Can black and white coexist? [Priv. Henry]

No le acomodaba, no le acomodaba para nada, no le gustaba nada, de hecho le agobiaba un poco la situación que se vivía en la actualidad. El ambiente, tanto en el territorio como en el exterior estaba relativamente tenso gracias a los últimos sucesos ocurridos, ahora, la raza de las brujas estaba completamente en peligro, incluso más de lo que lo estaba en un pasado. A pesar de que, como a todos los de su hogar, le aterraba la idea de ser cazada simplemente por el hecho de ser bruja, también estaba inconforme con la idea de que el conflicto siguiera, sabía que debía haber alguna manera de mantener la paz y quería encontrarla.

Se encontraba en su habitación, sentada en el escritorio en el cual estudiaba prácticamente a diario, reflexionando sobre todo lo mencionado anteriormente. Justo debían pasar estas cosas cuando a Robin le entusiasma más la idea de visitar estos lugares, era uno de los pensamientos más recurrentes, la preocupación por su amigo aumentaba, sabía que sería difícil convencerlo de mantenerse en el territorio durante una temporada, al menos hasta que las cosas se calmaran. Tan sencillo como seguir con la vida que tenía antes, otra frase rondando por su mente, la cual rechazó totalmente, no quería rendirse a esa idea.

Con tal de relajarse un poco y despejar su mente, salió de su cuarto caminando hasta la cocina. Una vez allí, se preparó rápidamente un sándwich simple, realmente no era de comer fuera de los horarios, pero lo consideró una buena idea pues no había desayunado ese día. Por el momento, no encontró a ninguno de sus parientes en casa, así que simplemente se dirigió a la salida para admirar un poco el paisaje del exterior, no sin llevar una servilleta, seguía siendo muy cuidadosa con esos detalles, incluso si se atrevía a comer un sándwich fuera de casa. Abrió la puerta lentamente, afuera no había nadie transitando, se quedó apoyada en una de las paredes mientras comía.

- Probablemente la vida sería más fácil siendo una lechuza de verdad. - Comentó para sí misma, con un tono sarcástico, seguido de un suspiro, mientras observaba su comida. Llevaba sus ropas tradicionales, sin la gorra que normalmente usaba, pues quería sentir su cabeza un poco más fresca. Dejó de estar atenta a lo que comía para echar un vistazo a sus alrededores, su mirada cambió repentinamente de una serena a una más seria, como a la defensiva. Sentía algo raro, no sabía exactamente el qué, pero presentía que alguien andaba cerca. Alguien vendrá caminando por ahí, probablemente, mas no se sentía como que simplemente una persona fuera a pasar caminando por el frente.

Se esperó un momento antes de seguir comiendo, cualquiera la llamaría paranoica, pero después de todo lo que ha pasado es normal que tenga una especie de sentido para las situaciones en las que presentía que no debía quedarse tranquila. Sin embargo, después de un minuto más o menos, decidió rendirse y seguir comiendo, soltando otro suspiro, como si estuviera creyendo que se volvía loca y debía calmar sus nervios. Hasta que lo escuchó, un ruido que le hizo reaccionar, podrían ser los vecinos, aun así, la bruja se mantuvo alerta, prefería prevenir, tanto así que desvió la mirada de la mano que poseía su merienda para observar una vez más a la distancia, teniendo la esperanza de encontrarse con algo.

Parte de su personalidad era aparentar que nunca nada estaba mal. Una sonrisa en su rostro, un tono alegre constante, aunque sus palabras contrastaban con el mismo gracia a sus referencias constantes a escenarios y acciones propias de una novela gore, una actitud que ya se podía considerar normal en él. Con sus padres la limitaba, por supuesto, suficiente había sido perderlo durante esos años, esos años que habían conseguido que cambiara su visión de absolutamente todo. Pero otras personas, tales como su primo Robin quién por suerte o por desgracia tenía que compartir su casa y cuarto con él y aguantarlo a él, sus comentarios fuera de lugar, y por supuesto, a sus cuervos. Ah, sus cuervos. Nunca había sido tan bueno con la magia como el resto de su familia, que generalmente tenían una maestría espectacular al respecto. No, el había nacido con una capacidad diferente, y era no sólo entenderse con su tema animal, si no que hablar directamente con ellos. De este modo se había ganado una imagen rápidamente en cualquier lado al que iba, ya que varios de estos animales lo seguían constantemente, e incluso él a veces se infiltraba en la bandada como cuervo para pasear por ahí.

Este último caso se daba en ese preciso momento. Estaba parado en una rama alta pero no lo suficiente para que las otras le bloquearan la vista a la casa. Por suerte, los cuervos eran una especie de ave común en el territorio, lo cuál le parecía un poco irónico ya que aparentemente agregaba mucho al ambiente tétrico general que tenía el lugar, y encima plagado de los pájaros de mal agüero por defecto. Realmente no estaba ahí por algo en específico, solo descansando, el resto de aves se encontraban repartidas por los árboles restantes encargándose de lo suyo. Pero algo captó su atención. Comida. A diferencia de su gusto por la sangre, tripas y lo grotesco en general, no recordaba de dónde había salido el gusto de robar comida, pero lo hacía escudándose en su forma animal, la cuál usaba con más frecuencia de lo que sus padres consideraban necesaria. Su objetivo fue un sándwich, ¿De qué? No estaba seguro ya podía averiguarlo luego. Abrió levemente las alas y se contoneó un poco mientras calculaba la maniobra, antes de lanzarse sin ningún graznido para no alertar su presencia, tomando el sándwich en cuestión con el pico, y huyendo rápidamente con el mismo.

Ya se estaba regodeando de su merienda, empezando a buscar un lugar donde parar y comer la evidencia de su robo cuando notó algo que no estaba bien. Mierda, una lechuza lo seguía, ¿Tuvo la mala suerte de quitarle la comida a una bruja pájaro o era solo una mascota desgraciadamente bien entrenada? Ugh, qué fastidio. Por suerte, ya tenía experiencia manejándose como un ave, y podía esquivar ramas y tomar atajos a gran velocidad, pero eso no parecía ser suficiente para librarse de la lechuza, aunque dio todas las vueltas que pudo y no quería meterse por lugares estrechos para no perder su comida, parecía que la persecución no acabaría nunca. Trató de meterse en la parte más oscura del bosque del territorio, de modo que apenas se podrían ver sus plumas negras como el ébano. Las lechuzas tenían una buena vista en la oscuridad, eran cazadores nocturnos a fin de cuentas, pero confiaba en obtener aunque sea algo de ventaja del terreno. Finalmente consiguió meterse en un hueco en los arbustos y huir rápidamente por ahí.

Tras asegurarse que perdió de vista a la lechuza, se dio cuenta había regresado a la zona de residencias, pero más lejos de la casa donde había robado, por lo que se metió al comienzo del bosque de nuevo, pero no muy profundo, donde se transformó nuevamente, dejando el sándwich en su boca y masticando un poco, mientras sacaba el libro donde mantenía todas sus runas, o la mayoría de ellas gracias a que la memoria para recitarlas no era particularmente buena en su caso, en ocasiones admiraba a su primo por esa capacidad., él solo tenía grabados a fuego los pentagramas, pero tenía que leer las runas. Se distrajo de esos pensamientos cuando un sonido lo alertó.

Sus instintos se lo decían, ella podía presentirlo, ese no sería un día completamente tranquilo, tenía la certeza de que algo sucedería, no eran paranoias suyas. Sintió como algo le despojaba de su comida, a lo cual volteó la mirada inmediatamente, sorprendiéndose un poco de lo que estaba observando; un cuervo, un maldito cuervo que se llevaba el sándwich, solo eso pasaba por su mente en ese instante. La mitad de las probabilidades correspondían a que fuera un brujo, la otra mitad a un cuervo normal, pero vamos a pensar si un cuervo común y corriente haría eso específicamente con un sándwich.

No tardó ni dos segundos en transformarse y salir persiguiendo a la criatura, volando lo más rápido que podía con tal de alcanzarla. Como sospechó, el animal no tomaría un camino fácil, menos si  se percataba de que ella le perseguía, por lo que la lechuza tuvo que hacer gala de sus movimientos en el aire para esquivar varias ramas y árboles en sí. Sin darse cuenta, se encontraban muy adentro del bosque, un lugar donde la luz casi no llega, algo que le venía de maravilla a Aiko para tomar ventaja de la situación, pues su vista en su forma animal era digna de apreciar. Terminó posándose en una roca, mirando atentamente por la zona, a ver si lo encontraba.

- No escaparás. - Fue su pensamiento mientras se dirigía con cautela al lugar por el que se había escapado. Lo perdió de vista por un momento, mas no se rindió, nadie le jugaba una broma sin pagar las consecuencias. Recorrió el bosque durante un rato, sin dejar su forma de lechuza, esperando poder encontrar al ladrón o algún indicio de él. Se posó suavemente en la rama de un árbol después de su búsqueda, sin éxito, descansando durante un momento, hasta que casualmente vio algo inusual. Sin hacer nada de ruido, observó cuidadosamente a un joven albino que comía, casualmente, un sándwich. Le recordaba un poco a su mejor amigo, aunque era imposible que fuera él.

Estaba segura de que era el ladrón de su comida, confirmando su sospecha de ser un brujo. No quiso esperar ni un segundo más para enfrentarlo, volvió a su forma normal quedando a espaldas del chico, probablemente haciendo más ruido del que quisiera, por lo que dirigió rápidamente una ráfaga de viento hacia la mano que poseía el sándwich para quitárselo. - Te encontré, ladrón. - Mencionó con la mano derecha alzada tras hacer su magia, bajándola luego, observando al contrario con una mirada que decía que lo mataría en cualquier momento si pudiera. - Ahora, dame una buena razón para no enviarte a volar a ti también. - Fueron sus últimas palabras antes de comenzar a acercarse hacia él a paso lento. Sí, sabía que siendo brujo él también podría atacarle, mas se sentía lo suficientemente preparada como para defenderse.