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When the cat finds a bird [Priv. Hans]
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When the cat finds a bird [Priv. Hans]
Qué incómodo era una de las frases que pasaba por su mente con tan solo acercarse poco a poco a la ciudad de los muertos, principalmente por el hecho de que no podría usar su transformación para desplazarse, ya que debía tener el soul protect activo o más le valía huir de lo que fuera que pudiera sentir su presencia y perseguirla. Siendo una lechuza le habría sido, enormemente, más fácil viajar de un lugar a otro, pero ¿en qué momento decidió que debía ir a meterse ahí en lugar de, simplemente, quedarse en su tierra sin gastar mucho sus energías? Pues desde la gran conversación que tuvo con su amigo brujo, había decidido acompañarlo en sus paseos clandestinos, tanto por la preocupación que tenía por él como por su propia curiosidad sobre el tema. Se encontró de repente a las afueras de dicha ciudad, observando el paisaje desértico a su alrededor.
Bueno, lo que podía observar no era mucho realmente, había decidido ir de noche tan solo para echar un vistazo al panorama que le esperaría cuando tuviera que acompañar a Robin, sabía que él no solía visitar la ciudad muy tarde, tanto por su propia seguridad como para no ser descubierto. Ella se las arreglaba para que su familia ni la notara, solían pensar que se encontraba encerrada en su cuarto por mero gusto y que ahí se quedaba siempre. Sin su forma animal, no podía tener la mejor vista en la oscuridad, sin embargo le agradaba más la noche que el día, además, sabía que si hacía su visita de día, se estaría sofocando un poco con el calor de un desierto, cosa que de solo pensarlo, lo rechazó totalmente.
Para no levantar sospechas, incluso si su plan en primer lugar no era adentrarse a la ciudad, además de obviamente traer su alma escondida, llevaba una vestimenta casual en lugar de su traje común que parecía, realmente, un pijama. Además, su cabello iba peinado en dos coletas de baja altura, para que se le hiciera más cómodo el moverse durante el viaje. Sabía que tal vez no ayudarían mucho, pero se colocó unas gafas de color rojo para cambiar un poco más su apariencia, siendo este solo un detalle que, en teoría, no haría la gran diferencia entre la bruja y la aparente humana. Caminaba tratando de guiarse, tenía muchísimas ganas de usar su magia para facilitarse las cosas, pero debía aguantar esos deseos si quería volver viva luego a su casa.
- Me pregunto en qué momento sucedió todo... - Susurró pasa sí misma, recordando gran parte de su pasado, incluso más allá de la gran confesión de su amigo, pensando en el preciso instante en el que su opinión sobre las personas había cambiado, de odio a los seres diferentes a tolerancia. De su profunda transformación de personalidad, de una chica completamente alegra a una fría, bastante seria y solitaria. Mientras reflexionaba, algo de brisa fresca pasaba por ahí, una cosa tan simple que le hacía bastante feliz, pues le encantaba sentir el viento cerca de ella.
Bueno, lo que podía observar no era mucho realmente, había decidido ir de noche tan solo para echar un vistazo al panorama que le esperaría cuando tuviera que acompañar a Robin, sabía que él no solía visitar la ciudad muy tarde, tanto por su propia seguridad como para no ser descubierto. Ella se las arreglaba para que su familia ni la notara, solían pensar que se encontraba encerrada en su cuarto por mero gusto y que ahí se quedaba siempre. Sin su forma animal, no podía tener la mejor vista en la oscuridad, sin embargo le agradaba más la noche que el día, además, sabía que si hacía su visita de día, se estaría sofocando un poco con el calor de un desierto, cosa que de solo pensarlo, lo rechazó totalmente.
Para no levantar sospechas, incluso si su plan en primer lugar no era adentrarse a la ciudad, además de obviamente traer su alma escondida, llevaba una vestimenta casual en lugar de su traje común que parecía, realmente, un pijama. Además, su cabello iba peinado en dos coletas de baja altura, para que se le hiciera más cómodo el moverse durante el viaje. Sabía que tal vez no ayudarían mucho, pero se colocó unas gafas de color rojo para cambiar un poco más su apariencia, siendo este solo un detalle que, en teoría, no haría la gran diferencia entre la bruja y la aparente humana. Caminaba tratando de guiarse, tenía muchísimas ganas de usar su magia para facilitarse las cosas, pero debía aguantar esos deseos si quería volver viva luego a su casa.
- Me pregunto en qué momento sucedió todo... - Susurró pasa sí misma, recordando gran parte de su pasado, incluso más allá de la gran confesión de su amigo, pensando en el preciso instante en el que su opinión sobre las personas había cambiado, de odio a los seres diferentes a tolerancia. De su profunda transformación de personalidad, de una chica completamente alegra a una fría, bastante seria y solitaria. Mientras reflexionaba, algo de brisa fresca pasaba por ahí, una cosa tan simple que le hacía bastante feliz, pues le encantaba sentir el viento cerca de ella.
Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 25/11/2015
Puntos : 20
Localización : No me busques
Fecha de inscripción : 25/11/2015
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Aiko Takahashi
Re: When the cat finds a bird [Priv. Hans]
Ya casi acababa de anochecer, y el bosque estaba en completo silencio excepto por unas pocas criaturas nocturnas. Era una noche sin luna, y las estrellas no proveían suficiente luz por lo que todo estaba sumido en una completa oscuridad, pero el gato que caminaba con pasos suaves por el sotobosque no tenía problemas, por supuesto; era un gato, tenía la habilidad nata de ver en la oscuridad. Avanzaba esquivando ágilmente las raíces que sobresalían del suelo, casi sin hacer ruido al pisar la tierra fría del suelo. Su cuerpo azul oscuro no era nada distinguible del resto del entorno, excepto por sus ojos ámbares que podrían ser vistos hasta por el más ciego de los topos, y eran como un par de luces que ciertamente uno no evitaría mirar entre tanta penumbra. Había llegado al borde del bosque, unos pocos árboles y hierba se extendían apenas sobre el desierto, más allá, nada.
El felino estaba posado en la rama de un árbol al que se había subido hace unos segundos, la cola pulcramente enroscada alrededor de su cuerpo, casi ni se movía y los ojos brillantes parecían perdidos en la lejanía, donde no se veía nada más que arena y el cielo estrellado. Sacudió las orejas antes de bajar de un salto y aterrizar limpiamente en la arena. Era consciente que tanto el bosque como las zonas que solían llamar “las afueras” eran zonas peligrosas, pues muchas criaturas merodeaban por ahí ya que aunque podían ser detectadas, en principio nadie tendría que encontrarse por esas zonas. Se desperezó sin apuros, tomándose su tiempo para estirar todos y cada uno de los músculos de su cuerpo. Comenzó a caminar despacio, tratando de hacer el menor ruido posible, lo cuál no era muy difícil.
Sin trabajo por el momento, había tenido la oportunidad de dormir durante casi todo el día para luego despertar cuando estaba atardeciendo y dedicarse a hacer… cosas de gato, la verdad, no mucho más que eso. Merodear por todas partes y atrapar ratones, lo normal.
No quería perderse en el desierto por lo que solo se dedicó a pasear y bordear la ciudad, y esto fue lo que lo llevó a ponerse a la defensiva tras oír lo que le pareció ser una voz. Miró alrededor, los ojos felinos con las pupilas dilatadas hasta que finalmente dio con algo. Se transformó en silencio, contando con su piel y ropas algo oscuras para pasar desapercibido, además del pelo cubriéndole el rostro como de costumbre. Con cuidado deslizó una mano dentro de su ropa, como si ésta ya conociera el camino, pues no tuvo que tantear la tela para encontrar el bulto de los cuchillos. Lo sacó con cuidado y tras quitarse el pelo de la cara para evitar fallar el tiro en caso de ser necesario.
Estaba a punto de retirarse así, a la defensiva, pero pisó una ramita que al partirse le dio un susto tal que acabó lanzando el cuchillo casi por reflejo. Por suerte o por desgracia, no dio en el blanco, si no que el cuchillo se clavó rápidamente a los pies de la figura que a pesar de encontrarse a unos ocho metros de distancia no podía acabar de distinguir, aunque deducía era una chica. El bosque o cualquier tipo de zona en la que pudiera quedar a cubierto estaban demasiado lejos para huir, por lo que se quedó totalmente inmóvil, en una posición un tanto agazapada, y con la mano lista para otro cuchillo.
El felino estaba posado en la rama de un árbol al que se había subido hace unos segundos, la cola pulcramente enroscada alrededor de su cuerpo, casi ni se movía y los ojos brillantes parecían perdidos en la lejanía, donde no se veía nada más que arena y el cielo estrellado. Sacudió las orejas antes de bajar de un salto y aterrizar limpiamente en la arena. Era consciente que tanto el bosque como las zonas que solían llamar “las afueras” eran zonas peligrosas, pues muchas criaturas merodeaban por ahí ya que aunque podían ser detectadas, en principio nadie tendría que encontrarse por esas zonas. Se desperezó sin apuros, tomándose su tiempo para estirar todos y cada uno de los músculos de su cuerpo. Comenzó a caminar despacio, tratando de hacer el menor ruido posible, lo cuál no era muy difícil.
Sin trabajo por el momento, había tenido la oportunidad de dormir durante casi todo el día para luego despertar cuando estaba atardeciendo y dedicarse a hacer… cosas de gato, la verdad, no mucho más que eso. Merodear por todas partes y atrapar ratones, lo normal.
No quería perderse en el desierto por lo que solo se dedicó a pasear y bordear la ciudad, y esto fue lo que lo llevó a ponerse a la defensiva tras oír lo que le pareció ser una voz. Miró alrededor, los ojos felinos con las pupilas dilatadas hasta que finalmente dio con algo. Se transformó en silencio, contando con su piel y ropas algo oscuras para pasar desapercibido, además del pelo cubriéndole el rostro como de costumbre. Con cuidado deslizó una mano dentro de su ropa, como si ésta ya conociera el camino, pues no tuvo que tantear la tela para encontrar el bulto de los cuchillos. Lo sacó con cuidado y tras quitarse el pelo de la cara para evitar fallar el tiro en caso de ser necesario.
Estaba a punto de retirarse así, a la defensiva, pero pisó una ramita que al partirse le dio un susto tal que acabó lanzando el cuchillo casi por reflejo. Por suerte o por desgracia, no dio en el blanco, si no que el cuchillo se clavó rápidamente a los pies de la figura que a pesar de encontrarse a unos ocho metros de distancia no podía acabar de distinguir, aunque deducía era una chica. El bosque o cualquier tipo de zona en la que pudiera quedar a cubierto estaban demasiado lejos para huir, por lo que se quedó totalmente inmóvil, en una posición un tanto agazapada, y con la mano lista para otro cuchillo.
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Fecha de inscripción : 04/09/2015
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Hans Humpty
Re: When the cat finds a bird [Priv. Hans]
Fue uno de los errores que había cometido, estaba segura, por ese error casi podría haber perdido la vida, o al menos habría sido herida. El haberse distraído por poco le traía malas consecuencias, pues sin darse cuenta escuchó un ruido de la nada, justamente abajo de ella, a lo que rápidamente miro hacia esa dirección, acercándose para poder distinguir lo que veía; un cuchillo enterrado en el suelo, peligrosamente cercano a sus pies. Apenas se dio cuenta de lo que intentaban hacerle, comenzó a correr, sin saber hacia qué dirección se dirigía. Maldecía el hecho de no poder transformarse para simplemente huir, pues sería aún más peligroso que alguien sintiera su alma y quisiera perseguirla hasta quién sabe donde. Más terrible que distraerse, también estaba el hecho de atreverse a examinar esa ciudad de noche, donde no veía nada sin su forma animal.
No tenía ni la más mínima idea de a dónde se dirigía, supuso que de alguna forma llegaría a la ciudad, tampoco sintió que siguiera recibiendo ataques de cuchillos pero, al no poder distinguir nada a con la completa oscuridad que había, no quiso detenerse hasta poder dar con algo que le diera, aunque fuera, un poco de seguridad. Corrió por poco tiempo, tampoco es que tuviera la mejor condición física del mundo, después de todo, estaba acostumbrada a desplazarse como lechuza, o directamente a no caminar mucho. ¿Cuánto habría sido lo que avanzó? Quizás solo unos metros, antes de que se detuviera por completo, en total estado de alerta, mirando hacia cualquier lugar para ver si podía distinguir algo por sí misma.
- Quien sea que merodee por ahí, más le vale revelarse. - Parecía una amenaza, aunque realmente no tenía intenciones de pelear, después de todo estaría en completa desventaja y lo sabía. Su tono de voz seguía pareciendo neutral, sin querer expresar ninguna emoción en él, solo que con el volumen más alto que pudo alcanzar para que fuera oída. Decidió dar algunos pasos, lentamente, a la defensiva, tratando de escuchar el ambiente con tal de poder detectar algo que le diera algún indicio. Sin tener mucho éxito, volvió a detenerse, intentando calmarse un poco, ya que por el momento parecía no correr ningún riesgo. Aún así, sabía que no debía confiarse, en cualquier momento le podrían atacar nuevamente.
- No tengo intención de hacer daño a nadie, solo quiero estar en paz. - Decidió hablar nuevamente, después de considerar en su mente que su primera frase podría haber sido mal interpretada, y lo último que quería en ese instante eran más problemas. ¿Cómo se las arreglaba su amigo para acercase a la dichosa ciudad de los muertos sin que algo por el estilo le sucediera? ¿O es que quizás algo parecido le había sucedido y no se lo confesó? Estaba segura que nadie le había visto salir, también de que estaba ocultando perfectamente su alma para que no le descubriera cualquier habitante de la ciudad. Además, tenía certeza de que ella no estaba siendo buscada por nadie, o al menos eso esperaba.
No tenía ni la más mínima idea de a dónde se dirigía, supuso que de alguna forma llegaría a la ciudad, tampoco sintió que siguiera recibiendo ataques de cuchillos pero, al no poder distinguir nada a con la completa oscuridad que había, no quiso detenerse hasta poder dar con algo que le diera, aunque fuera, un poco de seguridad. Corrió por poco tiempo, tampoco es que tuviera la mejor condición física del mundo, después de todo, estaba acostumbrada a desplazarse como lechuza, o directamente a no caminar mucho. ¿Cuánto habría sido lo que avanzó? Quizás solo unos metros, antes de que se detuviera por completo, en total estado de alerta, mirando hacia cualquier lugar para ver si podía distinguir algo por sí misma.
- Quien sea que merodee por ahí, más le vale revelarse. - Parecía una amenaza, aunque realmente no tenía intenciones de pelear, después de todo estaría en completa desventaja y lo sabía. Su tono de voz seguía pareciendo neutral, sin querer expresar ninguna emoción en él, solo que con el volumen más alto que pudo alcanzar para que fuera oída. Decidió dar algunos pasos, lentamente, a la defensiva, tratando de escuchar el ambiente con tal de poder detectar algo que le diera algún indicio. Sin tener mucho éxito, volvió a detenerse, intentando calmarse un poco, ya que por el momento parecía no correr ningún riesgo. Aún así, sabía que no debía confiarse, en cualquier momento le podrían atacar nuevamente.
- No tengo intención de hacer daño a nadie, solo quiero estar en paz. - Decidió hablar nuevamente, después de considerar en su mente que su primera frase podría haber sido mal interpretada, y lo último que quería en ese instante eran más problemas. ¿Cómo se las arreglaba su amigo para acercase a la dichosa ciudad de los muertos sin que algo por el estilo le sucediera? ¿O es que quizás algo parecido le había sucedido y no se lo confesó? Estaba segura que nadie le había visto salir, también de que estaba ocultando perfectamente su alma para que no le descubriera cualquier habitante de la ciudad. Además, tenía certeza de que ella no estaba siendo buscada por nadie, o al menos eso esperaba.
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Aiko Takahashi
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