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Candies, Candies & Books (Priv Candy)
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Candies, Candies & Books (Priv Candy)
Siempre le gustaba estar por esa ciudad, era divertida y con un movimiento constante e ininterrumpido. Las calles rebosaban de vida, en especial a esa hora, mientras la gente iba y venía realizando su despensa para el dia, o hasta para la semana. Mientras el rubio se encontraba tranquilo caminando entre el gentío, podía vislumbrar algunas madres que llevaban sus compras con sus hijos, algunos vendedores ambulantes que arrastraban sus carritos en los cuales transportaban mercancía variopinta, inclusive los vendedores estacionarios que se encontraban pegados a los paredes o las bardas y extendían sus tapetes por el suelo, mostrando diversas joyas o artilugios que pudieran resultar atractivos o de intereses para la potencia y movida clientela. Con una expresión animada y jovial, el joven rubio avanzaba entre todo ese bullicio sin detenerse, hasta finamente llegar a un lugar que pocas veces había visitado en toda su vida… La librería.
Al llegar frente a ella su expresión se volvió más decidida, suspirando pesado y estirando los músculos de sus piernas y brazos, al igual que los del cuello y espalda. Poco a poco desesperanzaba su cuerpo del sedentarismo de la mañana, por si era necesario una retirada estratégica flash luego de entrar ahí. ¿Cuándo había sido la última vez que había entrado a una biblioteca? Si no se equivocada había sido hacia casi 5 años, cuando había tenido que meterse en una para recolectar información de un objetivo, quedándose sentado en una mesa a algunos metros de la persona que vigilaba, cumpliendo un viejo trabajo como mercenario.
Esa había sido la única vez y en esa ocasión había usado un libro cualquiera para fingir no observaba detenidamente a su presa. Pero en esa ocasión se encontraba ahí por un motivo muy diferente, algo que nunca había pensado que tendría que hacer durante su vida, estando seguro d que siempre se la viviría de misión en misión y de dulcería en dulcería. Desde hacía tiempo que quería regalarle a su técnica algo que le gustase, un simple gesto por el aprecio que le tenía, pero sabía que darle dulces o un postre no tendrían gran significado, llevaba infinidad de ellos a casa cada semana y se los convidaba, la mitad del refrigerador de la cocina eran los dulces y postres de Aizack y la otra mitad eran los comestibles para las comidas del dia. No, algo asi no funcionaria, debía ser algo que supiera le gustaría a Emma y que le agradara, y por ello había elegido ir a ese lugar. Ese dia compraría un libro.
-¡Buenas tardes!-Abrió la puerta de cristal de la librería con decisión, alzando la voz un poco más de lo que era moralmente correcto en aquel tipo de establecimiento, siendo que el rubio no se dio cuenta hasta que noto la sorpresa en el rostro de algunos trabajadores ante tan efusivo e innecesario saludo, para que luego, usando su visión de almas, notara igual el disgusto de otros compradores e igualmente de una parte de los trabajadores. Rápidamente el rubio se camuflajeo entre los estantes de libros y otros clientes, apartándose de la atención de los demás, suspirando mientras anotaba que las librerías preferían el silencio. Sin mucho más que hacer, empezó a rebuscar entre los libros de las estanterías, tratando de buscar algún título que resultara interesante y que pudiera gustarle a su técnica.
Al llegar frente a ella su expresión se volvió más decidida, suspirando pesado y estirando los músculos de sus piernas y brazos, al igual que los del cuello y espalda. Poco a poco desesperanzaba su cuerpo del sedentarismo de la mañana, por si era necesario una retirada estratégica flash luego de entrar ahí. ¿Cuándo había sido la última vez que había entrado a una biblioteca? Si no se equivocada había sido hacia casi 5 años, cuando había tenido que meterse en una para recolectar información de un objetivo, quedándose sentado en una mesa a algunos metros de la persona que vigilaba, cumpliendo un viejo trabajo como mercenario.
Esa había sido la única vez y en esa ocasión había usado un libro cualquiera para fingir no observaba detenidamente a su presa. Pero en esa ocasión se encontraba ahí por un motivo muy diferente, algo que nunca había pensado que tendría que hacer durante su vida, estando seguro d que siempre se la viviría de misión en misión y de dulcería en dulcería. Desde hacía tiempo que quería regalarle a su técnica algo que le gustase, un simple gesto por el aprecio que le tenía, pero sabía que darle dulces o un postre no tendrían gran significado, llevaba infinidad de ellos a casa cada semana y se los convidaba, la mitad del refrigerador de la cocina eran los dulces y postres de Aizack y la otra mitad eran los comestibles para las comidas del dia. No, algo asi no funcionaria, debía ser algo que supiera le gustaría a Emma y que le agradara, y por ello había elegido ir a ese lugar. Ese dia compraría un libro.
-¡Buenas tardes!-Abrió la puerta de cristal de la librería con decisión, alzando la voz un poco más de lo que era moralmente correcto en aquel tipo de establecimiento, siendo que el rubio no se dio cuenta hasta que noto la sorpresa en el rostro de algunos trabajadores ante tan efusivo e innecesario saludo, para que luego, usando su visión de almas, notara igual el disgusto de otros compradores e igualmente de una parte de los trabajadores. Rápidamente el rubio se camuflajeo entre los estantes de libros y otros clientes, apartándose de la atención de los demás, suspirando mientras anotaba que las librerías preferían el silencio. Sin mucho más que hacer, empezó a rebuscar entre los libros de las estanterías, tratando de buscar algún título que resultara interesante y que pudiera gustarle a su técnica.
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Fecha de inscripción : 29/07/2013
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Aizack Pendragon
Re: Candies, Candies & Books (Priv Candy)
Recién abría los ojos pues la luz del sol entraba por un espacio entre las cortinas de la habitación, bañando su frente con finos polvos dorados y así despertar con ánimos de salir y experimentar el día de hoy, la chica de cabellos negros se había despertado de buen humor, estirándose gustosa en la cama, el gorro de su pijama se caía suavemente por detrás de la cabeza de la chica, las orejas de conejo se deslizaron por sus hombros cuando los bajó, tallándose un ojo medio adormilada se decidió por fin levantarse de la cama para dirigirse a su cajón *¿Que clase de ropa usare hoy? es un día soleado... creo que el algodón de azúcar combinaría bien con este clima* pensó mientras buscaba entre sus cosas algún jabón corporal con ese olor, hasta que lo encontró, una sonrisa se dibujo en su rostro acercando la botella a su nariz, olía muy bien y era lo que ella quería. tomo el conjunto del día y se dirigió a las regaderas femeninas.
Recién bañada y vestida se dispuso a salir de los dormitorios, caminando tranquilamente hacia la calles transitadas de personas activas, un lado a otro ¡que divertido! esquivar a las personas apresuradas que no tenían cuidado alguno,eso le hizo pensar en algo tranquilo... una biblioteca! claro es el mejor lugar, para leer algunos cuentos, o recetas para nuevos postres, inmediatamente se dispuso a ir al lugar pensado. Pasar por el café donde suele trabajar le relaja,pues el olor cargado y agradable de los granos del café tostándose le brindaban una tranquilidad blanca y suave, sin darse cuenta comenzó a dar brincos como una niña, pero claro, su baja estatura y sus tiernas ropas le ayudaban a ser una - London bridge, falling down, falling down London bridge falling down my fair lady - comenzó a cantar todo el trayecto hasta el edificio.
Una vez ahí, se detuvo frente a la puerta, mirando el interior del lugar, un poco macabro, pues seguir cantando esa canción y detenerse justo en los últimos versos, podía dar algunos escalofríos, mas aun cuando su mirada dulce y tierna cambio por unos segundos, tétrica y obscura, como si de una muñeca de porcelana se tratara. Coloco su mano en la puerta de nuevo regresando a su dulce sonrisa, sin decir nada se dirigió a la sección de postres.
Momentos después entro un chico enérgico saludando en voz alta, casi gritando *oh! ¿Tardes? ¿cuanto tiempo me quede tonteando en la calle? que chico tan amable, le contestare el saludo* pensado eso, aquella chica de cabellos negros se coloco a un lado del muchacho, paso a pasito y fingiendo tomar un libro le contestó-Buenas tardes -con voz tenue y amable saludo al rubi abriendo el libro recién obtenido, ojeando las hojas, esto hacia que el olor a algodón de azúcar se hiciera aun mas presente, pero no era de esos olores lastimosos, casi rugosos al olfato, este al contrario que muchos era intenso pero suave y delicado a la nariz de cualquiera que lo oliera y claro combinaba perfecto con las ropas de la fémina, Un short tipo calabaza color lila a cuadros blancos con un moño en cada pierna, siendo sujetado por unos tirantes con el mimo patrón y una camisa blanca con un poco de encaje, no parecía ser calurosa pues las mangas de la misma eran ligeras y transparentes, en su cuello una tierna corbata en forma de medio moño y claro no olvidemos su peculiares zapatos, aquellos negros brillantes con conejitos como correas que combinados con unas medias blancas se veían perfectos. Todo encajaba para lucir como una niña, o mejor aun, una muñeca de porcelana que simulaba ser una niña pequeña.
Junto ambos pies para sentirse mas cómoda y comenzar a leer aquel libro entre sus manos esperando una posible respuesta del alegre joven.
Recién bañada y vestida se dispuso a salir de los dormitorios, caminando tranquilamente hacia la calles transitadas de personas activas, un lado a otro ¡que divertido! esquivar a las personas apresuradas que no tenían cuidado alguno,eso le hizo pensar en algo tranquilo... una biblioteca! claro es el mejor lugar, para leer algunos cuentos, o recetas para nuevos postres, inmediatamente se dispuso a ir al lugar pensado. Pasar por el café donde suele trabajar le relaja,pues el olor cargado y agradable de los granos del café tostándose le brindaban una tranquilidad blanca y suave, sin darse cuenta comenzó a dar brincos como una niña, pero claro, su baja estatura y sus tiernas ropas le ayudaban a ser una - London bridge, falling down, falling down London bridge falling down my fair lady - comenzó a cantar todo el trayecto hasta el edificio.
Una vez ahí, se detuvo frente a la puerta, mirando el interior del lugar, un poco macabro, pues seguir cantando esa canción y detenerse justo en los últimos versos, podía dar algunos escalofríos, mas aun cuando su mirada dulce y tierna cambio por unos segundos, tétrica y obscura, como si de una muñeca de porcelana se tratara. Coloco su mano en la puerta de nuevo regresando a su dulce sonrisa, sin decir nada se dirigió a la sección de postres.
Momentos después entro un chico enérgico saludando en voz alta, casi gritando *oh! ¿Tardes? ¿cuanto tiempo me quede tonteando en la calle? que chico tan amable, le contestare el saludo* pensado eso, aquella chica de cabellos negros se coloco a un lado del muchacho, paso a pasito y fingiendo tomar un libro le contestó-Buenas tardes -con voz tenue y amable saludo al rubi abriendo el libro recién obtenido, ojeando las hojas, esto hacia que el olor a algodón de azúcar se hiciera aun mas presente, pero no era de esos olores lastimosos, casi rugosos al olfato, este al contrario que muchos era intenso pero suave y delicado a la nariz de cualquiera que lo oliera y claro combinaba perfecto con las ropas de la fémina, Un short tipo calabaza color lila a cuadros blancos con un moño en cada pierna, siendo sujetado por unos tirantes con el mimo patrón y una camisa blanca con un poco de encaje, no parecía ser calurosa pues las mangas de la misma eran ligeras y transparentes, en su cuello una tierna corbata en forma de medio moño y claro no olvidemos su peculiares zapatos, aquellos negros brillantes con conejitos como correas que combinados con unas medias blancas se veían perfectos. Todo encajaba para lucir como una niña, o mejor aun, una muñeca de porcelana que simulaba ser una niña pequeña.
Junto ambos pies para sentirse mas cómoda y comenzar a leer aquel libro entre sus manos esperando una posible respuesta del alegre joven.
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Localización : Shibusen
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Candy Tajiri
Re: Candies, Candies & Books (Priv Candy)
Sin duda debía de asociar la librería a una dulcería, al menos si se veía de una forma casi filosófica o interpretativa. Ambas eran locaciones donde ofrecían una intensa variedad de un solo tipo de artículo, donde los colores se mezclaban de forma casi caótica y amontonada (Mientras que en las dulcerías los envoltorios eran los que proveían de esos diversos y brillantes colores, las librerías los ofrecían en sus variadas portada de libros, algunas pulcras y elegantes, otras vivaces y animadas. Era una comparación a lo mejor un poco sosa y débil, pero para Aizack era válida, siendo que era la primera vez que entraba a una tienda asi, buscaba alguna forma de familiarizarse con ella, de sentirse tan siquiera algo menos incomodo como lo era una nueva experiencia.
Por suerte parecía que era parte del ambiente, tal como lo era el ser callados y silenciosos, el que cada quien estuviera por su parte en ese tipo de establecimientos. Desde donde estaba podía observar a algunas personas en diferentes secciones, pero nadie demasiado junta, separados entre sí mientras dejaban que los libros que tenían en mano y estudiaban de forma casi diligente, los transportaran a cada quien a un mundo personal de fantasía y ensoñación, de reflexión o autoconocimiento.
Al menos, esa era la idea que tenía Aizack hasta que noto a una persona saludarle de forma educada y gentil a su lado. Rápidamente el rubio giro la cabeza, para encontrarse con nada más que el pasillo que recorría y unía las estanterías, para que la gente pasara por él y donde el rubio se encontraba de pie. Una sensación de dejavu recorrió su cabeza, siendo que ya le había sucedido antes, con su propia técnica. Por instinto, y con razón, bajo algo la mirada para encontrarse la pequeña y grácil figura de una chica, que no podía identificar bien si se trataba de una niña o solo de una chica de rasgos infantiles. El mismo sabía que no debía juzgar a alguien por la altura, si lo hacia su compañera le hacía arrodillarse de un golpe del estómago, el sitio más accesible para ella.
Aun asi, no pudo evitar imaginarse que la chica era de una edad menor a la suya, por aquellas ropas tan adorables que portaba, al menos desde la perspectiva del chico arma. Aquella apariencia casi le hacía parecer una muñeca de porcelana que estuviera en una estantería de alguna tienda de figurillas, el orgullo de algún tendero que le había tomado cariño a la figura y cada dia la limpiaba y mantenía en excelente estado.-Oh… Hola-Sonrió el joven de forma animada y agradecida, al ver a alguien tan amable que restaba importancia a su hiperactivo saludo de la entrada, haciéndole sentir menos avergonzado de lo que estaba anteriormente, por las miradas que le habían lanzado los dependientes y otros clientes.
Aizack volvió a separar los labios dispuesto a preguntar que leía la chica, un intento de entablar una conversación con aquella agradable jovencita. Pero todo intento de seguir cualquier tipo de parámetro social normal o de relación interpersonal, se vio arruinado cuando el dulzón olor del perfume de la pequeña chica se hizo presente en las fosas nasales del chico arma. Sin poderlo evitar, a pesar de haber sido regañado múltiples veces por su técnica por esa clase de comportamiento, el Death Scythe se acercó a la chica a una distancia que sin duda era más de la socialmente aceptada para un desconocido, invadiendo sin duda el espacio vital de la pequeña, mientras captaba mejor el aroma dulzón que poseía, identificándolo.
-¡Hueles a algodón de azúcar!-De nuevo en su voz había ese dejo hiperactivo, mientras la rodeaba de forma efusiva de repente, frotando un poco su mejilla con la cabeza de la pequeña, como si ella se tratase de algún tierno peluche o algo asi. La expresión de Aizack era casi soñadora mientras palmeaba la cabeza de la pequeña, como si fuera efectivamente una chica pequeña. Fue durante un corto lapsus de tiempo en lo que los instintos dulcescos del joven le ganaron a cualquier rastro de su razón, aunque sin duda más tiempo del que debería permitirse. Finalmente recobro la compostura y se separó de golpe mirando entre aterrado y sorprendido a la chica, no por ella en sí, si no por haber actuado asi tan repentinamente.
-¡Perdón perdón perdón!-Exclamo el chico de rubios cabellos mientras unía sus palmas en gesto de disculpa, mirándola entre nervioso e incómodo por haber actuado asi.-E-es que hueles a algodón de azúcar y es tan dulce y, y, y…-De nuevo su mente divago un poco, entregado a aquel vehemente amor por lo dulce que poseía el chico, imaginando algodones de diferentes colores, azules, rozados, verdes y amarillos, mientras observaba a la pequeña y de repente su figura era remplazada por la forma de una gigantesca figura de algodón de azúcar. Agito su cabeza de lado a lado a gran velocidad, con los ojos abiertos de forma cómica, la boca un poco temblorosa, dando una imagen cómica de alguien avergonzado por su comportamiento.-¡Disculpa en serio!-
Por suerte parecía que era parte del ambiente, tal como lo era el ser callados y silenciosos, el que cada quien estuviera por su parte en ese tipo de establecimientos. Desde donde estaba podía observar a algunas personas en diferentes secciones, pero nadie demasiado junta, separados entre sí mientras dejaban que los libros que tenían en mano y estudiaban de forma casi diligente, los transportaran a cada quien a un mundo personal de fantasía y ensoñación, de reflexión o autoconocimiento.
Al menos, esa era la idea que tenía Aizack hasta que noto a una persona saludarle de forma educada y gentil a su lado. Rápidamente el rubio giro la cabeza, para encontrarse con nada más que el pasillo que recorría y unía las estanterías, para que la gente pasara por él y donde el rubio se encontraba de pie. Una sensación de dejavu recorrió su cabeza, siendo que ya le había sucedido antes, con su propia técnica. Por instinto, y con razón, bajo algo la mirada para encontrarse la pequeña y grácil figura de una chica, que no podía identificar bien si se trataba de una niña o solo de una chica de rasgos infantiles. El mismo sabía que no debía juzgar a alguien por la altura, si lo hacia su compañera le hacía arrodillarse de un golpe del estómago, el sitio más accesible para ella.
Aun asi, no pudo evitar imaginarse que la chica era de una edad menor a la suya, por aquellas ropas tan adorables que portaba, al menos desde la perspectiva del chico arma. Aquella apariencia casi le hacía parecer una muñeca de porcelana que estuviera en una estantería de alguna tienda de figurillas, el orgullo de algún tendero que le había tomado cariño a la figura y cada dia la limpiaba y mantenía en excelente estado.-Oh… Hola-Sonrió el joven de forma animada y agradecida, al ver a alguien tan amable que restaba importancia a su hiperactivo saludo de la entrada, haciéndole sentir menos avergonzado de lo que estaba anteriormente, por las miradas que le habían lanzado los dependientes y otros clientes.
Aizack volvió a separar los labios dispuesto a preguntar que leía la chica, un intento de entablar una conversación con aquella agradable jovencita. Pero todo intento de seguir cualquier tipo de parámetro social normal o de relación interpersonal, se vio arruinado cuando el dulzón olor del perfume de la pequeña chica se hizo presente en las fosas nasales del chico arma. Sin poderlo evitar, a pesar de haber sido regañado múltiples veces por su técnica por esa clase de comportamiento, el Death Scythe se acercó a la chica a una distancia que sin duda era más de la socialmente aceptada para un desconocido, invadiendo sin duda el espacio vital de la pequeña, mientras captaba mejor el aroma dulzón que poseía, identificándolo.
-¡Hueles a algodón de azúcar!-De nuevo en su voz había ese dejo hiperactivo, mientras la rodeaba de forma efusiva de repente, frotando un poco su mejilla con la cabeza de la pequeña, como si ella se tratase de algún tierno peluche o algo asi. La expresión de Aizack era casi soñadora mientras palmeaba la cabeza de la pequeña, como si fuera efectivamente una chica pequeña. Fue durante un corto lapsus de tiempo en lo que los instintos dulcescos del joven le ganaron a cualquier rastro de su razón, aunque sin duda más tiempo del que debería permitirse. Finalmente recobro la compostura y se separó de golpe mirando entre aterrado y sorprendido a la chica, no por ella en sí, si no por haber actuado asi tan repentinamente.
-¡Perdón perdón perdón!-Exclamo el chico de rubios cabellos mientras unía sus palmas en gesto de disculpa, mirándola entre nervioso e incómodo por haber actuado asi.-E-es que hueles a algodón de azúcar y es tan dulce y, y, y…-De nuevo su mente divago un poco, entregado a aquel vehemente amor por lo dulce que poseía el chico, imaginando algodones de diferentes colores, azules, rozados, verdes y amarillos, mientras observaba a la pequeña y de repente su figura era remplazada por la forma de una gigantesca figura de algodón de azúcar. Agito su cabeza de lado a lado a gran velocidad, con los ojos abiertos de forma cómica, la boca un poco temblorosa, dando una imagen cómica de alguien avergonzado por su comportamiento.-¡Disculpa en serio!-
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Aizack Pendragon
Re: Candies, Candies & Books (Priv Candy)
La chica podía oler ese agradable aroma que solo los libros podían tener, el olor de hojas nuevas o bien, hojas viejas, esos olores que muchos disfrutan y Candy no era la excepción, pues hundió su cabeza en las paginas del que había tomado sumergiendo su atención en el agradable aroma, cuando se percato del saludo del chico, se separo un poco del libro en su rostro y cuando se dio cuenta, la mitad de su cara estaba cubierta por la pasta y la otra observaba como el rubio se acercaba demasiado a su persona, eso no le asusto ni le molestó pero si fue gracioso, aun mas cuando sintió como olía su cabello y como si en una caricatura algunos mechones de pelo se movían al compás de la respiración del muchacho, algo cómico a decir verdad pues al chica se resistió la risa presionando su boca con el libro mirando frente a ella como si mirara a algún publico.
Abriría su boca para reír cuando sintió el repentino tacto, una acción aun mas graciosa para la chica, era agradable sentir los brazos cálidos de alguien, después de todo hace mucho que no recibía alguna clase de afecto- si huelo a algodón ¿le gusta? - contesto en respuesta a su hiper activa afirmación mientras era acariciada con la mejilla ajena, esto se tornaba agradable pues se sentía como un conejo mimado por las caricias en su cabeza. Parecía un peluche en las los brazos de aquel rubio, pues en su rostro se notaba relajada. Salio del trance cuando el chico la soltó de repente y si se pudiera explicar lo que paso dentro de ella seria mas fácil decir que un conejo de tener las orejas erguidas las bajo tristemente y confundido mirando a su dueño. Mirando unos segundos al libro que sostenía en sus manos parpadeando un par de veces para dirigir la mirada a chico que hace un momento la abrazaba enérgicamente. preocupándose por el, quizás lo lastimo o al final el olor lo empalago, pensando esto cerro el libro con cuidado para poder disculparse apropiadamente.
Su sorpresa fue cuando el chico comenzó a disculparse con ambas manos juntas, pero la que hizo algo mal fue ella ¿no es así? aun que pensando bien las cosas, no es muy bien visto que un desconocido se acerque y haga ese tipo de cosas, es tomarse demasiada confianza y probablemente varios los hubiera visto, incluso los seguirían viendo, eso hizo molestar un poco a la chica buscando con la mirada a cualquier pelele que se le ocurriera estar de mirón, inflando sus mejillas identificando a cada uno de los que miraba. Detuvo su escaner al captar la segunda disculpa, para sonreír le dulcemente -no se preocupe no me molesto para nada,de hecho fue agradable, me alegra mucho que mi perfume le gustara, pensé que le había empalagado o incluso molestado- mientras hablaba la chica se puso a pensar ¿que hubiese pasado si ella estuviera en su lugar? Es decir si ella se lanzara a abrazarle por su agradable olor... no paso ni medio segundo para que ella entendiera y fue cuando su rostro se torno rojo y saliera humo de sus orejas, seria una situación vergonzosa por lo que ahora trataría de tranquilizar al contrario.
N-no no, no se preocupe, no hay de que avergonzarse, eso fue diverti-tido y no se altere, no pasa nada -hablando rápido y olvidando por completo que estaba mal visto gritar en un lugar así los empleados le llamaron la atención a la chica, por lo que su cabeza se hizo un lió respondiendo al muchacho- Si! lo siento no volveré a gritar! - y justamente eso hizo, que boba, por lo que se quedo como un robot con corto circuito, callada, agotada y de ser posible con humo saliendo de su rostro rojizo.
Abriría su boca para reír cuando sintió el repentino tacto, una acción aun mas graciosa para la chica, era agradable sentir los brazos cálidos de alguien, después de todo hace mucho que no recibía alguna clase de afecto- si huelo a algodón ¿le gusta? - contesto en respuesta a su hiper activa afirmación mientras era acariciada con la mejilla ajena, esto se tornaba agradable pues se sentía como un conejo mimado por las caricias en su cabeza. Parecía un peluche en las los brazos de aquel rubio, pues en su rostro se notaba relajada. Salio del trance cuando el chico la soltó de repente y si se pudiera explicar lo que paso dentro de ella seria mas fácil decir que un conejo de tener las orejas erguidas las bajo tristemente y confundido mirando a su dueño. Mirando unos segundos al libro que sostenía en sus manos parpadeando un par de veces para dirigir la mirada a chico que hace un momento la abrazaba enérgicamente. preocupándose por el, quizás lo lastimo o al final el olor lo empalago, pensando esto cerro el libro con cuidado para poder disculparse apropiadamente.
Su sorpresa fue cuando el chico comenzó a disculparse con ambas manos juntas, pero la que hizo algo mal fue ella ¿no es así? aun que pensando bien las cosas, no es muy bien visto que un desconocido se acerque y haga ese tipo de cosas, es tomarse demasiada confianza y probablemente varios los hubiera visto, incluso los seguirían viendo, eso hizo molestar un poco a la chica buscando con la mirada a cualquier pelele que se le ocurriera estar de mirón, inflando sus mejillas identificando a cada uno de los que miraba. Detuvo su escaner al captar la segunda disculpa, para sonreír le dulcemente -no se preocupe no me molesto para nada,de hecho fue agradable, me alegra mucho que mi perfume le gustara, pensé que le había empalagado o incluso molestado- mientras hablaba la chica se puso a pensar ¿que hubiese pasado si ella estuviera en su lugar? Es decir si ella se lanzara a abrazarle por su agradable olor... no paso ni medio segundo para que ella entendiera y fue cuando su rostro se torno rojo y saliera humo de sus orejas, seria una situación vergonzosa por lo que ahora trataría de tranquilizar al contrario.
N-no no, no se preocupe, no hay de que avergonzarse, eso fue diverti-tido y no se altere, no pasa nada -hablando rápido y olvidando por completo que estaba mal visto gritar en un lugar así los empleados le llamaron la atención a la chica, por lo que su cabeza se hizo un lió respondiendo al muchacho- Si! lo siento no volveré a gritar! - y justamente eso hizo, que boba, por lo que se quedo como un robot con corto circuito, callada, agotada y de ser posible con humo saliendo de su rostro rojizo.
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