahora estaba ocupado. Sus cejas se alzaron sólo un poco y sus ojos comenzaron a destellar con curiosidad, comenzando a avanzar hacia dicha zona del local, sólo deteniéndose para dejar paso a una de las meseras que atendía, antes de continuar. La mesa estaba sólo ocupada por una persona, así que la silla frente a la misma estaba libre. -Buenos días,- Saludó con tranquilidad, su mano posándose sobre el respaldo de la silla libre para correrla y hacerse lugar. -¿Podría permitirme el honor de compartir esta mesa con usted?- Y sonrió. Una pequeña sonrisa, de las habituales que solía dibujar en su rostro, antes de sentarse sin esperar realmente una respuesta por parte de la mujer que había llegado primero. Y fue entonces que sus ojos finalmente se cruzaron con los de la otra persona. Azul chocó contra azul. Diferentes tonalidades, sin embargo, pues mientras los ojos del chico poseían una tonalidad oscura, como si de una noche tormentosa sobre el mar se tratara, los zafiros de la fémina que se sentaba frente a él eran de un tono mucho más llamativo y atractivo, brillantes e intensos. Un contraste tal como el día y la noche, prácticamente.
Sí, ahora se podía decir que la atención y curiosidad del chico se habían fijado en otra cosa que no fuera su amado café.
Había pasado poco más de un año, si sus cálculos no le fallaban. El local de simple imagen pero notable reputación se alzaba frente a él, sus amplios ventanales invitándole al interior. Si no se equivocaba, aquel lugar había sido uno de los últimos en visitar antes de que comenzara a perder toda su cordura y decidiera irse de la ciudad. Pero ahora estaba de regreso, y la cafetería seguía ahí. Leyó el título que se alzaba en lo alto del pequeño edificio, “Deathbucks Coffee”, por tercera vez en aquel día, en aquel par de minutos que se había quedado allí parado simplemente admirando el lugar.
Pero, ¿por qué tanta fascinación con un lugar así? Bueno, no era ningún secreto que desde pequeño Mack había encontrado cierto placer en la bebida que daba nombre a aquella clase de establecimientos. Prácticamente era un fanático, casi adicto, del café, y cuando había llegado a Shibusen por primera vez no tardó demasiado en pisar aquel local que ahora tenía frente a él. Y rápidamente se había vuelto un cliente predilecto, conocido por todos los empleados. Lo visitaba sin falta dos veces al día, por la mañana y tarde. Ciertamente, en aquel lugar había probado el mejor café de toda su vida y ese hecho no había cambiado con el pasar del tiempo.
… Así que por fin se decidió a entrar. Tomó un poco de aire antes de liberar el mismo en un pequeño suspiro, y abrió las puertas cristalizadas para dar el primer paso a su tan ansiado reencuentro. Aquello lo había buscado tanto como a las personas por las que había decidido volver. Bueno, exageraba, tal vez no tanto, pero aún así era un momento especial para él.
El delicioso aroma a granos de café y frutales postres le golpearon en una gustosa sensación de felicidad. Cerró los ojos disfrutando del momento, su rostro impasible, sin mostrar sonrisa alguna pero aún así denotando la tranquilidad de un hombre que había logrado tocar el cielo con las manos. Volvió a abrirlos con lentitud antes de comenzar a avanzar de nuevo, recorriendo hasta el más mínimo detalle del interior. Nada había cambiado.
Finalmente, sus ojos se devolvieron a una de las mesas. Aquella mesa algo apartada de las demás, pero que aún así conservaba una vista privilegiada tanto al interior del local como al exterior. Desde su primera vez hasta el último de sus días en la ciudad aquel lugar había sido su favorito y por ello los meseros habían tomado el detalle de reservárselo...
… Y su lugar favorito ahora estaba ocupado. Sus cejas se alzaron sólo un poco y sus ojos comenzaron a destellar con curiosidad, comenzando a avanzar hacia dicha zona del local, sólo deteniéndose para dejar paso a una de las meseras que atendía, antes de continuar. La mesa estaba sólo ocupada por una persona, así que la silla frente a la misma estaba libre. -Buenos días,- Saludó con tranquilidad, su mano posándose sobre el respaldo de la silla libre para correrla y hacerse lugar. -¿Podría permitirme el honor de compartir esta mesa con usted?- Y sonrió. Una pequeña sonrisa, de las habituales que solía dibujar en su rostro, antes de sentarse sin esperar realmente una respuesta por parte de la mujer que había llegado primero. Y fue entonces que sus ojos finalmente se cruzaron con los de la otra persona. Azul chocó contra azul. Diferentes tonalidades, sin embargo, pues mientras los ojos del chico poseían una tonalidad oscura, como si de una noche tormentosa sobre el mar se tratara, los zafiros de la fémina que se sentaba frente a él eran de un tono mucho más llamativo y atractivo, brillantes e intensos. Un contraste tal como el día y la noche, prácticamente.
Sí, ahora se podía decir que la atención y curiosidad del chico se habían fijado en otra cosa que no fuera su amado café.
Mensajes : 11
Fecha de inscripción : 03/10/2015
Puntos : 90
Localización : I'm a wanderer, so the world's my place.
Fecha de inscripción : 03/10/2015
Puntos : 90
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Mack Doors
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