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Give it a Try [Priv. Myrna]
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Give it a Try [Priv. Myrna]
No importaba cuantas veces lo observara, el sol que se anclaba en el cielo y largaba carcajadas de vez en cuando y el imponente edificio del Shibusen, parecían hechos el uno para el otro. Parecían partes de un set, como si alguien los hubiera colocado en el mismo sitio, en la misma ubicación para que fueran apreciados juntos. Claro que en resto del mundo, el astro que salía durante el día no era nada como eso, no tenía ni un rostro ni se lo podía ver durmiendo cuando la tarde llegaba. Pero bueno, estaba en Death City, hasta su nombre era bastante singular, no podía simplemente seguir separando las cosas entre extrañas y normales, después de todo, si le contara a alguien lo que estaba haciendo, más bien, lo que se hacía en esa ciudad tan particular, lo tacharían de loco sin duda. El lugar en si no era lo único que caracterizaba aquella ubicación, si no, lo que se realizaba dentro de la Escuela que tenían instalada.
Y uno de los alumnos que asistía desde hace poco, se interno en la extraña institución.
Hacia unas semanas, casi dos meses, desde que Matt había comenzado a asistir oficialmente como un alumno. Había tenido que tener clases que lo pusieran al día con todo, y no era muy fácil. Claro, todo hasta el día de hoy, había sido pura teoría e historia, libros y libros que tenía que tener en su cabeza grabados. Y para alguien como él, esos largos párrafos eran casi interminables. Ni siquiera había logrado conocer del todo la ciudad, ni conocer a personas en específico, y ya le habían llamado a lo que se denominaba ¨una clase especial¨, o algo así.
No le habían dado mucho detalle en realidad, solo que esta primera vez que asistía, debía ser obligatoria la clase. Daba igual si lo fuera o no, no tenía nada más que hacer, y había sido en parte su decisión en asistir al Shibusen, así que no se negaría. Pero aun poniendo énfasis en que si o si tenía que ir, el profesor no le explico bien de que se trataba, todo lo que le dijo era que ¨era de suma importancia que asistiera, porque el encontrar un compañero es algo realmente escencial.¨ Más o menos podía entender un poco lo que ellos, el Shibusen, denominaban compañeros. Era algún arma, que él al ser un técnico, debía de aprender a manipular para poder ejercer su ¨trabajo¨.
No es que realmente fuera algo que esperara con ansias. Habia tenido otros compañeros anteriormente, pero a causa de la vida nómade de su familia, Matt había decidido siempre irse con ellos a quedarse a vivir en un lugar, por más que pudiera establecerse ahí. No le parecía que tener un compañero a cambio de dejar a su familia fuera algo que valiera la pena. No era su prioridad el obtener uno y menos conservarlo. Al menos no lo veía de esa manera.
Pero bueno, las circunstancias eran diferentes ahora. Él estaba viviendo en Death City, no creía irse en un buen tiempo, asi que, iría con el objetivo de encontrar uno, aunque no importaba cuantas veces le dijeran lo importante que era que un técnico lograra encontrar un arma con la que fuera compatible, para él, su opinión valía más.
No le costó mucho encontrar el aula, conocía y se orientaba más o menos ya dentro del lugar. Y una vez en la habitación, comprobó que no era el único que estaba sin un compañero; Había varias personas más, todos parecían alumnos, de diferentes géneros y hasta edades. No veía ningún rostro conocido, tampoco es que se hubiera hecho cercano a alguien en específico, así que, sin hacer mucho lío, se dirigió hasta uno de los asientos, y se quedo ahí, esperando que algún profesor le indicara como comenzar.
Y uno de los alumnos que asistía desde hace poco, se interno en la extraña institución.
Hacia unas semanas, casi dos meses, desde que Matt había comenzado a asistir oficialmente como un alumno. Había tenido que tener clases que lo pusieran al día con todo, y no era muy fácil. Claro, todo hasta el día de hoy, había sido pura teoría e historia, libros y libros que tenía que tener en su cabeza grabados. Y para alguien como él, esos largos párrafos eran casi interminables. Ni siquiera había logrado conocer del todo la ciudad, ni conocer a personas en específico, y ya le habían llamado a lo que se denominaba ¨una clase especial¨, o algo así.
No le habían dado mucho detalle en realidad, solo que esta primera vez que asistía, debía ser obligatoria la clase. Daba igual si lo fuera o no, no tenía nada más que hacer, y había sido en parte su decisión en asistir al Shibusen, así que no se negaría. Pero aun poniendo énfasis en que si o si tenía que ir, el profesor no le explico bien de que se trataba, todo lo que le dijo era que ¨era de suma importancia que asistiera, porque el encontrar un compañero es algo realmente escencial.¨ Más o menos podía entender un poco lo que ellos, el Shibusen, denominaban compañeros. Era algún arma, que él al ser un técnico, debía de aprender a manipular para poder ejercer su ¨trabajo¨.
No es que realmente fuera algo que esperara con ansias. Habia tenido otros compañeros anteriormente, pero a causa de la vida nómade de su familia, Matt había decidido siempre irse con ellos a quedarse a vivir en un lugar, por más que pudiera establecerse ahí. No le parecía que tener un compañero a cambio de dejar a su familia fuera algo que valiera la pena. No era su prioridad el obtener uno y menos conservarlo. Al menos no lo veía de esa manera.
Pero bueno, las circunstancias eran diferentes ahora. Él estaba viviendo en Death City, no creía irse en un buen tiempo, asi que, iría con el objetivo de encontrar uno, aunque no importaba cuantas veces le dijeran lo importante que era que un técnico lograra encontrar un arma con la que fuera compatible, para él, su opinión valía más.
No le costó mucho encontrar el aula, conocía y se orientaba más o menos ya dentro del lugar. Y una vez en la habitación, comprobó que no era el único que estaba sin un compañero; Había varias personas más, todos parecían alumnos, de diferentes géneros y hasta edades. No veía ningún rostro conocido, tampoco es que se hubiera hecho cercano a alguien en específico, así que, sin hacer mucho lío, se dirigió hasta uno de los asientos, y se quedo ahí, esperando que algún profesor le indicara como comenzar.
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Matthew
Re: Give it a Try [Priv. Myrna]
Al abrir sus ojos se pudo dar cuenta que la habitación aún estaba a oscuras, no era necesario que se pusiera sus lentes para saber que le faltaba poco a su despertador comenzara a sonar. Se removió inquieta en sus sabanas, los profesores le habían dicho que ese día debía ir a una clase obligatoria para ella, una donde al fin encontrara un compañero con el cual resonar sin terminar mal. Y eso era lo que siempre le pedías, que lograran resonar. Nunca imagino que sería tan difícil que sería logar encontrar compañero, en las historias de su padre todo era más fácil, entrar al Shibusen, toparse con un técnico sin arma y lograr ser el mejor equipo, ahora era un sueño muy lejano. Enterró su rostro en las almohadas para poder acallar un pequeño grito de frustración, no se sentía lista para resonar con alguien, eso requería que sus secretos fueran mostrados a una persona con la que combatiría para cuidar sus vidas y la de las demás personas. Mucha responsabilidad para un par de estudiantes.
En el momento en que su despertador sonó, ella ya estaba terminando de arreglar su blusa. Se miró una última vez en el espejo de su habitación, satisfecha con la imagen que recibía se dirigió a la salida. El camino hacia el Shibusen era algo a lo que se había acostumbrado con el pasar de los días, las calles ya no le parecían tan tenebrosas como cuando llego, pero aún no podía salir de noche sin tener miedo a perderse.
Al llegar a las inmensas escaleras que le permitirían llegar a su destino, antes de pisar el primer escalón, dejó escapar un suspiro que demostraba lo cansada que se sentía de solo ver los interminables escalones. Intentó que su mente pensara en otras cosas, algo que le aligerara la caminata. Era una lastima que su mente decidiera pensar en los rayos del sol, esos que estaban haciendo que cada paso se convirtiera en una tortura. Ella ni siquiera quería ir a esa clase, no debían obligar a los alumnos a tener compañeros, su padre se lo había dicho miles de veces. Ese fue el detonante, pensar en su padre, en la razón para estar en la ciudad y la razón para querer conseguir todas las almas que le fueran posibles en un corto tiempo. Eso era lo que necesitaba para poder subir esas escaleras.
Una vez que se encontró en la entrada de la imponente escuela para técnicos y armas, entró con la cabeza en alto, mostrando una seguridad que dudaba le durara mucho. Se dirigió al aula en que estarían todos los técnicos y armas que no tuvieran compañeros, eran algo así como los "extraños" de Shibusen que no podían conseguir un compañero por si solos. Myrna no quería entrar en esa categoría, pero no hacía mucho por salir de ella.
A unos metros del lugar se comenzó a poner nerviosa, miraba para todos los lados y no encontraba donde esconderse. La joven Withlock estaba titubeando si entrar o no, pues sabía que si no lo hacía tendría que asistir a una clase similar en unas semanas. Negó levemente, entraría a esa clase para ahorrarse las posibilidades de un segundo intento.
Con eso en mente, abrió la puerta, solo para encontrarse con un grupo no menor de personas dentro. El que hubiera más personas la tranquilizó, aunque no había nadie con la que pudiera hablar de inmediato. Con la mirada escaneó todo el lugar, encontrando un lugar lo suficientemente alejado de los murmullos, pero cerca de donde, suponía, se posicionaría el profesor a su llegada. Consultó la hora en su reloj de muñeca, había llegado con tiempo suficiente para darse cuenta que en el aula existían grupos de personas, tal vez ya se conocían de antes. Por lo que el número de futuros compañeros comenzaría a bajar, eso era bueno ¿No?
En el momento en que su despertador sonó, ella ya estaba terminando de arreglar su blusa. Se miró una última vez en el espejo de su habitación, satisfecha con la imagen que recibía se dirigió a la salida. El camino hacia el Shibusen era algo a lo que se había acostumbrado con el pasar de los días, las calles ya no le parecían tan tenebrosas como cuando llego, pero aún no podía salir de noche sin tener miedo a perderse.
Al llegar a las inmensas escaleras que le permitirían llegar a su destino, antes de pisar el primer escalón, dejó escapar un suspiro que demostraba lo cansada que se sentía de solo ver los interminables escalones. Intentó que su mente pensara en otras cosas, algo que le aligerara la caminata. Era una lastima que su mente decidiera pensar en los rayos del sol, esos que estaban haciendo que cada paso se convirtiera en una tortura. Ella ni siquiera quería ir a esa clase, no debían obligar a los alumnos a tener compañeros, su padre se lo había dicho miles de veces. Ese fue el detonante, pensar en su padre, en la razón para estar en la ciudad y la razón para querer conseguir todas las almas que le fueran posibles en un corto tiempo. Eso era lo que necesitaba para poder subir esas escaleras.
Una vez que se encontró en la entrada de la imponente escuela para técnicos y armas, entró con la cabeza en alto, mostrando una seguridad que dudaba le durara mucho. Se dirigió al aula en que estarían todos los técnicos y armas que no tuvieran compañeros, eran algo así como los "extraños" de Shibusen que no podían conseguir un compañero por si solos. Myrna no quería entrar en esa categoría, pero no hacía mucho por salir de ella.
A unos metros del lugar se comenzó a poner nerviosa, miraba para todos los lados y no encontraba donde esconderse. La joven Withlock estaba titubeando si entrar o no, pues sabía que si no lo hacía tendría que asistir a una clase similar en unas semanas. Negó levemente, entraría a esa clase para ahorrarse las posibilidades de un segundo intento.
Con eso en mente, abrió la puerta, solo para encontrarse con un grupo no menor de personas dentro. El que hubiera más personas la tranquilizó, aunque no había nadie con la que pudiera hablar de inmediato. Con la mirada escaneó todo el lugar, encontrando un lugar lo suficientemente alejado de los murmullos, pero cerca de donde, suponía, se posicionaría el profesor a su llegada. Consultó la hora en su reloj de muñeca, había llegado con tiempo suficiente para darse cuenta que en el aula existían grupos de personas, tal vez ya se conocían de antes. Por lo que el número de futuros compañeros comenzaría a bajar, eso era bueno ¿No?
Invitado
Re: Give it a Try [Priv. Myrna]
Matt aprovecho para cerrar sus ojos mientras esperaba que la clase comenzara. Muchos parecían conocerse anteriormente, y aunque no es como si él fuera un antisocial, no tenía tanto interés en integrarse. Si iba a hablar con alguien, las cosas debían ser naturales, de todas formas, no le preocupaba en lo más mínimo el estar solo ahí, sentado mientras parecía estar durmiendo. Daba igual, no tenía nada para hacer, no conocía nadie, y como se dijo antes, no era casual en él tomar la iniciativa para conversar con alguien nuevo.
Y aunque se relajo, cerrando sus ojos y rascándose un poco la cabeza, ese periodo de descanso no duro mucho. Luego de que un par de personas más entraran, la última de estas causo que el barbullo en el salón desapareciera de a poco. Y Matt, abrió sus ojos curioso, interesado levemente en saber quien había detenido a los alumnos de murmurar tanto. El causante de que las voces de los jóvenes presentes se hayan extinguido, era al parecer, un profesor. Era un hombre mayor, no tan viejo, entre sus 50 años más o menos.
Este, simplemente saludo con un ¨Buenos Dias¨, y se dispuso a explicar que es lo que iban a hacer, aunque la mayoría de los alumnos se veía como si no fuera su primera vez en esa clase.
Era lo que Matt había pensando en un principio. La clase consistía en intentar emparejar a un técnico y una, o varias, armas para formar un equipo más del Shibusen. Hicieron que la sala se dividiera en dos, por un lado las armas y por otro los técnicos. Antes de empezar, el profesor hablo nuevamente. Intento dar coraje a aquellos que ya habían fallado anteriormente, diciéndoles que siempre pueden volver a intentarlo, y que no se deprimieran si no conseguían uno el día de hoy. Aunque escucho esas palabras, el morocho no les dio tanta importancia. Sabía que si, era importante encontrar un arma, pero no era de sus prioridades, estaba haciéndolo bastante bien yendo simplemente a clases y estudiar, no veía la prisa por conseguir uno.
Ahora, ¿Cómo haría él para saber si había alguien compatible con él?, bueno, además de intenta reaccionar, claro.
Bueno, no sonaba tan complicado. Lo único que tenían que hacer, era, o esperar que algún profesor los llamase, para a continuación presentarse y decir en qué tipo de armas estaban especializadas, o acercarse a alguien e iniciar una charla. Al estar separados los grupos, uno veía fácilmente a un ¨posible compañero¨. Y cuando el profesor de mediana edad comenzó a llamar a una de las armas, el resto o bien se quedaba quieto esperando su nombre y observando como lo haría aquel primer candidato, o se dispersaba para ir a hablarle a cualquiera que quisiera.
Matt opto por el primero, después de todo, no conocía a nadie, y no se le daba muy bien lo de comenzar una conversación de cero con alguien que nunca había visto antes. Se notaba la diferencia entre armas y técnicos también, había más números de los primeros, y hasta parecía haber una competencia para poder conseguir a un compañero ese día. El primer chico que había sido llamado, logro reaccionar con el tercer candidato. Ambos contentos, se dirigieron aparte para seguir charlando. Ya que, al final de la clase, ambas personas eran anotadas y oficialmente reconocidas como compañeros por el Shibusen. Por su parte, el morocho seguía esperando, no tenía ni el más mínimo apuro, y dudaba siquiera de querer quedarse y esperar más, se suponía que era un día libre para él después de todo.
Y aunque se relajo, cerrando sus ojos y rascándose un poco la cabeza, ese periodo de descanso no duro mucho. Luego de que un par de personas más entraran, la última de estas causo que el barbullo en el salón desapareciera de a poco. Y Matt, abrió sus ojos curioso, interesado levemente en saber quien había detenido a los alumnos de murmurar tanto. El causante de que las voces de los jóvenes presentes se hayan extinguido, era al parecer, un profesor. Era un hombre mayor, no tan viejo, entre sus 50 años más o menos.
Este, simplemente saludo con un ¨Buenos Dias¨, y se dispuso a explicar que es lo que iban a hacer, aunque la mayoría de los alumnos se veía como si no fuera su primera vez en esa clase.
Era lo que Matt había pensando en un principio. La clase consistía en intentar emparejar a un técnico y una, o varias, armas para formar un equipo más del Shibusen. Hicieron que la sala se dividiera en dos, por un lado las armas y por otro los técnicos. Antes de empezar, el profesor hablo nuevamente. Intento dar coraje a aquellos que ya habían fallado anteriormente, diciéndoles que siempre pueden volver a intentarlo, y que no se deprimieran si no conseguían uno el día de hoy. Aunque escucho esas palabras, el morocho no les dio tanta importancia. Sabía que si, era importante encontrar un arma, pero no era de sus prioridades, estaba haciéndolo bastante bien yendo simplemente a clases y estudiar, no veía la prisa por conseguir uno.
Ahora, ¿Cómo haría él para saber si había alguien compatible con él?, bueno, además de intenta reaccionar, claro.
Bueno, no sonaba tan complicado. Lo único que tenían que hacer, era, o esperar que algún profesor los llamase, para a continuación presentarse y decir en qué tipo de armas estaban especializadas, o acercarse a alguien e iniciar una charla. Al estar separados los grupos, uno veía fácilmente a un ¨posible compañero¨. Y cuando el profesor de mediana edad comenzó a llamar a una de las armas, el resto o bien se quedaba quieto esperando su nombre y observando como lo haría aquel primer candidato, o se dispersaba para ir a hablarle a cualquiera que quisiera.
Matt opto por el primero, después de todo, no conocía a nadie, y no se le daba muy bien lo de comenzar una conversación de cero con alguien que nunca había visto antes. Se notaba la diferencia entre armas y técnicos también, había más números de los primeros, y hasta parecía haber una competencia para poder conseguir a un compañero ese día. El primer chico que había sido llamado, logro reaccionar con el tercer candidato. Ambos contentos, se dirigieron aparte para seguir charlando. Ya que, al final de la clase, ambas personas eran anotadas y oficialmente reconocidas como compañeros por el Shibusen. Por su parte, el morocho seguía esperando, no tenía ni el más mínimo apuro, y dudaba siquiera de querer quedarse y esperar más, se suponía que era un día libre para él después de todo.
- Spoiler:
- Bueno, eso es lo que quedo(?). No tengo la mínima idea de como sería la clase, asi que me lo invente todo xD. Cualquier cosa me dices y edito el mensaje, ah, y en el próximo ya daré una especie de... ¿introduccion? para que ambos reaccionen xD
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Matthew
Re: Give it a Try [Priv. Myrna]
Se encontraba muy concentrada observando las uñas de su mano derecha, o lo más concentrada que se puede estar al encontrarse rodeada de murmullos. Solo pedía que entrara rápido el profesor para que se callaran, no quería ser testigo de cómo los equipos se iban formandon. Creía que ese momento era tan privado para las personas, que nadie debía estar observando cuando anotaban sus nombres y resonaban por primera vez. Esa era una de las razones para que no le gustara esa clase, una de tantas razones que no quería recordar en ese momento.
Los murmullos cesaron, la ojiverde por instinto giró su cabeza a la puerta, viendo la silueta del una persona por sobre sus lentes. Algo un poco tonto si tomamos en cuenta su decadente visión, por eso acomodo mejor sus gafas, para poder ver que era el mismo profesor que había hecho las clases anteriores ¿Es qué acaso ese hombre no tenía otro trabajo en Shibusen? No lo había visto en ninguna otra clase en todo lo que llevaba de ser alumna. Negó levemente para alegar sus pensamientos de la linea en la que iban, ahora mismo debería estar escuchando las indicaciones de cómo se iba a proceder, aunque estaba segura que serían igual a las otras veces.
La motivación que daba el hombre no ayudaba mucho, algunos estaban ahí por cuarta vez ¿Quién podría tener esperanzas la cuarta vez? Aún así, ella no hizo ningún gesto que delatara que ella sabía el método de la clase por haberla vivido antes. Siguió a todas las armas cuando separaron la clase, esperaba no ser la primera en salir, pues no quería tener que presentarse ante todos e intentar resonar con todos los postulantes. Además, la experiencia le decía, que no era buena idea usar un rifle en una habitación cerrada. Esperaba que el profesor pensara en eso al momento de llamarla, o Myrna debería avisarle antes y es no sería la mejor opción.
Se esforzó por no distraerse ante las presentaciones de sus compañeros, desviando la mirada en cada intento de resonancia. En la formación, ella era la número siete, por lo que se sentía mejor al estar más alejada de los primeros. No le sorprendía que los que ya se conocían resonaran de inmediato, pues algo ya debían conocer del otro, facilitando toda la clase.
Faltaban poco para que le tocara a ella, aunque esperaba que la persona delante de ella se demorara en encontrar compañero. Se sentía un poco mal por desear eso, pero era lo único que podía hacer y aún así no tendría buenos resultados.
Estiró un poco más su falda antes de pasar al frente, con los hombros atrás y mirada altanera. Miró a todos sus compañeros, intentando no flaquear antes de hablas.—Myrna Withlock, rifle semi-automatico.— El profesor la miró ¿Esperaba que dijera algo más? No lo creía, en la última clase con eso había bastado, pues después daban tiempo para que los futuros compañeros se pudieran conocer mejor, conversaran y compartieran sus metas.
Los murmullos cesaron, la ojiverde por instinto giró su cabeza a la puerta, viendo la silueta del una persona por sobre sus lentes. Algo un poco tonto si tomamos en cuenta su decadente visión, por eso acomodo mejor sus gafas, para poder ver que era el mismo profesor que había hecho las clases anteriores ¿Es qué acaso ese hombre no tenía otro trabajo en Shibusen? No lo había visto en ninguna otra clase en todo lo que llevaba de ser alumna. Negó levemente para alegar sus pensamientos de la linea en la que iban, ahora mismo debería estar escuchando las indicaciones de cómo se iba a proceder, aunque estaba segura que serían igual a las otras veces.
La motivación que daba el hombre no ayudaba mucho, algunos estaban ahí por cuarta vez ¿Quién podría tener esperanzas la cuarta vez? Aún así, ella no hizo ningún gesto que delatara que ella sabía el método de la clase por haberla vivido antes. Siguió a todas las armas cuando separaron la clase, esperaba no ser la primera en salir, pues no quería tener que presentarse ante todos e intentar resonar con todos los postulantes. Además, la experiencia le decía, que no era buena idea usar un rifle en una habitación cerrada. Esperaba que el profesor pensara en eso al momento de llamarla, o Myrna debería avisarle antes y es no sería la mejor opción.
Se esforzó por no distraerse ante las presentaciones de sus compañeros, desviando la mirada en cada intento de resonancia. En la formación, ella era la número siete, por lo que se sentía mejor al estar más alejada de los primeros. No le sorprendía que los que ya se conocían resonaran de inmediato, pues algo ya debían conocer del otro, facilitando toda la clase.
Faltaban poco para que le tocara a ella, aunque esperaba que la persona delante de ella se demorara en encontrar compañero. Se sentía un poco mal por desear eso, pero era lo único que podía hacer y aún así no tendría buenos resultados.
Estiró un poco más su falda antes de pasar al frente, con los hombros atrás y mirada altanera. Miró a todos sus compañeros, intentando no flaquear antes de hablas.—Myrna Withlock, rifle semi-automatico.— El profesor la miró ¿Esperaba que dijera algo más? No lo creía, en la última clase con eso había bastado, pues después daban tiempo para que los futuros compañeros se pudieran conocer mejor, conversaran y compartieran sus metas.
Invitado
Re: Give it a Try [Priv. Myrna]
Puede que sea su falta de contacto con gente de su misma edad, o que nunca en su vida había asistido tanto tiempo ya a una escuela, pero Matt, no se sentía en lo más mínimo nervioso como el resto de los presentes.
Miraba sin ocultar su curiosidad a las armas, quería ver si podía tratar de adivinar en que se convertirían, pero claro, eso era sumamente difícil, al menos para alguien como él, sin muchas habilidades perceptivas. Daba igual lo que fueran, él no tenía ningún apuro por conseguir un compañero, lo estaba haciendo bastante bien sin uno, y en realidad no había tenido muchas buenas experiencias con los pocos con quienes había logrado reaccionar. Sus padres le habían insistido que fuera positivo, pero, ¿Cómo serlo con algo que en realidad, no le importaba demasiado? De momento, no creía necesitar uno, no le habían dado ningún trabajo donde tuviera la necesidad de usar a una, pero bueno, sabía que en algún momento tendría que ponerse a buscar a algún compañero, solo que… no esperaba que fuera a la semana de entrar. El Shibusen parecía extremadamente preocupado por juntar a armas y técnicos.
Perdido en sus pensamientos, el morocho no se dio cuenta de que ya, habían pasado varias personas en la fila, y solo quedaba una antes de él. Agradeció haber dejado de distraerse, tenía que comenzar a prestar atención.
Pero no fue el muchacho frente a él quien paso, esta vez, fue una persona del otro grupo, de las armas. Era una muchacha de largo cabello que usaba unos lentes rojos. Se veías bastante segura de si misma, e incluso prolija con su apariencia, con un aire un tanto altanero. Habló en voz alta, como anunciando su presencia en el cuarto, lo que llamó más la atención de Matt. La mayoría hablaban apenados, vergonzosos, pero aquella chica no. Ella se llamaba Myrna, y era también, un rifle semi-automático. Con eso último, Mat deslizo una péquela sonrisa, casi imperceptible. La única vez que había manejado uno, fue de niño, cuando aun tenía 7 años. Recordaba con gracia que le había costado como ocho disparos el poder darle a una lata a varios metros. Luego de eso, no había levantado nunca un arma de nuevo, no al menos una de fuego. En ese momento, fue cuando se dio cuenta, de que nunca había visto una persona que se transformara en una. Había tenido en sus manos espadas, lanzas y un martillo, pero nunca había sabido de un arma de fuego. Se preguntaba como funcionarían, ¿Sería diferente la forma de sus disparos? ¿O no cambiaria tanto?.
El muchacho frente a él no pareció poder reaccionar con ella, y un tanto frustrado, murmurando algo de que no sabía manejar armas de fuego, se retiro hacia un costado, dándole lugar a Matt y esperando que otro candidato diera el paso adelante.
Parecía no haber muchas personas que estuvieran interesadas, y Matt no confiaba en ser suficiente para la joven arma, ya que después de todo, habían pasado casi 11 años desde que había disparado un arma. Aun así, cuando el profesor pregunto si alguien más quería intentarlo, levanto la mano sin pensarlo.– Yo. Matthew Grimm. –Dijo ofreciéndose mientras se acercaba a la muchacha. Y una vez que la distancia entre ellos era mejor, suficiente para intentarlo, le hablo de nuevo.– Me especializo en armas de corto rango. –No sabía si estaba bien decir aquello, no había tenido tantos compañeros como para decir que era especialista en algo en particular.– Pero, bueno, si no te molesta, me gustaría intentarlo. –No lo forzaría, prefería escuchar la opinión de ella antes de proceder, después de todo, tenía que ser una decisión entre ambos, por lo menos para probar si eran compatibles o no.
Miraba sin ocultar su curiosidad a las armas, quería ver si podía tratar de adivinar en que se convertirían, pero claro, eso era sumamente difícil, al menos para alguien como él, sin muchas habilidades perceptivas. Daba igual lo que fueran, él no tenía ningún apuro por conseguir un compañero, lo estaba haciendo bastante bien sin uno, y en realidad no había tenido muchas buenas experiencias con los pocos con quienes había logrado reaccionar. Sus padres le habían insistido que fuera positivo, pero, ¿Cómo serlo con algo que en realidad, no le importaba demasiado? De momento, no creía necesitar uno, no le habían dado ningún trabajo donde tuviera la necesidad de usar a una, pero bueno, sabía que en algún momento tendría que ponerse a buscar a algún compañero, solo que… no esperaba que fuera a la semana de entrar. El Shibusen parecía extremadamente preocupado por juntar a armas y técnicos.
Perdido en sus pensamientos, el morocho no se dio cuenta de que ya, habían pasado varias personas en la fila, y solo quedaba una antes de él. Agradeció haber dejado de distraerse, tenía que comenzar a prestar atención.
Pero no fue el muchacho frente a él quien paso, esta vez, fue una persona del otro grupo, de las armas. Era una muchacha de largo cabello que usaba unos lentes rojos. Se veías bastante segura de si misma, e incluso prolija con su apariencia, con un aire un tanto altanero. Habló en voz alta, como anunciando su presencia en el cuarto, lo que llamó más la atención de Matt. La mayoría hablaban apenados, vergonzosos, pero aquella chica no. Ella se llamaba Myrna, y era también, un rifle semi-automático. Con eso último, Mat deslizo una péquela sonrisa, casi imperceptible. La única vez que había manejado uno, fue de niño, cuando aun tenía 7 años. Recordaba con gracia que le había costado como ocho disparos el poder darle a una lata a varios metros. Luego de eso, no había levantado nunca un arma de nuevo, no al menos una de fuego. En ese momento, fue cuando se dio cuenta, de que nunca había visto una persona que se transformara en una. Había tenido en sus manos espadas, lanzas y un martillo, pero nunca había sabido de un arma de fuego. Se preguntaba como funcionarían, ¿Sería diferente la forma de sus disparos? ¿O no cambiaria tanto?.
El muchacho frente a él no pareció poder reaccionar con ella, y un tanto frustrado, murmurando algo de que no sabía manejar armas de fuego, se retiro hacia un costado, dándole lugar a Matt y esperando que otro candidato diera el paso adelante.
Parecía no haber muchas personas que estuvieran interesadas, y Matt no confiaba en ser suficiente para la joven arma, ya que después de todo, habían pasado casi 11 años desde que había disparado un arma. Aun así, cuando el profesor pregunto si alguien más quería intentarlo, levanto la mano sin pensarlo.– Yo. Matthew Grimm. –Dijo ofreciéndose mientras se acercaba a la muchacha. Y una vez que la distancia entre ellos era mejor, suficiente para intentarlo, le hablo de nuevo.– Me especializo en armas de corto rango. –No sabía si estaba bien decir aquello, no había tenido tantos compañeros como para decir que era especialista en algo en particular.– Pero, bueno, si no te molesta, me gustaría intentarlo. –No lo forzaría, prefería escuchar la opinión de ella antes de proceder, después de todo, tenía que ser una decisión entre ambos, por lo menos para probar si eran compatibles o no.
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