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Marionette Strings [Priv. Denzzett]
Death City :: Death City :: Bosque
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Marionette Strings [Priv. Denzzett]
La luz de la luna se filtraba entre las ramas de los imponentes árboles. Cualquiera podía decir que se trataba de una noche tranquila, el silencio reinaba casi en su totalidad y el frio era suficiente como para que cualquiera con suficiente sentido común, pusiera marcha a casa cuanto antes. Aun así, cuando en ese ambiente no debía haber nada más que bestias que habitaran aquel lugar, una pequeña silueta se movía con tranquilidad, alumbrando su camino con una lámpara de aceite, como si de otro siglo se tratara. Sus pasos eran marcados por el crujir de las hojas bajo su persona, dejando una estela de escarcha por ahí donde caminaba, como si ignorara por completo el deplorable clima que hacia como para dar una caminata por el bosque.
Pero claro, su visita no era de placer, mucho menos ocio, no, la pequeña bruja tenía un motivo bastante específico para estar ahí aquella noche de luna. Todos tienen que ganarse la vida de alguna forma, en su caso, se dedicaba a hacer pociones de todo tipo, de toda clase de efectos y funciones, de uso curativo, casi milagroso y de efectos moralmente cuestionables. Claro que el uso que sus clientes le dieran a su trabajo le era totalmente indiferente, ella se limitaba a ser la mano de obra, no la conciencia de todos los que acudían al mercado negro para conseguir sus productos.
Su tarea aquella noche era conseguir cierto ingrediente totalmente vital para un trabajo bastante bien pagado. Un hongo que solo aparecía bajo circunstancias especiales de propiedades mágicas bastante curiosas. Por si solo era capaz, dependiendo de la cantidad ingerida, de paralizar por semanas o, por el contrario, evitar que aquel que le ingiriera parara de moverse igualmente por semanas. Perfecto para jugar algún tipo de broma pesada, claro, pero el interés de la bruja no era darle ese tipo de uso. Si se le trabajaba y mezclaba de forma correcta con otros ingredientes, podía resultar en una pócima en extremo poderosa, una capaz de controlar a las personas aun si estas mantenían conciencia, aun si se negaban con fervor a no realizar las acciones que ordenases, lo harían.
Pero contrario a los anhelos de la mayoría de las personas, la peliazul tenía como único interés, vender dicho brebaje a quien se lo había encargado por semejante cantidad de dinero. En efecto, era en extremo raro que la inglesa utilizara alguna vez sus propias creaciones, normalmente el único uso que la niña llegaba a darles, era ponerlas a la venta.
No tardó demasiado en localizar el preciado ingrediente, lo tomó con cuidado y lo guardo de forma delicada en una pequeña bolsa que llevaba consigo. Una vez tomado suficiente, se disponía a retirarse antes de notar algo curioso en aquella zona… Varios árboles estaban completamente destrozados, marcas de garras eran notorias en los troncos de otros y ninguno de los destrozos que se podían apreciar en general, parecía demasiado antiguo.
-Zadkiel-Pronunció por lo bajo, obteniendo un rápido gesto del títere en su mano, el cual empezó a respirar de forma irregular, teniendo espasmos pequeños hasta que empezó a lucir una figura mucho más deformada, colmillos sobresalían de su boca y un halo blanco salía de su respirar. La temperatura había bajado drásticamente, tanto la chica como su compañero, se mantenían tensos, esperando cualquier movimiento.
Pero claro, su visita no era de placer, mucho menos ocio, no, la pequeña bruja tenía un motivo bastante específico para estar ahí aquella noche de luna. Todos tienen que ganarse la vida de alguna forma, en su caso, se dedicaba a hacer pociones de todo tipo, de toda clase de efectos y funciones, de uso curativo, casi milagroso y de efectos moralmente cuestionables. Claro que el uso que sus clientes le dieran a su trabajo le era totalmente indiferente, ella se limitaba a ser la mano de obra, no la conciencia de todos los que acudían al mercado negro para conseguir sus productos.
Su tarea aquella noche era conseguir cierto ingrediente totalmente vital para un trabajo bastante bien pagado. Un hongo que solo aparecía bajo circunstancias especiales de propiedades mágicas bastante curiosas. Por si solo era capaz, dependiendo de la cantidad ingerida, de paralizar por semanas o, por el contrario, evitar que aquel que le ingiriera parara de moverse igualmente por semanas. Perfecto para jugar algún tipo de broma pesada, claro, pero el interés de la bruja no era darle ese tipo de uso. Si se le trabajaba y mezclaba de forma correcta con otros ingredientes, podía resultar en una pócima en extremo poderosa, una capaz de controlar a las personas aun si estas mantenían conciencia, aun si se negaban con fervor a no realizar las acciones que ordenases, lo harían.
Pero contrario a los anhelos de la mayoría de las personas, la peliazul tenía como único interés, vender dicho brebaje a quien se lo había encargado por semejante cantidad de dinero. En efecto, era en extremo raro que la inglesa utilizara alguna vez sus propias creaciones, normalmente el único uso que la niña llegaba a darles, era ponerlas a la venta.
No tardó demasiado en localizar el preciado ingrediente, lo tomó con cuidado y lo guardo de forma delicada en una pequeña bolsa que llevaba consigo. Una vez tomado suficiente, se disponía a retirarse antes de notar algo curioso en aquella zona… Varios árboles estaban completamente destrozados, marcas de garras eran notorias en los troncos de otros y ninguno de los destrozos que se podían apreciar en general, parecía demasiado antiguo.
-Zadkiel-Pronunció por lo bajo, obteniendo un rápido gesto del títere en su mano, el cual empezó a respirar de forma irregular, teniendo espasmos pequeños hasta que empezó a lucir una figura mucho más deformada, colmillos sobresalían de su boca y un halo blanco salía de su respirar. La temperatura había bajado drásticamente, tanto la chica como su compañero, se mantenían tensos, esperando cualquier movimiento.
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Fecha de inscripción : 12/02/2014
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Judy Rosessen
Re: Marionette Strings [Priv. Denzzett]
A pesar de que su bajo nivel de moral y sentido común solían arrastrarlo a lugares donde corría riesgo, como lo era Death City, la mayor parte del tiempo se dedicaba a merodear por los bosques, la parte profunda del mismo, donde cualquiera te advertirá que no debes acercarte, que es donde rondan los kisshines más peligrosos, donde las brujas andaban sin miedo a ser cazadas, y las bestias mágicas sin buenas intenciones se dedicaban a hacer de las suyas. Y esas zonas eran especialmente algo peligroso cuando se trataba de pasearse de noche. Pero esa noche parecía excepcionalmente tranquila, lo poco que podías escuchar eran unos pocos pasos de tanto en tanto, y esos eran los del kisshin, que no dedicaba cuidado cuando de hacer crujir todo a su paso se trataba. No era muy difícil seguirle el rastro, lo que el huevo de kisshin dejaba a su paso un rastro muy evidente de mordidas y arañazos en los árboles, además de la baba que quedaba en los mismos, incluso se había encargado de arrancar ramas con sus dientes y dejarlas destrozadas en el suelo. Ni hablar de que cada tanto paraba su marcha y se dedicaba a sacudir dichas ramas en su boca como si de un peluche se tratara, desperdigando las pocas hojas que estas tenían por todo el suelo.
Pero la bestia abrió los ojos como platos y tensó todos los músculos al sentir una presencia y más tarde escuchar pasos. Soltó la rama que tenía en ese momento en la boca y pego un único aleteo para treparse a un árbol, donde se acurrucó y permaneció, acechante, con los ojos atentos a cualquier cosa que se acercara por la zona donde había escuchado el ruido. Pronto, una figura pequeña y delicada apareció caminando con tranquilidad, Denzzett ni siquiera se puso a meditar acerca de su apariencia, como podría haber hecho, si no que solo sonrió de manera que todos sus dientes chuecos y maltratados estuvieron a la vista. Cuando la chica estuvo suficientemente lejos para no escucharlo moverse, se bajó del árbol y se encargó de seguirle el rastro, aunque era poco probable que no se diera cuenta de su presencia. Cuando llegó hasta ella, caminando en dos piernas como no era muy normal en él, está ya se había percatado de su nada sutil rastro de destrozos en los árboles y se había puesto a la defensiva.
La temperatura había disminuido mucho por razones que el huevo de kisshin no terminaba de comprender, plus, llevaba el torso desnudo y eso no estaba ayudando en nada, pero ya con un impulso voraz y ansias de devorar un alma no estaba prestando atención al frío que hacía de repente, que además cualquiera con medio gramo de sentido común asociaría directamente a la chica del títere de conejo, pero sentido común no era algo aplicable a los huevos de kisshin, desgraciadamente. Las inmensas alas de murciélago del demonio se extendieron en toda su envergadura, y una sonrisa propia de un fugitivo del manicomio adornó su rostro justo antes de que abriera la boca para desencajar sus dientes los unos de los otros y tomara impulso para lanzarse sobre la jovencita.
Pero la bestia abrió los ojos como platos y tensó todos los músculos al sentir una presencia y más tarde escuchar pasos. Soltó la rama que tenía en ese momento en la boca y pego un único aleteo para treparse a un árbol, donde se acurrucó y permaneció, acechante, con los ojos atentos a cualquier cosa que se acercara por la zona donde había escuchado el ruido. Pronto, una figura pequeña y delicada apareció caminando con tranquilidad, Denzzett ni siquiera se puso a meditar acerca de su apariencia, como podría haber hecho, si no que solo sonrió de manera que todos sus dientes chuecos y maltratados estuvieron a la vista. Cuando la chica estuvo suficientemente lejos para no escucharlo moverse, se bajó del árbol y se encargó de seguirle el rastro, aunque era poco probable que no se diera cuenta de su presencia. Cuando llegó hasta ella, caminando en dos piernas como no era muy normal en él, está ya se había percatado de su nada sutil rastro de destrozos en los árboles y se había puesto a la defensiva.
La temperatura había disminuido mucho por razones que el huevo de kisshin no terminaba de comprender, plus, llevaba el torso desnudo y eso no estaba ayudando en nada, pero ya con un impulso voraz y ansias de devorar un alma no estaba prestando atención al frío que hacía de repente, que además cualquiera con medio gramo de sentido común asociaría directamente a la chica del títere de conejo, pero sentido común no era algo aplicable a los huevos de kisshin, desgraciadamente. Las inmensas alas de murciélago del demonio se extendieron en toda su envergadura, y una sonrisa propia de un fugitivo del manicomio adornó su rostro justo antes de que abriera la boca para desencajar sus dientes los unos de los otros y tomara impulso para lanzarse sobre la jovencita.
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Frewin Tempesta
Re: Marionette Strings [Priv. Denzzett]
Dejo que el silencio se apoderara del lugar, quieta, como si en verdad su pequeño cuerpo fuese de hielo, firme e imperturbable. Y es que la bruja podía compartir muchas más afinidades con el frío y la nieve que su tema mágico, el cual podría decirse que le venía como anillo al dedo. Aquella frialdad y falta de tacto propios de dicho elemento, eran parte innegable de la personalidad y forma de actuar de la ojiazul. Sus emociones tampoco tenían demasiada calidez que ofrecer, no significaba que no sintiera, por supuesto, pero decir que la inglesa era de “sangre fría” le aplicaba en toda forma posible.
El conejo en su mano fue el primero en reaccionar, girando la cabeza de forma brusca en dirección a quien, si se usaba un poco de lógica, debía ser el autor de tan “pintoresco” escenario en el bosque, en tanto lo hizo el títere, casi sin diferencia de tiempo entre ambas acciones, la chiquilla lo hizo también. El frío no pareció abandonar su pensar ni su mirada, pues su reacción fue rápida y limpia, extendiendo la mano libre por frente a ella sin una pizca de miedo en sus movimientos, levantando entre ella y su atacante, una barrera de hielo sólido, irregular, compuesta meramente de estalactitas con la punta en dirección al contrario. Su intención era, obviamente, frenarlo, de paso, si no lograba frenar y terminaba empalándose solo tampoco le iba a molestar.
El conejo en su mano gruñía y jadeaba, dejando el halo blanco de su propia respiración visible frente a él, su apariencia infantil y de juguete se veía completamente cambiada gracias a los grandes y un tanto irregulares colmillos que ahora lucia, así como las costuras más burdas. La chica, al contrario de su compañero claramente alterado, se limitó a dar un par de saltos hacia atrás, en pos de tomar distancia de lo que fuese que le había atacado, mirándolo con más claridad esta vez. Bufó, con un toque de exasperación, sin rastros de miedo y nerviosismo, como si simplemente lo considerara un contratiempo cualquiera, como atrasarse por reparaciones en algún camino o perder el autobús, nada que no se fuera a solucionar sin más consecuencias que quitarle el tiempo.
-Los animales salvajes son tan molestos…-Dijo, con la celeste mirada fija en su propio conejo, restándole obvia importancia al huevo de kishin-Espero que sea de los de un solo intento, ¿no?-Continuó, con cierto tono de fanfanorrería, acariciando a su preciado compañero un par de veces, antes de separar la mano, extenderla con la palma abierta a un costado suyo, manteniéndola cerca suyo, era posible ver un par de copos centellar y danzar sobre la misma, algo que, de no ser por el tinte amenazante que tenía el ambiente en esos momentos, podría ser incluso algo curioso o lindo de ver.
El conejo en su mano fue el primero en reaccionar, girando la cabeza de forma brusca en dirección a quien, si se usaba un poco de lógica, debía ser el autor de tan “pintoresco” escenario en el bosque, en tanto lo hizo el títere, casi sin diferencia de tiempo entre ambas acciones, la chiquilla lo hizo también. El frío no pareció abandonar su pensar ni su mirada, pues su reacción fue rápida y limpia, extendiendo la mano libre por frente a ella sin una pizca de miedo en sus movimientos, levantando entre ella y su atacante, una barrera de hielo sólido, irregular, compuesta meramente de estalactitas con la punta en dirección al contrario. Su intención era, obviamente, frenarlo, de paso, si no lograba frenar y terminaba empalándose solo tampoco le iba a molestar.
El conejo en su mano gruñía y jadeaba, dejando el halo blanco de su propia respiración visible frente a él, su apariencia infantil y de juguete se veía completamente cambiada gracias a los grandes y un tanto irregulares colmillos que ahora lucia, así como las costuras más burdas. La chica, al contrario de su compañero claramente alterado, se limitó a dar un par de saltos hacia atrás, en pos de tomar distancia de lo que fuese que le había atacado, mirándolo con más claridad esta vez. Bufó, con un toque de exasperación, sin rastros de miedo y nerviosismo, como si simplemente lo considerara un contratiempo cualquiera, como atrasarse por reparaciones en algún camino o perder el autobús, nada que no se fuera a solucionar sin más consecuencias que quitarle el tiempo.
-Los animales salvajes son tan molestos…-Dijo, con la celeste mirada fija en su propio conejo, restándole obvia importancia al huevo de kishin-Espero que sea de los de un solo intento, ¿no?-Continuó, con cierto tono de fanfanorrería, acariciando a su preciado compañero un par de veces, antes de separar la mano, extenderla con la palma abierta a un costado suyo, manteniéndola cerca suyo, era posible ver un par de copos centellar y danzar sobre la misma, algo que, de no ser por el tinte amenazante que tenía el ambiente en esos momentos, podría ser incluso algo curioso o lindo de ver.
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Judy Rosessen
Re: Marionette Strings [Priv. Denzzett]
La pared de hielo lo hizo retroceder de un salto limpio para evitar quedar empalado contra la misma, aunque estuvo cerca de ese destino. Aunque el desconcierto de una estructura tal salida de la nada no duró más de unos segundos, en el que solo hubo un silencio glacial, con tan solo la respiración agitada del kisshin y de la marioneta de la bruja, pues las alas como de murciélago en su espalda rápidamente se extendieron en toda su envergadura, y con un híbrido entre salto y aleteo, se apoyó limpiamente en la punta de la misma. Con la boca abierta mostrando los dientes irregulares como si tan solo hubieran tomado unos cuantos de diferentes especies y los hubieran acomodado como pudieron, observó a su víctima desde arriba, casi como dándole una oportunidad de correr, como si estuviera cien por cien confiado de que podía alcanzarla nuevamente.
— ¿Te perdiste, chiquita?
Su voz gruesa desprendía locura por aquí y por allá, incluso se podía notar cierto eco en la misma, y si no fuera por esto su frase anterior seguramente habría sonado como algo que algún depravado sexual diría al encontrar a una señorita caminando sola por la noche, que no era muy diferente a esto, solo que la premisa tenía ciertas variantes. Reía por lo bajo como cualquiera pensaría que se ríe alguien que no está bien de la cabeza, y bueno, igual y así era, no estaba para nada bien de la cabeza. Sacó la grotesca lengua larga de entre las fauces para relamerse, aunque era casi como una limpieza completa de cara. Uso las garras(O uñas según se vea) para aferrarse a la pared de hielo y descender lentamente, su sonrisa ancha y retorcida demostrando toda la confianza que tenía en sí mismo y como juzgaba por las apariencias. Reía por lo bajo como si ya hubiera salido victorioso, ignorando casi por completo los pocos copos de nieve que lentamente bajaban al suelo, de hecho ni siquiera se cuestionó por qué diablos estaba nevando.
— He oído que las brujas saben muy bien.
Fue lo último que dijo antes de tomar impulso apoyando todo su peso en la gran pared de hielo y lanzarse hacia la muchacha. ¿Era una mala idea? probablemente sí y mucho, pero el éxtasis causado por el pensamiento de comida fresca le nublaba la poca capacidad de razonamiento que de por sí poseía, y las consecuencias de sus actos no tardarían en hacer presencia, una lección que por desgracia cierto kisshin nunca terminaba de aprender. Al menos, porque nunca le tocaban víctimas lo suficientemente fuertes para darle lo que se necesita para cerrar una boca.
— ¿Te perdiste, chiquita?
Su voz gruesa desprendía locura por aquí y por allá, incluso se podía notar cierto eco en la misma, y si no fuera por esto su frase anterior seguramente habría sonado como algo que algún depravado sexual diría al encontrar a una señorita caminando sola por la noche, que no era muy diferente a esto, solo que la premisa tenía ciertas variantes. Reía por lo bajo como cualquiera pensaría que se ríe alguien que no está bien de la cabeza, y bueno, igual y así era, no estaba para nada bien de la cabeza. Sacó la grotesca lengua larga de entre las fauces para relamerse, aunque era casi como una limpieza completa de cara. Uso las garras(O uñas según se vea) para aferrarse a la pared de hielo y descender lentamente, su sonrisa ancha y retorcida demostrando toda la confianza que tenía en sí mismo y como juzgaba por las apariencias. Reía por lo bajo como si ya hubiera salido victorioso, ignorando casi por completo los pocos copos de nieve que lentamente bajaban al suelo, de hecho ni siquiera se cuestionó por qué diablos estaba nevando.
— He oído que las brujas saben muy bien.
Fue lo último que dijo antes de tomar impulso apoyando todo su peso en la gran pared de hielo y lanzarse hacia la muchacha. ¿Era una mala idea? probablemente sí y mucho, pero el éxtasis causado por el pensamiento de comida fresca le nublaba la poca capacidad de razonamiento que de por sí poseía, y las consecuencias de sus actos no tardarían en hacer presencia, una lección que por desgracia cierto kisshin nunca terminaba de aprender. Al menos, porque nunca le tocaban víctimas lo suficientemente fuertes para darle lo que se necesita para cerrar una boca.
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Frewin Tempesta
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