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Llamarada [ Misión ]
Death City :: Resto del Mundo :: América
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Llamarada [ Misión ]
Hacia una bonita mañana… no hacía mucho sol, por lo tanto no hacía calor. La noche pasada pude dormir bien, lo cual es extraño, pero eso me permitió poder hacer un poco más de vida diurna. Aunque en la ciudad no había mucho movimiento, tuve la opción de pasarme por el tabón de misiones… ¡curiosamente no quedaban disponibles! Pero tuve suerte de que aún quedaba una… la llamaban “Llamarada”, así que decidí tomarla… hasta que vi de que se trataba. Pensé en dejarla, pero me hubiera aburrido mucho ese día si lo hubiera hecho… así que acepté.
Me pasé por la escuela de Shinigami-sama. Ese tipo seguía igual que siempre, y pareció contento de ver que aceptaba esa misión, con lo que me empezó a decir más y más detalles innecesarios sobre dicha tarea. En resumen, que al poco tiempo me fui marchando hacia mi destino, lo que vendría a ser California. El caso es que, mientras estaba llegando vislumbré una pequeña columna de humo. Iba a dejarla donde estaba, no era de mi incumbencia, hasta que recordé que la misión trataba de una casi pirómana y que se estaban medio escapando, por lo que decidí acercarme rápidamente a ver… pero con la calma.
La cosa es que finalmente llegué a este viejo hotel de madera, el cual estaba en llamas. No tuve más opción que reventar la boquilla de agua para los bomberos, algo increíblemente útil e inusual en ese lugar, aunque supongo que ya se debieron esperar un accidente como este en el pasado y los bomberos se lo mandaron poner… ¡yo que sé! El caso es que reventé la boquilla y empapé todo el hotel de agua al mismo tiempo que entraba, esta vez más rápido que antes, y comprobaba si había algún herido.
-Entonces los encontré a ustedes bajo los escombros, los rescaté y los dejé aquí, tal y como están ahora… y fin, esta es la historia de cómo llegué aquí. ¿Les ha gustado? ¿Se han dormido?- les decía con una pequeña sonrisa a los padres y a la niña, todos ellos sentados en los sofás chamuscados y atados con un recubrimiento de agua que los tenía completamente inmóviles. La familia, atónita, me miraba desorientada. No sabían cómo reaccionar.
– En fin. La cuestión es esta: mi misión consiste en llevarme a su hija llameante a la Vocacional, al menos para que aprenda a controlar su forma de transformarse y de usarse… - les iba comentando a los padres. Estos no parecían muy convencidos, y se iban mirando, cada dos por tres, con cara de preocupación. Al ver esto añadí con despreocupación – Señores padres, por muy preocupados que estén, solo hay dos opciones: que participen con nosotros, apunten a su hija a la Escuela Vocacional y vean cómo se van desarrollando poco a poco los hechos, o que me la lleve sin su permiso y la fuerce a ir a la escuela. Créanme, no les aconsejo la segunda -. Esa última frase la dije con un tono y una sonrisa más diabólica de lo usual. La familia me miró un poco aterrada, con lo que rectifiqué de inmediato – Solo bromeo. Esa última opción no es mi forma de actuar ni de hacer las cosas, así que deberían quedarse con la primera… - les decía calmadamente mientras me levantaba con dificultad del sillón en el que estaba sentado y caminaba hacia la pequeña. Con un débil movimiento de brazo, removí el recubrimiento de la niña e hice levitar el agua a mí alrededor mientras sacaba un caramelo de mi chaleco y se lo entregaba a la jovencita. La niña se quedó mirando el agua mientras tomaba el caramelo y se lo metía en la boca.
Tras un rato de dialogar con los padres de la niña, estos aceptaron llevarla a la escuela con la condición de que ellos estarían cerca de ella y podrían visitarla siempre que puedan. – No se imaginen la Vocacional como un internado… también pueden alquilar una casa y vivir todos en ella durante la estancia de la pequeña en el colegio… creo… esperen, ¿por qué no lo confirmamos mejor? -. Me fui al baño, donde pude recoger un trozo de espejo. Con este logré contactar con Shinigami-sama, el cual se lo pasé a los padres, para que lo discutieran mejor. La reacción de los padres fue de curiosidad al ver al Director de la Vocacional… la niña parecía bastante contenta con el Dios de la Muerte, se nota que cae bien a los niños.
Tras los últimos detalles, cogimos las maletas, un transporte rápido y nos fuimos en dirección a Death City. El viaje fue bastante entretenido, aunque esa familia era bastante charlatana, y no paraba de preguntarme cosas sobre la ciudad. Yo les decía lo poco que sabía, e iba disculpándome a ratos por no poder decirles según qué cosas a causa de mi ignorancia hacia el tema en particular… pero por lo demás fue entretenido. Y, finalmente, llegamos a nuestro destino. Ante nosotros, la Ciudad de la Muerte se alzaba poderosa y enorme. La familia se despidió de mi entre disculpas y agradecimientos. La niña se quedó un poco más tiempo a mi lado. Sabía lo que quería, así que me puse las manos en un bolsillo del chaleco y saqué otro caramelo. Se lo entregué con una sonrisa, y esta me la devolvió ampliamente. Con un fuerte adiós y un movimiento exagerado con los brazos, la niña se despidió de mí mientras se iba en la misma dirección que sus padres. – Bien… supongo que ya cumplí mi parte… ¡Creo que esto merece un trago de leche, y bien fría! -.
Me pasé por la escuela de Shinigami-sama. Ese tipo seguía igual que siempre, y pareció contento de ver que aceptaba esa misión, con lo que me empezó a decir más y más detalles innecesarios sobre dicha tarea. En resumen, que al poco tiempo me fui marchando hacia mi destino, lo que vendría a ser California. El caso es que, mientras estaba llegando vislumbré una pequeña columna de humo. Iba a dejarla donde estaba, no era de mi incumbencia, hasta que recordé que la misión trataba de una casi pirómana y que se estaban medio escapando, por lo que decidí acercarme rápidamente a ver… pero con la calma.
La cosa es que finalmente llegué a este viejo hotel de madera, el cual estaba en llamas. No tuve más opción que reventar la boquilla de agua para los bomberos, algo increíblemente útil e inusual en ese lugar, aunque supongo que ya se debieron esperar un accidente como este en el pasado y los bomberos se lo mandaron poner… ¡yo que sé! El caso es que reventé la boquilla y empapé todo el hotel de agua al mismo tiempo que entraba, esta vez más rápido que antes, y comprobaba si había algún herido.
-Entonces los encontré a ustedes bajo los escombros, los rescaté y los dejé aquí, tal y como están ahora… y fin, esta es la historia de cómo llegué aquí. ¿Les ha gustado? ¿Se han dormido?- les decía con una pequeña sonrisa a los padres y a la niña, todos ellos sentados en los sofás chamuscados y atados con un recubrimiento de agua que los tenía completamente inmóviles. La familia, atónita, me miraba desorientada. No sabían cómo reaccionar.
– En fin. La cuestión es esta: mi misión consiste en llevarme a su hija llameante a la Vocacional, al menos para que aprenda a controlar su forma de transformarse y de usarse… - les iba comentando a los padres. Estos no parecían muy convencidos, y se iban mirando, cada dos por tres, con cara de preocupación. Al ver esto añadí con despreocupación – Señores padres, por muy preocupados que estén, solo hay dos opciones: que participen con nosotros, apunten a su hija a la Escuela Vocacional y vean cómo se van desarrollando poco a poco los hechos, o que me la lleve sin su permiso y la fuerce a ir a la escuela. Créanme, no les aconsejo la segunda -. Esa última frase la dije con un tono y una sonrisa más diabólica de lo usual. La familia me miró un poco aterrada, con lo que rectifiqué de inmediato – Solo bromeo. Esa última opción no es mi forma de actuar ni de hacer las cosas, así que deberían quedarse con la primera… - les decía calmadamente mientras me levantaba con dificultad del sillón en el que estaba sentado y caminaba hacia la pequeña. Con un débil movimiento de brazo, removí el recubrimiento de la niña e hice levitar el agua a mí alrededor mientras sacaba un caramelo de mi chaleco y se lo entregaba a la jovencita. La niña se quedó mirando el agua mientras tomaba el caramelo y se lo metía en la boca.
Tras un rato de dialogar con los padres de la niña, estos aceptaron llevarla a la escuela con la condición de que ellos estarían cerca de ella y podrían visitarla siempre que puedan. – No se imaginen la Vocacional como un internado… también pueden alquilar una casa y vivir todos en ella durante la estancia de la pequeña en el colegio… creo… esperen, ¿por qué no lo confirmamos mejor? -. Me fui al baño, donde pude recoger un trozo de espejo. Con este logré contactar con Shinigami-sama, el cual se lo pasé a los padres, para que lo discutieran mejor. La reacción de los padres fue de curiosidad al ver al Director de la Vocacional… la niña parecía bastante contenta con el Dios de la Muerte, se nota que cae bien a los niños.
Tras los últimos detalles, cogimos las maletas, un transporte rápido y nos fuimos en dirección a Death City. El viaje fue bastante entretenido, aunque esa familia era bastante charlatana, y no paraba de preguntarme cosas sobre la ciudad. Yo les decía lo poco que sabía, e iba disculpándome a ratos por no poder decirles según qué cosas a causa de mi ignorancia hacia el tema en particular… pero por lo demás fue entretenido. Y, finalmente, llegamos a nuestro destino. Ante nosotros, la Ciudad de la Muerte se alzaba poderosa y enorme. La familia se despidió de mi entre disculpas y agradecimientos. La niña se quedó un poco más tiempo a mi lado. Sabía lo que quería, así que me puse las manos en un bolsillo del chaleco y saqué otro caramelo. Se lo entregué con una sonrisa, y esta me la devolvió ampliamente. Con un fuerte adiós y un movimiento exagerado con los brazos, la niña se despidió de mí mientras se iba en la misma dirección que sus padres. – Bien… supongo que ya cumplí mi parte… ¡Creo que esto merece un trago de leche, y bien fría! -.
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Fecha de inscripción : 19/01/2015
Puntos : 236
Edad : 24
Localización : o en la Posada o robando por algun lugar...
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