Hush, hush, little lady. [Privado; Judy]

No era el brujo más querido, y de hecho muchos tenían preferencia de tenerlo lejos, pero eso no le impedía estar de tanto en tanto en el territorio que le correspondía, y nada más y nada menos que en la calle. ¿Las razones para que no esté esa noche como de costumbre en la ciudad, haciendo malabares en una esquina o asustando a la gente? Simple, eso hacía siempre y quería un cambio de aires. Aunque de verdad no esperaba que las calles estuvieras semi desiertas esa noche, excepto por un par de brujos o brujas que cada tanto pasaban a su lado o por la acera de enfrente. Bueno, eso era un poco aburrido. El rubio se encontraba apoyado en una pared cercana a un callejón, no traía mucho abrigo, de hecho solo llevaba una bufanda enrollada al cuello. Tenía la capucha de su sudadera puesta, que junto a la poca luz, hacía que sus ojos brillaran entre las sombras que cubrían su rostro. “Ojos de zorro” solían llamarlo, ya se había acostumbrado a dicho apodo, y de hecho había tenido peores, no era que precisamente le molestara.

No era muy consciente de la hora, pero calculó que no era demasiado tarde, al menos la posición de la luna indicaba eso, ¿Tal vez las 9 de la noche? Tal vez. En si no había mucho que hacer, si bien había querido apegarse un poco más a sus raíces tenía que admitir que comenzaba a recordar porque casi no iba ahí (Entre otras cosas, su irritante actitud conseguía que durante un tiempo no quisiesen tenerlo cerca). Pero bueno, caminar hasta la ciudad iba a ser por nada, al fin y al cabo estaba algo cansado pero ya había estado en la casa todo el día leyendo, si hubiese querido seguir con aquella actividad (que acababa por ser aburrida en determinado punto) podría haberlo hecho.

—Hace frío…

Se percató de repente de que la temperatura había disminuido notablemente, de modo que cruzó los brazos en un intento vano de guardar algo de calor. Podía ver unas muy leves nubes de vaho flotando frente a él. Nuevamente, debió tener un abrigo de más, ¿Por qué siempre lo mismo? Al menos esta vez no había nadie que le tirara bolas de nieve como si fuera un monstruo o algo y de esa manera pudieran disiparlo. Desgraciadamente hacía falta más que eso para librarse del brujo.

A veces pensaba que era una especie de castigo. Generalmente no reflexionaba demasiado sobre el tema, tampoco le importaba demasiado en cuanto a cuestiones prácticas refería y, si tenía que decirlo, incluso le era útil en ocasiones, claro, los humanos tenían al parecer cierta debilidad por los niños un tanto menores, aclarando por supuesto, solo niños humanos, lo sabía por experiencia, aquellos hipócritas de dos caras no les importaba lo que no era como ellos, su sociedad, al menos al gusto de la bruja, estaba podrida ¿Atacar a un pequeño niño? Monstruo, inhumano, bestia ¿Atacar a un niño que no entrara en sus criterios de normalidad? Entonces eran llamados héroes, le asqueaba de sobremanera aquel razonamiento de la “raza” humana, la chica solía pensar que llamar a los humanos una raza como tal era denigrante para cualquier otra raza en este planeta. En todo caso, si bien le era útil, era en noches así, donde pensaba demasiado por la falta de compañía o una distracción decente, cuando se le ocurría que aquello tenía que ser un castigo, condenada a verse exactamente igual durante todo lo que le quedara de vida no ayudaba mucho a olvidar aquel día, aquella época (Que tampoco es que fuera fácil olvidar cosas así en primer lugar) No podia evitar verse al espejo y pensar que habia ocurrido hacia apenas unos días atrás, y aunque sonara irónico para un bruja con su habilidad, le recorría un escalofrió.

El conejo en su mano sobo un poco la cabeza afelpada contra ella, la chica le dedico una pequeña sonrisa, la compañía del muñeco era tan constante, que para ella era como el mismísimo aire, si bien no hacia conciencia sobre el mismo todo el tiempo, siempre estaba presente y aún más importante, lo necesitaba tanto como necesitaba el oxígeno que la rodeaba y claro, era más que obvio que él la necesitaba a ella. No le gustaba preocuparlo, pero claro, a ambos les era difícil ocultar cualquier cosa al otro, y el animal era (Como ella solía llamarlo en ocasiones) Un roedor sobreprotector-Estamos bien ahora ¿Cierto?-Le hablo en tono bajo, de forma tranquila-A lo que me refiero es… Aun si no podemos olvidar todo lo que quisiéramos-Hizo una pausa para mirar a su alrededor y exhalar con calma-Podemos caminar por aquí como si nada, sin escondernos o fingir ¿no?-Su intención dio fruto y el muñeco asintió, mucho más tranquilo ahora que la chica había recobrado un tanto de su ánimo. Y no era que solamente quisiera animar al conejo, el pensamiento de que podía vivir con sus hermanas, en aquel lugar donde no era la presa, si bien toda la tanda de seguidores del Shinigami eran bastante imbéciles, no había uno lo suficientemente estúpido como para pasearse por ahí, y si bien había alguno que lo fuera, sería más divertido que amenazante, no iba a negarlo, hacia bastante que la chica tenia sed de sangre, creía que un perrito del Shibusen le vendría genial para ello.

Tenía otro problema con distraerse y divagar sobre tantas cosas de esa manera, sus poderes se manifestaban con voluntad propia, por supuesto, hacia un tiempo el asunto era mucho peor, aun así, no logro notar lo que estaba pasando hasta que un pequeño copo le cayó sobre la nariz, al subir la mirada se ruborizo al instante. La escena en si parecía sacada de una caricatura barata y eso era lo que más le molestaba ¿En verdad? ¿Una nube sobre ella? Claro, eso para empezar con lo obvio, la temperatura en general estaba bajando bastante, soltó maldiciones que no deberían de salir de alguien con apariencia tan infantil y empezó a agitar la mano libre hacia arriba, como tratando de dispersar dicho mini fenómeno meteorológico de la forma más simplona y boba que se le vino primero a la mente, no le importaba en tanto nadie la viera, y no había nadie ahí, por lo que podía hacerlo tranquila; Solo ella, Zadkiel, y el chico rubio de los ojos de gato… El chico rubio de los ojos de gato, se quedó quieta, mirándolo con los ojos celestes bien abiertos, casi como si con los mismos quisiera preguntarle de donde rayos había salido, pensó otra tanda de maldiciones, y de forma medio mecánica, sin decir nada tras haberlo visto un rato en silenció, bajó la mano y se dio la vuelta, tal vez  en un intento del “Si no lo veo no me ve”, esperaba que la ignorara, y se lo agradecería profundamente.

¿Tal vez debería volver a la ciudad? Podría molestar a alguien, meterse a alguna casa, y demás actividades bastante normalitas para ser él, pero no es que el fuera precisamente “normal”, y podíamos empezar por sus pintas. ¿Qué clase de ropa era esa? Por favor, darle algo decente a este pobre chico. ¿Eh? Ah, ejem, que pierdo la línea, ¿En que estaba? Ah claro: aburrimiento. Y frío, muchísimo frío. Que aparte de malas pintas, va muy desabrigado nuestro muchacho, ¿A poco no? Vale que me desvío de vuelta. Ahora las nubecillas de vaho anteriormente mencionadas, eran más espesas y notables a distancia, Konoha se mantenía quieto, aunque debería estar moviéndose camino a casa. Pero, no, justo antes de hacer eso, algo llamó su atención. Las sombras que cubrían su cara casi no permitirían ver bien hacia donde movía los ojos, bueno, todo dependiendo del ángulo desde el que lo vieras. Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro, de esas sonrisas suyas que le daban aquel aspecto tan característico, aquella pinta de burlarse del mundo y de quienes lo habitaban, como si no importara nadie más que él y él. A lo mejor, eso era lo que en verdad pensaba.

Separó la espalda de la fría pared, y en silencio caminó hasta donde se encontraba el otro individuo, que había pegado la vuelta. Una vez cerca de la otra, extendió una flor de colores blancos y magentas frente a ella, bloqueándole el paso, pero no de una forma agresiva. Se podía decir que era hasta de una forma elegante, tanto por la forma en la que sostenía la flor como la forma en la que estaba parado.

— ¿Tan sola, damita?

Oh bueno, ahí vamos de nuevo con aquella caballerosa actitud del rubio, que si bien podía categorizarse como coqueteo, la chica se veía bastante más joven que el brujo, y él era un brujo decente, si, suena raro pero lo era, mira si enrollarse con una cría de 12 años, si es que era su edad real, hay que ver que de gente en este mundo. El muchacho ya de por si era bastante bajo, no le sorprendería encontrarse con alguien que no tuviera la edad que aparentaba, pero el ignoraba todo esto. Porque claro, yo leí todo lo otro por lo tanto sé que esta niña no es tan pequeña como parece. Tsé, que me salgo del guion.

El brujo mantenía una sonrisa indescifrable en el rostro, una especie de exótica mezcla entre picardía, burla, y ¿Segundas intenciones? Eso era seguro que sí, puesto que nuestro querido chico siempre tenía segundas intenciones bajo la manga, y sus afelinados ojos del color de una hoja en otoño eran una notable muestra de ello, siempre con un brillo divertido y alguna que otra muestra de su astucia. Tal vez podría ser más astuto de lo que en teoría ya es, y dejar de fingir ser todo un niño bien frente a las chicas. A lo mejor esta muestra de su caballerosidad, aquella bonita flor de aspecto delicado y procedencia dudosa, era solo una pantalla de su increíblemente cabrona personalidad, que a pesar de todo, había extendido con cuidado y amabilidad frente a ella. Y por sobretodo, a pesar de lo expresado antes, sinceridad.

Estaba a punto de dar un paso adelante y largarse de una buena vez de ahí, pensando en lo satisfactorio que seria irse y que ni ella, ni el chico-ojos-de-gato, se vieran nunca nunca nunca jamás, sin conocerse siquiera bien las caras. Pero rara vez le salían las cosas como quería, pues que ahora lo tenia ahí, parado frente a ella y claro, lo mejor del asunto, no podía ser alguien preguntando la hora o alguna pequeñez del estilo, no, le tendía una una flor que si bien era bonita, la niña no veía ningún motivo para que se la diese, ningún motivo, claro, esto solo ignorando el tono de su voz y que era alguien con poca ropa en medio de la noche... seguramente era por tipejos como él que los padres sermoneaban con el "No hables con extraños", raro, aún más considerando que a primera vista, era apenas una niña pequeña, aun así prefería reservarse opiniones de gente con la que no había cruzado palabras aun. La flor sin embargo, era bonita, y pensó que si bien a ella no le iba bien eso de cuidar plantas (Pues muchas veces terminaban secas por el frío) bien podría alegrarle el día a sus hermanas. Fue cuando se dispuso a tomarla que el conejo se le adelanto, había mordido por completo la flor y probablemente de no ser por el tallo de la misma, hubiese mordido la mano del rubio también, claro, era un muñeco, por lo que mucho daño no hubiese hecho, pero el gesto era más que claro-Ah... tú tampoco quieres que hable con extraños ¿eh?-Dijo como si fuera de lo más normal hablarle al títere en su mano, y lo hacia completamente consciente de lo que el brujo debía estar pensando, algo como "Es una cría que aun le habla a sus juguetes" Pues sinceramente no podia importarle menos.

El conejo apretó la boca, destruyendo aun más la desafortunada flor, la chica negó con la cabeza y suspiro de forma ligera-Una lastima, una lastima, era bastante bonita-Se lamentó, sin el menor indicio de estarle dirigiendo la palabra al contrario, ni siquiera le miraba, se concentraba en el conejo y este, a su vez, se concentraba en la niña, lo ignoraban en total sincronía-Vas a conseguirme otra, ¿De acuerdo?-El muñeco asintió casi apenado y ella le dio un par de palmaditas en la cabeza cariñosamente.

-Ah, si-Dijo a la vez que chasqueaba los dedos y miraba por primera vez al rubio, como si recién lograse darse cuenta de que seguia ahí-Señor...-Ladeo la cabeza, como si quisiera recordar un nombre que no sabia o en su defecto darle uno-Señor rubio ojos de gato... Como puede ver no estoy sola... Y no encuentro utilidad alguna en relacionarme con usted... A mi amigo tampoco le cayo muy bien-Se explicó, señalando al muñeco con la mirada-Espero encuentre algo de más productividad para entretenerse esta noche que vagabundear por ahí, ehm...-Lo miro de arriba hacia abajo, haciendo una mueca un tanto despectiva-vestido así-finalizo con saña, dando por sentado que ahí se acababa la conversación, esperando a que él mismo se quitara, pues no tenia la mínima intención de rodearle.

Bueno, comenzaba a pensar que tal vez había sido una idea de las malas eso que había hecho. No sabía con exactitud si el títere era realmente una mentalidad aparte de la de la chica, o ésta se estaba burlando de él cuando cometió tal atrocidad contra la pobre flor que el tan amablemente le había entregado. Eso, o la edad de la bruja era suficientemente baja como para aún jugar de tal manera con los títeres. Vaya que si se menosprecia la caballerosidad hoy en día, eh.

—Wow, que rudo ha sido eso —Dijo mientras tiraba el tallo sin cuidado alguno al suelo y alejaba la mano, con un gesto exageradamente delicado, totalmente a propósito—. ¡Tan cruel! —Agregó, con un sobreactuado gesto propio de alguna telenovela de drama Venezolana. Bueno, estas micro escenas eran comunes en él, casi automáticas, algunas ocasiones(Llámese ésta) era más una burla a la mera existencia del universo y al final quedaba como un rasgo característico de la personalidad del rubio, incluso podría resultar increíblemente molesto. Y lo que era más, ahora mismo no había prácticamente nadie aparte de ellos en la calle, pero tampoco le daba vergüenza hacer sus escenitas en plena ciudad, Ruri era víctima(Y a veces incluso cómplice) de varias de ellas.

—¿”Señor rubio ojos de gato”? —Preguntó con una risa amarga— Entiendo que tal vez tengas...No se, doce años. ¿Pero tratarme de señor? Creo que eso es exagerar, beag. —Miró de manera altanera al títere, ya prácticamente convencido de que era un ser casi totalmente diferente de la niña, pero así mismo parecía como si tuvieran alguna especie de conexión extraña entre ellos. Bueno, supuso que era lógico, pues el conejo estaba en su mano y no tenía pinta de poder despegarse, el brujo se preguntó si el juguete hablaba también. —Mmm... Eres algo agresiva para ser tan pequeña...—Le replicó con una mueca, tratando de no agregar nada acerca del comentario despectivo de su vestimenta. Vale, que el iba desabrigado, pero ni que tuviese tan mal gusto. Por otro lado, ella tampoco estaba en grandes condiciones para hablar, no es que fuese tan abrigada tampoco, aunque ahora que lo pensaba mejor, cerca de la contraria hacía algo más de frío que lo normal. No quiso preguntar, supuso que tenía que ver con la magia. La magia era la explicación a casi todo en ese lugar.