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Seven years in the past. [Privado]
Death City :: Resto del Mundo :: América
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Seven years in the past. [Privado]
-¡Alan!... ¡Alan! ¡Ven a jugar ya, vamos!-
-Zerick haz silencio, ella está durmiendo.-
-¡Pero seguro que ella también quiere jugar con nosotros! ¿Verdad, Lizzy?-
Una corta carcajada se dejó escuchar y el cuidador del orfanato, quien había estado regañándolo, finalmente se permitió sonreír al ver la actitud tan infantil del pequeño rubio. -Cuando ella despierte se unirá a ustedes, estoy seguro. Pero ahora debe tomar su siesta, Zerick.- Llevó una de sus manos a la cabeza del niño para acariciar su cabello.
Con aquello dicho el niño de nueve años conocido por todos como Zerick Jericho finalmente fue convencido de abandonar sus escandalosas exclamaciones. Llevaba puesto una camiseta blanca y unos pantalones cortos color rojo, a parte de su calzado deportivo. Milagrosamente era apenas el inicio del día por lo que no se había ensuciado… mucho. De todas formas, se acercó con cuidado de no hacer más alboroto hasta la cuna donde descansaba la bebé. Apenas era lo suficientemente alto como para ver sobre la cuna a su hermana. Sí, aquella pequeña criatura que dormía con la tranquilidad de un ángel era su hermana de un año y unos cuantos meses, Elizabeth. El niño de actitud hiperactiva y ansioso carácter se calmó lo suficiente como para apreciarla en silencio durante unos cuantos segundos. Era extraño para él, al tener tan corta edad, pero desde el primer instante, desde la primera vez que había visto a aquella pequeña, un fuerte sentimiento de protección le había envuelto. Para cuidarla y protegerla, para no dejar nunca que sufriera algo remotamente parecido a lo que él había vivido la mayor parte de su infancia. Pero sobre todo, de nunca abandonarla, ignorarla y dejarla de lado como habían hecho con él.
Mientras sus ojos se paseaban por el delicado y adorable rostro de quien descansaba tan apaciblemente en su cuna, su mente pareció viajar por sí sola al momento en el que había tomado la decisión de abandonar su lugar de nacimiento, su antigua casa. Había tenido una discusión con su llamado padre de nuevo, “¿Quién te crees que eres para reclamar algo? ¡En esta casa nos respetarás! ¡No tienes derecho a nada, asqueroso estúpido!” porque su madre no parecía cuidar en nada a su hermana. Era como si no existiera para ella, era como si ambos no existiera; pero la diferencia en ello era crucial. A él no le importaba no existir para ellos, pero el bebé era una cosa distinta por completo. A ella sí debían cuidarla, era su deber. No podían ignorarla, ¿No era su hija? ¿No eran ellos sus hijos?…
No, claro que no. No eran nada para ellos. Al menos no eran nada más que una carga, un peso que tenían que sacarse de encima cuanto antes. Ese recuerdo amargo pareció traer una humedad molesta a sus ojos. Se los refregó con fuerza con su brazo, ocultando por un momento parte de su rostro con su extremidad. Luego lo retiró y nuevamente sus ojos volvieron a encontrar a Elizabeth, y por fin sus labios se torcieron en una diminuta sonrisa. Elizabeth ya no tendría que vivir nada de eso. Por que él estaba ahí. Pero no solo él. Estaban todos los chicos del orfanato, ¡Eran todos geniales! Aunque no le gustara admitirlo en voz alta, todos ellos los hacían muy felices, tanto a él como a su pequeña hermana. Sí, él sabía que ella también disfrutaba de la compañía de todos ellos. De hecho, estaba seguro de que si despertara en ese instante y le devolviera la mirada con sus brillantes ojos escarlata, ella le devolvería la sonrisa. No sabía como explicarlo, pero suponía que era parte de volverse un hermano mayor.
-Llamas a Alan y cuando llega le ignoras, en serio eres complicado, Zerick.- Escuchó la voz burlona pero a la vez entretenida de su cuidador, aquel hombre que los había acogido como si fueran uno más. Como si fueran una gran familia que estaba dispuesta a aceptarlos sin preguntas ni prejuicios y fue entonces que se volteó, para ver hacia donde le indicaban. Allí estaba el otro niño, mayor que él solo por un año, y de curioso cabello azul. La pequeña sonrisa que se había dibujado en su rostro rápidamente se deformó en una mueca de molestia y aparente fastidio. -¡Llegas tarde! Te llamé muchas veces, ¿acaso seguías durmiendo? ¡Perezoso!- Sus reclamos eran tanto infantiles como hipócritas, siendo que él dormía mucho más tiempo de lo que lo hacía el receptor de su enojo. Pero aún así le gustaba reclamarle, aunque fuera por cosas mínimas. Después de todo, aquel niño tan amable, sabía que no se molestaría en serio con él. Sabía que al final terminaría respondiendo con algo más feo y entonces podría tener una excusa para perseguirle y correr por toda la casa. Era una manera de jugar y en serio se divertía con aquellas cosas tan simples. Aquellas cosas que no había vivido hasta que llegó a ese orfanato y compartió tiempo con todos. Aquella era su familia y ese era su hogar, ahora podía afirmarlo sin miedo a equivocarse.
-Zerick haz silencio, ella está durmiendo.-
-¡Pero seguro que ella también quiere jugar con nosotros! ¿Verdad, Lizzy?-
Una corta carcajada se dejó escuchar y el cuidador del orfanato, quien había estado regañándolo, finalmente se permitió sonreír al ver la actitud tan infantil del pequeño rubio. -Cuando ella despierte se unirá a ustedes, estoy seguro. Pero ahora debe tomar su siesta, Zerick.- Llevó una de sus manos a la cabeza del niño para acariciar su cabello.
Con aquello dicho el niño de nueve años conocido por todos como Zerick Jericho finalmente fue convencido de abandonar sus escandalosas exclamaciones. Llevaba puesto una camiseta blanca y unos pantalones cortos color rojo, a parte de su calzado deportivo. Milagrosamente era apenas el inicio del día por lo que no se había ensuciado… mucho. De todas formas, se acercó con cuidado de no hacer más alboroto hasta la cuna donde descansaba la bebé. Apenas era lo suficientemente alto como para ver sobre la cuna a su hermana. Sí, aquella pequeña criatura que dormía con la tranquilidad de un ángel era su hermana de un año y unos cuantos meses, Elizabeth. El niño de actitud hiperactiva y ansioso carácter se calmó lo suficiente como para apreciarla en silencio durante unos cuantos segundos. Era extraño para él, al tener tan corta edad, pero desde el primer instante, desde la primera vez que había visto a aquella pequeña, un fuerte sentimiento de protección le había envuelto. Para cuidarla y protegerla, para no dejar nunca que sufriera algo remotamente parecido a lo que él había vivido la mayor parte de su infancia. Pero sobre todo, de nunca abandonarla, ignorarla y dejarla de lado como habían hecho con él.
Mientras sus ojos se paseaban por el delicado y adorable rostro de quien descansaba tan apaciblemente en su cuna, su mente pareció viajar por sí sola al momento en el que había tomado la decisión de abandonar su lugar de nacimiento, su antigua casa. Había tenido una discusión con su llamado padre de nuevo, “¿Quién te crees que eres para reclamar algo? ¡En esta casa nos respetarás! ¡No tienes derecho a nada, asqueroso estúpido!” porque su madre no parecía cuidar en nada a su hermana. Era como si no existiera para ella, era como si ambos no existiera; pero la diferencia en ello era crucial. A él no le importaba no existir para ellos, pero el bebé era una cosa distinta por completo. A ella sí debían cuidarla, era su deber. No podían ignorarla, ¿No era su hija? ¿No eran ellos sus hijos?…
No, claro que no. No eran nada para ellos. Al menos no eran nada más que una carga, un peso que tenían que sacarse de encima cuanto antes. Ese recuerdo amargo pareció traer una humedad molesta a sus ojos. Se los refregó con fuerza con su brazo, ocultando por un momento parte de su rostro con su extremidad. Luego lo retiró y nuevamente sus ojos volvieron a encontrar a Elizabeth, y por fin sus labios se torcieron en una diminuta sonrisa. Elizabeth ya no tendría que vivir nada de eso. Por que él estaba ahí. Pero no solo él. Estaban todos los chicos del orfanato, ¡Eran todos geniales! Aunque no le gustara admitirlo en voz alta, todos ellos los hacían muy felices, tanto a él como a su pequeña hermana. Sí, él sabía que ella también disfrutaba de la compañía de todos ellos. De hecho, estaba seguro de que si despertara en ese instante y le devolviera la mirada con sus brillantes ojos escarlata, ella le devolvería la sonrisa. No sabía como explicarlo, pero suponía que era parte de volverse un hermano mayor.
-Llamas a Alan y cuando llega le ignoras, en serio eres complicado, Zerick.- Escuchó la voz burlona pero a la vez entretenida de su cuidador, aquel hombre que los había acogido como si fueran uno más. Como si fueran una gran familia que estaba dispuesta a aceptarlos sin preguntas ni prejuicios y fue entonces que se volteó, para ver hacia donde le indicaban. Allí estaba el otro niño, mayor que él solo por un año, y de curioso cabello azul. La pequeña sonrisa que se había dibujado en su rostro rápidamente se deformó en una mueca de molestia y aparente fastidio. -¡Llegas tarde! Te llamé muchas veces, ¿acaso seguías durmiendo? ¡Perezoso!- Sus reclamos eran tanto infantiles como hipócritas, siendo que él dormía mucho más tiempo de lo que lo hacía el receptor de su enojo. Pero aún así le gustaba reclamarle, aunque fuera por cosas mínimas. Después de todo, aquel niño tan amable, sabía que no se molestaría en serio con él. Sabía que al final terminaría respondiendo con algo más feo y entonces podría tener una excusa para perseguirle y correr por toda la casa. Era una manera de jugar y en serio se divertía con aquellas cosas tan simples. Aquellas cosas que no había vivido hasta que llegó a ese orfanato y compartió tiempo con todos. Aquella era su familia y ese era su hogar, ahora podía afirmarlo sin miedo a equivocarse.
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Zerick Jericho
Re: Seven years in the past. [Privado]
Corrí por el campo lleno de flores. Buscaba una bonita flor amarilla, las había visto antes cuando iba hacia la escuela y quería ponerla en la oreja de Eli como hacia el tipo guay de la película que habíamos visto Z y yo la noche anterior. Y es porque esas pelis sí que molaban, siempre lo decía. Las mejores partes en definitiva los disparos. Continúe con mi búsqueda y regrese al orfanato con un par de flores, no podía dejar que Z las viera o terminaría diciendo cosas de nuevo. Los otros niños siempre me molestaban diciendo que yo era demasiado blando. Siempre había sido así hasta que Z y Eli llegaron al orfanato. A pesar de que todos querían elegirme en los juegos debido a que decían que era bueno, Z me elegía porque decía que era divertido jugar conmigo. Aunque la mayor parte del tiempo lo pasábamos discutiendo en realidad.
¡Alan!... ¡Alan! ¡Ven a jugar ya, vamos! –escuche los gritos de mi amigo y sonreí negando con el rostro y cubriendo mi rostro con las manos.
Deberías de ir ahora, Alan. –Me dijo la señorita que nos cuidaba y hacía de comer, ella siempre nos dejaba saltarnos las comidas o llevarlas a nuestra habitación para estar más cómodo, pero aquella tarde la sopa y el plato estaban demasiado calientes como para llevarlo.
No, así está bien, iré cuando termine de comer, Z puede esperar un momento. –dije a comiendo, siempre había sido demasiado paciente… el problema siempre llegaba cuando Z se hartaba pues él no era capaz de esperar diez minutos más como nos decían. Siempre terminábamos peleando por eso.
Cuando termine levante mi plato y me dirigí al fregadero, me levante lo más que pude parándome de puntillas y dejando el plato a remojar. La última vez que había tratado de lavarlo había terminado rompiéndolo y como la señorita decía. “No nadábamos en oro como para comprar mil platos” deje las cosas ahí y corrí al cuarto que compartía con Z y otro niño, busque algún vaso y después deje las flores en este, corrí al baño y en el lavamanos llene el vaso con agua para que las flores no se murieran. Y después camine con cuidado esperando no tirar nada, pero en el orfanato era difícil no derramar nada cuando todos los niños corrían por ahí empujándote o rodeándote como en ese momento me sucedía. Pero aquello solo hacía más divertido mi tour hacia el cuarto de los bebes.
Entre y observe a Z limpiándose la cara. ¿Acaso había sucedido algo? Me quede ahí en el umbral sin saber que hacer mientras mis ojos se posaban en Z y después en la cuna. Para posteriormente ponerlos de nuevo Z. –Z… -trate de llamarlo, pero como siempre no sentí confianza en decirle Zerick, pues mi forma de pronunciar la R de su nombre era demasiado extraña y no quería que él se burlara de mi por eso. Después de todo siempre lo hacía.
Llamas a Alan y cuando llega le ignoras, en serio eres complicado, Zerick. –Dijo el cuidador del orfanato, por lo cual yo sonreí abiertamente mirando a mi amigo. A quien siempre había visto más como un hermano, casi desde el momento en que el había llegado a nuestro reducido pero cálido hogar. Rodé los ojos al escuchar sus acusaciones, después de todo quien dormía siempre más tiempo y por quien terminábamos regañados al llegar tarde a los desayunos era el rubio, pero aun así solo pude negar con el rostro y caminar hasta donde ellos estaban. –Traje unas flore para Eli, como el tipo molón de la peli de ayer. –Solté con entusiasmo mientras ponía mi improvisado florero aun lado de la cabecera de la cuna. Una vez que las acomode me voltee hacia el rubio empujándolo fuera de la habitación. –Nos vamos a jugar fuera. –anuncie mientras empujaba a Z apenas con fuerza. –Porque es seguro que estuviste gritando a pesar de que ella se había dormido ¿No? Ella es igual de gruñona que tu cuando despierta y aun así vas por ahí gritando a todo pulmón. –recrimine y después tome una lata lanzándola hacia el aire para después patearla haciendo que cayera en un cubo de basura a unos metros de nosotros. -¿Jugamos a la pelota? –pregunte sonriente.
¡Alan!... ¡Alan! ¡Ven a jugar ya, vamos! –escuche los gritos de mi amigo y sonreí negando con el rostro y cubriendo mi rostro con las manos.
Deberías de ir ahora, Alan. –Me dijo la señorita que nos cuidaba y hacía de comer, ella siempre nos dejaba saltarnos las comidas o llevarlas a nuestra habitación para estar más cómodo, pero aquella tarde la sopa y el plato estaban demasiado calientes como para llevarlo.
No, así está bien, iré cuando termine de comer, Z puede esperar un momento. –dije a comiendo, siempre había sido demasiado paciente… el problema siempre llegaba cuando Z se hartaba pues él no era capaz de esperar diez minutos más como nos decían. Siempre terminábamos peleando por eso.
Cuando termine levante mi plato y me dirigí al fregadero, me levante lo más que pude parándome de puntillas y dejando el plato a remojar. La última vez que había tratado de lavarlo había terminado rompiéndolo y como la señorita decía. “No nadábamos en oro como para comprar mil platos” deje las cosas ahí y corrí al cuarto que compartía con Z y otro niño, busque algún vaso y después deje las flores en este, corrí al baño y en el lavamanos llene el vaso con agua para que las flores no se murieran. Y después camine con cuidado esperando no tirar nada, pero en el orfanato era difícil no derramar nada cuando todos los niños corrían por ahí empujándote o rodeándote como en ese momento me sucedía. Pero aquello solo hacía más divertido mi tour hacia el cuarto de los bebes.
Entre y observe a Z limpiándose la cara. ¿Acaso había sucedido algo? Me quede ahí en el umbral sin saber que hacer mientras mis ojos se posaban en Z y después en la cuna. Para posteriormente ponerlos de nuevo Z. –Z… -trate de llamarlo, pero como siempre no sentí confianza en decirle Zerick, pues mi forma de pronunciar la R de su nombre era demasiado extraña y no quería que él se burlara de mi por eso. Después de todo siempre lo hacía.
Llamas a Alan y cuando llega le ignoras, en serio eres complicado, Zerick. –Dijo el cuidador del orfanato, por lo cual yo sonreí abiertamente mirando a mi amigo. A quien siempre había visto más como un hermano, casi desde el momento en que el había llegado a nuestro reducido pero cálido hogar. Rodé los ojos al escuchar sus acusaciones, después de todo quien dormía siempre más tiempo y por quien terminábamos regañados al llegar tarde a los desayunos era el rubio, pero aun así solo pude negar con el rostro y caminar hasta donde ellos estaban. –Traje unas flore para Eli, como el tipo molón de la peli de ayer. –Solté con entusiasmo mientras ponía mi improvisado florero aun lado de la cabecera de la cuna. Una vez que las acomode me voltee hacia el rubio empujándolo fuera de la habitación. –Nos vamos a jugar fuera. –anuncie mientras empujaba a Z apenas con fuerza. –Porque es seguro que estuviste gritando a pesar de que ella se había dormido ¿No? Ella es igual de gruñona que tu cuando despierta y aun así vas por ahí gritando a todo pulmón. –recrimine y después tome una lata lanzándola hacia el aire para después patearla haciendo que cayera en un cubo de basura a unos metros de nosotros. -¿Jugamos a la pelota? –pregunte sonriente.
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Alan White
Re: Seven years in the past. [Privado]
El pequeño de ojos carmesí observó a su amigo en silencio, pues ver el improvisado ramo en las manos del otro chico había detenido efectivamente sus reclamos. Siguió al niño de cabello celeste con la mirada, mientras el mismo dejaba las flores amarillas a un lado de la cuna, en un gesto que le recordó, como bien había dicho el pequeño al realizar aquella acción, a la película que habían visto. Graciosamente el pequeño rubio se halló así mismo con sentimientos encontrados. Por un lado sentía aprecio por el gesto, incluso hasta un poco de admiración, pero por el otro sentía cierta envidia de no haber sido al que se le ocurriera esa idea tan genial. De todas formas descartó aquellos pensamientos cuando se vio empujado hacia la puerta de salida. -¡Hey! ¿Cómo sabes eso? ¿Estabas espi-… ¡E-es decir, claro que no!- Protestó a pesar de que se dejó llevar por el contrario sin mucho reclamo más que el verbal. Al llegar afuera dio un rápido vistazo, notando como un par de los niños del orfanato se encontraban jugando un poco más alejados, siendo observados por la cuidadora que hacía deliciosa comida. Sin embargo su atención nuevamente se desvió hacia el de curioso cabello celeste, el cual le había llamado para jugar, demostrando de paso sus habilidades deportivas. -¡Claro!- El rubio corrió a recoger la lata y, al sacarla, la dejó caer en sus pies. A pesar de que sus habilidades no se comparaban a las de Alan, le gustaba jugar de todas formas con él a cualquier deporte, sobre todo porque ya estaba logrando imitar algunas de las técnicas que usaba el otro y por otro lado le gustaba enfrentarlo, siendo su propio instinto competitivo bastante grande para su edad. Usando uno de sus pies elevó la lata y, estando esta en el aire, la pateó hacia el cubo más lejano a él. En otras palabras, la portería de Alan. Una vez la lata fue interceptada por su rival, corrió hacia él con claras intenciones de sacársela, y allí comenzó aquel juego competitivo pero divertido para el rubio, quien sabía que era solo se trataba de un duelo amistoso.
-¡Zerick, Alan! Entren rápido, ya casi es hora de la merienda y deben asearse primero.- Era entrada la tarde cuando el rubio escuchó el llamado de su cuidadora para que entraran. El pequeño se encontraba respirando agitadamente, su ropa mostrando rastros de tierra y barro, al igual que sus piernas y brazos. Incluso su rostro había conseguido algo de suciedad cuando, en uno de sus intentos por quitarle el “balón” al contrario, se había caído de cara contra el suelo. Pero así y todo Zerick se encontraba con una amplia sonrisa en su rostro. Se divertía mucho jugando con los demás niños del orfanato y en especial con el de cabellos celestes. Llegaba a ser hasta emocionante para él, quien en toda su infancia antes de llegar a aquel hogar nunca había podido disfrutar de juegos así. No en su casa, y mucho menos a la escuela a la que asistía, en la que generalmente solo recibía burlas y abuso por parte de sus compañeros por la precariedad y soledad en la que vivía. De hecho, si había una razón por la cual sus supuestos padres le enviaban a un establecimiento educativo era solamente para mantenerlo alejado de la casa. Por lo cual, en lo único que encontraba diversión el rubio era en pequeñas cosas, todas ellas en solitario. Pero para su fortuna ahora era diferente… ¡Para su fortuna y la de Elizabeth! Ella seguramente se divertiría mucho con todos ellos, él rubio se aseguraría de ello. -¡Una carrera hasta adentro, Golden boy!- A pesar del desafío, el de ojos rojos ya se había adelantado lo suficiente como para sacarle una gran ventaja. ¿Qué podía decir? Hacer esa clase de tretas tal vez estaba en su naturaleza. Por cierto, ¿Golden boy? Sí, aquel era un apodo reciente que había adoptado para el otro chico, a pesar de que todavía no lo usaba con mucha frecuencia. Se le había ocurrido cuando, junto a los demás niños, veían una serie animada sobre chicos que jugaban al fútbol. Uno de los más habilidosos de esos jugadores tenía aquel apodo, y tenía cierto parecido con Alan sobretodo en su actitud humilde y amable, por lo que el mayor de los hermanos Jericho había decidido darle aquel sobrenombre. Era algo justo, tomando en cuenta que él mismo era llamado Z.
Una vez ambos niños cumplieron con sus deberes de aseo, se unieron a la mesa a compartir una merienda con todos los demás. Incluso Elizabeth había despertado para comer con ellos, recibiendo leche en un biberón por parte de la cuidadora. El rubio aprovechó el momento para acercarse a su hermana y darle un tierno beso en la frente. La bebé no pareció darle mayor importancia, estando entretenida con su propia comida, por lo que su hermano infló las mejillas y se dirigió a sentarse para merendar. Por supuesto que no le gustaba ser ignorado, pero de todas formas no la podía culpar. -Está delicioso, señora~- Canturreó feliz mientras devoraba una rebanada de pan casero con mermelada. El rubio había sido bien alimentado ni bien había puesto un pie dentro del hogar para niños. Viniendo de una casa de condiciones muy humildes y además con una familia a la que no le importaba, Zerick no había comido como debía hasta llegar a aquel orfanato. De tanto en tanto el pequeño rubio detenía su devorar de comida para dirigirle discretas miradas a su pequeña hermana. Era muy protector aunque nunca cayera en cuenta de ello…
-¿Alan, crees que nosotros estaremos así por siempre? ¿Toda nuestra familia?- Ya habían terminado de merendar y ahora el rubio se encontraba viendo el atardecer por una de las ventanas de la sala. A su lado estaba el de cabellos celestes. Aquellos dos de verdad compartían mucho tiempo juntos, eran casi inseparables. El pequeño rubio tenía cierta pesadez en sus ojos, y no se podría saber si atribuirlo al cansancio por haber estado todo el día jugando, o por algo más. Tal vez algún sentimiento negativo que apresaba su inocente alma. Era algo extraño, pero repentinamente al pequeño niño le habían llegado las memorias tan tristes, tan grises, de su estadía junto a sus padres biológicos. Era un sentimiento de vaga melancolía que le invadía, haciéndole temer por la felicidad que finalmente había encontrado en aquel hogar. Necesitaba escuchar la respuesta de Alan. Conversar con él siempre le hacía sentir mejor, de una forma u otra.
-¡Zerick, Alan! Entren rápido, ya casi es hora de la merienda y deben asearse primero.- Era entrada la tarde cuando el rubio escuchó el llamado de su cuidadora para que entraran. El pequeño se encontraba respirando agitadamente, su ropa mostrando rastros de tierra y barro, al igual que sus piernas y brazos. Incluso su rostro había conseguido algo de suciedad cuando, en uno de sus intentos por quitarle el “balón” al contrario, se había caído de cara contra el suelo. Pero así y todo Zerick se encontraba con una amplia sonrisa en su rostro. Se divertía mucho jugando con los demás niños del orfanato y en especial con el de cabellos celestes. Llegaba a ser hasta emocionante para él, quien en toda su infancia antes de llegar a aquel hogar nunca había podido disfrutar de juegos así. No en su casa, y mucho menos a la escuela a la que asistía, en la que generalmente solo recibía burlas y abuso por parte de sus compañeros por la precariedad y soledad en la que vivía. De hecho, si había una razón por la cual sus supuestos padres le enviaban a un establecimiento educativo era solamente para mantenerlo alejado de la casa. Por lo cual, en lo único que encontraba diversión el rubio era en pequeñas cosas, todas ellas en solitario. Pero para su fortuna ahora era diferente… ¡Para su fortuna y la de Elizabeth! Ella seguramente se divertiría mucho con todos ellos, él rubio se aseguraría de ello. -¡Una carrera hasta adentro, Golden boy!- A pesar del desafío, el de ojos rojos ya se había adelantado lo suficiente como para sacarle una gran ventaja. ¿Qué podía decir? Hacer esa clase de tretas tal vez estaba en su naturaleza. Por cierto, ¿Golden boy? Sí, aquel era un apodo reciente que había adoptado para el otro chico, a pesar de que todavía no lo usaba con mucha frecuencia. Se le había ocurrido cuando, junto a los demás niños, veían una serie animada sobre chicos que jugaban al fútbol. Uno de los más habilidosos de esos jugadores tenía aquel apodo, y tenía cierto parecido con Alan sobretodo en su actitud humilde y amable, por lo que el mayor de los hermanos Jericho había decidido darle aquel sobrenombre. Era algo justo, tomando en cuenta que él mismo era llamado Z.
Una vez ambos niños cumplieron con sus deberes de aseo, se unieron a la mesa a compartir una merienda con todos los demás. Incluso Elizabeth había despertado para comer con ellos, recibiendo leche en un biberón por parte de la cuidadora. El rubio aprovechó el momento para acercarse a su hermana y darle un tierno beso en la frente. La bebé no pareció darle mayor importancia, estando entretenida con su propia comida, por lo que su hermano infló las mejillas y se dirigió a sentarse para merendar. Por supuesto que no le gustaba ser ignorado, pero de todas formas no la podía culpar. -Está delicioso, señora~- Canturreó feliz mientras devoraba una rebanada de pan casero con mermelada. El rubio había sido bien alimentado ni bien había puesto un pie dentro del hogar para niños. Viniendo de una casa de condiciones muy humildes y además con una familia a la que no le importaba, Zerick no había comido como debía hasta llegar a aquel orfanato. De tanto en tanto el pequeño rubio detenía su devorar de comida para dirigirle discretas miradas a su pequeña hermana. Era muy protector aunque nunca cayera en cuenta de ello…
-¿Alan, crees que nosotros estaremos así por siempre? ¿Toda nuestra familia?- Ya habían terminado de merendar y ahora el rubio se encontraba viendo el atardecer por una de las ventanas de la sala. A su lado estaba el de cabellos celestes. Aquellos dos de verdad compartían mucho tiempo juntos, eran casi inseparables. El pequeño rubio tenía cierta pesadez en sus ojos, y no se podría saber si atribuirlo al cansancio por haber estado todo el día jugando, o por algo más. Tal vez algún sentimiento negativo que apresaba su inocente alma. Era algo extraño, pero repentinamente al pequeño niño le habían llegado las memorias tan tristes, tan grises, de su estadía junto a sus padres biológicos. Era un sentimiento de vaga melancolía que le invadía, haciéndole temer por la felicidad que finalmente había encontrado en aquel hogar. Necesitaba escuchar la respuesta de Alan. Conversar con él siempre le hacía sentir mejor, de una forma u otra.
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Zerick Jericho
Re: Seven years in the past. [Privado]
Jugo con su amigo toda la mañana corriendo de un lado a otro detrás de una lata de soda, nunca habían tenido un balón de verdad pero ese no era motivo para dejar de divertirse, después de ello con solo estar ahí rodeado de todos los niños del orfanato Alan se sentía completo, era como siempre estar en constante felicidad. Alan desde siempre había considerado ese su hora después de todo no sabía nada de su verdadera familia y tampoco se preocupaba demasiado porque para el niño de la sonrisa incansable aquella era una familia mejor que cualquier otra que pudiera pedir, ahí es donde estaban sus amigos, sus hermanos, sus colegas, para el eran lo más importante del mundo, especialmente aquellos rubios que habían llegado un día capturando su atención, la mala actitud de Zerick siempre había sido demasiado rara para el chico que siempre estaba feliz, tal vez esa había sido la principal razón para acercarse a él, pero aun así se sentía de alguna manera feliz al lado de su hermano.
Cuando lo escucho retarlo corrió con todo lo que pudo justo detrás de Zerick y con el ceño fruncido. –Eso es trampa Z! –grito con todo lo que sus pulmones permitía mientras corría con todo lo que podía sintiendo sus piernas doler un poco pero sin prestar atención y con una sonrisa llena de alegría porque aquellos eran los mejores días de su vida sin lugar a duda.
Alan asentía a lo que Zerick decía alagando la comida de la encargada pues no se atrevía a decir nada con la boca llena, y todo lo que hacía era sonriera mientras se alimentaba a toda velocidad debido a que estaba en crecimiento no podía detenerse para dar algún cumplido y después de todo él siempre estaba hambriento, como pocos. Una vez que hubieron terminado la cena Alan se levantó y cogió los platos llevándolos al lavadero y enjuagándolos un poco como le habían dicho que se tenía que hacer. Se encamino hacia la estancia levantando las manos haciendo estiramientos y después sonrió emocionado mientras se sentaba sobre el suelo de la casa a mirar Tv por un rato, pero su amigo llamo su atención haciendo que se pusiera de pie nuevamente y caminara a pasos rápidos hacia donde este se encontraba.
Miraba hacia el horizonte justo como su amigo hacía en aquellos momentos, por aluna razón se sentía más cansado de lo normal, lo cual por cierto comenzaba a preocupar al chico que siempre tenía demasiada energía como para ir a dormir antes de las diez de la noche. Bostezo levente y después asintió sonriendo para Zerick. –Estoy seguro de que siempre será así, nuestra familia ira creciendo. Muchas personas y niños llegaran y entonces algún día nosotros trabajando duro le compraremos una casa más grande a la encargada. –dijo el niño con ilusión siempre soñando en alto, siempre soñando en grande. Aunque bien el no concia el futuro y no sabía cómo sería algún día, estaba seguro de que siempre estaría con Zerick y con Eli, porque de alguna manera eran ellos su familia, los hermanos que nunca había tenido, lo que siempre había necesitado así que no dejaría que aquel sueño se acabara pronto.
Observo como su hermano cerraba poco a poco sus ojos y termino por tomar su mano y sonriera orgulloso como si de verdad se tratase de un hermano. –Descansa Z. –dijo antes de levantarse y caminar en busca de la encargada para que lo llevara a su cama, después de todo el siempre terminaba acostado o dormido en lugares que no día y ya estaba acostumbrados a tener que llevarle a su cama. Era como na tarea que Alan buscara los lugares donde Z terminaba dormido y después decirles para que alguien le cargara y le llevara hacia su cama.
Cuando lo escucho retarlo corrió con todo lo que pudo justo detrás de Zerick y con el ceño fruncido. –Eso es trampa Z! –grito con todo lo que sus pulmones permitía mientras corría con todo lo que podía sintiendo sus piernas doler un poco pero sin prestar atención y con una sonrisa llena de alegría porque aquellos eran los mejores días de su vida sin lugar a duda.
Alan asentía a lo que Zerick decía alagando la comida de la encargada pues no se atrevía a decir nada con la boca llena, y todo lo que hacía era sonriera mientras se alimentaba a toda velocidad debido a que estaba en crecimiento no podía detenerse para dar algún cumplido y después de todo él siempre estaba hambriento, como pocos. Una vez que hubieron terminado la cena Alan se levantó y cogió los platos llevándolos al lavadero y enjuagándolos un poco como le habían dicho que se tenía que hacer. Se encamino hacia la estancia levantando las manos haciendo estiramientos y después sonrió emocionado mientras se sentaba sobre el suelo de la casa a mirar Tv por un rato, pero su amigo llamo su atención haciendo que se pusiera de pie nuevamente y caminara a pasos rápidos hacia donde este se encontraba.
Miraba hacia el horizonte justo como su amigo hacía en aquellos momentos, por aluna razón se sentía más cansado de lo normal, lo cual por cierto comenzaba a preocupar al chico que siempre tenía demasiada energía como para ir a dormir antes de las diez de la noche. Bostezo levente y después asintió sonriendo para Zerick. –Estoy seguro de que siempre será así, nuestra familia ira creciendo. Muchas personas y niños llegaran y entonces algún día nosotros trabajando duro le compraremos una casa más grande a la encargada. –dijo el niño con ilusión siempre soñando en alto, siempre soñando en grande. Aunque bien el no concia el futuro y no sabía cómo sería algún día, estaba seguro de que siempre estaría con Zerick y con Eli, porque de alguna manera eran ellos su familia, los hermanos que nunca había tenido, lo que siempre había necesitado así que no dejaría que aquel sueño se acabara pronto.
Observo como su hermano cerraba poco a poco sus ojos y termino por tomar su mano y sonriera orgulloso como si de verdad se tratase de un hermano. –Descansa Z. –dijo antes de levantarse y caminar en busca de la encargada para que lo llevara a su cama, después de todo el siempre terminaba acostado o dormido en lugares que no día y ya estaba acostumbrados a tener que llevarle a su cama. Era como na tarea que Alan buscara los lugares donde Z terminaba dormido y después decirles para que alguien le cargara y le llevara hacia su cama.
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Alan White
Re: Seven years in the past. [Privado]
El partido había sido demasiado divertido, Alan a pesar de ser bueno en los deportes a veces prefería no practicarlos demasiado por el hecho de que a veces los otros niños del orfanato no querían jugar con él por miedo a ser derrotados al momento, todos excepto Z, él era el único que no le importaba ganar o perder, de echo era mejor decir que a Z le daba igual porque siempre trataba de hacer trampa para poder tener alguna “ventaja” como el solía decir. Y claro a Alan no le molestaba dejar que su hermano ganara de vez en cuando con tal de verlo feliz. Por lo cual aquel pequeño partido había sido completamente interesante y divertido. Lo que hacía que Alan se sintiera más vivo que nadie. El no recordaba como había llegado ahí y ni siquiera recordaba los rostros de sus padres. Pero consideraba que había sido algo bueno el poder vivir todas aquellas experiencias con sus amigos. Para él era lo más importante de todo.
Escucho la voz de la cuidadora y después el reto de su hermano, soltando una gran carcajada corrió detrás de este a pesar de que el otro claramente había echo trampa para poder llegar primero, no le importaba. Estaba más que acostumbrado a estas pequeñas jugarretas que el otro solía mantener y eso era lo más divertido de vivir con aquel rubio que había llegado a penas un tiempo atrás. Y claro el escuchar acerca del aseo arrastro a su hermano prácticamente hasta la ducha, lo conocía mejor que nadie y sabía que al no ser supervisado este no se asearía por sí solo. Al estar al fin ambos aseados avanzo a paso rápido, prácticamente corrió hacia su lugar. Había dos cosas que Alan disfrutaba más que nada y una de ellas era el poder comer, compartir la mesa con sus amigos, con su familia era una de las cosas que Alan más esperaba todo el tiempo. Comía apresurado cuando se trataba de la cena, y siempre era el primero en querer ayudar, la mayoría de las veces era quien levantaba los platos sucios de Zerick y los metía en el fregadero y a veces ayudaba a lavarlos cuando la cuidadora pensaba que era posible.
Y así justamente había terminado el día. Alan después de recoger los platos se acomodó debajo de la ventana recargándose en la pared a un lado de Z quien miraba ahí mismo. Tal vez si Alan hubiera puesto más atención había notado que su mejor amigo lucia decaído. Tal vez si hubiera puesto un poco más de atención hubiera notado que aquella noche algo lucia diferente, pero lamentablemente Alan solo era un niño y lamentablemente se quedaría con esa mentalidad durante algunos años más. Para bloquear los horribles recuerdos que acontecerían a ese día. Pero en aquellos momentos él estaba más entretenido leyendo una pequeña historieta mientras escuchaba a su mejor amigo.
Por un momento levanto el rostro, la pregunta del otro era demasiado simple. Si, ellos siempre estarían juntos, Alan no permitiría que nada los separara, así tuvieran que ser adoptados el logaría que se quedaran juntos. Pero en aquellos momentos era claro que el de cabellos celestes no lo sabía. -¡Claro! –Exclamo con felicidad, con la felicidad de un niño pequeño que no duda de nadie y cree que el mal no existe. –Nosotros estaremos juntos por siempre, estoy seguro de que incluso cuando crezcamos seguiremos juntos Z. –Contesto con felicidad dándole un suave codazo en la rodilla. Después se levantó dejando la historieta manoseada que había sido un regalo del cuidador y se posiciono a un lado de su amigo. Al igual que el otro observo por la venta como el sol se había vuelto naranja y pintaba las nubes de un color similar al rojo, era una tarde despejada que amenazada con una noche más tranquila que otras. Se podría decir que aquel sería un día perfecto. Al menos en las mentes de los más inocentes.
Alan se giró hacia Zerick y le sonrió de forma abierta pasándole un brazo por los hombros. –Ahora vamos arriba a desear buenas noches a Eli y después a dormir, hermano. –comento llamado a Z hermano, lo había echo una vez antes porque siempre había querido tener un hermano menor. Y aunque no compartieran sangre ni apellidos. Aunque no fueran similares físicamente tenían lo más importante. Aquel lazo sentimental que les unía a ellos y a todos en aquella casa.
Escucho la voz de la cuidadora y después el reto de su hermano, soltando una gran carcajada corrió detrás de este a pesar de que el otro claramente había echo trampa para poder llegar primero, no le importaba. Estaba más que acostumbrado a estas pequeñas jugarretas que el otro solía mantener y eso era lo más divertido de vivir con aquel rubio que había llegado a penas un tiempo atrás. Y claro el escuchar acerca del aseo arrastro a su hermano prácticamente hasta la ducha, lo conocía mejor que nadie y sabía que al no ser supervisado este no se asearía por sí solo. Al estar al fin ambos aseados avanzo a paso rápido, prácticamente corrió hacia su lugar. Había dos cosas que Alan disfrutaba más que nada y una de ellas era el poder comer, compartir la mesa con sus amigos, con su familia era una de las cosas que Alan más esperaba todo el tiempo. Comía apresurado cuando se trataba de la cena, y siempre era el primero en querer ayudar, la mayoría de las veces era quien levantaba los platos sucios de Zerick y los metía en el fregadero y a veces ayudaba a lavarlos cuando la cuidadora pensaba que era posible.
Y así justamente había terminado el día. Alan después de recoger los platos se acomodó debajo de la ventana recargándose en la pared a un lado de Z quien miraba ahí mismo. Tal vez si Alan hubiera puesto más atención había notado que su mejor amigo lucia decaído. Tal vez si hubiera puesto un poco más de atención hubiera notado que aquella noche algo lucia diferente, pero lamentablemente Alan solo era un niño y lamentablemente se quedaría con esa mentalidad durante algunos años más. Para bloquear los horribles recuerdos que acontecerían a ese día. Pero en aquellos momentos él estaba más entretenido leyendo una pequeña historieta mientras escuchaba a su mejor amigo.
Por un momento levanto el rostro, la pregunta del otro era demasiado simple. Si, ellos siempre estarían juntos, Alan no permitiría que nada los separara, así tuvieran que ser adoptados el logaría que se quedaran juntos. Pero en aquellos momentos era claro que el de cabellos celestes no lo sabía. -¡Claro! –Exclamo con felicidad, con la felicidad de un niño pequeño que no duda de nadie y cree que el mal no existe. –Nosotros estaremos juntos por siempre, estoy seguro de que incluso cuando crezcamos seguiremos juntos Z. –Contesto con felicidad dándole un suave codazo en la rodilla. Después se levantó dejando la historieta manoseada que había sido un regalo del cuidador y se posiciono a un lado de su amigo. Al igual que el otro observo por la venta como el sol se había vuelto naranja y pintaba las nubes de un color similar al rojo, era una tarde despejada que amenazada con una noche más tranquila que otras. Se podría decir que aquel sería un día perfecto. Al menos en las mentes de los más inocentes.
Alan se giró hacia Zerick y le sonrió de forma abierta pasándole un brazo por los hombros. –Ahora vamos arriba a desear buenas noches a Eli y después a dormir, hermano. –comento llamado a Z hermano, lo había echo una vez antes porque siempre había querido tener un hermano menor. Y aunque no compartieran sangre ni apellidos. Aunque no fueran similares físicamente tenían lo más importante. Aquel lazo sentimental que les unía a ellos y a todos en aquella casa.
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Alan White
Re: Seven years in the past. [Privado]
El pequeño rubio sólo pudo asentir, una pequeña sonrisa formándose en su rostro, de cierta forma la respuesta de su amig-… no, de su hermano, le había servido, pero, entonces ¿Por qué seguía sintiéndose así? La sonrisa desapareció de su rostro mientras los tonos rojos y naranjas del atardecer comenzaban a perderse dando paso a la oscuridad de la noche, la luna alzándose en lo alto y brillando radiantemente mientras aquella sonrisa tan enfermiza e inquebrantable no hacía nada por calmar el extraño pesar del niño. Aspiró una gran bocanada de aire antes de soltar un suspiro, intentando con aquello, en su inocente mente, el calmarse y aliviarse. Asintiendo con la cabeza nuevamente ante el llamado del de curiosos cabellos azules, el mayor de los Jericho finalmente giró su cabeza y se volteó, despegando su mirada la oscuridad del exterior, sus ojos poco entrenados sin poder captar como una solitaria figura se alzaba en lo alto del cielo, su sombría imagen en alto contraste con la luminosidad que irradiaban las luces nocturnas.
El muchachito rubio siguió por las escaleras, en un silencio poco característico de él, al mayor, una de sus manos restregando con cierta pereza su ojo carmesí, como resistiendo el sueño que le atacaba. Las luces del hogar ya habían sido encendidas, de lo contrario lo más seguro es que por la poca atención que llevaba el rubio habría tropezado sobre sus pesados pasos, -Alan, ¿No te sientes… cansado?- Era una pregunta demasiado absurda, tomando en cuenta que se la habían pasado toda la tarde jugando, y por muy atlético que fuera el de cabellos claros aún así debería sentir el agotamiento en mayor o menor medida. Pero no, no era eso a lo que se refería exactamente con su pregunta. Estaba hablando de esa sensación que le había invadido al ver el atardecer. Pero claro, al tratarse sólo de un niño no tenía mejor forma de expresarse, por lo que continuó caminando ahora por el pasillo, en dirección al cuarto de su hermana bebé.
-Hermana…- Siempre le traía una sensación cálida pero a la vez de nerviosismo el caminar el trecho que separaba la puerta del cuarto hasta la cuna de Elizabeth. Avanzar esos pasos le hacía ver que, a pesar de todo, había logrado protegerla como se había prometido en el momento que la vio por primera vez. Y con una mano en su pecho se pudo dar cuenta que aquella calidez, la de ver a quien era la persona más importante en su vida aún sin que él pudiera entender del todo lo que eso significaba, podía sobreponerse incluso al sentimiento tan negativo que se había instalado en esa zona de su cuerpo. -Duerme bien, hermanita~- Susurró con palabras llenas de un cariño tal que no se podrían expresar más que de parte de la voz sincera y dulce de un inocente. Apoyando sus manos en el borde de la cuna le dio beso en la frente a la bebé que ya yacía dormida hace largo tiempo…
… Pero, contra todo pronóstico, aquel pesar en su pecho regresó. Regresó acompañado de un miedo irracional y enorme que llegó a causarle una ola de escalofríos en su espalda, mientras su cuerpo comenzaba a temblar sin que el pequeño rubio pudiera entender por qué. Llevó una de sus manos una vez más a su pecho, preguntándose interiormente por qué, pero sin que un hilo de voz pudiera aflorar de sus labios para poder expresar abiertamente lo que le estaba pasando. Pero no, no necesitó buscar demasiado el origen de aquel atroz terror que le invadía, pues al alzar su cabeza hasta el ventanal que estaba ubicado a un lado de la cuna, sus ojos finalmente se fijaron en aquella figura que antes no había podido percibir. No era demasiado difícil, después de todo la figura había dejado de ser una simple imagen oscura y sombría a lo lejos, para convertirse en la definida silueta de una mujer de rizados cabellos azabaches, en una cabellera que bajaba como cascada por su cintura. De piel pálida, perfecta ante la mirada y seguramente suave como seda al tacto, sus ojos resaltaban por sobre la misma, inspirando una malicia pero a la vez frialdad que Zerick no había visto antes ni siquiera de parte sus padres. Por lo poco que podía dar a ver el ventanal, pues aquella mujer estaba prácticamente pegada al vidrio, su aliento escapando de sus labios rítmicamente y empañando el cristal, era casi seguro decir que la extraña vestía un refinado vestido de alta clase, de tela negra con un detalle en rojo en la zona que levantaba su amplio busto…
… Y sin embargo, los ojos carmesí del pequeño estaban fijos en una sola cosa a pesar de tal imagen frente a él, y eso era, simplemente la curvatura de los labios de la desconocida. Una amplia y degenerada sonrisa, casi rozando lo demencial y ciertamente más cercana a perturbadora que atractiva. Una sonrisa tal que hizo tragar saliva al pequeño niño y transformó sus miedos en una muy posible pesadilla vivida en carne propia. Intentó gritar, pero tal como antes su voz negó a aparecer. De hecho todo su cuerpo ahora estaba paralizado por el miedo, ¿Por qué? ¿Sólo por esa sonrisa? ¿Sólo de ver a una extraña flotando del otro lado de la ventana? No, era mucho más que eso. Aquel era el poder que podía traer el aura de una bruja de tamaño poder, ¿no es así? Asustar a un par de niños era, bueno… Un juego de niños para ella.
El muchachito rubio siguió por las escaleras, en un silencio poco característico de él, al mayor, una de sus manos restregando con cierta pereza su ojo carmesí, como resistiendo el sueño que le atacaba. Las luces del hogar ya habían sido encendidas, de lo contrario lo más seguro es que por la poca atención que llevaba el rubio habría tropezado sobre sus pesados pasos, -Alan, ¿No te sientes… cansado?- Era una pregunta demasiado absurda, tomando en cuenta que se la habían pasado toda la tarde jugando, y por muy atlético que fuera el de cabellos claros aún así debería sentir el agotamiento en mayor o menor medida. Pero no, no era eso a lo que se refería exactamente con su pregunta. Estaba hablando de esa sensación que le había invadido al ver el atardecer. Pero claro, al tratarse sólo de un niño no tenía mejor forma de expresarse, por lo que continuó caminando ahora por el pasillo, en dirección al cuarto de su hermana bebé.
-Hermana…- Siempre le traía una sensación cálida pero a la vez de nerviosismo el caminar el trecho que separaba la puerta del cuarto hasta la cuna de Elizabeth. Avanzar esos pasos le hacía ver que, a pesar de todo, había logrado protegerla como se había prometido en el momento que la vio por primera vez. Y con una mano en su pecho se pudo dar cuenta que aquella calidez, la de ver a quien era la persona más importante en su vida aún sin que él pudiera entender del todo lo que eso significaba, podía sobreponerse incluso al sentimiento tan negativo que se había instalado en esa zona de su cuerpo. -Duerme bien, hermanita~- Susurró con palabras llenas de un cariño tal que no se podrían expresar más que de parte de la voz sincera y dulce de un inocente. Apoyando sus manos en el borde de la cuna le dio beso en la frente a la bebé que ya yacía dormida hace largo tiempo…
… Pero, contra todo pronóstico, aquel pesar en su pecho regresó. Regresó acompañado de un miedo irracional y enorme que llegó a causarle una ola de escalofríos en su espalda, mientras su cuerpo comenzaba a temblar sin que el pequeño rubio pudiera entender por qué. Llevó una de sus manos una vez más a su pecho, preguntándose interiormente por qué, pero sin que un hilo de voz pudiera aflorar de sus labios para poder expresar abiertamente lo que le estaba pasando. Pero no, no necesitó buscar demasiado el origen de aquel atroz terror que le invadía, pues al alzar su cabeza hasta el ventanal que estaba ubicado a un lado de la cuna, sus ojos finalmente se fijaron en aquella figura que antes no había podido percibir. No era demasiado difícil, después de todo la figura había dejado de ser una simple imagen oscura y sombría a lo lejos, para convertirse en la definida silueta de una mujer de rizados cabellos azabaches, en una cabellera que bajaba como cascada por su cintura. De piel pálida, perfecta ante la mirada y seguramente suave como seda al tacto, sus ojos resaltaban por sobre la misma, inspirando una malicia pero a la vez frialdad que Zerick no había visto antes ni siquiera de parte sus padres. Por lo poco que podía dar a ver el ventanal, pues aquella mujer estaba prácticamente pegada al vidrio, su aliento escapando de sus labios rítmicamente y empañando el cristal, era casi seguro decir que la extraña vestía un refinado vestido de alta clase, de tela negra con un detalle en rojo en la zona que levantaba su amplio busto…
… Y sin embargo, los ojos carmesí del pequeño estaban fijos en una sola cosa a pesar de tal imagen frente a él, y eso era, simplemente la curvatura de los labios de la desconocida. Una amplia y degenerada sonrisa, casi rozando lo demencial y ciertamente más cercana a perturbadora que atractiva. Una sonrisa tal que hizo tragar saliva al pequeño niño y transformó sus miedos en una muy posible pesadilla vivida en carne propia. Intentó gritar, pero tal como antes su voz negó a aparecer. De hecho todo su cuerpo ahora estaba paralizado por el miedo, ¿Por qué? ¿Sólo por esa sonrisa? ¿Sólo de ver a una extraña flotando del otro lado de la ventana? No, era mucho más que eso. Aquel era el poder que podía traer el aura de una bruja de tamaño poder, ¿no es así? Asustar a un par de niños era, bueno… Un juego de niños para ella.
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Zerick Jericho
Re: Seven years in the past. [Privado]
La tristeza de Zerick era curiosa para Alan, después de tono no entendía porque el chico se sentía de esa manera ¿por qué debería sentirse triste siendo que en aquel momento todo parecía ir de maravilla? Lo cierto es que a pesar de no comprenderlo del todo el mismo había comenzado a sentirse de la misa manera que su hermano ahora mismo, es como si algo en el ambiente no estuviera del todo bien, es como si aquel día una extraña mezcla de tristeza se estuviera apoderando de manos chicos haciéndolos sentía nostálgicos por lo que pudiera ocurrir más adelante.
Continuó caminando a paso firme hacia las habitaciones, se giró un poco al escuchar la voz de su hermano, la verdad es que no lo había pensado demasiado hasta ese momento pero si que estaba cansado. —Pues la verdad es que sí que me siento un poco cansado Z, aunque es poco común e tú te sientas de esa manera. — se giró un poco para tocar la frente de su hermano, la mujer que los cuidaba siempre tocaba sus frentes cuando creía que había algo mal, pero alan no pudo sentir nada diferente en la temperatura de Zerick, por lo cual no le dio más importancia y comenzó a caminar nuevamente.
En otras ocasiones Alan entraba con Zerick a la habitación para desearle dulces sueños a Eli, al igual que el menor siempre le daba un beso de buenas noches, pero aquel día solo se recargó en el marco de la puerta. ¿Por qué lo había hecho? Ni él mismo lo sabía, pero como un instinto de niño quería darle un poco de intimidad, un poco de tiempo de calidad con su hermana que al parecer bien que le hacía falta, por esa misma razón no había entrado en el cuarto, se había quedado ahí recargado observando cómo el otro deseaba las buenas noches a la menor, dispuesto a retirarse no vez que Zerick saliera de la habitación, pero eso jamás paso. Ahí se había quedado como congelado observando algo que Alan no había alcanzado a ver y de no haber levantado la vista hacia donde el de rubios cabellos observaba, jamás hubiera notado aquella presencia tan atemorizante. Como una bruja de las leyendas, como un hada malvada, como una enferma. Alan se había paralizado al igual que Zerick, más aún se sentía consternado por aquella presencia y el como es que estaba flotando a aquella altura. ¿A caso tenía súper poderes? No lo sabía y no quería hacerlo, en aquellos momentos sentía más miedo que nada.
Alan quería gritar, quería correr hacia sus hermanos y ponerse delante de ambos para protegerlos, pero sus piernas se negaban a moverse, como jugador nunca le pasaba aquello y recordaba haber sentido miedo antes, pero no recordaba haberse sentido así, con aquel parálisis tan fuerte que sentía que incluso el aire había dejado de pasar por sus pulmones. Pero era normal, un pequeño niño que había perdido por completo la razón y se había sustituido oor por un miedo ya demencial que incluso en aquellos momentos el huir no era una opción, aquellos ojos llenos de maldad y locura habían quedado en la mente de Alan y en aquel momento sentía que incluso si huían de ahí ella los encontraría. Una pesadilla que él nunca imaginó que llegaría a tener; y ojalá que hubiese sido una pesadilla.
Ojalá que hubiese sido solo eso. Pero aquello era más que solo una pesadilla que Alan tendría que pasar. Como pidió se movió dentro de la habitación a pesar de que su cuerpo y mente le gritasen que saliera de ahí, el amor por aquellos dos era mucho más fuerte el miedo, aquella necesidad de acompañar a los dos amigos, no, más que amigos, ellos dos eran la familia que Alan había estado soñando con toda su vida, aquellos a quienes Alan amaba más que a nadie, no se perdonaría el huir de ahí como un cobarde a pesar del miedo, a pesar de que la opción más inteligente sería huir e ir por un mayor, él no podía dejarse perder así como así en el miedo. —Te-tenemos que salir de aquí. — no supo si las palabras realmente salieron, pero estaba seguro de que su mano estaba entornos a una de las muñecas de Zerick, quería tomar a Eli en brazos y huir, pero su cuerpo no reaccionaba del todo. El miedo, el miedo era mucho más fuerte.
Continuó caminando a paso firme hacia las habitaciones, se giró un poco al escuchar la voz de su hermano, la verdad es que no lo había pensado demasiado hasta ese momento pero si que estaba cansado. —Pues la verdad es que sí que me siento un poco cansado Z, aunque es poco común e tú te sientas de esa manera. — se giró un poco para tocar la frente de su hermano, la mujer que los cuidaba siempre tocaba sus frentes cuando creía que había algo mal, pero alan no pudo sentir nada diferente en la temperatura de Zerick, por lo cual no le dio más importancia y comenzó a caminar nuevamente.
En otras ocasiones Alan entraba con Zerick a la habitación para desearle dulces sueños a Eli, al igual que el menor siempre le daba un beso de buenas noches, pero aquel día solo se recargó en el marco de la puerta. ¿Por qué lo había hecho? Ni él mismo lo sabía, pero como un instinto de niño quería darle un poco de intimidad, un poco de tiempo de calidad con su hermana que al parecer bien que le hacía falta, por esa misma razón no había entrado en el cuarto, se había quedado ahí recargado observando cómo el otro deseaba las buenas noches a la menor, dispuesto a retirarse no vez que Zerick saliera de la habitación, pero eso jamás paso. Ahí se había quedado como congelado observando algo que Alan no había alcanzado a ver y de no haber levantado la vista hacia donde el de rubios cabellos observaba, jamás hubiera notado aquella presencia tan atemorizante. Como una bruja de las leyendas, como un hada malvada, como una enferma. Alan se había paralizado al igual que Zerick, más aún se sentía consternado por aquella presencia y el como es que estaba flotando a aquella altura. ¿A caso tenía súper poderes? No lo sabía y no quería hacerlo, en aquellos momentos sentía más miedo que nada.
Alan quería gritar, quería correr hacia sus hermanos y ponerse delante de ambos para protegerlos, pero sus piernas se negaban a moverse, como jugador nunca le pasaba aquello y recordaba haber sentido miedo antes, pero no recordaba haberse sentido así, con aquel parálisis tan fuerte que sentía que incluso el aire había dejado de pasar por sus pulmones. Pero era normal, un pequeño niño que había perdido por completo la razón y se había sustituido oor por un miedo ya demencial que incluso en aquellos momentos el huir no era una opción, aquellos ojos llenos de maldad y locura habían quedado en la mente de Alan y en aquel momento sentía que incluso si huían de ahí ella los encontraría. Una pesadilla que él nunca imaginó que llegaría a tener; y ojalá que hubiese sido una pesadilla.
Ojalá que hubiese sido solo eso. Pero aquello era más que solo una pesadilla que Alan tendría que pasar. Como pidió se movió dentro de la habitación a pesar de que su cuerpo y mente le gritasen que saliera de ahí, el amor por aquellos dos era mucho más fuerte el miedo, aquella necesidad de acompañar a los dos amigos, no, más que amigos, ellos dos eran la familia que Alan había estado soñando con toda su vida, aquellos a quienes Alan amaba más que a nadie, no se perdonaría el huir de ahí como un cobarde a pesar del miedo, a pesar de que la opción más inteligente sería huir e ir por un mayor, él no podía dejarse perder así como así en el miedo. —Te-tenemos que salir de aquí. — no supo si las palabras realmente salieron, pero estaba seguro de que su mano estaba entornos a una de las muñecas de Zerick, quería tomar a Eli en brazos y huir, pero su cuerpo no reaccionaba del todo. El miedo, el miedo era mucho más fuerte.
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Alan White
Re: Seven years in the past. [Privado]
Era como si la temperatura hubiera bajado precipitadamente, de la nada, incluso estando en un cuarto como ese. Tal vez por eso su cuerpo había comenzado a temblar de tal forma, sus delgadas piernas y brazos tiritando, sus labios temblorosos, su respiración entrecortada. Pero no, el único frío que sentía realmente era el que le transmitían los gélidos ojos amatistas de la mujer del otro lado de la ventana, aquella mirada que se fijaba uno a uno en los tres niños presentes, hasta finalmente depositarse en la cuna de la más pequeña. Y fue entonces cuando un horrendo escalofrío sacudió todo el cuerpo del rubio, ¿Acaso quería algo de su hermanita? No… No podía ser… No ahora que eran felices.
¿Pero qué podría hacer si ese era el caso? En esos momentos ni siquiera podía moverse, su cuerpo no le respondía, ciertamente estaba paralizado por aquel incontrolable miedo, ese terror puro que había tomado de rehén todas sus articulaciones para dejarlo inmóvil por completo. Realmente quería hacer algo, quería al menos empezar a gritar, quería ahuyentarla lejos como si de un mal pensamiento o pesadilla se tratara, quería poder correr hacia la bebé o voltearse hacia Alan y decirle algo, pero no podía. Se sentía tan débil en esos momentos-… No, era tan débil. Había sido fuerte frente a la burla de los otros niños cuando era más pequeño, había sido fuerte ante la indiferencia de sus propios padres, había sido fuerte a la hora de decidir huir de casa junto a su hermana, y ahora no podía ni siquiera realizar una simple acción con su cuerpo.
Y fue en ese preciso instante, cuando comenzaba a caer dentro de ese pozo de desesperación, miedo y locura, que sintió el agarre en uno de sus brazos, sacándole parcialmente de esa paralización que dominaba su cuerpo para poder girar su cabeza y encontrarse con la mirada aterrada de su hermano. El rubio tuvo que tragar saliva, pues había escuchado las susurrantes palabras de Alan, y, ciertamente, tenían que salir de allí en cuanto tomaran a Elizabeth. La mujer de negro todavía no había entrado a la habitación, así que eso era-… -A-Ah…- Apenas un pequeño quejido, un gemido de sorpresa y, cómo no, miedo, ante lo que estaba presenciando ahora el mayor de los hermanos Jericho. Allí, frente a ellos, la extraña y posiblemente perversa fémina comenzó a ingresar al cuarto como si de un fantasma se tratase. Primero su rostro, luego sus hombros y pecho, todo su cuerpo traspasó lentamente el vidrio y el ladrillo, dejando atrás la pared sólo para pararse frente a ellos, y justo a un lado de la cuna en donde descansaba Elizabeth.
Con postura elegante, delicada, de figura esbelta y bien proporcionada, nada de eso quitaba la mirada tenebrosa y fría y la sonrisa de pura locura que adornaban su rostro. Instintivamente Zerick retrocedió tan sólo un paso
¿De verdad todo aquello no era tan sólo una horrible pesadilla? ¿Por qué estaban viviendo algo así? ¿Era un castigo? ¿Habían sido malas personas, malos niños? Todas esas y más preguntas eran las que se paseaban por la cabeza del pequeño inocente mientras veía con irremediable pavor como la mujer parecía ahora analizar el interior de la vivienda, sus ojos paseándose por el techo, las paredes, la puerta, ellos, y finalmente la cuna. Como si estuviera segura de que ninguno de los presentes intentaría nada, como si fuera ya consciente de aquel terror que les causaba. Y hasta el momento, todo en completo silencio, sin pronunciar palabra.
-De-deje…- Su voz salió ahogada, apenas audible, sin nada de fuerza. -De-deje de verla…- Más que una exigencia, un pedido. Un ruego atemorizado. Su corazón latía incontrolable, a mil por hora, la adrenalina hacía rato había inundado su cuerpo, sus instintos conscientes de que estaba bajo un peligro mortal y debía elegir entre huir o pelear. Pero no, ni siquiera la fuerza de esas reacciones físicas eran capaces de moverlo de su lugar, no por ahora.
…
-¿Oh?-
…
… Y finalmente…
… -Creí que el gato les había comido la lengua~- … Ella habló. -O debería decir, ¿el murciélago?- Un escalofrío recorría la espalda del pequeño rubio con tan sólo escucharla hablar. Era como una melodía suave y perfecta al oído que, sin embargo, sabías que tenía un significado oculto mucho más oscuro de lo que mostraba. La mujer entonces comenzó a avanzar hacia ellos, el sonido de su filoso calzado haciendo eco en el silencioso cuarto, más, curiosamente, a pesar de todo el evento, la menor de todos los presentes todavía no había despertado de su infantil sueño. -Interesante…- Su retorcida sonrisa pareció ampliarse tan sólo un poco más mientras sus ojos comenzaban a analizar críticamente al rubio, y estando tan cerca, el niño no podía más que mirarla atemorizado, como un pequeño animal a punto de ser arrollado por un auto en una oscura carretera. -Tu alma, es muy parecida a la de ella~ ¡A la bebé! Sin embargo, te falta algo…- Sin pronunciar ninguna palabra más hacia el chico, se acercó a él y le dio una pequeña lamida en su mejilla, nada sugerente, nada agradable… Más bien todo lo contrario, pues el rubio realmente se sentía como alguien que estaba a punto de ser devorado por una criatura de pesadilla.
-Y tú~…- Ahora, su cabeza se volteó de inmediato y gélidos ojos se fijaron en el más alto. El peliazul. -¿Qué-… Podemos-… Decir-… De ti?- Fue rodeando el cuerpo del pequeño As de los deportes, su penetrante y fría
mirada analizándolo ahora a él, igual a como si tratara con un objeto que utilizaría. Un conejillo de indias. Un arma.
Y Zerick no podía hacer otra cosa más que ver atemorizado sin atreverse a intervenir, sin siquiera intentar moverse ya. Lo único que era cierto en el rostro del pequeño, a parte del profundo miedo, eran las lágrimas que ya habían comenzado a caer como cascada por sus ojos carmesí.
¿Pero qué podría hacer si ese era el caso? En esos momentos ni siquiera podía moverse, su cuerpo no le respondía, ciertamente estaba paralizado por aquel incontrolable miedo, ese terror puro que había tomado de rehén todas sus articulaciones para dejarlo inmóvil por completo. Realmente quería hacer algo, quería al menos empezar a gritar, quería ahuyentarla lejos como si de un mal pensamiento o pesadilla se tratara, quería poder correr hacia la bebé o voltearse hacia Alan y decirle algo, pero no podía. Se sentía tan débil en esos momentos-… No, era tan débil. Había sido fuerte frente a la burla de los otros niños cuando era más pequeño, había sido fuerte ante la indiferencia de sus propios padres, había sido fuerte a la hora de decidir huir de casa junto a su hermana, y ahora no podía ni siquiera realizar una simple acción con su cuerpo.
Y fue en ese preciso instante, cuando comenzaba a caer dentro de ese pozo de desesperación, miedo y locura, que sintió el agarre en uno de sus brazos, sacándole parcialmente de esa paralización que dominaba su cuerpo para poder girar su cabeza y encontrarse con la mirada aterrada de su hermano. El rubio tuvo que tragar saliva, pues había escuchado las susurrantes palabras de Alan, y, ciertamente, tenían que salir de allí en cuanto tomaran a Elizabeth. La mujer de negro todavía no había entrado a la habitación, así que eso era-… -A-Ah…- Apenas un pequeño quejido, un gemido de sorpresa y, cómo no, miedo, ante lo que estaba presenciando ahora el mayor de los hermanos Jericho. Allí, frente a ellos, la extraña y posiblemente perversa fémina comenzó a ingresar al cuarto como si de un fantasma se tratase. Primero su rostro, luego sus hombros y pecho, todo su cuerpo traspasó lentamente el vidrio y el ladrillo, dejando atrás la pared sólo para pararse frente a ellos, y justo a un lado de la cuna en donde descansaba Elizabeth.
Con postura elegante, delicada, de figura esbelta y bien proporcionada, nada de eso quitaba la mirada tenebrosa y fría y la sonrisa de pura locura que adornaban su rostro. Instintivamente Zerick retrocedió tan sólo un paso
¿De verdad todo aquello no era tan sólo una horrible pesadilla? ¿Por qué estaban viviendo algo así? ¿Era un castigo? ¿Habían sido malas personas, malos niños? Todas esas y más preguntas eran las que se paseaban por la cabeza del pequeño inocente mientras veía con irremediable pavor como la mujer parecía ahora analizar el interior de la vivienda, sus ojos paseándose por el techo, las paredes, la puerta, ellos, y finalmente la cuna. Como si estuviera segura de que ninguno de los presentes intentaría nada, como si fuera ya consciente de aquel terror que les causaba. Y hasta el momento, todo en completo silencio, sin pronunciar palabra.
-De-deje…- Su voz salió ahogada, apenas audible, sin nada de fuerza. -De-deje de verla…- Más que una exigencia, un pedido. Un ruego atemorizado. Su corazón latía incontrolable, a mil por hora, la adrenalina hacía rato había inundado su cuerpo, sus instintos conscientes de que estaba bajo un peligro mortal y debía elegir entre huir o pelear. Pero no, ni siquiera la fuerza de esas reacciones físicas eran capaces de moverlo de su lugar, no por ahora.
…
-¿Oh?-
…
… Y finalmente…
… -Creí que el gato les había comido la lengua~- … Ella habló. -O debería decir, ¿el murciélago?- Un escalofrío recorría la espalda del pequeño rubio con tan sólo escucharla hablar. Era como una melodía suave y perfecta al oído que, sin embargo, sabías que tenía un significado oculto mucho más oscuro de lo que mostraba. La mujer entonces comenzó a avanzar hacia ellos, el sonido de su filoso calzado haciendo eco en el silencioso cuarto, más, curiosamente, a pesar de todo el evento, la menor de todos los presentes todavía no había despertado de su infantil sueño. -Interesante…- Su retorcida sonrisa pareció ampliarse tan sólo un poco más mientras sus ojos comenzaban a analizar críticamente al rubio, y estando tan cerca, el niño no podía más que mirarla atemorizado, como un pequeño animal a punto de ser arrollado por un auto en una oscura carretera. -Tu alma, es muy parecida a la de ella~ ¡A la bebé! Sin embargo, te falta algo…- Sin pronunciar ninguna palabra más hacia el chico, se acercó a él y le dio una pequeña lamida en su mejilla, nada sugerente, nada agradable… Más bien todo lo contrario, pues el rubio realmente se sentía como alguien que estaba a punto de ser devorado por una criatura de pesadilla.
-Y tú~…- Ahora, su cabeza se volteó de inmediato y gélidos ojos se fijaron en el más alto. El peliazul. -¿Qué-… Podemos-… Decir-… De ti?- Fue rodeando el cuerpo del pequeño As de los deportes, su penetrante y fría
mirada analizándolo ahora a él, igual a como si tratara con un objeto que utilizaría. Un conejillo de indias. Un arma.
Y Zerick no podía hacer otra cosa más que ver atemorizado sin atreverse a intervenir, sin siquiera intentar moverse ya. Lo único que era cierto en el rostro del pequeño, a parte del profundo miedo, eran las lágrimas que ya habían comenzado a caer como cascada por sus ojos carmesí.
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Zerick Jericho
Re: Seven years in the past. [Privado]
El cuerpo estaba paralizado, pero las sensaciones eran cada vez mayores. Alan tenía miedo, más que miedo el estaba completamente petrificado, su corazón iba tan rápido que sentía que de un momento a otro saldría de su pecho dejándolo morir ahí. Pero no podía hacerlo, no podía morir aún porque ahí frente a ellos se encontraba con el rostro más hermoso que había visto nunca, pero aquella mirada, aquellos ojos le estaban causando un completo terror, tan vacíos tan carentes de emoción alguna que hacían a Alan recordar alguna de esas muñecas que solían darle miedo por la noche, estaba sintiendo tanto miedo y le parecía que corrientes gigantescas de aire le golpeaban el cuerpo, era un milagro que aún siguiera de pie.
Estaba en shock y aquella mujer parecía disfrutarlo, no había nada que hacer, Alan colocó su mano como pudo sobre el muslo apretando con tanta fuerza que no pudo evitar soltar un pequeño grito de dolor que hizo que la mujer centrase su atención en el por un solo segundo y en este momento pudo sentir nuevamente como el aire recorría sus pulmones y solo en ese momento se dio cuenta de cuánto había necesitado aquel aire, no tenía ni idea de cuánto tiempo se había quedado ahí sin respirar, sin hacer absolutamente nada porque seguía aterrado pero en ese momento era un poco más sencillo sobrellevarlo pudiéndose mover ahora a paso de tortuga pero defendiéndose en el momento exacto en que aquella mujer dijera sus primeras palabras.
¿Oh?... Creí que el gato les había comido la lengua — Alan abrió los ojos más aterradores que antes, aquella voz era una perfecta línea de tono, no alto y no bajó, más como un montón de campanillas sonando creando un efecto casi hipnótico. —O debería decir, ¿el murciélago? —Sintió como todo su cuerpo comenzaba a flanquear, no estaba listo para esto, no estaba listo para nada de esto ... tenía miedo, quería llorar, de hecho... por primera vez sintió como sus ojos comenzaban a humedecer respirar nuevamente se estaba volviendo difícil. No quería morir aún, no quería que sus hermanos murieran... quería despertar de aquella pesadilla, quería alejarse de aquella horrible imagen y regresar a la mañana de aquel día donde todo había sido risas ¿por qué tenía que pasarle eso a ellos?
¿Que le decía a Zerick? Su mente estaba bloqueada no escuchaba las nuevas palabras de la mujer sintiendo como su corazón se relajaba poco a poco... no pasaba nada malo, no estaba pasando nada malo... su mente comenzó a ponerse en blanco porque no quería estar ahí, quería huir a su lugar seguro, no quería estar ahí, no quería estar... después se giró hacia Alan lo que hizo que el chico se sintiera más atemorizado ¿donde estaba su valentía normal? ¿Donde estaba toda esa energía que normalmente tenía cuando la necesitaba? —¿Que ... podemos ... decir ... de ti? —se sintió morir en aquel momento . ¿Que pasaría ahora?
Parece ser que tú de verdad no puedes hablar. —El tono como las campanillas volvía a aparecer en esa cara que parecía divertida y al mismo tiempo carente de cualquier emoción. Alan mordió su lengua con tanta fuerza que el sabor metálico de la sangre le invadió rápidamente pero lo alejó de su lugar feliz regresándolo a la realidad, el no estaba bien, nadie lo estaba. —¿Qu-quien es usted? —Fueron las primeras palabras que salieron de su boca cuando finalmente pudo hablar, aunque su todo fue vergonzosamente bajo además de que a penas si se había escuchado. —¡Va-váyase! —Aquello salió con más fuerza e incluso noto el como dio un paso al frente on mucha intensidad y sintiendo nuevamente un golpe de viento tan fuerte que esta vez no fue capaz de mantenerse en pie y termino cayendo de culo al suelo mirando fijamente a la mujer de manera retante.
Alan tenía miedo, pero aún así sabía que debía aguantar, por el bien de sus hermanos tenía que comenzar a aguantar aquella intensa aura que no hacía más que infundirle miedo en todo su ser. —¡Váyase ahora! —Dijo nuevamente aún sin recobrar las fuerzas suficientes para ponerse de pie. No sabía de dónde salía aquel valor, pero estaba dispuesto a aprovecharlo ahora que podía. —¡Maravilloso! Son más valientes de lo que un adulto ~ —Estaba comenzando a odiar ese tono, sus palabras aunque eran cumplidos sonaban como burlas y su rostro, esa mueca, esa maldita mueca comenzaba a hartar al de cabellos celestes quien nunca se había sentido molesto. Esa mujer estaba haciendo salir un lado de Alan que el mismo desconocía, un sentimiento salió a flote el ignoraba por completo como llamarle a ese sentimiento bien conocido por otros como impotencia.
¿Que más podía hacer cuando en realidad no había hecho nada?
Observo cómo la mujer nuevamente asomo su rostro por la cuna como una niña curiosa observando con emoción a la pequeña que dormía plácidamente en su cuna, como si nada de lo que ahora pasaba le afectará, ella estaba ahí durmiendo tranquila en un mundo de sueños rosas, y Alan se alegraba de ello, se alegraba de que al menos uno de ellos no estuviera siendo afectado en lo absoluto. Porque más tarde las cosas se complicarían incluso más dejando cicatrices irreparables en los corazones de ambos pequeños.
Estaba en shock y aquella mujer parecía disfrutarlo, no había nada que hacer, Alan colocó su mano como pudo sobre el muslo apretando con tanta fuerza que no pudo evitar soltar un pequeño grito de dolor que hizo que la mujer centrase su atención en el por un solo segundo y en este momento pudo sentir nuevamente como el aire recorría sus pulmones y solo en ese momento se dio cuenta de cuánto había necesitado aquel aire, no tenía ni idea de cuánto tiempo se había quedado ahí sin respirar, sin hacer absolutamente nada porque seguía aterrado pero en ese momento era un poco más sencillo sobrellevarlo pudiéndose mover ahora a paso de tortuga pero defendiéndose en el momento exacto en que aquella mujer dijera sus primeras palabras.
¿Oh?... Creí que el gato les había comido la lengua — Alan abrió los ojos más aterradores que antes, aquella voz era una perfecta línea de tono, no alto y no bajó, más como un montón de campanillas sonando creando un efecto casi hipnótico. —O debería decir, ¿el murciélago? —Sintió como todo su cuerpo comenzaba a flanquear, no estaba listo para esto, no estaba listo para nada de esto ... tenía miedo, quería llorar, de hecho... por primera vez sintió como sus ojos comenzaban a humedecer respirar nuevamente se estaba volviendo difícil. No quería morir aún, no quería que sus hermanos murieran... quería despertar de aquella pesadilla, quería alejarse de aquella horrible imagen y regresar a la mañana de aquel día donde todo había sido risas ¿por qué tenía que pasarle eso a ellos?
¿Que le decía a Zerick? Su mente estaba bloqueada no escuchaba las nuevas palabras de la mujer sintiendo como su corazón se relajaba poco a poco... no pasaba nada malo, no estaba pasando nada malo... su mente comenzó a ponerse en blanco porque no quería estar ahí, quería huir a su lugar seguro, no quería estar ahí, no quería estar... después se giró hacia Alan lo que hizo que el chico se sintiera más atemorizado ¿donde estaba su valentía normal? ¿Donde estaba toda esa energía que normalmente tenía cuando la necesitaba? —¿Que ... podemos ... decir ... de ti? —se sintió morir en aquel momento . ¿Que pasaría ahora?
Parece ser que tú de verdad no puedes hablar. —El tono como las campanillas volvía a aparecer en esa cara que parecía divertida y al mismo tiempo carente de cualquier emoción. Alan mordió su lengua con tanta fuerza que el sabor metálico de la sangre le invadió rápidamente pero lo alejó de su lugar feliz regresándolo a la realidad, el no estaba bien, nadie lo estaba. —¿Qu-quien es usted? —Fueron las primeras palabras que salieron de su boca cuando finalmente pudo hablar, aunque su todo fue vergonzosamente bajo además de que a penas si se había escuchado. —¡Va-váyase! —Aquello salió con más fuerza e incluso noto el como dio un paso al frente on mucha intensidad y sintiendo nuevamente un golpe de viento tan fuerte que esta vez no fue capaz de mantenerse en pie y termino cayendo de culo al suelo mirando fijamente a la mujer de manera retante.
Alan tenía miedo, pero aún así sabía que debía aguantar, por el bien de sus hermanos tenía que comenzar a aguantar aquella intensa aura que no hacía más que infundirle miedo en todo su ser. —¡Váyase ahora! —Dijo nuevamente aún sin recobrar las fuerzas suficientes para ponerse de pie. No sabía de dónde salía aquel valor, pero estaba dispuesto a aprovecharlo ahora que podía. —¡Maravilloso! Son más valientes de lo que un adulto ~ —Estaba comenzando a odiar ese tono, sus palabras aunque eran cumplidos sonaban como burlas y su rostro, esa mueca, esa maldita mueca comenzaba a hartar al de cabellos celestes quien nunca se había sentido molesto. Esa mujer estaba haciendo salir un lado de Alan que el mismo desconocía, un sentimiento salió a flote el ignoraba por completo como llamarle a ese sentimiento bien conocido por otros como impotencia.
¿Que más podía hacer cuando en realidad no había hecho nada?
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Alan White
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