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Hola, querido compañero [Priv. Schrödinger]
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Hola, querido compañero [Priv. Schrödinger]
-Mierda… ¿Por qué demonios hemos de ir al maldito salón de eventos a estas horas?- Refunfuñaba Albert en mi cabeza una y otra vez.
Eran… las 8:12 de la mañana. Las clases no habían hecho más que empezar que, por sorpresa, un mensaje de Shinigami-sama me dijo que fuera al salón de eventos para presentarme un nuevo candidato a técnico o compañero. Shinigami-sama sabia de mis personalidades, y solía apoyarme bastante en la búsqueda de un compañero que tuviera rasgos parecidos a los míos, psicológicamente. Aunque ya había intentado tener un compañero por muchas ocasiones anteriores, la única compañera que tuve más tiempo fue Elvira… ¿qué le debió suceder? El caso es que desapareció, y me quedé solo otra vez.
Hoy me presentarían un nuevo compañero, y debía dar una buena impresión… aunque mi impresión era la misma que ayer. Seguía llevando mi camiseta de futbol amarilla de manga corta, los mismos pantalones cortos azules de chándal que ayer y la inseparable bufanda de m hermano. – Venga… no te pongas así, Albert… debemos dar una buena impresión. No he de volver a repetirte que debes comportarte bien y educadamente, y que no intentes estropearlo todo… otra vez.- dije mientras me acercaba a la puerta del salón. – Primero, me lo acabas e repetir. Segundo, yo no lo estropeo. Como tu técnico y hermano, debo escoger a tu portador correctamente, así que haré lo que decida.- Mi mano fue directa hacia mi cabeza. Albert siempre se comportaba igual durante las entrevistas, y si no lo frenaba yo, no lo frenaba ni el profesor.
Entré decidido al salón. Allí, en el enorme y vacio salón, solo habían dos personas: El profesor encargado de la entrevista de compatibilidad, y un chico, aparentemente más grande que yo, rubio, de ojos esmeralda y de piel pálida, con unas destacables orejas y cola de gato. Al principio me sorprendió un poco, pero fueron pocos los segundos que pasaron después de mi asombro. Después de todo, ya estaba demasiado acostumbrado a Death City como para sorprenderme por cosas como esa. Quizás fuera una criatura mágica, quizás fueran un adorno… el caso fue que me acerqué rascándome la nuca – Perdón por retrasarme… es que el profesor que me tenía que dar el mensaje se equivocó tres veces de clase…-.
Me puse delante del chico. El profesor me dijo que me presentase para la prueba de compatibilidad. – Bien… empiezo yo… mi nombre es Silver, Silver Froste… tengo 14 años de edad, soy un arma, una espada de hielo. Soy de Hokkaido, y me encantan los deportes de nieve y el futbol… tengo el poder de controlar el hielo, gracias a mi transformación y a mi infancia en Hokkaido… me considero una persona tranquila y calmada y… - hice una pequeña pausa y tragué saliva – Tengo un alter Ego…-. Tras decir eso, Albert me poseyó y se presentó. – Bien, yo soy Albert, el difunto hermano gemelo de Silver y su alter Ego. Tengo su misma edad, y era su técnico. Me gustan los deportes de nieve y el futbol al igual que Silver, y soy más activo y seguro que el… Estoy en su cuerpo por razones desconocidas, pero ya nos hemos acostumbrado a vivir juntos… oh, y también tenemos u- -no dejé a Albert terminar. Era obvio para mí lo que iba a decir, “Tenemos un lobo de mascota escondido en la habitación”… y el muy estúpido casi lo suelta delante de un profesor! –Bien… aquí concluye mi presentación… un gusto en conocerte- dije haciendo una pequeña reverencia en señal de cordialidad.
Volví a levantar la mirada. Era el turno del chico gato, y después, haríamos, seguramente, la prueba de compatibilidad práctica… pero ahora solo había de esperar a ver como se presentaba el rubio y si se llevarían mínimamente bien.
Eran… las 8:12 de la mañana. Las clases no habían hecho más que empezar que, por sorpresa, un mensaje de Shinigami-sama me dijo que fuera al salón de eventos para presentarme un nuevo candidato a técnico o compañero. Shinigami-sama sabia de mis personalidades, y solía apoyarme bastante en la búsqueda de un compañero que tuviera rasgos parecidos a los míos, psicológicamente. Aunque ya había intentado tener un compañero por muchas ocasiones anteriores, la única compañera que tuve más tiempo fue Elvira… ¿qué le debió suceder? El caso es que desapareció, y me quedé solo otra vez.
Hoy me presentarían un nuevo compañero, y debía dar una buena impresión… aunque mi impresión era la misma que ayer. Seguía llevando mi camiseta de futbol amarilla de manga corta, los mismos pantalones cortos azules de chándal que ayer y la inseparable bufanda de m hermano. – Venga… no te pongas así, Albert… debemos dar una buena impresión. No he de volver a repetirte que debes comportarte bien y educadamente, y que no intentes estropearlo todo… otra vez.- dije mientras me acercaba a la puerta del salón. – Primero, me lo acabas e repetir. Segundo, yo no lo estropeo. Como tu técnico y hermano, debo escoger a tu portador correctamente, así que haré lo que decida.- Mi mano fue directa hacia mi cabeza. Albert siempre se comportaba igual durante las entrevistas, y si no lo frenaba yo, no lo frenaba ni el profesor.
Entré decidido al salón. Allí, en el enorme y vacio salón, solo habían dos personas: El profesor encargado de la entrevista de compatibilidad, y un chico, aparentemente más grande que yo, rubio, de ojos esmeralda y de piel pálida, con unas destacables orejas y cola de gato. Al principio me sorprendió un poco, pero fueron pocos los segundos que pasaron después de mi asombro. Después de todo, ya estaba demasiado acostumbrado a Death City como para sorprenderme por cosas como esa. Quizás fuera una criatura mágica, quizás fueran un adorno… el caso fue que me acerqué rascándome la nuca – Perdón por retrasarme… es que el profesor que me tenía que dar el mensaje se equivocó tres veces de clase…-.
Me puse delante del chico. El profesor me dijo que me presentase para la prueba de compatibilidad. – Bien… empiezo yo… mi nombre es Silver, Silver Froste… tengo 14 años de edad, soy un arma, una espada de hielo. Soy de Hokkaido, y me encantan los deportes de nieve y el futbol… tengo el poder de controlar el hielo, gracias a mi transformación y a mi infancia en Hokkaido… me considero una persona tranquila y calmada y… - hice una pequeña pausa y tragué saliva – Tengo un alter Ego…-. Tras decir eso, Albert me poseyó y se presentó. – Bien, yo soy Albert, el difunto hermano gemelo de Silver y su alter Ego. Tengo su misma edad, y era su técnico. Me gustan los deportes de nieve y el futbol al igual que Silver, y soy más activo y seguro que el… Estoy en su cuerpo por razones desconocidas, pero ya nos hemos acostumbrado a vivir juntos… oh, y también tenemos u- -no dejé a Albert terminar. Era obvio para mí lo que iba a decir, “Tenemos un lobo de mascota escondido en la habitación”… y el muy estúpido casi lo suelta delante de un profesor! –Bien… aquí concluye mi presentación… un gusto en conocerte- dije haciendo una pequeña reverencia en señal de cordialidad.
Volví a levantar la mirada. Era el turno del chico gato, y después, haríamos, seguramente, la prueba de compatibilidad práctica… pero ahora solo había de esperar a ver como se presentaba el rubio y si se llevarían mínimamente bien.
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Silver / Albert Froste
Re: Hola, querido compañero [Priv. Schrödinger]
-Bueno... Yo me llamo Schrödinger... Dijo después de una notable pausa. Lo ultimo que se esperaba Schrödinger era eso, un cuerpo con dos almas diferentes, con dos personas diferentes, si Schrödinger y su nuevo compañero, no sabía si llamarle Silver o Albert, llegaban a hacerse compañeros Schrödinger estaba seguro de dos cosas. La primera, que tardaría en acostumbrarse a hablar con dos personas diferentes a la vez, aunque Schödinger no era ningún genio ni vidente, podía notar a simple vista que eran polos opuestos, Silver se presento con amabilidad, intentando dar buena impresión, en cambio Albert mostró su carácter, que tenía una gran confianza en sí mismo. La segunda cosa es que combinar fuego, el elemento de las habilidades de Schrödinger, y el hielo daría una extraña combinación.
Schrödinger se dio cuenta que llevaba unos segundos sin hablar así que se apresuró a decir lo primero que se le ocurría sobre él. -Tengo 18 años, soy de un pequeño pueblo alemán, me considero bastante fanático de los videojuegos y el rock, cabe destacar que al inicio soy bastante tímido pero en poco tiempo ya me vuelvo mas amigable- -Schrödinger se dio cuenta que estaba diciendo cosas de poca importancia, que tenía que decir como era en combate, ya que por eso estaba en el Shibusen-soy una arma de tres tipos, espada, báculo mágico y daga, puedo transformar total y parcialmente mi cuerpo en arma, mis habilidades se centran en uso de mi sed d..-Schrödinger se mordió la lengua, si quería dar buena impresión no podía empezar diciendo que su poder procedía de su sed de la sangre , tenía que parecer que estaba 100% cuerdo-de mi energía que se manifiesta en forma de fuego... Bueno creo que no hay mucho más a comentar sobre mí, si quieres preguntar algo dilo, total yo acabaré haciéndote alguna que otra pregunta seguramente
Al acabar de hablar, el profesor empezó a tomar apuntes. <<¿Estará puntuando nuestra compatibilidad?>> Pensó Schrödinger, mientras se fijaba mas detenidamente en Silver, era un chico joven y atlético, que parecía ser amigable y estar rebosante de energía.También se fijó en que este no le paraba de mirar sus orejas y su cola, seguramente le extrañaría tanto como a Schrödinger la doble personalidad de Silver.
-Por cierto, las orejas y la cola son de verdad, no nací con ellas, fueron un souvenir de mi estada en la mazmorra de una bruja Dijo Schrödinger de repente, odiaba los silencios incómodos casi tanto como el ruido, irónicamente. No sabía que decir, lo único que quería era saber si no habría hecho ninguna estupidez, de momento.
Para romper el hielo, de nuevo Schrödinger le comento al profesor-¿Hacemos una practica de combate o hace falta que hagamos algo mas antes?. La verdad es que Schödinger estaba impaciente de poder luchar, aunque fuera una practica, dado que llevaba día sin poder hacerlo por culpa del viaje hasta Death City.
Schrödinger se dio cuenta que llevaba unos segundos sin hablar así que se apresuró a decir lo primero que se le ocurría sobre él. -Tengo 18 años, soy de un pequeño pueblo alemán, me considero bastante fanático de los videojuegos y el rock, cabe destacar que al inicio soy bastante tímido pero en poco tiempo ya me vuelvo mas amigable- -Schrödinger se dio cuenta que estaba diciendo cosas de poca importancia, que tenía que decir como era en combate, ya que por eso estaba en el Shibusen-soy una arma de tres tipos, espada, báculo mágico y daga, puedo transformar total y parcialmente mi cuerpo en arma, mis habilidades se centran en uso de mi sed d..-Schrödinger se mordió la lengua, si quería dar buena impresión no podía empezar diciendo que su poder procedía de su sed de la sangre , tenía que parecer que estaba 100% cuerdo-de mi energía que se manifiesta en forma de fuego... Bueno creo que no hay mucho más a comentar sobre mí, si quieres preguntar algo dilo, total yo acabaré haciéndote alguna que otra pregunta seguramente
Al acabar de hablar, el profesor empezó a tomar apuntes. <<¿Estará puntuando nuestra compatibilidad?>> Pensó Schrödinger, mientras se fijaba mas detenidamente en Silver, era un chico joven y atlético, que parecía ser amigable y estar rebosante de energía.También se fijó en que este no le paraba de mirar sus orejas y su cola, seguramente le extrañaría tanto como a Schrödinger la doble personalidad de Silver.
-Por cierto, las orejas y la cola son de verdad, no nací con ellas, fueron un souvenir de mi estada en la mazmorra de una bruja Dijo Schrödinger de repente, odiaba los silencios incómodos casi tanto como el ruido, irónicamente. No sabía que decir, lo único que quería era saber si no habría hecho ninguna estupidez, de momento.
Para romper el hielo, de nuevo Schrödinger le comento al profesor-¿Hacemos una practica de combate o hace falta que hagamos algo mas antes?. La verdad es que Schödinger estaba impaciente de poder luchar, aunque fuera una practica, dado que llevaba día sin poder hacerlo por culpa del viaje hasta Death City.
Invitado
Re: Hola, querido compañero [Priv. Schrödinger]
Después de presentarse el rubio, el profesor empezó a apuntar nuestra compatibilidad, como siempre solía hacer. Yo solo había aprobado unos… tres test de compatibilidad de los… ¿diez que debía llevar desde que ocurrió el accidente? No lo recordaba bien, solo que únicamente uno de ellos paso el test practico conmigo… pero Albert empezó a quejarse, como de costumbre, de su compañero.
-Scrödin… ¿qué? Que nombre más raro…- se quejaba Albert en mi mente.
-Es Schrödinger…y es un nombre alemán… ya sabes que hay nombres para todos… -.
-Jaja… como tú, que te llamas plata en inglés, ¿no? Jaja…-.
Esa conversa ya la tuvimos una vez, hace mucho, y no pensaba para nada volver a discutir con Albert mi nombre. Pero el chico gato rompió el hielo con un dato curioso de sus elementos gatunos. – Un suvenir… ¿te atraparon las brujas? Debió ser terrible…-. Pero el profesor asintió, cerró la libreta y nos miró a ambos. – Lo siguiente que debéis hacer es sincronizar vuestras almas… al ser los dos armas, primero empezará Silver cogiendo a Schrödinger, y luego al revés -.
Alargué mi mano hacia el rubio, con una sonrisa en mi cara – Empiezo yo… ¿podrías transformarte en espada? Será más fácil para mí…-. Tras estrechar manos, Schrödinger se transformó en una espada. Su mango me fascinó por su ósea decoración y su estrella decorativa. La espada estaba caliente… no mucho, pero podía notar la calidez de un fuego interior. – Bien… Silver, ¿que sientes?- dijo el profesor, abriendo la libreta. – Siento… calidez… y siento… que su timidez se une a la mía, que son parecidas…- iba diciendo mientras iba sacudiendo la espada ligeramente. – Bien… Albert, ¿qué dirías tu?-. Mi expresión cambió. Albert lo estropearía seguramente, y tenía miedo de los posibles acontecimientos futuros. Albert tomó mi cuerpo y sintió la espada. El empezó a mover con facilidad y agilidad la espada, haciendo todo tipo de cosas con ella en el aire – Realmente ligera… con una forma… muy buena para combates, diría yo. Siento algo en el interior del chico-gato que me llama la atención… y eso me deja con ganas de empuñarlo con fuerza - acabó diciendo apuntando al profesor con la punta de la espada, a solo unos centímetros de él, mostrando una pequeña risa. – Bien… tu turno Schrödinger… empuña a Silver y dime que sientes. Después, haremos la parte práctica del examen de compatibilidad-.
Acto seguido, deje ir la espada ósea, que se transformó de nuevo en Schrödinger, y me transformé en espada de hielo, dejando que él me cogiera al aire. – Quizás mi mango sea un poco incomodo… pero espero ser de utilidad.- así, esperé paciente a lo que el rubio tenía que opinar de mi forma de arma.
-Scrödin… ¿qué? Que nombre más raro…- se quejaba Albert en mi mente.
-Es Schrödinger…y es un nombre alemán… ya sabes que hay nombres para todos… -.
-Jaja… como tú, que te llamas plata en inglés, ¿no? Jaja…-.
Esa conversa ya la tuvimos una vez, hace mucho, y no pensaba para nada volver a discutir con Albert mi nombre. Pero el chico gato rompió el hielo con un dato curioso de sus elementos gatunos. – Un suvenir… ¿te atraparon las brujas? Debió ser terrible…-. Pero el profesor asintió, cerró la libreta y nos miró a ambos. – Lo siguiente que debéis hacer es sincronizar vuestras almas… al ser los dos armas, primero empezará Silver cogiendo a Schrödinger, y luego al revés -.
Alargué mi mano hacia el rubio, con una sonrisa en mi cara – Empiezo yo… ¿podrías transformarte en espada? Será más fácil para mí…-. Tras estrechar manos, Schrödinger se transformó en una espada. Su mango me fascinó por su ósea decoración y su estrella decorativa. La espada estaba caliente… no mucho, pero podía notar la calidez de un fuego interior. – Bien… Silver, ¿que sientes?- dijo el profesor, abriendo la libreta. – Siento… calidez… y siento… que su timidez se une a la mía, que son parecidas…- iba diciendo mientras iba sacudiendo la espada ligeramente. – Bien… Albert, ¿qué dirías tu?-. Mi expresión cambió. Albert lo estropearía seguramente, y tenía miedo de los posibles acontecimientos futuros. Albert tomó mi cuerpo y sintió la espada. El empezó a mover con facilidad y agilidad la espada, haciendo todo tipo de cosas con ella en el aire – Realmente ligera… con una forma… muy buena para combates, diría yo. Siento algo en el interior del chico-gato que me llama la atención… y eso me deja con ganas de empuñarlo con fuerza - acabó diciendo apuntando al profesor con la punta de la espada, a solo unos centímetros de él, mostrando una pequeña risa. – Bien… tu turno Schrödinger… empuña a Silver y dime que sientes. Después, haremos la parte práctica del examen de compatibilidad-.
Acto seguido, deje ir la espada ósea, que se transformó de nuevo en Schrödinger, y me transformé en espada de hielo, dejando que él me cogiera al aire. – Quizás mi mango sea un poco incomodo… pero espero ser de utilidad.- así, esperé paciente a lo que el rubio tenía que opinar de mi forma de arma.
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Silver / Albert Froste
Re: Hola, querido compañero [Priv. Schrödinger]
Schrödinger se des-transformó convirtiéndose de nuevo en el chico-gato que era desde hacía poco mas de un año. Dejo la mano de su compañero, tenía que preguntarle lo antes posible como quería que le llamase, una milésimas de segundo para estirar sus brazos, hacía casi una semana que no se transformaba totalmente en arma y mas que otra cosa le dejó adormecido, -Será que me he oxidado-, pensó Schrödinger, riéndose un poco de su pensamiento.
Pensó durante medio segundo como se sentía estando manejado por ambos cuando el profesor pregunto eso mismo-¿Y bien Schrödinger?¿Que has notado mientras te empuñaban?-Schrödinger flipó sobre la casualidad que ambos pensaran en lo mismo, se centró y le dijo con sinceridad-La verdad, estaba cómodo, me daba la sensación que sabría manejarme perfectamente si practicaba durante unas pocas horas.
Volvió y cogió la mano de su compañero y dijo con mas calma-¿Estas listo?... Pues empecemos. Acto seguido el chico con pelo de plata se convirtió en arma, Schrödinger necesitó re-colocar su cuerpo y la distribución del peso de este para poder estar en una postura de combate en la que estuviera cómodo.
Schrödinger se pasó unos segundos contemplando la espada, los múltiples pinchos de hielo y el extraño mango podían llegar a dificultar el uso a alguien poco entrenado en la guerra, pero Schrödinger se las había apañado para cargarse un ejercito de no-muertos con una silla de madera y una botella de vodka rota, así que en pocos segundos empezó a hacer florituras para acostumbrarse a la distribución del pesó del arma y encontrar un punto de equilibrio, cuando lo encontró, Schrödinger empezó a dar tajos cortantes contra su inexistente objetivo, mientras entre ataque y ataque se fijaba en la forma del arma, aunque pareciera que estaba formada de forma caótica, había un pequeño orden en ese caos, se deslumbraban filas de pinchos relativamente ordenadas, y la cresta de hielo de la punta tenía un color blanco hipnotizante.
El profesor interrumpió de forma abrupta-De nuevo, ¿Que se siente empuñar a tu compañero?-
-La verdad es que frio del hielo, por decirlo de alguna manera, hace que note una sensación refrescante de todo mi cuerpo, dándome energía, ademas siempre me ha encantado esa sensación de tener una brisa fría recorriendo mi cuerpo-hizo un par de ataques cortantes en horitzontal apuntando de lejos hacia el profesor, el cual retrocedió mientras apuntaba algo con mayúsculas- Noto como la amabilidad de Silver envuelve mi cuerpo, reconfortándome, mientras en mi interior noto como la personalidad de Albert se nota en forma de una avalancha de adrenalina y confianza-El profesor empezó a apuntar y a mirar su anteriores apuntes, tachando y escribiendo al lado correcciones y demás, Schrödinger le apetecía decir algo mas, la conclusión-Manejándolos siento que podría a ganar a cualquiera del Shibusen tan loco como para retarnos-Acabó la frase poniendose firme, con la espada de hielo en vertical, cosa que le permitía a Schrödinger ver el reflejo de su mirada iluminada de la emoción de la batalla que parecía apunto de empezar.
Se puso en una postura informal, dejando que su compañero volviera a su forma humana. El profesor se pasó media eternidad, según Schrödinger esperar dos minutos son equivalentes a una eternidad así que no era para tanto, mientras pasaba de pagina le dijo a ambos-Bueno, ahora toca lo mas importante, la parte practica de la sincronización.
Pensó durante medio segundo como se sentía estando manejado por ambos cuando el profesor pregunto eso mismo-¿Y bien Schrödinger?¿Que has notado mientras te empuñaban?-Schrödinger flipó sobre la casualidad que ambos pensaran en lo mismo, se centró y le dijo con sinceridad-La verdad, estaba cómodo, me daba la sensación que sabría manejarme perfectamente si practicaba durante unas pocas horas.
Volvió y cogió la mano de su compañero y dijo con mas calma-¿Estas listo?... Pues empecemos. Acto seguido el chico con pelo de plata se convirtió en arma, Schrödinger necesitó re-colocar su cuerpo y la distribución del peso de este para poder estar en una postura de combate en la que estuviera cómodo.
Schrödinger se pasó unos segundos contemplando la espada, los múltiples pinchos de hielo y el extraño mango podían llegar a dificultar el uso a alguien poco entrenado en la guerra, pero Schrödinger se las había apañado para cargarse un ejercito de no-muertos con una silla de madera y una botella de vodka rota, así que en pocos segundos empezó a hacer florituras para acostumbrarse a la distribución del pesó del arma y encontrar un punto de equilibrio, cuando lo encontró, Schrödinger empezó a dar tajos cortantes contra su inexistente objetivo, mientras entre ataque y ataque se fijaba en la forma del arma, aunque pareciera que estaba formada de forma caótica, había un pequeño orden en ese caos, se deslumbraban filas de pinchos relativamente ordenadas, y la cresta de hielo de la punta tenía un color blanco hipnotizante.
El profesor interrumpió de forma abrupta-De nuevo, ¿Que se siente empuñar a tu compañero?-
-La verdad es que frio del hielo, por decirlo de alguna manera, hace que note una sensación refrescante de todo mi cuerpo, dándome energía, ademas siempre me ha encantado esa sensación de tener una brisa fría recorriendo mi cuerpo-hizo un par de ataques cortantes en horitzontal apuntando de lejos hacia el profesor, el cual retrocedió mientras apuntaba algo con mayúsculas- Noto como la amabilidad de Silver envuelve mi cuerpo, reconfortándome, mientras en mi interior noto como la personalidad de Albert se nota en forma de una avalancha de adrenalina y confianza-El profesor empezó a apuntar y a mirar su anteriores apuntes, tachando y escribiendo al lado correcciones y demás, Schrödinger le apetecía decir algo mas, la conclusión-Manejándolos siento que podría a ganar a cualquiera del Shibusen tan loco como para retarnos-Acabó la frase poniendose firme, con la espada de hielo en vertical, cosa que le permitía a Schrödinger ver el reflejo de su mirada iluminada de la emoción de la batalla que parecía apunto de empezar.
Se puso en una postura informal, dejando que su compañero volviera a su forma humana. El profesor se pasó media eternidad, según Schrödinger esperar dos minutos son equivalentes a una eternidad así que no era para tanto, mientras pasaba de pagina le dijo a ambos-Bueno, ahora toca lo mas importante, la parte practica de la sincronización.
Invitado
Re: Hola, querido compañero [Priv. Schrödinger]
Era el momento de la verdad. La parte practica. Yo había tenido dos tipos de examen práctico: para los técnicos, golpear con su compañero al profesor, de cinco a diez veces. La otra opción, en nuestro caso, al juntarse dos armas… - Tendréis diez minutos para golpearme cincuenta veces entre los dos. Podéis hacerlo como queráis: Cinco minutos uno de vosotros será el arma del otro, y los otros cinco restantes, al revés, ir alternando entre vosotros…- el profesor sonrió levemente – Silver, me han dicho que ya has hecho este examen antes… así que ya sabrás la finalidad de este ejercicio, ¿no? -. Me ajusté la bufanda y asentí – “El objetivo no es herir, es dominar la técnica y la resonancia”- repetí como un loro – Lo recuerdo de otros exámenes… -.
Acto seguido, y sin avisar, el profesor tiró su libreta al aire y sacó, de su camisa, un cronometro, el cual empezó a descontar rápidamente. Tardé dos segundos, pero me incorporé rápidamente. – ¡Schrödinger, rápido, déjame intentarlo primero!-. Solo era mi intuición, pero el profesor que teníamos delante, no era un simple profesor. – Vamos a analizar sus movimientos y…- pero no estaba. Antes de que mi compañero se transformara, el profesor desapareció. Quedé desconcertado por unos instantes, hasta sentir un pequeño aliento detrás de mí. – Deberíais daros prisa- se rió burlonamente el profesor a mis espaldas. Instintivamente, mi brazo se transformó en el filo de mi espada, y me giré con intención de atacar. Pero me detuve. No había nadie detrás de mí, sino encima. La pierna del profesor parecía haberse transformado en una bola de pinchos atado a unas cadenas, y se había quedado suspendido del techo. Aun no había empuñado a mi compañero en todo el rato que había pasado, que debían haber sido unos diez segundos. – ¡Cógeme, Schrödinger! – dije saltando hacia él y transformándome en arma.
Cuando me empuñó, noté que conectamos nuestras mentes, así que pudimos comunicarnos más fácilmente
– Schrödinger, me oyes bi- -.
-Hola, hola, uno dos, uno dos, probando probando… chico-gato, ¿estás allí? –
- ¡Albert! ¡Deja de hacer tonterías! Esto es serio…- dije indignado – Bien, olvídalo… deberíamos trazar algún plan… mira de atacarlo. Observaremos sus movimientos e intentaremos hacer una contraofensiva… - decía mientras dejaba que Schrödiner me usara durante un rato.
Tras un rato de persecución, debían haber pasado ya unos dos minutos como mucho. No habíamos conseguido hacer gran cosa, así que decidí empezar a trazar un plan. – Schrödinger, tengo un plan… aunque no estoy muy seguro de lo que pueda pasar… veras, tengo un as bajo la manga, y puedo hacer un buen combo, pero necesitaré que confíes en… Albert…- se oyó un pequeño ruidito por parte de Albert. Parecía que se estaba conteniendo de risa. – ¿Por qué no debería confiar en mí? además, no sé si la técnica será muy efectiva. El gato derretiría mi brazo antes de hacer nada… a no ser… -. Albert pareció haber cogido la idea. – Bien gatito, suéltanos… vamos a hacer algo peligroso…-.
Cuando Schrödinger me soltó, volví a mi forma original. Allí, mi plan se puso en marcha. – Schrödinger… abrígate. Esta sala… se va a enfriar. -. Acto seguido, de mi cuerpo empezó a salir una corriente de aire frio, que se extendió hasta unos 35 metros de mi. – Esta es la “Ventisca Eterna”. Y si ahora la junto con mi as bajo la manga… -. En la ventisca, la nieve empezó a acumularse en un solo punto, adoptando una forma muy parecida… idéntica a la mía. Ese muñeco abrió los ojos, y recobró el color, convirtiéndose en una copia de mi… pero con Albert dentro. – “Resurrección del Muñeco de Nieve” completada… Hermanito, chico-gato… transfórmense en mis espadas -. Albert sonrió. Lo veía activado, más de lo normal. – Confía en el, Schrödinger – Dije mientras me transformaba en arma y me dejaba empuñar por mi hermano. – Venga gato… déjame intentarlo… será divertido-.
Una vez conectados todos, el plan ya podía llegar a su etapa final. – ¿Y cuál es la etapa final del plan, Silver? – Preguntó Albert en voz alta, sin dejar de mirar el profesor, inmóvil desde hace un buen rato observándonos en todo momento. – Sencillo… Resonancia de Almas… -. Sabía que era arriesgado, pero siempre se podía intentar por primera vez. Solo faltaba ver si el rubio accedía a tal alocado plan.
Acto seguido, y sin avisar, el profesor tiró su libreta al aire y sacó, de su camisa, un cronometro, el cual empezó a descontar rápidamente. Tardé dos segundos, pero me incorporé rápidamente. – ¡Schrödinger, rápido, déjame intentarlo primero!-. Solo era mi intuición, pero el profesor que teníamos delante, no era un simple profesor. – Vamos a analizar sus movimientos y…- pero no estaba. Antes de que mi compañero se transformara, el profesor desapareció. Quedé desconcertado por unos instantes, hasta sentir un pequeño aliento detrás de mí. – Deberíais daros prisa- se rió burlonamente el profesor a mis espaldas. Instintivamente, mi brazo se transformó en el filo de mi espada, y me giré con intención de atacar. Pero me detuve. No había nadie detrás de mí, sino encima. La pierna del profesor parecía haberse transformado en una bola de pinchos atado a unas cadenas, y se había quedado suspendido del techo. Aun no había empuñado a mi compañero en todo el rato que había pasado, que debían haber sido unos diez segundos. – ¡Cógeme, Schrödinger! – dije saltando hacia él y transformándome en arma.
Cuando me empuñó, noté que conectamos nuestras mentes, así que pudimos comunicarnos más fácilmente
– Schrödinger, me oyes bi- -.
-Hola, hola, uno dos, uno dos, probando probando… chico-gato, ¿estás allí? –
- ¡Albert! ¡Deja de hacer tonterías! Esto es serio…- dije indignado – Bien, olvídalo… deberíamos trazar algún plan… mira de atacarlo. Observaremos sus movimientos e intentaremos hacer una contraofensiva… - decía mientras dejaba que Schrödiner me usara durante un rato.
Tras un rato de persecución, debían haber pasado ya unos dos minutos como mucho. No habíamos conseguido hacer gran cosa, así que decidí empezar a trazar un plan. – Schrödinger, tengo un plan… aunque no estoy muy seguro de lo que pueda pasar… veras, tengo un as bajo la manga, y puedo hacer un buen combo, pero necesitaré que confíes en… Albert…- se oyó un pequeño ruidito por parte de Albert. Parecía que se estaba conteniendo de risa. – ¿Por qué no debería confiar en mí? además, no sé si la técnica será muy efectiva. El gato derretiría mi brazo antes de hacer nada… a no ser… -. Albert pareció haber cogido la idea. – Bien gatito, suéltanos… vamos a hacer algo peligroso…-.
Cuando Schrödinger me soltó, volví a mi forma original. Allí, mi plan se puso en marcha. – Schrödinger… abrígate. Esta sala… se va a enfriar. -. Acto seguido, de mi cuerpo empezó a salir una corriente de aire frio, que se extendió hasta unos 35 metros de mi. – Esta es la “Ventisca Eterna”. Y si ahora la junto con mi as bajo la manga… -. En la ventisca, la nieve empezó a acumularse en un solo punto, adoptando una forma muy parecida… idéntica a la mía. Ese muñeco abrió los ojos, y recobró el color, convirtiéndose en una copia de mi… pero con Albert dentro. – “Resurrección del Muñeco de Nieve” completada… Hermanito, chico-gato… transfórmense en mis espadas -. Albert sonrió. Lo veía activado, más de lo normal. – Confía en el, Schrödinger – Dije mientras me transformaba en arma y me dejaba empuñar por mi hermano. – Venga gato… déjame intentarlo… será divertido-.
Una vez conectados todos, el plan ya podía llegar a su etapa final. – ¿Y cuál es la etapa final del plan, Silver? – Preguntó Albert en voz alta, sin dejar de mirar el profesor, inmóvil desde hace un buen rato observándonos en todo momento. – Sencillo… Resonancia de Almas… -. Sabía que era arriesgado, pero siempre se podía intentar por primera vez. Solo faltaba ver si el rubio accedía a tal alocado plan.
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Silver / Albert Froste
Re: Hola, querido compañero [Priv. Schrödinger]
-Vale, demostremos le de que somos capaces, pero antes tengo que prepararme un poco--Dijo Schrödinger, con confianza en si mismo y en sus compañeros, sabía que le quitarían a ese profesor su estúpida sonrisa, sabía que aunque ya llevaba un par de minutos de pelea necesitaría sentirse en una batalla de verdad para desatar su energía mas primaria y poderosa, su sed de sangre-Creo que con esto nos las apañaremos para que el combate tenga que acabar antes de que pasen los primeros cinco minutos, por cierto no os preocupéis no emite calor, es solo visual.
Acto seguido Punitor, una de las tres habilidades de Schrödinger, empezó. De la estrella de ocho puntas emergió un fuego fatuo que envolvió la estrella, haciendo que esta pareciera que estaba recién pulida y que tenía brillo propio, de cada una de las ocho puntas emergió una serpenteante ola de fuego de un color entre lila y esmeralda, que envolvieron totalmente el resto de la espada en la cual se había transformado Schrödinger. La espada desprendía energía desde la misma alma de Schrödinger, la cual iba acelerando sus fluctuaciones preparándose para mostrar la furia y la energía latente dentro de poco.
Albert se paró un instante, aunque fue suficiente para que el profesor le empujara, se notaba que el chico tenía bastante practica en combate, así que pudo re-posicionarse y volver a la batalla. Se dedicó unos segundos para comprender el cambio de peso y de ligereza de Schrödinger, cuando estuvo cómodo de nuevo dio unas cuantas vueltas a la espada recubierta de fuego, para lanzarse al ataque instantes después.
Durante casi un minuto Albert atacó combinando la agilidad del arma en llamas y el conocimiento del uso que tenía de la espada de hielo para hacer ataques directos, falsos ataques, contraataques y artimañas.
-Ya han pasado casi cuatro minutos id haciendo una pausa para el siguiente turn.. -El profesor fue interrumpido de forma abrupta -Ya lo sabemos, no te confíes que luego será peor para ti-Dijo Schrödinger mentalmente, a la vez que Albert dijo exactamente lo mismo y Silver parecía pensar algo parecido que escucharon los otros dos, cosa que les sorprendió a los tres.
-Creo que ya nos hemos sincronizado suficiente mentalmente, y yo ya reboso de la energía que me provoca la emoción de esta batalla, así que empiece el fin de esto!-Comunicó a sus dos compañeros en su interior.
Albert esquivó un ataque del profesor, situándose en un punto ciego de este, para aprovechar y echar tierra de por medio entre ambos, sincronizar almas era una tarea ardua, ademas si no se sincronizaban bien entre si des del inicio, si sus personalidades no encajaban, era imposible que se sincronizasen.
No dijeron nada entre ellos, prácticamente se dejaron llevar, desde fuera se podía ver las tres almas emerger de sus cuerpos, desde el inicio las almas de los hermanos estaban unidas, la alma del chico-gato se unió a la del centro, y de esta surgieron unas llamas que envolvieron todo su cuerpo, alrededor de ellas se inició una especie de tormenta, olas de fuego y avalanchas de niebla mas fría que Neptunio envolvían la sala, haciendo que muchos cristales se rompieran por los abruptos cambios de temperatura, cuando la resonancia pareció ser completa la tormenta se unió en una formada de plasma cósmico, energía en su estado mas rebelde y natural.
De ambas armas emergieron unas llamas de blanco puro, que se congelaron al instante, formando un filo en cada arma amplio, dando el aspecto de que eran alas. Albert manejó a ambas armas a la vez, con total perfección, como si fuera parte de su mismo cuerpo, cruzó las armas y saltó hacia el techo, para lanzar un ataque casi en vertical cerca del profesor,los tres sabían que un impacto directo seria letal, al impactar los filos se rompieron, y de su interior la energía de sus almas se manifestó en forma de energía pura, que junto a la tormenta de plasma causó un mini-big-bang en la sala, toda la energía de Alfa hasta Omega salida de las almas de tres jóvenes hicieron retumbar todo el Shibuzen, ademas de dejar recubierto el salón de. literalmente, fuego helado, que al "evaporarse" desprendía un frío que quemaba cualquier superficie que tocaba, pensó Schrödinger al contemplar la escena que había causado junto a sus compañeros.
Los tres chicos aparecieron en el centro de la explosión, en forma humana, exhaustos, toda su energía se había usado en aquél ataque. Estaban intentando tener suficiente aire en sus pulmones para celebrarlo pero algo los interrumpió.
Un único espejo brillaba y emitía sonido, era Shinigami-sama preguntando al profesor des del espejo el por qué de la explosión, mientras se veía de fondo que otro profesor en la Death Rom intentaba poner orden, casi todo el mundo había evacuado la escuela, creían que era un ataque de brujas o algo peor.
-Como se supone que tres chicos se han cargado un salón entero en un ataque, y como es que usted no lo impidió--Gritaba Shinigami-sama, alterado-Por milesima vez, han sido Schrödinger y los hermanos Froste! Me confíe, creyendo que habían fallado su resonancia y por eso no bloqueé el ataque- Repetía una y otra vez el profesor, cubierto de hollín y de los restos de su ropa chamuscada--Vosotros id a la Death Room y decírselo, por el test, está claro que repetirlo sería un suicidio, además se nota que estáis muy sincronizados, así que habéis pasado, ¡felidades!
Acto seguido Punitor, una de las tres habilidades de Schrödinger, empezó. De la estrella de ocho puntas emergió un fuego fatuo que envolvió la estrella, haciendo que esta pareciera que estaba recién pulida y que tenía brillo propio, de cada una de las ocho puntas emergió una serpenteante ola de fuego de un color entre lila y esmeralda, que envolvieron totalmente el resto de la espada en la cual se había transformado Schrödinger. La espada desprendía energía desde la misma alma de Schrödinger, la cual iba acelerando sus fluctuaciones preparándose para mostrar la furia y la energía latente dentro de poco.
Albert se paró un instante, aunque fue suficiente para que el profesor le empujara, se notaba que el chico tenía bastante practica en combate, así que pudo re-posicionarse y volver a la batalla. Se dedicó unos segundos para comprender el cambio de peso y de ligereza de Schrödinger, cuando estuvo cómodo de nuevo dio unas cuantas vueltas a la espada recubierta de fuego, para lanzarse al ataque instantes después.
Durante casi un minuto Albert atacó combinando la agilidad del arma en llamas y el conocimiento del uso que tenía de la espada de hielo para hacer ataques directos, falsos ataques, contraataques y artimañas.
-Ya han pasado casi cuatro minutos id haciendo una pausa para el siguiente turn.. -El profesor fue interrumpido de forma abrupta -Ya lo sabemos, no te confíes que luego será peor para ti-Dijo Schrödinger mentalmente, a la vez que Albert dijo exactamente lo mismo y Silver parecía pensar algo parecido que escucharon los otros dos, cosa que les sorprendió a los tres.
-Creo que ya nos hemos sincronizado suficiente mentalmente, y yo ya reboso de la energía que me provoca la emoción de esta batalla, así que empiece el fin de esto!-Comunicó a sus dos compañeros en su interior.
Albert esquivó un ataque del profesor, situándose en un punto ciego de este, para aprovechar y echar tierra de por medio entre ambos, sincronizar almas era una tarea ardua, ademas si no se sincronizaban bien entre si des del inicio, si sus personalidades no encajaban, era imposible que se sincronizasen.
No dijeron nada entre ellos, prácticamente se dejaron llevar, desde fuera se podía ver las tres almas emerger de sus cuerpos, desde el inicio las almas de los hermanos estaban unidas, la alma del chico-gato se unió a la del centro, y de esta surgieron unas llamas que envolvieron todo su cuerpo, alrededor de ellas se inició una especie de tormenta, olas de fuego y avalanchas de niebla mas fría que Neptunio envolvían la sala, haciendo que muchos cristales se rompieran por los abruptos cambios de temperatura, cuando la resonancia pareció ser completa la tormenta se unió en una formada de plasma cósmico, energía en su estado mas rebelde y natural.
De ambas armas emergieron unas llamas de blanco puro, que se congelaron al instante, formando un filo en cada arma amplio, dando el aspecto de que eran alas. Albert manejó a ambas armas a la vez, con total perfección, como si fuera parte de su mismo cuerpo, cruzó las armas y saltó hacia el techo, para lanzar un ataque casi en vertical cerca del profesor,los tres sabían que un impacto directo seria letal, al impactar los filos se rompieron, y de su interior la energía de sus almas se manifestó en forma de energía pura, que junto a la tormenta de plasma causó un mini-big-bang en la sala, toda la energía de Alfa hasta Omega salida de las almas de tres jóvenes hicieron retumbar todo el Shibuzen, ademas de dejar recubierto el salón de. literalmente, fuego helado, que al "evaporarse" desprendía un frío que quemaba cualquier superficie que tocaba,
Los tres chicos aparecieron en el centro de la explosión, en forma humana, exhaustos, toda su energía se había usado en aquél ataque. Estaban intentando tener suficiente aire en sus pulmones para celebrarlo pero algo los interrumpió.
Un único espejo brillaba y emitía sonido, era Shinigami-sama preguntando al profesor des del espejo el por qué de la explosión, mientras se veía de fondo que otro profesor en la Death Rom intentaba poner orden, casi todo el mundo había evacuado la escuela, creían que era un ataque de brujas o algo peor.
-Como se supone que tres chicos se han cargado un salón entero en un ataque, y como es que usted no lo impidió--Gritaba Shinigami-sama, alterado-Por milesima vez, han sido Schrödinger y los hermanos Froste! Me confíe, creyendo que habían fallado su resonancia y por eso no bloqueé el ataque- Repetía una y otra vez el profesor, cubierto de hollín y de los restos de su ropa chamuscada--Vosotros id a la Death Room y decírselo, por el test, está claro que repetirlo sería un suicidio, además se nota que estáis muy sincronizados, así que habéis pasado, ¡felidades!
Invitado
Re: Hola, querido compañero [Priv. Schrödinger]
Eso fue peligroso. Albert consiguió soportar la resonancia, pero esta lo superó y se salió de control… quizás demasiado esfuerzo habíamos puesto en ese último ataque. El impacto provocó una fuerte explosión en el salón. Y estaba prácticamente inconsciente, y el muñeco de nieve se había fundido seguramente. Me incorporé un poco. Mi compañero estaba a mi lado, también tumbado. Esa resonancia nos había dejado sin energías, prácticamente. Pude ver como mi compañero se levantaba poco a poco, más o menos como yo. En el fondo del salón medio incinerado, la figura de Shinigami-sama reflectada en un espejo hablaba con el profesor. Parecían estar discutiendo, pero yo no podía oírlos bien.
Albert tomó mi cuerpo – Pues no estuvo mal… ¡fue divertido!-. mi enfado se sobrepasó del límite establecido. Retomé mi cuerpo y empecé a sermonear, no solo a mi hermano, a Schrödinger también – ¡¿Pero se puede saber que os pasa?! Ya me esperaba que Albert se excediera e hiciera alguna cosa mal… ¡¿pero tú, Schrödinger?! Pensé que serias más sensato y que detendrías a mi hermano si se salía mucho de control… ¿me haréis ser vuestro "refrescador de mentes" cuando estéis demasiado excitado para pensar? ¿Tendré que detener todas vuestras estupideces? -. Me sentía raro. Nunca me había enfadado tanto… o al menos no con alguien que no fuera mi hermano, claro.
El profesor se nos acercó. – La habéis liado bastante gorda… tenéis suerte que la explosión solo haya afectado esta sala… pero os la habéis jugado… y bastante. He de decir que me pareció ver un exceso de poder por parte de Schrödinger y de Albert mientras Silver se quedaba con menos que ellos, llegando a un desnivel de fuerzas y provocando, posiblemente, la explosión. He hablado con Shinigami-sama… se ha asustado bastante, pero ha logrado entender la situación… en fin, deberéis ir a la aula de castigos igualmente… ¡y separados! Shinigami-sama no quiere que ocurra algo parecido otra vez, al menos no esta semana. Las buenas noticias son que habéis aprobado con bastante buena puntuación el examen y… - hizo una breve pausa mientras se sacaba unas llaves del bolsillo. Bueno, dos llaves, con un trozo de madera que ponía “B06” – seréis compañeros de habitación, con otro estudiante más. Y ahora… id a la Death Room y contadle vuestra experiencia a Shinigai-sama -. Tras esas últimas palabras, el profesor encendió un cigarrillo y se fue, un tanto mosqueado.
Estaba un poco sorprendido por la charla del profesor, y me costó unos minutos reaccionar. Al fin en mi cuerpo de nuevo, miré mis llaves y seguidamente, a mi compañero. – En ese caso, encantado de compartir habitación contigo… - dije con una pequeña sonrisa. – Hey, ¿le decimos lo de Lubi?- me preguntaba Albert en mi mente. –Luego te lo cuento- dije, no a Albert, sino a Schrödinger. – Venga, vayamos a contarle nuestro examen a Shinigami-sama… espero no recibir ningún “Shinigami Chop” de los suyos…- dije sonriendo, marchando ya hacia la puerta del salón, la cual estaba un tanto chamuscada. Pero todo había de decirse: había hecho un nuevo amigo y compañero, lo cual me alegro bastante el día. Un día que sería eterno, castigado en la sala de castigados, como siempre.
Albert tomó mi cuerpo – Pues no estuvo mal… ¡fue divertido!-. mi enfado se sobrepasó del límite establecido. Retomé mi cuerpo y empecé a sermonear, no solo a mi hermano, a Schrödinger también – ¡¿Pero se puede saber que os pasa?! Ya me esperaba que Albert se excediera e hiciera alguna cosa mal… ¡¿pero tú, Schrödinger?! Pensé que serias más sensato y que detendrías a mi hermano si se salía mucho de control… ¿me haréis ser vuestro "refrescador de mentes" cuando estéis demasiado excitado para pensar? ¿Tendré que detener todas vuestras estupideces? -. Me sentía raro. Nunca me había enfadado tanto… o al menos no con alguien que no fuera mi hermano, claro.
El profesor se nos acercó. – La habéis liado bastante gorda… tenéis suerte que la explosión solo haya afectado esta sala… pero os la habéis jugado… y bastante. He de decir que me pareció ver un exceso de poder por parte de Schrödinger y de Albert mientras Silver se quedaba con menos que ellos, llegando a un desnivel de fuerzas y provocando, posiblemente, la explosión. He hablado con Shinigami-sama… se ha asustado bastante, pero ha logrado entender la situación… en fin, deberéis ir a la aula de castigos igualmente… ¡y separados! Shinigami-sama no quiere que ocurra algo parecido otra vez, al menos no esta semana. Las buenas noticias son que habéis aprobado con bastante buena puntuación el examen y… - hizo una breve pausa mientras se sacaba unas llaves del bolsillo. Bueno, dos llaves, con un trozo de madera que ponía “B06” – seréis compañeros de habitación, con otro estudiante más. Y ahora… id a la Death Room y contadle vuestra experiencia a Shinigai-sama -. Tras esas últimas palabras, el profesor encendió un cigarrillo y se fue, un tanto mosqueado.
Estaba un poco sorprendido por la charla del profesor, y me costó unos minutos reaccionar. Al fin en mi cuerpo de nuevo, miré mis llaves y seguidamente, a mi compañero. – En ese caso, encantado de compartir habitación contigo… - dije con una pequeña sonrisa. – Hey, ¿le decimos lo de Lubi?- me preguntaba Albert en mi mente. –Luego te lo cuento- dije, no a Albert, sino a Schrödinger. – Venga, vayamos a contarle nuestro examen a Shinigami-sama… espero no recibir ningún “Shinigami Chop” de los suyos…- dije sonriendo, marchando ya hacia la puerta del salón, la cual estaba un tanto chamuscada. Pero todo había de decirse: había hecho un nuevo amigo y compañero, lo cual me alegro bastante el día. Un día que sería eterno, castigado en la sala de castigados, como siempre.
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Silver / Albert Froste
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