Reencuentro en el mercado [ Priv. Chloe ]

– Sangre de araña, dientes de un lagarto africano, pelo de mamut… –Leía en voz alta para si misma. La lista de partes de animales continuaba, había como 50 opciones más para la compra que uno deseara. Y no eran partes cualquieras, eran las diminutas, las que podías llevar en mano en una botella o pequeña caja. La bruja que las vendía tenía un ojo en la frente abierta, y los otros dos a extremos de su cara cerrados. Esta aseguraba que los ingredientes eran totalmente frescos, y claro, legítimos. Se notaba que llevaba años vendiendo sus productos, quizás hasta el lugar donde estaba vendiendo podía llamarse suyo.– No, no está aquí tampoco. –Negó con la cabeza. Nuevamente había ido al mercado de brujas para encontrar los ingredientes que necesitaba para sus pociones. Y era cierto que era un lugar extenso, lleno de criaturas, mayormente brujas, que exponían sus mercancías peleando por el dinero de los que deambulaban buscando algo en particular.– ¿En verdad esto es el diente de un lagarto africano? –Preguntó levantando el nombrado, dirigiéndose a la vendedora.– Se ve demasiado pequeño, y en los libros donde lo mostraban decían que su color era amarillento, pero no vi ninguna imagen que los mostrara como verdosos… –Al instante, la bruja abrió parcialmente sus dos ojos, le quito el objeto de sus manos, y le dijo que la albina aun era joven y no sabía diferenciar los objetos de forma correcta.

Sin sentirse en lo mínimo ofendida, Chloe siguió su camino. Le gustaba el mercado, por más que no hubiera un aire tan amigable como lo tenía el de Death City, o cualquier otro en el mundo. Siguió caminando, buscando eso que le faltaba y le impedía seguir la formación de las pociones que tanto ansiaba. No supo cuanto tiempo estuvo deambulando, no llevaba bien un sentido del horario propio. Las tiendas comenzaban a desaparecer, se estaba alejando del centro comercial que era el lugar.  Y aunque siempre había personas o cosas curiosas, nuevas y que la albina nunca se cansaba de observar, si era la primera vez que veía a alguien dormir como lo estaba haciendo ese muchacho al lado de una tienda que parecía desierta.

Se acercó al desconocido curiosa. Quería saber si en realidad, era tan fácil caer dormido en un lugar como ese.– Ah, una bufanda roja~ –Dijo alegremente. Le gustaba ese color, y recordaba que en algún momento de su vida, ella también había cargado con una parecida. Cegada por la nostalgia, sus pasos la guiaron cerca de lo que parecía ser un muchacho, sin siquiera percatarse de que podía ser peligroso. Se agacho un poco a su lado, y se dio cuenta de que podía reconocer algunos rasgos del mismo.– ¿Eh? Si mal no recuerdo él era… –Se quedó mirándolo fijamente. Nunca había tenido buena memoria relacionando rostros y nombres, pero tenía la sensación de que ciertamente, lo había conocido antes. Ese pensamiento era bastante fuerte, tanto que, decidió quedarse ahí como estaba, hasta que lograra recordarlo.

Para ella no era nada extraño estar mirando directamente a una persona que parecía dormir. Vamos, tenía que observar todos los detalles que pudiera para poder recordar quién era. Y eso que ni siquiera estaba segura de haberlo conocido antes, pero… No se perdía nada por intentarlo, ¿No?. Sus ojos estaban clavados en el desconocido, casi parecería como si de alguna forma quisiera trasmitirle algún mensaje mentalmente. Y como si pudiera sentir la insistente mirada de la albina, esa persona acostada abrió los ojos, para ahora mirarla a ella. Azul y rojo chocaron contra violeta suave. El chico le hablo, y pareció reconocerla. Si, se habían encontrado antes, y no solo de vista, habían hablado y todo.

Era rugi, aquel muchacho de cabello dorado que la había salvado de una arma que había intentado atacarla en medio de un callejón. No había pasado demasiado tiempo desde aquel evento, pero la albina simplemente sonrió. Aun no recordaba su nombre totalmente, pero si los sucesos que habían ocurrido. El chico se froto los ojos, señal de que aun lo dominaba parte del sueño, y le pregunto casualmente que hacia aquí en el mercado.– Oh, solo busco un par de cosas. –Dijo mirando de reojo la lista que llevaba en manos.– ¡Si! Estoy buscando algunos ingredientes en particular, aunque son algo raros supongo, eh estado toda la tarde aquí y nadie me dice donde puedo encontrarlos. –Volvió a mirarlo a él.

Para cualquier persona, el ambiente entre ambos era como el de amigos, como el de dos personas que llevaban tiempo de conocidos. Era extraño pensar de esa manera, porque la albina no recordaba su nombre. Tenía una pésima, por no decir horrible, memoria para relacionar rostros y nombres. Puede que sea un efecto secundario de la magia utilizada en ella de chica, no lo sabía actualmente. Pero se las había arreglado para sobrevivir hasta el día de hoy, así que realmente, no le molestaba mucho.

– No. –Negó con su cabeza el ofrecimiento.– Estoy bien, gracias. –Le sonrió.– ¿Y qué es lo que buscas?. –Olvido su propio propósito para enfocarse en el chico cuyo nombre no podía recordar, pero que recordaba muy bien cuando y como le conoció.

El chico le explico la razón de su caminata por el lugar. Era como ella, estaba buscando algo en particular. Hizo memoria, y si, recordaba perfectamente el pequeño diamante que él le había proporcionado antes de despedirse. Junto a eso, apareció en su mente el nombre del rubio.– ¡Ah! ¡Rugi!. –Lo señalo con sumo ánimo. Puede que él no entendiera que demonios había sido eso, pero ella estaba feliz, porque había recordado su nombre.– Uhmm… –Puso su dedo en su barbilla.– No recuerdo haber visto un collar como ese, solo unos parecidos… aunque no estoy muy segura tampoco.. –Balbuceaba. Día tras día, la mercancía del mercado negro cambiaba. Era un poco difícil encontrar la misma ubicación para algo, salvo que la vendiera la misma persona, claro.

– ¡Si si!. –Asintió con alegra. Iba a acompañarlo sin duda alguna, y hasta podía ser que encontrara lo que ella buscaba.– ¿Ya fuiste por el lado este? Ahí es donde se concentran algunos vendedores de joyas, quizás uno de ellos la venda o aunque sea sepa algo. –Es que si. El mercado era enorme, era casi imposible no encontrar algo, y si eso sucedía, siempre habría alguien que sabría de donde conseguirlo. O incluso una cadena; alguien, que conocía a alguien, que sabía de alguien, que escucho que ¨x¨ objeto estaba en ¨x¨ lugar. El lugar no solo tenía variedad de cosas, si no también, información de lo que quisieras. Si no encontrabas algo, quizás era porque estabas buscando en el lugar equivocado, era así de simple.– Ah, no, no gracias, estoy bien. – Respondió tarde al ofrecimiento del agura por parte del chico. Y luego, comenzó a caminar sin fijarse si Rugi la seguía, ella ya estaba pensando donde podía encontrar lo que ambos buscaban.

– ¿Si?. –Giró su cabeza levemente para escuchar, y posiblemente contestar su pregunta. Al comprender la pregunta, paso a pensar detalladamente si es que sabia el número exacto de tiendas en el lado este.– Uhm… –Claro que mientras tanto, seguía caminando.– No creo que haya tantas... ¿O si? –Ladeo su cabeza.

El mercado de brujas era sumamente extenso y variado. Pero claro, estaba dividido en algunas secciones. Estas, tenían nombres diferentes, pero no eran demasiados. Al menos por este momento, Chloe usaba los cuatro puntos cardinales como referencia.– Supongo que depende de cuantos hayan decidido venir hoy. –Contestó tranquila mientras seguía pensando en aquello. Había vendedores que simplemente pasaban una vez cada mes, estaban esos que tenían sus puestos diarios, o incluso otros que directamente se paseaban por el mercado y no tenían un lugar fijo donde encontrarlos.– Pero quitando a los ambulantes, y suponiendo que hoy están los demás de viaje.. son alrededor de 80… ¿O son más?. –Parpadeo confundida ante su propia respuesta.– No importa, si preguntamos estoy segura de que alguien nos dirá bien dónde encontrar lo que buscas. –Le contesto sonriendo optimista. Sus pasos la guiaron a través de las carpas y tiendas que algunos habían instalado. Se notaba el esfuerzo que le ponían para llamar la atención de sus pequeños negocios. Otros, simplemente tiraban una tela en el suelo y allí descansaban sus mercancías. Aunque después de todo, la presentación no importaba demasiado, si no lo que se comerciaba. Esa era la razón de los cientos de seres que paseaban por el lugar.

– Hey Rugi, ¿Sabes de alguien con quien podamos empezar a preguntar?. –Le cuestiono. Y es que si el rubio tenía a alguien de esa confianza, sería más fácil buscar en el extenso y enorme mercado.

Rugi parecía haberse acordado de alguien quien podría ayudarles en la búsqueda. Le preguntó a la albina, quien seguía caminando atenta a lo que él le decía, si conocía una tienda en particular.– Creo que haber escuchado de esa tienda, o pasar fuera de ella. –Menciono tratando de hacer memoria. Había lugares que frecuentaba, más que nada por la mercancía ahí presente. Pero como siempre, había negocios que simplemente pasaban desapercibido. El mercado estaba envuelto de misterios en sí, aun para Chloe, era difícil mantener el rastro de una sola tienda.– ¡Ah!. –Rápidamente se giro a él, entusiasmada.– Si había escuchado hablar del lugar, había algunas mujeres que planeaban ir ahí, si mal no recuerdo…–Golpeo ambas palmas de sus manos, haciendo un corto pero sonoro aplauso.– ¡Si si si! ¡Había escuchado de ese lugar! ¡Ya recuerdo por donde hay que ir!. –Miró emocionada al rubio.

Sin darle previo aviso comenzó a caminar rápido. Sus pasos eran entusiastas, estaba satisfecha de haberse acordado a donde quería ir Rugi. Y de pronto, debido a tantas personas que caminaban, comenzó a correr. Si, a correr hasta el lugar, olvidándose de que quizás, Rugi la perdería de vista. Pero eso no le importaba tanto en ese momento, su mente estaba casi cegada con un único objetivo; Llegar a aquella tienda. Claro que en el proceso choco con más de una persona, o ¨ser¨, ya que lo que menos había ahí eran personas normales. Estos le echaban la bronca, o la ignoraban, pero la albina hacia caso omiso a sus quejas y reproches.

Y paró de golpe. Con algunas gotas de sudor, que caían casi desapercibidas por su cuello y frente, se planto cara a cara con una vieja puerta de un, aun más, viejo establecimiento. El lugar se veía antiguo de por si, pero la falta de decoración lo hacía ver como una especie de casa embrujada, como dirían los jóvenes humanos.– Este creo que es el lugar, ¿O no Rugi?. –Habló, sin siquiera fijarse si el rubio estaba a su lado, ella simplemente lo asumía.

La albina no se había dado cuenta del susto que al rubio le había pegado su súbita carrera al lugar. Ella estaba alegre por haber recordado donde era, pero antes de que pudiera decir otra cosa, Rugi le hizo prometer que nunca más haría eso de nuevo, al menos no sin avisar. Y ella simplemente lo miro sorprendida, pues no entendía que le había pasado, porque le estaba diciendo eso y porque se veía algo agitado.– Esta bien, supongo. Lo prometo. –Dijo sin darle mucho interés al asunto, luego, comenzó a verlo más detalladamente.– ¿Estás bien? Te ves algo agitado, ¿Es por el calor?. –Pregunto sin darse cuenta que la razón de que él estuviera así, era ella.

Pero no tardaron mucho en entrar, y Chloe una vez más se asombró con el interior de la tienda de un brujo. El techo era alto, realmente alto, tanto que llegaba un punto donde la luz no llegaba y por ende, estaba oscuro. Misteriosamente, caían unos hilos, que cualquier asumiría que estaban pegados a las vigas del techo, que sostenían varias campañas de viento, o algo parecido. Chloe inmediatamente se dirigió a ellas, tocándolas apenas con el dedo índice mientras Rugi se dirigía al muchacho que atendía y pedía por Jerry. Pero contrariamente a lo que Chloe esperaba, el objeto no hizo ni un sonido, aun cuando la madera y el cristal se golpeaban levemente entre sí. La albina entonces se acerco aun más, golpeándolo un poco más fuerte, pero no, ni un solo sonido se producía.– Que raro… ¿Estará roto?. –Preguntó para si misma.

Mientras el rubio se encontraba explicando la situación actual, Jerry miro por sobre el hombro del chico y se percato de lo que intentaba hacer la albina.– ¡Hey! No hagas eso. Disculpa Rugi. –Se dirigió a la albina, con los papeles que tenían los ingredientes aun en su mano.– No puedes ir sonando estas campanas así como así, atraerán Murkles.– La miró con algo de enojo, pero era ya un brujo de edad, había pasado por curiosos peores que Chloe, estaba acostumbrado a manejar casos como ella, el problema era, que aun en el tiempo que llevaba así, nunca lograba tener paciencia suficiente o pedirles que se detuvieran de buena manera.– Y respecto a lo que pides Rugi, deja que recuerde, porque estoy seguro que haber visto un collar como el que pides. –Se giro al muchacho, para enfocarse en él. Pero para la albina, su atención no iba a las campanas, ahora quería saber su función. Y como una niña pequeña, lo persiguió por detrás.– ¿Qué son los Murkles? ¿Y porque esas campanas no suenan? ¿O si lo hacen solo que muy bajo?. –El hombre no le contestó, se dirigió a su ayudante y le murmuro un par de cosas, posiblemente algunos de los ingredientes en la lista.– Algo de esto puedo conseguir de todas formas. –Lo miró más relajado.

La albina, sin pensar en un instante en rendirse por no haberle respondido a la primera, se dirigió al lado de Rugi.– ¿Viste las campanas? Son preciosas, pero no hacen ningún ruido, es extraño ¿No?. –Sonrió.

Jerry regresó con Rugi al mismo tiempo que la albina, y aunque estaba concentrado pensando en lo que el muchacho le había pedido, no podía evitar mirarlos de reojo y escuchar su conversación. La albina escucho atentamente la explicación que el rubio le brindó sobre las campanas. Al parecer, atraían una especie de seres que llegaban a escuchar con claridad su sonido, pero a otros organismos, parecía como si no sonara nada. Rugi afirmaba escucharlas, pero solo levemente.– Woah. Rugi, ¿Eres como un gato?. –Le pregunto sorprendida, ella no se había percatado de que en efecto, el muchacho era mitad gato. Y él afirmaba que era por esa razón que él las escuchaba, al menos un poco. Y Jerry, escuchando sobre el hombro, interrumpió la conversación de ambos para explicar que eran esas criaturas. Eso solo fascino a Chloe aun más.– Deben ser grandes entonces, y sumamente lindas, los felinos son lindos, ¿No?. –Fantaseaba.

Había miles de criaturas en el mundo de ese tipo, que cualquier humano normal pensaría que son solo cuentos de hadas. Pero cualquiera que no fuera… normal, sabría que todo era posible. Hasta había libros dedicados a enumerar esas razas y dar características. Igual, eran tantas que Chloe no había llegado a cubrir todas, por lo que hasta este momento, los Murkles eran algo desconocido para ella.– Quizás si sueno la campana más fuerte lleguen a venir. –Dijo alegre, con los ojos destellando de entusiasmo. Pero antes de que llegara a rozarlas, Jerry intervino agarrándola por detrás y llevándola despacio a la entrada.– Llámalos donde quieras, pero no en mi tienda.–Se despidió de Rugi, y cerró la puerta. Se notaba que la idea de la albina no le simpatizó para nada.

Y a Chloe no le importo nada de eso, puede que algún día vuelva para comprar una de esas campanas, o simplemente hacerlas sonar en el mismo establecimiento.

Al parecer, según Rugi, la tienda de enfrente tendría los ingredientes que Chloe había estado buscando anteriormente. Y él ya había planeado una ruta rápida donde ambos tendrían lo que habían estado buscando desde el principio. Alegremente, cruzo el camino hacia el otro extremo, para entrar en una tienda que tenía un gran cartel escrito en una lengua desconocida.

– Buenos dias~ –Saludo Chloe una vez dentro. La tienda, en esta ocasión, era totalmente diferente de la de Jerry. Tenía cuadros que lentamente se movían, y aunque las paredes eran de un color rosa pastel como el resto de las decoraciones, las imágenes daban un aspecto espeluznante, pues las personas retratadas no se veían felices de estar ahí. Antes de que la albina se acercara a una de ellas para examinarlas, una bruja con rulos dorados atados con un moño rojo, con maquillaje notable en la cara, y uñas largas de color blanco con lunares rosas salió de detrás del mostrador.– ¡Bienvenidos a la tienda de Madam Rose! ¿Cómo podría ayudarlos hoy, jovencitos?. –Tenía una sonrisa sumamente ancha, unos grandes tacones dorados, pero aun con ellos, era bastante pequeña, le llegaría a la panza tanto a la albina como a Rugi.

Chloe aun seguía un poco distraída por los cuadros, pero en cuanto escucho la pregunta de la bruja, se giro al rubio.– Ah, venimos para comprar un par de cosas nada más, espero que las tenga por aquí. –Menciono.