Estudio y Cuidado de Criaturas Mágicas || Clase [Libre]

Se había levantado, tal vez, un tanto más temprano de lo que necesitaba. Se preparó con cuidado de prestar atención hasta el más mínimo detalle. La sensación en su pecho era similar a la que había sentido hace varios años atrás, cuando había comenzado sus estudios en la vocacional. Pero, aunque el sentimiento podía compararse, en esta ocasión estaba totalmente del otro lado de la moneda, no asistiría a clases pues sería el quien las impartiría a partir de ahora. No se malentienda, no es como si tuviera miedo o algo similar, pero los nervios de la primera vez haciendo algo eran normales para cualquiera, una reacción humana natural que algunos experimentaban más que otros, pero que siempre estaban ahí, aun con esto, el técnico tenía confianza en sí mismo respecto al tema que iba a enseñar, no podía haber otro tema en el que estuviese más preparado, era su especialidad y había crecido con ello después de todo, la pequeña ramita acomodada dentro de su bolsillo hizo un pequeño sonido que lo animó un poco más, el joven le dedico una sonrisa tranquila. Tras una última revisión tanto a sus cosas como a su imagen personal, salió del pequeño apartamento que alquilaba aun con una sensación extraña al dejarlo todo en silencio, pasar de vivir con 14 niños pequeños a hacerlo totalmente solo era un contrate algo violento.

Las escaleras de la entrada le parecieron tan cancinas como años atrás, pero, probablemente por la hora, el resto de la escuela parecía inusualmente tranquila. “Demasiado temprano”, pensó con una sonrisa casi de satisfacción, lo prefería así. Saludo cordialmente con un simple “Buenos Días” a los pocos alumnos que llego encontrar por los pasillos, aún faltaba un buen rato para que su primera clase comenzara, pero aún tenía que hablar algunas cosas con el director del colegio, por lo que marco una visita al Death Room como primera parada. El Shinigami le aseguro que estaba todo en orden para que comenzara su labor como docente, se había dado el aviso de que sería el nuevo profesor un par de días atrás. Se despidió formalmente del director y paso al salón de maestros, dispuesto a presentarse con sus compañeros de trabajo y llevándose un par de sorpresas con esto, tal vez había más caras conocidas de las que debería, pero no iba a centrarse en ello ahora.

Llegada la hora se instaló en el salón vació que correspondería a su materia, el barbullo en el pasillo fuera del salón aumentaba conforme los minutos pasaban, el profesor daba un último vistazo a sus papeles y material sentado en el escritorio. Estar en un salón de clases de nuevo, aun si no era como un estudiante, le generaba una gran ola de cálida nostalgia y avivaba un poco más sus nervios.

Faltando pocos minutos para que la clase comenzara, se levantó del escritorio y, con una tiza, anoto el nombre de la materia en el pizarrón.


Cuido su caligrafía con un resultado pulcro y claro, sacudió un poco sus manos para quitar los restos de tiza y regreso a su escritorio, la vista dorada brillando expectante mientras se mantenía fija en la puerta, esperando que el primer estudiante pasara por la misma. Faltaban apena un par de minutos para las 9 de la mañana.

Levantarse temprano no era su actividad favorita ni mucho menos, pero tampoco renegaba de ello demasiado porque no tenía dificultad para espabilar rápidamente. Esa mañana no tuvo dificultades tampoco, por lo que llegó a la escuela a tiempo. Y bueno, si ocupabas un dormitorio en la misma vocacional realmente no era algo que te costara a menos que te levantaras particularmente tarde o fueras particularmente perezoso, pues por más despistado o desastroso que pudiera parecer, en realidad se preocupaba por los horarios de clase. Hace no demasiado les habían avisado que el profesor de Criaturas Mágicas había renunciado por razones externas(Aunque se rumoreaba fue culpa de un grupo particularmente desastroso de estudiantes del NOT) y que un reemplazo llegaría ese día. Era la clase favorita, probablemente porque le gustaba oír sobre dragones o porque le gustaba ver que ningún profesor podía saber más de su mascota de lo que él sabía, lo que la hacía aún más especial.

Cuando llegó ya había alumnos pululando por ahí, aunque aún faltaban algunos minutos para las clases, eso no evitaba que algunos ya entraran a sus respectivos salones, para prepararse o quizás solo hacer el tonto. Se dirigió al propio, el cuál al parecer estaba vacío. Llevaba a Azúcar al hombro como de costumbre, este seguía dormido y roncaba de forma suave, de modo que tan solo Rin que lo tenía particularmente cerca podía oírlo. No entendía muy bien su forma de comunicarse, generalmente eran más bien gruñidos para los cuáles no requería de abrir la boca, la cuál de paso era bastante grande y apenas la usaba para comer.

Entró con cuidado, mirando primero a ver si alguien estaba en los asientos, y luego reparando en el profesor, con el cuál mantuvo la mirada un rato. Era joven, claramente, a diferencia del anterior que era más bien un viejo cascarrabias, pero el rubio no pudo deducir mucho más tan solo mirándolo.

— ¿Es usted el profesor nuevo?

Preguntó, aunque realmente no espero respuesta y se dirigió a su asiento, que se ubicaba en uno de los escalones más altos del lugar. Allí se acomodó y cruzó los brazos sobre la mesa para luego apoyar la cabeza en los mismos. Miraba fijamente al profesor, aunque su mirada probablemente era menos penetrante de lo esperado, entre su cara de recién levantado pues apenas se había lavado la cara y con un ojo menos la cuestión no era tan impactante como deseaba o esperaba que lo fuera. Al menos tenía una linda letra, pensó, viendo la caligrafía de lo escrito en la pizarra. Dejó de lado el observar al profe para bostezar y dirigir la vista a la puerta.

El arma de apariencia perruna se levantaba agotado de su cama, la misión que hizo hace unos días lo había dejado de verdad agotado, se levanto de la cama estirándose, transformando su brazo en una cuchilla y volviéndolo normal una y otra vez, algo que había comenzado a hacer para que en una pelea no se demore en transformarse, ya que hasta el mas mínimo retraso podría ser mortal y terminar muerto. Dejando esas cosas de lado, Tobio tomo su ropa y se metió en la ducha bañándose con agua helada para despertarse y quitarse de una vez el sueño, se puso la ropa y sin ni siquiera peinarse salio de los dormitorios masculinos en dirección a shibusen pero entonces mientras caminaba se le cruzo un gato negro por el camino.

-...creo que mejor tomo un desvió...-se dijo a si mismo y fue en dirección a shibusen por el camino largo, podría aprovechar esto para visitar la veterinaria y ayudar un poco, en total todavía no empezaban las clases, mientras caminaba saludaba a las personas que estaban en la calle, una vez llego a la veterinaria fue donde estaban los animales viendo que había un perro con la pata lastimada acostado en una mesa al cual se acerco, acariciando la cabeza del perro viendo al veterinario acercarse-oh Tobio pensaba que estabas en shibusen-dijo el veterinario lanzando unas vendas hacia Tobio quien las atrapo-voy a ir, pero tome un desvió porque un gato negro se me cruzo por el camino-admitió comenzando a vendar la pata del perro con cuidado para no lastimarlo-calma pronto de pondrás bien y podrás volver a correr-le dijo Tobio al perro sonriendo de manera amigable terminando de vendar al perro para después acariciarle la cabeza-Tobio se te va a hacer tarde-le recordó el veterinario-oh! es cierto!-abrió los ojos como platos y corrió a hacia la salida, pero entonces recordó algo y se quedo congelado-em no tendrías un poco de co-fue interrumpido por el veterinario quien le tiro una bolsa-ve de una vez-le dijo sonriendo-hasta luego!-le grito antes de salir comenzando correr comiendo el sándwich por el camino.

Una vez llego a shibusen comenzó a correr por los pasillos buscando cual seria su salón escuchando a los profesores decir cosas como "no corras por los pasillos!" u otras cosas sin importancia para el, se preguntaba de que iba a ser la clase de hoy, una vez ubico donde seria la clase fue corriendo hacia allí tocando la puerta y entrando-em...llegue tarde o justo a tiempo?-pregunto al entrar viendo que todavía no habían llegado casi nadie a excepción de uno-oh un gusto profesor....-viendo su nombre en la pizzara-...Arthur-termino de decir buscando un sitio en el cual sentarse esperando que esta clase no sea aburrida, ademas si era de criaturas mágicas seria bueno aprender para poder también curar criaturas para no ser solo un veterinario de animales domésticos.

-¡¿¡¿POR QUÉ COÑO HACES SIEMPRE LO MISMO?!?! – grité mientras me vestía a la velocidad del relámpago y preparaba la leche con cereales, no sin derramar algún que otro litro de esta por la mesa y el suelo, siendo aspirada por el viejo y huesudo lobo mascota, el cual me miraba con ojos cansados como siempre. “– Vaaaamos… yo también estoy en tu cuerpo, y se notar cuando estas más cansado de lo habitual y cuando debes dormir cinco minutitos más… -“ se excusaba el inútil de mi hermano. – ¿CINCO? ¡HA SIDO MEDIA HORA! -. Cada mañana era lo mismo. Por algún motivo acababa durmiéndome y teniendo que correr para llegar a las clases. Esta vez, mi hermano tuvo la genial idea de apagarme el despertador mientras dormía para así poder dormir unos minutos más…

Engullí como pude el desayuno y salí corriendo del apartamento. Quedaban unos quince minutos para que empezara la clase, y aun me quedaba un tramo bastante largo que recorrer. Además, esa clase era de las que no querías perderte, pues era una de las menos entretenidas de todas las que tenías en la vocacional. Aunque hoy había un cambio, pues el antiguo profesor renunció.

De camino, ya casi por la mitad del recorrido, me puse a preguntarme sobre el nuevo profesor. – ¿Cómo crees que será esta vez? – pregunté en voz alta. “– ¿Eh? ¿De qué hablas? –“ respondió mi hermano con cierto desinterés. – Ya sabes, el nuevo profesor… ¿cómo te lo imaginas tú? -. Por parte de mi hermano, solo hubo una respuesta, aunque no parecía ni muy seria ni muy interesada: “- Solo espero que no sea otro pulpo raro de esos… -“.

Eso era cierto. En lo poco que llevaba en la vocacional había tenido bastantes profes, por no hablar de los últimos dos años, los cuales tuve en conjunto a un científico loco, dos zombis y un pulpo raro… “- Yo, sinceramente, ya no me sorprendería por nada… -“.

Con el último sprint de las ya acostumbradas escaleras, las cuales mataban a más de la mitad de los alumnos cada mañana, entré serpenteando por el pasillo, esquivando a los “alumnos tortugas” que saturaban el paso de todos. Realmente había hecho un tiempo record, sobrándome cinco minutos de tiempo mientras llegaba a la clase asignada. Ya hubo gente que estaba entrando, pero decidí recuperar un poco el aliento antes de entrar en clase. Dar una buena primera impresión siempre era necesario para mí, sobretodo en esta escuela y con los nuevos profesores. La gran mayoría del profesorado del Shibusen ya sabía perfectamente de mí: El chico de la bipolaridad. Y, aunque con el tiempo acaban acostumbrándose a mí, siempre tuve problemas en sus primeros días de clase.

Entré. Ya habían tomado asiento gran parte de los alumnos, aunque aún quedaban casi la mitad de los asientos libres. Tome lugar en uno de los asientos de la zona del medio. “– ¿Ya te has fijado en el profesor? –“ dijo un poco burlón Albert. Miré al centro de la clase. Un hombre… bastante más joven del que esperaba, con un pelo azulado y mirada dorada. “– Pues nunca hubiera apostado por un profesor tan… ¿normal? –“. Aunque claro, esto era el Shibusen, y algo que podía parecer normal quizás no lo era… desgraciadamente, yo soy un buen ejemplo de eso…

Las clases empezarían a las nueve de la mañana, sentía como si fuera a tomar una clase completamente nueva aunque realmente no fuera así, pues lo único distinto era el profesor que había llegado. Hace unos días, les habían informado a los alumnos que el antiguo docente de la clase de criaturas mágicas había renunciado, por lo que debieron conseguir a alguien más. Mientras Hazuki se peinaba el cabello, asegurándose de que se viera bien arreglado, pensaba en todas estas cosas, de vez en cuando mirando al reloj que tenía sobre la mesita junto a su cama. A las siete de la mañana ya se estaba levantando, le gustaba prepararse con mucho tiempo de sobra para que ningún inconveniente le afectara, a las ocho ya estaba prácticamente lista para salir.

Junto con su vestimenta usual, su flequillo cubriendo siempre su ojo izquierdo y todo lo necesario para otro día de clases, se dirigió al lugar donde se entrenaba a diario, donde aprendía cada vez más sobre el extraño mundo en el que se encontraba. Desde su vivienda no tardaba mucho en llegar a las escaleras de Shibusen, el verdadero camino pesado comenzaba ahí, mas ella ya se había acostumbrado. Sin detenerse, comenzó a subir escalón por escalón, mirando hacia el frente con un rostro más o menos sereno, pero neutral. Se podría decir que su concentración era magnífica, ni siquiera notaba al resto de estudiantes que había por los alrededores, nadie se imaginaría el único pensamiento que llevaba al momento de alcanzar el último escalón.

- Me pregunto si Rin se habrá preocupado de llegar temprano... - Cómo no, una buena compañera preocupándose por su técnico. A la joven le sobraba algo de tiempo, no pensó que fuera una mala idea caminar hasta la cafetería para comprar algo de comida que no se dignaría a consumir hasta que fuera la hora del descanso. Una pequeña bolsa de galletas fue su elección, la cual guardó entre sus cosas para dirigirse luego a lo que sería el salón de la primera clase del día. Veía los pasillos poco a poco llenándose de gente, la hora se acercaba, lo mejor era llegar unos minutos antes para prepararse bien y no perder ni un detalle de la clase.

Encontró el salón sin problemas, abrió suavemente la puerta, asomándose de a poco, visualizando de inmediato al profesor cerca del escritorio, leyendo claramente lo que decía en la pizarra, había dejado su nombre escrito. Dado a que el salón estaba casi vacío, se acercó hacia el nuevo docente, haciendo una leve reverencia, típica de su país, para saludar. - Buenos días, profesor. Espero que podamos llevarnos bien. - Hazuki destacaba por sus modales hacia los demás, se sentiría culpable si simplemente entraba y no saludaba a su profesor, más aun si era nuevo. Decidió no presentarse, a pesar de eso, pues dedujo que él mismo preguntaría los nombres o los vería en la lista de estudiantes. Nada más voltear logró ver un rostro familiar, con una criatura imposible de pasar desapercibida, razón por la cual, sin demora, subió los escalones hasta alcanzar a su compañero.

- Buenos días, Rin, me alegra que llegaras antes que yo. - Saludó con una sonrisa al rubio, mientras se acercaba más para poder sentarse a su lado. No podía decir que era su lugar preferido pues era mejor opción prestar atención a la clase estando un poco más cerca del profesor, sin embargo, lograba atender a la clase igualmente a pesar de la distancia, ella quería estudiar junto a su técnico. - Buenos días, Azúcar. - Observó a la curiosa criatura que normalmente se encontraba en el hombro de Rin, aunque no le dijo nada más ni se atrevió a acariciarlo, pues al ver que no reaccionaba solo pudo imaginar que se encontraba durmiendo.

Venia llegando a la ciudad luego de una ‘visita familiar’ que resulto ser más bien un cumulo de trabajo por parte de su abuelo, trabajos que debió completar en solo una noche para así poder regresar a tiempo a sus clases; estaba agotada y de por si levantarse temprano no es algo que le haga realmente feliz, menos cuando solo alcanzo a llegar a su casa para ducharse y dormitar media hora con mucha suerte antes de tener que salir hacia el Shibusen. Comenzó la caminata por Death City con una expresión seria, la que alejo a bastantes personas que tenían intención de hablarle ya que daba la impresión de estar molesta, pero lo que no sabían es que realmente Vittoria iba en modo automático, media adormilada ni siquiera era consciente de su alrededor ni de qué clase de expresión estaba haciendo.

Como siempre las escaleras de la entrada se hicieron eternas pero ayudaron a la italiana a reconocer el lugar donde se encontraba y que no podía seguir avanzando a velocidad de tortuga o acabaría llegando tarde. Se abrió paso por los pasillos ignorando sin querer y nuevamente muchos de los saludos que le entregaban, al menos eso le ahorro un par de minutos para llegar al salón a una hora prudente antes de comenzar. Observo a los presentes con calma, pasando junto al profesor e inclinando leve la cabeza– Buenos días. –Un saludo a secas y solo al profesor fue suficiente cortesía para Vittoria, tomando asiento en uno de los primeros escalones aunque algo arrinconado, acomodo su cabello hacia uno de sus hombros quedando con la mirada perdida en la pizarra con el título de la clase: ‘Estudio y Cuidado de Criaturas Mágicas’ ¿Por qué había tomado una clase así tan temprano? O más bien ¿Porque la había tomado en primer lugar? Sus neuronas aún estaban en proceso de activarse como para lograr recordar el fin por el cual se encontraba en dicha materia, quizás luego de un café lograría recordar todo.

Mientras esperaba el comienzo de la clase, sutilmente sus ojos repararon nuevamente a los presentes, algunas caras conocidas otras que solo había visto por los pasillos pero nada que exigiera su particular atención cuando se encontraba en un estado de somnolencia avanzado, por ahora era más seguro quedarse sentada en su lugar sin hacer movimientos bruscos que pudieran llevarla a alguna caída torpe por no haber dormido como corresponde.

>Vamos, todo o nada< Pensó para sí mismo por docena vez para controlarse, puede que las identificaciones falsificadas que obtuvo gracias a los contactos de los amigos de compañeros de algún ayudante de un tercero parecían ser totalmente auténticas, eran suficientemente detalladas para no dejar lugar a dudas, pero los datos eran lo suficientemente mundanos como para que ningún profesor ni nadie en el Shibusen decidiera investigar demasiado sobre él. El joven se había acostumbrado al arte del silencio y a saber combinar no destacar demasiado con tener notas por encima de la media, si quería poder llegar a poder hacer algo para proteger a su pueblo debía mostrar su utilidad, de momento empezaría teniendo las mejores notas... luego ya aprovecharía alguna oportunidad que se le presentara para cambiar las cosas, a ser posible utilizaría la diplomacia o la labia, pero antes de nada debería asegurarse que Shinigami-sama no descubriera su identidad y que nadie sospechara de él.

Como siempre se había levantado un par de horas antes de que las clases empezaran para intentar saciar su apetito durante el máximo de tiempo posible, lo último que deseaba era tener que explicar de una forma racional el por qué de su necesidad de ingerir enormes cantidades de comida, puede que en su historial médico falso lo justificaba a causa de una enfermedad rara que afectara como su cuerpo reaccionaba a los nutrientes, pero toda precaución es poca. Una vez consiguió sentirse lleno, se preparó el material escolar y se hizo un par de tazas de café, pues las pocas clases a las que había asistido eran soporíferas.

El trayecto hasta las clases fue rutinario y mecánico, lo único digno de mención es que se encontró un gato negro al que acarició durante unos momentos, sabía que no era un buen presagio, pero no podía resistirse al placer que le causaba acariciar la piel de un felino. Las escaleras eran tan tediosas como siempre, no es que le cansaran, pero tenía que aceptar que el diseño de la escuela dejaba bastante a desear, empezando por una cuesta a base de escaleras equivalente a media maratón.

Llegó a clase cuando aún tenia un par de minutos de margen para que las clases se iniciaran oficialmente, sin pensar demasiado se sentó lo más cerca que pudo de la pizarra y empezó a tomar apuntes, creyendo que el profesor, sin ganas de trabajar, había puesto un par de ejercicios para que los alumnos los hicieran, una vez Sigurd sacó su libreta de apuntes su mente procesó lo que había escrito en la pizarra.

-Nuevo profesor, espero que este no este tan loco como... el resto- Se dijo a si mismo, esperaba que esperando que este no lo hubiera escuchado.

Miró de reojo al resto del alumnado, nada le captó la atención pues en el Shibusen la normalidad era algo bastante inusual.

Tensarse fue un reflejo cuando finalmente, los estudiantes empezaron a hacerse presentes. Miraba a cada uno con atención, manteniendo aquella sonrisa calmada que solía caracterizarle, le hacía sentir más cómodo ver que, tal como años atrás, el cuerpo estudiantil seguía siendo tan… diverso, desde chicas de aspecto agradable y normal, hasta gente qué más bien le recordaba a un perro. Si bien intentaba mantenerse con una postura neutral y hermética respecto a todos, le fue imposible no mirar unos segundos de más a uno de los primeros alumnos en entrar, un chico rubio con… con… con algo en el hombro, estaba seguro que era una especie de animal, pero aun con su especialidad en la materia no logro identificarlo a simple vista, por lo que tuvo que hacer un esfuerzo extra para limitarse a asentir cuando el chico pregunto si él era el profesor, casi mordiéndose la lengua para no preguntar al respecto de su singular acompañante. Los demás estudiantes fueron incorporándose poco a poco a la clase, algunos entraban sin decir nada, limitándose a examinarlo con la mirada, otros pasaban totalmente de su presencia y algunos más, se limitaban a dedicarle un “buenos días" a secas, un chico incluso parecía haber iniciado a tomar apuntes, aun cuando en la pizarra no había nada más que el título de la materia y su nombre. Arthur correspondió todos los saludos, desde los más formales y directos hasta los que parecían salir en automático de sus estudiantes, siendo que realmente no podía ubicar a ninguno aun, pensó que lo mejor sería mantener los saludos con dicha distancia y formalidad.

Finalmente, el reloj dio las 9 en punto, el timbre que marcaba el inicio formal de las clases se pudo escuchar en toda la vocacional, el inglés camino hasta la puerta para cerrarla, dándose la vuelta tras hacerlo, mirando a los estudiantes que tenía frente a él, tomo un poco de aire, aun sentía los nervios recorrerle el cuerpo-Buenos días-Habló en tono fuerte y claro, regresando frente al pizarrón-Mi nombre es Arthur Bellamy, a partir de hoy continuare con las clases sobre criaturas mágicas, es un placer-Hizo una pequeña reverencia con la cabeza-Tengo entendido que hubo un par de conflictos con su antiguo profesor, pero confío en que podamos llevarnos bien-Sonrió, mirando a la chica de ojos celeste que había hecho un comentario similar al entrar, esto apenas por un par de segundos antes de continuar-Antes que nada ¿Alguno tiene dudas respecto a la materia o la clase en general? Estaría encantado de poder resolverlas antes de empezar formalmente-Ofreció con tono amable y sincero, realmente quería iniciar con el pie derecho.

-Pasare la lista de asistencia y podremos comenzar-Anunció poco después de que la presentación y formalidades terminaran, tomando el listado de alumnos de su escritorio, nombrando uno por uno alto y sin prisa, tratando de memorizar algunos de los nombres sobre la marcha. A penas terminó, dejo el papel de nuevo en la mesa, pasando la mirada dorada alrededor del salón.

-Me comentaron que no se avanzó mucho del temario por los “problemas” con su antiguo profesor, así que creo conveniente comenzar con un repaso general de los aspectos básicos de la materia-Hablaba formalmente, con el acento algo marcado-Podemos detenernos en cualquier momento, así que si tienen una duda o llegamos a algún punto que no hayan visto anteriormente, por favor tengan la confianza de hacérmelo saber-Poco a poco comenzaba a tomar algo más de soltura hablando, por el momento todo iba bien ¿cierto?.

-Comenzamos con la clasificación. Existen diversas formas de clasificar a las criaturas mágicas, el más común y claro, más importante de recordar al toparse con alguna es el de riesgo-Comenzó sin titubeos, aproximándose a la pizarra para borrar lo anteriormente escrito y escribir en una hilera horizontal, números espaciados del 1 al 5-La escala llega hasta el cinco, comenzando, lógicamente, con las que presentan un menor peligro en el número uno. Claro que, dentro de estos cinco niveles, existen más clasificaciones y factores que veremos cuando repasemos uno por uno-Miró a los estudiantes mientras jugueteaba un poco con la tiza entre sus dedos-Quiero pensar que esto es fácil, y probablemente lo vieron anteriormente así que empezare con las preguntas…-Miro hacia el techo un momento, como tratando de decidir algo.

-Dragones, grifos, pegasos y fénix-Terminó por decir de corrido-¿Saben en qué nivel se encuentra cada uno? Una respuesta y una criatura por persona-Indicó, esperando que fuese claro que no quería que un solo estudiante respondiera al respecto de más de una de las criaturas mencionadas, quería dar una oportunidad a más gente de participar.

— ¡Hazu! —Saludo alegremente cuando su compañera se ubicó al lado suyo, aunque por supuesto Azúcar estaba muy en lo suyo como para saludar aunque usualmente lo haría.— ¿Crees que este esté loco? —Le preguntó en voz baja, procurando que el profe no oyera, no quería darle malas impresiones tan de entrada.

La clase comenzó y Rin se acomodó para permanecer callado, dejando al profesor hablar. Dudas no tenía, para variar. Era una de las materias que más le gustaban y había hecho justicia a ello teniendo los apuntes completos. Aunque no los repasaba muy a menudo pues tenía la cabeza en las nubes, ahí estaba. De momento el profesor iba bien, a Rin le parecía normal, definitivamente más normal de lo que había sido el profesor anterior, o el anterior a ese… de hecho era una de las materias que más había cambiado de profesor a lo largo de los años, o tan solo de ese año, quién sabe. No es como si fuera una escuela o ciudad normal a fin de cuentas, pero era un detalle a remarcar.

Finalmente empezó la clase en sí. Rin rebuscó en su mochila, la cuál no iba particularmente llena, más bien estaba un poco más vacía de lo que quizás debería, y sacó su cuaderno para anotar y sus bolígrafos. Clasificaciones, definitivamente era de los primeros temas que se daban, era lo primero con lo que estar preparado. Apenas las recordaba en si pero se supone era un tema fácil, la mayoría de las veces era guiarse por la lógica o leer aunque sea un poco de la criatura en cuestión. Él no era muy fan de la lectura, a decir verdad, pero supuso que en ocasiones eran necesarios. Aún no le llegaba ese momento de necesidad, de todos modos. Apenas el profesor pidió participación, Rin, ya seguro de que podía hablar sin interrumpir al profesor, levantó la mano. Grifos; animales del tamaño de un caballo, una cabeza de águila enorme, cuerpo, patas traseras y cola de león, y patas delanteras de águila, con dos imponentes alas que les permitían volar y atacar en picado, eran una de las criaturas mitológicas más populares, al igual que todas las que había mencionado el profesor, y no conocerlas. Bueno, lógicamente, ¿No? así todos podrían identificarlas rápido y responder más fácilmente.

— Los grifos son clasificación 3. Son muy territoriales y sus picos y garras muy peligrosos.  

Respondió y apoyó la cabeza en la mano derecha, teniendo el mismo brazo apoyado a su vez en la mesa. Azúcar se había despertado y movido, aunque solo para acurrucarse en el regazo del rubio y volver a roncar con ese gruñido casi inaudible que no se escuchaba a menos que se estuviera realmente cerca. Dejó salir un largo bostezo, haciendo de paso unos garabatos distraídos al costado de su hoja, algunos de ellos solo líneas y otros dibujitos pequeños de Azúcar, simples pues sus habilidades artísticas no eran sobresalientes ni mucho menos.

Su compañero le había correspondido el saludo, se sentía contenta de poder compartir sus clases con alguien que conocía, pues antes de tener un amigo simplemente atendía las clases sentándose en solitario, concentrándose totalmente en lo que estaba escribiendo. Puede que fuera un método efectivo para aprender, mas al final se terminaba sintiendo muy sola. Esperando a que el profesor empezara la clase, el técnico le preguntó algo en voz baja, prácticamente susurrando para que el docente no le escuchara, incluso si se encontraban en los puestos más alejados de la clase.

- Por el momento parece alguien normal, hay que darle una oportunidad. - Fue su respuesta, más o menos al mismo volumen de voz en el que se realizó la pregunta. Poco a poco fueron llegando los estudiantes, hasta que el timbre del comienzo oficial de clases sonó. El profesor no tardó en empezar con la clase, saludando y presentándose, incluso respondiéndole a la joven arma de forma indirecta mientras era observada, ante lo cual sonrío y asintió levemente. Momento de pasar la lista, apenas el profesor mencionó su nombre, levantó su mano. - Presente. - Respondió con una voz clara, un poco más fuerte del volumen normal por el hecho de haberse sentado atrás, quería que le pudiera escuchar bien.

Le parecía genial el hecho de empezar desde lo básico, haciendo más que nada un repaso, así por ambas partes se sabría bien hasta qué punto había llegado el profesor anterior. Hazuki buscó entre sus cosas para sacar su cuaderno con los apuntes junto con un lápiz, sin embargo no quiso abrir el cuaderno para ver si podía recordar lo estudiado sin tener que mirar lo escrito. Comenzaron con las clasificaciones, siendo la primera la clasificación de riesgo. La joven arma observaba la pizarra, escuchando atentamente al profesor, sin poder evitar echar un vistazo a Azúcar quien se había movido por un momento. El momento de la participación llegó bastante pronto, debían clasificar, uno por uno, las criaturas mágicas que el profesor mencionó. Para su sorpresa, su técnico se adelantó, siendo el primero en responder, tomando la raza de los grifos.

- Está correcto. - Pensó, mientras le miraba, volviendo a sonreír suavemente. Ya que su compañero había respondido en primer lugar, ella no quiso ser menos. Aprovechando que el profesor estaba fijando su vista en el área en el que se encontraban ellos dos gracias a la respuesta de Rin, levantó la mano, procediendo a la criatura que había elegido. - Los dragones son clasificación 5, de las criaturas más peligrosas debido a su tamaño, resistencia, además de las habilidades que muchos conocemos que poseen. - Volar, manejar ciertos elementos y varios detalles que pensó no sería necesario mencionar. Luego de eso, decidió abrir por fin su cuaderno, en caso de que necesitara escribir algún dato interesante que no supiera.

La clase dio comienzo, finalmente, con el agridulce sonido del timbre. Los alumnos ya habían tomado asiento y yo ya empezaba a sacar todo mi material: mi libreta y el estuche. Apunté el nombre del profesor para no olvidarlo, a pesar de ya haberse presentado y tener su nombre escrito en el pizarrón.

El comentario que hizo sobre el antiguo profesor provocó unos pocos y disimulados murmullos y sonrisitas entre los alumnos. Por mi parte, me mantuve atento a las explicaciones del profesor Bellamy. Esperé tranquilamente hasta mi turno en el paso por la lista de asistencia, a la cual respondí con mi mano a medio levantar y mi - Presente – de tono bajo y tranquilo. Nuevamente, pocos murmullos pudieron percibirse cuando nombró de nuevo al antiguo profesor y los “problemas” que tuvimos en clase. “– Aunque ese tipo me caía un poco bien… he de admitir que era bastante insoportable… -“. Y mi hermano tenía razón, pues en algunos momentos no parecía ser tan problemático… por desgracia, esos “algunos momentos” eran escasos y casi inexistentes…

Empezamos con la clasificación de criaturas. Era un punto básico e importante en la materia, pues siempre caía alguna pregunta de clasificar en los exámenes. Copié la tabla del profesor en mi libreta, pero al parecer nosotros debíamos clasificar las criaturas que nos dijo. Las opciones eran sencillas: Fénix, Pegaso, Grifo y Dragón. Todas ellas famosas por una u otra razón. Nosotros debíamos clasificar a estas criaturas en la tabla. Dos de los compañeros se adelantaron al resto, dejando como opciones restantes al pegaso y al fénix. “– Heh, vayamos a por la fácil. ¿El pegaso es de nivel 2, no? Venga, deja que lo diga yo… -“. Albert estaba levantando mi mano cuando le detuve. “- Espera, esto parece ser una trampa… -“ decía mientas bajaba lentamente la mano, deseando que el profesor no me hubiera visto. “- ¿Hah? Y ahora que estás diciendo -“ dijo molesto mi hermano. “- Piénsalo, todos ellos están en clasificaciones distintas, prácticamente, pero todas tienen algo en común… ¡excepto los grifos, creo, todas son criaturas protegidas por la vocacional! -“. Realmente no sabía si lo había hecho adrede, pero era una buena coincidencia que comentar. "– Es cierto… espera, ¿como demonios sabes tu eso? –“ preguntó indignado Albert. “- Tu desconectaste, pero yo tuve que tragarme la explicación del viejo loco después de las clases por culpa de preguntarle una cosa sobre los duendes de musgo… ese hombre se enrollaba más que las persianas al hablar.. -”.

“- Pues coméntaselo al profe nuevo -“
“- Para nada, perecería un pelota, y ya sabes que no me gusta dar estas impresiones… -”
“- Sabes que si no lo haces tú lo haré yo, ¿verdad? -”

No discutí más con él. Me iba dando cuenta de que siempre que discutía con mi hermano movía mucho la cabeza, y en clase podía ser muy raro y notorio. Levanté la mano y respondí a la pregunta del profesor. – Los pegasos son de clasificación 2. No suelen ser muy agresivos, pero si son muy nobles y respetuosos, y suelen enfadarse si se sienten atacados u ofendidos -. Tras esto, dejé a Albert tomar el control. – Oh, una pregunta sin importancia, profesor Bellamy… ¿esas criaturas que ha nombrado usted no están desde hace poco bajo protección de la escuela? -.

Albert sonreía pícaramente. Por dentro, me estaba muriendo de vergüenza y de ganas de matar a mi hermano… algo imposible, porque ya lo estaba.

Miraba con paciencia a los jóvenes, aunque mantenía un interés expectante en escuchar las respuestas que le daría, también dispuesto a explicarlo por su cuenta si resultaba necesario. La primera participación llego casi al instante, el chico rubio que había llamado su atención gracias a su… ¿Mascota? O lo que fuese la cosa que traía con él, le señalo con el gis, asintiendo, obviamente otorgándole la palabra-Correcto, además de territoriales tienden a tener el orgullo bastante alto-Corroboró con una sonrisa antes de girarse para anotar el nombre de la criatura bajo en número que el rubio acababa de indicar.

La siguiente respuesta vino de la chica sentada a un lado del que había hablado recién, aquella que se había presentado con bastante formalidad al entrar al salón, asintió con la respuesta-En efecto, señorita, de hecho las habilidades varían tanto que más adelante tendremos un bloque entero dedicado a los dragones-Habló mientras, de nuevo, hacia los apuntes correspondientes en el pizarrón; pasaron un par de intentos fallidos para el fénix por lo que decidió aclararlo por su cuenta-Las aves fénix se clasifican en la cuarta categoría, además de su habilidad para prenderse y generar fuego, son bastante conocidas por las propiedades curativas de sus lágrimas y capacidad de renacer. Ahora por ultimo…-Dio un vistazo al salón hasta que un chico de cabellos plateados aportó la última respuesta-Pegasos, en categoría dos, muy bien-Sonrió al chico antes de escribirlo en la pizarra, volteando para escuchar la indagación del joven, misma que logro sacarle una sonrisa de aprobación hacia el chico.

-Ryuta, Sakurai y Froste ¿cierto?-Tuvo que echar un vistazo de reojo a la lista para asegurarse de no errar con los nombres-Muchas gracias por la participación-Dedicó una sonrisa amplia a los tres estudiantes, enfocándola por ultimo en el joven con la respuesta de los pegasos y asintiendo-En efecto, tal como acaba de señalar el señor Froste todas estas criaturas están bajo protección de la escuela-Habló, dejando de centrarse en el joven para volver a hablar a la clase en general-Shibusen tiene la responsabilidad de preservar, cuidar y vigilar gran parte de las especies de criaturas mágicas que conocemos hasta ahora, siendo el objetivo principal lograr una coexistencia pacífica y óptima entre las personas y estos animales, por lo que, como ya saben, la caza y tráfico ilegal de los mismos está penado y considerado un delito grave-Habló del tema con la seriedad necesaria para dar a entender el asunto, después de todo aquello era un problema grave, y probablemente en su vida como estudiantes, tendrían que ir a una o dos misiones como mínimo relacionadas con todo ello.  

-Tenemos estos ejemplos claros de criaturas protegidas por Shibusen-Hizo una pequeña seña a los apuntes del pizarrón-¿Pero alguno puede darme ejemplos de criaturas consideradas como mágicas, pero que no se encuentran contempladas dentro del acuerdo de protección?-Preguntó, a sabiendas que la pregunta aumentaba un poco su dificultad respecto al ejercicio anterior-De nuevo, pueden dar un ejemplo por persona. Una respuesta correcta significa un punto extra en el siguiente examen-Sonrió, de forma casi juguetona-Tienen solo un intento por persona-Esperaba que aquello los animara a intentarlo al menos, aquello le servia para medir que tan avanzada estaba la clase, a la vez que quería recompensar una respuesta correcta ante la cuestión un poco más complicada.

Sonrió satisfecho ante su acierto, mirando durante unos segundos a su compañera como si esperara alguna muestra de aprobación de su parte gracias a su respuesta correcta. Anotó las clasificaciones a medida que el profesor las confirmaba, mientras con la otra mano acariciaba suavemente el tupido pelaje de su mascota. Ni siquiera mirando al frente, ahora se había concentrado garabateando cosas al costado de su hoja, pero de alguna manera que ni siquiera él se explicaba, estaba con un ojo en cada lado, concentrado en ambos aspectos. Quizás porque ahora había empezado a dibujar pequeños unicornios y dragones, a veces peleando entre ellos, prácticamente inventándome una historia en el proceso. Levantó su mano vagamente

— Hombres lobo —Nuevamente fue de los primeros en responder—. Se los considera criaturas mágicas pero son más bien un peligro si están muy cerca. Shibusen en ocasiones los mantiene bajo control pero no se puede decir que los protegen.

Claro que por cada pregunta del estilo Rin trataba de relacionar el tema con su propia mascota, nunca diciendolo o preguntando en voz alta, le daba vergüenza(Para variar), pero supuso igual contaba como una buena práctica, tratar de encajar a una criatura que en principio no debería existir en los parámetros establecidos para otras especies más comunes si se quiere.

— Profesor, una pregunta. ¿Cuáles son los criterios para que shibusen proteja a una criatura?

El profesor anterior les había comentado de el peligro de extinción de algunas criaturas gracias a su caza masiva en busca de las propiedad mágicas de sus cuerpos. Pero los grifos no tenían propiedades mágicas, ¿O si? No tenían razones para estar casi al borde de la extinción como los dragones. ¿Habría conocido alguna vez el profesor a un dragón? Estudiaba criaturas mágicas, si es cierto que quedaban pocos, pero no podía ser tan difícil si era tu oficio. Quizás le preguntara luego de clases, igual podría preguntarle si alguna vez había visto algo remotamente similar a Azúcar, pero ya sabía que no era posible. A fin de cuentas, había sido creado por su padre, a menos que hubiera creado réplicas o algo del estilo, raro sería que fueran una cosa. No le gustaba espiarlo mientras trabajaba, antes de que lo arrestaran claro, pero se preguntó también si alguna vez había experimentado con alguna de las criaturas que le enseñaban en clase. Esperaba que no, eran bonitos animales a fin de cuentas, y ese tipo estaba loco de todos modos, su madre había muerto en el parto pero habiendo comprobado que había intentado experimentar con él, una parte de él tenía seguro que lo habría intentado con ella también. Decidió no pensar en eso de nuevo, al menos por ese día, nunca podía concentrarse en más de una cosa cuando pensaba en eso.

Sonreí aliviado al ver que mi respuesta era correcta, anotando los apuntes de la pizarra en la hoja de papel. También, al mismo tiempo que nombraba mi apellido, intenté ocultarme con la bufanda, intentando evitar desplazar la mirada hacia los compañeros. No quería saber si me estaban mirando o no. “- Venga, ¿por una aportación que hagas te has de poner así? -” decía la voz burlona de Albert en mi cabeza. “- Sabes que odio la atención… -”.

Escuché atentamente el discurso del profesor Bellamy sobre las criaturas mágicas y los peligros de la caza de estos. En el fondo, un sentimiento de tristeza nacía en mi interior. Saber que había gente que hacia cosas como esas seguían sin entrarme en la cabeza, por mucha realidad que fuera. Pero ese no era el momento de seguir inmerso en mis pensamientos. El profesor lanzó nuevamente una pregunta que, nuevamente, quiso que respondiéramos nosotros. “– ¿No me digas que este profesor nuevo nos pondrá a prueba en cada clase? -” refunfuñaba Albert.

El chico de pelo dorado se adelantó y respondió primero, como en la anterior pregunta. Podía notar que se le daba bien la asignatura, pues parecía interesado en la participación de esta. Un largo silencio se hizo después de su respuesta. Yo estaba pensando en que criatura decir… ¡no me venía ninguna a la cabeza! Pero al final terminé dándome cuenta de lo cerca que tenía la respuesta… tanto que me dije inútil a mí mismo… y Albert lo aprobó y se rio de mi nuevamente. – Los fantasmas también son considerados como Criaturas Mágicas… se dice que son almas que, por algún motivo, no pudieron descansar en paz y buscan cumplir su objetivo – respondí así a la pregunta del profesor. “- Heh, no te gusta destacar pero bien que respondes… -”. Con un tono burlón, respondí a la predecible duda de mi hermano “- Lo sé… pero no está de más tener un punto asegurado para el examen, ¿cierto? -”. Pude notar como mi hermano callaba de golpe, así que supuse que esta vez le había ganado por inteligente. Solo quedaba saber si su respuesta era correcta y, en el peor de los casos, una nueva pregunta que responder.