Fresh Air {Priv. Andrea Killstone} [Hanami]

No importaba cuantas veces hubiera caminado ya entre los árboles, a Shai le seguía pareciendo un espectáculo digno de admirar una y otra vez. Los petalos de los cerezos cayendo lentamente, siendo llevados por una leve brisa, la risa de la gente por todo el lugar, niños jugando y adultos charlando… Casi parecía una escena de una historia fantástica. Pero claro, era  DC después de todo, así que la rubia sabía que aquellos presentes en la fiesta no eran solamente personas. Técnicos, Shinigamis, Seres mágico y armas como ella, deambulaban en busca de pasar un buen rato. Se había cruzado a dos profesores y unos cuantos compañeros, a quienes simplemente saludo con cortesía para seguir su camino. No es que no los quisiera, pero tampoco los conocía lo suficiente como para pasar el tiempo junto a ellos.

Había asistido ya con una persona, y siendo tentada por el recuerdo, decidió tomar su otro día libe para pasea, más que nada porque quería despejarse de las obligaciones que tenía encima. No era simplemente estudiar, había recibido una llamada dos días antes de parte de su madre, la cual insistía en que debía de sacar notas altas, y apuntar a ser un DS rápidamente. Claro, como si fuera tan fácil. Shai no le grito ni intento explicarle que era un camino largo, que debía consumir almas de unos demonios llamados Kishin, y finalmente de una bruja. Y no podía hacerlo sola, tenía que tener un compañero, el cual aún no estaba a su lado. Esa era quizás, la traba más grande. Ella no podía hacer mucho sola, más que nada porque no conocía mucho este nuevo mundo que se le presento al ser un arma. Sus profesores la habían presentado a algunas personas, pero simplemente… no había funcionado. Shai no podía explicarlo claramente, pero no era tan solo que uno de los candidatos la agitara en el aire, debía de haber una especie de conexión, algo a lo que sus profesores y demás personas le decían: Sincronía de Almas. Y era algo difícil, porque la rubia no estaba segura como iba a saber que ese técnico, era su compañero correctamente.

Sacudió levemente su cabeza. No iba a pensar en eso ahora, precisamente había llegado al festival para despejar su mente, descansar y luego, con más tranquilidad, comenzar nuevamente con sus estudios.

Siguió un camino que la condujo hasta un lugar un poco apartado, ligeramente en lo alto de una colina. Quería ver desde arriba todo, más que nada para tener un agradale recuerdo. Delicadamente doblo la larga falda del vestido, para sentarse con cuidado, y posando la mano en su falda, aspiro relajándose, el aire del Hanami.

Ver el festival desde un punto en alto, de alguna forma la calmaba mucho.

Era como si el mundo siguiera avanzando, lentamente, y ella simplemente estuviera suspendida en el medio de todo. Desde que podía recordar, tenía la costumbre cada vez que escuchaba a su madre presionarla, o tenía demasiadas cosas que cumplir de golpe. Necesitaba un par de horas sola, para poder organizarse pero más que nada, para descansar mentalmente de todo. Porque, ella después de todo, era una persona, una simple chica. Más allá de sus habilidades como arma, no tenía todas las respuestas, o era capaz de ser perfecta, aunque aquella era la idea que le era inculcada. Nunca le dijo a ninguno de sus padres sobre ese pequeño descanso que solía tomar, porque sabía que pegarían el grito al cielo, diciendo que si tenía tiempo para eso, que entonces debía de seguir con sus responsabilidades. Era extraño que a pesar de la poca empatía que sus progenitores parecían tener con ella, la rubia no los odiaba. Entendía que ellos tenían otra idea sobre cómo debía de comportarse en la vida, pero no les discutía, puesto que sabía que era inútil. Había decidido hace tiempo mantener la cabeza en alto, pero obedecer. Al menos, hasta que tuviera un poco más de libertad en su vida.

Tan perdida en sus pensamientos como estaba, fue traída de nuevo a la realidad por una flor que cayó directamente en su falda. Su color era precioso, un rosa que gritaba a cuatro vientos que la primavera ya se había instalado en la ciudad. Sonrió, conmovida por la vista, y giró para poder apreciar mejor el árbol a su lado. Pero, haciendo un poco más de esfuerzo, trato de enfocar sus ojos, noto que había una figura en medio de la copa. ¿Sería su imaginación o de verdad había alguien en las alturas?– Disculpe… ¿Por qué esta en ese lugar tan alto? –Como siempre, la rubia cuidaba su vocabulario, teniendo cuidado de no hablar bruscamente o espantar a quien había decidido establecerse en lo alto.

No era su imaginación, ni un error cometido por la distancia y cantidad de flores en la copa del árbol. Efectivamente, entre sus ramas, en las alturas, había una persona. Primero fueron simplemente unos matices de color: azul, gris, marrón. Como pequeñas manchas en el aire, pero a medida que la rubia acostumbraba la vista, podía percatarse de una vestimenta y claro, alguien que la llevaba. Antes de poder crear una imagen fija de la persona, esta le respondió. Y Shai pudo confirmar que era una muchacha. No sonaba tan mayor, quizás de su misma edad, que le decía que si la rubia tuviese la oportunidad de subir, ¿Por qué lo haría? Aquello la sorprendió, no esperaba que la respuesta seria su propia opinión. Y sintió algo de fascinación, lo suficiente como para que no notara que un petalo era largado a su rostro, suavemente, por la muchacha en las alturas. Con un simple movimiento, lo saco de su nariz para instalarlo en su falda, sin darle mucha importancia al asunto.– Pues… dudo mucho que siquiera considere subirme. –Respondió con total sinceridad. Para empezar, la rubia no sabía hacerlo. Ese tipo de ejercicios le habían sido prohibidos desde que había podido pararse por sí misma. Que era peligroso, que podía lastimarse, que sus ropas quedarían cubiertas en tierra y quien sabe que más… eran solo pocas de las razones que su madre siempre disparaba. Y quizás, en parte, ella tampoco veía muy atractiva la idea de tener que escalar entre ramas.

Se giró para poder mirar completamente a la extraña. No le gustaba estar de espaldas mientras escuchaba a otros dirigirse a ella, por más que había sido criada en un ambiente donde se le repetía que ella era superior a los demás. Siempre que podía entablaba contacto visual, pues ella le daba su propio grado de importancia.– Apuesto a que la vista no está nada mal desde ahí. Aunque yo estoy bien aquí, de todos modos. –Sonrió. No quería ofenderla ni nada parecido, pero la francesa siempre había dado su opinión, de forma educada. De todas formas, le agradaba charlar, era una habilidad sumamente útil en su entorno, y aunque pocas veces de verdad estaba interesada en lo que aquellos aristócratas tenían que decirle, aquí en DC, sentía ganas de hablar con todo el mundo. Quizá porque no se sentía obligada a ello, porque no había nadie detrás de su hombro que le dictara nombres y puestos políticos y empresariales. Las personas en esta ciudad eran tan diferentes de las que ella había acostumbrado a frecuentar, y era algo que le gustaba mucho.– Dígame, ¿Es de por aquí?. –Aun podía disfrutar la vista y el ambiente, y la compañía nunca estaba completamente mal.

Bueno es de esperarse que una persona perteneciente a la burocracia, no desee hacer cosas de ''salvajes'' seria vulgar o incluso una ofensa para ellos, por lo que la chica volvió a observar lo que quedaba del racimo de flores...aun con sus piezas faltantes era hermoso. En cuanto se do cuenta de la flor anterior, ella esperaba alguna reacción al respecto pero le alivio un poco que lo ignorara completamente, eso le daba a entender quería totalmente diferente a las personas de su estatus, ya que la mayoría que ella conoció en su vida solían ser pedantes,engreídas y arrogantes...personas detestables y poco deseables en cuanto a su simple presencia. Podría ser interesante este encuentro inesperado, una chica que creció prácticamente en la calle y otra que creció en buena familia con lujos y comodidades,tal vez con lo único en común un sin fin de responsabilidades la ajena por ser una chica de buena familia y ella por ser una heredera potencial de una familia hundida en oscuridad...protección absoluta a cualquier ser.

Se limitaba a mirarla,no decía nada, no interrumpía ni opinaba, dejaba que la muchacha simplemente hablara clavando su fría mirada en los ojos directos de ella de esa forma mostraba su interés en la platica y es como solía poner toda su atención, fue por eso mismo que arqueo una ceja cuando la chica propuso una hermosa vista desde el lugar donde Andrea se encontraba, y era la verdad se veía hermoso ademas de que gracias al tamaño imponente de aquel titan, podría apreciarse mas allá de los arboles vecinos... por un momento pensó en ayudarla a subir sin que ella hiciera algún esfuerzo, pero descarto la idea casi inmediatamente, aun no conocía en su totalidad a esta chica, de hecho recién y la había visto...mejor evitar algún tipo de acusación o problema en un futuro... prefiriria seguir escuchando a la chica con atención sin decir nada, a menos que la situación así lo dictara y hablaría con ella. por ejemplo una pregunta, la cual contesto sin demora.
- Se puede decir que si, soy de aquí... ¿usted de donde viene?

La muchacha de las alturas, le respondió con un matiz de formalidad, uno igual al que ella había utilizado para iniciar la charla minutos antes. Sinceramente, Shai se sorprendió. Aunque la formalidad era algo inculcado en su forma de actuar y hablar, muchas veces lo hacía sin pensarlo, como algo automático. Y en DC, las cosas funcionaban de una manera diferente. Varias veces, en realidad, la mayoría en las que se había dirigido a alguien formalmente, le habían dicho que deje de hacerlo, que hablar de forma casual no estaba mal. Incluso profesores y mayores, a quienes ella pensaba que hablarles como a alguien de su edad, alguien criado normalmente al menos, estaba mal, le decían lo mismo, expresando a veces un poco de incomodidad ante sus palabras. Y ella estaba luchando, poco a poco, queriendo dejar de ser la muñeca de modales que había sido instruida para ser como era, porque aquí nadie la conocía, aquí su apellido no significaba una sola cosa. Era otra arma más, una estudiante del Shibusen con posibilidades similares a las de los otros, y cada vez que pensaba eso, se sentía un poco más libre.

Aún así, esta era la primera vez que alguien le contestaba formalmente, no al menos sin sonreír tímidamente antes o decirle que aquello era un poco raro. ¿Acaso la muchacha entre las ramas era también alguien como ella? ¿Alguien de lo que se denominaría la alta sociedad? Si era así, sentía curiosidad, mucha curiosidad. Pero claro, también estaba la posibilidad de que simplemente fuese alguien cordial, respetuoso, que le daba el mismo nivel a ella, que el que la rubia le había otorgado minutos antes. En ese caso, Shai pensó que no estaría nada mal continuar con eso.– De Francia. –Contestó. Pero estaba su interés en la chica crecía poco a poco. Si era de DC, era de las primeras que conocía natas del lugar. La gran mayoría venia de otros lados, de diferentes países, creando una diversidad que no podía ser encontrada en ningún lugar. Casi había olvidado que, a pesar del Shibusen, DC seguía siendo una ciudad, con sus habitantes y costumbres, no era nada raro que personas se establecieran ahí comenzando una familia o cosas por el estilo.– ¿Entonces naciste en Death City? Eso es… realmente particular. –Opinó.– Casi no hay personas natas de esta ciudad, se puede decir que son un tanto especiales. –Esbozó una sonrisa sobre su propio comentario.

Shai había sido instruida incluso en el modo en que debía de continuar con una conversación. Claro que todo esto, apuntando a lo más alto, pensando que la niña tendría que lidiar con personas con altos rangos, y por ende, debía de causar una buena impresión. A veces era un poco perturbador la manera en la que, casi todo en la vida de Shai, había sido impuesta sin darle a elegir, o incluso actividades como las de charlar se habían convertido en clases obligatorias para dialogar. La niña nunca se había opuesto, sabía que era inútil, que solo ganaría una discusión con su madre, la persona que se encargaba de que la rubia tomara todas esas lecciones, y que finalmente, tendría que asistir de todos modos. Aun así, había tratado de sacarle provecho, aprender tantas cosas le habría caminos nuevos a la joven. Ahora, por ejemplo, estaba frente a una persona que, no se veía demasiada interesada en conversar. Claro que Shai respetaría si le decía que no quería hablar, pero haría todo su esfuerzo por continuar con el intercambio de palabras.

Para sorpresa de la rubia, la muchacha entre las ramas, descendió, como si fuera una simple caminata, del árbol a un costado. Lo hacía parecer como algo muy fácil, algo que Shai sabía que no podría hacer de estar en la misma situación. Y ahora que la distancia se había acortado entre ambas, la francesa podía ver más de cerca a su acompañante. Tenía el cabello castaño y lacio, que cubría un poco de su rostro, llegándole hasta la cadera. Uno de los mechones, cubría uno de sus ojos, pero Shai podía ver el otro perfectamente, que tenía un color café, el mismo de su cabello. En general, daba la imagen de una persona ¨dura¨, pero claro, la rubia sabia que la apariencia no lo era todo, pero claro, ayudaba a deducir un par de cosas sobre la otra persona.– ¿Quieres sentarte aquí? –Ofreció. Continuamente, escucho la respuesta que le fue dada, para poder contestarle.– Oh, entiendo. Con que Inglaterra… es un bonito lugar. –Comentó.– Creo que estuve un par de días en Noruega… Hace mucho tiempo claro, no recuerdo mucho de él. –Y seguramente, aquella visita se había debido a alguna fiesta en especifico, donde ella, como hija heredera del matrimonio L’Ecroix, había hecho acto de presencia.– Y no te preocupes, no estoy decepcionada ni nada parecido. –Apuró a corregir a la fémina.– Fue un error de mi parte simplemente asumirlo. –Sonrió, tratando de tranquilizar un poco el ambiente.– Entonces… ¿Por qué estas en la ciudad? ¿Simplemente la visitas o….? –Dejo la frase al aire, sin contestarla, mientras miraba de reojo al Shibusen, que se alzaba imponentemente en el medio de la ciudad.