Collation de Minuit [Priv. Corvo & Naicol]

Era increíble como la forma de percibir el ambiente podía cambiar de un segundo a otro.

Hace tan solo 20 minutos, el silencio era agradable, y le hacía sentirse cómoda. Pero ahora, le trasmitía ansiedad. No era por el hecho de que Corvo le dijera que estaban tras alguien peligroso que había terminado con la vida de otra persona. Nunca había sido muy consciente de su propia seguridad, internándose en lugares donde la misma había sido amenazada. Pero ahora, podía sentir una gran diferencia. El aire era pesado, sentía la presión en sus hombros; Sus oídos buscaban cualquier sonido alrededor, como un detonante, algo que dictara la ubicación de aquel ser que era perseguido. Sus dedos se estiraban y contraían, tratando de relajarse y al mismo tiempo preparándose para cualquier cosa que sucediera.

No estaba segura. No de sus habilidades para combatir, si no de la elección que haría. Corvo no sabía que ella era una bruja, quizás era el único tema que Chloe tenía sumo cuidado en no abordar. Lo evitaba a toda costa, por temor a saber cómo reaccionaría el oyente. Pero… ¿Y si debía defenderse? ¿Y si tenía que defender a Corvo? ¿Huiría a por su propia seguridad? Nunca antes la albina se había enfrentado a otros por una razón como esa. Claro que prefería huir hacia lugares deshabitados, de forma que nadie resultara herido, pero nunca había defendido a alguien con sus habilidades.

De todas formas, sus pensamientos fueron bruscamente interrumpidos.

Un hombre, cuyos brazos estaban transformados en lo que parecían ser cuchillas, salto desde las lapidas para apoyarse sobre una de estas. Corvo le advirtió a la albina que no se acercase y que tuviera cuidado. Pero ella no le contesto. Estaba con la vista fija sobre el castaño, como si quisiera congelarlo con la mirada, pero era más bien por precaución. La apariencia del mismo era como la de cualquiera, exceptuando claro, que sus brazos eran sus armas. Literalmente.– Eso… ¿Él es un arma? –Habló en voz alta, pero sin dirigirse a nadie en particular. Aún seguía observando a los dos hombres, sin saber que hacer. De momento, todo lo que podía era quedarse ahí, quieta, deseando internamente no tener que intervenir de ninguna manera. Lo que peor pudiera pasar, era que la situación la forzara a romper con el Soul Protect y por ende, que toda la ciudad supiera donde estaba.

El arma demoniaca que amenazaba a Corvo se presento, y no fue su nombre ni el hecho de que fuese eso, un arma, lo que hizo que a Chloe le dieran un poco de nauseas. El hombre afirmaba haber sido creado por brujas, y si bien la albina no se relacionaba mucho con los de su tipo, sabía que nada hecho por las usuarias de la magia podía llegar a ser bueno. Al menos no para ellos dos. Seguramente no era igual que cualquier arma del Shibusen, debía de tener algún tipo de habilidad que le hiciese diferente, que marcara la diferencia entre todas las demás. Chloe nunca había conocido anteriormente a un arma hecha por brujas, pero no había que ser un genio para saber que había que ser mucho más precavido que de costumbre.– Un arma… de las brujas. Eso no puede ser bueno de ninguna manera. –Pronuncio. Nuevamente, no sabía si Corvo, o Naicol, podían escucharla. Aunque éste segundo, pareció contestarle.

Sentía como Warm, aquella habilidad pasiva, aumentaba poco a poco su temperatura corporal. Algunas gotas de sudor ya bajaban desde su muñeca hasta la punta de sus dedos, mostrando claramente que estaba nerviosa, con un nudo en el estomago, para agregar. No es que no confiara en Corvo, en realidad, lo acababa de conocer hace tan solo media hora, pero no iba a dejar que fuese herido, menos sabiendo que aquella arma demoniaca hecha por brujas no le dejaría una simple cicatriz. Pero, si no lo conocía, ¿Entonces porque no huía? Sacudió su cabeza levemente, no era momento de reflexionar ni nada parecido, tenía que estar atenta, y si la situación la obligaba a decidir si romper o no con el Soul Protect, debía de tener la cabeza despejada.

Aun así, por un momento, las cosas parecieron más fáciles de lo que ella habría supuesto.

Corvo le disparo una flecha a Naicol, quien con el impacto cayó al suelo. El hombre en pie dio media vuelta, para sacarse la máscara y sonreírle amablemente a la albina. Pero las sospechas de la albina eran reales, no sería tan fácil ir en contra de un arma hecha por brujas. Sus ojos se dilataron, al mismo tiempo que Naicol se percataba también de aquello, dándose vuelta. El arma demoníaca aun estaba viva. Se levantó, lentamente, con la flecha aun insertada en su pecho, y Chloe sintió como la adrenalina comenzaba a correr a cada nervio de su cuerpo.– Lo sabía. No podía ser tan fácil, después de todo, las brujas deben de haberle dado habilidades diferentes a cualquier otra arma… –Explico. Aunque su mirada seguía clavada en Naicol, su voz se sereno un poco.– Corvo, no terminaras con el tan fácilmente. –Y tembló un poco ante la idea de tener que hacerlo ella, de usar sus poderes para que aquello sucediera.

Cada segundo que pasaba, Chloe sentía como la temperatura de su cuerpo comenzaba a elevarse. Warm se hacía presente todo el tiempo, no por nada era una habilidad pasiva, conectándose directamente con su inconsciente, el cual en éste momento, se encontraba bastante nervioso.

Aquella arma demoniaca, Naicol, presumía de sus habilidades así como de su historia, mostrando gran orgullo en el proceso.  La albina no sabía qué hacer, por una parte, no quería subestimar al oponente, una cosa eran sus palabras y algo muy diferente eran sus acciones. Podría llegar a tener un as bajo la manga, después de todo, las brujas adoraban ese tipo de sorpresas. Aun así, un combate no era la primera opción de nadie. El arma intentó llegar a un trato con Corvo, diciendo que si se rendía, la dejaría ir. Y eso la sorprendió. Ella conocía al hombre de tan solo esa noche, no eran cercanos, y no sabían nada más de otro que su nombre. ¿De verdad él se iba a sacrificar por ella, por una desconocida? No iba a negar que estaba atónita. Y lo peor, es que ella no sabía si hubiera hecho lo mismo en la situación contraria, es decir, si tuviese que sacrificarse por Corvo, ¿Lo haría? Siempre había sido una persona más bien solitaria, sin crear lazos fuertes con otras personas. Así que, de alguna forma, que Corvo aceptara  el trato sin dudarlo demasiado, la tomó desprevenida. El hombre se despidió de ella, asumiendo que la culpa de todo era de él, y por ende, ella no debía de haberse involucrado.

Así que, ¿Simplemente iba a quedarse ahí? ¿Parada, mientras aquel hombre daba media vuelta y seguía su camino junto a esa arma demoníaca, que inspiraba poca confianza? Apretó sus puños. Mientras que su propio instinto, el cual la había guiado durante toda su vida y la había mantenido a salvo, le gritaba que saliera de ahí, que debía de huir lejos y mantenerse distanciada del lugar por un tiempo, su conciencia le dictaba que no era lo correcto. Su cuerpo tomó la decisión por si mismo, y comenzó a caminar en dirección a los dos hombres. Sin demorar demasiado se interpuso entre ambos, y rompiendo con el Soul Protect, realizo un hechizo con una de sus habilidades.— Fire Wall.—Las palabras salieron solas, mientras un muro de fuego se alzaba en medio, evitando que Naicol pudiera acercarse así como así. Y más que nada, que Corvo fuera con él. Sin tirarse, con los ojos aun clavados en el muro, tratando de mantener al arma en su vista, habló.— Gracias por decidir irte con él. Y aunque sé que debería de huir, más que nada… por lo que soy… No puedo simplemente hacerlo. —Lo miró de reojo.— No te culpare si… bueno, te decepcionas o me ves como el enemigo. Después de todo, se supone que eso somos. —En el peor de los casos, Corvo podría llegar a atacarla, y entonces, todo se volvería un caos.